Capítulo 2.: La taberna de Demir.
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Capítulo 2.: La taberna de Demir.
Capítulo 2.: La taberna de Demir. ¡Sorprendidos! Las nubes ya se habían esparcido por completo dejando un cielo limpio y repleto de brillantes estrellas. Los antiguos robles del Bosque Gris, esparcían un sin fin de sombras que se abalanzaban sobre ellos como espectros siniestros, mientras se dirigían camino a la posada “La esencia del bosque”. El ambiente era tenso, ninguno de los dos profirió apenas una palabra. Los sonidos del bosque los envolvían, manteniéndolos rígidos, a la expectativa, vigilando no caer en una emboscada. La brisa nocturna era suave, agradable, aunque mojado, como Slay se encontraba, sentía frío. Pero algo hizo que dejase de estar preocupado y se olvidase de la temperatura. Tras él sentía la figura cálida de Elerien. Notaba el perfume floral de su cabello, mezcla de flores de jazmín y madera que le hacía pensar en árboles ancianos de un bosque antiguo, a pesar de que ella trataba de mantener la distancia. Hacía mucho tiempo que no había estado con una mujer y el tener tan cerca a una le hacía sentirse extraño. Nunca había conseguido mantener una relación estable. Aún seguía esperando. ¿Qué sabes de esos repugnantes Dracólitos? ¿De dónde vienen? ¡Nunca había visto nada parecido! – Dijo Slay, tratando de limpiar su cabeza de fantasmas del pasado que parecían querer volver a acosarle, con la voz temblorosa, más por la turbación, que por el frío que sentía. 11 No puedo contestarte a ninguna de tus preguntas. Lo único que puedo decirte es que, en el gran bosque Green-Gate, de donde yo vengo, también han hecho su aparición. Desde hace varias semanas notaba una extraña presencia. Los animales estaban nerviosos. ¡Incluso los árboles estaban inquietos! Encontré huellas que no podía identificar junto a venados descuartizados. Los habían matado solo por el placer de matar, ya que no parecía que hubiesen comido de ellos. - en este momento Slay notó como la voz de Elerien cambiaba de tono para, además de expresar ira, marcar una profunda tristeza. – Un día, al volver de cazar, encontré mi casa totalmente destrozada y saqueada por esos malditos Dracólitos. ¡Había huellas de ellos por todas partes! Debieron quedar decepcionados al no encontrar joyas o dinero, por lo que mataron a mi perro y se comieron a Shild, mi caballo. Aunque eso no fue lo peor....- la voz de Elerien temblaba y en este momento le falló. Carraspeo aclarándose la garganta, dándose unos segundos de tiempo. Cuando parecía que iba a seguir, sintió que no tenía fuerzas para hacerlo y volvió a detenerse. El silencio se hacía incomodo esperando a que continuara el relato. Slay abrió la boca para decir alguna palabra de consuelo, dudó unos segundos y cuando iba a pronunciarlas, Elerien continuó casi fuera de sí: ¡Saquearon la tumba de mi esposo! ¡La profanaron y dejaron su cuerpo desparramado por el suelo! ¡Tan solo para quitarle nuestro anillo de compromiso, la única joya que llevaba puesta! – Esta vez Slay notó que Elerien estaba temblando mientras trataba de aguantar el incontenible llanto. Dos sendos arroyos de silenciosas lágrimas resbalaban por sus mejillas. De 11 pronto dejó de temblar para, agarrando su arco, continuar con voz firme y fría. – Pero cometieron un error. Este arco de tejo rojo era el favorito de mi marido. Cuando murió lo deposité junto con él en la tumba, pero parece ser que cuando la saquearon, para ellos no era más que un trozo de madera y lo dejaron abandonado junto al cuerpo de mi esposo. Tras sacar fuerzas de la desesperación, le volví a dar la digna sepultura que mi marido se merecía y juré que con el mismo arco que ellos despreciaron, les daría muerte uno por uno, hasta acabar con todos. – Su rostro se transformó en una máscara de mármol blanco, frío e impenetrable. - Estos han sido el segundo grupo que encuentro desde que salí hace dos semanas de viaje. Los primeros, los encontré borrachos junto a una hoguera, devorando algo que no te sé describir. No se dieron cuenta de quien o quienes les estaban atacando y nunca lo sabrán, ya que sucumbieron uno tras otro a mis flechas. – En ese momento su rostro cambió para oscurecerse por el agotamiento. – Y tú, Slay, ¿Hacia dónde te dirigías? - Yo... - Titubeó Slay, ya que no esperaba la pregunta.