El Observatorio de Xochicalco. Un espacio de control

Transcripción

El Observatorio de Xochicalco. Un espacio de control
Ganador del Reconocimiento al Mérito Estatal de Investigación 2014 en la Subcategoría de Divulgación y Vinculación
Arqlgo. Marco Antonio Santos Ramírez
Director Z.A. Chichén­Itzá, INAH Yucatán
El Observatorio de Xochicalco.
Un espacio de control ideológico
U
no de los espacios más significativos de la Zona de Monumentos
Arqueológicos de Xochicalco es el llamado Observatorio.
En este lugar se puede observar la entrada del Sol al interior de
la cueva por medio de un tubo excavado en la roca madre y que por su
orientación permite que durante un periodo de 104 días, del 28 o 29
de abril al 13 o 14 de agosto, el Sol penetre e ilumine el interior de la
cámara del Observatorio principalmente en los dos pasos cenitales del
Sol que son el 14 o 15 de mayo y el 28 o 29 de junio. Creemos que en
este lugar los gobernantes construyeron de tal forma el observatorio
que podían aparentar, a través de eventos ópticos, tener un manejo
sobrenatural de la materia. Todo ello, con el objetivo de ostentar
un control ideológico sobre el común de la población pero también
sobre otros grupos gobernantes.
La Zona de Monumentos Arqueológicos de Xochicalco es una de las
más importantes ciudades del México Prehispánico. Los constructores
de esta ciudad literalmente cortaron el cerro de Xochicalco para
acondicionar grandes plataformas sobre las cuales edificaron templos,
palacios, unidades habitacionales, juegos de pelota, temazcales y
plazas públicas entre otras estructuras. Xochicalco surge hacia el año
650 dC. a partir de la caída de Teotihuacán y se cree que hacia el
año 900 dC “es abandonada, después de haber sido incendiada y
saqueada por sus habitantes” (3) (Garza y González, 1995: 93).
El sistema político en Xochicalco
Durante 250 años la ciudad de Xochicalco floreció y compitió por las
redes comerciales de Mesoamérica con sitios como Teotenango en
el Edo. de México, Tajín en Veracruz, Cacaxtla en Tlaxcala, Cantona
en Puebla, Palenque en Chiapas y Copán en Honduras, entre otros.
Durante estos años se dio en Xochicalco una síntesis cultural, una
amalgama de estilos y tradiciones que produjo una nueva propuesta en
el ámbito mesoamericano y de acuerdo con López Austin y López Luján
(1999) podríamos decir que en Xochicalco surge un sistema político
multiétnico sustentado en la ideología de la Serpiente Emplumada
que dará los cimientos para el mundo posclásico mesoamericano.
Estos acontecimientos se plasmaron en esculturas y monumentos,
como es el caso de la Pirámide de las Serpientes Emplumadas en
donde quedó el registro de este cambio en la concepción del poder
Figura 1
Figura 2
político del gobernante como hombre­d ios. En la Figura 1 se ve la
representación del personaje con los atributos que lo identifican con
Quetzalcoatl como son el yelmo que porta, compuesto por una cabeza
de serpiente y plumas preciosas de quetzal y un elemento enfrente de
su boca que lo he identificado con el símbolo de la palabra, pero su
particularidad es que se encuentra compuesto con los atributos de la
serpiente emplumada como son la lengua bífida en la parte superior,
la nariz de tipo felina en el extremo izquierdo y plumas preciosas de
quetzal en el extremo derecho, la interpretación que le he dado es que
este personaje es el gobernante de Xochicalco que se ha convertido en
el dios Quetzalcoatl, el yelmo y la vírgula de la palabra con símbolos
de Quetzalcoatl señalarían que no es un simple portavoz del dios sino
que es el dios mismo. Este elemento de peso ideológico sería el que
soportaría la tesis de que en el periodo conocido como Epiclásico
(650­-900 dC.) en Mesoamérica surgió una nueva forma de control
político e ideológico para sostener a una clase gobernante enfundada
en los atributos de un antiguo dios creador Quetzalcoatl, para ello el
gobernante se valió del conocimiento astronómico aplicado al diseño
de la ciudad de Xochicalco para demostrar un control sobre las fuerzas
de la naturaleza y su necesaria intervención en la dinámica del cosmos
como lo señala Ivan Sprajc: “los edificios cívicos­ceremoniales en el
México central prehispánico (...) fueron orientados, en su mayoría
hacia las posiciones del Sol en el horizonte, correspondientes a ciertas
fechas significativas del año” (Sprajc, 2001:411).
