SAL DE LEMERY, VOLCÁN DE LEMERY Nicolás

Transcripción

SAL DE LEMERY, VOLCÁN DE LEMERY Nicolás
Epónimos Científicos
1
SAL DE LEMERY, VOLCÁN DE LEMERY
Nicolás Lemery (Rouen, 1645 – París, 1715)
La gran virtud de sus charlas y experiencias químicas se
basaba en la sencillez con que exponía sus teorías, huyendo
del viejo lenguaje enigmático de los alquimistas. Pablo
Antonio Cap, el gran biógrafo de Lemery, expone de esta
forma el laboratorio en el que trabajaba:
Nicolás Lemery
Datos biográficos
Farmacéutico francés que tras realizar sus primeros estudios, entró con 15 años como aprendiz en la farmacia que
su tío Pierre Duchemin tenía en su ciudad natal. Concluido
el aprendizaje marchó a París para perfeccionar sus conocimientos de química con Cristóbal Glaser, boticario de
Luis XIV y demostrador en el Jardín de Plantas.
Insatisfecho del carácter de su profesor, marchó a Montpellier para trabajar en la farmacia de Merchant. Allí estableció una modesta academia de Química a la que asistían
profesores de la Facultad de Medicina y otros curiosos. En
esta Universidad siguió estudios de Medicina y Farmacia
pero sin graduarse en ninguna de estas disciplinas.
Tras viajas por Francia retorna en 1672 a París, donde
imparte conferencias en casas particulares y obtiene el
título de maestro de Farmacia en 1674 y el cargo de Boticario del Rey. Esta última circunstancia le permitirá independizarse económicamente y crear su propio laboratorio,
donde impartirá numerosos cursos de Química que atrajeron el auditorio más distinguido de París y de Europa.
Universidad CEU Cardenal Herrera
“Al otro extremo de la habitación, enfrente a la puerta, se
observa un horno inmenso de construcción sólida y maciza,
coronado por un cesto repleto de instrumentos y aparatos
de varias clases. Retortas y frascos disputaban el sitio a
matraces, sifones y aludeles. En torno a este horno monumental estaban dispuestos otros hornos portátiles y complicados aparatos con sus alambiques, refrigerantes, serpentines, rosarios, atanores, baños de arena y hornos de reverbero, con sus cúpulas, sus alquitares de cabeza de moro y sus
recipientes de cobre y de estaño. En el centro de esta espaciosa estancia se veía una gran mesa cubierta de utensilios,
urnas, escarificadores, alambiques de vidrio de dos y tres
pasos y aparatos de sublimación con grandes conos dispuestos en pirámides. Una lámpara de cobre, suspendida
del techo, se balanceaba al aire; todas las paredes de la
habitación estaban cubiertas con símbolos químicos, tablas
aritméticas, pizarras tiznadas con cal, y en cada ángulo,
relojes de arena de varios tamaños servían para medir el
tiempo y regular la duración de los experimentos.
Con una sola ojeada se podía ver que este laboratorio no
era el de un alquimista del siglo XVI. No se reconocían
allí, por la peculiaridad de sus formas, las peregrinas ideas
concebidas por aquellos hombres sobre la naturaleza de los
elementos y sus mezclas. No se veía ninguno de aquellos
emblemas, alegorías y figuras simbólicas, tras las cuales
pretendían hurtar al conocimiento del vulgo sus pretendidos secretos, ya tan oscuros hasta para los verdaderos maestros. Nada denotaba allí misterio, charlatanería u ocultismo; bien al contrario, todo llevaba el sello del estudio
que dedicó su vida con fe y abnegación a la búsqueda de la
verdad”.
Para mejor dar a conocer sus lecciones de química, Lemery
publicó en 1675 su “Cours de Chymie”, obra que durante
más de cien años constituyó la suprema autoridad química
en Europa. En Francia se reimprimió veinte veces y se
tradujo a la mayor parte de idiomas, haciéndolo al español
el farmacéutico Félix Palacios.
Se hallaba entonces Lemery en la cima de su gloria científica y económica, por eso rechazó el ofrecimiento del elec-
Julio 2010
Epónimos Científicos
tor de Brandeburgo para ir a Berlín como catedrático de
química. Mas pronto empezó a sufrir persecuciones religiosas por su condición de protestante, con la prohibición
expresa de dedicarse a la enseñanza y ejercer la farmacia.
Marchó en primera instancia a Londres, de donde regresó
en 1683 para doctorarse en Medicina en Caen al final de
ese mismo año.
2
asociados, anunciando su proyecto de estudiar a fondo el
antimonio o estibina en busca de medicamentos útiles, que
culminará con la publicación de su “Tratado del antimonio” (1707).
