predicacion-nuestra-senora-de-las-misericordias-2014

Transcripción

predicacion-nuestra-senora-de-las-misericordias-2014
NUESTRA SEÑORA DE LAS MISERICORDIA Sep. 8 2014
En el diario espiritual del siervo de Dios Miguel Ángel Builes, con fecha
del 8 de Septiembre de 1961 se lee: “a las 4:30, una multitud inmensa
presidida por mí, vamos al templete. Mil faroles en alto alumbradoras
luminosas…me rodean. Con el micrófono de movimiento entono el
rosario. Voces mil con murmullo de muchas aguas contesta. La querida
madre nos recibe con amor… que bella imagen de la Reina a quien
amamos y llamamos “Aurora” y le rezamos el rosario de la aurora,
terminando así el ciclo de la novena y el día”.
Ni la bella tradición ni la fe se han acabado, están vivas como la devoción
mariana.
Todos los días me lleno de profunda emoción y gozo al ver la multitud de
fieles devotos (niños, jóvenes, adultos, ancianos) desfilar mañana y tarde
para honrar a la Madre María, a la reina del cielo, a la “virgen blanca”, a
Nuestra Señora de las misericordias y a adorar a Dios en la Eucaristía, no
como mero folklor o costumbre sino con un profundo respeto y devoción
y pienso: si uno siente emoción ¡cómo será la emoción y el gozo de la
madre de las Misericordias desde el cielo al vernos a nosotros, este rio de
almas, de fieles devotos que venimos a sus plantas a venerarla, a
agradecerle y a suplicarle su valiosa intercesión ante su Hijo Jesús. Sí,
creo que ella se goza en nosotros y nosotros en ella y en Dios.
No estuvimos ni estamos aquí por curiosidad sino porque alguien de
niños nos habló del padre de la Misericordia, del hermano Jesús bueno y
misericordioso y de la Madre María, la madre de la mirada tierna, la de los
brazos abiertos la del amor misericordioso. Recibimos el regalo de la fe,
nos enseñaron a orar, a confiar en Dios y en María. Podríamos repetir,
clavando nuestra mirada en esta bella imagen que nos transporta a la
Reina del cielo, esta estrofa de los gozos del triduo que compuso
Monseñor Miguel Angel Builes, ahora en proceso de canonización, a
Nuestra Señora de las Misericordias:
“Desde mi tierna infancia, te amé, Madre querida,
QUIERO TODA MI VIDA QUEDARME EN ESTE AMOR;
Quererte, Madre, ansío. Con fuegos de ternura, con alma limpia y pura
servir a tu Señor.
No somos un montón de idólatras, como dicen algunos hermanos
alejados, somos un puñado de hijos que tenemos Madre, una madre que
nos ama como hijos, que nos toma de la mano y nos pone frente a su Hijo
Jesús nuestro Señor y Salvador y nos encamina al padre de quien ella
proclama que es poderoso, santo, que hizo cosas grandes en ella y de
eterna misericordia con los que le honran (Lucas 1, 49-50)
Hemos meditado en este novenario Sobre las enseñanzas de María,
reflexiones del Papa Benedicto XVI para aprender de María: EN LA
ANUNCIÓN con el magníficat, la generosidad, la acogida de la palabra de
Dios, la actitud orante, la alabanza, la acción de gracias y la alegría. CON
SU CONCEPCION INMACULADA la íntima unión con Cristo, la gracia (que
es pureza de alma, mente, cuerpo y corazón, que es lucha y triunfo sobre
el pecado) para presentarnos como ella “inmaculados” delante del Señor.
