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Transcripción

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La velada noche
JURADO:
Israel Domínguez Pérez
Julio Sánchez Chang
Alejandro Ponce Ruiz
La velada noche
René Coyra
Pulso y onda / poesía
Ediciones ORTO
2011
Edición: Alejandro Ponce Ruiz
Corrección: Juan Manuel Alsina Milanés
Diseño y composición: Yuri Y. Baldoquín Suárez
© René Coyra, 2011
© Sobre la presente edición
Ediciones ORTO, 2011
ISBN: 978-959-223-234-1
Ediciones ORTO
Plácido No.161
esquina a Pedro Figueredo
Manzanillo, Granma, Cuba
E-mail: [email protected]
He visto demasiado para esperar en calma
que se produzca la revelación.
DELFÍN PRATS
Trazo dejado por la lluvia
A la llegada del tren
(a)
vagones oscuros.
viajeros dispuestos a luchar
por un sitio más confortable.
necesidad de recorrer un espacio
adentrándose donde otros lo hicieron
supuesta libertad para regresar, incluso.
el hombre del pregón lo hace tan alto
que apenas logramos entender lo que propone:
ha de estar cansado de vender lo mismo.
(b)
durante seis noches observó su llegada.
(anotaba en un pedazo de papel lo que podía observar.)
«solo he mirado desde el espacio
que media entre el poste de luz al muro de ladrillos.»
(recostado al muro miraba con ojo torvo.)
los perros ladraban pero no a la luna,
a otros perros o a los hombres.
nadie fue tan tierno para lanzarles algo de comer.
esa gente pasa hambre
y los perros a merced de los hambrientos también:
«ningún perro le ha ladrado a la luna nunca».
9
(c)
quienes transitaban de un sitio a otro se volvían
más agresivos:
«los hombres prefieren ser tirados por máquinas
y no por animales».
simulaba hacer la fila.
las personas no lo notaban, pero los caballos sí:
«esto es la poesía, una simulación», se dijo.
(d)
hacia el centro del parque está la fuente,
construida sin deseo.
el hombre que vende frutas se sienta junto al brocal
donde no hay agua ni profundidad para haberla.
nada brota desde las profundidades,
el hombre lo sabe y propone su precio:
los perros mordisquean detrás de los postes de luz
fríos restos de naranja.
(e)
primero gritó el búho
animal de hierro
sobre los patios alumbrados del pedregal.
llegué en uno de esos destartalados
surcando los campos como un hachazo.
cortaba las rosas
las colocaba sobre el búcaro
para adornar la mesa,
un regalo de la familia: un sucedáneo,
nunca faltaron flores para los muertos.
10
(f)
el tren surca
el tren surca el patio de girasoles
el tren surca el patio de girasoles
y después el patio de gravillas y centeno
vas tras él o sobre él
y sentirás su olor cuando el resplandor decaiga
sobre el puesto de las icsoras florecidas
o cuando los girasoles se pierdan en lontananza
delimitando los espacios virtuales del cielo
y de la ciudad.
yo estaré/en la estación/otra vez/esperándote:
¿te has preguntado quién soy alguna vez?
11
Nos sentamos alrededor de la mesa
del café
nos sentamos alrededor de la mesa del café
junto al hombre caminador, al hombre artista
con el hombre florero, con el hombre poca luz
con el hombre brazos de yerba necesitado,
con el hombre pequeño,
con el hombre artista zombi, con la mujer
lengua de hierro, con la mujer lluvia
que ha salido hoy sin sombrero,
con la música del hombre campesino
entrando en el baño a orinar y que no gusta del café:
mientras dura la conversación el hombre dependiente
espera la propina
y el hombre trasvesti escoge la ropa para el sábado
la muchacha ojos de cuarzo habla del novio,
que no del amor ni de la felicidad.
«quien manda aquí soy yo»,
nos dicta el tubo de luz fría enemigo del ventilador
y de la máquina que cuela la borra,
de eso que por convención se llama café americano,
y nos sabe a cardo y a agua de mar.
