gracia - Parte 07 - La benignidad de Dios nos guia al arrepentimiento

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gracia - Parte 07 - La benignidad de Dios nos guia al arrepentimiento
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Más gracia – Parte 7
“La benignidad de Dios nos guía al arrepentimiento”
Pastor Erich Engler
Nos dirigimos directamente a Romanos capítulo 2, versículo 4. Durante las últimas semanas
he mencionado muchas veces un principio, lo he mencionado al margen pero creo que hoy
debemos profundizar en el mismo. Se trata del principio que encontramos en Romanos 2:4,
es realmente un principio muy importante. Leamos este versículo conjuntamente, Pablo dice
aquí:
¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que
su benignidad te guía al arrepentimiento? RVA
O bien:
“¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su
paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?”. NVI ¡Aleluya!
¿Hay aquí algo que tenemos que comprender o reconocer? ¿Hay aquí realmente algo para
comprender del árbol de la vida que es Jesucristo? Cuando comemos de su árbol, se trata
del verdadero conocimiento. Deberíamos comprender que la benignidad de Dios nos
conduce al arrepentimiento, a cambiar de actitud. Este es el camino en el nuevo pacto. Ese
es el camino del pacto de la gracia.
Bajo el pacto de la ley había que arrepentirse primero a fin de como consecuencia se
manifestara la bondad divina. ¿Comprendes? Bajo la ley era de la siguiente manera, si
previamente las personas no se arrepentían era imposible esperar la manifestación de la
benignidad de Dios, o era imposible recibir las bendiciones divinas. En primer lugar había
que arrepentirse y recién después podía manifestarse la gracia. Pero aquí en el nuevo pacto,
vemos que es a la inversa. Y Pablo nos dice que esto necesariamente lo deberíamos
comprender y reconocer.
Realmente es importante comprenderlo, porque si en nuestra forma de pensar, en nuestra
mente todavía creemos como fue bajo la ley, entonces todavía no lo hemos comprendido. Si
en nuestra mente todavía se mantiene la estructura del AT a la cual estamos
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acostumbrados, entonces seguimos viviendo por las obras y no más por gracia. Porque
entonces constantemente nos dominará esa estructura y por ello constantemente es
trataríamos de hacer algo con el fin de ganarnos la bendición de Dios. Constantemente
trataría de hacer algo con el fin de que Dios me bendiga. Y si vivimos creyendo esto,
entonces estamos viviendo bajo la ley y eso al fin y al cabo no nos servirá de nada. Al fin y al
cabo no nos beneficiará.
Por ello es tan importante que reconozcamos la bondad de Dios y al final de esta prédica les
describiré la razón por lo que es tan importante. Es importante que comprendamos
verdaderamente el principio que nos es presentado en Romanos 2:4.
En primer lugar definimos lo que significa la palabra arrepentimiento. Definimos lo que en
realidad es arrepentimiento. Arrepentimiento no es compungirse, arrepentimiento tampoco
es penar, no es lamentarse, no es remordimiento, no es un estado de ánimo.
Arrepentimiento significa cambiar de actitud, voltear (girar) y caminar en otra dirección. En el
griego arrepentimiento significa justamente cambiar de mente, cambiar la forma de pensar.
Cambiar la dirección en la que estamos caminando, cambio de dirección. Entre otros en el
interlineal griego-español Wescott y Hort encontramos el significado correcto de la palabra
griega usada para arrepentimiento en el NT, metánoia “cambio de disposición mental”. En
relación al Evangelio y al nuevo pacto, correctamente entendido, arrepentimiento es cambiar
nuestra opinión que tenemos de Dios. Ese es el significado correcto del arrepentimiento en
el marco del nuevo pacto. Muchas veces entendemos el arrepentimiento como un cambio de
actitud en cuanto a nuestro estilo de vida, o relacionamos arrepentimiento con abandonar un
camino equivocado. A veces pensamos que tal o tal persona tendría que arrepentirse dado a
que se encuentra en el camino equivocado y debería abandonar ese camino.
Fundamentalmente no es equivocado considerarlo de esa manera. Pero si creemos que eso
es la definición de arrepentimiento, entonces no lo hemos comprendido correctamente.
Arrepentimiento a la luz del NT, del Evangelio y del nuevo pacto es cambiar la propia opinión
respecto de Dios. Justamente el mensaje de la gracia te presenta múltiples oportunidades
para ello, ¿verdad?
El mensaje de la gracia te concede muchas oportunidades para el arrepentimiento, quiere
decir que te concede oportunidades para cambiar tu opinión de Dios. Vamos a definirlo algo
más exactamente todavía. Verdadero arrepentimiento es abandonar toda autojustificación y
propias obras. Verdadero arrepentimiento es abandonar toda autojustificación y propias
obras. Esto es así a la luz del NT y del nuevo pacto.
El arrepentimiento en el AT e inclusive el que predicaba Juan el Bautista no corresponde al
del NT. Por eso no consideramos el arrepentimiento en la luz del AT. Es que esas formas de
arrepentimiento no son más válidas para nosotros. Nosotros tenemos que considerar al
arrepentimiento siempre a la luz del nuevo pacto. Es que si mezclamos entonces tenemos
una fe mixturada. Tenemos entonces esa mezcla de ley y gracia. Eso no debiera ser así.