- Eh, bueno, la verdad es que aún no lo sé muy seguro. - ¿En serio? Una persona sabia me dijo un día que, “nunca se va tan lejos como cuando no se sabe hacia dónde se camina.” Y creo que tú si sabes el lugar hacia dónde vas, pero aún no tienes claro hacia dónde te diriges. ¿Me equivoco? - El tono de Elerien era inquisidor, pero a la vez sonaba cómplice, como si pudiese ver a la perfección el remolino que le revolvía el alma. 11 - Es posible. - Dijo Slay escuetamente y, aunque ella no pudo verlo, se le dibujó una leve sonrisa con un matiz amargo. - Creo que noto el dulce olor de una chimenea. No debemos de estar muy lejos de la posada. - Sí, yo también lo noto.- Elerien captó la indirecta y aunque un poco ofendida al principio, ya que ella le había abierto su corazón a pesar de ser un extraño, aceptó el derecho que Slay tenía a no contar lo que le inquietaba, por lo que, con voz tranquila continuó. - Estamos ya muy cerca, a escasamente cincuenta metros. No tuvieron que avanzar mucho, como había dicho Elerien, para llegar a la posada “La esencia del bosque”. Era un lugar que no pasaba desapercibido debido a donde la habían ubicado. Dos rocas de tamaño colosal y forma alargada, como columnas que yacían inclinadas una soportando a la otra, formaban una especie de cúpula bajo la que estaba construido el edificio principal. Antiguas como los cimientos de la tierra, hay quien dice que antes eran los pilares que unían el mundo supremo con el de los mortales, hasta que El Gran Creador decidió romper este nexo por la insolencia de un mortal que trató de subir por ellas hasta su morada. Bajo estas, el edificio lo habían construido con tal habilidad, que no se podía distinguir donde terminaba la roca madre y donde empezaban las paredes, amoldándose perfectamente a ellas. El piso bajo estaba dividido en dos partes. La primera, era la taberna donde servían además de buena comida, un famoso vino caliente y especiado, traído de las tierras heladas del sur. La segunda, un poco más pequeña, era la cuadra. En el primer piso, al cual se accedía desde el interior, estaba formado completamente 11 por una hilera de habitaciones que ocupaban tanto la superficie de la taberna, como la de la cuadra. Por último, en un segundo piso, había una única habitación abuhardillada en la que vivía el dueño. Según se iban acercando, las risas y chanzas de los que bebían se hacían cada vez más claras. Incluso podían oír las notas discordantes de algún borracho improvisando una canción que ni tan siquiera el entendía. Bajando de Idalir se acercaron a la puerta principal que permanecía cerrada con llave, a pesar de que en el interior el ambiente era distendido. Encogiéndose de hombros, Slay mira a Elerien quien le contesta con el mismo gesto, por lo que sin dudarlo más, golpea dos veces la robusta madera usando un llamador metálico, que tenía forma de mano sujetando una bola. El sonido retumbó en la sala causando un sepulcral silencio. ¡Quién diablos llama a la puerta en esta maldita noche! – Era la voz chillona de Demir Worm, el posadero, la que rompía el silencio. Somos dos viajeros mojados que no queremos problemas. Solo buscamos un lugar donde guarecernos y echar algo caliente a nuestros estómagos. Mañana nos habremos ido y seréis un poco más rico. – Slay reclamaba a la avaricia del posadero, seguro de que así le abriría. - ¿Cuánto más rico?- Dijo escuetamente Demir. Abridnos y lo sabréis.- Durante unos segundos solo se escucharon murmullos en el interior. 