12
Trazo dejado por la lluvia
trazo dejado por la lluvia
sobre la aparente calma del anochecer.
noche: nuestro elemento. trazo dejado por la lluvia
sobre el trazo de sangre, ilusión en poder recuperar
y comenzar —otra vez— desde el principio.
olor a frutos descomponiéndose
dentro de su caja de madera,
a la entrada de algún mercado.
en la mañana el vendedor debe escoger
proponiendo un precio mayor para superar la pérdida
contra los deseos del comprador, es decir,
mediando el dinero
y el desprestigiado concepto de la enajenación.
fruto: porción de madera tallada/ropa sucia vuelta a
usar/coágulo/torpeza/mancha/dádiva/calor.
trazo dejado por la lluvia sobre el que debemos pasar
otra vez, simulando al transeúnte que camina
sobre el empedrado cielo de dientes de perro y
sobre legañosa intemperie, sobre su frío.
13
Si no sabemos qué es el amor
si no sabemos qué es el amor
cómo saber qué sería un poema de amor:
música o yerba.
manotazo del agua pegando en mi cuerpo
contra los residuos de mi olor,
especie de calle mal transitada
—sin pulimento o señales para transitarla—.
anegado nada te conduce, despoblado,
mazazo del agua, torbellino dentro del pensamiento
herrumbre del pensamiento
sin importar lo que hagas por recuperar.
agrio del agua sobre las manos,
sudor sin sudario o fiebre
contra el resplandor de la mano caída
y del pañuelo saboreado
desde la mancha de aceite
hasta el abigarrado color del adiós
sin norte sin presunción sin posibilidad.
en el norte de unos labios, contra los policías
y los bancos de hierro
y el cartón pintado de los balcones sin ventanales
y sin cristales y sin brillo —ventanas sin lógica de
ventanas—
y sin camino hacia otra presunta oscuridad,
labios en calma
como la brisa que debió empujar la lluvia solamente
contra mí.
14
No entendía el hombre lo que aconteció
ante sus ojos
no entendía el hombre lo que aconteció ante sus ojos.
«es mejor precaver», se dijo y nos dio la espalda.
quiso ver lo que vio, pero no era eso,
siquiera pudimos disculparnos.
el hombre de la moto estaba acostumbrado
y fingió ver púrpura en los labios de él, fingió ver
lo que ya había visto muchas veces:
una flor, una venta, una nube de humo
una transacción entre las cenizas y el alcohol
—en el portal de una tienda clausurada por derrumbe—
fingió que sabía lo que veía,
pero al final debió ocuparse de sus asuntos.
si no llego antes de las doce, ve a buscarme.
los perros andarán tras los desperdicios
y algún tren se hará roncó
contra la propia madera de mi cuerpo.
15
Cuando por unos minutos nos
cruzamos
cuando por unos minutos nos cruzamos
el cielo se cerró desde su rojo intenso,
había visto otras cosas, y las supuse bellas, incluso,
pero nunca el cielo rojo
cerrándose.
16
Aire de las islas
Aire de las islas
1
ensayar el poema sobre las islas:
del misterioso cielo tomábamos las gotas de lluvia,
el aire, sus manchas.
tratar que el alma no escape,
el receptor no se concentre solo en los arabescos
en los residuos de la mente.
se escribe desde una tenue luz artificial
desde la misma alambra de los sitios donde de niños
jugábamos.
nuestro ojo ha preferido ser aniquilado
antes de ser un ojo gritador o lagrimear.
si escribes desde la exactitud de las palabras
en el momento de buscar la palabra precisa
aparecen miles
y cambias la intención, borras un sentido
y encuentras otro.
es mejor ir a los campos a jugar,
la cifra de la tarde en la granada,
recuperar aquella fe perdida
ingratitud de a quienes tendí una mano:
la humildad de las palabras
no presupone la del sentido.
19
2
en una estación de trenes
cuando perdido el ticket
alguien me detuvo y debí explicar con inocencia
por qué viajaba.
establecí mi primera relación con el mundo.
viajaba la isla sin velocidad
convergía en el punto de la explicación.
por qué viajaba sin ticket,
increpaba un hombre con voz de dueño.
me alié a las palabras,
mi respuesta se tornó brumosa,
demostrando torpeza, resignación.
el escepticismo de mis palabras
mi deseo de asesinar…
perdí el ticket,
mi primera relación con el mundo…
3
como si odiara el agua
hundía las manos en el hueco
para sacar peces de la represa del ahogado,
la de todos los pueblos.
escondidos bajo el armazón de la turbina,
la que lleva el agua a las casas,
nuestra fuente de la eterna juventud.
