The Forest fires in Chile

Transcripción

The Forest fires in Chile
The Forest fires in Chile:
Change the paradigm: Control strategies or citizen
participation 1
Herbert Haltenhoff
2
Abstract
In Chile, forest fires are closely linked to human actions, either through negligence, carelessness or irrationality
in the use of fire, but not as a natural element for regulating the dynamics of our forests. To deal with this
reality, which affects more than 45% of the country or 37.1 million hectares, the government implemented the
Forest Fire Program in the 1960s to support fire fighting actions. However, the problem continued and losses to
forest and social resources kept increasing. As of 2010, there have been more than 192 000 forest fires affecting
2 million hectares. Of these, more than 1,169 forest fires have been of great magnitude.
At the beginning, it’s important to be clear, unless we are prepared to deceive: "There is no single definition of
what constitutes a Forest Fire." Although it seems obvious and basic, the definition and concept of a Forest Fire
requires consensus and awareness, among those involved in the issue of forest fires and the community. The
rural community has opposing views and expresses its ideas according to its development needs.
Moreover, it is safe to say that current forest fire analysis has focused on the knowledge of physical parameters
(vegetation, topography, weather, fire behavior). The study of the "natural system" has made great advances,
such as digital maps of areas of potential risk to forest resources, establishment of information networks and
even the definition of Legal regulations. However, the social component of analysis associated with these events
has occupied a secondary place.
This has led us to reflect and change the paradigm of how to deal with forest fires, not only supporting fire
control resources, which are more and more expensive, but investing in a comprehensive forest fire prevention
strategy. The prevention strategy is planned, systematic, comprehensive, participatory and long-term, focusing
the action in those territorial units (municipalities) more critical to optimize economic resources, with a specific
and active participation by community and social actors. The strategy includes the concept of risk management
in a transversal approach, which balances the need to protect forest resources and rural development plans with
the security of the population.
We should worry most about the people, not the objects: our main goal is to improve the quality of life of the
community. We should not treat the community as part of the problem, but as part of the solution of the
problem.
Resumen
En Chile, los incendios forestales están íntimamente ligado al accionar del hombre, ya sea por negligencia,
descuido o irracionalidad en el uso del fuego, pero no como elemento natural de regulación de la dinámica de
1
This document describes the principles behind the policy change and strategies to combat forest fires in Chile, of which
100% due to human activities, and shows concrete examples of good results.
2
Forestry, Psychologist, Magister Human Settlements and Environment PUC. Chief of National Forest Fire Prevention
Program, Gerencia Manejo del Fuego, Corporación Nacional Forestal. Paseo Bulnes Nº285, of. 503, Santiago, Chile.
[email protected].
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nuestros bosques. Para enfrentar esta realidad, que afecta a más del 45 % del territorio, 37,1 millones de
hectáreas, el Estado a través de la Corporación Nacional Forestal, a contar de los años 60 y atendiendo los
grandes incendios forestales que ocurrían en el país y que no sólo afectaban a los bosques, sino también a la
población, infraestructura, inversiones y vivienda y más aún sus vidas, implementó el Programa de Protección
contra Incendios Forestales, sustentando su accionar en el combate del fuego. Sin embargo, el problema
continuó y las pérdidas de los recursos forestales y sociales se siguieron acrecentando. Contabilizándose hasta
hoy día más de 192 mil incendios forestales y 2 millones de hectáreas afectadas, de estos más de 1.169
incendios forestales ha sido de gran magnitud, los que han ido en un preocupante aumento.
Como primer punto, hay algo que más vale tener claro, a menos que todos estemos dispuestos a engañarnos:
“No existe una definición única de qué es un Incendio Forestal”. Aunque parezca obvio y básico, se requiere
consensuar y socializar, entre los involucrados en la temática de los incendios forestales y la comunidad el
concepto de Incendio Forestal. La comunidad rural poseen concepciones tremendamente opuestas y a su vez
verbalizan esta situación de acuerdo a su particulares necesidades de sustento y desarrollo.
Por otra parte, no es aventurado afirmar que la práctica más habitual en el análisis de los riesgos de incendios
forestales se ha orientado hacia el conocimiento de sus parámetros físicos (vegetación, topografía, clima,
comportamiento del fuego). El estudio del "sistema natural" ha avanzado mucho, concretándose en aportaciones
de aplicación inmediata y de gran utilidad, como son las cartografías digitales de áreas de riesgo potencial para
el recurso forestal, el establecimiento de redes de información e incluso en la definición de regulaciones legales.
Sin embargo, el análisis del componente social asociado a estos eventos ha ocupando un lugar muy secundario.
Lo antes expuesto nos ha llevado a la reflexión y al cambio de paradigma de cómo enfrentar los incendios
forestales, no sólo sustentado en recursos de control, cada vez más costosos, sino en la inversión en una
estrategia global de prevención en forma planificada, sistemática, integral, participativa y de desarrollo de largo
plazo, focalizando el accionar en aquellas unidades territoriales (comunas-municipios) más críticas a fin de
optimizar los recursos económicos, con un trabajo específico de desarrollo territorial y una activa participación
de la comunidad y los actores sociales, amparada en el concepto de gestión del riesgo, en un enfoque transversal
donde se equilibren las necesidad de protección de los recursos forestales y los planes de desarrollo rural y de
seguridad de la población.
Debemos preocuparnos más de los sujetos que de los objetos: nuestro principal objetivo es propender hacia una
mejor calidad de vida de la comunidad. No debemos percibir a la comunidad como parte del problema, sino
como parte de la solución del problema.
