Saludo del sacerdote: En el nombre del Padre, del Hijo y del

Transcripción

Saludo del sacerdote: En el nombre del Padre, del Hijo y del
Saludo del sacerdote:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El Dios de la misericordia, que en su Hijo Jesucristo nacido de María viene a
salvarnos y nos trae el consuelo, el perdón y la paz, esté con todos vosotros.
CANTO: Ven, Ven Señor no tardes
MONICIÓN DE ENTRADA:
Lector 1: Vamos a celebrar el Sacramento del perdón y del amor de Dios. Es
una forma santa de preparar nuestro corazón en este tiempo de Adviento. Todo
sacramento es un encuentro con el Señor en su Iglesia. Déjate empapar por el
amor, la ternura y la misericordia de un Padre que siempre perdona, sana y
fortalece el corazón de sus hijos.
En este año sacerdotal, las palabras de San Juan María Vianney nos animan a
experimentar la gracia del perdón que Dios nos regala a través de los
sacerdotes. Así nos lo recuerda: Cuando el sacerdote da la absolución, es
necesario pensar sólo en una cosa: que la sangre del buen Dios se derrama
sobre nuestra alma para lavarla, purificarla y hacerla bella cuanto lo era
después del bautismo.
Un buen pastor, un pastor según el corazón de Dios, es el más grande tesoro
que el buen Dios pueda conceder a una parroquia y uno de los dones más
preciosos de la misericordia divina. Es el sacerdote que continúa la obra de
Redención sobre la tierra.
Lector 2: Que nuestra conversión sea una doble acción de gracias a Dios por
el perdón que nos regala y por los sacerdotes que lo hacen eficaz.
Reconciliarnos con Dios y con nuestra madre la Iglesia. Experimentar el perdón
de nuestros pecados para vivir en su Gracia y misericordia. El Sacramento del
perdón es medicina para el alma; cura las heridas del pecado, nuestras
infidelidades y faltas de amor a Dios y al prójimo. Perdonados nuestros
pecados podremos celebrar en profundidad y con un corazón renovado la
llegada del Señor.
- ORACIÓN del Sacerdote: Escucha Señor a tus siervos, que se reconocen
pecadores; y haz que, liberados por tu Iglesia de toda culpa, merezcan darte
gracias con un corazón renovado. Por Jesucristo nuestro Señor.
RECITAMOS LA ORACIÓN SÁLMICA:
Dame, Padre Dios, tu amor y tu perdón
Aquí vengo Señor, con mi corazón dolorido por el pecado,
con el alma herida, con mis pies cansados.
aquí vengo Señor, llorando mi pecado,
me siento indefenso y solo, sin rumbo y apagado.
Dame, Padre Dios, tu amor y tu perdón.
Tú conoces, Dios mío, mi torpeza y mis fracasos;
y sabes de verdad cómo mi corazón tiende hacia el pecado.
Estoy avergonzado de mi vida deshecha y rota.
Y la confusión me envuelve y no encuentro salida.
Dame, Padre Dios, tu amor y tu perdón.
Siento que te he dado la espalda, que de ti me he alejado,
que me he ido por otros caminos, caminos equivocados,
creyendo que sería feliz, sin Dios y sin hermanos.
Olvidando tu mucho amor,
olvidando que siempre me has amado.
Dame, Padre Dios, tu amor y tu perdón.
Esta es mi vida Señor, la que te presento en tus manos,
para que la cures y sanes, para que me perdones y ames.
Esta es mi vida Señor, mentirosa y poco afable,
triste y envidiosa, egoísta y culpable.
Dame, Padre Dios, tu amor y tu perdón.
Pero confío en tu amor y misericordia,
a ti acudo, Señor, como un hijo acude a su buen padre;
para que me abraces, me limpies y me perdones,
y sentir tu gracia, tu perdón, tu paz y tu bondad.
Dame, Padre Dios, tu amor y tu perdón.
Gracias Señor por tu amor, Gracias porque me comprendes.
Me estrechas entre tus brazos y
me susurras palabras de perdón, de sosiego y de esperanza.
Así, Señor, con el corazón limpio, seguiré tus pasos:
henchido de tu Esperanza, viviendo en tu Caridad;
y celebraré con gozo tu venida que nos ha salvado.