Agar no podía vivir en la misma casa junto a Sara. Agar tuvo que irse. Si nos referimos
realmente a esta historia de Abraham, es interesante observar que Abraham recibió la
promesa cuando tenía 75 años de edad, la promesa era que iba a ser Padre de muchas
naciones. Él tenía que esperar pero trató de ayudar en la cuestión. A los 86 años de edad
quiso ayudar para que la promesa se cumpliese, trató de ayudar. Más tarde cuando tenía
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100 años de edad nació Isaac, en ese cumplimiento la causa fue la gracia de Dios, ¿verdad?
Eso fue gracia, fue la promesa que se cumplió. Seamos verdaderamente sinceros, Abraham
se acostó con Agar la sierva y así fue que nació Ismael. Y Pablo nos dice: “Echa fuera a la
esclava y a su hijo”, esto nos dice Pablo en Gálatas capítulo 4. Echa a la ley fuera de tu
casa, echa a Agar fuera de tu casa. Es interesante observar que en el lapso que hubo entre
los 86 y 100 años de Abraham, no se sabe mucho de Abraham y tampoco él no oye la voz
de Dios. ¿Por qué razón? Porque mientras la ley estuvo en su casa, porque mientras la ley
estaba presente era muy difícil para él oír la voz de Dios. ¿Por qué? La causa era que él
confiaba en su propia fuerza, porque confiaba en que podría ayudarle a Dios para el
cumplimiento de la promesa y de esa manera no confiaba plenamente en el Señor.
¿No estás agradecido que en el NT Abraham nos es presentado como el Padre de la fe y no
como aquel que ayudó para el cumplimiento de la promesa? Eso es justamente muy
impactante, por la gracia de Dios Abraham y Sara son presentados de su lado positivo.
Todos sus errores y pecados los encuentras relatados en el AT. Todos sus errores y todas
sus dudas, todos sus defectos son relatados e iluminados en el antiguo pacto, pero en el
nuevo pacto Abraham es presentado como el héroe de la fe, no hay otro como él.
Bajo la gracia, porque ha sido lavado a causa de haber estado bajo un pacto de gracia, más
adelante no se recuerda más sus errores, de la misma manera sucede con nosotros.
¿Puedes comprender esta verdad? Nuestros errores, nuestros defectos que tenemos ahora
no están escritos ni serán escritos en el libro de la vida. El libro de la vida no es un registro
de los déficits o defectos de una persona. Allí no está escrito que fulano de tal, que vivió en
la calle tal ha cometido estos errores, ha tenido todos esos defectos y luego siguen 3500
páginas más en ese registro. Eso no se encontrará en el libro de la vida. ¿Comprendes? En
la gracia no se recuerdan los pecados, porque ese concepto existía bajo la ley, en Hebreos
vemos que el sumo sacerdote del AT, cumplía con su trabajo todos los días, lo hacía
estando de pie porque no debía sentarse, cumplía con su trabajo estando de pie todos los
días y todos los sacrificios que se hacían con las ofrendas que traían los israelitas, inclusive
en la fiesta de Jom Kippur en la que se recordaba especialmente todos los pecados, según
la carta a los Hebreos todos estos sacrificios de becerros y corderos no podían quitarnos la
naturaleza pecaminosa. Lo único que podrían lograr era cubrir nuestros pecados por el lapso
de un año o hasta el momento en que volviéramos a pecar. Por esa razón justamente Jesús
fue sacrificado una sola vez y para siempre, de esa manera los pecados no solamente
fueron cubiertos, sino que fueron eliminados y borrados una vez y para siempre. Jesús como
sumo sacerdote se sentó, esto lo mencionamos hace poco. Jesús es el único sumo
sacerdote que pudo sentarse, ¿no es esto fantástico? Allí no había una silla a disposición del
sumo sacerdote, sobre la cual podría sentarse y descansar, Jesús se sentó una vez y para
siempre, ¡aleluya! ¿Y qué sucede entonces? Este es el momento en que el pecado no es
más recordado, exactamente eso lo contemplas en la historia de Abraham con todos los
errores que cometió. Muchas veces puede que pensemos que Abraham era el hombre más
santo y que portaba la aureola más que grande. Todos los errores que cometió Abraham los
encontramos en el AT, ¿verdad? Todos los errores y todas las dudas que tuvieron Abraham
y Sara, todas sus equivocaciones las encontramos en el AT pero no encontramos
absolutamente nada en el nuevo pacto, ¿amén?
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¿Has leído algo negativo de Abraham en el NT? Te digo que nosotros hoy hacemos lo
mismo, nosotros creemos y nos es contado por justicia. Todos los errores están encerrados
en Cristo, en Cristo han sido eliminados, ¡gloria al Señor!
Lo que Dios contempla en nosotros es que estamos limpios, lavados, santificados ahora y
por toda la eternidad. Si tú fueras mencionado en el NT bajo el pacto de la gracia, entonces
el informe sería solamente positivo, se informaría sólo que has sido lavado, limpiado y
santificado.
Pero mientras Abraham tenía a Agar en su casa, tenía constantemente problemas. El hijo
mayor molestaba al hijo menor. Eso es lo que nos cuenta la Biblia. Ismael molestaba a Isaac
hasta que llegó el momento en que Sara dijo: "¡ahora basta! Echad a la esclava, no la puedo
ver ni oler más, ¡echadla de nuestra casa!, no la puedo ver más, ¡echadla!“
Y desde ese momento en adelante, ¡gloria al Señor!, muchas cosas cambiaron. Muchas
cosas cambiaron en la vida de Abraham, en la vida de Abraham y Sara. Mientras de alguna
manera todavía tenemos a la ley escondida en algún rincón de nuestro corazón, mientras
sigamos pensando que tenemos que cumplir quizás todavía con este mandamiento o el otro
mandamiento a fin de que Dios nos pueda bendecir, no podremos recibir de Él. Esta forma
de pensar impide que podamos recibir lo mejor que Dios tiene preparado para nosotros.