Introduction
En Chile, localizado en el margen sur occidental de América del Sur, con un clima
predominantemente de tipo mediterráneo, los incendios forestales siempre han estado íntimamente
ligado al accionar del hombre, ya sea por negligencia, descuido, irracionalidad o porque no decirlo
maldad en el uso del fuego, pero no como elemento natural de regulación de la dinámica generativa
de nuestros bosques. De hecho ninguno de los diferentes tipos de ecosistemas vegetales poseen
mecanismos de defensa contra la presencia del fuego. Situación diametralmente opuesta a los bosques
de coníferas del hemisferio norte, donde la presencia del fuego, a través de las tormentas eléctricas,
juega un papel fundamental en la regeneración de estos.
Que la génesis de este problema tenga características antrópicas y no naturales, tiene una ventaja
importante, y ella radica en el hecho que, a través del cambio conductual del hombre frente al recurso
forestal y el uso del fuego, permitiría disminuir este flagelo.
Desde inicios de la década del 60, a pesar de los importantes esfuerzo e inversión, en recursos de
control del fuego (brigadas, aviones, helicópteros) la presencia de incendios ha ido en aumento
temporada tras temporada. Incendios que no sólo han puesto en riesgo y destruido bosques nativos y
plantaciones forestales, sino también a la población y sus infraestructuras. Sin embargo, este daño ha
presentado importantes variaciones sujetas en gran medida a las condiciones climáticas imperantes en
determinadas regiones del país.
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Quizás no sea aventurado afirmar que, en la generalidad de los países, la práctica más habitual en el
análisis de los riesgos de incendios forestales se ha orientado hacia el conocimiento de sus parámetros
físicos (vegetación, topografía, clima, comportamiento del fuego). En cualquiera caso lo que resulta
evidente es que el estudio del "sistema natural" ha avanzado mucho en los últimos años,
concretándose en aportaciones de aplicación inmediata y de gran utilidad, como son las cartografías
digitales de áreas de riesgo potencial para el recurso forestal, como en el establecimiento de redes de
información e incluso en la definición de regulaciones legales. Sin embargo, el análisis del
componente social asociado a estos eventos ha ocupando un lugar muy secundario.
Sin embargo, hay algo que más vale tener claro, a menos que todos estemos dispuestos a engañarnos:
“No existe una definición única de qué es un Incendio Forestal”. Aunque parezca obvio y básico, se
requiere consensuar y socializar, entre los involucrados en la temática de los incendios forestales y la
comunidad el concepto de Incendio Forestal. La comunidad rural poseen concepciones
tremendamente opuestas y a su vez verbaliza esta situación de acuerdo a su particulares necesidades
de sustento y desarrollo.
Toda esta realidad y el hecho que la génesis de este problema tenga características antrópicas y no
naturales, nos ha llevado a la reflexión y al cambio de paradigma de cómo enfrentar esta
problemática, no sólo sustentada en recursos de control, cada vez más costosos, y en campañas
publicitarias de verano, sino hacia un enfoque transversal donde se equilibre las necesidad de
protección de los recursos forestales y los planes de desarrollo rural y de seguridad de la población.
El Problema de los Incendios Forestales:
1.- Descripción del Medio Natural:
Chile esta localizado en el margen sur occidental de América del Sur,
caracterizándose por estar circunscrito por la Cordillera de los Andes y
el Océano Pacífico, con una longitud de más de 5 mil kilómetros y un
ancho máximo de 200 kilómetros. Esta especial característica permite
identificar la presencia de cinco tipos de climas: Clima Árido
Subtropical (desierto) en su límite norte; Clima Templado Cálido de tipo
mediterráneo (bosques esclerófilos); Clima Templado Lluvioso (bosques
siempreverde); Clima de Hielos y Clima de Estepas Frías (praderas
naturales) en su límite austral.
El área vulnerable a los incendios forestales bordea los 37,1 millones de
hectáreas, el 45% del territorio, donde: el 11.63% de esta área se
encuentra cubierta por praderas; el 31.12% por matorrales; el 37,90%
por bosques nativos; el 12,58% por humedales y el 6,77% corresponde a
plantaciones forestales altamente productivas, especialmente de Pinus
radiata de don. y Eucaliptus sp.
18°L.S.
N
Clima Árido
Subtropical
Desierto
Clima
Templado-Cálido
Bosque Esclerófilo
Clima
Templado Lluvioso
Bosques
Siempre Verde
III Región
Los Vilos
Area
Mayor
Riesgo
Puerto Montt
Clima de Hielo
Clima
de Estepa Fría
Praderas
Naturales
54°L.S..
XII Región
2.- Su Evolución:
El problema de ocurrencia y daño producto de los incendios forestales en Chile ha estado presente,
primero, en forma encubierta ya que sólo se hablaba de roces a fuego, desde el inicio del proceso de
colonización del centro del país, so pretexto de habilitar terrenos para la agricultura y ganadería,
amparados por la Ley de Colonización de la época. Labor que sólo consiguió, en con pasar de los
años, traer pobreza y erosión.
En nuestra época actual, el comportamiento de la ocurrencia a contar del año 1964, muestra un
aumento paulatino del número de incendios hasta el año 1985 y después de ello una suerte de
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estabilización en el número de estos eventos. Ello supeditado, en gran medida, por los importantes
esfuerzo que se han desplegado en acciones de educación y modificación conductual de la población.
Gráfico 1
Cada temporada estival, entre noviembre y abril, recobra especial importancia el tema de los
incendios forestales en el país, pero no de todos los incendios, sólo se conocen aquellos incendios
forestales de magnitud que ocurren cerca de las principales ciudades, área interfase bosque-ciudad,
donde los medios de comunicación masiva le dan especial atención, sin embargo, esta compleja
situación, tanto ambiental, social, económica, como de seguridad interior del Estado, cada temporada
se manifiesta en más del 45% del país.