Dame, Padre Dios, tu amor y tu perdón.
- ESCUCHAMOS LA PALABRA DE DIOS.
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios (4, 2332)
“Queridos hermanos: Renovaos espiritualmente y revestíos del
hombre nuevo creado a imagen de Dios, para llevar una vida
verdaderamente recta y santa.
Por tanto, desterrad la mentira; que cada uno diga la verdad a su
prójimo, ya que somos miembros los unos de los otros.
Si os dejáis llevar de la ira, que no sea hasta el punto de pecar y que vuestro
enojo no dure más allá de la puesta de sol. Y no deis al diablo oportunidad
alguna. El ladrón que no robe más, sino que procure trabajar honradamente,
para poder ayudar al que está necesitado. Que no salgan de vuestra boca
palabras groseras; si algo decís, que sea bueno, oportuno, constructivo y
provechoso para los que os oyen. Y no causéis tristeza al Espíritu Santo de
Dios, que es como un sello impreso en vosotros para distinguiros el día de la
liberación.
Que desaparezca de entre vosotros toda agresividad, rencor, ira, indignación,
injurias y toda suerte de maldad. Sed más bien bondadosos y compasivos los
unos con los otros, y perdonaos mutuamente, como Dios os ha perdonado por
medio de Cristo”.
Palabra de Dios
BREVE REFLEXIÓN
EXAMEN DE CONCIENCIA (A la luz de textos del santo cura de Ars):
Lector 1: Dice San Juan María Vianney:
¡Si comprendiéramos bien lo que significa ser un hijo de Dios, no podríamos
hacer el mal (…) ser hijos de Dios, es la bella dignidad!
No es el pecador que vuelve a Dios para pedirle perdón, es Dios que corre
detrás del pecador y lo hace volver a Él.
Lector 2:
-¿Tengo realmente presente a Dios en mi vida o lo tengo más bien olvidado?
- ¿Amo a Dios sobre todas las cosas? ¿Qué lugar ocupa Dios en mi corazón?
- ¿Intento cumplir la voluntad de Dios o a veces no la tengo en cuenta y
obedezco a mis apetencias?
- ¿Has ofendido a Dios con tus palabras o blasfemias?
Lector 1: El Santo Cura de Ars afirma:
La oración no es otra cosa que unión con Dios. La oración es una dulce
amistad, una familiaridad sorprendente (…) es un dulce coloquio de un niño
con su Padre.
Tenéis un corazón pequeño, pero la oración lo agranda y lo hace capaz de
amar a Dios.
No son las largas ni las bonitos oraciones que el buen Dios mira, sino las que
vienen del fondo del corazón, con un gran respeto y un verdadero deseo de
gustar a Dios.
Lector 2:
- ¿Suelo rezar a diario? ¿Siento la oración como algo necesario para mi vida
cristiana o sólo rezo en momentos de apuro o necesidades materiales?
- ¿Tengo tiempo para Dios o sólo para mí y mis ocupaciones?
!
Lector 1: A cerca del sacramento de la Eucaristía San Juan María Vianney nos
exhorta:
Todas las buenas obras juntas no equivalen al sacrificio de la Misa, porque son
obras de los hombres, mientras la Santa Misa es obra de Dios. No hay nada
más grande que la Eucaristía.
Venid a la comunión, venid a Jesús, venid a vivir de Él, para vivir por Él.
Lector 2:
¿Asisto y participo los domingos en la Eucaristía?
¿Comulgo con fe y devoción o he caído en la rutina?
Lector 1: Nos dice el Santo de Ars:
El hombre tiene una hermosa función, aquella de rezar y de amar… He aquí la
felicidad del hombre sobre la tierra.
Vamos, mi alma, ve a conversar con el buen Dios, a trabajar con Él, a caminar
con Él, a combatir y sufrir con Él. Trabajarás, pero Él bendecirá tu trabajo;
caminarás, pero Él bendecirá tus pasos; sufrirás, pero Él bendecirá tus
lágrimas. ¡Cuánto es grande, cuánto es noble, cuánto es consolador hacer todo
en compañía y bajo la mirada del buen Dios, y pensar que Él ve todo, cuenta
todo!…
Lector 2:
-
¿Se rige tu vida según las enseñanzas de Jesús en el Evangelio?