¿Comprendes? Esta forma de pensar nos impide poder poseer lo mejor que Dios tiene para
nosotros.
Por esa razón Pablo dice claramente: "…ignorando que su benignidad te guía al
arrepentimiento?". Si lo contemplamos correctamente nos damos cuenta que Pablo era el
especialista en cuanto al judaísmo. Era el especialista, porque el mismo era judío de la tribu
de Benjamín, fue instruido en las escrituras, era de los mejores maestros de aquel tiempo,
asistió a la mejores escuelas de la ley de aquel tiempo, el mismo conocía a la perfección la
ley. Hay quienes afirman que para llegar al nivel que llegó Pablo había que aprender los
libros de la ley de memoria. Imagínate eso, gracias a Dios hoy tenemos las divisiones en
capítulos y versículos. El Salmo 23 de memoria todavía no sería un problema pero el resto
sería más complicado. Pablo conocía la ley al pie de la letra. ¿Por qué escribe esta frase tan
determinante? Porque él sabía exactamente qué en el AT primero había que arrepentirse y
compungirse a fin de ser bendecidos por Dios, pero que en el NT es a la inversa. De la
misma manera en que Pablo era un hombre radical en su estilo de vida, también escribió
todas esas maravillosas palabras en sus cartas. Y justamente nosotros también debemos
predicar esas verdades.
¿Sabes una cosa? Creo que tratar de conformar a todos al predicar es el camino
equivocado. Agradezco a Dios que la gracia no se puede predicar de manera general, si uno
se decide por la gracia la tiene que predicar radicalmente. Porque la gracia es radical de la
misma manera que lo es el autor de muchos pasajes referidos a la gracia, me refiero al
apóstol Pablo.
Este principio que encontramos en Romanos capítulo 2, versículo 4 es muy, pero muy, pero
muy importante. Arrepentirse, cambiar de disposición mental es abandonar toda
autojustificación y propios esfuerzos con el fin de recibir la bendición de Dios. Recién cuando
Abraham abandonó todos sus propios esfuerzos con el fin de ayudar a Dios para que se
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cumpliera la promesa, recién cuando dejó de autojustificarse pudo cumplirse la promesa.
¿No es maravilloso? Ese es el verdadero arrepentimiento, ese cambio en su forma de
pensar. Arrepentimiento significa cambiar su enfoque y perspectiva respecto de Dios. Ya que
estamos en este tema, habremos de contemplar algunos ejemplos, ¿estáis de acuerdo?
Vamos a contemplar algunos buenos ejemplos, claros y contundentes, ejemplos precisos.
Algunos de estos ejemplos yo los he mencionado en alguna oportunidad, por eso es posible
que ya ha lo habéis escuchado de mí. Tengo para compartirles seis ejemplos, seis ejemplos,
debía tratar de ser breve con cada uno de ellos.
Menciono otra vez la parábola del hijo pródigo. Al principio el hijo pródigo regresa a casa a
causa de su estómago hambriento. Esa es la razón por la que regresa. Lucas capítulo 15,
desde el versículo 17 al 21. Lucas capítulo 15, desde el versículo 17 al 21:
“Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi Padre tienen abundancia de pan,
y yo aquí perezco de hambre!”
Cuando aquí está escrito que volvió en sí, de ninguna manera significa arrepentimiento. El
vuelve en sí porque su estómago gruñe. Esto lo compruebas en el contexto. En realidad
vuelve en sí porque tiene hambre. Él tiene sed, anhela poder comer verdaderos alimentos y
beber bebidas buenas.
“Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi Padre tienen abundancia de pan,
y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi Padre, y le diré: Padre, he pecado
contra el cielo y contra ti”.
Este es el pretexto que utiliza para poder llenar su estómago, es un pretexto para poder
llenar su estómago. De esa manera se pone de camino. Aquí todavía no encontramos
arrepentimiento verdadero. Muchas veces hemos considerado esta parábola del hijo pródigo
pensando que este al fin demostraba arrepentimiento. Al fin se arrepiente. En realidad lo
determinante no se encuentra en el hijo sino en el Padre bondadoso que ama tanto a su hijo.
Muchas veces hemos enfatizado al hijo, pero en realidad el hijo no era el héroe de la
historia, el Padre fue el héroe de la historia, ¿amén? Contempla lo siguiente:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme
como a uno de tus jornaleros”.
Tengamos en cuenta que aquí todavía no se encontró con el Padre sino que estaba
preparándose para ello, está pensando cómo puede llegar a lograr que el Padre le de
trabajo”
“Y levantándose, vino a su Padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su Padre, y fue movido
a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”.
El Padre hizo cinco cosas, y cinco es el número correspondiente a la gracia. ¡Aleluya! El
Padre descarga todo su amor, su abundante amor en el hijo.
“Y el hijo le dijo: he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu
hijo”.
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Aquí en el versículo 21, encontramos que ahora sí el hijo se arrepiente, que cambia su
disposición mental, su forma de pensar. ¿Lo comprendes ahora? Primero Dios le hace algo
bueno, lo bendice, Dios corre primeramente hacia su hijo pródigo, lo abraza, lo besa, le hace
algo bueno y eso fue lo que tocó el corazón de este joven.