3.- Su Impacto:
Atendiendo a los grandes incendios forestales que afectaban al país en la década de los 60 el Estado
tomó cartas en este problema y se comenzó a sistematizar la información sobre ocurrencia y daño de
ellos y a estructurar un incipiente sistema de protección, primero por Carabineros de Chile, a través de
su Departamento de Policía Forestal y, posteriormente, desde 1974 por la Corporación Nacional
Forestal, por su Programa de Protección Contra Incendios Forestales (PPCIF), sustentando su
accionar en brigadas, primero voluntarias y posteriormente profesionales, de control de incendios
forestales, aviones y helicópteros de combate del fuego, torres de detección y centrales de
operaciones.
Desde que se comenzó a sistematizar la información el año 1964, se aprecian importantes variaciones
en la superficie dañada por los incendios forestales temporada a temporada. Pero, este
comportamiento cíclico del daño, ¿es particularmente propio?, en concreto no.
Gráfico 2
En todos los países donde se presenta el problema de incendios forestales, la ciclicidad en el daño ha
estado presente en forma histórica, lo que pone de manifiesto que la inversión en medidas de
prevención, detección, control y de mitigación de los daños no pueden ser descomprimidas después de
una temporada benigna. Siempre se debe estar preparado para enfrentar la situación histórica más
grave presentada.
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Complementariamente, al analizar la ocurrencia de incendios forestales y el daño, desde el año 1964,
se puede apreciar que no existe una correlación entre el número de incendios forestales y el daño
generado por estos, de hecho el coeficiente de correlación alcanza sólo a 0.24. En otras palabras, no
necesariamente cuando se tenga una gran cantidad de incendios forestales se debe esperar una gran
superficie afectada por ellos.
Gráfico 3
120
8
Incendios
100
7
6
80
5
60
4
3
40
2
20
N° Incendios (miles)
Hectareas Afectadas (miles)
Hectareas
1
0
0
64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 00 01 02 03 04 05 06 07 08 09
Sin duda cifras que nos deben llevar a la reflexión, ya que de continuar con esta escalada de
destrucción de los escasos recursos forestales, en un plazo no muy lejano, sentiremos su impacto
mediante la pérdida de suelos productivos, erosión, contaminación ambiental y alteración en el ciclo
de producción de agua. En concreto desertificación y pobreza.
Esto pone de manifiesto la necesidad establecer e identificar indicadores globales, que se constituyan
en una herramienta de planificación futura y de toma de decisiones políticas, estratégicas, operativas y
presupuestarias. (Haltenhoff, 1996)
4.- Su Origen:
En Chile, los incendios forestales han estado íntimamente ligado al accionar del hombre, pero no
como elemento natural de regulación de la dinámica de nuestros bosques, de hecho ninguno de los
diferentes tipos de ecosistemas poseen mecanismos de defensa contra la presencia del fuego.
Situación diametralmente opuesta a los bosques de coníferas del hemisferio norte, donde la presencia
del fuego, a través de las tormentas eléctricas, juega un papel fundamental en la regeneración de estos.
En consecuencia la variación de éstos, tienen una estrecha relación con el aumento o disminución de
las actividades silvoagropecuarias; aumento de la población; aumento de la conectividad terrenos
urbanos-rurales; mayor cobertura del área interfase bosque-ciudad; mayor presencia de población
en terreros rurales durante el periodo estival.
Actualmente el origen de los incendios forestales está supeditado, dependiendo la región del país: en
primer lugar, Juegos de niños y adolescentes, los cuales provocan incendios forestales con la
finalidad de ver el espectáculo que generan las labores de extinción de estos siniestros (brigadas,
aviones, helicópteros); en segundo lugar, Intencionalidad, deseos manifiestos de causar daño a las
empresas forestales o terceros o para obtener leña en forma furtiva producto de los remanentes que
quedan después del incendio; y en menor incidencia quemas de residuos agrícolas y forestales.
Que la génesis de este problema tenga características antrópicas y no naturales, tiene una ventaja
importante, y ella radica en el hecho que, a través del cambio conductual del hombre frente al recurso
forestal y el uso del fuego, permitiría disminuir este flagelo.
5.- ¿ Los Incendios Forestales sólo un Problema Forestal ?
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Cuando en gran parte nuestro país la densidad de población era relativamente baja, los incendios
forestales o grandes roces a fuego sólo se constituían en un problema para el bosque, en realidad
muchos de estos incendios ni siquiera repercutían en las noticias contingentes nacionales. Parecía
pensarse, en esa época, que los bosques eran inagotables.
Sin embargo, en la actualidad el problema de los incendios forestales se ha transformado,
adicionalmente, en un problema con características sociales, de hecho estos continuamente están
poniendo en jaque a la población. Los asentamientos humanos cada vez en mayor medida están
teniendo una relación más estrecha con las áreas de bosques, matorrales o praderas. Ya son parte de la
cotidianeidad del verano incendios forestales que a su paso destruyen colegios, casas, vehículos,
industrias, aserraderos e incluso vidas humanas, causando como es lógico un drama de proporciones a
la población comprometida, además de generar gastos incalculables en contener el fuego, en lo
inmediato, y en la posterior recuperación de los bienes dañados.
Cambio de Paradigma:
La ocurrencia y daño de los incendios forestales y más aún del importante impacto económico y
social de los, cada vez más recurrentes, incendios forestales de magnitud, y el hecho que la génesis de
este problema tenga características antrópicas, nos ha llevado ha repensar las estrategias y al cambio
de paradigma de cómo enfrentar esta realidad. En Chile, se había centrado la estrategia técnica
fundamentalmente en la inversión en recurso de control – brigadas, aviones y helicópteros – y en
soluciones tecnológicas de alto costo para combatir los incendios forestales, además de tratar de
enfrentar el problema con la misma importancia y énfasis en todo el territorio.