4
el oficial del gobierno
le dijo a mi hermana que podía estudiar,
estaba mi nombre en una lista, con tinta roja
(de estudiante) que puede continuar…
20
los arrecifes estaban lejos,
quedaría tiempo para reparar en ello.
mi cuerpo embriagado por la noticia del oficial
sucumbió ante el alcohol.
madre vistió de gala la carne del matarife,
mostraba sus dientes blanquísimos
a la luz del candil.
al subir me gritaron
para que me abrigara del aire del tren
y que cuidara el ticket:
Sigmund Freud me aguardaba.
5
aguza el oído,
ver no podrás la mar de Píndaro.
21
Hablando con un desconocido
quien se recuesta
a la luz del poste
o al rayo que baja
desde el portal
el que se acumula
bajo el frío
y el agua derretida
sin corazón,
espera a alguien
espera recuperar.
las luces se reflejan
en la gota de alcohol.
el que espera
hablará con un desconocido
y no habrá testigos
de dicha conversación.
22
Desconfianza del Otro
me había dicho que hablase con él, que le contara.
«yo no soy así», he preferido justificarme.
hablar entonces en tercera persona,
como si no fuera mía la historia que iba a decirle.
el estanque de los peces guardaba la forma del agua,
pero no había líquido allí.
debíamos orinar sobre la arcilla
y que el guardaparques nos detuviera.
tomé su mano y medimos nuestra fuerza,
le dije que guardaba un poco del deseo
y que si no amanecía en breve,
podíamos seguir bebiendo.
23
La sinuosa calle
la noche caía
como una enredadera.
su voz empañaba
la oscuridad de la calle
contra la oscuridad del cielo,
el tenue resplandor con que se mira,
la sombra de los cuerpos
ocultos tras la brevedad.
24
Mi pensamiento en ti
las sirenas del tren
pretenden hablarnos.
parecía como si las sirenas
del tren nos estuvieran
tratando de decir algo
sobre nuestro deseo de asesinar.
en el invierno mis manos aferradas
a los raíles potentísimos.
yo sentía tu respiración.
en el anden la gente
transcurría con cierta rapidez
padecía el peso de mis manos
mis dedos sobre el pedazo de papel.
el sonido de los trenes
pesa más que una nube de humo.
25
Confesión
me ha ido mejor
desde que ciertos asuntos
no guardan importancia para mí.
26
Tiene algo que declarar?
la fijeza de la luz
sobre mi rostro
como una tortura
lograba cegarme.
en ciertas noches
prefería acostarme
bajo la luz del candil.
27
Los niños llenaban con tiza las líneas
que el agua borraría
los niños llenaban con tiza las líneas
que el agua borraría
que borraría el viento pretérito las consignas
la necesidad la música.
la gente se amontonaba, alguien escribió tu nombre
sobre el límite de la cal y la piedra.
la palabra que nombraba tu persona cayó al vacío
en el que me asomaba
como se asoma la miseria al horizonte
dejándose llevar como un cuervo o un favor.
cantaban,
tumbados sobre la yerba hicieron sonar los acordes
como si nada sucediera,
y en verdad nada había sucedido.
solo el viento llevando a volar a los suicidas
y su olor a pájaros disecados
y el deambular de los locos como una música más.
28
Barco varado
Era la piragua de Guillermo Cubillo...
CANCIÓN
barco varado.
cardumen que se desvanece ante el oleaje.
atalaya impidiendo el avance. naufragio.
ser detenido en un sitio que no le pertenece.
regurgitación. luz votiva.
remueve el agua tibia del café y pregunta
cómo sería en otra parte.
qué posee para decir estas cosas son nuestras.
intenta asir el líquido
cálido dentro de la garganta, el sabor de la fiebre.
tararea una canción popular donde un personaje
navega desde su piragua.
pretende que entendamos que el protagonista
es el barco varado y no el destino
o el mismo personaje de la canción,
trata de adiestrarnos sobre su existencia
establece su filosofía sobre el drama del otro
y nadie entiende con certeza si es quien canta
o quien perdió el magro vote.
ese soy yo, espeta en nuestra cara
y agria lo que nos quedaba de la tarde.
29
Acorralados por la intemperie
acorralados por la intemperie
cercados por el ruido de la lluvia
y por el milagroso cielo.
lo que nos separa de la pobreza
es esta línea que debemos cruzar.
lanza del agua sobre nuestras cabezas:
no le temo al cielo ni al hombre
que lee el futuro desde la palma de nuestras manos.
te aprieto contra mi pecho como si fueras mi hijo.
