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Cómo evaluar el impacto del riego
A la hora de hacer perforaciones, un experto recomienda analizar qué volumen anual se
puede extraer del acuífero y cuál será el efecto de la extracción sobre los campos.
Según un trabajo elaborado por el hidrogeólogo Jorge Mugni para el Movimiento CREA, el
primer paso para asegurar la sostenibilidad de un emprendimiento de riego es definir de
manera adecuada el caudal y la calidad química del agua presente en un campo.
"Sin embargo, si se trata de materializar un proyecto de envergadura que, por ejemplo,
comprenda la ejecución de varias perforaciones que permitan alimentar una serie de pivotes
o abastecer un riego por goteo en una extensión importante, es necesario contestar dos
preguntas clave: qué volumen anual se puede extraer del acuífero de manera sustentable y
cuál será el impacto de dicha extracción sobre los campos vecinos", destacó Mugni.
Según el experto, la respuesta a la primera pregunta se asocia directamente con las reservas
del acuífero. En un acuífero suele haber dos tipos de reservas. El primer caso es el de las
reservas reguladoras o fluctuantes que resultan de la infiltración de los excesos
pluviométricos y de la superficie cubierta por el acuífero. El otro caso corresponde a las
reservas geológicas o permanentes, que se vinculan directamente con el espesor saturado
de agua dulce y que dependen de la extensión del acuífero y de su porosidad efectiva.
"Es decir: el tema no se limita a la superficie que tenga el campo, sino que lo que gravita es
la superficie cubierta por el acuífero y su espesor. Por ejemplo: el campo puede tener 1000
hectáreas y en él se puede proyectar la instalación de cinco pivotes de 125 hectáreas cada
uno, los cuales requerirán individualmente un caudal de 160 m3/hora. Además, se estima
que los cinco pivotes funcionarán 12 horas continuas desde octubre hasta marzo. Eso
implica un volumen por extraer de 1,728 millones de metros cúbicos por año", destacó Mugni.
Según el especialista, para saber si la extracción prevista será sostenible en el tiempo, hay
que confrontarla con las reservas del acuífero. En este cálculo, la primera variable de
importancia es la superficie cubierta por aquél, ya que si bien el campo planteado en este
ejemplo tiene 1000 hectáreas, el acuífero puede cubrir una extensión del orden de 30.000
hectáreas y esta última es la superficie que importa. De esta manera, si el acuífero tiene
30.000 hectáreas y su recarga (la cual se determina mediante balances hídricos a nivel de
suelo) es, por ejemplo, de 100 milímetros/año, resultará entonces una reserva reguladora de
30 millones de m3/año.
De acuerdo con el estudio preparado para CREA, la segunda variable de importancia en el
cálculo de reservas está dada por el espesor del acuífero. En este sentido, los estudios
pueden establecer que en la superficie antes mencionada (30.000 hectáreas), el espesor
asciende a 100 metros. Pero existe un detalle: esos 100 metros no son de agua solamente,
sino que comprenden el conjunto agua-sedimento.
En realidad, el agua que debemos considerar es aquélla que se puede extraer y que se
vincula a los espacios porosos interconectados, es decir, a la porosidad efectiva. Esa
porosidad efectiva se determina a partir de ensayos hidráulicos.
Por lo general, en acuíferos de granometría media oscila entre 8% y 20%. En el ejemplo
planteado, se utilizará una porosidad efectiva del 10%. Entonces, considerando la superficie
cubierta por el acuífero (30.000 hectáreas), su espesor (100 metros) y su porosidad (10%),
resulta una reserva permanente de 3000 millones de metros cúbicos.
"En este ejemplo, la reserva total del acuífero será la sumatoria de las dos anteriores
(reguladoras y permanentes), lo cual da un volumen de 3.030.000.000 m3", destacó Mugni.
El paso siguiente, de acuerdo al experto, es confrontar la extracción proyectada (1,728
millones m3/año) con las reservas reguladoras (30 millones de m3/año) y con las reservas
totales calculadas (3030 millones de m3).
De ello surge que la extracción importará un 5,7% de la recarga anual y un 0,05% de las
reservas totales, con lo cual se puede concluir que la explotación prevista será sostenible en
el tiempo, ya que guarda absoluta correspondencia con la recarga anual del acuífero y con el
volumen permanente de agua que en él se halla almacenada.
En el caso de la segunda pregunta (¿cuál será el impacto de la extracción sobre los campos
vecinos?), la respuesta no se asocia directamente con las reservas del acuífero, sino con tres
factores: parámetros hidráulicos del acuífero, caudal de extracción de los diferentes pozos y
tiempo de operación de los pozos.
"Debe tenerse presente que toda extracción de agua a partir de una perforación genera un
cono de depresión en el subsuelo. Por supuesto: el cono generado por un pozo que saca 3
m3/hora será siempre menor que uno que extrae 300 m3/hora. Pero el cono siempre se
produce, ya que sin esa pérdida de carga sería imposible que el agua subterránea fluyera al
pozo y que de allí sea tomada por la electrobomba para ser extraída a la superficie", explicó
Mugni.
El concepto de nivel estático comprende la profundidad del agua medida respecto del terreno
natural de manera previa al inicio del bombeo. El nivel dinámico es la profundidad que
alcanza el agua, en un determinado punto, medida respecto del terreno natural como
consecuencia del bombeo de uno o varios pozos. La depresión es la diferencia entre nivel
estático y nivel dinámico en un determinado punto.
El cono de depresión generado por cada pozo de bombeo se expande y se profundiza en el
tiempo, abarcando un área cada vez mayor a pesar de mantenerse constante el caudal
erogado.
Finalmente, explicó Mugni, la coalescencia, es decir, la interferencia entre los distintos conos
generados individualmente por los pozos que participan del campo de bombeo, determina la
amplitud de la depresión que se genere en el área y la superficie que ella abarque.

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