Este cambio de paradigma se ha centrado en cuatro puntos claves: considerar a la prevención como
base de la solución del problema, la focalización del problema y focalización de las soluciones,
insertarnos en el trabajo de desarrollo territorial e implementar las técnicas de gestión del riesgo.
1.- Qué son los Incendios Forestales:
Como primer punto de este análisis, hay algo que más vale tener claro, a menos que todos estemos
dispuestos a engañarnos: “No existe una definición única de que es un Incendio Forestal”.
Aunque parezca obvio, se requiere consensuar y socializar el concepto de Incendio Forestal, los más
básico y obvio, ya que no existe una paridad de criterios entre los especialistas a escala global. Más
aún este concepto entre la comunidad poseen concepciones tremendamente opuestas y a su vez lo
verbalizan de acuerdo a su particulares necesidades de sustento y desarrollo.
Algo más crítico aún, el concepto de incendios forestales, como lo vemos los especialistas, en gran
parte de los países en vías de desarrollados no ha sido internalizado por la comunidad rural, lo que
ocurre es simplemente una “quema de vegetación indeseable” para limpiar el monte.
Esta situación significa sin duda una disparidad de criterios a la hora de evaluar sus daños y por ello
también una gran dificultad al tratar de comparar impactos y daños ambientales entre los diferentes
países desperfilándose el problema del deterioro global de los bosques naturales en Latinoamérica
producto del fuego. Más aún esta poca claridad y uniformidad provoca en consecuencia una tremenda
disonancia entre los que envían los mensajes preventivos y aquellos que los reciben. (Haltenhoff,
2005)
No sólo desde los tiempos de la colonización, y también actualmente, en Latinoamérica, ha existido
una marcada cultura “silvofóvica”, los planes de desarrollo rural se han centrado fundamentalmente
en la agricultura y la ganadería y el bosque en consecuencia se ha transformado en un estorbo. En esta
“escalada silvofóbica” la herramienta básica de trabajo ha sido el fuego. Una forma de acreditar
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dominio sobre la tierra, en las áreas de colonización, ha sido el eliminar el bosque, sin importar que
pasará más allá de ello. El impacto que ello ha tenido ha sido dramático.
Hay un componente que no podemos ignorar, y este está referido a los importantes cambio climáticos
que están acaeciendo en gran parte de Latinoamérica. La cultura de agricultura de subsistencia, se
centraba en la tumba, quema y siembra, y por la condiciones climática imperantes el fuego era fácil de
controlar o se extinguía naturalmente sin abarcar gran superficie, sin embargo hoy día estos mismos
fuego se transforman recurrentemente en grandes conflagraciones condicionadas por los prolongados
ciclos de escasez de lluvias y por el estrés hídrico de la vegetación.
En gran parte de Latinoamérica, existen tres situaciones importantes de tener en consideración: 1.- El
escaso conocimiento de la ocurrencia de incendios forestales (o quemas de bosques) en áreas de
expansión agrícola y/o ganadera. Estos incendios o quemas sólo recobran importancia cuando afectan
grandes superficies y ponen en peligro a las comunidades. 2.- Estas áreas, por lo general, son
inaccesibles para los recursos de control, si es que estos eventualmente existiesen, lo que imposibilita
el control oportuno del fuego. 3.- Adicionalmente, se presenta un problema social, cuando existe la
posibilidad que las unidades de control de incendios extingan el siniestro, su labor va en
contraposición con los intereses de la comunidad ya que coartan su desarrollo y al retirarse estas
unidades prenderán nuevamente el bosque, entrando en círculo permanente de fuego, control y fuego.
Paralelamente, en los últimos años ha tomado una singular importancia los incendios forestales que
ocurren en las áreas de interfase bosque-ciudad. Debido a la expansión inorgánica de los grandes
centros poblados se han ido creando franjas de pobreza en las áreas marginales de las ciudades.
Muchas de estas invasiones poblacionales son de individuos de escasos recursos económicos que,
como única fuente de recursos, optan por la depredación de la vegetación, para obtener leña y carbón,
además de quemar la vegetación presente, pastos o matorrales, para limpiar estos terrenos.
Como podemos ver en este resumido diagnóstico existe un disímil lenguaje, intereses y concepción
del problema entre los “especialistas en incendios forestales”, los políticos y la población tanto rural,
como con la que habita en las áreas de interfase bosque-ciudad. Mientras no logremos sintonizar estos
intereses difícilmente se logrará disminuir y por que no decir eliminar la propagación descontrolada
del fuego en terrenos rurales.
Para hacer frente a esta realidad, los pocos países de Latinoamérica, que han tomado la iniciativa de
poner atajo a la destrucción de los bosques producto del fuego, han centrado sus esfuerzos en imitar
principalmente modelos de desarrollo de países donde los incendios forestales son, en su gran
mayoría, de origen natural. Modelos que, por una parte están muy distantes de nuestra realidad
económica y tecnológica, y por la otra, estos están centrados básicamente en controlar el fuego en
propagación y no llegar a la base de la generación del problema. El hecho de centrar los esfuerzos
sólo en el control de los incendios forestales (o quemas) ha significado un aumento permanente en el
número de fuegos o incendios forestales, conllevando a requerir presupuestos operacionales muchas
veces insostenibles para sus propias economías.