Al aplicar este conocimiento astronómico al diseño de la ciudad, el
gobernante tenía la posibilidad de obtener un calendario observacional
preciso y con ello contar con instrumentos que le permitieran
obtener un conocimiento de los ciclos del Sol, la Luna, de algunos
planetas y de las constelaciones ya que estos están relacionados
con la práctica agrícola, información que le permitía justificar su
estatus al gobernante. Las fuerzas que el hombre veía actuar en el
cosmos fueron transformadas en fuerzas mágicas, en calendarios
y ceremonias religiosas. Estas ceremonias llevadas a cabo en los
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templos, se transformaron en la principal actividad del gobernante,
por que al llevarlas a cabo y dirigirlas aparecían ante el pueblo como
seres dotados de poderes especiales y legitimaba su derecho al
poder total. En Xochicalco se han explorado dos áreas en donde se
puede decir que su diseño y orientación corresponde con el afán
del gobernante de tener instrumentos que le permitieran justificar su
poder y tener un control ideológico y de demostrarlo. Uno de ellos
es la Plaza de la Estela de los dos grifos ubicada al sur de la ciudad y
orientada para observar los equinoccios de primavera y otoño y los
solsticios de verano e invierno, fechas clave en el calendario ritual
mesoamericano. En esta plaza, como lo señalan Garza y González
(1995), hacían ceremonias públicas presididas por el gobernante que
aparecía en lo alto de la gran Pirámide, templo dedicado a Tlalóc dios
de la lluvia.
El Observatorio
El otro sitio es el llamado Observatorio, una cueva localizada al
norte de la ciudad que permite la entrada del Sol a través de un
orificio construido en la roca, de forma cenital durante un periodo
de 104 días durante el año. La cueva mide aproximadamente setenta
metros de largo con una altura promedio de 2.5 m, realizada por los
constructores de Xochicalco en la roca caliza del cerro Xochicalco.
Se cree que esta cueva junto con otras ocho fueron excavadas para
obtener materia prima como piedra y cal para construir la mayor
parte de las estructuras del área central de la ciudad. Posteriormente
pasaron a ser lugares sagrados y considerados como umbrales de
comunicación entre el mundo terrestre y el inframundo. Al final de la
galería se forma una bóveda realizada con piedra careada en espiral y
un tubo de forma hexagonal con una inclinación hacia el norte de 1o
20´ y una altura desde el nivel del piso de la cueva hasta la superficie
de 8.95 m. (Figura 2).
En Mesoamérica los observatorios subterráneos que se han estudiado
son los de Teotihuacan, Monte Albán y Xochicalco. El de Monte Albán
fue explorado por Jorge Acosta en la década de los cuarenta y el de
Teotihuacan por Enrique Soruco en 1982. En el caso de Xochicalco la
primera noticia que se tiene del Observatorio la hace Antonio Alzate y
Figura 4
Figura 3
Ramírez en el siglo XVIII quien realizó descripciones detalladas de los
“socavones y subterráneos” que existían en Xochicalco (De la Fuente,
1995:289­294). Walter Krickeberg (1949) hace una detallada síntesis
de las investigaciones realizadas en el Observatorio y los subterráneos
de Xochicalco, trabajo que reseñamos brevemente: el autor apunta
que Dupaix y Castañeda en 1805 exploraron los subterráneos de “Los
amates”, también René de Perdreauville en 1835 hizo una investigación
en los subterráneos de Xochicalco, lamentablemente no publicó plano
alguno. En 1888 y 1902, Cecilio Robelo describe La cueva de los
Amates y La cueva de los Jabalíes. Posteriormente Peñafiel –quien
estuvo a cargo de una investigación en toda la zona hacia finales
del siglo XIX­publicó en 1903 un estudio topográfico de Xochicalco
realizado por el Ing. Juan B. Togno (comisionado por el Ministerio de
Guerra de México), desgraciadamente desprovisto de planos y figuras.
