Bajar el libro (formato )

Transcripción

Bajar el libro (formato )
El artificio del poeta y el psicoanálisis
Conceptualizando prácticas
Juan Eugenio Rodríguez
Eleonora D’Alvia
Compiladores
Ediciones Fuegos del Sur
Colección Psicoanálisis
Buenos Aires, 2011
Rodríguez,JuanEugenio
Elartificiodelpoetayelpsicoanálisis:conceptualizandoprácticas/JuanEugenio
RodríguezyEleonoraD´Alvia.-1a.ed.-BuenosAires:EdicionesFuegosdelSur,2011.
134p.;14x21cm.
ISBN978-987-26586-0-1
1.Poesía.2.Psicoanálisis.I.D´Alvia,EleonoraII.Título
CDD150.195
Fecha de catalogación: 09/03/2011
Cuadro de tapa:
“La voz”
Jeuroz
Ediciones Fuegos del Sur
Bartolomé Mitre 2637
(1039) CABA.
[email protected]
www.fuegos-delsur.com.ar
©2011
ISBN: 978-987-26586-0-1
Impreso en Argentina
Hecho el depósito que marca la ley 11723.
Todos los derechos reservados
A Fernando Ulloa
INDICE
Prólogo
Poesía y Psicoanálisis
9
13
por Eleonora D’Alvia
El artificio del poeta y el psicoanálisis
47
por Juan Eugenio Rodríguez
Con-textos
Yo estoy en mi fe
85
por Juan Eugenio Rodríguez
Lo que Humpty Dumpty le dijo a Alicia
87
por Eleonora D’Alvia
Deseo y creación poética
95
por Mónica Boreika
“Dale que era” Del espacio del Otro a la
escena del sujeto
97
por Silvia Rizzo
Invención poética
103
por Gabriela Pileci
Algunas consideraciones sobre la práctica
psicoanalítica en el ámbito hospitalario
109
por Fernanda Ricciardi
Las formas sutiles de violentación,
también pueden padecerse
115
por Fabiana P. Orellana
En la Villa Palito
121
por Víctor Hugo Ibáñez
Lo que el árbol tiene de florido
123
por Silvia Rizzo
Antígona
por Víctor Hugo Ibáñez
131
9
Prólogo
El presente libro se propone dar cuenta de una experiencia
que produce al sujeto que la transita.
Poesía y Psicoanálisis es una articulación que causa
nuestra investigación. La misma es un aporte a la clínica de
la numerosidad social donde el psicoanálisis abandona el
debate estéril de lo individual por oposición a lo social.
La cultura de la mortificación predominante en
estos tiempos del capitalismo globalizado tiende a abolir
en el hombre no sólo su deseo, sino también la idea misma
de enfrentar la adversidad.
Nuestra capacitación y nuestra práctica tienen como
nudo central el pensamiento de Sigmund Freud y Jacques
Lacan. Luego de diversas experiencias, encontramos en
la clínica de Fernando Ulloa un modo de no traicionar el
sentido vocacional de ejercer un rol social con la comunidad,
que conlleva un compromiso apasionado de lucha frente
al sufrimiento, sin dejar de estar afectados a la ley y a las
normas del oficio de psicoanalista.
Esta compilación es producto de un espacio de
capacitación concebido como una terceridad a partir de
la cual producir una lectura de aquellos acontecimientos
que por evidentes y diarios no pueden ser leídos debido
a la dificultad que representa tomar distancia de los
mismos. La propuesta se fue modificando hasta tomar
como eje principal lo que está sucediendo, al promover la
producción de pensamiento crítico. Una producción crítica
colectiva que puso a prueba los supuestos teóricos y sus
alcances. “Una capacitación que no desmienta que un
oficio es una manera de vivir”.1 Se volvió fundamental
1
Novela clínica psicoanalítica. 1995. F. Ulloa. Ed. Paidós.
10
que los participantes tomen la palabra y a través de ello se
apropien de los instrumentos conceptuales favoreciendo la
conceptualización de prácticas. Posibilitar la formulación
de nuevas preguntas que den paso a la transformación
de prácticas que han caído en una situación sintomática.
A la vez, tomar especialmente en cuenta los procesos de
subjetividad, estimulando la singularidad de la producción
de cada sujeto.
En “Poesía y Psicoanálisis” por Eleonora D’Alvia,
los fundamentos teóricos se articulan hasta llegar a sus
consecuencias clínicas. Destaca el lugar de la poesía y el
poeta en la clínica freudiana.
“El artificio del poeta y el psicoanálisis” por Juan
Eugenio Rodríguez, apunta directamente al arte que se
encuentra en el corazón de la práctica llamada psicoanálisis,
“el saber-hacer”. Busca el lugar de la poesía como un real
imposible que nos causa, agujero en el centro de la teoría
psicoanalítica.
“Lo que Humpty Dumpty le dijo a Alicia” por
Eleonora D’Alvia, nos muestra el encuentro del poeta con
el pensamiento freudiano en la articulación del sueño, el
juego y la poesía. 2
“Deseo y creación poética” por Mónica Boreika,
plantea la influencia del deseo en el acto creativo y va a los
fundamentos de esta cuestión en el pensamiento freudiano.
“ ‘Dale que era’ Del espacio del Otro a la escena
del sujeto” por Silvia Rizzo, dice que la lectura del
psicoanalista, su escucha, es sutil. En latín oír (obaudire)
derivó a la forma castellana obedecer. La escucha analítica
es oír sin quedar atrapado en la obediencia. Es una escucha
de las disonancias. Destaca la dimensión del juego en la
2
Presentado en Congreso Nacional de Filosofía AFRA 2007 el 13 de
Septiembre, en la ciudad de San Miguel de Tucumán.
11
apropiación de lo simbólico.
“Invención poética” por Gabriela Pileci, establece
la relación de la poesía en ‘un hacer con palabras’ con el
acto analítico.
“Algunas consideraciones sobre la práctica
psicoanalítica en el ámbito hospitalario” por Fernanda
Ricciardi, aborda la experiencia de la práctica psicoanalítica
en el hospital y pone en acto los aportes de la clínica de la
numerosidad social.
“Las formas sutiles de violentación, también
pueden padecerse…” por Fabiana Orellana, nos permite
adentrarnos en el tema de la violencia institucional en los
establecimientos educativos, en clave con lo propio del
análisis institucional.
“En la Villa Palito” por Víctor Hugo Ibáñez, se
testimonia de una intervención clínica en la numerosidad
social en forma de relato.
En “Lo que el árbol tiene de florido” por Silvia
Rizzo, se pone especial énfasis en las palabras del poeta
como un modo de darle un lugar al sujeto, arrancarlo de la
mortificación. Una existencia atravesada por lo simbólico.
En el cierre de este libro el poema “Antigona” de
Víctor Hugo Ibáñez, una apertura.
El contexto en el cual se dio la producción citada
es la del seminario de poesía y psicoanálisis, que se oferta
desde el Departamento de Actividades Socioculturales y
Extracurriculares de la Secretaría de Extensión Universitaria
de la Universidad Nacional de La Matanza desde el año 2002.
En Marzo del año 2003 nació Fuegos del Sur, psicoanálisis
en movimiento, un sitio en internet (www.fuegos-delsur.
com.ar) que fue concebido en el marco de esta conjunción.
12
“La poesía habla al ser humano no como ser hecho, sino
por hacer, le descubre espacios interiores que ignoraba
tener y que por eso no tenía. Va a la realidad y la devuelve
otra. Espera el milagro, pero sobre todo busca la materia
que lo hace. Nombra lo que la esperaba oculto en el fondo
de los tiempos y es memoria de lo no sucedido todavía. Sólo
en lo desconocido canta la poesía. Ella acepta el espesor
de la tragedia humana, pero no obedece al principio de
realidad sino al orden del deseo. Choca contra los límites
de la lengua y va más allá en el intento de responder al
llamado de un amor que no cesa. Es un movimiento hacia
el Otro, pasa de su misterio al misterio de todos y les ofrece
rostros que duran la eternidad de un resplandor. Corrige
la fealdad, es ajena al cálculo y da cobijo en sus tiendas
de fuego. Se instala en la lengua como cuerpo y no la deja
dormir.” 3
Eleonora D’Alvia
Juan Eugenio Rodríguez
3
Fragmento de palabras de agradecimiento pronunciadas por Juan
Gelman al recibir el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Poesía y psicoanálisis
por Eleonora D’Alvia
¡Ay voz antigua de mi amor!
¡Ay voz de mi verdad!
¡Ay voz de mi abierto costado,
cuando todas las rosas manaban de mi
lengua
y el césped no conocía la impasible dentadura
del caballo!
Federico García Lorca
15
Introducción
Ya desde Sigmund Freud, está clara la insoslayable
dimensión social del psicoanálisis. El sujeto del deseo
inconsciente y la comunidad nacen en un mismo movimiento
junto con la ley fundamental, la ley de la prohibición del
incesto.
En la práctica tradicional analítica el otro está
siempre presente, ya juegue como objeto, como ideal, como
auxiliar o como adversario. Esta práctica que se supone
“individual”, sin embargo no deja de producir efectos en
lo social. Y esto lo demuestra el hecho de que son aquellos
más cercanos al analizante, su familia y amigos, quienes
suelen combatir el espacio analítico.
Jacques Lacan, por otro lado, no dejó de subrayar la
importancia decisiva que tiene la dependencia absoluta del
Otro a la que el infans está sometido durante los primeros
años de vida. Esta formulación lo lleva a plantear que el
deseo, fundamento del inconsciente freudiano, es siempre
el deseo del Otro. Sigue en este sentido a Freud en cuanto
a que la impotencia, la incapacidad del ser humano en el
comienzo de su existencia es la base de todos los motivos
de la moral. El psicoanalista Fernando Ulloa precisa al
respecto, que durante esos primeros tiempos donde el niño
aún no habla, le son transmitidos todos los antecedentes de
la cultura a través de la palabra de ese Otro primordial.
Luego vendrá un segundo momento, cuando el niño
empiece a hablar, donde poco a poco, comenzará la tarea de
apropiarse de lo heredado. He aquí lo decisivo respecto de
esos antecedentes.
Lacan en sus últimos años define a la práctica
psicoanalítica, no como un dispositivo sino como un
discurso. Y el discurso es definido como lazo social. Indica
16
el tipo de relación que se establece desde determinado
posicionamiento en relación a la lengua que se habla. La
lengua sólo se halla en uso, diferenciada de la abstracción
que implica hablar de “lenguaje”. La presencia del analista
como escucha causa el decir que hace posible el advenimiento
de la producción del sujeto del deseo inconsciente.
A pesar de la importancia de lo social en la teoría, la
función del analista parece quedar restringida a su consulta
privada, dentro del ámbito de la práctica tradicional.
Se escuchan opiniones, incluso algunas dentro mismo del
campo psicoanalítico, que consideran al psicoanálisis una
práctica elitista, que nada tiene para aportar al campo de lo
social.
Sin embargo, en Freud está presente la idea de intervenir en la cultura desde el psicoanálisis a partir de su escritura.
La clínica tradicional se encuentra enmarcada
dentro del campo de fuerzas que establece la neurosis de
transferencia, privilegiado escenario donde se actualizan
los conflictos inconscientes. El analizante vive de nuevo
lo esencial de su conflictiva edípica, lo repite en análisis,
donde a partir de una puntuación, tiene la posibilidad de
hacerse recuerdo.
¿Cuál es la pertinencia de la intervención analítica
cuando se sale del ámbito de la clínica tradicional? ¿Cómo
situar la escucha analítica en el ámbito más amplio de lo
social sin salirse a su vez del campo psicoanalítico?
Las dificultades que se presentan en la capacitación del
analista es una muestra de la complejidad que plantea la escucha analítica en lo social. En las instituciones psicoanalíticas,
por ejemplo, hallamos muchas veces la preeminencia
del discurso universitario en lugar del psicoanálisis,
desmintiendo en los hechos lo que predica la teoría.
17
Los desarrollos de intervención grupal creados
por Enrique Pichon-Rivière sería un ejemplo diferente de
estos desvíos. Lo llevaron a desarrollos por fuera de la
especificidad del psicoanálisis.
Las lecturas grupalísticas en el ámbito de lo social
corren el riesgo de promover los fenómenos imaginarios
que en un principio, intentan combatir.
Ulloa, discípulo de Pichon-Rivière, sin correrse
un ápice de su especificidad clínica, aportó desarrollos
conceptuales fundamentales para poder pensar la pertinencia
de la intervención psicoanalítica en lo social.
Por otro lado, hallamos en la enseñanza de Lacan
otro ejemplo en esta dirección. El predominio de la
oralidad en su enseñanza es evidente en sus multitudinarios
seminarios, eje fundamental de su transmisión. Enseñanza
que él situaba al mismo nivel que la intervención analítica
tradicional. Además de su intenso intercambio con diferentes
pensadores del campo de la cultura.
Ulloa define su práctica en lo social como clínica
de la numerosidad social donde “cuentan tantos sujetos
sociales como sujetos singulares cuentan.” Esclarecía él
que el primer cuentan, se refiere a la presencia de los cuerpos
en la escena, mientras el segundo, está referido al acto de
tomar la palabra. Aquí, en lugar de tomar en consideración
la neurosis de transferencia, la intervención tendrá en cuenta
la transferencia intertópica.
La transferencia intertópica es el fundamento
metapsicológico de la transferencia analítica. Se encuentra
definida por Freud en “La interpretación de los Sueños”
como el desplazamiento del deseo que se produce desde
una representación inconsciente a una representación capaz
de conciencia que sirve al modo de resto diurno.
18
Al estar en el ámbito de la numerosidad social, el
acto de tomar la palabra en la escena, la palabra mirada,
facilita el fenómeno de transferencia intertópica. Se
producen entonces efectos dramatúrgicos, que hacen del
inconsciente pensamiento. Apela así a un antiguo modo de
procesamiento psíquico, territorio propio de la poesía.
Aquí Ulloa se deja llevar por la metáfora freudiana
del inconsciente como “la otra escena”. La producción
freudiana del inconsciente brinda un esclarecimiento
respecto de los efectos movilizantes de la dramaturgia y su
función social.
En la práctica clínica de la numerosidad social se trata
de generar un espacio de representación como terceridad.
Abrir un espacio para la producción del sujeto.
Esta práctica no está dirigida a lo patológico como
opuesto a la salud mental, y en ello retoma claramente la
tradición psicoanalítica. Está dirigida a combatir lo que él
denominó la cultura de la mortificación, concepto articulado
a partir de desarrollos freudianos realizados en diversos
textos llamados comúnmente “culturales”. A partir de su
práctica en las instituciones detecta que este padecimiento
tiene consecuencias tanto en los funcionamientos sociales
como consecuencias singulares en los sujetos.
Me propongo en el presente recorrido, por una parte,
esclarecer las concepciones articuladas por Ulloa acerca de
la clínica de la numerosidad social a partir de tomar algunos
textos freudianos fundamentales, donde la interpretación
de los mismos realizadas por Lacan será especialmente
tomada en consideración: Tótem y Tabú, Malestar en la
Cultura, Psicología de las masas y análisis del yo y los
textos freudianos sobre la guerra.
Por otra parte, situar el concepto de cultura de la
mortificación en su preeminencia dentro de la cultura
19
occidental actual. En la cultura de la mortificación, a
diferencia del padecimiento propio del malestar en la
cultura, el sujeto se encuentra coartado. Será necesario situar
al sujeto tal como lo piensa el campo psicoanalítico, sobre
todo a partir de las precisiones aportadas por Lacan para
situar por un lado, cuáles son las causas del predominio de
la coartación subjetiva en la actualidad y por el otro, cuáles
son las consecuencias clínicas de dicha coartación.
Tomaré la función del mito como parte de la función
poética siguiendo el pensamiento freudiano. Desde esta
perspectiva me propongo indagar la relación existente entre
la poesía y el psicoanálisis.
Mitopoiesis
Freud resignifica la función del mito para los antiguos
y le vuelve a dar un lugar en la cultura occidental. Brillante
neurólogo formado por los maestros del positivismo lógico,
descubre en la falla de la apelación a la causal orgánica,
otro campo, tropieza con el inconsciente. Ya en el caso
presentado en su retorno a Viena luego de la experiencia con
Charcot: “Observación de un caso severo de hemianestesia
en un varón histérico (1886)”, se evidencia que los síntomas
somáticos no siguen las vías orgánicas nerviosas sino que
más bien, representan un saber no sabido por el sujeto en
relación a una verdad ignorada de su acontecer subjetivo.
“Mito” era para los antiguos griegos de donde
proviene el término, un “pensamiento expresado” o
“discurso” en relación a la verdad. Sin embargo, esa
significación fue cambiando en la medida que se contrapuso
a la de “logos”.
Ya en Aristóteles el “logos” como discurso
20
argumentativo pasó a ser el discurso de la verdad concebida
como universal, y el mito quedó reducido a ser una historia
fabulosa o legendaria dejada como material para los poetas.
Esta concepción es el fundamento de la filosofía moderna
y del pensamiento de Occidente que ha prevalecido hasta
hoy. La dimensión de la verdad en el mito es lo dejado de
lado.
Sin duda la poesía, es la destinataria de la relación de
la verdad con el acontecer del sujeto. Una verdad que sólo
puede decirse a medias, a través del recurso de la metáfora
como lo que le es más propio.
El psicoanálisis se construye tomando los restos
descartados del pensamiento de Occidente, lo dejado de
lado por el pensamiento de lo universal. Este pensamiento
es definido por Lacan como el discurso universitario, que
tiene como fundamento al número.
El número, dice Lacan, es un significante no sometido a
la ley fundamental del significante. Un significante es lo
que el resto de los significantes no son. Sólo se define por
su diferencia con los demás significantes de la lengua.
El número sería el único significante que se significa a sí
mismo. Retomaremos esta cuestión más adelante.
La definición que hace Lacan de significante dentro
del campo psicoanalítico es que un significante representa
a un sujeto para otro significante. El sujeto es un efecto del
significante que no puede ser representado acabadamente
por significante alguno, en tanto no existe un significante
en el campo del Otro que lo signifique como tal. La falta
de este significante en el Otro, lugar de lo simbólico, es
fundamental. Es allí donde el sujeto encuentra su lugar.
La ciencia, efecto del discurso universitario intenta
eliminar al sujeto, como un factor que resulta un obstáculo
para su avance.
21
El mito es una metáfora que se encuentra en
relación a lo imposible de ser dicho. En el origen del sujeto
encontramos un relato cuya estructura de ficción tiene la
función metafórica de anudar simbólico, imaginario y real.
Podemos situar en la obra freudiana la serie de los
mitos del padre, que son en verdad los mitos del asesinato
del padre: el mito de Edipo, tomado de la tradición griega;
Tótem y Tabú, donde Freud escribe el primer mito generado
por el pensamiento contemporáneo occidental y Moisés,
lectura freudiana de la tradición judía que dio origen
al cristianismo, la otra fuente fundamental del mundo
contemporáneo. Como ombligo del sueño se pierden en lo
más impenetrable enlazado al origen.
Para el psicoanálisis, la referencia a la poesía da
sustento a una teoría que no cede en explicaciones fáciles y
se sostiene en lo imposible.
Lacan sintetiza las formulaciones freudianas
acerca del padre al situar en el origen del sujeto del deseo
inconsciente la metáfora paterna.
Respecto de las tragedias griegas surge la siguiente
pregunta: ¿cuál es la diferencia entre la respuesta que da la
ciencia acerca del origen y la propuesta del relato mítico?
La ciencia cierra la pregunta con una respuesta que funciona
como certeza de saber. El mito resguarda la falta. En esa
hiancia se aloja el sujeto.
De Edipo Rey a Tótem y Tabú
Freud sitúa en el mito de Edipo que nos acerca la letra
de Sófocles, el pasaje inaugural que da nacimiento al sujeto.
El sujeto nace del conflicto psíquico, efecto de una matriz
simbólica que lo precede, y a la vez genera la singularidad
22
de lo nuevo. Encrucijada donde se reescribe la historia
de los antecesores. Padre y madre, vehiculizadores de la
cultura y objetos privilegiados de las primeras pasiones.
El mito de Tótem y Tabú “el asesinato del padre de
la horda primitiva” produce en la teoría un movimiento tal
que el mito del origen del sujeto coincide con el mito del
inicio de la cultura. Ambos se articulan con el nacimiento
de la ley fundante, la ley de la prohibición del incesto. Sitúa
al sujeto del deseo inconsciente como un efecto de una ley
de la comunidad.
El mito escrito por Freud tiene importantes
implicancias clínicas. Esa construcción de la prehistoria
pone en relación el padecimiento psíquico con el retorno
de la relación del sujeto a un Otro que se presenta como
omnipotente, no atravesado por la castración.
Indudablemente se vincula con la experiencia singular
del nacimiento del ser humano, marcado por la
prematuración que lo deja a merced del Otro adulto de
quien depende totalmente para sobrevivir. El infans lo
imagina omnipotente en la medida de su impotencia
original. Prehistoria individual enlazada a la prehistoria
común. Cada uno reedita esa prehistoria común en su
prehistoria singular. En estesentido toda ideade
inconsciente colectivo está descartada. Sólo queda en
común el lenguaje conformado sobre todo por la escritura.
El complejo de castración es central para la teoría
psicoanalítica. Lacan conceptualiza a la castración sobre
todo como simbólica, ya que se encuentra enlazada con
la ley de la prohibición del incesto. Se establece una diferencia
con la castración imaginaria, cuyas diversas representaciones
forman parte del acervo de fantasías que producen el efecto
de lo siniestro y tienen una estructura común: un personaje
que actúa ejerciendo su fuerza superior y avasallante sobre
alguien más débil e indefenso produciéndole un daño o
23
mutilación. La representación más común puede ser la
mutilación de los genitales, o de los ojos (enceguecimiento)
entre otros. En general, esta representación puede actuar
como fantasía inconsciente, suele estar asociada al castigo
por la realización fantaseada de deseos prohibidos.