2.- La Prevención:
En Chile, como en gran parte de Latinoamérica, la fuente de origen de los incendios forestales en un
gran porcentaje de generación antrópica, y esta realidad nos da una importante ventaja y nos aporta un
gran nivel de optimismo, el poder reducir este flagelo a través de las múltiples técnicas preventivas,
las que se enmarcan en 7 áreas de trabajo específicas. Dos centradas en hacia el cambio de mirada de
la población frente al problema y los recursos forestales como: Educación Sistemática de la población
y Difusión Persuasiva en épocas críticas; dos enfocadas hacia el uso y manejo de los recursos
forestales como: Regulación y tecnificación del Uso del Fuego como herramienta de trabajo
silvoagropecuaria y Silvicultura Preventiva; dos de índole policial: Investigación de causas y
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fiscalización punitiva; y una dirigida a mitigar los daños ocasionados por los incendios como: Manejo
y Restauración de Areas quemadas.
Esta concepción es posible esquematizar en el siguiente modelo sistémico, estructurado por las
siguientes actividades fundamentales: Prevención (acciones destinadas a la erradicación de los
incendios forestales mediante la modificación de la conducta de la población); Detección (conocer
oportunamente la ocurrencia de un incendio forestal); Control (circunscribir el incendio forestal con
el mínimo daño y el menor tiempo) y Mitigación (desarrollar acciones tendientes a atenuar el impacto
ambiental producto de los incendios forestales). Actividades que confluyen en tres puntos básico:
disminuir la ocurrencia, el daño y el gasto.
Figure 1—
Donde el éxito, de este modelo “Sistema Técnico – Operativo”, está en la focalización del problema,
tanto en su distribución territorial y temporal, como conductual de la población. En otras palabras en
la Prevención.
3.- Focalización:
“Enfóquese en todo y en realidad no se habrá enfocado en nada”. Enfocarse es decir: “Tengo una
gran área bajo mi responsabilidad. Yo decido concentrar la mayor parte de mi atención en una
pequeña fracción de ella”. Dispersar la atención igualmente en todas las porciones del área significa
no concentrase en absoluto. No hay enfoque. ¿Cuál debe ser el primer paso? ¿En qué debemos
concentrarnos? Es totalmente obvio, ¿no?, en los eslabones más débiles, en las restricciones. Ellas son
las que determinan el desempeño total de la organización. (Goldratt, 1994)
Para nuestro caso en particular, se considera “lógico” pensar que potencialmente el problema de la
ocurrencia de incendios forestales está presente en todos los terrenos de aptitud preferentemente
forestal y de hecho hemos centrado nuestras gestiones operativas de combate del fuego, con costos
cada día más elevados, en toda estas áreas, por si llegará a ocurrir algún evento y no nos vaya a
encontrar desprevenido, pero, en realidad no lo hemos hecho en nada.
Dónde debemos enfocar nuestra atención. Primeramente, en la distribución territorial de los
incendios forestales, así estaríamos identificando los eslabones más débiles, las restricciones, o sea
los puntos o áreas que hacen que nuestro desempeño no sea el óptimo. ¿Cuál es nuestro desempeño
óptimo?, la meta: “Que no hayan incendios forestales” y de haber estos “Que el daño sea el
mínimo”. El identificar una restricción significa que ya tenemos alguna apreciación de la magnitud de
su impacto sobre el desempeño general. (Haltenhoff, 1996)
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Gráfico 4
N
O c u rre n c ia C o m u n a l
P r o m e d io 2 0 0 0 - 2 0 0 9
250
Los Vilos
Area
Mayor
Riesgo
Puerto Montt
N º In c e n d ios
III Región
200
150
100
50
*
0
III
IV
V
RM
VI
V II
V III
IX
X IV
X
XI
X II
C om unas
XII Región
Esta focalización del problema de los incendio forestales, esta circunscrita en la división
administrativa comunal (municipal) por ser ésta la menor división con autonomía de gestión
administrativa y de desarrollo político, administrativo, social y económico. Siendo estas nuestros
eslabones más débiles, nuestras restricciones. Es poco probable que estas restricciones o eslabones
más débiles estén dados por falta de capacidad técnica, sino más bien creo que están dadas por
decisiones tácticas y estratégicas.
Bajo esta premisa, denominada focalización del problema y así focalicemos las soluciones, debemos
enfrentar, las gestiones atinentes a la prevención, detección y control de incendios forestales, dentro
de la particularidad de cada territorio, en dos perspectivas: 1.- Concentrar los recursos humanos,
técnicos y financieros en las áreas críticas de mayor ocurrencia de incendios forestales, para este
análisis la división administrativa comunal (municipal), con la finalidad de optimizar la gestión de
Protección contra Incendios Forestales en el territorio y 2.- Concentrar nuestros esfuerzos de
involucramiento en esta problemática, a las organizaciones estatales y privadas como también a los
actores sociales de esta unidad administrativa. Con ello se tenderá a la disminución paulatina de la
ocurrencia y daño nacional de incendios forestales.
4.- Desarrollo Territorial:
Los incendios forestales no sólo ocurren en un espacio físico inerte, sino que su dinámica tiene una
estrecha relación con las características propias y específicas del territorio y a su vez ellos están
estrechamente correlacionados con el comportamiento y expectativas que tienen los asentamientos
humanos en tal territorio y su particular visión de la problemática de los incendios forestales.
Por ello el territorio, debe ser concebido como un actor importante en el desarrollo rural y no sólo
como un soporte físico y biológico. Este es la expresión de la organización y actividad de los
diferentes agentes que en él viven y trabajan en pos de su propio desarrollo. Asimismo el concepto de
Desarrollo Territorial, debe ser entendido como el conjunto de procesos de innovación productiva,
ambiental y organizacional, mediante los cuales los actores sociales presentes en el territorio
aprovechan las potencialidades endógenas y exógenas de él y mejoran su calidad de vida, su
seguridad y los diversos capitales del territorio. (Venegas, 2007)
Desde la perspectiva de los incendios forestales, podemos señalar que estas definiciones, nos llevan
hacia una innovación estratégica institucional, cuyo propósito es avanzar hacia la superación de la
brecha entre el producto institucional entregado, el control de los incendios forestales y la demanda de
los actores sociales presentes en el territorio por alcanzar un mejor estado de desarrollo y seguridad.