Es interesante que la confesión del versículo 21, no es la misma que la del versículo 17. No
es la misma confesión, aquí el hijo del dice que ya no es digno de ser llamado hijo. Su
corazón es tocado y quebrantado a causa de comprender cuanto le ama el Padre. Y lo
próximo que vemos es que el Padre ordena que le sean dados nuevos zapatos, vestidos, un
anillo, que se prepare el becerro gordo, que todo fuera preparado para una gran fiesta, que
se preparen los músicos, etc. ¿Verdad? “Hagamos fiesta”. ¡Gloria al Señor!
¿Puedes comprender que primero se manifestó la bondad de Dios? Esa bondad divina tocó
su corazón. Esta es una de las evidencias que la benignidad de Dios nos guía al
arrepentimiento, a cambiar nuestra forma de pensar respecto de Dios. Podemos estar
contentos y agradecidos que fue de esa manera, porque de otra forma no podríamos
comprender este orden.
¿Deberíamos creer en arrepentimiento, en cambio de actitud y de manera de pensar?
Absolutamente debemos creer en arrepentimiento, también debemos hacerlo en el marco
del NT, del nuevo pacto y de la gracia. Sólo que tenemos que tener en cuenta que
arrepentimiento en ese marco significa cambiar nuestra manera de pensar respecto de Dios,
porque eso es lo que en realidad significa arrepentimiento. Podemos estar agradecidos de
que este hijo luego de experimentar el amor del Padre cambia su forma de pensar y que no
fue empleado como un jornalero. Porque si el Padre lo hubiese empleado como jornalero,
entonces toda nuestra teología habría que tirarla al cubo de basura. Si fuera así tendríamos
que merecernos el favor de Dios. ¡Gracias a Dios por su benignidad! Ninguna palabra aquí
está escrita por casualidad, ¿verdad? Cada palabra en la Biblia tiene un sentido y una razón
de ser, sólo que nosotros todavía no lo hemos comprendido, es que hay tantas palabras en
la Biblia, ¿verdad? Pero vamos creciendo y vamos comprendiendo cada vez más, ¿verdad?
Justamente en este momento quiero darte un consejo. Cuando hay pasajes de la Biblia que
no los puedes entender o comprender no te dejes quitar el gozo. En la Biblia encontramos
muchas expresiones claras y contundentes. Un poco fuera del tema que estamos tratando
encontramos como ejemplo de lo que estoy diciendo una expresión en Juan capítulo 11,
versículo 25: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá”.
¿Comprendes? Cuando creemos es imposible que perdamos la salvación. Si creemos en
Jesús no es posible morir aunque estemos muertos físicamente, sino que viviremos
eternamente. Aquí encontramos seguridad eterna. Por eso cuando leemos pasajes que no
podemos comprender tan fácilmente, por ejemplo lo mencionado en Hebreos capítulo 10,
referidos a que si pecamos voluntariamente, o lo que está escrito al respecto en Hebreos 6
son pasajes más difíciles, otro ejemplo está relacionado a lo que significa el pecado contra el
Espíritu Santo, se trata de pasajes que no se pueden comprender correctamente a primera
vista. No te dejes quitar el gozo que te proporcionan pasajes claros y comprensibles, cuando
encuentras los pasajes más difíciles de comprender. Espero que hayan entendido mi
consejo. Digo esto que tenemos muchos más pasajes y expresiones comprensibles, y estos
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pasajes o expresiones comprensibles están por encima de los demás. Un principio de la
interpretación bíblica es interpretar los pasajes más difíciles siempre a la luz de los claros y
comprensibles. Siempre interpretarlos a la luz de los pasajes que son claros y contundentes.
No permitas que los pasajes que no puedas entender influencien la comprensión de los
pasajes claros y determinantes, aquellos pasajes que te proporcionan seguridad de
salvación eterna. ¡Gloria al Señor! Ya lo he dicho alguna vez, la Biblia no es un libro europeo
o latinoamericano, no es un libro occidental, ¿verdad? Si nosotros hubiésemos nacido en el
tiempo en que se escribió la Biblia, en el tiempo de Pablo, comprenderíamos de otra manera
estos pasajes que parecen ser difíciles. Por ejemplo leeríamos el libro a los Hebreos de una
manera totalmente diferente, comprenderíamos rápidamente lo que el escritor quiso decir.
Lo que digo ahora te puede llegar a sorprender, pero los Evangelios no fueron dirigidos en
primer término a nosotros, los Evangelios fueron escritos para los judíos, Jesús vino al
pueblo de Israel en primer lugar les habló a los judíos. Por esa razón aparece la parábola de
las diez vírgenes, estos pasajes no se dirigen a nosotros como Iglesia y por eso es tan
importante que comprendamos estas cuestiones. La Biblia se dirige y habla a tres distintos
tipos de personas, se dirige a los judíos, a los gentiles y a la Iglesia. Y tenemos que
aprender a discernir siempre a quien se está dirigiendo en primer lugar el pasaje que
estamos leyendo. Esto es algo muy importante, es por ello que el apóstol Pablo denomina a
sus cartas: "mi Evangelio". Para algunos esto puede parecer una locura, me refiero a que
Pablo habla de su propio Evangelio. Tenemos que entender que las cartas de Pablo se
dirigen a nosotros porque les escribió a los gentiles. Nosotros somos los gentiles, todos los
que no son judíos son gentiles. Las cartas de Pablo se dirigen en primer término a nosotros.
Es muy importante que comprendamos esto.
Volviendo al tema que estábamos considerando. Nos dirigimos ahora al segundo ejemplo
respecto a que la benignidad de Dios nos guía al arrepentimiento.
Lucas capítulo 5, versículos 5 al 10, Lucas capítulo 5, versículos 5 al 10, aquí se trata de la
pesca milagrosa.
“Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada
hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red”.
Todo lo que estuvieron trabajando, no pescaron nada. Los peces no picaron y ellos a la
madrugada regresan cansados, Jesús los ve y les dice que vuelvan a echar la red.
Y aquí en la forma que Pedro responde, notamos en su expresión que en realidad no quería
volver a echar la red, no tenía ganas pero dijo: "más en tu palabra echaré la red”.
“Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces
hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a
ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían”.
Anteriormente no habían pescado nada, anteriormente no pescaron absolutamente nada y
ahora encerraron tantos peces que las redes comenzaban a romperse y la barca comenzó a
hundirse. Dios es un Dios te abundancia, que a causa de esa abundancia comienzan a
romperse las redes, ¡aleluya! y luego sigue diciendo:
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“Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor,
porque soy hombre pecador”.
En realidad, todo el tiempo Pedro era un hombre pecador. ¿Por qué razón no cae
anteriormente de rodillas delante de Jesús? ¿Por qué razón no confiesa anteriormente
delante de Jesús que era un hombre pecador? Aquí encontramos exactamente este
principio. ¿Qué es lo que impulsa aquí a Pedro para arrodillarse delante de Jesús? Lo que el
impulsó fue el amor de Dios, y no solamente la bondad de Dios, sino la riqueza divina.
Hemos leído: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad,
ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?”
La riqueza y benignidad de Dios. Dios primeramente hace algo bueno a una persona y esto
como consecuencia guía al arrepentimiento, al cambio de mente a esta persona. ¿No es
este pasaje un pasaje maravilloso? ¿No son estas palabras maravillosas? ¡Gloria al Señor!
Es evidentemente muy comprensible y claro. Luego dice en el versículo 9:
“Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los
que estaban con él”
Todos se sentían pecadores.
“y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero
Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres”.
Esto es algo muy bueno, muy bueno. ¿Qué contemplas aquí? Aquí contemplas primero la
manifestación de la benignidad de Dios y recién después observas el arrepentimiento o
cambio de actitud. ¿Y qué observas luego del acontecimiento? Observas nuevamente la
manifestación de la benignidad de Dios. ¿Comprendes? La benignidad divina es un río que
fluye constantemente y nunca se agota. Jesús dice aquí: "No temas; desde ahora serás
pescador de hombres”. Muchas veces Jesús en el NT o ángeles en el AT dijeron “no temas”,
¡gloria al Señor! ¿No es esta historia una historia maravillosa?
El tercer ejemplo que queremos considerar lo encontramos en Lucas capítulo 19. Se trata de
la historia de Zaqueo:
“Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón
llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico”,
Cuando lees aquí: “jefe de los publicanos” es igual a ladrón o rufián. Los publicanos no son
lo mismo que un empleado aduanero de nuestro tiempo. Los publicanos eran personas
corruptas, eran personas que se enriquecían a costa de los demás. Éstas eran personas que
se enriquecían aprovechándose de los pobres, se aprovechaban de los demás, actuaban
injustamente. Justamente por esa causa Zaqueo era una persona muy odiado por los
demás. Nadie quería estar relacionado de alguna manera con él. Era un hombre pequeño,
de baja estatura.
“procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de
estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar
por allí”.
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Los ricos siempre tienen la mejor ubicación. Nadie quería tener algo que ver con este
hombre, este hombre era muy odiado porque era un rufián. Y resulta que como era de baja
estatura se sube a un árbol porque quería ver a Jesús. Y ahora sucede que Jesús llega a
ese lugar y le dice a Zaqueo: “¡Al fin te puedo mirar a los ojos rufián, encontraste un buen
lugar, hubiese sido mejor para ti haberte quedado abajo entre la multitud a fin de que yo no
te viera, ahora te tengo!” ¿Actúa Jesús de esa manera? Seguramente que no. ¿Qué es lo
que hace Jesús?
“Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa,
desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”.
“Hoy voy a tu casa y haremos fiesta, voy a tu casa”. En realidad nadie quería ir a la casa de
Zaqueo, nadie quería verlo, nadie quería tener algo que ver con él. El recibió solamente
rechazo, realmente había hecho muchas cosas malas por las que era lógico que ahora fuera
rechazado, no le excusamos. Es factible que esa era la razón por la cual él no iba al culto,
porque todos le rechazaban. Pero Jesús actúa de una manera totalmente diferente y le dice:
“Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”.
Y contempla lo que sucede, es realmente maravilloso.
“Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo
que había entrado a posar con un hombre pecador”.
Esta es todavía una expresión muy leve.
“Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy
a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le
dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham”.
¿Qué es lo que condujo a Zaqueo al arrepentimiento, a cambiar de actitud? ¿Qué propulsó a
Zaqueo a cambiar de rumbo? La benignidad de Dios, ¿verdad? Jesús quiso ir a su casa,
quiso bendecirle, Jesús fue a su casa para servirle y esto lo llevó a cambiar de rumbo.
¡Gloria al Señor!
¿No es ésta una historia maravillosa? De la misma manera lo es la pesca milagrosa.
¿Podemos comprender cada vez más el principio de Romanos capítulo 2, versículo 4?
El siguiente pasaje o ejemplo que consideramos ahora lo encontramos en Lucas capítulo 22,
versículos 60 a 62:
“Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el
gallo cantó”.
Todos saben dónde nos encontramos aquí, estamos contemplando la negación de Pedro.
¿Cuántas veces negó Pedro a Jesús? Negó a Jesús tres veces. Vemos también en otro
lugar que Pedro dice que si aquello que él estaba afirmando no fuera así, que entonces
fuera maldecido. Pedro se maldijo asimismo diciendo que si negara a Jesús sería maldecido.