La castración simbólica es lo que en general la
castración imaginaria encubre. La existencia de la ley que
prohíbe el objeto primordial: la madre. Está vehiculizada
por el padre, no como el omnipotente padre de la horda,
que sólo obstaculiza el acceso al objeto de satisfacción, sino
desde la función paterna, que se ejerce en tanto deseante,
en tanto la madre está prohibida para todos, también para
él.
En última instancia, la castración simbólica remite
a aquello imposible de ser simbolizado, es la castración del
Otro del lenguaje, se refiere a que no todo puede decirse.
Dentro de esta categoría que Lacan ubica como lo real,
podemos encontrar tanto el deseo inconsciente como la
dimensión más propia de la existencia del sujeto.
Decir que el padre de la horda no está atravesado
por la castración, equivale a decir que aún no habla, es el
padre representado en las fobias infantiles y en las culturas
totémicas como un animal.
Situemos diferencias fundamentales entre el mito
de Edipo y el mito del padre de la horda primitiva. En el
primer caso, el hecho de que el asesinato del padre termine
dando acceso carnal a la madre, es la realización de la
fantasía de que el padre es el obstáculo para la realización
del incesto. En cambio, el mito creado por Freud sitúa la
cuestión en un plano muy diferente: el asesinato del padre
de la horda, no sólo no permite el acceso al objeto anhelado,
sino que lo constituye en prohibido definitivamente. El acto
del asesinato tiene como resultado que en el lugar del padre
24
asesinado se sitúa la ley, la ley de la cultura.
El acto del asesinato del padre juega en ambos
mitos un papel central. En el caso de Edipo, el deseo de
asesinar al padre sólo puede suponerse a posteriori como
un saber inconsciente, no sabido por el sujeto, al modo en
que juega el deseo en la neurosis. Freud en cambio sitúa de
manera indubitable el acto de asesinar al padre de la horda
como algo concientemente planificado y además que sólo
puede llevarse a cabo en acuerdo con otros. El asesinato
del padre primordial presentifica su falta y lo hace caer de
ese lugar omnipotente. Sólo el padre muerto es capaz de
transmitir la ley de castración. Esto puede leerse claramente
en el ejemplo que al respecto da Ulloa: El niño lee en los
ojos de sus padres esos deseos que ya nunca van a poder
realizar y es allí donde encuentra su lugar como sujeto.
Podríamos sostener entonces que más que tratarse de que el
sujeto rehúye la castración, en verdad la desea.
El significante del Nombre del Padre, es el
significante de la falta en el Otro, introduce la dimensión de
la falta en el sujeto.
La importancia fundamental de estos conceptos es la
siguiente: Ley y deseo son lo mismo, dice Lacan. La función
paterna que ejerce la castración simbólica produce la hiancia
donde el sujeto del deseo inconsciente ha de advenir. Sus
fallas en las diferentes formas y niveles implican distintos
grados de mortificación del sujeto.
Del malestar en la cultura a la cultura de la
mortificación: Los efectos nocivos del
predominio del superyó.
En principio quisiera situar el lugar del superyó,
25
que considero fundamental para echar luz sobre el planteo
freudiano en “El malestar en la cultura”.
Por un lado el superyó es un resto no procesado de
esa relación con el padre de la horda primordial.
Por otro lado, es el que ordena gozar. El superyó
está en relación a la faz imperativa del significante. Nadie
expuesto al significante puede ignorar esa faceta imperativa.
Sin embargo, lo que potencia los efectos mortificantes
del superyó es la posición pasiva masoquista que adopta
el yo hacia esa voz muda. Nos hallamos entonces ante el
predominio de la alienación al significante.
Lacan sitúa que el primer efecto que produce el
significante en el infans es el de la alienación. El superyó
actúa desde ese lugar del Otro del lenguaje sin falla de
saber.
Una pequeña niña de menos de tres años dice: “mi
mamá sabe todo”, no hay diferencia entre lo que la madre
sabe y lo que la niña piensa. Para que la niña sea capaz
de algún pensamiento propio tiene que producirse otra
operación que Lacan llama de separación al significante,
que sólo puede surgir a partir de que se evidencia que el
Otro no sabe todo. Y lo que fundamentalmente el Otro no
sabe es lo que el sujeto es.
Freud se permite la pregunta de si se puede hablar
de un superyó cultural del cual el superyó singular no es
más que su consecuencia. Llega a decir que encuentra en
los mandatos morales culturales, la expresión articulada
y conciente de aquello que en el superyó singular sólo se
ejerce en su forma muda como mandato inconsciente.
En “Malestar en la cultura” aparece el superyó
como la plaza conquistada desde el exterior por las leyes
de la cultura que ejerce las prohibiciones culturales desde
el interior mismo del sujeto, juzgando así, no sólo los actos,
26
como podrían hacerlo los padres del niño, sino los mismos
pensamientos de éste.
Freud destaca el predominio del superyó en nuestra
época, situado como un avance histórico paulatino del
predominio de la pulsión de muerte en desmedro del
erotismo, un avance de la mortificación.
“La agresión es introyectada, interiorizada, pero en verdad
reenviada a su punto de partida; vale decir: vuelta hacia
el yo propio. Ahí es recogida por una parte del yo, que
se contrapone al resto como superyó y entonces, como
«conciencia moral», está pronta a ejercer contra el yo la
misma severidad agresiva que el yo habría satisfecho de
buena gana en otros individuos, ajenos a él. Llamamos
«conciencia de culpa» a la tensión entre el superyó
que se ha vuelto severo y el yo que le está sometido. Se
exterioriza como necesidad de castigo. Por consiguiente,
la cultura yugula el peligroso gusto agresivo del individuo
debilitándolo, desarmándolo, y vigilándolo mediante
una instancia situada en su interior, como si fuera una
guarnición militar en la ciudad conquistada.” 1
El superyó, como resto inasimilable de la primitiva
relación agresiva con el padre de la horda se instaura como
castigo por la agresión perpetrada.
Quisiera situar en este punto un cuadro freudiano
desarrollado tempranamente y sostenido a través de toda
su producción, el de las neurosis actuales. Es Ulloa el
que lo destaca en su pertinencia para leer el padecimiento
contemporáneo. En la obra freudiana hay un trabajo que
sintetiza diversos desarrollos suyos sobre la cuestión en
la 24 Conferencia de Introducción al psicoanálisis de
1
Malestar en la cultura. 1930. S. Freud. O.C. Traducción J. L.
Etcheverry.
27
1917, llamada “El estado neurótico común”. Podríamos
sintéticamente decir que las neurosis actuales son para las
neurosis de transferencia como el grano de arena a partir del
cual se forma la perla. Freud las llama “actuales” en tanto el
padecimiento que el sujeto manifiesta no está enlazado a su
historia sino que es efecto de la angustia tóxica: producido
por un estancamiento libidinal que afecta directamente al
cuerpo, sin mediación simbólica. Más relacionado con la
mortificación que produce el significante sobre lo real del
cuerpo en la primera infancia. En estos cuadros de neurosis
actual el sujeto se encuentra en repliegue. El padecimiento
puede expresarse como depresión, apatía, fatiga física,
ausencia de iniciativa, angustia, hipocondría, incluso diferentes adicciones. Predominio de la posición pasiva del yo
ante la voz del Otro, a modo de un superyó arcaico.
Es llamativo que en las neurosis actuales que más
frecuentemente llegan a la consulta analítica, por ejemplo
en casos de adicciones o depresión, lo que hallamos sobre
todo, es un goce superyoico mudo, sin palabras y la merma
de la producción erótica tan relacionada con el acto de
tomar la palabra.
Lacan siguiendo la tesis freudiana, en su texto
Radiofonía y Televisión señala que la problemática que es
propia de nuestra cultura actual es efecto de que el superyó
ha tomado un lugar preponderante. La televisión sería la
corporización de esa voz imperativa.
Foucault toma esta línea de investigación del
psicoanálisis cuando sitúa a partir de sus investigaciones
un giro de la cultura de Occidente desde la Ilustración que
desembocó en la constitución de los Estados modernos. Al
colocar al individuo racional en la base del ordenamiento
social, el Estado moderno intenta producir sujetos
monolíticos, idénticos a sí mismos y homogeneizados
28
entre sí, aplicando de modo sistemático una cantidad de
dispositivos de normalización y disciplinamiento. En este
sentido, juegan como números, de ahí el predominio de las
estadísticas en las decisiones de Estado. La suposición del
individuo racional monolítico implica una mortificación
del sujeto, en tanto desde el psicoanálisis sólo lo podemos
concebir como dividido.
Freud define al malestar en la cultura como el
malestar que produce sobre todo la ley fundamental de la
cultura: la prohibición del incesto. Ésta conlleva otras dos
prohibiciones: la prohibición del asesinato y la prohibición del
canibalismo. La aceptación de estas leyes implica renuncias
pulsionales, cuyo efecto más inmediato es la aparición del
deseo inconsciente. Al respecto es interesante leer el texto
freudiano “Sobre la conquista del fuego”, basado en el
mito de Prometeo, el dios cultural. La prohibición cultural
instaura el deseo como aquello que no se satisface, que
se renueva de manera incesante y requiere por tanto un
procesamiento permanente, de allí provienen los principales
logros de la cultura y también el principal motivo de encono
hacia ella.
Lacan dice que si hay algo que podemos definir
como normativizante es el deseo inconsciente, es decir
deseo en tanto sexual, infantil y reprimido.
El deseo conlleva el conflicto psíquico. El rechazo
del conflicto, es a la vez el rechazo del sujeto y de su
división. De allí proviene la reivindicación del individuo.
El individuo es en última instancia el padre de la horda
primordial. Freud escucha en la reivindicación de la libertad
individual, la reivindicación del padre de la horda.
Hallamos entonces dos grandes tendencias en la
sociedad.
A la primera Ulloa la denomina “padecimiento
29
resignado”: aceptación pasiva de lo instituido, la resignación,
en el sentido de que el sujeto se siente impotente, que nada
puede hacer para transformar lo ya establecido. Se puede
deducir que esta posición de sometimiento hace necesario
suponer un Otro absoluto, omnipotente, sin falta. Predominio
de la pulsión de muerte lo llama Freud.
Un ejemplo de esta tendencia como ideología
imperante se vivió en la Argentina durante la década del
’90. Podríamos preguntarnos cuáles fueron los factores
determinantes que llevaron a esta situación de mortificación
generalizada. En principio, diremos que el alto grado de
mortificación de la mayoría de la población fue, entre otras
cosas, un efecto del terrorismo de Estado. Cuestión que
retomaremos más adelante.
La otra tendencia en pugna es la que Freud ubica
como propia de las pulsiones eróticas. Ulloa la llama de
resistencia y lucha contra el acostumbrado sufrimiento.
Esta posición es lo que el psicoanálisis considera
saludable. Freud destaca que gran parte de los pacientes
enferman en el esfuerzo por adaptarse a la realidad,
contrariamente a lo que sostienen otras corrientes de
pensamiento psicológicas. En cambio, la posición saludable
es la de aquél que en lugar de rechazar su deseo para
adaptarse, sostiene su deseo y trabaja para transformar la
realidad en el sentido de hacer posible su realización. En
esa vía podemos situar, por ejemplo, a los poetas. Si bien
Freud acepta que nada en nuestra cultura está dispuesto para
la felicidad, sin embargo, la pretensión de felicidad no deja
por eso de ser válida.
Estas definiciones que da Ulloa tienen la ventaja de
destacar la cuestión del conflicto. Sostener el deseo no es
sin conflicto. Poner en escena el conflicto implica la dimensión de la falta que hace lugar a la jugada del sujeto. La
30
ilusión de la omnipotencia funciona como un velo que es
necesario dejar caer, ya que encubre la dimensión de la
castración simbólica, lo más propio de la existencia.
La prevalencia del efecto de masa y su relación
mortificada al ideal.
La estructura de la masa, tal como la plantea Freud
es una cohesión dada en lo social que puede producirse
espontáneamente, aunque su modelo son las masas artificiales.
Es decir, creadas por instituciones que funcionan para
tal fin. Las instituciones que Freud toma para analizar
el funcionamiento de la masa artificial son las más antiguas
de la humanidad: la iglesia y el ejército. La cohesión de la
masa se produce a través del mecanismo de la identificación.
Tiene la siguiente estructura: consta de un líder, que ocupa
el lugar del Ideal del yo de los sujetos que conforman la
masa, que por esta coincidencia se identifican entre sí en su
yo, como un lugar de equivalencia.
La masa artificial más sólida es la de la iglesia
porque al constituir en el lugar del Ideal del yo una
abstracción simbólica, no corre el riesgo de disolverse.
Además, la doctrina de la iglesia, modelo de modelos, a
cada yo le plantea la exigencia de llegar a ser como el ideal,
pretensión desmesurada,teniendo en cuenta que el Ideal es
Dios mismo. Esta estructura que exige la identificación del
yo no sólo con los demás integrantes de la masa sino con el
propio Ideal del yo, es la más coercitiva.
Freud pone el acento en dos cosas, primero: el
sometimiento de los miembros de la masa ante el líder y
la ausencia de pensamiento crítico respecto de lo que éste
31
dice y hace, función que justamente estaría reservada a
la instancia psíquica del Ideal del yo. Segundo y como
consecuencia de lo anterior: el empobrecimiento subjetivo
que implica este tipo de estructura.
La masa se sostiene en una ilusión. Los integrantes
de la masa suponen que ese Otro que ocupa el lugar del
Ideal los ama a todos por igual, cosa por demás dudosa,
ya que el amor presupone la preferencia. Sin embargo, la
suposición del amor del líder hacia la masa es una condición
necesaria para mantener la cohesión de la misma.
Freud señala que el amor al líder de la masa es en todo
equivalente al que el hipnotizado tiene por el hipnotizador.
En cambio plantea diferencias respecto del amor erótico.
La relación de sometimiento ante el líder se distingue del enamoramiento por el caudal de aspiraciones
sexuales no coartadas en su fin. Cuando se produce la
satisfacción sexual directa durante el acto sexual se degrada
el Ideal. La dimensión propia de la sexualidad excede
ampliamente lo que se puede decir de ella, agujerea la
verdad.
Lacan sostiene que no hay relación sexual. El
lenguaje ha perturbado la relación de correspondencia entre
los sexos. Esta falta de complementariedad entre los sexos
se suple desde el significante de la falta que constituye lo
simbólico como tal. Dicha suplencia introduce un exceso que
escribe esta falta en lo simbólico. Ésta no tiene por función
reparar el déficit simbólico, sino más bien al contrario, su
función es mantenerlo. Es el obstáculo al Uno de la fusión
en la medida en que designa la ausencia de un Uno así.
Esta versión del amor refuta la versión humanista del amor,
según la cual los amantes se unen porque descubren que
tienen algo en común, así como los miembros de un grupo
comparten un Ideal del yo o causa en común. Según los
32
desarrollos de Lacan en el Seminario Aún, el amor es la
intersección de dos sustancias que no tienen ninguna parte
en común.
El amor sensual, sobre todo cuando aparece allí
una mujer como objeto erótico, es lo evitado por la masa
artificial (ya sea en su forma iglesia o ejército) para mantener
la cohesión de la masa. Freud sitúa al amor erótico como
el poder civilizador por excelencia, capaz de atravesar las
barreras establecidas por diferentes estructuras de masa. Ya
sea, racismo, pertenencia de clase, etc.
La singularidad de la relación de fascinación de los
integrantes de la masa con el líder es que han renunciado
totalmente a dicha satisfacción directa.
De la consideración de sentido común de que el
Ideal sería lo más elevado, sostiene Freud que también
se vincula con lo más primitivo: el Ideal no es otro que el
padre de la horda primitiva. Es el individuo, el indiviso,
el no atravesado por la ley de la cultura. Por eso la lectura
crítica que hace Freud de la masa no supone como otros
pensadores de la época una reivindicación del individuo,
sino que por el contrario, señala que el individuo es el ideal
de la masa.
El padre de la horda primitiva sería un equivalente
de otra representación de la misma índole, la madre fálica.
La masa es fundamentalmente solipsista, en tanto propicia
el sentimiento oceánico, un sensación de fusión con los
otros donde predomina la indiferenciación.
¿Porqué los sujetos son tan proclives a caer en el
efecto de masa? La ilusión de completud juega aquí un
importante papel. La dimensión del conflicto psíquico
inherente al sujeto del deseo inconsciente queda aquí
obnubilada y se cae en un anestesiamiento respecto de la
dimensión propia de la existencia. El placer que provoca
33
se halla en relación a la fusión con ese Otro primordial
omnipotente que no tiene límites, es una reedición de la
relación del infans con el Otro primordial.
Podemos decir que esta estructura no deja lugar a
la producción del sujeto del inconsciente. Genera un grado
importante de mortificación. En varios escritos esclarece
Freud que el predominio del Ideal en una estructura
psíquica no facilita una tramitación de los conflictos, y por
lo tanto genera una tendencia al padecimiento psíquico y la
enfermedad.
El Ideal está en el lugar de taponar la dimensión
de la falta. El ideal diría Lacan, es el Significante que se
presenta sin falla. No dejando lugar al enigma.
Ideal del yo y superyó son dos caras de la misma
moneda. Funcionan como una exigencia de completud para
el yo. Por eso Lacan le atribuye el “Goza” al superyó. En
tanto plantea una exigencia imposible de cumplir.
El efecto de masa promueve alienación al
significante, obstaculizando que el sujeto pueda separarse
de él. La masa establece una situación de dos lugares sin
tercero de apelación. Tiene esta característica en común con
la encerrona trágica.
La encerrona trágica está definida como: estar bajo
el poder de otro que lo destrata o lo desconsidera, y al que
no se somete de buen grado. El modelo de la encerrona
trágica es la tortura, que muchas veces parece calcada sobre
el fantasma de la castración imaginaria.
Si la encerrona trágica sostenida en el tiempo es
causa de la cultura de la mortificación, podríamos decir que
actúa facilitando el fenómeno de masa en el cual el sujeto se
encuentra en repliegue, obstaculizando la posibilidad de
desarrollar un pensamiento crítico acerca de lo que está
sucediendo.
34
El fenómeno de masa tiende a velar la dimensión
de la ley como falla del significante, de la ley en tanto es la
castración misma.
En la actualidad nos hallamos con los efectos
de la globalización del capitalismo. Podríamos situar al
fenómeno de la globalización como un intento de promover
un fenómeno de masas a través de los mass-media. Los
medios masivos de comunicación promueven sobre todo
una cantidad de ideales. Dichos ideales se encuentran en
relación directa al consumo. Es el brillo de los objetos
delmercado el que marca el valor de los sujetos, lo que
los hace deseables. Al mismo tiempo que los sujetos que
hicieron posible a través de su trabajo la producción de
dichos objetos subjetivados son transformados en objetos
descartables por el mercado laboral.
Este efecto del capitalismo lo describe Marx
como el fetichismo de la mercancía. Lo que se descarta aquí
es el valor de la producción del sujeto, fetichizándose los
objetos, es decir, los objetos del mercado tienen por función
taponar la dimensión de la falta . Lo que en el capitalismo se
pierde es el valor de uso de la mercancía, que es algo que no
puede intercambiarse en el mercado.
El capitalismo sería según Lacan un seudodiscurso
derivado del discurso universitario. Más relacionado con la
tecnociencia, prescinde del lazo social entre los sujetos. Esta
prescindencia hace que ofrezca a modo de señuelo un falso
plus de goce a través de la adquisición de los objetos, logra
enganchar así al deseo como un señuelo que sólo reproduce
la insatisfacción y por tanto incentiva siempre de manera
renovada el consumo.
Es llamativo que el capitalismo allí donde avanza
tiende a debilitar las relaciones comunitarias, que como el
lenguaje están construidas a través de las diferencias entre
35
los sujetos que producen lazo social.
Pareciera que los desarrollos de la tecnociencia
han hecho prescindible gran parte de la mano de obra y
tiende a la eliminación del sujeto, junto con la pretensión
de eliminar el conflicto social y los lazos comunitarios.
Algunas consecuencias psíquicas del terrorismo de
Estado.
La encerrona trágica atenta contra la subjetividad de
quien la padece, tanto como de quien la ejerce. Es causa de
la cultura de la mortificación, ya que para permanecer como
tal requiere de la complicidad de otros que callan. Se establece
la renegación, por un lado se niega que se niega la situación
horrorosa que está sucediendo, y por el otro, se la admite al
naturalizar o justificar el sufrimiento tomado como necesario, incluso inevitable.
Lo que se reniega, de lo que nada se quiere saber es
de la dimensión de la castración.
Esta modalidad de repliegue del erotismo ante el
avance del goce mortífero es siempre incestuosa. De un
Otro que en lugar de tener en cuenta al otro como sujeto, lo
toma como objeto de su goce.
El terrorismo de Estado deja a los ciudadanos en
su conjunto en una encerrona trágica al quedar cancelados
sus derechos ciudadanos ante el poderío de un accionar
impune.
Freud describe una situación de mortificación generalizada en “De guerra y muerte. Temas de actualidad” escrito
durante la Primera Guerra Mundial. La situación descripta se
puede definir hoy como un disimulado terrorismo de Estado
que se pone en marcha con la excusa de un enemigo exterior.
36
Pone el acento en la situación de padecimiento
sufrida por la población civil en posición pasiva, que tiene
como consecuencia una situación psíquica que él llama
de “miseria anímica” donde los sujetos se encuentran
desorientados y confusos.
Podemos leer el acto de la publicación del escrito
en la revista Imago durante 1915, como un modo de
intervención en la numerosidad social.