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Se pretende con ello el tránsito gradual hacia un modelo focalizado en el territorio (municipal) como
unidad de análisis, gestión y alianzas.
En consecuencia, debemos preocuparnos más de los sujetos que de los objetos: nuestro principal
objetivo es propender hacia una mejor calidad de vida de la comunidad. No debemos percibir a la
comunidad como parte del problema, sino como parte de la solución del problema.
Cuando se integra a la comunidad como parte de la solución, es innegable que se logran, resultados
concretos. Atendiendo el grave problema que generaban las quemas como causa origen de los
incendios forestales, el año 1980, se puso en marcha y se implementó el Decreto Supremo Nº276, que
regula el Uso del Fuego como herramienta de trabajo silvoagropecuaria, con un slogan que decía:
“Use el fuego para producir y no para destruir”. Producto de ello el impacto de las quemas ha bajado
considerablemente como causa de incendios forestales desde un 40% a un 7% la última temporada.
Gráfico 5
En una primera etapa, esta estrategia de gestión territorial se está llevando a cabo en aquellas 29
comunas (municipios) que han concentrado más del 55% de los incendios forestales. Considera
intervenciones participativas tanto al interior de la Institución así como en el territorio; su fin es
aumentar la creación de valor público a partir de la Misión de la Corporación Nacional Forestal.
Aquí se muestra un ejemplo cartográfico para una comuna determinada, el cual entrega las bases para
estructurar y consolidar los Planes de Desarrollo en nuestras comunas críticas.
Figure 2—
N
III Región
Los Vilos
Area
Mayor
Riesgo
Puerto Montt
XII Región
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La incorporación del componente de protección contra incendios forestales, además de la
sociabilización del problema ante los actores sociales presentes en el territorio, permitirá contar con
importantes antecedentes para definir la necesidad de fortalecimiento en materias de protección contra
incendios forestales. No se saca nada con efectuar un importante esfuerzo en buscar el desarrollo de
las comunidades rurales si, producto de los incendios forestales, se destruyen los recursos forestales
asociados y colateralmente estos alteran los planes de desarrollo y seguridad de la comunidad.
5.- La Gestión del Riesgo:
Quizás no sea aventurado afirmar que, en la generalidad de los casos, la práctica más habitual en el
análisis de los riesgos de incendios forestales se ha orientado hacia el conocimiento de sus parámetros
físicos (vegetación, topografía, clima, comportamiento del fuego). En cualquiera caso lo que resulta
evidente es que el estudio del "sistema natural" ha avanzado mucho en los últimos años,
concretándose en aportaciones de aplicación inmediata y de gran utilidad, como pueden ser las
cartografías digitales de áreas de riesgo potencial para el recurso forestal, como en el establecimiento
de redes de información e incluso en la dictación de regulaciones legales. Sin embargo, el análisis del
componente social asociado a estos eventos ha ocupando un lugar muy secundario.
Es así como, la frecuencia, la diversidad y la magnitud de los daños y pérdidas materiales y humanas
ocasionados por los incendios forestales en los últimos años, ha generado una reflexión y un debate
sobre los factores ajenos a los eventos físicos en sí, que podrían ayudar a explicar los niveles de
destrucción e impacto sufridos en la economía y en la población de ciertos municipios.
¿Qué factores están condicionando el comportamiento irracional y repetitivo de la población que
habita en las comunas más críticas?; ¿Porqué en otras comunas no se presenta esta situación o el
problema tiende a disminuir ostensiblemente?.
Se ha detectado, tal como lo plantea Calvo, 1997, que en la base de las actitudes sociales ante los
riesgos naturales se encuentra la concepción que puede variar desde el "Act of Good" de la literatura
anglosajona hasta la presunción de “voluntariedad en la naturaleza” que incorporan numerosas
culturas. Más recientemente las interesadas manipulaciones que sobre un acontecimiento pueden
hacerse, buscando eludir responsabilidades o no perjudicar expectativas económicas, tienden con
frecuencia a subrayar la "inevitabilidad de un fenómeno" antes que asumir un nivel de conocimientos
insuficiente o simplemente un error o un abuso. (Calvo, 1997).
Reafirmando lo antes expuesto, lidiamos, en nuestro país, con una realidad preocupante: Los bosques
no son míos, son del Estado, las empresas forestales, u otros; los recursos forestales que no son
“bosques” no se ven afectados por los incendios forestales; el 85% de la población es urbana, no
siente amenaza directa ni inminente; el público participa por delegación: los bosques se incendian y
apagan en la TV y no hay dimensión real de la pérdida económica, ambiental ni social; esto no me
afecta a mi, le afecta a otros. (Haltenhoff, 1997)
Esto último guarda estrecha concordancia con lo planteado por Demangeot,1989, quien ha afirmado
que con frecuencia la razón fundamental de que existan poblaciones instaladas en sectores muy
proclives a la presencia de riesgos naturales se explica porque "a fortiori las ventajas habituales son
superiores a los inconvenientes episódicos". Posiblemente sea esta una generalización excesiva. Sin
embargo esto nos lleva a pensar que a partir de la valoración social existente sobre la posibilidad de
que un incendios forestal se convierta en catástrofe, y de la estimación de la posibilidad de evitarla o
al menos paliarla, hay todo un abanico de factores sociales en un sentido muy amplio que adquieren
un papel de importancia, tanto en las formas de ocupación del territorio como en el desarrollo de
dichos acontecimientos.