Imagínate el profundo nivel de negación, ¿se trata de un grado extremo de negación,
verdad? ¿Y cómo actúa Jesús ahora? ¿Qué hace Jesús? Contempla la maravillosa actitud
de Jesús:
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“Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro”. ¡Qué tremendo! Un gallo no te puede guiar al
arrepentimiento. Un gallo no te ayuda a cambiar de actitud o forma de pensar. Un gallo no
puede producir eso pero una sola mirada de Jesús es suficiente para conducirte a cambiar tú
forma de pensar, ¿verdad? Sólo una mirada de Jesús.
“Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le
había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró
amargamente”.
Aquí Pedro se arrepiente y llora amargamente. ¿Pero cuál fue anteriormente el factor
determinante? El factor determinante fue la mirada de Jesús. No se trataba de una mirada
de condenación o de ira. ¿Sabías eso? La mirada de Jesús no era una mirada de ira sino
que era una mirada de amor. Una mirada de amor profundo. ¡Aleluya! Aquí también
comprobamos que la benignidad de Dios guía al arrepentimiento, al cambio de disposición
mental.
Consideremos el siguiente ejemplo en Segunda de Pedro capítulo 3, versículo 9. Segunda
de Pedro capítulo 3, versículo 9:
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente
para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento”.
La benignidad de Dios concede un plazo o tiempo, ¡aleluya! la benignidad y la paciencia de
Dios nos conceden tiempo para proceder al cambio de disposición mental, para proceder al
arrepentimiento. ¡Gloria al Señor! Justamente cuando pensamos que hemos perdido la
oportunidad, que se acabó el plazo, ese es el momento en que Dios realmente ha
comenzado a ser paciente con nosotros. Este tiempo concedido por la benignidad y la
paciencia de Dios para proceder al arrepentimiento no se acaba tan rápidamente. No se
acaba tan rápidamente.
Todas aquellas personas que sostienen que otras se han pasado de la línea, que han ido
demasiado lejos y les dicen: "vaya a saber si el Señor todavía te puede ayudar” están
equivocadas porque Dios es benigno y paciente. El marco de tiempo para el arrepentimiento
es grande, ¡aleluya! aquí también podemos comprobar que la constante benignidad y
paciencia de Dios nos guía al arrepentimiento, nos guía a cambiar nuestra forma de pensar y
actuar.
No es un problema si todavía no puedes comprender todo respecto al mensaje de la gracia,
respecto al Evangelio de la gracia. Quédate tranquilo porque Dios nos concede suficiente
tiempo para cambiar nuestra forma de pensar. Si por ejemplo piensas: "¡¿por dónde anduve
en mi vida de fe durante los últimos 25 años, que he creído?! Si comparo esta benignidad de
Dios con lo que creído me asusto”, entonces quédate tranquilo, distendido, ¿amén? Quédate
distendido porque Dios te pone a disposición un marco de tiempo suficiente para cambiar.
¿Comprendes? Olvídate de lo que te dicen todos aquellos que afirman que no hay más
tiempo. No escuches a esas personas porque Dios te concede suficiente tiempo. ¡Gracias
Jesús!
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¿No estás agradecido a Dios debido a que es tan paciente contigo? Dios es realmente
paciente, cuando a otros se le acabó la paciencia él sigue siendo paciente.
Dice que vamos a considerar seis ejemplos, ¿verdad? El siguiente lo encontramos en Juan
capítulo 8, versículos 10 y 11:
“Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los
que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo:
Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.
Nosotros conocemos la historia de la mujer adúltera, ¿verdad? Esta mujer es sorprendida en
adulterio y la llevan delante de los escribas y fariseos. Estos quieren desafiar a Jesús,
quieren colocarle una trampa. En si incineraron una escena, no me refiero a la mujer porque
a ella verdaderamente la sorprendieron. Pero, ¿qué del hombre involucrado en el adulterio?
¿Cómo se puede sorprender a esta mujer exactamente durante el acto del adulterio? Es que
este hombre era parte de estos que acusaban, quizás también le pagaron algunas piezas de
plata para prestarse a ello. Querían colocarle una trampa Jesús. Afirmaban que la ley decía
que deberían apedrearla. Muchas veces he enseñado respecto de esta historia, por ejemplo
en nuestra serie que se puede descargar del Internet denominada: "no más condenación".
Hoy quiero enfatizar el aspecto referido a cómo reacciona Jesús frente a esta mujer. Eso es
lo que quiero enfatizar. Contemplemos lo sucedido. Jesús le pregunta si alguien le
condenaba. La mujer responde que nadie le condenó. Y ahora presta atención a las
palabras de Jesús: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.
¿Sabes lo que nosotros diríamos? ¿Sabes lo que nosotros diríamos? Le diríamos: “si tú
dejaste pecar, entonces no te condenamos”, o bien: "si mejoras tu comportamiento entonces
seremos bondadosos contigo”. Eso es lo que un ser humano te diría. “Si mejoras tu
comportamiento entonces intentaremos de ser benignos contigo”, “si mejoras tu
comportamiento entonces podemos conversar al respecto”, “si mejoras tu comportamiento”.
Jesús dijo exactamente lo opuesto, Jesús dijo: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.
Recién ahora le dice: “vete y no peques más”. ¿Puedes comprenderlo? Nosotros lo
haríamos a la inversa. Nosotros estableceríamos primero la condición y luego seríamos
benignos. Jesús no establece la condición sino que te concede gracia y luego te dice que no
peques más. Es que la benignidad de Dios guía al arrepentimiento, al cambio de actitud y
forma de pensar. Primeramente observamos la benignidad de Dios cuando Jesús no la
condena y luego le dice: "vete y no peques más". No hay ninguna condición previa
relacionada a la bendición.
