SIN TÍTULO Raquel Ugena García (Castilla-La Mancha) - Coca-Cola
Transcripción
SIN TÍTULO Raquel Ugena García (Castilla-La Mancha) - Coca-Cola
FINALISTA ESTATAL SIN TÍTULO Raquel Ugena García (Castilla-La Mancha) “El hombre era tan alto y tan flaco que parecía siempre de perfil”. Parecía un buen título para un libro, pensé. Comencé a leer escondida entre las mantas, oculta del resto del mundo, en mi paraíso de tranquilidad. [Sonó el despertador. Me levanté de la cama con el objetivo de empezar el día con buen pie. Me puse la ropa y cuando me miré en el espejo me encontré mas guapo, quizás menos delgado, o puede que solo fuese mi buen humor. Cogí mi mochila y abrí la puerta, dispuesto a aventurarme al mundo exterior…] - ¡Bajad a cenar! – gritó mi madre desde la cocina. Estaba tan absorta con ese libro que me había olvidado de que cenábamos en cinco minutos. Marqué la página rápidamente doblando la esquina con cuidado y enterré el libro entre las mantas. Después apagué la luz y oculté mi santuario colocando una sábana sobre él. Bajé a la cocina y en el preciso instante en el que vi mi gran cuenco de sopa humeante, mi apetito apareció de nuevo. Cené sin prisa, disfrutando del sabor de la sopa en mi boca y cuando hube terminado, me despedí de mis padres y regresé al desván, donde me esperaban libros repletos de historias. [Llegué al instituto intacto. Los niños que cada día me apedreaban en la puerta de mi casa no estaban. Cuando me aproximé a la puerta de entrada no estaban los matones de cada día. Quizás todo hubiera cambiado. Me hacía demasiadas ilusiones. Cuando giré en el pasillo que daba a mi clase, vi en la puerta algunas caras familiares. Eran los matones de mi puerta, 1 FINALISTA ESTATAL SIN TÍTULO ahora en la puerta de mi aula. Miradas amenazadoras me acosaban. Eché a correr hacia los lavabos. Parecía que mi gran día se estaba nublando]. La puerta del desván se abrió y mi madre entró en el santuario. - Deberías irte a dormir – dijo. - No tengo sueño – repliqué. No quería dejar mi historia en un punto tan interesante. - Mañana tienes instituto – dijo. Y se fue hacia su habitación. – Quiero que estés durmiendo en cinco minutos. Suspiré. No había nada que pudiera hacer. Recogí mi escondite y bajé a mi habitación. Cuando entré en mi cuarto extrañé mi santuario. Abrí la cama y me introduje en ella observando las fotos colgadas en las paredes. Fotos mías con Helena, mi mejor amiga. La echaba tanto de menos, que a veces creía que no podría superarlo. Todo había ido mal desde que ella falleció en un accidente de coche. Antes ella y yo afrontábamos juntas los problemas y par animarnos disfrutábamos de tardes enteras viendo películas en mi desván, con palomitas y chocolate, riendo a carcajadas y nos quedábamos dormidas allí mismo, juntas, en nuestro santuario. Pero cuando ella se fue, todo cambió. Mis notas bajaron, todos se metían conmigo, y la echaba tanto de menos que me pasaba días enteros en nuestro antiguo santuario, recordándola. No quería dormir, pues no quería afrontar otro día de instituto sin ella. No quería ver todas esas miradas de burla, ni esas risas insensibles, y tampoco quería esconderme en los lavabos para llorar. Casi sin darme cuenta las lágrimas habían inundado mis ojos azules y resbalaban por mis mejillas nublando mi vista, hasta que, así, llorando, me quedé dormida. [Estaba escondido en el lavabo cuando oí sus risas. El miedo me paralizaba todo el cuerpo, y mis piernas comenzaban a temblar. Debía salir y afrontar mis miedos, pero no era fácil. Cuando me cercioré de que estaban todos en la puerta, abrí la ventana trasera y, gracias a mi delgada figura, me 2 FINALISTA ESTATAL SIN TÍTULO escabullí a través de ella, y empecé a correr hacia la puerta delantera. Entré en el instituto de nuevo, y llegué hasta la puerta de mi clase. Llamé con dos rápidos golpes y abrí la puerta. No se si fue mi mal aspecto, el temblor de las piernas o la amabilidad innata de la profesora, pero ella me recibió en el aula con un alegre “Bienvenido” y me invitó a sentarme. Después de esta experiencia creo que puedo conseguirlo. Creo que, a pesar de mi finísima figura, puedo ser feliz. Puedo librarme de esos miedos…] Entonces sonó la alarma. Me levanté y dejé el libro, marcado, sobre la mesa. Pero después de pensarlo mejor, cogí el libro y lo metí en la mochila, pues podría necesitarlo. Salí de mi casa y mientras caminaba observé la antigua casa de Helena, con algo de tristeza en los ojos. Cuando entré en el instituto observé el grupillo de amigas que cada día se reían de mí con crueldad. En ese momento me sentí como aquel hombre tan alto y tan flaco que parecía siempre de perfil, y al recordar la historia que aún no había terminado, pensé que podría ser como él, y podría enfrentarme a mis miedos, del mismo modo que él se enfrentó a los suyos. En ese preciso instante el grupo de chicas se acercó a mí con miradas de superioridad y sonrisas crueles. Pero ya no me afectaban. Lo superaría, por ese hombre alto y delgado, por mí y por Helena. - ¿Ya estás aquí otra vez? – preguntó Sofía, una chica rubia, la líder del grupo. - Sí, ¿cuál es el problema? – repliqué con valentía. - El problema es que molestas a nuestra vista – dijo, furiosa. - Entonces yo tengo la solución – propuse. - ¿Ah, sí? – respondió Sofía, confusa. - Sí, ¡no miréis! – exclamé, eufórica. Todas se habían quedado sin palabra. Nadie en todo el instituto se había atrevido a responder así a esas chicas. Pero las cosas habían cambiado. Cuando volví a casa terminé de leer el libro y me quedé dormida en nuestro santuario, con el libro entre los brazos, dando gracias por la ayuda que me había prestado, y supe que jamás volvería a sufrir así, pues, como dijo un sabio, el poder no proviene de la fuerza, sino de una voluntad inflexible. 3