Reubica al lector en relación a la tramitación de los
dos grandes conflictos psíquicos con los que se enfrenta
en esa situación.
El primero al que se aboca es la decepción que
ha provocado la guerra sobre la cultura occidental y sus
efectos.
Afrontar la situación requiere aceptar la caída de
los ideales sobre los cuales estaba sostenido el Estado
occidental moderno. Ideales que incluso el Estado llega a
declarar ilícito someterlos al examen de la razón crítica.
En el ejemplo de la dictadura reciente en la Argentina,
se intentó eliminar la conflictividad social, eliminando a
aquellos sujetos que como líderes de las comunidad, se
resistían a la aplicación de las políticas que determinado
sector de la población quería imponer al resto. Se sometió a
la generalidad de la población a un terror sin nombre. Una
población mortificada.
Será necesario que se admitan los horrores
acontecidos e incluso la implicancia del silencio cómplice
y el consentimiento implícito para salir definitivamente de
la mortificación. Para eso es necesario cuestionar aquellos
ideales que nos impiden como sociedad confrontarnos con
lo acontecido.
En este punto retomo la referencia al texto de Freud,
37
el segundo conflicto que los sujetos debían procesar es
el cambio que se impone respecto de la posición ante la
muerte.
Lo primero que destaca Freud es la actitud de la
sociedad occidental de prescindir de la muerte, de eliminarla
de la vida. Freud resalta la forma hipócrita que ha tomado la
cultura occidental de relacionarse con la muerte.
También toma en consideración que en lo
inconsciente es muy distinta la posición del sujeto ante la
muerte propia, respecto de la muerte de personas queridas.
Ante la primera, lo que prevalece es la incredulidad. Por
más pensamientos racionales que se hayan construido al
respecto, el sujeto descree en la realidad de su propio fin.
En cambio, respecto de la muerte de personas
queridas la cuestión es más compleja. Tan compleja que
Freud considera que el conflicto sentimental emergente de la
muerte de los seres amados dio inicio al pensamiento. Ante
el cadáver de la persona amada nacieron no sólo la teoría
del alma, la creencia en la inmortalidad y una poderosa raíz
del sentimiento de culpabilidad, sino también los propios
mandamientos éticos. Nuevamente podemos leer aquí una
referencia al asesinato del padre primordial.
La muerte del ser amado desencadena un conflicto
psíquico que hasta ese momento se hallaba latente. El otro
amado es a la vez un extraño, alguien a quien más de una
vez de manera inconsciente se le deseó la muerte. Ante
la evidencia de la muerte emerge, además del dolor por la
pérdida del ser amado vivida como la pérdida de una parte de
sí mismo, la satisfacción que esa muerte le provoca. Surge
entonces necesariamente el sentimiento de culpabilidad
concomitante.
Más de una vez ha hecho referencia Lacan a
la importancia fundamental que tienen las ceremonias
38
mortuorias y la tumba respecto de la vida simbólica de ese
sujeto fallecido y sus implicancias para los descendientes.
Retorna aquí Antígona y su jugada respecto de la
dignidad de la vida humana más allá de los intereses que el
Estado pretenda invocar para socavarla.
De ahí la importancia de los rituales de enterramiento
y del duelo. Es por esto por lo que la práctica sistemática
de la dictadura de la desaparición de personas ha tenido
para nuestra sociedad consecuencias tan devastadoras
al imposibilitar a los familiares y a la comunidad en su
conjunto realizar el duelo por la pérdida.
Ulloa relataba en una conferencia que dio sobre
la clínica psicoanalítica en la numerosidad social, una
experiencia clínica con una madre ante el secuestro de su
hijo durante la dictadura. Ella repetía “Ojalá todavía esté
vivo” y luego con un estremecimiento y en voz casi inaudible
repetía otra frase que no se llegaba a escuchar bien. En esa
época ya se conocía el destino de torturas y vejaciones que
la dictadura deparaba a los secuestrados. Luego de varias
repeticiones de las mismas dos frases, logra escuchar la
segunda frase: “Ojalá esté muerto y ya no sufra”
Esta segunda frase dejaba a la madre identificada
con los asesinos. Ulloa le dijo entonces: “Fulanita, qué
tremenda encerrona trágica estás viviendo.”
El aceptar la verdad de lo que estaba sucediendo, hizo
posible que los familiares de las víctimas del terrorismo de
Estado pudieran recuperar la valentía. Hizo posible que las
madres enfrentaran el horror a través de una acción política
que apuntaba a denunciar directamente a los genocidas.
Freud dice en el texto sobre la guerra: “Tener más
en cuenta la verdad hace más soportable la vida”. El hecho
de admitir la tragedia, de no renegarla, por insoportable que
pueda resultar afrontar la verdad, hace posible la construcción
39
de una salida a esa encerrona por más desventajosa que sea
la situación.
Intervenciones clínicas en la numerosidad social.
Alcances y limitaciones.
Dice Freud que el primero de la fratría de hermanos
que logra separarse de la masa es el poeta. El poeta
construye el primer mito a partir de tomar el lugar del
padre: el mito del héroe. El héroe es aquel que mató por
sí solo al padre primordial representado como monstruo
totémico. Se apropia de la hazaña que sólo un grupo podría
haber realizado. Esta operación de desasimiento de la masa
a través de la función mito-poética no la produce el poeta
solamente para sí, sino que relata a otros el mito que ha
producido, haciendo posible el mecanismo de desasimiento
de la masa también para otros. Al tomar la palabra, el sujeto
se hace responsable de la hazaña del asesinato primordial
y logra romper el efecto de masa. “El mito es, por tanto,
aquel paso con que el individuo se sale de la psicología de
la masa.” 2
Si los oyentes pueden identificarse con el héroe, es por
compartir la actitud del poeta, llena de deseos irrealizados.
Aquí la dimensión del deseo irrealizado es esencial para
la función del poeta, que recurre a la función de suplencia
antes nombrada como propia del amor erótico, manteniendo
abierta la hiancia del deseo, como déficit simbólico.
A través de estos años del seminario de psicoanálisis
en ese lugar tan singular dentro de la universidad que es la
extensión, hemos ido descubriendo el nivel de eficacia que
el espacio ha tomado, ya no pensado desde la formación
2
Psicología de las masas y análisis del yo. 1921. S. Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.
40
sino más bien desde la clínica en la numerosidad social.
En ese sentido, el recurso a la poesía ha sido
invaluable. Un poema o una obra poética actúan en el
sentido de poner en relación lo que está sucediendo con el
complejo articulado de la teoría psicoanalítica.
La poesía rompe con la ilusión de las identificaciones
imaginarias, abriendo a partir de la propia implicancia
nuevas posibilidades de producción. Desencadena nuevas
escrituras, facilita que los diferentes participantes del
espacio tomen la palabra. Ya no desde el lugar del saber,
sino quizás desde la pregunta o el enigma.
La poesía facilita establecer la resonancia íntima
necesaria para la producción de pensamiento. El poema
introduce la dimensión de la ternura que abre vías hacia la
circulación de la palabra.
La coordinación del seminario ha tenido como
dirección poner en forma cada vez el deseo del analista en
acto. Y esto ha demostrado efectos clínicos dentro de lo que
se manifiesta como padecimiento resignado.
La definición de serie referida a la numerosidad
social en lugar de grupo, ha sido muy útil a la hora de leer
los efectos clínicos que se producen al conversar, cuando el
tema de conversación es la teoría psicoanalítica.
El seminario tenía por objetivo, sobre todo a partir
de 2006, instaurar un espacio de terceridad que hiciera
posible generar pensamiento acerca de las prácticas llevadas
a cabo por quienes, por desarrollar su tarea dentro de uno
de los distritos del país más golpeados por la pobreza, se
confrontan diariamente con los efectos de la cultura de la
mortificación.
Los que acuden a pedir ayuda, son aquellos que
dentro de las instituciones de las que se trate, cuentan
con más recursos. No están aún totalmente tomados por
41
la mortificación que anestesia ante el dolor, adormece e
incapacita para reaccionar.
Ha sido notable, sobre todo en aquellos participantes
del seminario que trabajan con los núcleos más duros de la
pobreza, cómo los ha aliviado la formulación realizada por
Ulloa que logra dar nombre a un padecimiento cotidiano
dentro de las instituciones.
Ulloa destaca el predomino en nuestra época de este
padecimiento psíquico al que denomina “el predominio de
la cultura de la mortificación”. Define al malestar en la
cultura teorizado por Freud del que hablamos más arriba,
como “violentación legítimamente acordada”, que permite
establecer las normas indispensables para el funcionamiento
de la cultura. Y lo distingue del “malestar hecho cultura”
como lo que sucede cuando esta violentación se hace
arbitraria en grados y orígenes diferentes formando parte
de una coagulación en la circulación libidinal, por ejemplo
dentro de las instituciones. Se establecen así situaciones
sin salida de violentación institucional que conforman
encerronas trágicas difíciles de disolver, donde los sujetos
en cuestión son maltratados o destratados.
“Suelo insistir en señalar que el paradigma de
esta encerrona es la mesa de torturas. Comencé a poner a
punto esta figura cuando trabajaba en Derechos Humanos,
precisamente con personas que habían sufrido distintas
formas de tormento. En la tortura se organiza hasta el
extremo salvaje una situación de dos lugares sin tercero de
apelación. Por un lado, la fortificación del represor; por el
otro, el debilitamiento del reprimido. Pero no es necesario
llegar hasta ese límite, ya que con harta frecuencia la
42
organización político-administrativa perfecciona los
lugares de marginadores y marginados, con el consiguiente
cortejo de encerronas.” 3
La permanencia en el tiempo de dichas encerronas
trágicas implica necesariamente la pérdida de la
funcionalidad de los operadores, aunque ellos mismos
sean ejecutores del maltrato. Estas “grotescas figuras del
demiurgo” suelen ser generalmente las primeras víctimas
de la violentación institucional. Ésta implica la presencia de
una intimidación que impide investir libidinalmente la tarea
que se desarrolla, que aísla su quehacer y lo vuelve una tarea
repetitiva desprovista de interés. En general este “síndrome
de violentación institucional” como lo denomina Ulloa,
va acompañado de una renegación que impide advertir las
condiciones en las que se vive, el clima de hostilidad intimidatorio imperante. En esta comunidad de individuos
aislados reina el empobrecimiento propio de la alienación.
Lo que se puede observar es una merma general del erotismo y del buen trato, que sólo puede ejercerse desde la ternura, sobre todo cuando la función es asistir al otro en su padecimiento.
“Puede pensarse que una institución donde lo instituido ha
cristalizado y obstaculizado los dinamismos instituyentes,
configura una neurosis actual en sí misma, más allá de la
presencia que este cuadro tenga en el nivel individual de
sus miembros. De hecho, la cultura de la mortificación bien
podría ser denominada cultura de las neurosis actuales.” 4
En la neurosis actual, no se trata del mecanismo
de represión que produce un síntoma como metáfora de
3
4
Novela clínica psicoanalítica. 1995. Fernando Ulloa. Ed. Paidós.
Ibid nota 3
43
lo reprimido, si no de un sujeto en repliegue. Falta allí la
producción subjetiva, merma el erotismo.
Uno de los efectos que produjo el seminario fue la
demanda de un espacio de control para trabajadoras de la
salud que operan dentro del ámbito educativo provenientes
de diferentes escuelas.
A modo de ejemplo, tomaré como referencia una intervención analítica en el ámbito de la numerosidad social, destacando algunas de las cuestiones que considero más relevantes
de esa experiencia. Un intento de conceptualizar prácticas.
La cuestión fue planteada desde el propio
padecimiento. ¿Es posible intervenir analíticamente dentro
de una institución cuando se forma parte de la misma y
hay una mortificación común? ¿Qué lugar para la escucha
analítica dentro de la institución escolar? ¿Qué hacer frente
a las modalidades anquilosadas de las instituciones que
condenan a los niños a la exclusión, y de la cual de algún
modo se es parte, con el sufrimiento que eso conlleva para
quien se halla sensible frente a la mortificación?
No voy a abundar en detalles de la experiencia, pero
quisiera situar algunos modos de intervención sorprendentes
a partir del desarrollo de estas preguntas.
La articulación del espacio de producción de
pensamiento del seminario sumado al espacio de control,
además del propio análisis de cada uno de las participantes,
hizo posible generar la terceridad suficiente como para
intervenir analíticamente en el ámbito institucional
produciendo transformaciones en diferentes niveles.
La situación podríamos describirla del modo
siguiente: buena parte de los actores institucionales se
hallan mortificados y los efectos que esto produce es que
el conflicto es renegado, expulsando de la institución a
aquellos niños depositarios de la conflictividad. Así la
44
derivación a los ámbitos de salud o a instituciones para
niños “discapacitados” son las dos modalidades que
incluyen hacer cargo a la familia del niño del problema.
En el ámbito de la salud también se los destrata, y así el
niño queda rebotando entre la institución educativa y la de
salud, sin que nadie se haga cargo de la cuestión, siendo los
padres los acusados de las consecuencias. La resultante más
común es que el niño deja de concurrir a la escuela, y los
padres se alejan de ella y de sus representantes.
Para atender el grado de mortificación que padecen
estos niños que han sido objeto del destrato escolar
acompañado del destrato social reiterado, no alcanza con
la escucha analítica de su singularidad, sobre todo si se
quiere intervenir sobre las consecuencias institucionales
que conlleva.
Las intervenciones apuntaron a romper los modos
de respuesta estereotipados de la institución ante el “niño
problema” y empezar a implicar a la institución escolar
respecto de lo que está sucediendo con los niños. Para ello,
se fueron generando modos de intervenir en el padecimiento resignado de docentes y autoridades dentro de la institución escolar.
Una de las estrategias que fue clave, es la de apuntar
a romper la encerrona endogámica restituyendo la circulación
libidinal.
El primer efecto producido por el espacio de control
fue que las participantes de la experiencia encontraron el
modo de salir del rígido esquema de pertenencia en relación
al lugar burocrático asignado, habilitándose para ellas una
circulación más libre entre distintas escuelas del distrito.
Esto fue posible a partir de hacer intervenir como terceridad
a las autoridades del estamento superior del sistema escolar.
Lograron así reducirse los efectos del maltrato institucional
45
sobre los propios agentes del cambio. De este modo ganaron
eficacia en las intervenciones y pudieron a la vez generar
espacios de reflexión e intercambio entre escuelas que antes
se comportaban como compartimientos estancos.
A partir de conversaciones informales con algunos
psicólogos y psiquiatras que suelen recibir las derivaciones
escolares, se abrió un grupo de producción de pensamiento
común (entre educación y salud) con la idea de recobrar la capacidad de atender a los niños en su padecimiento.
También se iniciaron conversaciones y espacios
de intercambio con diferentes organizaciones barriales
entre otras estrategias, cuyo principal objetivo es que la
comunidad en su conjunto pueda volver a apropiarse de la
institución escolar, rompiendo así el aislamiento productoefecto de la mortificación hecha cultura.
Las intervenciones dentro de las instituciones
escolares tuvieron como objetivo fundamental que los
diferentes participantes, sobre todo autoridades y docentes,
pudieran hablar de la mortificación existente en la escuela.
Para ello se generaron diferentes espacios donde este
padecimiento pudiera ser puesto en palabras y escuchado.
Para favorecer la producción de subjetividad se utilizó
el arte como una propuesta diferente que sustituye los
dispositivos de disciplinamiento acostumbrados. Ya que el
disciplinamiento no está dirigido solamente a los niños sino
también y en primer lugar a la estructura piramidal docente
en su conjunto. A la vez, se consideró importante producir
contentamiento en los participantes, recurriendo también
al juego e intentando reintroducir algo que brillaba por su
ausencia: la ternura.
Respecto de las limitaciones que encontramos en la
clínica de la numerosidad social, Ulloa indica que se puede
46
recuperar el contentamiento y la valentía, pero la lucidez
perdida por efecto de la mortificación no puede recuperarse
por esta vía. En principio, podemos leer “la lucidez” en el
sentido de recuperar plenamente la capacidad de ejercer
un pensamiento crítico, sobre todo respecto del propio
accionar. La recuperación de la lucidez es tarea principal
del análisis tradicional, lograda a través del despliegue de la
neurosis de transferencia, efecto privilegiado del propio
análisis. Hay aún otro ámbito que Ulloa señala como capaz
de generar este efecto: la acción política en la comunidad.
El artificio del poeta y el psicoanálisis
por Juan Eugenio Rodríguez
“Aquel que camina una sola legua sin deseo,
camina amortajado hacia su propio fune ral”
49
El artificio
Destaco la palabra artificio por tratarse de un
articulador fundamental entre poesía y psicoanálisis. El
inconsciente, nos dice Lacan, es una habilidad, un saberhacer con lalengua. Y agrega que, “Uno solo es responsable
en la medida de su saber hacer.” “¿Qué es el saber hacer?
Es el arte, el artificio, lo que da al arte del que se es capaz
un valor notable,…” 1
El lapsus, una de las formaciones de lo inconsciente,
produce una apertura por la emergencia del fallido rompiendo
la dirección del sentido común y provocando el efecto del
chiste como placer preliminar. Freud sostiene que “Existen
técnicas particulares creadas con el propósito de provocar
alteraciones tales en el juego de las fuerzas psíquicas que
lo mismo que de otro modo produciría displacer pueda por
una vez resultar placentero…” 2 El witz es modelo del saber
hacer inconsciente, alcanza la equivocación en su lugar y
estalla la risa. El inconsciente es testimonio de un saber en
tanto que en gran parte escapa al ser que habla. 3
Para Freud las formaciones de lo inconsciente son un
indicio del desconocimiento de la conciencia y el olvido es
testigo. La verdad reprimida es lo que retorna porque ya está
escrita en otra parte. Aparece bajo la forma de la metáfora
puesta en juego en el síntoma. Lo olvidado se recuerda en
los actos y puede leerse como aquello que causa, no sólo los
síntomas, sino los avatares de la historia misma del sujeto.
El poeta mediante su artificio logra que algo que
podría resultar displacentero resulte placentero, se vale de
su falta. Se dirige al espectador y como en la tragedia no nos
ahorra impresiones dolorosas, sin embargo, la experiencia
1
2
3
El Seminario. Libro 23. El sinthome 1975-1976 Jacques Lacan. Ed. Paidós.
La represión 1915. Sigmund Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.
El Seminario. Libro 20. Aún 1972-1973 Jacques Lacan. Ed. Paidós.
50
nos proporciona satisfacción. El poeta se encuentra atento a
lo que está sucediendo y en la puesta en escena del conflicto
produce el despertar de algo olvidado. “Los efectos de la
poesía debe ser darnos la impresión, no de descubrir algo
nuevo, sino de recordar algo olvidado” 4
Algo se realiza en el poema como en la realización
de deseos del sueño, al tomar la palabra el decir del poema
no se diferencia de un hacer. Por tratarse de un movimiento
no se ajusta al concepto, cada palabra pronunciada es una
obra poética, una experiencia, un instante. En la poesía lo
establecido es ilusión y el pensamiento crítico es inherente
a ella. El poema es el territorio fértil del sujeto y si el
psicoanálisis no escucha el poema no puede escuchar al
sujeto. La poesía es un medio decir y su lugar es lo imposible
de ser dicho.
Poesía y psicoanálisis representa una contribución
al pensamiento crítico y a la construcción de una teoría
crítica.
La escritura poética aporta un conocimiento del
sujeto de manera singular en la puesta en escena, un modo
para que esa escritura pase por la voz al tomar la palabra.
La poesía es una crítica del sentido común, descubre
nuevos e inesperados sentidos para quien se dispone a una
escucha flotante. El sujeto no es una palabra o una frase que
se puede decir, es lo que se escucha en lo entre-dicho. No
es el personaje lo que da valor a la poesía sino su voz. Es el
silencio sobre el fondo de las palabras.
El sujeto de la poesía se nos presenta por su voz
como acto del sujeto del deseo inconsciente. Es el vértigo
su anhelo al entregarse a esa voz, risa desahuciada de lo
verdaderamente serio,
4
Siete noches 1980. J. L. Borges Fondo de Cultura Económica.
51
Recuerdo, también, que con el tiempo,
ya sin ningún escándalo,
fui acostumbrándome
a ese hecho enigmático.
Y que llegué a leer
en esos rasgos, sin letras,
sin palabras,
todo un drama de soledad,
de angustia, de locura,
de demente aislamiento
sin salida,
de confinado encierro.
Conmovido, me di a pensar
que quienquiera que fuese
la humana criatura
que esos trazos hacía, estaba,
-así y todo-, intentando
decir algo.
¿Y acaso, ¡oh poetas!
puede a más aspirar, a más
que ese intento (¿os consolais?)
nuestra poesía (todo es engaño, es ilusión),
nuestro arte? 5
La política del sujeto en la poesía es su anhelo,
lo único que le queda de su acto. Y en ese movimiento
se produce un lugar para otros sujetos, sobreviene la
metamorfosis, ese nudo.
5
Odiseo Confinado. Leónidas Lamborghini. Adriana Hidalgo editora. 2005
52
Es falsa la oposición entre lo oral y lo escrito.
La oralidad no se opone a la escritura, no es ausencia de
escritura, la condición misma de la oralidad es la escritura de
donde regresa el olvido y se manifiesta como el testimonio
de la otra escena, lo inconsciente. En lo nimio, en lo incierto
encontramos el resplandor de la poesía y en su puntuación
se propician los efectos.
La poesía y su artífice llegaron antes que el
psicoanálisis, le llevan una soberana ventaja y representan
una contribución fundamental al pensamiento psicoanalítico,
como lo atestigua Freud al recibir en vida el Premio Goethe
en 1930. En las palabras brindadas al acontecimiento en
la casa del poeta dice, “En la “Dedicatoria” de su poema
Fausto la celebró con palabras que nosotros, los analistas,
podríamos repetir para cada análisis:
“De nuevo aparecéis, formas flotantes,
como ya antaño ante mis turbios ojos.