Señala que a nivel de la segunda terraza, se han localizado nueve
cuevas interconectadas en los sectores norte y noreste del cerro de
Xochicalco, interpretando la función del sitio como defensiva o de
depósito de armas y víveres, una de las principales cavidades señala
recibe el nombre de “Los Caciques” ya que hubo la creencia de que
en ella se reunían los líderes a deliberar. Al este de la anterior se
encuentra la segunda que recibe el nombre de “Gruta del Sol”, y
en la cual se hicieron escalones para que la Emperatriz Carlota la
pudiese visitar y hay una “chimenea” de piedra labrada. La tercera se
encuentra a cuatro metros al oeste de la anterior y recibe el nombre
de Cueva de los Jabalíes. La cuarta es la “Gruta Antonio Peñafiel”,
y tiene dos pisos. Además de las anteriores, Tongo menciona otras
cinco, casi todas sin salida, excepto la llamada “de Moreno Flores”
nombre tomado del inspector de las ruinas.
Como señala Krickeberg (1949: 212) los subterráneos fueron cavados
por los constructores de Xochicalco en la roca caliza de la que
está formado el cerro. Existe mampostería particularmente en las
chimeneas y los soportes del recinto principal de los “Amates”. La
mampostería y el piso rellenado artificialmente se cubrían de una capa
de estuco liso y pintado con óxido de hierro, que con el paso del
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tiempo se ve amarillento. Togno opinaba que todos los subterráneos
del sitio se comunicaban entre sí, particularmente “Los Amates” se
comunicaban con “Los Jabalíes” (a 4­5 metros de distancia) y la del
“Cacique”, al este.
Esta última se comunicaba probablemente con “Los Amates” por
medio de un túnel derrumbado de 14 metros de largo. Togno describe
otros subterráneos. Uno yace en el lado norte sobre la segunda
terraza, con una entrada arqueada de un metro de altura. Sus paredes
no están estucadas. En 1910, A.H. Blackiston visitó “Los amates” y
proporcionó un plano, el tercero publicado desde el descubrimiento
de los túneles.
Eduardo Noguera en 1922 mandó hacer plantas y cortes de los
subterráneos, éstos fueron realizados por el Ing. Mariano Tirado
Osorio, Comisionado por las Direcciones de Estudios Geográficos.
Noguera mismo hace una descripción de los subterráneos en su
informe al INAH de 1922. Ceballos Novelo habla de más de diez
subterráneos denominados como: “El Cacique”, “Los Jabalíes”, “Los
Murciélagos”, debido a circunstancias de su descubrimiento; “El
Sol”, según sus características; “Antonio Peñafiel”, “Moreno Flores”,
debido a personas que los habían investigado. “El Sol” corresponde
a los “Amates” y al “Observatorio”. Exploraciones posteriores fueron
efectuadas en 1951 por José Luis Lorenzo, bajo el mando de Noguera,
además de otra en 1981 por Wanda Tomassi y Rafael Alducin.
El Observatorio de Xochicalco: Calendario y Efectos Ópticos
Han sido varios los arqueoastrónomos, entre ellos Aveni, Hartung, y
Anderson los que han propuesto que los tiros verticales como el de
los subterráneos de Xochicalco se destinaban a la observación de los
pasos cenitales (En Xochicalco 14 y 15 de mayo). Nebel (ca. 1830)
fue el primero que observó la entrada del sol iluminando la cámara
subterránea en el sitio.
