Descargar
Transcripción
Descargar
Rosa Ruiz, rmi Te proponemos adentrarte en la Cuaresma como quien no ve, como quien quiere ver más y mejor, como quien se sabe necesitado. ¿Por qué? Solemos decir que la Cuaresma es tiempo de conversión, de cambio, de crecimiento... Solemos decir que acogemos los medios que la Iglesia nos ofrece para llevarlo a cabo: la oración, el ayuno, la penitencia... Todo es cierto. Pero, ¿no tienes la sensación de que muchas veces, por mucho que quieras, no te sientes capaz?, ¿no has sentido como Pablo que queriendo hacer el bien haces el mal? (cf Rm 7), ¿no te encuentras a veces mirando si ver, escuchando sin oir? Quizá, hasta te sientes ciego guiando a otros ciegos... y escuchas la amarga queja de Jesús: “Dejadlos. Son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán al hoyo” (Mt 15,14). Sentirnos y sabernos un poco ciegos, torpes, sin claridad, perdidos, necesitados de luz... no es mal punto de partida para iniciar la Cuaresma. ¡Sólo necesitas nombrar tu propio mal y pedir a quien puede curarte que te ayude! ¿Qué te duele? Son muchos los encuentros de Jesús con ciegos en el Evangelio ¿Por qué no podría ser hoy, aquí y ahora, en estos días, el momento oportuno y precioso para “ver”, para recuperar la mirada y la vista de manos de Dios? Tenemos un camino por delante... ¡caminemos! Primero, recuerda algunos de estos encuentros. Si te ayuda, leélos en tu Biblia, con la que oras habitualmente... Léelos y releélos... deja que te toquen por dentro... Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: - ¡Ten piedad de nosotros, hijos de David! Y al llegar a la casa donde entra Jesús, les pregunta: - ¿Creéis que puedo hacer esto de daros la vista? - ¡Sí, Señor! ¡Claro que puedes! Les toca los ojos, y les dice: - Bien, que se haga en vosotros según vuestra fe (Mt 9,27-29) “Sí, Señor, claro que puedes!”... Me encantaría tener la fe de estos dos ciegos... sin ninguna duda: ¡claro que puedes curarme! Y de esa manera, dice Mateo que Dios obra según nuestra fe. Que no nos fuerza en ningún sentido; simplemente actúa en la medida que nuestra fe está dispuesta a acoger su acción. Es una primera pregunta para esta Cuaresma y para siempre: ¿cómo andas de fe?, ¿cómo andas de confianza en Mí?, te pregunta Jesús mirándote a los ojos... Y nuestra respuesta es.... la que sea, la que podamos en este momento. ¡Hay tantas cosas que van minando nuestra confianza en Dios, en las personas y en nosotros mismos! No importa: comienza la cuenta atrás hasta la Pascua, hasta la Resurrección. Y Jesús vuelve a preguntarte: ¿Crees que puedo hacerlo, que puede ayudarte, que puedo cambiar tu vida? Otro caso nos lo cuenta Marcos. Ocurre en Betsaida, el pueblo de Pedro y Andrés. Al llegar, llevan a Jesús un ciego y le suplican que le toque. Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: - ¿Ves algo? El ciego abre los ojos, y responde: - Veo hombres; los veo como árboles que se mueven. Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y quedó curado, de suerte que veía de lejos claramente todas las cosas (Mc 8,22-25) Me gusta esta escena. Con frecuencia, en la vida no hay blancos y negros radicales... Lo cotidiano se entreteje de grises, de muchos clores intermedios. Muchas veces nos gustaría que esto de la conversión, del seguimiento de Jesús, de la felicidad, fuera algo hecho de una vez para siempre. ¿Por qué tenemos que estar cada año volviendo a repasar nuestra vida, calibrar nuestros fallos y pecados, reconocer nuestros “agujeros negros”, pedir perdón, convertirnos...? ¡Uff, que cansancio!!! Pues así es... en el mejor de los casos, vamos viendo algo, “hombres como árboles”, pero vamos viendo algo. Puede ser este tu momento. No vives una ceguera total... pero hay cosas borrosas, difusas, equívocas... Necesitas que Jesús te vuelva a tocar personal e íntimamente... una y MISIONERAS CLARETIANAS www.acompasando.org Cuaresma 2012 otra vez... las veces que hagan falta. Es la segunda invitación que Dios nos hace: ven acércate, déjame tocarte, poner mis manos en ti, sin intermediarios, sin prisa, sin nada más que estar contigo... ¿Cómo van tus tiempos personales dedicados a la oración, al silencio, a leer la Palabra...? ¿Cómo es tu horario un día normal? ¿a qué cosas o personas dejas siempre un hueco en tu tiempo y cuáles quedan fuera o entran por obligación y de mala gana? Las que no están en tu día y en tu tiempo, no podrán tocarte... no pueden “tocarte”. Y en tercer lugar, la curación de Bartimeo o el ciego de Jericó, relatado por los cuatro evangelistas (cf. Jn 9, Mc 10, Mt 20, Lc 18). La versión de Juan se lee cada año en el 4º domingo de Cuaresma. Te invitamos a que lo leas y releas tranquilamente, quizá comparando la versión de cada evangelista. Mira la imagen o imagina tú la escena. Entra con los cinco sentidos. Huele a Jesús, siente sus manos, escucha la brisa, pronuncia su Nombre, pide, suplica... ¡ora! Es la tercera propuesta para este tiempo cuaresmal. No pienses demasiado, no quieres razonarlo todo. Siente con la cabeza, con el corazón, con el espíritu, con todas tus fuerzas... y ponlo todo ello bajo las manos de Jesús. Quizá sus remedios sean poco ortodoxos (¿untar con saliva y barro los ojos enfermos?) pero Él es el Maestro. Recuerda que nos preguntábamos antes cómo iba nuestra confianza y nuestra fe... ¿Acaso no crees que Él puedo hacer todo?, ¿qué te hace dudar?, ¿a qué o a quién estás dando más poder que al mismo Dios que te cuida y te sana siempre? Cierra los ojos para ver... MISIONERAS CLARETIANAS www.acompasando.org Cuaresma 2012 Señor, que vea… …que vea tu rostro en cada esquina. Que vea reír al desheredado, con risa alegre y renacida Que vea encenderse la ilusión en los ojos apagados de quien un día olvidó soñar y creer. Que vea los brazos que, ocultos, pero infatigables, construyen milagros de amor, de paz, de futuro. Que vea oportunidad y llamada donde a veces sólo hay bruma. Que vea cómo la dignidad recuperada cierra los infiernos del mundo Que en otro vea a mi hermano, en el espejo, un apóstol y en mi interior te vislumbre. Dame Señor, tu mano guiadora. Dime dónde la luz del sol se esconde. Donde la vida verdadera. Porque no quiero andar ciego, perdido de tu presencia, Dónde la verdadera muerte redentora. Que estoy ciego, Señor, distraído por la nada… que quiero ahora saber. equivocando mis pasos hacia lugares sin ti. Anda Señor, anda, responde de una vez para siempre. Dime dónde se halla tu luz que dicen cegadora. Señor, que vea… … que vea tu rostro en cada esquina. Dame, Señor, tu mano. Dame el viento que arrastra a Ti a os hombres desvalidos. J. M. Rodríguez Olaizola O dime dónde está, para buscarlo. Que estoy ciego, Señor. Que ya no siento la luz sobre mis ojos ateridos y ya no tengo Dios para adorarlo López Gorge, J. MISIONERAS CLARETIANAS www.acompasando.org Cuaresma 2012