¿Debo intentar ahora reteneros?
……………………………………………
y cual vieja leyenda casi extinta
la amistad vuelve y el amor primero.”
…Goethe parafrasea el contenido de la vida
onírica con las palabras tan evocativas:
“Lo no sabido por los hombres,
o aquello en lo cual no repararon,
vaga en la noche
por el laberinto del pecho”
53
…Goethe siempre respetó a Eros, nunca intentó
empequeñecer su poder, siguió a sus exteriorizaciones
primitivas o aun traviesas con no menor atención que a
las sublimadas en extremo…” 6
Intento demostrar la importancia del encuentro entre
poesía y psicoanálisis, teniendo en cuenta diferencias y
entrecruzamientos. Es invalorable el aporte de la poesía a la
clínica del sujeto del deseo inconsciente, como así también
a la producción de cultura y su contribución es un modo de
intervenir frente a la cultura de la mortificación de renovada
presencia en nuestros días.
El artífice de la propia historia es una cuestión
vinculada con el propio análisis. Es fundamental para la
apropiación de la experiencia la apropiación de la palabra,
para poner en escena el conflicto que de lugar a la emergencia
del sujeto. En la pregunta ¿Cuál es su parte en aquello de lo
que se queja? Encontramos una inversión dialéctica que va
en el sentido de producir una rectificación subjetiva, y de
ese modo situar e implicar al sujeto respecto de su síntoma.
Un movimiento dialéctico para sacarlo de la creencia en el
destino irrevocable y así dar lugar a su responsabilidad.
Reconocemos que retroceder ante el propio deseo
permite el avance de un goce mortífero y es nuestro propósito
esclarecer porqué su marcha intenta disolver el conflicto y
en esa operación el sujeto queda coartado. Esta operación es
lo más propio de las neurosis actuales. El sujeto coartado no
puede ver la salida a su padecer, disminuyen sus recursos,
en apariencia no hay conflicto y esta fachada es inherente a
su modo de expresión.
La clínica psicoanalítica en su encuentro con la poesía
ubica el lugar del sujeto y al favorecer el uso de la palabra
6
Premio Goethe 1930. Sigmund Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.
54
alivia el sufrimiento reduciendo la coartación subjetiva. La
poesía en tanto imposible no puede aprehenderse como
Universal y se diferencia radicalmente del discurso lógico
hegemónico. La gran masa genera su soledad en redes
sociales sin cuerpos. Imágenes sin voz. El consumidor es el
actor principal del mercado globalizado. Los consumidores
masificados se encuentran indiferenciados por el efecto
mismo de la masa, las abstracciones de las grandes
corporaciones tienen propiedades hipnóticas más eficaces,
seducidos por falsificaciones del plus-de-goce. Decía
Pasolini a propósito de esta cuestión:
“El sentimiento de muerte se a decuplicado en este
mundo bárbaro, hecho de ciudades-cárceles, auto-rutas
implacables, de mal cine, de malos programas de televisión,
de falsas o triviales informaciones.”
La tecnociencia desestima a la poesía porque su
principal obstáculo es el sujeto e intenta suprimirlo. Favorece
efectos de aplastamiento del deseo que se manifiestan
clínicamente en la apatía y la depresión promoviendo una
verdadera cultura de las neurosis actuales, una verdadera
cultura de la mortificación.
Al estar la poesía regida por el cada vez singular,
valiéndose de la falta que la constituye, descompleta. La
poesía es una experiencia. En poesía como en psicoanálisis
no se trata del soberano bien sino del bien decir. Es muy
difícil, diría Lacan, excluir de aquellos que hablan la
dimensión de la vida. Dar lugar a la falta posibilita hacer el
amor. Se erige en una barrera frente a la pulsión de muerte y
mantiene la tensión al introducir el deseo en lo humano.
No es lo mismo el costo de la castración que lo
que se paga como sujeto coartado, puesto que junto con el
desadueñamiento del cuerpo se pierde el valor, se pierde
la lucidez, solo quedan reflejos defensivos. El capitalismo
55
globalizado y su modo de producción, la tecnociencia,
introducen la cuestión de los sistemas totalizadores que
tienden a forcluir al sujeto. A la industrialización a escala
mundial lo que le resulta verdaderamente problemático es
el deseo. Habría que recordar el cartel de bienvenida a la
entrada de Auschwitz, “Arbeit Macht Frei” (El Trabajo
hace Libre), monumento terminal de la cultura de la
mortificación.
La poesía como reserva de lo imposible es una
cuestión fundamental para el sujeto del deseo inconsciente.
La situación del deseo está profundamente marcada por la
relación del sujeto al significante. Por eso tomamos a la
poesía para valorizar el uso de la palabra deseo. Esto nos
permite comprender la creación poética en su relación con
el deseo inconsciente. El chiste, la agudeza, los mitos, la
poesía, todas forman parte de un juego inseparable del
psicoanálisis.
Lo que nos descubre nuestra experiencia en
el campo psicoanalítico aparece en la poesía en tanto
no hay correspondencia entre el deseo y el objeto. La
relación entre el deseo y el objeto está problematizada.
La evocación del deseo no se dirige en la poesía sino
a la verdad del sujeto. El poeta en la acción dramática
puede mostrar las articulaciones del deseo mismo.
El inconsciente freudiano no sostiene la negación de
la conciencia sino más bien la relación con la verdad como
irreductible al orden de lo que se puede articular como saber.
El inconsciente es una voz interrogativa que necesita ser
descifrada. Es una cadena de significantes que en otro
escenario se repite e insiste produciendo cortes en el discurso
del sujeto. Es ese capítulo de la historia del sujeto el que está
censurado.
La verdad es un más allá del saber del sujeto
que sólo puede ser dicha a medias, nombrada de sesgo.
Así se relaciona necesariamente con el campo de la
poesía, que comprometida con la verdad encuentra
56
su expresión más propia a través de la metáfora.
Freud al proponerse el desciframiento del
inconsciente encuentra en su lugar al deseo, se trata de
un deseo sexual infantil reprimido que se escenifica como
realizado.
El problema de la evocación del deseo atraviesa a
la poesía en sus diferentes momentos históricos. Cuando el
poeta utiliza la acción dramática para presentificar el deseo
pone en escena el conflicto que constituye al sujeto mismo.
No podemos pensar en la resolución del conflicto, solo
puede haber transformación resituando nuevas preguntas.
El psicoanálisis interviene a diversos niveles para
tratar con diferentes realidades fenoménicas, en tanto ellas
ponen en juego el deseo. Es especialmente como significativos
del deseo que los fenómenos residuales o formaciones del
inconsciente han sido desde el principio aprehendidos por
Freud. En los síntomas la intervención de la angustia es el
punto clave de su sobredeterminación en tanto erotizada
o mejor dicho “tomada en el mecanismo del deseo”.
La angustia es considerada por Freud en relación
directa con la causa de los síntomas, es fundamental
dentro de la clínica psicoanalítica ya que se encuentra
ligada íntimamente al deseo inconsciente y al acto creador.
El pensamiento freudiano hace posible pensar al
poeta ya no como un “genio” de naturaleza diferente a la
de los demás, sino como alguien más predispuesto al juego.
Citemos el texto de Freud del año 1920 “Más allá
del principio del placer” encontraremos allí una definición
de juego donde se presenta su función de ficción, es decir,
su función simbólica. Se describe el juego de un niño que
hace desaparecer y aparecer un carrete de madera atado
a una cuerda, ese juego repetido incansablemente es
acompañado de fonemas (fort-da) y todo ello promueve un
intenso placer. En la interpretación del juego reconocemos
una renuncia pulsional que representa una ganancia cultural
57
para el niño. Admite la ausencia del objeto de satisfacción,
su madre y sustituye dicha ausencia introduciendo objetos
(juguetes) que favorecen la invención en el lugar de la
ausencia. El niño logra a través de su acto sustituir dicha
ausencia mediante la ficción del jugar. La ausencia del
objeto hace posible el deseo. Además el acento del acto del
niño está puesto sobre todo en la ausencia, en el estar fuera,
que se repite.
“Es imposible que la partida de la madre le
resultara agradable, o aun indiferente. Entonces, ¿cómo
se concilia con el principio de placer que repitiese en
calidad de juego esta vivencia penosa para él?” 7
En la vivencia de la ausencia de su madre el niño era
pasivo, afectado por la situación, sin embargo, ahora en el
juego su papel es activo, la repite jugándola. Se trata de una
repetición con diferencia y en ella se pone de manifiesto
una ganancia de placer directa aunque la escena inicial se
haya presentado como necesariamente displacentera.
¿Cuál es la diferencia? ¿Qué se agrega a la escena
inicial? Estas preguntas nos reconducen al inicio de este
capítulo, puesto que el saber-hacer implica necesariamente
una apropiación y la diferencia resultante de esa operación
es el sujeto del deseo inconsciente.
El poeta fracasa en el intento de asir a la poesía y
es en ese fracaso donde reside todo su arte, se trata de una
insistencia desesperada por alcanzar aquello que se perdió.
Estamos alertados que el encuentro fracasa, siempre es
un reencuentro con lo que nunca es. Los hechos para el
psicoanálisis son en tanto dichos, el juego de los niños y el
poetizar nos recuerdan la ficción de los hechos y que solo
hay hecho artificial.
7
Más allá del principio del placer 1920. Sigmund Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.
59
El enigma, resguardo de la falta
“avanzando sobre nuestro fuego
sin poderlo apagar”
Leónidas Lamborghini
La poesía, el sueño.
Un psicoanálisis apunta a la verdad, a una
experiencia de la verdad. El problema está alrededor
del deseo y su interpretación. Cuando Freud en su texto
sobre los sueños se refiere a la realización de deseos,
lo que encuentra es una hiancia. En el relato del sueño
hallamos la marca del deseo. Cuando se pone en juego
un deseo actual se presentifica un deseo infantil. El
poeta se encuentra atento a lo que está sucediendo y un
acontecimiento actual despierta un recuerdo de la infancia
que causa el deseo y crea satisfacción en el poema. Si la
poesía tiene relación con el juego infantil es debido a que
lo que comanda es el deseo.
Abordaré la creación poética como un modo de poner
en escena el conflicto que da lugar a la constitución del sujeto
del deseo inconsciente. El conflicto es inherente al sujeto
del psicoanálisis e iremos fundamentando esta cuestión.
Articularé diferentes tragedias para poder destacar la
importancia de la propuesta de la poesía y en qué
contribuye ésta a esclarecer lo que nombramos como
conflicto dentro del campo psicoanalítico. Nos ocuparemos
para nuestro propósito de Edipo Rey, Antigona, Hamlet y
Medea y utilizaremos además de la escritura de Sófocles,
Eurípides, Shakespeare, Marechal, el aporte del poeta y
cineasta Pier Paolo Pasolini.8
8
Se sugiere la lectura de las obras citadas.
60
Una voz interior, dice Freud, nos impulsa a
reconocer el poder coactivo del destino en Edipo Rey,
ya que la leyenda del rey tebano hiere a todo hombre en lo
más íntimo. Las palabras con que el Corifeo pone fin a la obra
de Sófocles es fundamental: «Habitantes de Tebas miren; he
aquí a Edipo, que descifró los intrincados enigmas y ejerció
el más alto poder; aquel cuya felicidad y fortuna ensalzaban
y envidiaban todos los ciudadanos. ¡Miren en que cúmulo de
desgracias está envuelto!»
De la interpretación que hace Pasolini de la escena
con la esfinge podremos extraer un esclarecimiento,
Esfinge: Hay un enigma en tu vida ¿Cuál es?
Edipo: No lo sé, no quiero saberlo.
Esfinge: Es inútil, hijo.
Edipo: No quiero verte, no quiero escucharte.
Esfinge: Es inútil. El abismo al que me empujas está
dentro de ti. 9
En el mito de Edipo el enigma se refiere a la cuestión de la
existencia en el hombre y el héroe responde, de tal forma
que resuelve la pregunta desterrándola, empujándola al
abismo eliminando el conflicto que genera. Lacan dirá que
esta escena precipita las consecuencias de lo por venir.
Es este episodio el que da lugar al incesto y también al
advenimiento de la peste. No hay modo de escapar a las
consecuencias, en tanto la pregunta volverá a surgir
irremediablemente y es allí donde da inicio la obra de
Sófocles.
9
Guión de la versión cinematográfica de Edipo Rey. 1967. Pier Paolo
Pasolini.
61
En tanto Edipo no sabe, podemos considerar un
saber no sabido que sostiene el derrotero de la tragedia. Un
largo camino hacia el encuentro con la verdad del sujeto que
paso a paso se desencadenará, la verdad de castración. Si el
intento es abismar el enigma, no deja de ser una tentativa de
sortear el conflicto.
En Hamlet el drama se presenta de entrada, en tanto
que el padre sabe y se lo comunica a su hijo y aquí reside toda
su desgracia. El costo será precisamente el sujeto del deseo.
La frase del guardia del castillo resuena incesante “Algo
está podrido en Dinamarca”. Algo del enigma constitutivo
de la existencia ha sido ocupado por el Saber.
El drama edípico está abierto al comienzo y
no al final. El no saber del Otro es el fundamento de la
constitución del sujeto del deseo inconsciente, el deseo del
Otro es uno de los nombres del inconciente. Edipo había
actuado antes de pensar, antes de saberlo. La estructura de
Edipo está esencialmente constituida por eso. Él no sabía,
función de velo del inconsciente. El sujeto que habla está
sometido al significante, su radical ignorancia. La revelación
por el padre de la verdad de su muerte distingue Edipo de
Hamlet. El velo en Hamlet es levantado, aquel que pesa
justamente sobre la articulación de la línea inconsciente.
El padre sabía y porque él sabía, Hamlet sabe también.
La verdad de Hamlet es una verdad sin esperanza. La
pretensión de suturar la hiancia tiene como consecuencia la
peste, el sujeto coartado, desfalleciente a punto de perecer,
en definitiva, mortificado. Hamlet es la tragedia del deseo.
La tragedia a la que se enfrenta el hombre moderno.
La alusión a lo podrido al registrar el deambular
del espectro no deja de aludir a un crimen oculto, una serie
62
de desgracias se suceden a lo largo de la obra y parecen
no tener fin. La cuestión del duelo atraviesa la tragedia
shakesperiana. No han sido cumplidos los ritos funerarios
donde se satisface la memoria del muerto, ni el duelo que
nos permite elaborar su muerte, la muerte del padre. Sin el
juego simbólico de la tumba nos encontramos otra vez con
el empeño de negar la muerte.
Aquí es donde interviene Antígona ante el tirano que
prohibió los ritos funerarios de su hermano e intenta legislar
más allá de la vida, “…no creí que tus decretos tuvieran
fuerza para borrar e invalidar las leyes divinas, de manera
que un mortal pudiera quebrantarlas pues no son de hoy ni
de ayer, sino que siempre han estado en vigor y nadie sabe
cuándo aparecieron. No iba yo a enfrentar la justicia de los
dioses, por temor al castigo de ningún hombre.”
En la versión de Leopoldo Marechal, Antígona
Vélez sostiene su posición ante la arbitrariedad,
Carmen: ¡Está prohibido enterrar a Ignacio Vélez!
Antígona: Lo sé. Pero yo conozco una ley más vieja.
Uno de los personajes de la obra, la bruja, exclama:
¡Antígona está despierta!
Otra vez el enigma de la existencia que reaparece
frente a un Saber que no se admite como separado de la
verdad, como tachado. Una norma que desmiente la ley de
la cultura. Antígona se presenta como un ejemplo en donde
ella hace valer su posición de sujeto ante el tirano. Cuando
ella acepta perder, pero no claudicar frente a su propio
deseo, todo el poder del tirano se derrumba y lo arrastra
hasta la catástrofe. La masa, como dice Pasolini, consiente
pasivamente al tirano. La heroicidad de Antígona, es la del
63
sujeto del deseo, su valentía, su lucidez. Preservar el enigma
de la muerte como un lugar imposible.
En Edipo Rey se muestra la sobredeterminación
significante en la existencia humana, el lugar destinado
para el sujeto por el orden de las generaciones. Muestra
que la herencia del padre es su pecado, su falta. Lo que
falta es el significante que significa al sujeto. En tanto el
sujeto está inscripto en el orden significante, en relación
al Otro, como lugar de la palabra, hay un significante
que falta siempre. Al conjunto de los significantes le
falta algo. El significante que hace falta al nivel del
Otro, dice Lacan, el gran secreto del psicoanálisis.
Lo inconsciente para Lacan es una hiancia,
surco que forman las sucesivas huellas que deja el
objeto perdido. Y funciona en el lugar de la causa.
Causa el deseo porque se trata siempre del orden
de lo no realizado, de lo no dicho, de lo no nacido.
En todo sueño nos encontraremos con el
ombligo del sueño, como puro agujero en la red de los
significantes, nudo imposible, punto en el que el sujeto
se halla ligado a lo desconocido. Soy otro que aquél que
pienso que soy. No hay ningún significante que pueda
responder de eso que yo soy. Es una verdad sin verdad.
En el ser o no ser está la encerrona trágica de
Hamlet, que está estructurada en dos lugares sin tercero
de apelación. El ser se vincula con el Saber y tapona la
dimensión enigmática de la existencia, aquella que nos
exilia de nosotros mismos e introduce la falta en ser. La
carencia del padre, su pecado, hace posible la función y
da lugar a la inscripción del significante de la falta en el
Otro, un modo de nombrar el deseo del Otro. El no saber
del Otro es correlativo con la constitución del inconsciente,
de acuerdo al sueño “Él no sabía que estaba muerto”.
64
En el caso de Hamlet el padre sabe muy bien que
está muerto. Falta la falta, he ahí lo siniestro del drama. El
asesinato del padre es cometido por Edipo en lo inconsciente,
en cambio en Hamlet el crimen edípico es sabido. El padre
sabía que estaba muerto según el deseo mortífero que
lo llevo a la tumba, el de su hermano. Claudio lo que ha
hecho es una forma de Hamlet, es el deseo de Hamlet. En
los escrúpulos de conciencia, dice Freud, se trata de la
representación conciente de algo que debe articularse en lo
inconsciente, el deseo. El Otro de la madre no conoce el
duelo, la carne guisada en el funeral sirvió de fiambres para
la boda, dice Hamlet y el espectro parece más bien ese Otro
que Sabe, sin falta. Si el Otro no se presenta como barrado,
como no sabiendo ni aún muerto, no hay lugar para que se
constituya la pregunta acerca del propio deseo. Se trata de
la representación consciente de algo que debe articularse en
lo inconsciente.
La dimensión de desconocimiento, el velo de la
dimensión de la verdad tiene como función proteger al
sujeto. El hecho de que irrumpa a la conciencia resulta
perturbador (Unheimlich). La alucinación, la voz del espectro
que sólo Hamlet puede escuchar (envenenamiento por la
oreja), parece dar cuenta de que algo de la constitución del
inconsciente ha fallado. La aparición del espectro produce
como consecuencia el desencadenamiento de la obra.
Hamlet es culpable de ser. Es insoportable ser. El
que sabe, contrariamente a Edipo, es alguien que no ha
pagado el crimen de existir. El acto de Edipo sostiene la
vida de Edipo. Mientras que nada sabe, encuentra una salida
por la vía de la castración.
El lugar que tiene la tragedia en las prácticas sociales
del psicoanálisis es de suma importancia porque nombra
la articulación de poesía y psicoanálisis. La tragedia nos
65
muestra cómo el poeta pone en escena el conflicto, conflicto
fundante del sujeto del que se ocupa el psicoanálisis.
He dejado para el final de este apartado, la tragedia
Medea, porque su fuerza vital contribuye al nudo del planteo
de esta escritura. La otra escena, la otra satisfacción están
del lado freudiano, del lado del inconsciente y el síntoma
en psicoanálisis es una de las expresiones de la lucha contra
todo disciplinamiento.
En las neurosis de transferencia descritas por
Freud, encontramos en el síntoma histérico el monumento
recordatorio del deseo reprimido, el retorno de lo reprimido.
En cambio, las neurosis actuales nos presentan la coartación
del sujeto del deseo hasta los límites de la vida, en la frontera
con la muerte: el predominio es el del goce que mejor no. La
cultura de la mortificación empuja y arroja a los sujetos al
límite de la supervivencia y la neutralidad del psicoanálisis
frente a esta cuestión resulta inaceptable.
En la puesta en escena de Medea de Pasolini, ella ocupa
el lugar de una mujer que apuesta por su deseo, su jugada
por Jasón es radical y no tiene vuelta atrás. Es una posición
desprovista de hipocresía. Hay un punto de no retorno, Medea
traspasa ese punto y se dirige a su antiguo mundo
desconsolada,
“Háblame, tierra. Déjame oír tu voz. Ya no recuerdo tu voz.
Háblame, sol. ¿Dónde debo ir para oír tu voz? Háblame,
tierra. Háblame, sol. ¿Os habéis perdido, tal vez para no
regresar jamás? Ya no puedo oír lo que decís. Hierba,
háblame. Piedra, háblame. Tierra, ¿Dónde está tu sentido?
¿Dónde puedo encontrarte de nuevo? ¿Dónde está el lazo
que te unía al sol? Toco la tierra con mis pies, pero no la
reconozco. Miro al sol con mis ojos, pero no lo reconozco” 10
10
Guión de la versión cinematográfica de Medea. 1969. Pier Paolo
Pasolini.
66
Algo se perdió, ya nada será como antes. Frente a lo
irremediable solo su deseo le permite sostener la valentía.