“Él nos eligió en Cristo antes de la creación del mundo, para que fuéramos
su pueblo y nos mantuviéramos sin mancha en su presencia” (Ef. 1,4). EN
LA VISITACIÓN, el servicio (salir de nosotros mismo hacia el hermano), la
caridad cristiana, la prontitud para llevar y comunicar al Señor y el valor y
la grandeza del sacramento de la Eucaristía porque María llevó a Jesús en
su seno como en un sagrario. EN LA METERNIDAD DIVINA DE MARIA Y
EN LA VIRGINIDAD DE MARIA que ella es madre, pero madre virgen;
María es virgen, pero virgen madre; que ella es en verdad la madre de
Jesús verdadero Dios y verdadero hombre y que debemos valorar la
virginidad y la castidad. EN LA ASUNCIÓN DE MARIA, que el cielo no es
algo lejano y desconocido, que es nuestra morada definitiva. Desde allí
María, con su ejemplo nos anima a aceptar la voluntad de Dios, a no
dejarnos seducir por lo pasajero y a meditar sobre el sentido verdadero y
el valor de nuestra existencia humana. DE LA ENSEÑANZAS DE MARIA
que ella es el gran signo de la victoria del amor de Dios sobre el egoísmo,
signo de consolación en la tribulación. Hemos de seguir su camino: el
camino del amor. Que Dios aprecia en María la humildad, más que
cualquier otra cosa (“…y el que se humille, será ensalzado” (Lc. 14,11) por
eso no sigamos el camino del orgullo sino el de la humildad que es un
camino de valentía porque la motivación no es el éxito sino el bien. DE
MARIA, DON DE LA FE: FE RECIBIDA, que la fe debe ser sencilla y pura,
que debemos pedirle a María que nos entregue el don de su fe que nos
hace vivir la dimensión de los finito y lo infinito y nos hace sentir que
nuestra vida esta atraída hacia el futuro, hacia Dios. Y al celebrar la
dedicación de la basílica de Nuestra Señora de las misericordias a ser
templos vivos morada de Dios como María. DE MARIA MADRE, MODELO
E IMAGEN DE LA IGLESIA que quien ama se olvida de sí mismo y se pone
al servicio del prójimo, como María, por eso toda comunidad eclesial,
como la Madre de Cristo, está llamada a acoger con plena disponibilidad
el misterio de Dios que viene a habitar en ella y la impulsa por las sendas
del amor. DE MARIA CAMINO HACIA JESUS que debemos dejarnos guiar
por María, por la Madre de las gracias, la Madre de todos los fieles y no
olvidar sus palabras en las bodas de Caná: “haced lo que él os diga” (Jn.
2,5).
Contemplemos entonces hoy en María, nuestra Reina de las Misericordias
su ternura, su belleza y su dulzura y hagamos nuestras las palabras de la
oración de la consideración del cuarto día de la novena: “Oh, que pura es
tu mirada. Que hermosa eres, Madre mía, Madre de mi alma! Cuán
hermosa y cuan dulce eres. HAZ QUE ESA BELLEZA ME ROBE EL
CORAZÓN Y QUE ESA DULZURA EMBRIAGUE MI ALMA AQUÍ EN LA
TIERRA Y SEA MI RECOMPENSA EN EL CIELO”.
El papa mariano, Juan Pablo II en la Carta Encíclica El Esplendor de la
verdad nos dice
MARIA ES MADRE DE MISERICORDIA porque Jesucristo, su Hijo, es
enviado por el Padre como revelación de la Misericordia de Dios (cf. Jn 3,
16-18). El ha venido no para condenar sino para perdonar, para derramar
misericordia (cf. Mt 9, 13). Y la misericordia más grande radica en su
estar en medio de nosotros y en la llamada que nos ha dirigido para
encontrarlo y proclamarlo, junto con Pedro, como «el Hijo de Dios vivo»
(Mt 16, 16).
También María es Madre de Misericordia porque Jesús le confía su Iglesia
y toda la humanidad. A los pies de la Cruz, cuando acepta a Juan como
hijo; cuando, junto con Cristo, pide al Padre el perdón para aquellos que
no saben lo que hacen (cf. Lc 23, 34), María, en perfecta docilidad al
Espíritu, experimenta la riqueza y universalidad del amor de Dios, que le
dilata el corazón y le capacita para abrazar a todo el género humano. De
este modo, se nos entrega como Madre de todos y de cada uno de
nosotros. Se convierte en la Madre que nos alcanza la Misericordia Divina.
Y concluye con la oración
María, Madre de misericordia,
cuida de todos para que no se haga inútil la cruz de Cristo,
para que el hombre no pierda el camino del bien,
no pierda la conciencia del pecado
y crezca en la esperanza en Dios, «rico en misericordia» (Ef 2, 4),
para que haga libremente las buenas obras que El le asignó (cf. Ef 2, 10)
y, de esta manera, toda su vida sea «un himno a su gloria» (Ef 1, 12).