Murió unos pocos años más tarde tras sufrir fuertes ataques
de parálisis y apoplejía. En el elogio fúnebre que le dedicó
Fontanelle, secretario de la Academia de Ciencias, reconocía de Lemery que:
“La mayor parte de Europa aprendió química de él, y la
mayoría de los grandes químicos franceses y extranjeros le
habían rendido homenaje por sus enseñanzas. Fue un hombre de incesante actividad, sabiendo sólo de su puesto,
junto a la cama de sus pacientes, su estudio, su laboratorio
y la Academia, demostrando que el que no pierde el tiempo
lo tiene en abundancia”.
Sal de Lemery
En la tesis doctoral de Jaume E. Mercant Ramírez se cita la
Sal de Lemery en la forma siguiente:
“Nombre completo: Tartarus vitriolatus, Vitriolo de potasa.
Nombre científico y sinonimias: Tártaro vitriolado simple,
Nitrum vitriolatum, Panacea duplicata, Sal de Lemery,
Specificum paracelsi, Sal de la Sabiduría …
Clase de medicamento: Simple mineral.
Familia: 3-Oxisales (sulfatos hidratados o vitriolos)
“Explicación de los más comunes caracteres chímicos” de
Lemery, según la traducción castellana de su popular libro
de texto: Nicolás Lemery, “Curso Chimico” (Madrid,
1721)
Traducción: Sulfato potásico
Se dedica entonces a ejercer la medicina en París, hasta que
el edicto de Nantes extiende a los médicos protestantes la
prohibición de ejercer su profesión. Con 40 años y sin
recursos económicos, Lemery no tiene otra alternativa que
convertirse al catolicismo con toda su familia, y así en
1686 el rey Luis XIV le permitió restablecer su laboratorio
de química en París y reabrir su botica. Esta última circunstancia no sin una fuerte oposición de sus colegas.
Propiedades: Escitante, aperitivo y purgante; Diurético y
purgante; Purgante, puede ser causa de envenenamiento
(por eso no se usa).
En los años siguientes Lemery recobró su primitiva consideración y renombre, dedicándose a partir de entonces a
escribir nuevas obras como “Pharmacopeée Universelle”
(1697), “Traité universel des drogues simples” (1698) más
conocido como el “Diccionario de drogas simples de Lemery”. Cuando en 1699 se reorganiza la Academia de
Ciencias de París, Lemery figurará entre los académicos
Universidad CEU Cardenal Herrera
Origen: Se conoció en el s. XV por I. Hollandus. Se le
denominó (1608). Tartarus vitriolatus y Specificum purgan
paracelsi. Se encuentra al Sulf. Mg y Ca.
Galénica y administración: 1-6 dracmas, como purgante; 24 gr. como diurética; 15-30 gr. como purgante; 4-8 gr.
(Dujardin)”.
Volcán de Lemery
De este asunto se ha ocupado la profesora portuguesa Filomena Amador, buscando en el mismo una orientación
pedagógica que pudiera adaptarse a la enseñanza secundaria de la Geología. Así reconoce que para algunos filósofos
naturales del siglo XVIII, era necesario pensar en estructuras geológicas y procesos capaces de permitir el paso del
Julio 2010
Epónimos Científicos
aire hasta el interior de la Tierra, a su renovación, así como
a la liberación posterior de los productos resultantes de las
combustiones internas. Pero para otros, entre los cuales se
incluye a Nicholas Lemery, la situación podría ser fácilmente interpretada si fuese aceptada la idea de que en el
interior del globo puedan ocurrir reacciones químicas del
tipo de las “fermentaciones”, sin que para eso fuese necesaria la presencia de “aire”. En esas reacciones, en presencia apenas de agua, intervendrían esencialmente el hierro y
el azufre. Este tipo de reacciones fermentativas eran para
Lemery, así como para Immanuel Kant (1724-1804), la
causa directa de los fenómenos volcánicos y sísmicos.
Por tanto, este tipo de explicaciones necesitaba justificar la
llegada de agua al interior de la Tierra, lo que a su vez
también condujo gradualmente a la idea de localizar la
génesis de la actividad volcánica en el centro del globo
terrestre, comenzándose a aceptar su génesis en zonas más
superficiales. Con todo, no se encontraba evidencia en la
naturaleza de la coexistencia en las mismas regiones, de
cantidades de hierro y azufre suficientemente grandes para
que se pudiese pensar que algunas de las experiencias que
se hacían en los laboratorios y en los salones de la época se
registrasen en la realidad.