Confrontarse con la verdad le permite continuar. Dar lugar
al conflicto solo es posible si se le da lugar al sujeto, con la
verdad que ello comporta. Una existencia anestesiada no
reconoce esta verdad.
Un Quirón desdoblado se encuentra en la ciudad con
Jasón y le recuerda al antiguo Centauro de su infancia, “Es
su influencia, a pesar de tus cálculos y tus interpretaciones,
la que te hace amar a Medea”, Jasón responde “¿Amo a
Medea? ¿De qué me sirve saber todo esto?” El deseo de
esa mujer interroga su propio deseo del cual nada quiere
saber.
El mundo de Jasón es utilitarista y el deseo de
Medea es descalificado, sospechado y hasta repudiado.
Ella no entiende la conveniencia de su matrimonio
con la hija del rey porque su problema es la cama,
“…me resulta útil ayudar por medio de los descendientes
futuros a los que viven. ¿Acaso he tomado una resolución
incorrecta? No lo mencionarías tú si la cama no te diera
tanta rabia. Pero hasta tal extremo infranqueable llegáis las
mujeres que consideráis que si marcha bien el lecho nupcial,
lo tenéis todo, pero si, al contrario, alguna desgracia llega
a ocurrir con eso, concebís las cosas más provechosas y
bellas como las más enemigas. Sería necesario que los
hombres engendrarán hijos de alguna otra manera y que
no existiera el sexo femenino; así, por cierto, ninguna
imperfección habría para los seres humanos.” 11
Las consecuencias se desencadenarán de manera
irremediable para Jasón, quien asiste a su propia catástrofe
11
Medea. 431 a. C. Eurípides. Ed. Biblos 2004 – trad. César Guelerman.
67
mientras escucha las palabras de Medea que le dicen:
“Empujaste al abismo a tu mujer y a tus hijos buscando la
perfección y ahora el abismo está en ti”
Lo enigmático descompleta el Saber, causa el
deseo y provoca temor. Las presentaciones que llevó a cabo
Oscar Masotta en Vigo en el año 1976 llevaron el título
“El resguardo de la falta”. Al iniciar un comentario clínico,
dice que ocupar el lugar del analista significará prestar oído
a eso que se juega en el discurso del sujeto; permitir que se
articulen y elaboren las faltas en relación a la palabra, en
relación a sus enigmas, poder escuchar aquello que cojea en
el Saber. Quizá la mujer del caso clínico, en su investigación
sexual, temía encontrar eso mismo que buscaba: Que no
hay Saber acerca del objeto de la pulsión.
Medea es temida en Corinto y el modo que encuentran
de resolver el conflicto que ella representa para ese mundo,
es el destierro, que en aquellos tiempos para una mujer
significaba la muerte. Asesinar al sujeto para desterrar el
conflicto, eliminar la pregunta.
No hay Saber sobre el objeto. En Freud la falta tiene
lugar teórico. Nada se quiere saber de que hay enigma, nada
se quiere saber de la castración. El goce de la mujer, uno
de los nombres del inconsciente, descompleta el Saber. El
Uno de la fusión Universal por fin cuestionado. El goce
del cuerpo del Otro sigue siendo pregunta a pesar de tanta
sexología y especialistas del coito. Nada se quiere saber
de que tratándose de cosas sexuales uno se las tiene que
arreglar solo. La fusión complementaria que eliminaría el
conflicto encarna el ideal del bronce, sin vida. El triunfo de
Eros tanto como el triunfo de Tánatos, como decía Freud,
en cualquier caso de desmezcla, quien resulta victoriosa es
la pulsión de muerte.
68
Hacer el amor, es poesía. Los místicos como el
poeta San Juan de la Cruz, vislumbran la idea de que debe
de haber un goce que esté más allá. Un más allá del goce
fálico. Su testimonio esencial es justamente decir que lo
sienten, pero que no saben nada,
“Ese goce que se siente y del que nada se sabe ¿no es acaso
lo que nos encamina hacia la ex-sistencia? ¿Y por qué no
interpretar una faz del Otro, la faz de Dios, como lo que
tiene de soporte al goce femenino?” 12
La poesía siempre resguarda la falta, el heim, la casa
del sujeto, y sin sujeto en estos términos descriptos, no puede
considerarse a una obra, una obra de arte. Lo que conmueve en
la poesía es la metáfora del sujeto, siempre portadora de la
falta.
Dice Lacan que lo mínimo sería que los
psicoanalistas se dieran cuenta que son poetas. El poeta nos
muestra algo que muchos años más tarde el psicoanálisis
logra teorizar. No hay en el Otro, como lugar de los
significantes, ningún significante que pueda responder de
eso que yo soy. No hay entre los significantes uno que sea
garante de la verdad. Es la estructura significante misma
la que se encuentra barrada, en el sentido de que hay
algo de la vida que se le escapa, que no puede nombrar.
Por eso, para el psicoanálisis la verdad que
encontramos al nivel del inconsciente es una verdad sin
rostro, es una verdad sin verdad. No hay más verdad que
la verdad de castración. En tanto el sujeto se encuentra
atravesado por la castración es posible la emergencia de su
deseo.
12
El Seminario. Libro 20. Aún 1972-1973 Jacques Lacan. Ed. Paidós.
69
Psicoanálisis
“Hay que dejar una huella
de este viaje que la memoria olvida”
Jean Cocteau
No hay ningún impasse entre la posición del
analista y lo que se hace por la extensión. Todo sujeto es
siempre sujeto social y lo inconsciente no es una interioridad,
es acción expansiva que se encuentra sobredeterminada por
el contexto.
Tomar la palabra ante la numerosidad social
representa un ejercicio de apropiación. Diré por ahora
que un pensamiento en uso, como valor de uso, apunta a
cierta construcción colectiva singular. El psicoanalista en
la clínica de la numerosidad social no predica teorías, de lo
que se trata es de ser estimulado por lo que está sucediendo.
Por eso, dirá Lacan, no vengo a disertar sobre psicoanálisis,
vengo a hacerlo.
Lo inconsciente no resulta de lo manifiesto, sino de
lo potencial, en tanto está vinculado con aquello a advenir.
En la numerosidad social se tendrá en cuenta la serie que
implica tantas singularidades como sujetos se encuentren
involucrados. La serie da cuenta del uno más, en tanto
cada sujeto es uno más y a la vez, cada vez que toma la
palabra se juega su singularidad. Se cumple la condición
de apropiación y producción subjetiva. Esta definición
permite resolver los fenómenos de masa donde predomina
la indiferencia, causal frecuente de mortificación.
La clínica psicoanalítica como proceder crítico
70
permanece atento a las contingencias del sujeto en
la numerosidad social, atento a intervenir sobre la
coartación del sujeto deseante para favorecer su expresión
singular. Operar en el sentido de disolver todas las
formas de padecimiento resignado que se expresen.
En nuestra práctica asistimos a la frecuente
adecuación de alarmantes mayorías a condiciones de
resignación, donde se sostiene que la realidad es así, en sí
misma. Se naturalizan las peores condiciones y hasta se
justifican teóricamente.
La indolencia de grandes masas sociales con distintos
grados de complicidad, representan diversos matices de la
renegación. Lo repudiado retorna como malestar quejoso,
puesto que lo que se repudia tiene que ver con sacrificar
parte de la realidad. La verdadera cuestión es confrontarse
con las causas de la mortificación.
Cada vez que se intenta desestimar el conflicto como
irritante, se favorece el padecimiento.
Toda realidad se encuentra sometida a la posibilidad
de nuestra intervención para transformarla.Desde
esta afirmación se puede sostener que el psicoanálisis
es una segunda oportunidad. El sujeto se encuentra
mortificado por algunos significantes. Descubrir a
qué significantes se encuentra encadenado modifica
la sobredeterminación fantasmática de su realidad.
Saber-hacer con su síntoma implica, en principio,
asumir críticamente su posición pasiva de resignación.
Lo frecuente en la clínica de la numerosidad social es la
constatación de neurosis actuales, la manifestación más
propia de la cultura de la mortificación. La intervención
analítica puede facilitar la salida de un estado de congelación.
La llamada cultura de la mortificación que involucra
a sectores cada vez más amplios de la sociedad, tiene una
71
estrecha relación con el sistema de producción industrial
en escala. Éste desembocó en el llamado capitalismo tardío
o tecnociencia y se presenta como autorregulado, sin
diferencias, sujetos fabricando su soledad al mecanizarse.
No se quiere más deseo, se lo rechaza, porque el deseo
absorbe tiempo al tiempo del trabajo. Pero el deseo, dice
Pasolini, puede ser usado por la publicidad para vender
autos, aspirinas, electrodomésticos, sujetos, etc., en tanto se
transforman en mercancías y se esfuma su valor de uso.
Revelar el carácter de fetiche de la mercancía, su
brillo, nos permite adentrarnos en las cuestiones planteadas
por Freud en su texto sobre “Fetichismo”. Recordemos que
el fetiche comporta un goce solipsista (solus ipse) que ni
siquiera es considerado por el sujeto como un síntoma. En el
caso clínico que presenta, aparecen dos significantes, uno es
el brillo y el otro la mirada. El fetiche no representa cualquier
sustituto, sino el sustituto del falo materno. El último bastión
de la premisa Universal antes de la confrontación con la
castración, premisa a la que no se pretende renunciar.
El destino de la idea o representación del encuentro
con la castración, es la renegación. La resultante del
conflicto es el repudio de la castración y la instalación
del fetiche como modo de sacrificar parte de la realidad,
“…el horror a la castración se erige a sí mismo una
especie de monumento al crear dicho sustituto.” “subsiste
como un emblema del triunfo sobre la amenaza de
castración y como salvaguardia contra ésta.” 13
He de destacar que la cuestión fundamental reside
sobre todo, en el repudio de la realidad para conservar un
goce para uno mismo solo. El predominio de la voluntad
individual, el discreto encanto de la mercancía,
13
Fetichismo. 1927. S. Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.
72
Cruel en el cartel,
la propaganda manda cruel en el cartel,
y en el fetiche de un afiche de papel
se vende la ilusión,
se rifa el corazón...14
La tecnociencia niega el arte, se impone y aniquila
todo sentimiento que no quiera servirla, tiende a abolir al
sujeto. Su manifestación clínica más patente son las neurosis
actuales. Repudiar la muerte es un modo de abandonarse
a la mortificación, que debemos aclarar no es la muerte,
sino luz mortecina, resignación, marcado empobrecimiento
subjetivo, mal humor. Encontramos una merma generalizada
de la producción erótica. Ulloa llama a una forma terminal
de esta cultura de la mortificación, manicomialización.
El accionar crítico desaparece y predomina la queja o la
justificación. La preeminencia de la estandarización y el
cálculo favorece el maltrato.
Debemos empezar a definir la apropiación de la
palabra como una forma de nombrar el saber-hacer, diferente
del Saber mortificado. El analista en la numerosidad social
podrá recrear en la comunidad funciones ausentes, funciones
de terceridad colectiva y así hará posible la circulación
dramática del conflicto. Allí se producirá pensamiento.
Cuando se presenta el malestar, se debe destacar la posición
de aquellos que no repudian el conflicto.
Siempre se presenta como controversial la tarea
de favorecer la emergencia del conflicto. Sin embargo,
las confrontaciones críticas son imprescindibles para la
construcción discursiva de la verdad. El inconsciente
irrumpe en el pensamiento conciente, abre una grieta en
el hombre monolítico dando lugar a la división. Permite la
14
Afiches. 1956. Tango. Letra: Homero Expósito.
73
emergencia del sujeto del deseo inconsciente.
La puesta en escena propiciada por la presencia del
analista, es un recurso de la clínica de la numerosidad social
que favorece el despliegue del conflicto, dando lugar a otro
recurso fundamental de esta clínica que es la multiplicación
dramática. Que circule la voz irá enhebrando en cada sujeto
lo inconsciente flotante, una voz que surge desde un fondo
de silencio, nos conmueve. Cuando Medea dirigiéndose a
su antiguo mundo dice, “Háblame, tierra. Déjame oír tu
voz. Ya no recuerdo tu voz”, es su propia voz la que busca
desesperadamente, su catástrofe espiritual se expresa en ese
poema. Su desasosiego como mujer es el grito del sujeto en
el confín de su albur.
libre de la complicidad
con “lo poético”
asome
tu duro estallido
de palabras
golpeando
rompe el mito
de que has nacido antes que nada
para expresar “lo bello”
para decirlo ante todo
“bellamente”
¡Comienza a abandonar esos prejuicios! 15
La poesía más que apuntar a lo bello, se dirige a la
verdad. Su operación va en el sentido de la verdad. Poner
en escena el conflicto de la ex-sistencia, de la división,
representa su arte. Soy el viento en el viento, soy el que
tiembla. La voz en la que nada.
15
El solicitante descolocado. 1971. L. Lamborghini. Ed. de la Flor
74
El psicoanalista en la numerosidad social se entrega
a sus ocurrencias y se guía por ellas aún a riesgo de
perderse. Es que allí donde se pierde, se encuentra como
una iluminación furtiva que se vale de otro que él para
expresarse y así cumple la condición de apertura.
La puesta en escena del conflicto introduce el
deseo y da lugar al pensamiento, al diálogo, reduciendo los
efectos de la angustia tóxica y favoreciendo la circulación
de la palabra.
La cultura de la mortificación, en lugar de buscar
que se diga todo, que se cuente todo en todas partes,
propicia “mostrarlo todo”, “que se vea todo”, el brillo, la
mirada. Pero que no se hable, eliminar la pregunta, asesinar
al sujeto.
Mostrarlo todo coincide con la pretensión del
ideal que favorece la indiferenciación. La cultura de la
mortificación se vale del ideal del yo como una de las
versiones del superyó y Lacan nos advierte sobre el avance
de su predominio en su conocida exposición “Radiofonía y
Televisión”.
Los grupos altamente organizados y durables
muestran una beligerancia manifiesta hacia la diferencia
sexual y el amor sensual, porque interfieren en la
formación de esos grupos. La cultura de la mortificación
es una expresión manifiesta de esta cuestión. Si
consideramos a la manicomialización como el grado más
alto de disciplinamiento, es también el más alto grado de
indiferenciación.
La tendencia a la idealización va contra el amor
sensual. Las mujeres como Medea pueden representar, para
ciertas organizaciones segregacionistas, un defecto
desgraciado que atenta contra la sociedad. La premisa
Universal exalta el falo materno y desestima la castración,
soporte del deseo.
75
La disminución del amor sensual en la población,
la mengua de la producción erótica, es un indicador de la
presencia generalizada de la cultura de la mortificación.
La satisfacción sexual directa degrada el ideal. El
amor sensual produce la sobreestimación sexual, producto
de la preferencia que no desestima las diferencias.
El predominio del ideal indica que en lo inconsciente
se han conservado los objetos incestuosos. Esta cuestión
es la responsable de la impotencia psíquica que puede
desencadenar una impotencia absoluta. El costo más elevado
es el de la merma del erotismo con el consiguiente avance
de la mortificación.
Si se produce, por la vía de la satisfacción sexual
directa, la degradación del ideal, la sexualidad puede
manifestarse y es posible alcanzar el placer sexual. Degradar
a la madre significa ganar el objeto para la sensualidad.
Degradar a la madre es no admitir que las mujeres sean
fagocitadas y hacer posible su fundamental contribución al
amor sensual. Esto es de importancia trascendente para una
cultura alejada de la mortificación.
“Prescindiendo de tal extensión del concepto de la impotencia
psíquica, y atendiendo tan sólo a las gradaciones de su
sintomatología, no podemos eludir la impresión de que la
conducta erótica del hombre civilizado presenta generalmente,
hoy en día, el sello de la impotencia psíquica.” 16
La vida erótica verdaderamente satisfactoria se
obtiene por la operación de superar el horror ante la
degradación del ideal.
Debemos necesariamente diferenciar el amor sensual
del ilusorio amor universal. Este último se constituye por la
proscripción de las pasiones.
16
Sobre una degradación general de la vida erótica. 1912. S. Freud.
O.C. Traducción J. L. Etcheverry.
76
Recuperar la palabra implica recuperar la pasión. Y
también recuperar las diferencias que surgirán del ejercicio de
tomar la palabra. Dar lugar al decir, es dar lugar al de-ser,
al deseo.
Un concepto fundamental para poder pensar cómo
alojar al sujeto de la experiencia analítica, es el de resonancia
íntima. Una escucha atenta a un decir que no es vacío, que
incluye al cuerpo y su temblor. El poeta escribe un poema,
dice un poema y esos versos lo hacen a él. Tanto el poeta
como el psicoanalista están habitados por la palabra. La
experiencia de ambos es fundamentalmente una experiencia
de la palabra.
Una palabra mirada como escena, los significantes
puestos en escena, favorecen la transferencia intertópica, la
transferencia simbólica, que genera efectos dramatúrgicos
y multiplica su eficacia para hacer del inconsciente
pensamiento. El texto dramático circula y permite su
apropiación en la serie del uno por uno. Recobrar la pasión
como modo de luchar desde el deseo, involucrando en
ese mismo movimiento la ley y la comunidad. Asumir la
dirección de la cura sin marcar una dirección.
La puesta en escena del conflicto involucra la
emergencia del sujeto, en tanto propicia aquellos enigmas
que atraviesan la ex–sistencia. El fondo de desconocimiento
que nos constituye como sujetos del inconsciente es un
saber no sabido que está en el centro de nuestras vidas.
Cuando Edipo, en la versión de Pasolini, dice: “Ahora
todo está claro. Deseado, no impuesto por el destino” se
confronta con su verdad. Un abismo que lo habita y que
deberá asumir como castración. Todas las resistencias
contra el psicoanálisis radican en un no querer saber nada
de eso. A la vez asumir el propio deseo es aceptar que no
hay Saber sobre el objeto, que el Saber está en falta.
77
Ulloa rescatará
del
concepto
freudiano
Durcharbeiten, un concepto de su propio cuño; la perelaboración. Destaca del trabajo a través de, lo que perdura
en el tiempo. A partir de la interpretación analítica es lo
que se elabora de lo inconsciente, a través del tiempo hasta
hacerse conciente, quebrarla repetición
y producir
recuerdo. Hacer conciente lo inconsciente requiere de la
per-elaboración. Es un recurso curativo y su incidencia es
decisiva en la creación poética.
Destacar en el campo psicoanalítico la tarea oculta de
la per-elaboración diferencia al psicoanálisis de las prácticas
sugestivas. Designa la actividad del sujeto que transforma
aquello que le es dado desde el Otro como caudal heredado
en apropiación subjetiva: “me doy cuenta que siempre supe
lo que acabo de saber... para volver a olvidarlo”. Se vuelve
a olvidar aquello que fue un vislumbre de lo inconsciente.
Lo inconsciente y su condición de atemporalidad
nos permiten esclarecer la neurosis infantil de los adultos.
Demostración clínica de la improcedencia de toda lectura
evolutiva del padecimiento subjetivo al aparecer como
“eterno” produciendo síntomas. En cuanto surge el “Deseado,
no impuesto por el Destino”, accede a la conciencia ese saber
no sabido, aunque más no sea por un instante. Destituye la
condición de “eterno”. El olvido de lo fugazmente sabido
transforma lo reprimido. Se transforma lo inconsciente
propiamente dicho y esa tarea es la de la per-elaboración.
Dirá Ulloa que la per-elaboración es el arduo y
silencioso camino por el que se transfiere (transcurre) lo
reprimido entre una y otra tópica del aparato psíquico. Un
lento aproximarse, no ya hacia el núcleo reprimido, sino de
éste a la temerosa conciencia; produciendo aquel me doy
cuenta que siempre…
Si bien la per-elaboración es un recurso que extrae
el máximo de provecho en una cura analítica tradicional,
78
tiene su lugar destacado en la intervención psicoanalítica en
la numerosidad social. Sobre todo, cuando la interpretación
se dirige a las causas de la mortificación, puede motorizar
este recurso de decisiva importancia para destituir el
padecimiento resignado. Ya que, en las neurosis actuales,
el sujeto se encuentra coartado pero aún nos dirigimos a un
sujeto del deseo.
El analista en el campo de la numerosidad social
interviene o da testimonio de aquello que no se puede
ocultar. Un real que se quiere desestimar y nos empuja a
una situación sin salida. Explicita aquello que si se oculta,
no permitirá su elaboración. Confrontarse con la verdad
hace posible la vida. Edipo recupera su deseo y establece
una barrera contra la imposición de un goce mortífero. El
develamiento de la verdad es un arduo y lento transcurrir
que se devela ante el pueblo de Tebas. En el seminario
sobre la angustia, Lacan sostiene: ¿por qué no deseo de
castración?, ¿por qué no se trataría de la búsqueda de la
castración como modo de acceso al deseo?
Voy a concluir con un aporte clínico estableciendo
tres movimientos.
El primero se da en la clínica de la numerosidad social.
Es frecuente que nos encontremos con un padecimiento
propio de las neurosis actuales, donde la resignada
mortificación se presenta como un pasado que se actualiza
permanentemente. Esto no quiere decir que este tipo de
padecimiento no se nos presente en la clínica de
consultorio. Recupero la idea de Lacan que dice que no hay
ningún impasse entre la posición del analista y lo que se
hace por la extensión. La diferencia se puede establecer
en los alcances de cada clínica.
El segundo movimiento se refiere a lo más propio
de la clínica de consultorio, aunque no exclusivo. Quizá
su singularidad radique en el artificio del analista para
79
transformar una neurosis “actual” en una neurosis de
transferencia. El sujeto en una neurosis actual es un sujeto
coartado. Lo cual no quiere decir no transferencial, sino
un supuesto hombre monolítico/indiviso donde predomina
el goce mortífero por sobre el deseo. En cambio, en las
llamadas neurosis de transferencia se presentifica la división
subjetiva. El síntoma en la neurosis de transferencia ha
tomado forma de pregunta. Hay demanda de alivio del
sufrimiento, algo del deseo comienza a desplegarse.