Y en la carta Encíclica sobre la Divina Misericordia escribe:
María es la que de manera singular y excepcional ha experimentado —
como nadie— la misericordia y, también de manera excepcional, ha hecho
posible con el sacrificio de su corazón la propia participación en la
revelación de la misericordia divina. Tal sacrificio está estrechamente
vinculado con la cruz de su Hijo, a cuyos pies ella se encontraría en el
Calvario. Este sacrificio suyo es una participación singular en la
revelación de la misericordia, es decir, en la absoluta fidelidad de Dios al
propio amor, a la alianza querida por El desde la eternidad y concluida en
el tiempo con el hombre, con el pueblo, con la humanidad.
María pues es la que conoce más a fondo el misterio de la misericordia
divina. Sabe su precio y sabe cuán alto es. En este sentido la llamamos
también Madre de la misericordia: Virgen de la misericordia o Madre de
la divina misericordia; en cada uno de estos títulos se encierra un
profundo significado teológico, porque expresan la preparación particular
de su alma, de toda su personalidad, sabiendo ver primeramente a través
de los complicados acontecimientos de Israel, y de todo hombre y de la
humanidad entera después, aquella misericordia de la que « por todas la
generaciones » (105) nos hacemos partícipes según el eterno designio de
la Santísima Trinidad.
Y de la contemplación pasemos a la imitación, a la práctica, al
compromiso:
NIÑOS
María la Madre del niño Jesús lo cuidó con esmero, lo presentó en el
templo y se angustió ante su pérdida, también ella, la mamá del cielo los
ama y los cuida y se angustia cuando se extravían en la cosas malas, amen
niños a María, no les dé pereza orarle y honrarla. Como el niño Jesús que
después de encontrarlo su madre María con José vivió obedeciéndoles,
ustedes también obedezcan a Dios, a la Madre de las misericordias y a sus
padres.
JOVENES: Escribe el papa Benedicto XVI: “Dios buscó un corazón joven y
lo encontró en María, “una joven” también hoy Dios busca corazones
jóvenes, busca jóvenes de corazón grande, capaces de hacerle espacio a él
en su vida y acoger la propuesta fascinante de Jesús que tiene
predilección por los jóvenes como lo pone de manifiesto en el diálogo con
el joven rico” (Mt 19, 16-22).
Muchachos y muchachas no se dejen engañar ni seducir por boom de la
moda, del materialismo, del placer, del licor, de la droga, los destruye, los
empobrece, los degrada, la joven maría la tenía todo, tenía a Jesús, sean
amigos de María, sean amigos de Jesús. Dios los ama, confía en ustedes, en
su valentía, cuanta con ustedes como lo hizo con María.
ESPOSOS
Contemplen en María y José la fidelidad, el amor y la obediencia a la
voluntad de Dios. No hay otro modelo mejor a seguir, regálense siempre
el perdón, vivan unidos, ámense, sean fieles…no es terea fácil pero la
Madre de las misericordias los iluminará y los sostendrá
SACERDOTES, RELIGIOSAS Y ASPIRANTES
En maría encontramos el modelo irrenunciable del verdadero discípulo
de Jesús que cumple a cabalidad los consejos evangélicos de pobreza,
humildad y obediencia. Ella nos enseña a no amoldarnos a las cosas de
este mundo sino a las eternas. No en vano nos consagramos a ella antes
de ser enviados a servir. Sea ella nuestra guía y protección. No podemos
desdibujar el amor misericordioso de Dios manifestado en el abrazo
maternal y misericordioso de María.
*El novenario culminó y la celebración gozosa de esta fiesta, de esta
solemnidad terminará por hoy, pero no la vida cristiana y sacramental,
no el compromiso con la iglesia, no el testimonio, no la devoción ni la fe.
Sigamos nuestro camino con María porque ella es camino seguro hacia
Jesús, el centro de nuestra vida.
Madre de las Misericordias, bendícenos, guíanos y alcánzanos de tu Hijo
Jesús el perdón y su compasión de nuestras miserias. Recibe nuestro
homenaje de gratitud y las súplicas que hemos presentado.
MADRE Y REINA LA DE LAS MISERICORDIAS,
ME CONSAGRO A TI COMO A MI TIERNA MADRE,
ME COLOCO EN TUS BENDITAS MANOS. BENDICEME, PROTEGEME Y
LLEVAME A JESUS

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