El trabajo más profundo sobre la función astronómica del
“Observatorio” o “Gruta del Sol” lo ha realizado Morante (1993). Este
investigador comprobó con repetidas observaciones que las fecha de
la primera y la última entrada del sol a la cámara son el 28 de abril
y 14 de agosto y afirma que originalmente y tomando en cuenta la
altura original del tubo estas pudieron ser el 30 de abril y 13 de agosto
separando el año así en intervalos de 105 y 260 días. (Figura 3)
Según Ivan Sprajc (2001) “el tubo –del Observatorio­ podía tener
la misma función observacional que el de las orientaciones de
algunos templos y edificios, por lo que su utilidad puede explicarse
precisamente en función del sistema calendárico mesoamericano, sin
correcciones del año civil de 365 días”. En este sentido, el objetivo
de estas mediciones “era el seguir el paso del tiempo y poder
programar las actividades de subsistencia relacionadas con ciertos
cambios estacionales. La función utilitaria de la astronomía y del
calendario estaba envuelta en el ritual e íntimamente relacionada con
la organización social, la religión y la ideología. La orientación de
un edificio o como en el caso del observatorio, hacia una posición
importante del sol sobre el horizonte debe de haber contribuido a la
sacralización del edificio que, de este modo, recreaba simbólicamente
el orden cósmico” (Sprajc, 2001).
En 1995 Arnold Lebeuf publicó un artículo en el libro La Acrópolis de
Xochicalco en donde plantea que el dispositivo servía para observar
la Luna, particularmente para detectar las perturbaciones en su
movimiento cerca de los extremos y, de esta manera, poder predecir
los eclipses (Lebeuf, 1995). Lo establecido por estos autores, sea
como instrumento de medición solar o lunar, lo remiten a un objetivo
agrícola.
En agosto de 2003 se hicieron nuevos descubrimientos en torno a la
entrada del haz de luz en el Observatorio, ya que al estar tomando una
serie de fotografías para promocionar el sitio los fotógrafos Adalberto
Ríos y Ernesto Ríos tomaron una serie de imágenes digitales pidiendo
a visitantes que se colocaran en el haz de luz adoptando diferentes
posiciones con las manos; al estar revisando el material fotográfico
se sorprendieron al observar una mano en sentido inverso al de la
imagen de las manos del público que se colocó bajo el haz luminoso
(Figura 4)
Para tratar de explicar el fenómeno se contactó con el Dr. Sergio
Vázquez y Montiel, director del área de óptica del Instituto Nacional
de Astrofísica, Óptica y Electrónica en Puebla. Éste realizó una visita
al sitio señalando que funciona como una cámara negra, de tal suerte
que si se coloca una tapa con un pequeño orificio en la parte superior
del tubo del Observatorio en el paso cenital del Sol o de la Luna, se
puede observar en el piso del observatorio, tanto imágenes del Sol
con sus manchas solares o de la Luna con sus cráteres.
Esta observación ha sido comprobada por Morante (1993) con
respecto al Sol y recientemente por el autor. Con base en ello se
consideró posible que en la época de esplendor de Xochicalco, el
efecto del haz de luz sobre las manos pudo ser apreciado a simple
vista por los sacerdotes que entraban a la cueva. Posteriormente a
estos comentarios el Dr. Montiel analizó en laboratorio el fenómeno
de las manos llegando a la conclusión de que se trata de “reflexiones
en las superficies ópticas que se sobreponen a la imagen primaria
pareciendo flotar”. Estas llamadas “imágenes fantasmas” son un
fenómeno natural óptico. El sol causa imágenes fantasmas, si se está
en o cerca del campo de visión a fotografiar; los faros de los autos y las
luces de la calle pueden causar fantasmas en fotografías nocturnas. Si
el fantasma está enfocado sobre el plano imagen, entonces, la imagen
fantasma es similar a la fuente. El observatorio de Xochicalco tiene
una chimenea por donde pasa la luz solar formando un cilindro con
un haz de alta energía luminosa. El autor usó un objetivo AF Nikkor
de la cámara D1H, que tiene un excelente recubrimiento anti­reflector
de banda ancha, que debería eliminar las imágenes fantasmas, pero
las condiciones ambientales con objetos iluminados intensamente
sobre un fondo oscuro produjeron dobles reflexiones internas, con
suficiente energía para ser captadas por el arreglo de CCDs de la
cámara, esto generó imágenes fantasmas de gran nitidez (Figuras 5
y 6).