Entonces, si se trata de conocer la visión de las poblaciones asentadas en áreas de riesgo, cobra
especial importancia la estrategia de focalización del problema y focalización de las soluciones, ya
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que se requiere que el análisis se realice a la escala de mayor detalle posible, a partir de la referencia
proporcionada por los parámetros físicos, para nuestro caso las unidades comunales. Considerando
que en un mismo ámbito de riesgo los rasgos naturales del fenómeno que lo produce no son por lo
general homogéneos. Se pretende indicar tan sólo que las características del evento catastrófico, y
entre ellas su mayor o menor gravedad, dependen más bien de las diferencias en los rasgos de la
ocupación humana en el interior de dicho espacio y, por otra parte, del cómo la sociedad trata de
administrar este tipo de acontecimientos.
Es aquí donde entra a jugar el concepto de Gestión del Riesgo, lo que constituye un eje transversal e
integrador en los procesos que tienen por objetivo garantizar que los procesos de desarrollo
impulsados en la sociedad se den en las condiciones lo más óptimas posible de seguridad para el
recurso en sí mismo, la infraestructura y la población y que la atención y acciones desplegadas ante un
desastre, en nuestro caso los incendios forestales, promuevan el mismo desarrollo. Así mismo
involucra etapas como la prevención, mitigación de desastres, la respuesta a la emergencia, la
rehabilitación y la reconstrucción.
La gestión del riesgo, es un instrumento para la reducción del riesgo de desastres, sobre todo a través
de la disminución de la vulnerabilidad en base a acuerdos sociales que surgen como resultado del
análisis de riesgo. Estos acuerdo sociales son el producto de un proceso altamente complejo, en el que
participan todas las capas sociales y todos los grupos de interés. Constituye uno de los fundamentos
necesarios para poder hacer frente a las consecuencias de fenómenos naturales extremos. El campo de
acción principal de la gestión de riesgo es la reducción de la vulnerabilidad, forestal y social,
incluyendo el fortalecimiento de las capacidades de autoprotección.
El umbral que establece el paso desde el riesgo potencial al de evento catastrófico no está
determinado tanto por la oscilación de los parámetros naturales como por las peculiaridades de la
ocupación humana del territorio afectado, hasta el punto de que en el interior de un territorio acotado
como "espacio de riesgo", por ser vulnerable al daño por incendios forestales, los espacios de
catástrofe pueden variar mucho, e incluso no existir en relación con rasgos de la organización de la
población afectada (Calvo, 1997). Esto queda claramente de manifiesto entre los incendios forestales
que afectan a las áreas circundantes a la ciudad de Valparaíso, los cuales concitan la atención del
público en general, la prensa y de las autoridades gubernamentales, y aquellos que ocurren en áreas
remotas, que por lo general, pasan desapercibido y no suscitan mayor preocupación.
Como se planteó anteriormente el análisis de los riesgos de incendios forestales se ha orientado sólo
hacia el conocimiento de sus parámetros y el análisis del componente social asociado a estos eventos
ha ocupando un lugar muy secundario. Sin embargo, atendiendo que los incendios forestales en la
actualidad, en un número muy importante, se han transformado en un problema de gran impacto
social, es importante, por tanto, que el grado de vulnerabilidad de los grupos sociales afectados sea un
aspecto básico que debe considerarse en cualquier análisis sobre riesgos naturales que busque la
comprensión del problema en su conjunto.
A los efectos de estas consideraciones, vulnerabilidad es el grado de eficacia de un grupo social
determinado para adecuar su organización frente a aquellos cambios en el medio natural que
incorporan riesgo, como por ejemplo la construcción de viviendas en las áreas marginales a las
ciudades; o, el aumento de la masa vegetal en las plantaciones forestales; o, el aumento de la
cobertura vegetal en las Áreas Silvestres Protegidas. La vulnerabilidad aumenta en relación directa
con la incapacidad del grupo humano para adaptarse al cambio, y determina la intensidad de los daños
que puede producir. Bajo esta perspectiva, el concepto de vulnerabilidad es, por tanto, estrictamente
de carácter social.
La vulnerabilidad se manifiesta como un conjunto de factores en interacción que convergen en un
grupo humano particular. Tiene como resultado diversos grados de incapacidad para responder ante la
presencia de un riesgo determinado y sus causas son tanto internas como externas al grupo.
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Para finalizar estas breves consideraciones intentaremos enumerar de forma muy esquemática cuales
son los componentes que hacen que un segmento de la población sea mayormente vulnerable ante la
posibilidad de acontecimientos naturales con desenlace catastrófico.
Siguiendo la línea analítica propuesta por Calvo, 1997, tenemos que hasta hoy quizá el aspecto
advertido con mayor frecuencia en el análisis sobre riesgos y al que se suele considerar como
componente básico de la vulnerabilidad (posiblemente por la evidencia con que suele mostrarse) son
los caracteres económicos de los grupos afectados. Esencialmente consiste en destacar la relación
directa entre bajos niveles de renta y alta intensidad del impacto causado por acontecimientos que
incorporan riesgo.
Aún considerando que los países o grupos sociales más ricos siempre tienen más que perder, parece
que también son capaces de defenderse mejor de la posibilidad de esa pérdida. En nuestro caso en
particular esta aseveración se ha visto ratificada en tres aspectos: 1. Ha quedado de manifiesto que en
los grandes incendios forestales la población rural que más ha sufrido pérdidas ha sido aquella de
bajos recursos; 2. Las comunidades que habita las áreas denominadas de interfase bosque-ciudad,
continuamente asolada por los incendios forestales, están por lo general en marginalidad social y 3. El
análisis de las comunas críticas, en cuanto mayor número de incendios forestales, ha mostrado que
estas son las que tienen un Tasas de Pobreza por lo general más altas que la media nacional.