30
Varias formas de contemplar
una casa
Haz una casa para todos…
S. FEIJÓO
Habitación alquilada
me canso de vivir bajo trastes tan viejos
el mes acaba y debo pagar el entrante
vigila la dueña como el testaferro las paredes lechosas
y agrias
la ventana no funciona
gotea la pluma siempre
el fisgón me ha visto fornicar
desde el maltrecho pomo de la puerta.
somos estas miserias y otras menos humanas.
palma de mi mano que no puede leerse ni herirme
luz matinal que no te despierta
sonido de la mañana que no es sonido
es sub-sonido, sordina.
en la ciudadela
los vecinos pronuncian palabras sencillas
que perturban el sueño,
distancias, atributos que se utilizan para vivir
y cuestan tanto que nos conducen a la miseria
discrepancias entre esta y aquella persona.
fuegos de artificio contra el fondo del cielo
hombres que marchan hacia el trabajo
disimulan no creer en nada
buscan lo mismo que yo
sin saberse poetas ni hombres cívicos
y el trabajo no les satisface
33
y el verano y del cielo el mismo color:
oscura perdiz que cruza la tarde
y estaba en un poema de heredia
y en éste el instinto por la soledad.
hojas secas donde la lluvia medra
libros viejos amontonados
cerca de la colchoneta donde duermo
en el suelo, frío o ardiente
en dependencia de la estación del año.
ojos que no saben ya mirar
vigilia/dinero/navajas/
pedazos rotos de papel que son el poema
el principio y el fin del poema
el suceso eterno del poema.
esquirlas de madera
dejándonos ver toda la miseria.
tendida mi alma en el cordel
junto a la ropa mal lavada
vaho de mi alma.
no hagamos ruido con nuestra inclemencia.
la noche en la mohosa luna
sangre de sus gatos bebiendo de mis entrañas
ni dejan disfrutar los fuegos de artificio.
34
La celosía
nadie podía ver lo que miraba
es decir, nadie me podía ver mirar.
si usted pasaba por la calle
y no miraba con detenimiento a través de la celosía
no podía verme
entonces no veía que estaba mirando
incómodo por el último resquicio.
nadie se encontraba dentro del cuarto del cobertizo
de la parihuela de cartón
con olor a lluvia pantanosa o a reseda.
el que vivía en aquel cuarto con celosía
con celosía y sin sofá o asientos
sin agua sin luz o lumbre
sin pan, bella vida sin afeites
hueco oscuro donde yo barrunto
a veces la que mi alma desea.
nadie podía ver lo que miraba
y esa distancia me atrapa.
un ser irracional es el que mira
las cosas desde la eterna distancia
distancia en la hoja blanca
pregunta insatisfecha
hecho de sombras no chinescas sino furtivas.
de la lluvia lo que interesa
es olor que desprenderá la tierra mojada
memoria que dejan los destrozos del vendaval
momento en que debemos escapar
ante la cegadora luz...
35
La vuelta a casa
con un flaco
en un bar
en La Habana.
desde la ventana la ciudad
brindaba su avaro contorno.
lamentable arquitectura de los altos
semejaba nuestra vida.
horcones de roída madera
por los otoños sucesivos
argamasa sobornable como sus habitantes.
sombras que pasaban
semejantes a negros pájaros muertos.
gastaban lo que no poseían
pues tenían apenas para el pan.
el flaco sonrío
yo ordené una cerveza para él.
el sabor de la carne
sobre el desfiladero
lindes de nuestras manos
sin importarnos el porvenir.
mojaba sus labios en el líquido frío.
los desfiladeros de la noche
engendraron nuestra parquedad.
oficios tenues, precauciones varias
36
para opinar sobre cualquier asunto, sigilo.
venía del ejercito y acababa de cumplir los veinte años.
la gente parloteaba palabras vanas
no me reconocía en sus miradas
en ellas había algo de rencor.
pretendían no entender la manera tan soberbia
en que el sujeto reía para mí.
es hermoso tener a quien nos despida
en la noche tarda.