Una de las virtudes de la clínica de la numerosidad
social es producir una demanda en aquellos sujetos
resignados. Más adelante he de referirme al deseo del
analista como aquel que aloja el deseo del otro, que da
cierta prospectiva, cierta apertura.
Para situar un tercer movimiento, nombraré la
clínica psicoanalítica propiamente dicha, abandonando
quizá el debate en torno a psicoanálisis en el campo social
por oposición al psicoanálisis en el campo individual. La
clínica psicoanalítica nunca es individual, se dirige al sujeto
del deseo inconsciente infantil sexual reprimido y el deseo
es el deseo del Otro. Aún las psicosis no pueden ser definidas
por ausencia de lazo social, son parciales y representan
antes que una consideración psicopatológica una posición
subjetiva. La clínica de las psicosis lo atestigua.
Entonces, el tercer movimiento tendría que ver con
el propio análisis, definiéndolo como la apropiación por
parte del sujeto del instrumento analítico. Debemos recordar
el pasaje que va de una posición pasiva ante el Otro, donde
se le adjudica el Saber absoluto, a aquella posición donde
se le puede mentir al Otro. Dado que el Otro no sabe nada
del enigma que lo constituye, su propio deseo. No quedar
ubicado ya como causa del deseo del Otro, sino como
consecuencia del deseo del Otro, lo inconsciente. Dirá
80
Lacan en el seminario sobre la angustia,
“Si el síntoma es… implicable por entero en el proceso de
la constitución del sujeto en la medida en que éste tiene
que hacerse un lugar en el Otro, la implicación de la causa
forma parte legítima del advenimiento sintomático. …la
causa implicada en la cuestión del síntoma es, si ustedes
quieren, una pregunta, pero de la que el síntoma no es el
efecto. Es su resultado. El efecto es el deseo.” 17
La pasión vocacional define al propio análisis. El
psicoanálisis se presenta como una práctica que favorece la
curiosidad, sobre todo, la curiosidad del sí mismo. Ocupa
un lugar fundamental en la capacitación de un analista.
Cura y curiosidad están estrechamente articuladas, siendo
una función de la otra. Representa la disposición que uno
va teniendo como una adquisición autobiográfica a través
de los años.
El propio análisis favorece el pensamiento crítico
dando lugar a interrogar las certezas, posibilita la circulación
de la palabra, el intercambio e introduce el deseo.
Para finalizar me ocuparé del humor. Freud decía:
“la esencia del humor consiste en que uno se ahorra los
afectos que la respectiva situación hubiese provocado
normalmente, eludiendo mediante un chiste la posibilidad
de semejante despliegue emocional.” Es liberador,
grandioso y exultante. El yo no permite la ofensa y no se
somete al sufrimiento resignado al que nos puede precipitar
la realidad.
El humor no es resignación, es rebeldía. Logra
vencer la desdicha a la que nos empuja la realidad. Aquellos
sobrevivientes que padecieron el campo de concentración
recuerdan la importancia del humor para sobrevivir. A través
17
El Seminario. Libro 10. La angustia 1962-1963 Jacques Lacan. Ed.
Paidós.
81
del humor se puede sostener la omnipotencia de los deseos
sin abandonar como ocurre con otros procesos equivalentes
la salud psíquica, que parecía el precio a pagar, incluso hasta
llegar a la muerte.
Más que pensar el humor como la versión benéfica
del superyó, lo pienso como la versión del deseo del padre.
Un niño puede advertir en sus padres aquellos anhelos,
aquellos deseos, que ya no van a ser y que representan la
verdadera cara de la realización de deseos, su verdadera
potencia. Una transmisión del deseo que tomará su relevo.
Propiciar y alojar desde mi deseo el deseo del otro, lo más
propio de la clínica psicoanalítica.
“Aquello que has heredado de tus padres,
conquístalo para poseerlo”
Fausto de Goethe
Con-textos
“que tu palabra
sea irrupción
de lo espontáneo
que lo que digas
diga tu existencia
antes
que “tu poesía”
que tu ritmo
sea
pulso de la vida”
Leónidas Lamborghini
85
Yo estoy en mi fe
Soñando un poema
Mientras escucho
Tu voz
Soñando
Estoy en mi fe
Y te digo
Delicado tesorito
Criatura del sueño
Bésame
Soñando un poema
Yo
Estoy en mi fe
Respirando
Aquí estoy
Soñándote
Juan Eugenio Rodríguez
87
Lo que Humpty Dumpty le dijo a Alicia
por Eleonora D’Alvia
El libro de Lewis Carroll al que haré referencia en
este escrito lleva por título “A través del espejo y lo que
Alicia encontró al otro lado”, publicado en 1871.
Estamos ante una creación poética que desde el
primer capítulo y hasta el capítulo onceavo, tiene doce
en total, es el relato de un sueño. El poeta hace soñar a su
protagonista, una niña de 7 años, que va del juego al sueño,
a través del espejo.
El poeta pareciera haber construido su relato con las
leyes que comandan la elaboración onírica descubiertas por
Freud treinta años después. En el texto sobre “La Gradiva”
de Jensen, Freud llama la atención sobre la singularidad
del poeta que escribe como si conociera las leyes del
inconsciente.
La obra enlaza diversos relatos que utilizan los medios
de figuración del sueño. Por ejemplo, cuando una imagen
se transforma directamente en otra (señala una relación
causal) o transforma la representación de un pensamiento
por la figuración de su contrario. Las figuraciones absurdas
que chocan a la razón y ridiculizan ciertos aspectos de la
realidad (sobre todo a la autoridad parental a través del
absurdo). La repetición propia de lo siniestro y que se suele
dar en las pesadillas. También aparecen utilizadas otras
formaciones del inconsciente como el chiste junto con la
apelación permanente a la poesía regida por la metáfora y
la metonimia, equivalentes lingüísticos de la condensación
y el desplazamiento.
88
El poeta pareciera coincidir respecto del sueño con
la tesis fundamental de Freud: el sueño posee un sentido
y ese sentido es siempre una realización de deseos. Sería
lícito, siguiendo esta lógica, hacer una equiparación entre la
metáfora utilizada en el texto freudiano al llamar al sueño
la “otra escena”, con el “otro lado” del espejo que propone
el poeta.
Freud dice respecto del sueño: “el sueño no hace
diferencia entre lo deseado y lo real”1 Así el deseo se
figura como cumplido. Las imágenes que aparecen en el
sueño, al modo del jeroglífico son la puesta en escena de un
pensamiento inconsciente articulado.
Lewis Carroll pone en relación el sueño soñado por Alicia
con su deseo:
“¡Ay, gatito, qué bonito sería si pudiéramos penetrar en
la casa del espejo! ¡Estoy segura que ha de tener la mar
de cosas bellas! Juguemos a que existe alguna manera
de atravesar el espejo; juguemos a que el cristal se hace
blando como si fuera una gasa de forma que pudiéramos
pasar a través.”
El juego, es el otro recurso insistentemente utilizado
por el autor. El juego es la actividad del niño más importante,
que diferencia claramente de la realidad. Freud considera
la actividad del juego como equivalente a la actividad del
poeta. Su materia prima para la creación de un mundo propio
es el mundo real. Nombra a los objetos para que sean lo que
no son. Es el predominio de lo simbólico por sobre lo real.
Lewis Carroll pareciera insistir a lo largo de los
diferentes capítulos, que ese “otro lado” está regido por
leyes diferentes que aquellas que rigen “este lado”.
1
La interpretación de los sueños, cap. El trabajo del sueño. Apart. Los
sueños absurdos.
89
El capítulo dedicado a Humpty Dumpty es central
en la obra poética y recordaremos que todos aquellos que
aparecen en el sueño representan al soñante.
Lewis Carroll utiliza como materia prima, mitos,
leyendas y material poético anónimo popular que forma
parte del acervo cultural inglés de la época. Sin embargo,
es notable que aún sin conocer esas referencias el relato
consigue producir el efecto poético en el lector.
Humpty Dumpty es un personaje en una rima infantil
de Mamá Ganso (autor desconocido) creado en Inglaterra.
Humpty Dumpty sat on a wall.
Humpty Dumpty had a great fall.
All the king’s horses and all the king’s men
Couldn’t put Humpty together again.
Humpty Dumpty se sentaba en un muro.
Humpty Dumpty tuvo una gran caída.
Ni todos los caballos ni todos los hombres del rey
Pudieron de nuevo unir las piezas de Humpty.
La rima original, de 1810, no menciona que Humpty
Dumpty es un huevo. De hecho, la rima es un acertijo, y
se aprovecha de que el vocablo Humpty Dumpty, en
jerga inglesa de la época, se refería a una persona torpe y
pequeña. La clave del acertijo se encontraba en el hecho de
que una persona torpe no iba necesariamente a sufrir daños
irreparables de una caída, pero un huevo sí.
Esta rima juega un papel importante en el capítulo
que nos ocupa. Es recitada por Alicia al comienzo del
encuentro con Humpty Dumpty, representado como un
huevo antropomórfico, sentado sobre un muro. Alicia
está preocupada porque Humpty Dumpty puede caerse.
90
Finalmente, luego de que Alicia se despide de él, ella siente
un gran estrépito, y acuden muchísimos soldados y caballos
del rey, y todos caen a su vez, por lo que Alicia “se alegró
mucho de poder salir del bosque”.
La emergencia de la angustia en el episodio de
Humpty Dumpty, se halla plenamente justificada desde
el campo psicoanalítico. Puede leerse la rima como una
puesta en escena del concepto de castración, en el sentido
de que todo lo que el poder puede, nada puede contra lo
irremediable. La castración es una operación simbólica que
fundamentalmente consiste en la connotación de una falta,
de un menos esencial. Se encuentra íntimamente vinculada
con la apropiación por parte del sujeto del símbolo de la
negación. Toda la normatividad se organiza para el hombre
como para la mujer alrededor del otorgamiento de una falta.
La evidencia de la castración en el Otro instaura el orden de
la ley y el deseo.
Humpty Dumpty hace que Alicia se interrogue
sobre aquellas afirmaciones que constituyen el yo de Alicia.
¿Cómo se llama? ¿Qué significa su nombre? ¿Qué forma
tiene? ¿Puede tener otra forma? Etc. De diferentes maneras
apela al deseo de Alicia y también al juego de palabras.
El juego de palabras es un modo poético de transformar
las significaciones preexistentes. La práctica analítica
demuestra que transformar el sentido de una palabra puede
ser algo decisivo para un sujeto.
Tomaremos para analizar el siguiente fragmento:
“ Humpty Dumpty -Pero en fin, como estaba diciendo, me
parece que está bien hecha la resta... aunque, por supuesto
no he tenido tiempo de examinarla debidamente... pero, en
todo caso, lo que demuestra es que hay trescientos sesenta
91
y cuatro días para recibir regalos de incumpleaños...
-Desde luego -asintió Alicia.
HD -¡Y sólo uno para regalos de cumpleaños! Ya ves. ¡Te
has cubierto de gloria!
-No sé qué es lo que quiere decir con eso de la «gloria»
-observó Alicia.
Humpty Dumpty sonrió despectivamente.
HD -Pues claro que no..., y no lo sabrás hasta que te
lo diga yo. Quiere decir que «ahí te he dado con un
argumento que te ha dejado bien aplastada».
-Pero «gloria» no significa «un argumento que deja bien
aplastado» -objetó Alicia.
HD -Cuando yo uso una palabra -insistió Humpty
Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso -quiere
decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos.
-La cuestión -insistió Alicia -es si se puede hacer que
las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
HD -La cuestión -zanjó Humpty Dumpty -es saber quién
es el que manda..., eso es todo.”
La frase “Te has cubierto de gloria” utilizada
generalmente para alabar a alguien que ha triunfado en
la batalla, es usada por Humpty Dumpty para significar
todo lo contrario. Habitualmente en los sueños cuando un
elemento del sueño manifiesto es enfatizado, puede que el
sentido del pensamiento latente sea su opuesto. El sujeto
del inconsciente se vale de los elementos con los que cuenta
para expresar su deseo, siempre de manera deformada, para
poder burlar la censura. El deseo no puede nombrarse, sólo
puede ser aludido. Con el sujeto pasa lo mismo. No hay un
significante que lo signifique por entero.
Alicia hace una pregunta pertinente: ¿qué es lo que
quieres decir con “gloria”? Esto es justamente lo que el
92
analista hace durante una sesión analítica frente a un elemento
que aparece “singularmente cargado” en el discurso. Ya en
la pregunta de Alicia está implicado el conocimiento de que
hay un uso del lenguaje más allá del uso común.
Humpty subraya que eso sólo puede saberse si se le
pregunta al sujeto. No hay otra manera de saberlo. Para el
psicoanálisis siempre se trata de cada sujeto, de cada vez.
En este sentido no hay conocimiento previo que valga. Por
eso no existe ninguna tabla general para interpretar. La
interpretación surge en esa conversación singular. Alicia
responde apelando a la objetivación general del discurso.
Ella no quiere darse por aludida. Él hace entonces la
afirmación en cuestión: “cuando yo uso una palabra quiere
decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.”
Alicia se muestra incrédula. Cuando alguien que
comienza un tratamiento analítico comete un fallido por
primera vez, se muestra incrédulo respecto de que la verdad
en juego esté precisamente en el equívoco, sin embargo,
el analista ha de afirmarle que es por allí que se encuentra
el camino hacia la verdad en juego. En lo que dijo, no en
lo que quiso decir. Cuando el analizante acepta asociar al
respecto, se sorprende al confirmar dicho principio.
Humpty hace entonces la siguiente afirmación: “la
cuestión es saber quién manda…, eso es todo.” Ese es el
interrogante que plantea el poeta.
El psicoanálisis esclarece que quien comanda es el
deseo inconsciente. Freud lo señala de la manera siguiente:
“Es muy posible que un pensamiento onírico desempeñe
para el sueño el papel del empresario; pero el empresario
que, como suele decirse, tiene la idea y el empuje para
ponerla en práctica, nada puede hacer sin capital;
necesita de un capitalista que le costee el gasto, y este
93
capitalista, que aporta el gasto psíquico para el sueño,
es en todos los casos e inevitablemente, cualquiera que
sea el pensamiento diurno, un deseo que procede del
inconsciente.”
Lacan hace referencia a este decir de Humpty
Dumpty en su texto “Función y campo de la palabra y del
lenguaje en psicoanálisis.”
“Nuestra meta es restituir en ellos la libertad soberana
de la que da prueba H D cuando recuerda a Alicia que
después de todo él es el amo del significante, si no lo es
del significado en el cual su ser tomó su forma.”
La técnica de la asociación libre es la regla analítica
que rige el decir del analizante. Todo lo que el sujeto dice en
el encuentro analítico está regido por la sobredeterminación
del deseo inconsciente. Podríamos decir que la política del
psicoanálisis es restituir al sujeto los principios de su poder,
al remitirle la llave de su división: el deseo inconsciente,
sexual, infantil, reprimido, que sólo puede leerse por la vía
del significante.
Un significante se distingue por su diferencia con
los demás significantes. Se define por no ser ninguno de los
otros, por su diferencia respecto del conjunto constituido
por los demás elementos que conforman el lenguaje.
Lacan abre el signo saussuriano que armaba una
unidad de correspondencia entre un significante y un
significado, estableciendo en cambio, que la barra marca
una división definitiva entre el orden de los significantes
y el orden de los significados. El significante es el que
comanda y el significado es lo que se encuentra en el orden
de lo irremediablemente perdido para el ser humano. La
94
significación es un efecto de la puntuación que se produce
en determinada combinación significante. Modificando la
puntuación puede transformarse el sentido de una frase.
La interpretación psicoanalítica opera por medio del
equívoco, algo que en el significante resuena en un juego de
palabras, en un decir a medias. Ya que la verdad sólo puede
mediodecirse, al igual que el sujeto implicado en ella.
El mundo de las palabras crea el mundo de las
cosas. Ese pareciera ser el sentido propuesto por el poeta a
través de sus juegos y es también lo que confirma la clínica
psicoanalítica.
95
Deseo y creación poética
por Mónica Boreika
“¡Si por lo menos pudiéramos descubrir en nosotros o en
nuestros semejantes una actividad afín en algún modo a la
composición poética!” 1
Freud abre un camino a la posibilidad de lo que se
juega en el sujeto, el deseo.
En uno de sus escritos ubica en el juego creativo del niño
las primeras huellas de la actividad poética, “Todo niño
que juega se conduce como un poeta”, crea un mundo
fantástico.
Esa actividad creadora, que no oculta, está
comandada por su deseo y en su afinidad el poeta hace lo
mismo, despierta emociones.
Contrariamente, el adulto, que restringe o renuncia
en apariencia a esta actividad placentera, encuentra en la
evocación aquellos recuerdos de intenso placer. Ahora,
cómo saber acerca de sus fantasías y juegos que no le son
posibles mostrar, qué misterios ocultan.
El trabajo analítico puede dar cuenta de eso que
parece un misterio.
Freud relacionó los conceptos de fantasía y sueño y
esa interpretación hizo posible descubrir que los sueños (en
su expresión muy deformada) son satisfacciones de deseos.
Presenta el deseo como realizado en forma disfrazada.
El motor imprescindible de la formación de los
sueños (y de otras formaciones del inconsciente) es un
deseo inconsciente sexual procedente de lo infantil, que se
halla reprimido.
1
El poeta y los sueños diurnos. 1907. S. Freud. O. C. Trad. López
Ballesteros.
96
El deseo, tiene que ver siempre con algo del orden
de la vida, algo del orden de lo real.
“El sujeto hace su primer encuentro con el deseo como
deseo del Otro. El deseo desde esta aparición, se manifiesta
en un intervalo, instancia que separa la articulación de la
cadena de significantes, de la realización del sujeto en su
relación con la palabra.” 2
Deja allí el objeto perdido sus huellas. Se trata del
orden de lo no dicho, de lo no realizado... Causa del deseo.
En el deseo del Otro, el sujeto podrá situar su propio
deseo.
Lacan menciona que lo propio del deseo es su pura
metonimia, puro deslizamiento. Se trata de “No es eso”. El
deseo es la metonimia del ser en el sujeto, el falo es la
metonimia del sujeto en el ser.
El falo (significante) como lugar imaginario que el
sujeto debe dejar en tanto opere la castración. La prohibición
transmitida por la función paterna posibilitará al niño un
lugar como sujeto en el universo simbólico.
La clínica psicoanalítica es el escenario donde
se pone en juego el deseo inconsciente y el acto creador,
interviniendo en el sentido de causar el deseo.
Freud supo entrañar un valor en la creación
poética.
La evocación poética, comprometida con la verdad
del sujeto, puede mostrar de algún modo la relación con el
deseo y cómo fluye a través de las creaciones:
“Los mismos poetas... nos aseguran que en cada hombre hay un
poeta y que solo en el último hombre morirá el último poeta”.3
2
3
Seminario 6. J. Lacan. Versión de la Escuela Freudiana de Bs. As.
Ibid nota 1
97
“Dale que era”
Del espacio del Otro a la escena del sujeto.
por Silvia Rizzo
“Las creaciones literarias engendran, más que
reflejan, las creaciones psicológicas” dice fuertemente
Lacan asumiendo la deuda que el psicoanálisis tiene con
la poesía.
Dos de los más grandes clásicos de la literatura dan
cuenta de ello.
Edipo Rey señala el precio que el sujeto del
inconciente debe pagar para constituirse como tal, como
sujeto ante la ley fundante de la comunidad: la prohibición
del incesto. Edipo, quien lleva a cabo de manera inconciente
la realización de los dos deseos infantiles constitutivos,
paga arrancándose los ojos, que es un equivalente de la
castración.
Hamlet es una tragedia que muestra la neurosis y
que permite ver el enrejado que da marco al deseo con las
coordenadas del Edipo y la Castración. Aquí ha fallado la
constitución del sujeto deseante porque algo faltó y es la
castración misma. Hamlet se encuentra en la situación de
ser o no ser el falo de la madre, extraviado de la dimensión
del propio deseo.
Estos poetas reflejan algo que muchos años después
el psicoanálisis logra teorizar: no hay ningún significante
que pueda responder de eso que yo soy. La única verdad es
la castración y sólo cuando el sujeto la atraviesa es posible
que emerja su deseo.
Shakespeare hace decir a Hamlet “hay más cosas
entre el cielo y la tierra, Horacio, de lo que ha soñado tu
filosofía” 1, aludiendo a la pretensión de verdad última
que ésta detenta.
1
Hamlet, William Shakespeare, Editorial Longseller, 2004, traducción
de Mario Alarcón.
98
El poeta no tiene esta pretensión, muy por el contrario
sin vacío no hay poesía.
El poeta está jugado en la dimensión de la falta, por
eso Lacan aconseja a los psicoanalistas que escuchen a los
poetas.
Opuesta es la posición del científico, quien frente
al vacío se horroriza. El ser de la ciencia consiste en sus
emblemas. Anudado a los sentidos prefijados, coagulado en
el signo, sus objetos son los del mercado.
El sujeto del psicoanálisis, el “parletre” como lo
llama Lacan, es justamente aquello que del ser se pierde en
el encuentro con la palabra.
En la poesía y en el psicoanálisis las palabras pierden
su anudamiento con los sentidos prefijados. “El deseo es que
las palabras se abran como flores” (Holdërlin). Palabras
para ser leídas, pero leer, que es lo que Lacan ha hecho con
la obra de Freud, no es lo mismo que hacer resonancia. Leer
significa una cierta operación que implica un vaciamiento
de sentido.
La lectura del psicoanalista, su escucha, es sutil. En
latín oír (obaudire) derivó a la forma castellana obedecer. La
escucha analítica es oír sin quedar atrapado en la obediencia.