La cohesión social se muestra como otro de los factores que componen la vulnerabilidad, de tal modo
que las sociedades que poseen una trama compleja de organizaciones pueden absorber más fácilmente
las consecuencias de un desastre y reaccionar con mayor rapidez que las que no la tienen. La cohesión
social puede manifestarse tanto formalmente, a través de organizaciones oficiales o sectores de la
administración pública especializados en el tema, como de forma espontánea entre grupos que por
diversas razones se involucran en estas cuestiones. Las estrategias de prevención y mitigación de los
efectos de una catástrofe que puedan establecerse y el análisis de su eficacia, pasa en consecuencia
por la cohesión de los actores sociales ante este problema. (Ej. Planes de Contingencia Regionales,
Provinciales, Comunales y Locales)
El marco jurídico y político, en una escala diferente pero íntimamente ligado con el aspecto anterior,
reviste también una gran importancia. La existencia o no de regulaciones legales encaminadas a paliar
los efectos del riesgo y su adecuación a la realidad que pretenden ordenar; el respeto a los
condicionantes medioambientales que incorpore la regulación de actividades capaces de generar o
favorecer procesos de riesgo, y sobre todo la posibilidad de que el marco político facilite o no la
adopción de medidas adecuadas o en líneas generales la imbricación de las políticas sobre el territorio
y el medioambiente, son materias no menores de considerar. (Ej. Ley de Prevención y Control de
Incendios Forestales)
La elección e implementación de medios técnicos de control puede también considerarse como factor
de vulnerabilidad. Ante todo porque pueden no existir, pero en el caso de que los haya pueden ser
adecuados o no a la función defensiva que se les atribuye, incluyendo un diseño desafortunado que los
convierta a ellos mismos en causa o amplificador del desastre. (Ej. Pensar que el uso de aviones o
helicópteros solucionan mágicamente el problema)
Por último el factor cultural-educativo incluye el tipo de información que se suministra a la población
sobre los acontecimientos a que nos venimos refiriendo, que alcanza incluso a la generación de
situaciones de "falsa seguridad", señalada hace ya bastante tiempo (Beyer,1974) respecto a áreas
inundables. La elaboración de actitudes en la población mediante mensajes a través de medios de
comunicación o incluso a través de los procesos educativos plantea numerosas cuestiones aparte de
problemas muy específicos: aislamiento, analfabetismo, género y otros.
La importancia de este último aspecto señalado es de tal grado que posiblemente convendría añadir la
"vulnerabilidad mediática" a las distintas facetas de la vulnerabilidad global esbozadas. Consistiría
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esta básicamente en el hecho de que una catástrofe puede ser maximizada, minimizada o incluso
ignorada según el tratamiento que de ella hagan los medios de comunicación.
Depende dicho tratamiento en bastante grado a los intereses y coyunturas políticas o económicas que
estos generan, y a veces, se producen sesgos informativos no siempre involuntarios. Incluso ciertos
trabajos de investigación, preocupados por buscar la base del aumento constante del número de
desastres en el cambio climático, la deuda externa, la erosión del suelo e incluso el obvio crecimiento
poblacional, facilitan extraordinariamente que la información recibida a través de los medios de
comunicación sea cuando menos confusa, sino falsa. Referirse a una vulnerabilidad global creciente
generada por fenómenos ambientales también globales tiene el peligro de hacernos retroceder hacia
un "acto de Dios" laico, y con toda evidencia oculta fenómenos más concretos y asequibles,
favoreciendo la desesperanza. (Calvo, 1997)
Resumen
El cambio de mirada ante la ocurrencia y daño de los incendios forestales tiene en su fondo la
convicción que el trabajo focalizado en nuestros eslabones más débiles con labores también
focalizadas de acuerdo a las necesidades de desarrollo y seguridad de la propia población que habita
estos territorios (comunas-municipios) aportará resultados concretos en el mediano plazo y permitirá
además optimizar tanto los recursos financieros y profesionales destinados para enfrentar este
problema.
El territorio debe ser concebido como un actor importante en el desarrollo rural y no sólo como un
soporte físico y biológico. Este es la expresión de la organización y actividad de los diferentes agentes
que en él viven y trabajan en pos de su propio desarrollo. En consecuencia debemos preocuparnos
más de los sujetos que de los objetos: nuestro principal objetivo es propender hacia una mejor calidad
de vida de la comunidad.
No debemos percibir a la comunidad como parte del problema, sino como parte de la solución del
problema. Cuando se integra a la comunidad como parte de la solución, es indudable que se obtienen
resultados concretos.
Dememos reforzar las gestiones de prevención con la participación activa de la comunidad y los
actores sociales, por ejemplo una intensa capacitación en el uso del fuego como herramienta de
trabajo silvoagropecuaria, ya que el problema va más allá del hecho de perder “bosques” es un
problema de alto impacto social y económico para el país.
Hay que darle valor al bosque. Donde los conceptos de venta de bonos de carbono, turismo ecológico,
producción ecológicamente sustentable, responsabilidad social empresarial, responsabilidad social
ambiental, deben ser integrados en la discusión de los Planes de Desarrollo y Planes de Protección.
Quizá el problema más grave que afecta a la evaluación de la vulnerabilidad de los grupos humanos
ante riesgos medioambientales, como son los incendios forestales, sea la amplitud del concepto que
ellos si mismos encierran. La reflexión sobre la validez de los indicadores sociales ampliamente
utilizados en Geografía Social pero procedentes en gran medida de otras disciplinas, y la búsqueda de
nuevas herramientas descriptivas más afinadas, es una labor que conviene acometer de inmediato.
La búsqueda del equilibrio entre los cuatro pilares fundamentales de la protección contra incendios
forestales - Prevención – Detección – Control – Mitigación de Daños, es clave.
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