37
Casa en Armenia
el domingo leía sobre tu casa en armenia,
no imagino cómo podrás soportarlo
junto al frío
a tu instinto de islas.
babel, ahora nombro a la ciudad
la babel tropical. mucho me alegra lo de tu casa
en armenia, !ah, yo en tu casa¡, en armenia
junto a ti.
iba a leer sobre la cólquide lejana
cuando los policías pedían nos identificásemos.
desde que se rompió la ventana de la casa
tengo tropiezos de esa índole.
caminabas por la avenida de los tilos,
en la biblioteca nos encontrábamos
a ver si el conocimiento nos atrapaba.
hurté algo de jonofonte sobre sócrates
y las nubes y las aporías de zenón el mago hierático,
a veces temo decirte sobre asuntos tan caros para ti.
te sospecho junto al café hirviente,
comiendo de la nieve derrotada
por sus aludes implacables.
¿darías oro por un pedazo
de esta tierra?
pero no vuelvas,
38
porque todo resultaría demasiado pequeño
dada tu costumbre de tanto bregar.
ayer leía sobre tu casa
en armenia.
39
Casa sobre el mercado. Preparación
de la mesa familiar
casa sobre el mercado, ojos púrpuras del transeúnte
para que puedas ensayar sobre la belleza de las cosas.
bajando el sucio cobertizo
que sirve para decir «vivir en La Habana…»
olor de frutas, imaginación y sentido del humor
de quien procura te decidas a comprar.
bajando el atolón
por la ruta que da a las arenas movedizas
sin poder obtener el indulto de la vida familiar.
el trabajo del poeta es el menos remunerado de todos
solemos sentarnos a la mesa cerca del té recién cocido.
hablamos del mundo y de las cosas idas
vamos del tilo a la hoja de naranja
recomponemos las cosas que no tuvieron
ni tendrán solución fuera de nuestras mentes.
bajo del atolón con el libro abierto
entro al mercado donde todo tiene su precio.
el vendedor intriga al transeúnte y al gendarme,
no tengo dinero para comprar y el vendedor me divierte
propone su cuota de miseria
y el libro habla sobre su porción, la simula.
superficialmente toca, el libro, la miseria del vendedor.
fijamos nuestros juicios sobre lo que es moral
y todos quisiéramos ser El Vendedor.
me divierte la señora con las bolsas de nailon
se pregunta por las mismas cosas
40
cuando baja de su atolón.
las vaivenes de la luz a través de la ventana.
de otra forma, pero se interesa por las mismas cosas.
en ello los dadaístas son los más sabios:
«todo ser es susceptible a la poesía».
la luz en su continuo retroceso
ociosa mansedumbre del animal.
el vendedor ensaya su sonrisa
calcula la supuesta ganancia.
cada cual expone su arma:
nuestro cuchillo es la pobreza…
41
La velada noche
La velada noche
1 (el poema)
acomodar las cosas raídas de la casa
para buscar un asidero
donde completar la otra forma, es decir, darle forma
a qué, a quién.
la noche recorre su cuerpo silenciosa.
alistada la ropa, música de la piel reseca
luz tenue sobre los ojos tenues
apagados por la otra posible oscuridad.
vestirse para salir a la noche, en ronda final
entelequia. música. pájaro. alcohol. transeúnte.
escogido el suéter. el anillo dejado en un rincón
aprisionando el deseo de alguna banal reminiscencia.
escogido el sabor y el olor de lo presunto
escogido hasta donde la miseria nos permite escoger.
el suéter gris, de manos cuadradas
perfectas para desnudarse
y tenderse sobre él, y sobre la yerba seca y fría.
2 (el personaje)
la mujer que vende cigarros no estaba
la enjuta, que gana cinco centavos
45
en cada cigarro que vende, había desaparecido.
todos adivinaron donde y habían ido tras ella.
debía guardar los deseos de fumar
hasta llegar al lado del puente
donde va el agua como un serafín que sopla la lluvia
donde va el agua a deslizarse
sobre los amantes furtivos
o sobre los fumadores perennes
que no pueden más que ver ascender al humo.
todos fueron tras la muerta. menos yo, todos habían ido
tras el cadáver civil de Elena K.
tendida como el badajo de un reloj
en la duna de la espera.
todos en la velada noche hacia lo que no es velado
ni cierto ni guarda forma alguna.
los llorones y el señor del hacha
tras la música de la mortaja de una tal Elena K.
que ahora les cuento:
3 (el suceso)
si él no me hubiese gritado que no le mirase
no la habría conocido.
la barrosa luz caía sobre el banco de madera.
demoraría diez minutos en decidirme.
pasó toda la tierra giratoria
con las miserias del hombre todas
a través de esos diez minutos.
pasó el asno con su viudo cuerpo de animal despechado
a través de mi cuerpo–materia–inerte.
prometí no mirar:
corría el agua por la fisura en la madera.
mil pájaros se guarecieron en mis ojos
con sus letras ahogadas en la lentitud
de quien va delante.