Es una escucha de las disonancias.
Por estos días me he encontrado escuchando la frase
que típicamente dicen los chicos al invitarnos a jugar, lo
dicen así: “dale que era…” ese tiempo verbal allí resulta
disonante, ¿no se dice dale que soy, o que fui o que seré?
¿qué revela ese tiempo verbal “era”?
Dale que era es jugar a no ser.
Jugar implica un desprendimiento.
Esto es lo que pone en evidencia el juego del fort-da
que Freud descubre. Este es un juego de oscilaciones entre
un aquí y un allá, de separación y de retorno de un carretel
99
que representa un doble proceso metafórico, primero el
carretel es una metáfora de la madre, segundo el juego
presencia-ausencia simboliza mediante el llamado las idas
y venidas de la madre.
Con el juego el niño puede invertir la situación, será
él quien aleje a la madre al rechazar el carretel, volviéndose
de ahora en adelante en quien domina la ausencia del objeto
perdido (la madre).
Fort- da es el primer par simbólico que abre el
acceso al campo del lenguaje y a la función de la palabra,
con la dimensión de pérdida, de falta irremediable que esto
conlleva para todo ser hablante.
La psicoanalista Alba Flesler dice:
“Sin embargo, que el juego se presente en la infancia no
quiere decir que sea natural de la infancia. La producción
lúdica pero también su ausencia, son indicadores del
modo en que la estructura se está estructurando. Tal como
sabemos para que haya escena lúdica, es necesario que
en el basamento de la estructura esté operando una falta,
puntapié inicial de los juegos vitales para el sujeto de la
infancia”.2
Es interesante observar que entre el carretel y el niño
media un hilo que podríamos pensarlo como paradigma de
la distancia que el sujeto ha podido encontrar respecto de
sus objetos, objetos arrojados del propio cuerpo, objetos
producidos para señalizar un espacio virtual entre él y el
objeto. Si él manipula los objetos producidos es porque él ya
no es un puro objeto. En los casos de trastornos importantes
de la subjetividad, el niño y el objeto son lo mismo, no hay
desprendimiento del objeto.
2
El niño en el análisis y el lugar de los padres. Alba Flesler. Edit.
Paidós. 2008. Bs. As.
100
Allí en el fort-da se abre el campo de la poesía.
“Todo niño que juega se conduce como un poeta” dice Freud
en 1907 encontrando las primeras huellas de la actividad
poética.
Ambos, el niño que juega y el poeta, crean un
mundo fantástico sin dejar de diferenciarlo de la realidad,
un mundo al cual se sienten íntimamente ligados.
Freud plantea en “El poeta y los sueños diurnos” que
el adulto no ha renunciado a jugar como parece, sino que
lo que aparece como subrogado son las fantasías o sueños
diurnos, de los que se abstiene de hablar por su carácter
vergonzante.
En la poesía, continuación de los juegos infantiles,
el poema mitiga el carácter egoísta de los sueños diurnos
y nos soborna con un placer preliminar, estético, pero el
verdadero goce de la obra poética, dice Freud, procede de
la descarga de tensiones dadas en nuestra alma.
La condición es el vacío, sin vacío no hay poesía. Sin
el vacío de la cuna no hay fort-da. El niño que juega no le
teme al vacío, juega a perder las identidades despegándose
de las significaciones que le recaen desde el campo del
Otro.
La pérdida del lugar del falo no es una pérdida como
otras, es radical, es la salida del sujeto del lugar del Otro. Se
sale del cuerpo de la madre para poder jugar.
Si el lugar del Otro no queda cuestionado es el sujeto
el que se encuentra perdido.
“Dale que era” abre camino.
Cuando el niño no puede hacer de la silla un
caballo, de los hermanitos sus hijos, de un mantel una
casa, nos encontramos con que no hay un agujero, una
falta que posibilite el movimiento, todo parece estático, sin
sustituciones.
101
El trabajo analítico consiste entonces en interrogar
en qué lugar de objeto que obtura la falta ha quedado situado
un niño en el discurso de los padres.
Desde el juego necesario pero contingente de la
infancia hasta el goce contingente del amor y de los juegos
amorosos el juego se juega toda la vida.
Los psicoanalistas atienden al niño del Otro (tenga
5 o 50 años) pero apuntan a la constitución del sujeto de
deseo y el objetivo fundamental es el de restituir el vacío
del inconciente.
Finalmente me interesa señalar que para poder jugar
se hace indispensable algo que antecede a la llegada de un
niño a la estructura y es precisamente que haya en juego un
deseo respecto de él. La satisfacción de las necesidades no
alcanza para que un niño se haga infante porque la mayor
necesidad de un niño, va a decir Lacan, es encontrarse con
“un deseo no anónimo”, un deseo que lo aloje como uno
que cuenta para el Otro.
Por último, de ese mundo fantástico que crean
los poetas y los niños cuando juegan, quiero compartir la
poesía de Lewis Carroll que cierra Alicia en el País de las
Maravillas.3
Un bote bajo un cielo radiante,
avanza perezosamente
en una tarde de julio.
Tres niñas se acurrucan,
con mirada ansiosa y oído deseoso,
quieren escuchar una simple historia.
Mucho palideció ese cielo radiante,
3
Aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Lewis Carroll Edit.
Longseller. 2003. Trad. E. Stilman
102
los ecos se desvanecen y la memoria muere;
las heladas de otoño asesinaron julio.
Sin embargo, aún me ronda, como un fantasma,
Alicia moviéndose bajo los cielos
nunca contemplados por ojos de vigilia.
Otros niños, para escuchar la historia,
con mirada ansiosa y oído deseoso,
amorosamente se acurrucan.
Están en un País de las Maravillas
soñando mientras los días pasan,
soñando mientras los veranos mueren.
Siempre boyando corriente abajo,
demorándose en el fulgor dorado.
¿Qué es la vida si no un sueño?
103
Invención poética
por Gabriela Pileci
“… El poeta no se mueve en el caos indistinto de las
pasiones, sino a través de las palabras que tienen una
vida propia, ya sean de otros poetas o la de los hablantes
comunes; y mientras tanto, vislumbra la posibilidad
de dar forma a aquello que surge en su interior. Esas
palabras ya poseen una forma, que estructura la expresión
que brota de ese impulso y ellas volverán a aparecer en
ese nuevo discurso, antiguas y nuevas a la vez…” (M.
Fubini, a propósito di una Vecchia questione: “critica e
poesia, Laterza, Bari 1966”)
La poesía, aparece ya sea oral o escrita en cada época
y en cada sitio, adquiere matices y acentos particulares.
Pero recordemos que en el siglo VIII en Europa, sólo se
llamaban poetas a los que escribían en latín. Siglos después
en Tolosa, Ramón Vidal (1323) funda el “Consistorio de la
Gaya ciencia” donde siete jueces del gay saber ponderaban
los méritos de las composiciones presentadas ¿a qué refiere
el gay saber? El gay saber, es el saber alegre, que tiene que
ver con la tradición trovadoresca provenzal. La gaya ciencia
es la ciencia de la poesía, o sea el conjunto doctrinal de
reglas y preceptos para trovar y componer poesía. Trovar,
significa componer versos, hallar, encontrar. Poiesis (del
griego) es el verbo destinado a la creación poética.
Cuando Freud se refiere a la literatura en sus
manifestaciones relacionadas con la poesía, la narración o el
teatro, decía: “El arte es una actividad encaminada a mitigar
104
deseos insatisfechos” y recordaba que los sujetos buscan
la manera de satisfacer dichos deseos, utilizando distintos
recursos que le permitan satisfacciones sustitutivas, como
cuando el niño juega y cuando el poeta crea. Pero esta noción
de sujeto, es posible a partir de situar el descubrimiento
del inconsciente freudiano, en lo que J. Lacan llamó: “la
poética de la obra freudiana”. Este descubrimiento instaura
en la historia del pensamiento una dimensión que se inicia
a partir de escuchar el padecimiento y el sufrimiento de sus
pacientes histéricas. El descubrimiento del inconsciente,
que no está fundado en la negación de la conciencia, sino
en su relación con la verdad irreducible al orden de lo
que se puede articular como saber. El inconsciente es una
voz interrogativa, es la marcha de una argumentación que
necesita saber ser descifrada. Es una cadena de significantes
que en otro escenario se repite e insiste haciendo cortes en
el discurso del sujeto. Lacan refiere “el inconsciente está
estructurado como un lenguaje”. Freud demuestra que la
verdad reprimida es lo que retorna porque ya esta escrita
en otra parte, apareciendo en forma de metáfora puesta en
juego en el síntoma. En el seminario “Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis” Lacan nombra al
psicoanálisis como una praxis, entendiendo a ésta como una
acción concertada por el hombre que le da la posibilidad de
tratar lo real mediante lo simbólico fundada en el deseo del
analista. Por lo tanto, el psicoanálisis es una acción que se
funda en la palabra, en el acto analítico.
”El asidero del deseo no es más que el de un des-ser. En ese
des-ser se revela lo in esencial del sujeto supuesto saber,
donde el psicoanalista por venirse se consagra al objeto “a”
de la esencia del deseo dispuesto a pagarlo reduciéndose él y
su nombre a un significante cualquiera…” 1
1
Proposición del 9 de octubre de 1967. J. Lacan. En Momentos
Cruciales de la experiencia analítica (varios autores). Edit. Manantial.
1991. Bs. As.
105
La poesía es una hacer con palabras, Lacan dice:
“La poesía también hace algo…quizás preguntárselo (eso
hace y a quien) sería una forma de introducción a lo que
hay de acto en la poesía. El psicoanálisis hace algo, pero
ciertamente, no es en el sentido de la poesía”.2
El psicoanálisis, hace algo: ofrece la brújula en el
significante sobre el real psíquico, destacando el valor del
acto de la palabra; ya que ésta puede eternizarse en el circuito
vacío del código común o trascender y tener consecuencias.
El acto de la palabra poética es un acto creativo, Sartre dirá:
“el poeta no se sirve de las palabras, sino que la sirve”. En
tanto que el sujeto del psicoanálisis se encuentre atravesado
por la castración, es posible un deseo y solo a partir de allí
es que un sujeto se apropia de la palabra. Es así que Freud
situó al psicoanálisis a partir de la función del campo de la
palabra y del lenguaje y entró en el texto de esta vida, para
llevarla al estatuto de la poética. Esto es la posibilidad de
crear y producir diferentes recursos con que se produce en
el inconsciente la operación poética. Sería otorgar la belleza
de la letra a la realidad que el sujeto tiene que enfrentar.
Por lo tanto así se relaciona el psicoanálisis con el campo
de la poesía, que comprometida con la verdad del sujeto,
encuentra en la metáfora su expresión propia. Lacan ubica
la poesía en relación al analizante: “el analizante habla,
hace poesía… que es en tanto, una interpretación justa que
extingue el síntoma y que la verdad se especifica como
poética.”
Esto tendrá efecto en condiciones transferenciales,
no siendo lo poético la interpretación sino la verdad que allí
se pone en juego. La poesía es la creación de un sujeto que
asume un nuevo posicionamiento de relación simbólica con
el mundo.
2
Seminario 15 “El acto psicoanalítico” 1967-1968. J. Lacan. Versión
de la Escuela Freudiana de Buenos Aires
106
¿Qué dice un poeta?
ARTE POÉTICA
Mirar el río hecho de tiempo y agua
Y recordar que el tiempo es otro río,
Saber que nos perdemos como el río
Y que los rostros pasan como el agua.
….
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
Lloró de amor al divisar su Itaca
Verde y humilde. El arte es esa Itaca
De verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
Que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
Y es otro, como el río interminable.
Jorge Luis Borges
¿Qué pasión llenó el vacío de una falta?
Borges mencionaba que una obra puede correr tres
suertes: puede ser adjuntada al olvido, puede no dejar una
sola línea pero sí una imagen total del hombre que lo hizo, o
puede legar a las antologías unos pocos poemas…pero toda
poesía es misteriosa, nadie sabe del todo lo que le ha sido
dado escribir.
107
El problema de la evocación del deseo atraviesa a
la poesía en sus diferentes momentos históricos. Cuando
el poeta utiliza la acción dramática para presentificar el
deseo, es capaz de mostrar algo del orden de la articulación
del deseo. La cuestión del deseo es propia del inconsciente
freudiano. El deseo sería aquella parte de la necesidad
que no pudo ser articulada en la demanda. El deseo tiene
que ver con algo del orden de la vida, algo del orden real.
Le permite al sujeto existir más allá de su reducción a un
ideal, a un significante. Por lo tanto, el deseo se manifiesta
en la hiancia entre la articulación de la cadena significante y
la relación del sujeto con la palabra. En el escenario psicoanalítico se irá haciendo palabra en una puesta en escena. El
efecto “per” de esta puesta, rompe el repetir para no recordar,
lo fragmenta, permite la transferencia íntertópica de hacer
consciente lo inconsciente.
“…Camarada, la verdadera obra del poeta
Es cifrar y contar sus ensueños,
Creéme: la más verdadera ilusión del hombre
Se concede en sueños.
Todo arte del verso y del poeta no es más que la expresión
De la verdad del ensueño…”
Hans Sachs, Maestros cantores
109
Algunas consideraciones sobre la
práctica psicoanalítica en el ámbito
hospitalario
por Fernanda Ricciardi
Me gustaría tomar algunos conceptos acuñados por
el psicoanalista Fernando Ulloa que me permitieron pensar
en la experiencia clínica que estoy atravesando y que espero
seguir recorriendo, ya que me encuentro en los inicios de
mi profesión.
Soy concurrente de segundo año del hospital general
de agudos Parmenio Piñero, en el área infanto-juvenil de
consultorios externos de psicopatología. Me desarrollo
como psicóloga y en este momento atiendo niños.
El psicoanálisis como pensamiento crítico me
permite reflexionar acerca de la institución en la que me
encuentro trabajando. Ulloa en el capitulo III de “La novela
clínica psicoanalítica”: “La tragedia y las instituciones”
plantea lo siguiente:
“La tragedia, bajo la forma de encer rona trágica, es un
factor epidemiológico habitual en cualquier ámbito social
donde juega lo establecido (instituido) y lo cambiante
(instituyente) sobre todo cuando lo primero asume la rigidez
cultural propia de la mortificación, y coarta (encierra) a
los sujetos.”
También habla del “Síndrome de violentación
institucional” cuando podemos ver que los seres humanos
son maltratados o “destratados”. Esto se evidencia en la
institución en la falta de turnos, en la falta de lugar físico
para atender a los pacientes. Esto nos obliga muchas veces
110
a atender en los pasillos en dos banquetas o tirarnos al piso
para poder establecer un juego como parte del tratamiento
en niños, que se corre del encuadre y de la posibilidad de
tener cierta intimidad. Así también padecemos la falta de
recursos ya sea hojas clínicas, recetarios, fichas y juguetes.
También existe cierta intimidación, que es propia
en todas las instituciones, y en la nuestra se manifiesta
por ejemplo, en la imposibilidad de poder usar ciertos
consultorios que son cerrados con llave por algunos de los
miembros de la institución.
Frente a la falta de insumos y el lugar físico que no
es el esperable, establecemos un lugar para poder sostener
el tratamiento, un lugar que tiene que ver con el deseo del
analista. Nos permite alojar al sujeto y que se instale la
transferencia como motor del análisis.
Para que advenga el sujeto habrá que tener paciencia,
generar las condiciones necesarias de resonancia íntima,
ya que el sujeto puede haber quedado aplastado por un yo
demasiado rígido o quizás por un entorno de intimidación.
También lo podemos vincular con lo que Ulloa llama la
dimensión de la ternura, para poder corrernos de lo instituido
y marcar un instituyente.
Poder salir de la posición pasiva de la queja que
nunca se hace protesta ni lucha, sino resignación. Buscamos
montar un dispositivo de escucha para el paciente que acude
al hospital; como por ejemplo atender a los niños en la
plazoleta del hospital. Otro caso sucedió cuando en el medio
de la paranoia por la gripe A, donde los tratamientos con
niños fueron suspendidos, decidí movilizarme para poder
seguir atendiendo a un pacientito que vive en un hogar de
tránsito y que estaba atravesando una crisis por lo que no
era conveniente interrumpir el tratamiento en ese momento.
Ya que una cosa es la abstinencia del terapeuta y otra es no
111
intervenir en cuestiones históricas que están sucediendo en
ese momento como modo de trasgresión para no caer en la
encerrona trágica:
“es toda situación donde alguien para vivir, trabajar,
recuperar la salud depende de algo o alguien que la
maltrata o destrata, sin tomar en cuenta su situación de
invalidez” 1
Y más teniendo en cuenta que nuestro trabajo apunta
a facilitar procesos de subjetivación. La mortificación
haciéndose cultura provoca no solo un aplastamiento
subjetivo en los pacientes, sino también, en nosotros mismos
como trabajadores de la salud.
La institución debe velar porque los derechos se
cumplan y en una institución de salud el primer derecho
que debe cumplirse es ese justamente, el derecho a la salud
tanto mental como física. Pero muchas veces se ve coartado
por la falta de subsidios. Pero es con la “falta” con lo que
trabajamos, es allí donde intervenimos.
Buscamos salir de la cultura de la mortificación y no
caer en el “Síndrome de violentación institucional ”, donde
lo instituido se ha cristalizado y obstaculiza el dinamismo
instituyente. También puede ser denominada cultura de
las neurosis actuales, que provoca desgano, mecanismos
automáticos, eludir tareas, anestesiamiento, lo que se puede
manifestar en síntomas colectivos y singulares (pérdida de
la valentía, de lucidez, desadueñamiento del cuerpo, etc.)
donde lo que prevalece es la angustia tóxica.
Para evitar esto, tratamos de mantenernos al margen
del sistema hospitalario corrupto a través de tomar la
palabra, generando espacios de diálogo entre los propios
concurrentes y pasantes, de los que a veces participan
1
Novela clínica psicoanalítica. F. Ulloa. Edit. Paidós. 1995. Bs. As.
112
también coordinadoras del equipo.
De ese modo podemos exponer y trabajar casos, ya
que las supervisiones son esporádicas. Leer algún texto,
organizarnos para llevar los insumos que nos faltan (desde
hojas y cartulinas para las historias clínicas, abrochadora,
papeles para dibujos, lápices de colores, fibras, juegos y
juguetes y todo lo que sea necesario para poder trabajar)
Trabajamos ad-honorem e incluso debemos pagarnos
los viáticos nosotros mismos.
Decidimos autoconvocarnos (muchas veces en
el bar de enfrente) para poder buscar aquellas cosas que
el hospital no nos da. Generar un espacio de “lucha”.
Romper la cultura de la mortificación favoreciendo los
lazos sociales entre los miembros del equipo. Invitar a
otros profesionales, de diferentes equipos del hospital y de
otros hospitales, así como también miembros de distintos
programas de salud que trabajan por los derechos de las
personas, por medio de conferencias y jornadas. En suma,
implicarnos subjetivamente produciendo un lugar para
desplegar procesos de subjetividad y poder modificar la
realidad. Ulloa manifiesta que uno de los pilares de la salud
mental es la movilización para que la salud mental vaya
haciendo cultura a través de lo que podría llamarse el núcleo
teórico.
Es allí, en esos encuentros, que algo del deseo de
cada uno de los que pertenecemos a esa institución aparece.
Eso nos permite no quedarnos en la angustia paralizante y
en la resignación de que “las cosas son así”. Mediante la
crítica colectiva como garante, buscamos evitar efectos de
congelamiento, tomando la palabra para que ésta circule.
Ulloa en el capítulo “La difícil relación del psicoanálisis con la no menos difícil circunstancia de la salud mental ”
(La novela clínica psicoanalista) afirma lo siguiente:
113
“Resulta algo paradójico que el enriquecimiento conceptual
y metodológico que va adquiriendo un psicoanalista,
decidido a sostener su quehacer en la numerosidad social,
con frecuencia lo llevará a considerar el campo de la
pobreza como ámbito de su acción clínica, dado que es en
el escándalo de la marginación y su miseria donde el sujeto
aparece en situación de máxima emer gencia” 2
Continúa:
“Un psicoanalista que pretenda trabajar en sectores
sociales empobrecidos habrá de operar sobre el tríptico
salud mental/ética/derechos humanos, como rueda de
engranaje del abordaje clínico ”
No se refiere a un psicoanálisis de la pobreza, sino a
un psicoanálisis en la pobreza. El escándalo que promueve
que en los sectores más marginados, aquellas organizaciones
institucionales que tienen que ver con lo asistencial y lo
educativo, presentan una carencia crónica de recursos. No
solo de equipamiento y presupuesto, sino en cuanto a la
capacitación de sus integrantes. Ulloa sostiene que es todo
un síntoma que las instituciones más pobres sean las que
deban ocuparse de los sectores más empobrecidos.
La referencia anterior me parece muy pertinente a la
situación planteada en la institución en la que trabajo. Por la
zona en la que se encuentra ubicada (Bajo Flores) trabajamos
con una población muy pobre (en general aledaña al
hospital en la que se encuentran varias villas de emergencia
y asentamientos, como la 1-11-14 por ejemplo) y como ya
2
Ibid nota 1
114
lo describí antes, no contamos con recursos materiales y
capacitación adecuada. Debido a esto aparece en juego,
también el par exclusión-inclusión, donde la población con
la que trabajamos se ve excluida de sus derechos, tanto en
educación, lugar digno para vivir, trabajo y salud. Es en
este último ámbito donde nosotros, los trabajadores de la
salud, debemos tomar una posición, una ética para que este
derecho se cumpla.
Apuntamos a favorecer la perelaboración, que
constituye uno de los recursos curativos propios de la
condición humana, buscando que la salud mental sea algo
perdurable. Es un proceso de cura que avanza aun cuando es
difícil identificar un proceso interpretativo que lo impulse.