11 Son tiempos turbulentos. Hasta un oficio sencillo como este se está volviendo peligroso. ¡Marchaos y buscad otro sitio donde dormir! Doblare lo que nos pidáis por las habitaciones, si es dinero lo que queréis...- Insistió Slay hallando solo silencio como respuesta. Por favor, permitidnos descansar....- Era Elerien la que hablaba ahora y antes de que terminase la frase, Demir abrió un pequeño ventanuco al escuchar la dulce voz de una mujer. Un ojo nervioso de color verde grisáceo los oteó por el hueco que apenas dejaba ver poco más de un cuarto de su arrugada cara, para un segundo después volver a cerrarlo. De nuevo se escucharon murmullos y cuando estaban a punto de darse por vencidos y marchar en busca de otro lugar en donde descansar, el sonido de la gruesa puerta al abrirse los hizo detenerse. Siento haber sido tan rudo, pero en las últimas semanas hemos sufrido varios atracos. Y... entendedme, tengo que mirar por la seguridad de mis clientes y por la mía.- Demir se frotaba las manos delgadas mientras les hablaba.- Pero... disculpad, podéis pasar y descansar cuanto necesitéis.- Mientras les abría la puerta, se inclinaba repetidas veces, haciendo pequeños signos de reverencia y observando de reojo el cinturón a Slay, tratando de deducir el tamaño su bolsa. Extrañados, Elerien y Slay se miraron y otearon el interior por encima del hombro de la encogida figura del posadero, encontrando rostros con gestos rancios y amenazadores, pero el calor de la lumbre y el olor a 11 comida recién preparada, unidos al cansancio y al frío, no les hizo dudar, por lo que, decidieron entrar. Ya en el interior, todos los observaban sin pronunciar palabra, hasta que Elerien, para esquivar las miradas que parecían querer traspasarla, se echó sobre la cabeza la capucha de la fina capa de cuero rojizo, también labrada con hojas de hiedra, mientras se dirigían a una mesa en el fondo que quedaba libre. Poco a poco, dejaron de observarlos para seguir bebiendo y riendo como lo hacían antes. Una vez acomodados se dejaron reconfortar por el calor de la lumbre y del vino caliente y especiado que les había servido rápidamente el posadero. Durante unos minutos no hablaron, sencillamente paseaban la vista recreándose en el interior, dejando que la posada los arropara. Al menos esa impresión daba. Parecía que habían entrado en una cueva de madera, ya que esta, de color claro y pulido, se amoldaba perfectamente a las paredes de forma fluida, natural. Incluso en las esquinas, como en la que ellos se encontraban ahora, habían aprovechado la forma redondeada original de la roca, para labrar los asientos. En ningún momento dudaron que tuvieron que ser grandes artesanos elfos y enanos, trabajando en unión los que hicieron semejante maravilla. Los cabeceros estaban adornados con ciervos saltando, que parecían querer salir fuera de la roca, arroyos de los cuales aparentaba que realmente emanaba agua, además de un incontable número de animales y detalles. Pero, no solo eran los asientos, sino también las mesas compuestas por una gruesa rodaja de árbol, las que estaban adornadas con los mismos ornamentos. 11 ¿Deseáis comer algo? ¿O sólo tomareis vino antes de... subir a la habitación? - Era Demir el que los interrumpía con una mirada que trataba de ser picaresca y pronunciaba el final de la frase de forma insinuante. Ehhh. Tomaremos algo de asado. Y... tráigame un poco más de vino.- Salió Slay al paso notando la turbación de Elerien. Por supuesto señor. Excelente elección. Y la señora, ¿desea algo más? .- Demir no dejaba de frotarse las manos. ¡No, tomaré lo mismo!- Continuó Elerien casi sin dejar terminar la frase a Demir. Bajo la capucha su rostro ardía, mezcla entre vergüenza y enfado, por lo que alargando la mano y agarrando el brazo al posadero, mientras lo miraba fijamente a los ojos, le amenazaba.