¿El prójimo significa algo para mí, o sólo me preocupo de mí y de los míos?
¿soy algunas veces egoísta o envidioso?
¿Procuro controlar mi soberbia? ¿Quiero tener siempre la razón, o soy
capaz de escuchar y ceder?
¿Cedo fácilmente a la crítica? ¿Digo siempre la verdad o a veces miento?
¿Suelo perdonar a los que me han ofendido? ¿Guardo odio o rencor contra
alguna persona?
- Mis pensamientos… ¿son nobles y puros?
Lector 1: San Juan María Vianney nos ayuda a reflexionar sobre
nuestra preocupación por la sociedad y el bien común:
El rostro del Eterno Padre se refleja en el prójimo y en el cariño
especial al necesitado. Todo cuanto con amor hagamos a uno de
los más pequeños redunda en bien del Padre Dios
Lector 2:
-
¿Comparto mis bienes y mi persona con los que lo necesitan
(pobres, ancianos, enfermos, marginados...)? ¿Soy generoso
en las colectas para los necesitados?
"
-
¿He robado algo que no me pertenece?
Lector 1: Finalmente escuchemos lo que el santo cura de Ars nos dice sobre
nuestra vida familiar.
Lo mismo que el Padre Eterno abrasa de amor a su Hijo; así los padres han de
amarse y en la misma medida entregarse por amor a sus hijos.
Lector 2:
-
¿Hago lo posible para fomentar en mi familia la buena relación, la
convivencia sana, la alegría y la unión?
A los padres: ¿me he preocupado de educar cristianamente a mis hijos con
la palabra y el ejemplo?
A los hijos: ¿He respetado siempre con amor y cariño a mis padres y
hermanos?
A los esposos: ¿He sido siempre fiel?
Petición comunitaria de perdón:
Yo confieso, ante Dios Todopoderoso…
ORACIÓN COMUNITARIA:
Sacerdote: Pidamos a Cristo, nuestro Salvador, que perdone nuestros
pecados y nos limpie de todo mal.
• Sacerdote: Tú que has sido enviado a anunciar la salvación a los pobres y a
sanar los corazones afligidos.
Todos: SEÑOR, PERDÓNANOS
• Sacerdote: Tú que viniste a llamar no a los justos, sino a los pecadores,
Todos: SEÑOR, PERDÓNANOS
• Sacerdote: Tú que no te importó vivir entre publicanos y pecadores,
Todos: SEÑOR, PERDÓNANOS
• Sacerdote: Tú que llamaste a la conversión y a una vida nueva a Zaqueo, el
publicano,
Todos: SEÑOR, PERDÓNANOS
• Sacerdote: Tú que prometiste el paraíso al buen ladrón arrepentido y nos
mostraste el amor misericordioso del Padre.
Todos: SEÑOR, PERDÓNANOS
• Sacerdote: Tú que nos has dejado el sacramento del perdón en la Iglesia a
través de los sacerdotes.
Todos: SEÑOR, PERDÓNANOS
Confesión personal
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ORACIÓN FINAL DE ACCIÓN DE GRACIAS:
(La Oración final de acción de gracias y el canto final se pueden hacer
comunitariamente antes de la confesión personal.)
Señor, Tú has venido a enseñarnos a perdonar. Tú has venido para
cambiar la ley por el amor. Venimos a pedirte que nos enseñes a tener nuevo
corazón en constante actitud de amor.
Sabemos que si amamos, nuestro corazón no tiene fronteras para
acoger a los demás. Tú nos enseñaste a perdonar, danos fuerza para que
nuestro perdón sea sincero, de corazón, sin rencores. Que siempre
recordemos que, para obtener tu perdón, hemos de otorgar el nuestro a
aquellos que nos han ofendido.
Señor: Gracias por ofrecernos tu perdón y gracias por hacer que por
nuestro medio los demás puedan sentir que Tú les perdonas si se sienten
perdonados por nosotros. Gracias por devolvernos la alegría de la salvación.
CANTO FINAL: La Virgen sueña caminos o Santa María de la Esperanza.
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