sin usted no hubiera podido hacerlo”. El comentario llama mi

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sin usted no hubiera podido hacerlo”. El comentario llama mi
sin usted no hubiera podido hacerlo”. El comentario llama mi atención pero
no lo llevo a análisis lo que me lleva a ignorar que aun y cuando la transferencia
es positiva, de no ser controlada, puede convertirse en algo que obstaculice el
avance terapéutico. Si bien mi consciente no lleva al análisis esta situación, mi
inconsciente se encarga de frustrar lo que yo estaba haciendo cada semana, es
entonces cuando dejo de enviarle mensajes para recordarle su sesión.
Esto evidentemente no le resultó agradable a la paciente, quien en esa ocasión
no asistió a su cita. A la siguiente sesión le hice saber que dejaría de enviarle
mensajes, y que nuestra cita sería siempre el mismo día a la misma hora. Aun
cuando mi acto de no cumplir su deseo de atenciones, le resulto desagradable,
esto fue beneficioso para el proceso terapéutico pues a partir de esa sesión la
paciente ha tenido que hacerse cargo de sí misma, así como debe hacerlo en
su vida fuera de la terapia.
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Hablando ahora de la transferencia negativa, ésta se refiere a que el vínculo
entre el psicólogo y el paciente, imposibilita y claramente no promueve el
avance terapéutico. Para explicarlo tomaré de referencia otro caso. Paciente de
52 años, jubilada, sexo femenino. Su motivo de consulta era su reciente jubilación y dificultad en la relación con sus hijas. Las sesiones con esta paciente me
parecían pesadas pues resultaba bastante complicado realizar intervenciones,
podía elaborarlas a nivel mental pero al momento de expresarlas sentía bastante incomodidad e incluso me era difícil aterrizar mis ideas. En una ocasión
mencionó su inconformidad al tener que limpiar la casa de sus padres cuando
los visitaba, ella consideraba que no debía ser la única que lo hiciera y que sus
hermanas debían apoyar de la misma forma. En ese momento le pregunté que
por qué deberían limpiar la casa de sus padres, la paciente, con una postura de
inconformidad, alzo su tono de voz y me respondió “Ay, es obvio reina”. Yo le
respondí que no era tan obvio. Aunque pude hacerle una buena intervención,
me sentí incómoda al respecto.
Sesiones después la paciente me comentó que había discutido con su hija
mayor, en una parte del discurso ella mencionó “entonces yo le dije: ay reina
ya hazlo” “y mi hija no obedeció” fue entonces que me percaté que en aquella
ocasión la paciente me estaba viendo como su hija. Al llevarla a mi análisis,
identifiqué que aun cuando la transferencia de la paciente era positiva, ésta
era así debido a que yo cumplía su deseo inconsciente de ser yo la hija que sí
obedece. Mi contratransferencia era negativa, ya que yo estaba viendo en la
paciente a mi madre, y debido a eso, me era complicado confrontarla o realizar
cualquier otro tipo de intervención.

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