- ¡Y no se te ocurra volver a insinuar algo parecido! - Aunque hablaba susurrando entre dientes, el brillo de sus ojos y la intensidad con la que pronunciaba las palabras hizo que Demir se estremeciera. Por... por supuesto señora. Yo pensaba que... bueno... Una mujer hermosa, un joven apuesto... ya sabe... no se preocupe señora. No volverá a ocurrir.- El posadero se retiraba de forma precipitada mientras hacía continuas reverencias hasta desaparecer tras las cortinas de la cocina. Nadie se dio cuenta de lo ocurrido o al menos así lo creían. Un personaje de rostro afilado los observaba cuidadosamente desde las sombras de una esquina que permanecía prácticamente en penumbra. 11 En breve apareció Demir con dos suculentos platos de carne horneada, llenando el ambiente de aroma a especias que recordaban al monte, unido al inconfundible olor de la carne bien dorada. Le he dicho a la cocinera que las aderece especialmente para ustedes. Buen provecho. ¡Ah! Y una vez más, disculpad a este pobre anciano que ha servido demasiado tiempo como posadero y alguna vez nos sabe distinguir entre personas con clase y simple escoria. – Dijo Demir mientras dejaba los platos sobre la mesa y echaba una furtiva mirada al resto de los “huéspedes”, aunque las últimas palabras las dijo en un tono lo suficientemente bajo, como para que no lo escuchase nadie más que ellos. No se preocupe. Nos hacemos cargo, pero que no vuelva a ocurrir. – Dijo Slay y asintiendo, el posadero se dio la vuelta y volvió tras la barra. La cena transcurría en silencio. Elerien mordisqueaba la carne sin apreciar su delicioso sabor, mientras Slay la observaba con detenimiento. Bajo la capucha, apenas se dejaba entrever su delicado rostro que lucía con colores cálidos, reflejados por las llamas de la chimenea. Sus ojos eran como espejos de ónice pulidos y en ellos, latía la luz de las titilantes estrellas, pero algo ensombrecía su mirada. Debiste de quererle mucho. – Rompía Slay el silencio que reinaba en su mesa, a pesar del ruido que formaban el resto de los ocupantes. Elerien simplemente asintió.- Estando de viaje, murió mi abuelo, la única familia que quedaba en mi vida. Fue como mi padre, ya que este también murió de una forma de la que no me 11 apetece hablar ahora, cuando era muy pequeño. Sabes... lo añoro mucho. Me dirijo a cumplir una promesa que me obligó a hacerle cuando tenía tan solo catorce años. Solo hace dos semanas que murió, por eso no quería hablarte del tema mientras estábamos de camino a la posada. Aun es fresco el dolor. Muchas gracias por tratar de consolarme poniéndote en mi lugar. Eres todo un caballero. Me encuentro muy cansada y creo que me está afectando. Si no te importa me gustaría retirarme y descansar. Sí, seguro que mañana veremos las cosas de otro color. ¡Posadero! - Alzaba la voz Slay, aunque no hubiese hecho falta ya que Demir, tras toda una vida sirviendo en la posada, había desarrollado la habilidad de saber que deseaba un cliente antes de pedírselo. ¿Desean los señores retirarse a descansar? – Preguntó rápidamente Demir. Sí. Hoy ha sido un día muy duro y los dos lo necesitamos. Díganos cuales serán nuestras habitaciones. ¡Oh, lo siento mucho señor! Como bien puede observar, no es una posada muy grande y tras este día tan desapacible, tenemos todas las habitaciones llenas menos una. Siento no poderles ofrecer otra cosa Está bien. Si eso es lo único que tiene, lo aceptaremos.- contestó Slay tras mirar a Elerien.- Pero, ¿tiene una butaca que sea confortable? Estoy acostumbrado a dormir en cualquier sitio y una buena 11 butaca me servirá.- Continuó Slay aunque aún no muy convencido. De acuerdo seguidme entonces.- y los dirigió a través de las mesas de los comensales hasta una escalera de caracol que llevaba al primer piso. Mientras subían, no podían dejar de admirar como los barrotes de la escalera estaban tallados con forma de ramas trenzadas entre sí, las cuales se alzaban dando la impresión de estar vivas hasta alcanzar la baranda, lugar donde se llenaban de hojas labradas tan minuciosamente, que incluso el rocío parecía resbalar por ellas. No en vano llamaban a la posada “La esencia del bosque”, ya que todo se había creado tratando de reproducirlo al detalle. Esta será vuestra habitación. No es muy grande pero es confortable y cómoda.