artículo de Joxemari Iriondo
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artículo de Joxemari Iriondo
GABIRIA... recuerdos para el agradecimiento 100 AÑOS Sumamente agradecido Sí, estoy sumamente agradecido, y quiero estar presente en los actos sencillos pero entrañables de la celebración del centenario de la llegada de los Pasionistas al viejo caserón/colegio de Gabiria, allá por el año 1911. Como queda señalado anteriormente, yo llegué a aquel colegio seráfico una noche oscura y fría del mes de noviembre de 1953, más que por decisión propia porque mi familia, y sobre todo mis hermanos residentes en Chile, habían querido que el hermano pequeño estudiara algo. Y llegué muy preocupado de que pudiera ser capaz de hacer algo en aquel lugar ya que mi preparación era muy precaria –apenas era capaz de hablar dos palabras seguidas en castellano–. Y para mayor colmo, mis compañeros habían iniciado el curso casi tres meses antes, allá por el mes de setiembre. Además todos eran muy niños –entre los 10 y 11 años– y yo había cumplido ya los 14. Así pues, tenía motivos de estar especialmente preocupado para iniciar un curso en esas condiciones, tarde y mal. Pero pude remontar la situación más que por mi esfuerzo por la ayuda inestimable recibida en todo momento por parte de mis directores y profesores. Nunca podré olvidar la amabilidad y cercanía con que me trataron los padres Koldo Sarasola (entonces Luis Angel para nosotros), Luis Mari Larrarte (José María), Camilo Letamendi, Lorentzo Iza, Leonides Otegi (que además de profesor era nuestro padre espiritual), Luis Lopategi, Migel Blanco, Pedro Onaindía, Hilario Piñeiro, Asensio Belamendia... Y me acuerdo especialmente de nuestro Prefecto, el Padre Gabino Zugazaga, hombre muy serio pero siempre dispuesto a echar una mano –por cierto, sé que lloró cuando yo me marché de Angosto, pero me visitaba muchas veces cuando estaba trabajando en la radio–. Asimismo quiero tener un recuerdo especial de los hermanos Isaac Irazabal, de Sebastián Mendiguren, de Pedro Mari Zugazaga (enfermero “aingeru beltza” para nosotros), de Andrés Mendizabal, de Luis Zarrabe, etc, que se preocupaban de nuestra comida, de nuestra salud e higiene, de las ropas, de las alpargatas que nos repartían los viernes, etc. Ciertamente eran unos santos varones totalmente entregados a hacernos la vida feliz. En definitiva, quiero decir que Gabiria me dio la oportunidad de estudiar latín, gramática, matemáticas, álgebra, historia de la literatura (los clásicos de la Literatura Española), euskera… Sí, el euskera era también materia obligada para nosotros, y lo aprendimos utilizando aquellos apuntes de Euskal Aditza, Atzikiak eta…que había confeccionado el Padre Martín Elorza (después obispo de Moyobamba, Perú) y completado por los primos Larrarte y Sarasola. Y pudimos leer a Orixe, Txomin Agirre, Santi Onaindia, a Salbatore Mitxelena, amén de clásicos españoles. En el terreno lúdico me acuerdo especialmente de los paseos de las tardes de los jueves y domingos a Iturrigorri, Lierni, Gabiria (pueblo), Motxorro, Aztiria, Ormaiztegi, etc; y de los paseos especiales/largos a Aranzazu, Irimo, Kizkitza, Loiola, Segura-Zerain… En Gabiria aprendí además a amar a la naturaleza y respetar la ecología. Pero especialmente aprendí a convivir con un colectivo de caracteres muy diversos, a corresponder a la responsabilidad que me exigía el hecho de ser el mayor del curso, etc. Y así aprendí a conjugar la formación intelectual y humana, que después me han servido de mucho a lo largo de mi vida. Insisto en que le debo mucho al viejo balneario/caserón de Gabiria, y especialmente me siento deudor con toda la comunidad pasionista de aquellos tiempos que supo ofrecernos la oportunidad de formarnos para la vida, imprimiendo un carácter que nos acompaña dondequiera que vayamos. Eskerrik asko eta zorionak. Joxemari Iriondo