Exactamente lo mismo hace Pablo en sus cartas, antes de referirse a las reglas de
comportamiento, siempre como paso previo les proporciona gracia. Antes de referirse a sus
problemas de comportamiento, siempre Pablo les proporciona gracia. ¡Aleluya!
Realmente deseo que comprendas por qué es tan importante el principio que encontramos
en Romanos capítulo 2, versículo 4.
Nuestro problema humano es que en el momento en que cometemos errores, nos sentimos
indignos. Cuando nos sentimos indignos, cuando nos sentimos indignos dejamos de esperar
la manifestación de la bondad divina en nuestra vida. Por ello es que Dios en primer lugar
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nos bendice y nos hace algo bueno, justamente eso nos ayuda a voltear en nuestro camino,
a detenernos y cambiar la dirección.
Cuando nos sentimos indignos dejamos de esperar la manifestación del favor divino. El
sentirnos indignos anula nuestra expectativa en cuanto a la bondad y al favor de Dios. Eso
es lo que Dios no desea, por ello primero nos bendice, nos hace algo bueno a fin de
demostrarnos que su favor no se detiene, sino que sigue fluyendo. Con ello Dios nos quiere
demostrar que su benignidad no acaba a causa de haber cometido un error. Pero justamente
cuando nos sentimos muy indignos, Dios nos sale al encuentro con su superabundante
gracia, ¡aleluya! Justamente cuando nos sentimos más sucios, cuando nos sentimos más
indignos nos sale al encuentro con su intenso amor, ¡aleluya!
Por ello en el NT, en el nuevo pacto el orden en cuanto al arrepentimiento cambió. Primero
viene la manifestación de la gracia y esta nos conduce al arrepentimiento, al cambio de
mentalidad. Dios no quiere que nos sintamos indignos, no desea que dejemos de esperar la
manifestación de su favor y benignidad. ¡Gracias Jesús! ¡Aleluya! Dios no quiere que
dejemos de esperar la manifestación de su favor. ¡Gloria al Señor!
¿Puedes comprender ahora por qué razón Dios lo hace de esa manera? Muchísimas veces
ya he experimentado en mi propia vida, que en medio de haber cometido errores sucede que
se manifieste una bendición, de pronto se manifiestan bendiciones de diferentes tipos, a
veces soy bendecido por medio de una llamada telefónica o un correo electrónico.
Seguramente te sucede a ti también, porque si le sucede al predicador también te sucede a
ti, para mi es una buena regla de medición observarlos a ustedes, porque en el nivel que
ustedes se encuentran me encuentro yo, vosotros sois mi reflejo, simplemente porque
también sois de carne y hueso. Nos sucede que meditamos en aquellas cosas que no
salieron bien o donde nos equivocamos, pensamos que algo malo debe haber todavía
profundamente en nosotros por lo cual Dios no puede bendecirnos. Cuando en el pasado yo
buscaba esas causas, de pronto se manifestaba alguna bendición. Esto lo he experimentado
muchas veces de esa manera. Por ejemplo en cuanto a las finanzas, si me pongo a meditar
respecto a cómo han bajado las entradas y las ofrendas durante las últimas dos o tres
semanas y que si los siguientes días no mejoran las ofrendas podremos tener grandes
problemas, entonces comienzo a preguntarme: ¿dónde he pecado?, ¿dónde me he
equivocado? Y por ejemplo en ese momento miró el estado de cuenta y me encuentro con la
novedad que entraron 25,000 francos. Te digo que eso a veces me ha hecho llorar. Yo por
una parte estoy buscando el error, pienso que me he equivocado y por esas razones
nuestras entradas financieras se han reducido, pero resulta que al mismo tiempo aparece
una gran donación en nuestra cuenta bancaria. ¿Qué es lo que el Señor me quiere decir con
ello? Me quiere decir: "te amo". ¡Amén! "¡Te amo hijo mío!". "¡Te amo hijo mío!". "¡Te amo
hija mía!"
Tardó un tiempo hasta que comprendí que la bendición no depende de mí, sino solamente
depende de Él. Justamente este ejemplo referido a las finanzas lo he vivido muchas veces,
justamente cuando he comenzado a pensar que yo mismo soy la razón del problema, que el
mismo es a causa de mis errores, se manifestó el favor de Dios con algún milagro. En esos
casos yo nunca pude haber hecho nada por mí mismo algo para que eso suceda,
¿comprendes?
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Resulta que justamente en esos momentos cuando el favor y la gracia de Dios se
manifestaron, por ejemplo con la provisión de 25,000 francos que se estaba necesitando, fui
guiado al verdadero arrepentimiento, esto me condujo siempre a agradecer a Dios de todo
corazón.
Aprendemos cada vez más a entrar en el reposo y lo único que podemos hacer es confiar en
el Señor. Eso es lo único que podemos hacer, confiar en el Señor.
Nosotros deberíamos hablar mucho más de la benignidad de Dios. Deberíamos hablar
mucho más de las grandes obras de Dios. Hay personas que no les agrada cuando yo
cuento respecto a las ofrendas y entradas financieras que tenemos. Pero mi objetivo es
mostrarles que Dios está obrando entre nosotros, en este caso esto quiere decir con
provisión.