Aquel proceso por el cual el aparato psíquico elabora los
estímulos perturbadores, cualquiera que sea su origen, es el
arduo y silencioso camino por el que se transfiere (transcurre)
lo reprimido entre una y otra tópica del aparato psíquico. Es
hacia allí adonde apuntamos y cómo trabajamos.
Más allá de que por pertenecer a la institución se
nos haga difícil sostener un pensamiento crítico acerca de
nuestro quehacer, buscamos no resignarnos y a través del
compromiso, la ética y la lucha, llevar nuestra clínica lo
más dignamente posible.
115
Las formas sutiles de violentación, también
pueden padecerse…
por Fabiana P. Orellana
Analizando teorías sobre el síndrome de violentación
institucional y en contacto diario con instituciones escolares
en mi ámbito laboral, intentaré responder al siguiente
interrogante:
¿Cuáles son las formas de violentación institucional
que un sujeto puede vivenciar en una escuela?
Según dice Fernando Ulloa e n el libro “La novela
clínica Psicoanalítica. Historial de una práctica ”:
“La constitución de toda cultura institucional supone cierta
violentación legítimamente acordada, que permita
establecer las normas indispensables para el
funcionamiento de las actividades de esa institución. Esto
es un principio general de la cultura y constituye un justo
precio por tratarse de un pasaje de lo privado a lo
público y de hecho las pautas deben ser consensuadas.
Cuando esta violentación se hace arbitraria en grados
y orígenes diferentes, se configura el Síndrome de violentación institucional, que cobrará distintas formas y niveles
de gravedad”
Hay una violencia que es esencial, que no se puede
pensar que desaparezca del espacio de aprendizaje: la
violencia por la que tenemos que pasar para aprender los
sistemas simbólicos, para poder ser portadores y a nuestra
vez reproductores de ciertas maneras de pensar, hablar, de
operar con la realidad. Después está la que se deriva de la
116
institución cuando se burocratiza, multiplica las normas y
las exigencias. Luego, las que en un contexto muy particular
como el argentino, se derivan del maltrato que recibe el
docente a través de la eterna lucha por los beneficios y
salarios. Hay cierto desprecio institucionalizado que viene
de los sucesivos gobiernos, desde que el gremio docente
pasó a ser tan combativo porque ahí empezó a recibir más
descalificaciones.
Aparecen síntomas de esta violencia
institucional: el trabajo a desgano, cuando hay que completar
planillas con números y letras que nada dicen de las personas
que por allí transitan. Son sólo signos vacíos…
Cuando hay que preparar un acto, mostrar una
carpeta, asistir a una capacitación docente, asistir a
reuniones plenarias institucionales, en todas estas ocasiones,
lo que más se ve es una respuesta automática, rápida, sin
pensar, solo para cumplir, llenar el hueco y que la falta no
aparezca.
“con un cuerpo desadueñado, que solo responde
a movimientos reflejos, defensivos. No elige movimientos
nuevos.
El
cuerpo
desadueñado,
pierde
su
contentamiento…” 1
Todos los medios de marketing y de consumo están
muy atentos a la demanda y la necesidad de respuesta
inmediata. Por ello generan: revistas, libros recortables
listos para usar, cursos de capacitación a distancia, sin
tutorías y sin exámenes. Información y trabajos armados en
internet. Todo esto con un pre armado ajustado para todos y
a la vez para ninguno.
Otro aspecto que produce el síndrome de violentación
1
Desgrabación Conferencia de Fernando Ulloa durante el IV Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos. 11/11/ 2005
117
institucional: Durante media jornada o una jornada entera,
alumnos y docentes están obligados a tener que vérselas
con la transmisión o imposición de un orden que les es
de alguna manera “ajeno”. Estoy hablando en un plano
casi filosófico, pero es un frente de batalla que tiene que
ver con la incorporación de los “iletrados salvajes” que
llegan a la escuela, y su conversión en gente que acata un
orden, un orden lingüístico. Por ejemplo, que aprenda a
expresarse “como se debe”, según las reglas; o en el caso
de las matemáticas donde hay que aprender operaciones
que sólo dan un resultado “correcto”. Hay que entrar más
nítidamente por el troquel o el desfiladero de acatar el orden
de las cosas.
Esto implica, y es importante que lo rescatemos,
un sufrimiento. Renunciar a querer expresarnos como se
nos ocurre, o a decir que dos mas dos son cinco porque
se nos da la gana. Es un lugar de lucha en el que nos
“doblegamos” - digámoslo así - frente al poder invencible
del orden establecido. Inevitablemente, en cualquier nivel
educativo aún el universitario, estamos siendo domados
o disciplinados. El “discip linamiento” es un concepto
que formuló Foucault. En algunos lugares del mundo el
disciplinamiento incluye aún el castigo corporal; ahí el
maltrato se hace obvio y evidente. Pero de estas formas más
sutiles e inevitables de sufrimiento y maltrato que recibimos,
porque estamos dispuestos a aprender o porque no estamos
dispuestos a aprender, es algo que nunca se habla.
El docente sería como el representante de la Real
Academia Española en la Villa. Se nota en este ejemplo
exagerado la incongruencia de los dos extremos: la
pretensión de un sistema social, político y cultural de que
las cosas sean como “deben ser”, que se digan como “se
debe decir”, y la realidad brutal en la que vive gente que
118
en forma cada vez más masiva y estrepitosa, están librando
simplemente la batalla por sobrevivir.
Entre los docentes es difícil la comunicación, por
cuestiones prácticas: están separados o tienen muy poco
tiempo para juntarse. Se encuentran cada vez más aislados,
produciéndose la falta de comunicación. A veces aprovechan
el recreo y entonces son criticados por la Dirección porque
“se juntan para charlar y no prestan atención”; pero necesitan
esos momentos para restablecer contacto con otro u otra
compañera que está pasando por lo mismo y es como una
forma de recargar las baterías.
La manera más creativa y eficaz de enfrentar la
violentación institucional y todo el malestar que de ahí
se deriva es la solidaridad entre las personas que están
en la misma situación. El grupo de alumnos ya entre sí
generalmente se ayuda bastante a contener el padecimiento
que implica el pasaje por el espacio de aprendizaje. Es
tradicional que exista esta especie de complicidad entre las
víctimas del sistema educativo
Es en esa conexión solidaria que se puede reforzar
un sistema defensivo eficaz, no patológico, creativo, frente a
toda esa violencia que circula en todo sentido en la escuela:
la violencia social, la del sistema político-económico, la
violencia cotidiana que atraviesa la escuela de manera cada
vez más conspicua, ahora inclusive hasta con armas, con
ataques físicos contra los docentes. En ese medio que puede
llegar a ser tan hostil, el mejor antídoto es el que puede
construirse en el vínculo con los que están en esa situación,
y también construyendo espacios para reflexionar acerca
de la tarea (revisar las prácticas y los modelos mentales
de acción), para que los hechos y conflictos no tiendan a
naturalizarse, para tener fortaleza vincular entre pares y no
caer en la resignación y en la “indigencia i ntelectual”
119
La manera de rescatarse creativamente es a través
de la práctica de la solidaridad, de poder seguir pensando y
seguir formándose.
“Cuando esos mismos cuerpos trazan nuevos movimientos,
cuando el cuerpo recupera su contentamiento se recupera
el coraje. El contentamiento anima el ánimo, anima la
valentía”. 2
2
Ibid cita 1
121
En la Villa Palito
por Víctor Hugo Ibáñez
Una noche, en una fiesta de 15 años, en la Villa
Palito en la que casualmente fui invitado, unos chicos de
entre 11 y 17 años estaban fumando, saltando en los asientos,
bebiendo y haciendo mucho alboroto.
La quinceañera, me pidió que los echara y yo me
negué. Le dije que yo no podía hacerlo, que no eran mis
invitados. Me preguntó qué debía hacer entonces, le dije
“involucrarse” y me respondió ¿Cómo? que no le iban a
hacer caso y le dije que les hable de igual a igual, que se
junte con ellos. Ella agregó, que son sus amigos, pero que
cuando están así, no entienden razones.
Bueno, mirá, así es como yo lo haría. Me levanté,
los saludé a cada uno y les pregunté sus nombres, me puse
a bailar su baile y a compartir su bebida. Al bailar todos
juntos, ellos primero se extrañaron y se corrían hacia un
lugar alejado, yo los seguía y seguía bailando, invité a unas
chicas y les dije que bailaran con nosotros. Estos chicos,
dejaron de tomar, ellos mismos se decían que no saltaran en
los bancos, que no armen alboroto y se juntaban alrededor
mío.
Uno de ellos, me puso un nombre amigable “caman”.
Supongo que querían decir VAMOS.
Solían menearse extrañamente, yo los copiaba,
razón por la cual les pintaba una sonrisa y me saludaban
chocando las manos.
Desde ese día fui sorprendido, ya que sin saber mi
nombre y creo que no les interesaba, solo saber que cuando
122
paso, estamos, charlamos, me saludan y no puedo olvidarme
de ellos.
Creo que les cambió en algo sus vidas y ellos
cambiaron algo en la mía.
123
Lo que el árbol tiene de florido
por Silvia Rizzo
Lacan aconsejó fuertemente a los psicoanalistas:
“atendamos a los poetas”.
“Colocadle en tierra y que de su bella carne inmaculada
broten violetas” 1 le hace decir Shakespeare a Laertes,
para que se cumpla el sepultamiento de su hermana Ofelia,
prometida de Hamlet.
Los rituales funerarios fundamentan la cultura,
le arrancan la muerte a la naturaleza para entregarla a la
historia. El que yace en una tumba evita ser carroña para
transformarse en un cuerpo trabajado por la cultura. Es por
eso que la muerte para ser descarnada, debe ser acompañada
por el olvido, por un borramiento en la memoria. Una muerte
sin tumba, sin arte ni ritual.
La búsqueda de la dignificación post mortem del ser
querido en el entierro ha sido históricamente reflejada. Uno
de esos reflejos es la tragedia griega de Sófocles, Antígona.
Ésta comienza en el momento en que los dos hijos de
Edipo, Etéocles y Polinice, que debían reinar en Tebas por
turno, se batieron y mataron entre sí al pie de los muros
de la ciudad, porque Etéocles, al término de su mandato
se negó a ceder el poder a su hermano. Siete grandes
príncipes extranjeros, a quienes Polinice había ganado
para su causa, son derrotados frente a las siete puertas de
Tebas. En ese momento, la ciudad queda a salvo; los dos
hermanos enemigos y enfrentados están muertos y Creonte
se hace cargo del poder. Como rey ordena que a Etéocles,
el buen hermano, el que muere defendiendo a su reino, se le
hagan imponentes funerales, pero que Polinice, el rebelde,
1
Hamlet. William Shakespeare. Editorial Longseller. 2004. Traducción de Mario Alarcón
124
quede sin llanto y sin sepultura, presa de las bestias. El rey
Creonte decide entonces rendir homenaje al defensor de la
patria y dejar el cuerpo de Polinice (el traidor) sin honor.
Porque la ley no puede ser la misma para el que muere en
defensa de la patria, (quien representa el poder legitimado)
que para quien muere atacándola. Quien se atreva a rendirle
homenaje fúnebre será castigado con la muerte.
La orden es clara, Polinice tendrá que desaparecer y
ningún rastro de él deberá encontrarse. Ni en la subjetividad
de sus deudos (prohibición de llorarlo, de realizar un trabajo
de duelo) ni en la concreción de ese duelo como estela
funeraria.
Antígona, hija de la relación incestuosa entre Yocasta
y Edipo, se revela contra la ley de Creonte, el tirano que es a
su vez su tío y el padre de su prometido Hemón.
Ella se resiste a que uno de sus hermanos quede sin
sepultura obedeciendo las leyes familiares al tiempo que
sagradas, pues no darle sepultura significaría negarle el
acceso a la mansión de los muertos. Por esta desobediencia
a las leyes humanas es condenada a ser enterrada viva.
Antígona, que prefiere morir antes que dejar
insepulto el cadáver de su hermano, asume el relevo de un
deseo puro y allí su belleza, la ética como estética de la
existencia. Ella refleja lo que Lacan enunciará como “la
mujer es una fuerza positiva contra el orden estupidizante
de la horda”.
Creonte, rey de Tebas, se ubica allí, en el lugar
de la ley que protege el bien común, desconociendo la
autoridad como lugar vacío y como describe Freud al líder,
la relación que sostiene con los miembros de su grupo es de
indiferencia en cuanto a sus diferencias; “hay otros campos
que se pueden arar” 2 dice al condenar a la prometida de
su hijo.
2
Teatro, Sófocles, Ediciones Terramar, 2007, versión castellana de
Antígona de Josefina del Río.
125
A la ilusión de amor universal del líder, Lacan le
opone la universalidad del amor sensual. Sostiene como
Freud que el dominio propio de la ética es la pasión, el amor
sensual, no el ilusorio amor universal que logra convertirnos
en buenos soldados de Cristo o del Estado.
A Antígona no la mueve el temor ni la compasión,
sino el amor. Antígona amaba a su hermano, ese Eros
invencible que como señalaba Freud, conlleva un doble
valor poético y político, arrasando con todas las barreras.
Antígona solo obedece la divina ley del corazón, y
trasgrede, rompe con la diacronía en un acto de naturaleza
ejemplar y salta hacia la libertad del sujeto. Provoca
escándalo (“escandal” es una vela que navega contra el
viento), haciendo pública su política. Ismena, su hermana,
se resigna al acobardamiento, recluida en el temor, no sabe
a qué atenerse e inexorablemente termina ateniéndose a las
consecuencias. Los griegos aludían a la posición del idiota
en relación con esto, porque es también una forma bastante
frecuente de reclusión.
Si algo provoca romper el escándalo de Antígona es
esa posición del idiota. Pero el cuerpo social no se pronuncia
en favor de rendirle los honores fúnebres a Polinice. Al
respecto dice Lacan:
“Es en la medida en que la comunidad se rehúsa a ello
que Antígona debe hacer el sacrificio de su ser para el
mantenimiento de este ser esencial que es el Até familiar, ese
algo que es el verdadero motivo, el verdadero eje alrededor
del cual gira toda la tragedia de Antígona. Ella perpetúa,
eterniza, inmortaliza ese Até” 3
3
Seminario 7. La ética del Psicoanálisis. 1959-1960. J. Lacan, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1991.
126
Marc Auge en ”Las formas del olvido” decía;
“el deber de la memoria es el deber de los descendientes y
tiene dos aspectos: el recuerdo y la vigilancia. La vigilancia
es la actualización del recuerdo.” 4
El edicto de Creonte tenía la función de escarmiento
y a la vez de amenaza dirigida a quien osara desafiar el poder
del Estado. El ensañamiento con el adversario político aún
después de su muerte, llega a nuestros días. Durante décadas
los militares de América Latina negaron la existencia de
los “desaparecidos”. En un principio pretendieron que se
trataba de personas que estaban vivas y que habían salido
clandestinamente al exilio, más adelante reconocieron
algunos pocos casos como excesos. Hoy sabemos que se
trató de un plan sistemático: asesinar clandestinamente y
sustraer los cuerpos de las víctimas impidiendo todo ritual
funerario. Pero los espectros siguen rondando y reclamando
justicia, como Hamlet dice a su fantasma:
“¿recordarte? Sí, tú, pobre espectro, mientras la memoria
conserve asiento en esta esfera enajenada.” 5
Así como la gesta de Antígona ha sido tomada a lo
largo de la historia como símbolo del acto ético, el paradigma
argentino de la ternura lo constituyen las Madres de Plaza
de Mayo. Aquella como éstas tantas veces llamadas “locas”
han recuperado el escándalo.
Recuperar el escándalo frente a la indiferencia
que mata es advertir la evidencia del enfrentamiento de la
crueldad con la ternura. Enfrentamiento en el que la ternura,
como decía Freud, coarta la descarga pulsional.
4
5
Las formas del olvido. Marc Augé. Editorial Gedisa. 1998. Barcelona.
Ibid nota 1
127
El psicoanalista argentino Fernando Ulloa expresaba
que la ternura y la crueldad requieren de dispositivos
culturales y están presentes desde el comienzo de la historia
de la civilización. Decía al respecto:
“La ternura es el escenario de ese sentimiento
sencillo y firme que llamo buen trato, término que no solo
remite a tratamiento, sino también a un trato solidario
como núcleo de cualquier relación entre los hombres y las
naciones.” 6
Y es también ese escenario donde la sexualidad abre
el campo erótico.
En la crueldad mayor, la vera crueldad, su
ejecutor se abroquela en la pretensión de impunidad en
el desconocimiento a toda ley y esgrime un saber canalla
que niega, excluye o elimina todo saber curioso, atento a lo
distinto, a lo extraño.
Sobre lo extraño, ya en el siglo XII, el monje Hugo
Saint Víctor decía: “aquel que está aferrado a su tierra natal
aún es tierno, pero aquel que hace de todo territorio, propio
territorio ese es más firme, pero, perfecto es aquel para
quien todo el planeta es extraño”.
Ulloa propone extrañar lo cotidiano, lo obvio, la
crueldad enmascarada porque cuando la crueldad se vela se
hace cultura del acostumbramiento, cultura de la mortificación,
donde los sujetos no son hacedores de su cultura sino enrarecidas
hechuras de la misma.
En la mortificación hay una detención del fluir del
pensamiento. Aquí Ulloa se asienta en las bases freudianas a
través de la lectura de las neurosis actuales. Allí Freud aludía
6
Novela Clínica Psicoanalítica. Fernando Ulloa. Editorial Paidós.
1995. Bs. As.
128
al estancamiento libidinal. El origen de ese sufrimiento no
está referido a la historización ni a la transferencia, sino a
algo que tiene vigencia actual. Al pasado no se lo evoca, no
se lo resignifica, no se lo convoca, sino que está presente
como invalidez. Hay desadueñamiento del cuerpo para
la acción, para el placer, no hay protesta, desaparece la
inteligencia junto con la valentía, no hay alegría, por lo que
se resiente la vida erótica.
Este cuadro freudiano de las neurosis actuales,
cuyos síntomas constituyen con frecuencia el nódulo de
las psiconeurosis, puede pensárselo en términos colectivos
y de hecho la cultura de la mortificación bien podría ser
denominada cultura de las neurosis actuales.
Entonces ¿cómo poner en circulación lo que está
detenido, el tiempo personal que está detenido? Ulloa
decía:
“yo suelo recurrir a lo que llamo la clínica de
la Narración, a la clínica de las palabras mediante la
cual existe la posibilidad de historizar y de recuperar la
capacidad de perspectiva. Una narración de la tragedia en
las márgenes del escenario.” 7
En ciertas ocasiones frente a la contemplación
impactante de la tragedia se requiere algo del talento
sofocleano para organizar los dinamismos inteligibles del
drama, sea en sí mismo, en la vida cotidiana, en el teatro
o principalmente en la clínica. Esto implica encontrar,
defender y operar desde una platea en las márgenes del
escenario donde se juega una suerte de “entrar a salir” no
solo por la vía de la dramática sino apelando al humor.
Un psicoanálisis convocado como tal a trabajar
colectivamente en lo que Ulloa llamó numerosidad social
7
Ibid nota 6 .
129
encuentra en este “entrar a salir” el punto clínico de facilidad
relativa, no está ni en la platea alejada ni en el centro mismo
del escenario. Puede hallarse frente a la encerrona trágica,
a ese dolor psíquico infernal de aquellos que para vivir,
trabajar, recuperar su salud, dependen de algo o alguien que
los maltrata, sin tomar en cuenta su situación de invalidez
o encontrarse frente a la resignación de los que habiendo
estado en aquel cuadro inicialmente tumultuoso, no pueden
vislumbrar una salida.
Algo que es actual nos amenaza como fin de la
historia, fin de la utopía, fin de las ideologías. Esas ideas
finiseculares tienen sentido en la cultura de la mortificación
resignada.
Allí donde el sujeto está en emergencia tiene total
sentido que opere el psicoanálisis como disciplina idónea
para abordar la subjetividad. Si bien no podemos elegir
entre nuestro mundo y el mundo griego, bien podemos
apropiarnos del legado sofocleano y preguntarnos con
Foucault ¿porqué no podría cada uno hacer de su vida una
obra de arte? Y resistir, construir un presente que nos permita
la pasión de examinar el pasado, de historizar el pasado, de
documentar los hechos, de acabar con las idealizaciones y
bosquejar el futuro. Ese acto presente que es un acto de
salud mental, que es un acto político, que es un acto clínico,
se llama devenir.
…porque después de todo he comprendido,
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
(Francisco Luis Bernárdez)
131
Antígona
En tus ojos me veo,
se hiela mi sangre,
también la vida…
Los tigres pisan la razón,
No todo es negrura…
Si estando muerta, revives…
Te leo amada,
dibujo en el aire tu rostro,
me irradias ternura.
¿Qué es la vida?
Preservado ¿Estoy vivo…?
lo anómalo y la costumbre me niegan.
no me dejes caer en Ismene,
convoco al acto sin rehusar.
Que mis ojos sean atentos,
que mis manos no tiemblen,
que mi boca no calle…
Cansado estoy, de no andar…
Dame tus piernas,
dame tus labios y su sonido,
dame tus ojos y tu mirada.
132
¿Dónde estás, que no puedo verte…?
¡Por qué te la llevaste Pachamama?
¡Llévatelo a Creonte…! Déjalo en tu útero.
Goce maldito de costumbre.
Con mi mano, quito el velo de mis ojos
y mi boca seca de no poder, te grito,
¡Pacha no me lleves…!
¡Vomítame…! con vómito de Antígona
y riega la tierra de parlantes sin refreno.
Víctor Hugo Ibáñez

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