- Les interrumpía Demir, notándosele en la voz que estaba orgulloso de su posada.- Si durante la noche necesitan algo, pueden golpear dos veces el techo, sea la hora que sea. Yo vivo en el piso de arriba.- Tras pronunciar estas palabras se retiró haciendo leves reverencias como tenía por costumbre. Pasaron varios segundos tensos, hasta que Elerien notando la delicadeza de la situación, trató de aliviarla un poco, diciendo con el tono de voz sereno que la caracterizaba: Slay, muchas gracias por ofrecerte a dormir en la butaca. No tienes que hacerlo si no quieres. 11 No te preocupes. Esteré bien. He dormido en sitios mucho más incómodos. Además parece muy confortable.- Y mullía el asiento tapizado en piel como confirmación. Gracias de nuevo. – Elerien cambió el tono de voz, se empezó a poner tensa y a titubear.- Slay, quería pedirte algo.- La voz casi le temblaba. No te preocupes. – Se apresuró a decir Slay en tono tranquilizador.- Aunque nos conocemos solo hace unas horas, puedes confiar en que te respetaré. Descansa tranquila. No sabemos que nos espera mañana. Buenas noches. Intenta descansar tú también. Si puedes.- Y sonriendo Elerien, ahora más relajada, se sentó en la cama para descalzarse. Durante unos segundos cruzaron sus miradas para luego ocupar cada uno su lugar. Elerien se acostó arropándose con una manta de pieles, ya que aún hacía fresco, y Slay se acomodó como pudo en la butaca tapándose también con su capa. Al poco rato, la respiración de Elerien empezó a ser rítmica y pausada. Estaba profundamente dormida. Por la ventana unos rayos de luna iluminaban su rostro rebosante de paz. Para Slay no fue tan sencillo conciliar el sueño, sentía que era responsabilidad suya cuidar de que no le ocurriese nada a Elerien y aunque estaban en una posada, tenía un mal presentimiento, por lo que, bajo la capa, mantenía sujeta la empuñadura de su espada. Poco a poco dejaron de oírse las risas y canciones de los demás huéspedes, hasta quedó todo en silencio. Cuando parecía que todo el mundo estaba durmiendo, al menos 11 así daba la impresión por el coro de ronquidos que traspasaban las paredes, algo alertó a Slay. Unas pisadas que trataban de pasar desapercibidas por el pasillo, se detuvieron en la puerta de la habitación. El po mo empezó a girar despacio a un lado y a otro encontrando los topes. Tras varios intentos, se detuvo, para unos segundos después, continuar un tintineo metálico. Estaban forzando la cerradura, así que Slay, tratando de no despertar a Elerien, se levantó despacio y con la espada desenvainada se apostó tras la puerta esperando. Una vez más, la persona que estaba intentando entrar tuvo que cambiar de herramientas. Siguió trabajando la cerradura durante unos instantes hasta conseguir lo que se había propuesto. Un ligero clic le anunció que la puerta estaba abierta. Volvió a girar despacio el pomo y consiguió traspasar el umbral. Como si de un gato se tratase, la figura encapuchada, se deslizó en el interior de la habitación sin apenas hacer ruido. Un rápido vistazo le sirvió para darse cuenta que algo no encajaba. Tenía que haber dos personas y parecía que en la cama solo dormía una, por lo que trató de girarse para escapar, encontrando la punzante espada de Slay en sus riñones: Mi espada se pregunta qué es lo que buscas en esta habitación, entrando a hurtadillas en plena noche. Espero que sea por una razón de peso, porque no me gustaría despertar a la señora con tus gritos. ¡Ah! Por favor, al contestarme, habla en tono bajo.- La mirada de Slay era tan punzante como su espada. 