3
mente se ha afirmado por los autores que lo citan, sino un
conjunto de experiencias diferenciadas por la introducción
de algunas alteraciones en las condiciones experimentales.
Estas experiencias formaban parte, como ya referimos, del
programa del curso de química que Lemery impartió en
París, habiendo sido posteriormente presentadas en una
sesión de la Académie des Sciences de París y descritas en
las Mémoires de l’Académie Royale des Sciences, lo que
justifica su amplia divulgación en décadas posteriores,
principalmente entre los autores portugueses del siglo
XVIII. Lemery tituló su comunicación: “Explication Physique et Chymique des Feux Souterrains, des Tremblements de Terre, des Ouragans, des Eclairs et du Tonnerre”,
lo que por sí pone en evidencia el hecho de atribuir una
causa única a los fenómenos volcánicos, a los temblores de
tierra, a los relámpagos y a los truenos, no alejándose en
este aspecto de las ideas defendidas por Aristóteles en el
“Meteorológicos”.
Lámina con instrumental de laboratorio del “Curso de
Química” de Lemery
La primera experiencia es descrita por Lemery del siguiente modo:
Portada del famoso “Curso de Química” de Lemery
Lemery realizó una serie de experiencias, que en su conjunto fueron habitualmente designadas por los autores del
siglo XVII como la experiencia del “vulcán” de Lemery.
En la presentación inicial del trabajo de Lemery en las
Mémoires de la Académie des Sciences francesa, se afirma
que el mejor método para explicar la naturaleza es hacerla
representar, esto hace posible producir en laboratorio los
mismos efectos a través de causas semejantes. En verdad
Lemery no realizó una sola experiencia, como reciente-
Universidad CEU Cardenal Herrera
“Tomé una muestra de partes iguales de hierro y azufre en
polvo; la transformé en una pasta a través de la introducción de agua, y la dejé descansar durante dos o tres horas,
en ausencia de fuego, durante este periodo fermentó y se
hinchó con un considerable calor; la fermentación rompió
la pasta en diversos lugares, y a través de las vendas salían
vapores que en verdad no están muy calientes porque la
masa es pequeña, pero cuando ésta es más considerable,
como de 30 ó 40 libras, en verdad surge una llama”.
Julio 2010
Epónimos Científicos
4
Para Lemery las “fermentaciones” eran reacciones acompañadas de liberación de energía, que resultaban de la
penetración y de la violenta fricción con que las “puntas
ácidas” del azufre presionaban las partículas de hierro.
Lemery consideraba que los ácidos, uno de los principios
activos, estaban formados por un conjunto de partículas
puntiagudas en movimiento, mientras que los álcalis poseían zonas porosas que las puntas de los ácidos podían penetrar. Como resultado, los ácidos quebraban la resistencia de
los álcalis y ocurría una violenta reacción.
Es en este contexto que debe ser interpretada la siguiente
afirmación de Lemery: “la fermentación acompañada de
calor, y también el fuego, que se registra durante esta operación, resulta de la penetración y violenta fricción que las
puntas ácidas del azufre ejercen sobre las partículas de
hierro”.
Según Lemery los resultados de la experiencia anteriormente descrita, serían suficientes para explicar los choques
y las conflagraciones registradas en el interior de la Tierra,
en zonas como por ejemplo el Vesubio y el Etna. Por otro
lado, los sismos serían producidos por vapores sulfurosos,
liberados durante estas “fermentaciones”, que encerrados
en cavidades subterráneas y no teniendo posibilidad de
escaparse a través de grietas o volcanes provocarían los
temblores de tierra.
Bibliografía
AMADOR, F. (2004): Los ‘volcanes’ de Nicholas Lemery
(1645-1715). Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 12
(3), 253-259. Madrid
ANÓNIMO (1988): Volcán de Lemery. Enciclopedia
Universal Ilustrada Europeo-Americana, 69, 956. Madrid,
Espasa-Calpe
BLAS, L. (1947): Biografías y descubrimientos químicos.
Madrid, Aguilar, 127-128
MERCANT RAMÍREZ, J.E. (1994): Historia de la farmacoterapia: siblos XVIII y XIX. La farmacia monástica de la
Real Cartuja de Valldemosa, 2, 24. Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Barcelona
ROLDÁN, R. (1958): Nicolás Lemery (1645-1715). Boletín de la Sociedad Española de Historia de la Farmacia,
36, Descubrimientos, inventos y adelantos científicos, 122126. Madrid
José María de Jaime Lorén
[email protected]
Universidad Cardenal Herrera-CEU (Moncada, Valencia)
(Noviembre, 2010)
Universidad CEU Cardenal Herrera
Julio 2010

Documentos relacionados