46
no al poniente,
sino hacia el desnudo resplandor de la sílaba.
el agua ácida de mis manos sobre la polvosa piel.
si no me hubiese insistido que no le mirase nunca más
no la habría conocido.
4 (el encuentro)
—muchacho, ¿podrías regalarme un peso par un café?
—sí, creo que tengo una moneda.
—es que se me acabó en la casa y necesitaba para
poder dormir.
—sí: tenga, yo sé…
—gracias, pero… lo que tengo son unas ganas terribles
de llorar.
5 (acotaciones)
(dedo por sobre el borde de la taza. esmalte e impurezas
del barro que saltan a la vista. contempla su rostro en el
agua negra. observa el reflejo de los astros en el agua, en
su reincidencia. el vigía cansado de cuidar el material, la
indumentaria, cansado de mirar con precisión. ella enciende
el cigarro y borda con su humillo el nombre de dios. se deja
llevar por el sabor de lo desconocido. tiene la oportunidad
de objetar o callarse, pero nadie la escucha. el vigía no la
oye con su ojo cascado, ni el gendarme que gusta usar el
guijarro como espejo, ni el pez nadando en el café, ya sin
47
vida. ahora que el tiempo se agota para las despedidas y
las reconciliaciones: el objeto de barro cae sobre los labios
nada vaporosos de la andariega. líquido amargo bajando
por la garganta de modo que después de anegar el cuerpo,
pueda un milagro acontecer. mientras bebe, fija la mirada
en el moscardón que danza contra el cristal de la ventana).
48
Índice
Trazo dejado por la lluvia
A la llegada del trena la llegada del tren / 9
Nos sentamos alrededor de la mesa del café / 12
Trazo dejado por la lluvia / 13
Si no sabemos qué es el amor / 14
No entendía el hombre lo que aconteció ante sus
ojos / 15
Cuando por unos minutos nos cruzamos / 16
Aire de las islas
Aire de las islas / 19
Hablando con un desconocido / 22
Desconfianza del Otro / 23
La sinuosa calle / 24
Mi pensamiento en ti / 25
Confesión / 26
Tiene algo que declarar? / 27
Los niños llenaban con tiza las líneas que el agua
borraría / 28
Barco varado / 29
Acorralados por la intemperie / 30
Varias formas de contemplar una casa
Habitación alquilada / 33
La celosía / 35
La vuelta a casa / 36
Casa en Armenia / 38
Casa sobre el mercado. Preparación de la mesa
familiar / 40
La velada noche
La velada noche / 45
Librerías del país donde pueden adquirirse los libros de la Riso, producidos por
el Sistema de Ediciones Territoriales.
Provincia
Librería
Dirección
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Pinar del Río
Viet Nam Heroico
Calle Martí, No. 49, entre
Gerardo Medina y Recreo
0 – 48 – 758035
La Habana
Punto y coma
Ave 41, s/n, entre 56 y 58
San Antonio de los Baños
0 – 47 – 383271
Ciudad de
La Habana
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Bernaza, No. 9 esq. a Obispo
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Viet Nam
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La Concha de
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0 – 45 – 379496
Villa Clara
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Colón, No. 402, entre Gloria
y Mújica, Santa Clara
0 – 42 – 205965
Cienfuegos
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San Román
0 – 43 – 525592
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entre Callejón del Cero y
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entre San Esteban y Finlay
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Viet Nam
Calle República, No. 416
entre San Martín y Correa
0 – 32 – 292189
Las Tunas
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Calle Colón, No. 151, esq.
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Holguín
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de Balboa
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Antonio Maceo, Manzanillo
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entre Carnicería y San Félix
0 – 22 – 624264
Guantánamo
Ñancahuasu
Calle Paseo, No. 555, entre
Luz Caballero y Carlos Manuel
de Céspedes
0 – 21 – 328063
Calle José Martí, s/n, esq. 22
Nueva Gerona
0 – 46 – 323268
Isla de la
Juventud
Frank País
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Mayo de 2011
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La velada noche
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