Deberíamos hablar mucho más de la benignidad de Dios. Cuando Dios ha hecho algo bueno
por nosotros, cuando nos ha bendecido deberíamos compartirlo entre nosotros y gozarnos
respecto de ello. Por ejemplo decimos que Dios es un Dios bueno y compartimos que tal día
y a tal hora nos liberó de algún peligro, o nos bendijo con esto o lo otro. Esto deberíamos
hacerlo, ¿verdad?, proclamarlo y compartirlo.
Los Salmos no son un ejemplo, están llenos de esas proclamaciones, hablan de las grandes
maravillas de Dios. Deberíamos alabarle y exaltarlo a causa de sus grandes obras. ¡Gloria al
Señor! ¡Aleluya!
Muchas veces me he puesto a buscar mis errores que podrían ser la causa de que las
bendiciones no se manifiestan, pero te digo que me podría haber evitado buscar los errores.
Justamente de eso se trata, ¿comprendes? Reitero que eso era antes así en mi vida. ¿Qué
hacemos ahora? Estamos tranquilos, nos distendemos y confiamos en el Señor.
He contado algún ejemplo del pasado, ¿quieres oír un ejemplo actual?
Hoy por la mañana tuvimos una reunión muy concurrida, pero las entradas esta mañana
fueron las bajas y peores a lo largo de este año.
Antes hubiese tratado de descubrir los errores que posiblemente pudiera haber cometido,
errores por los cuales Dios no me puede estar bendiciendo, hubiese tratado de descubrir en
que me equivoqué durante la última semana, pero eso no lo hago más. ¿Qué hago entonces
ahora? Los tiempos no cambian, pero mi fe ha cambiado. Puede suceder que haya una
reunión donde las ofrendas y las entradas de la Iglesia sean muy reducidas, esto puede
suceder y habrá de suceder también en el futuro. ¿Qué hago entonces ahora? Me quedo
tranquilo, alabó al Señor y espero hasta que el Señor me demuestra su favor y benignidad,
¿amén?
Eso es confiar, sentarse, relajarse, tranquilizarse y esperar hasta que el Señor demuestre su
benignidad. ¡Aleluya!
En esos casos no tengo que estar buscando dónde pueda haberme equivocado o donde
cometí errores. Porque si Jesús ya me ha perdonado todos mis pecados y errores, ese
aspecto ya ha sido solucionado. ¡Gloria al Señor! ¡Amén!
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Ese aspecto ya ha sido solucionado, y si hay alguna cosa de la que eres consciente que te
has equivocado y puede ser la causa, entonces la benignidad del Señor habrá de guiarte a
cambiar tu forma de pensar, a cambiar tu actitud. Su bondad habrá de encaminar el
arrepentimiento. Sucede porque tu estas allí en algún lugar, alabas a Dios, estás asombrado
y le dices: "Señor, tu eres tan bueno. Yo no merezco nada ni puedo hacer nada para
merecerlo, no puedo hacer nada para merecerlo porque no depende de mí”.
Dios quiere derramar su riqueza y gracia abundante, justamente abundantemente. En esos
momentos comienza a manifestarse el favor de Dios es el tiempo exacto para recibir:
"gracias Dios porque me has mostrado algo que tengo que cambiar en mi vida, me muestras
cosas que tengo que eliminar en mi vida. Lo haré con tu ayuda. ¡Gracias Jesús! Tu
benignidad me lo ha mostrado, no me lo ha mostrado una mala conciencia, no ha sido el
remordimiento, tu bondad me lo ha mostrado". ¡Aleluya! ¡Gloria al Señor!
¿No es fantástico este versículo de Romanos 2:4? Los que están aquí en la reunión se
ponen de pie por favor. Repito: si nos sentimos indignos, entonces dejamos de esperar la
manifestación de su favor, por esa razón Dios primeramente nos bendice, nos hace algo
bueno y justamente ello nos conduce al arrepentimiento, al cambio de actitud y a cambiar
nuestra forma de pensar. Porque cuando Dios nos bendice de esa manera no dejamos de
esperar la manifestación de su favor. Cuando el favor se manifiesta al comienzo, podemos
estar seguros que también habrá de manifestarse al final. La próxima vez podrá ser más fácil
para ti.
Cuando nos sentimos sucios, cuando nos sentimos como pecadores pensamos que la
benignidad de Dios ha dejado de manifestarse en nuestra vida. Por esta causa Dios primero
nos sorprende haciéndonos bien, así es.
¡Gracias Señor! ¡Gloria al Señor! ¡Aleluya! Padre te agradecemos, te agradecemos por tu
maravillosa Palabra, te agradecemos por todas tus bendiciones, porque todo se encuentra y
está en Cristo. La obra redentora de Cristo es completa, ¡aleluya!, nosotros no podemos
agregarle absolutamente nada. Lo único que nosotros podemos hacer es dejarnos amar por
ti y permitir que nos colmes con tus regalos. ¡Gracias Padre! ¡Aleluya! Gracias por tu
generosidad y benignidad. Comprendiéndolas podemos ser generosos y benignos con otras
personas, podemos hacerlo porque tú nos has demostrado primeramente tu amor y favor.
¡Gracias Señor! Amén y amén.
Recuerda que todas estas lecciones que recibes del Señor te preparan para poder bendecir
a otros. Las experiencias que tienes te ayudan justamente para poder desatar la bendición
de esta riqueza abundantemente sobre otros. ¡Gloria al Señor! Amén.
¿Qué sucede con aquel a quien se le ha perdonado mucho? Éste puede amar mucho.
¡Aleluya! Debido a que el Señor nos ha perdonado todo podemos amar a todos. Amén y
amén.
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