sistema y subjetividad - Asociación de Egresados y Graduados PUCP

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sistema y subjetividad - Asociación de Egresados y Graduados PUCP
boletín electrónico AEG – Artículos de interés
El abandono del poder
Pablo Edronkin*
El liderazgo es concebido como una cuestión de mando. Sin embargo, pareciera ser que las peores crisis no tiene que
ver con el hecho de mandar en sí, sino con dejar de mandar.
Ya sea porque un líder se encuentra repentinamente desprovisto de la confianza de sus subordinados, porque llega a su
fin su período de mandato legal, o bien porque sencillamente ha llegado la hora en la que debe irse, esto genera
numerosos problemas.
En la antigua Roma la sucesión de los emperadores estaba dada por intrigas palaciegas, militares y de la Guardia
Pretoriana, la cual no era – estrictamente hablando – parte del ejército sino de la administración de palacio.
Los Papas, a imagen y semejanza de los emperadores, también fueron colocados en posiciones de poder o quitados en
base a intrigas, en muchos casos.
En la actividad empresaria, en la política, etc. es posible ver de forma casi cotidiana este tipo de problemas y cabe
entonces preguntarse si no es que el abandono del poder es la tarea más difícil que puede enfrentar un líder.
Irónicamente, personajes como Eva Perón, el Ché Guevara o Lumumba se han convertido en una especie de líderes
inmortales cuando lo que identifica a todos ellos es que murieron relativamente jóvenes, de forma trágica y cuando se
encontraban en plena actividad, con muchos seguidores a su lado.
Por otra parte, personajes como Jimmy Hoffa, quienes surgieron como auténticos líderes informales y que gozaban con
el apoyo de muchos seguidores finalmente, tras enquistarse en el poder, se convirtieron en simples referentes
inevitables, y estos generalmente mueren de la misma forma que han vivido.
Más allá de cualquier análisis ideológico, lo que es común a los primeros tres ejemplos es que ninguno de estos líderes
estaba desacreditado frente a sus adeptos en el momento de morir. Eva Perón sufrió un cáncer, y tanto Guevara como
Lumumba fueron asesinados. Es decir, no perdieron la posición de poder ni finalizó el mandato popular que de algún
modo tenían a causa de sus errores sino del infortunio para ellos.
Por otra parte, la historia está repleta de casos en los que líderes eficientes que buscaron un bis y un tris en sus
respectivos mandatos no resultaron tan excelsos en sus repeticiones, además de aquellos que sencillamente
prolongaron sus mandatos formales o informales hasta lo indescriptible.
Juan Domingo Perón había sido presidente constitucional de la Argentina en dos mandatos consecutivos. Tras ser
derrocado y pasar un exilio prolongado, volvió al país en 1973 para ser elegido nuevamente como la máxima autoridad
del poder ejecutivo.
Indudablemente gozaba del apoyo informal de su gente; es decir, no había dejado de ser líder al momento de asumir el
poder nuevamente. Sin embargo, poco a poco sus seguidores se fueron desalentando porque el viejo presidente no
satisfacía sus expectativas y cuando murió, estos seguidores se habían dividido en facciones radicalizadas y sumamente
violentas.
Si Perón no hubiera vuelto a la Argentina probablemente se hubiera convertido en un mito. Al intentar repetir su suerte se
convirtió en un presidente que murió en su trabajo, pero nada más.
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El auténtico líder, en el tiempo que su habilidad, buena fortuna y la lealtad de su gente le otorgan, debe establecer las
bases que permitirán que su obra – y más importante aún – sus ideas se afirmen en el grupo que dirige.
Nada es eterno y el mandato de un líder tampoco, tanto como no lo es su vida; el que se aferra al poder no es un líder
sino sencillamente un jefe que se aferra a lo que tiene en una postura defensiva, y quien hace esto no está pensando en
mejorar, sino simplemente en mantener las cosas de manera cómoda.
El líder tiene que irse tarde o temprano; mantenerse en el poder no es una demostración de liderazgo sino de fuerza
política; saber cuando hay que dejarlo a la vez de haber sembrado mientras tanto una idea que permita que los efectos
positivos del mandato continúen es quizás la prueba más difícil y la que demuestra de forma más clara qué clase de
individuo es el que afirma ser líder, y qué clase de líder ha sido.
*Pablo Edronkin. Presidente de www.andinia.com. Director General del GEA (Grupo Explorador Argentino). Abogado y
asesor forense en casos para la Policía de la Provincia de Río Negro, Argentina; Diseñador del sistema LABSIS para
laboratorios Bioquímicos y participante del proyecto SETI de la universidad de California. Especializado en coaching.
Fuente: http://www.liderazgoymercadeo.com
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