Conclusión
Figura 5
Considero que a partir de estos descubrimientos ópticos se refuerza la
idea de que sitios como el observatorio fueron utilizados no sólo como
instrumentos con incidencia en la agricultura ya que la observación
de la primera y última entrada del sol, el paso cenital y el solsticio
de verano en el observatorio son fechas que tienen una importancia
práctica en su coincidencia con ciertos cambios estacionales y
etapas del ciclo de cultivo del maíz. Se trata de fechas claves de
un ciclo agrícola ritual, separadas por intervalos significativos en
términos del sistema calendárico, en este sentido, la observación
solar tenía funciones prácticas en la programación de las actividades
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de subsistencia relacionadas con ciertos cambios estacionales. Sino
también como elementos de dominio y de justificación del poder por
parte de los gobernantes ante los gobernados al simular que eran
ellos, los gobernantes, quienes tenían el control e incidencia sobre los
elementos de la naturaleza.
Los calendarios observacionales exactos hacían el cumplimiento de los
siguientes objetivos: rituales cuya finalidad era mantener a los astros
en constante movimiento y asegurar un desenlace favorable del ciclo
agrícola. Especialistas de tiempo completo pudieron lograr los grados
de precisión. Los portadores de los más sofisticados conocimientos
astronómicos pertenecían al estrato sacerdotal, formando parte de la
élite cercana o directamente inmiscuida en el aparato gubernamental.
Con el desarrollo de la estratificación social, diversas ideas sobre el
funcionamiento del mundo natural fueron aprovechadas y modificadas
por la élite, que aparentaba ser la responsable del funcionamiento
regular del universo, fingiendo que la perturbación del orden cósmico
era condicionada por la debida realización del ritual y el culto a su
cargo; dicho de otro modo, importantes aspectos de la cosmovisión
fueron incorporados en la ideología del poder, es decir, en el conjunto
de conceptos que declaraba, elaboraba e imponía el estrato gobernante
para sancionar y mantener el orden social vigente. Los atributos de
los gobernantes que como hombres dioses eran corresponsables del
debido desenvolvimiento de los ciclos naturales. Las predicciones de
los sacerdotes eran confirmadas por los instrumentos observacionales.
Los requerimientos religiosos y la ambición del estrato gobernante
por mantener el orden social vigente, legitimar su poder y justificar
sus privilegios ante los súbditos no debieron ser los únicos motivos
de la elevada sofisticación de los calendarios observacionales que
estaban en uso en el México central prehispánico.
También eran comunes los juegos de luz y sombra producidos en el
interior de los santuarios o en áreas restringidas, por lo que su objetivo
no pudo ser el provocar el asombro de las masas. La complejidad de
los calendarios observacionales y la precisión lograda debe haber sido
también resultado de la competencia entre los mismos sacerdotes y
de la ambición por elevar su posición social y prestigio reconocidos
por su propio estamento.
Los calendarios observacionales formaban parte del saber esotérico,
conocido y discutido exclusivamente en el ámbito de los iniciados. La
astronomía era una herramienta de estado, que servía como uno de los
instrumentos utilizados en la propaganda vertical pero a la vez tenía sus
funciones en la propaganda horizontal. El observatorio de Xochicalco
como un instrumento observacional sirvió para justificar el poder del
gobernante. Los efectos ópticos producidos intencionalmente en el
observatorio servían como elementos mágicos para sustentar y probar
el poder del gobernante.
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