11 ¡¿Me está dando a entender que esta no es mi habitación?! Bueno, ahora que lo pienso, es cierto, ¡no es mi habitación! - La voz del individuo iba aumentando de tono hasta que Elerien se giró en la cama inquieta. Slay le mandó bajar la voz pinchándole un poco más en el costado, por lo que volvió a bajarla, pero continuó hablando tan rápido que casi no se entendía lo que decía.- ¡No sabe cuánto lo siento! Creo que he debido de beber demasiado. Yo me dirigía hacia mi cuarto y cuando intenté abrir la puerta, ¡No me habría! Pensé que debía de estar mal la llave y como tengo un trabajo en el que tengo que utilizar este tipo de herramientas.- decía mientras enseñaba las ganzúas.- Pero algo legal, no se equivoque que sé lo que está pensando por la cara que ha puesto. Soy digamos... una especie de cerrajero, así que no dudé en usar mis habilidades para abrir. Pero lo mismo que he entrado, salgo, rogándole encarecidamente que aparte esa hermosa y afilada espada de mi costado y que por favor me perdone. Así que, si me permite... – decía mientras trataba de separar el acero de su carne. Slay no salía de su asombró al ver la desfachatez y el descaro con el que le hablaba este indeseable, por lo que sintió unas profundas ganas de hacer que se callara para siempre, pero a la vez algo le decía que no debía hacerlo y no lograba entender qué era realmente. Aprovechando estos segundos en los que Slay meditaba, el extraño continuó: Bueno, puedes pasarte así toda la noche o dejar que me marche y seguir durmiendo, ya que como has dicho antes, sería una verdadera lástima despertar a la señora, ahora que parece que descansa plácidamente. Al fin y al cabo, como decía mi sabio abuelo que en paz 11 descanse, “no hay daño, no hay rencor”. Solo ha sido una equivocación. Solo eso. ¿No querrás cargar en tu conciencia con la muerte de un pobre desgraciado, cuyo único error fue el equivocarse de habitación? ¿Verdad que no? Entonces no hay más que hablar. Mañana nos veremos y te invitaré a una copa del mejor vino que tengan en esta posada.- Por un momento Slay dejó de sentirse amenazado, para sentirse divertido por la forma de actuar del extraño y extravagante personaje. Así que haciendo caso a su instinto retiró la espada, tratando de omitir la sonrisa que se le formaba en el rostro, mientras con tono serio le advertía: No sé quién diablos eres, ni qué diablos quieres. Aunque es cierto que quisiera saber qué es lo que te ha movido a arriesgar tu vida de esta forma tan estúpida, prefiero que salgas de esta habitación tan sigilosamente como entraste y no volverte a ver. Recuerda que esta noche has vuelto a nacer y que la próxima vez que te acerques, ¡tan solo unos metros a nosotros!, no te daré la opción de excusarte. Ahora, ya sabes lo que tienes que hacer. ¡Gracias señor! Por supuesto que no volverá a ocurrir. Permítame que le estreche la mano como agradecimiento. – la espada de Slay se interpuso entre ellos.- Claro, claro es muy tarde y yo me marchaba. Adiós.- Y desapareció tras la puerta, quedando al poco, todo en silencio nuevamente. Qué personaje tan extraño. La verdad, no entiendo como no lo han matado ya. Además de ser un pésimo ladrón, es un auténtico incordio. – Slay agitaba la 11 cabeza negando.- Pero después de todo, me ha caído en gracia… En fin... Trataré de descansar un poco.- Pensaba mientras se dirigía a la butaca, pero no pudo evitar detenerse y echar una última mirada a Elerien de reojo. Tenía un hombro destapado por lo que se acercó, la observó durante unos segundos y la arropó. Tras lo cual, se dirigió nuevamente a la butaca, la apuntaló contra la puerta para evitar más sorpresas y se dispuso a descansar mientras mantenía, como antes, la espada sujeta por la empuñadura bajo su capa. La noche pasó tranquila y sin más inconvenientes. Las estrellas fueron desvaneciéndose una tras otra dejando paso al alba, que hacía presencia puntualmente, mientras rayaba el horizonte con colores rojizo-violáceos. Los alegres pajarillos cantaban y se desperezaban tras una noche fría, mientras se bañaban en los charcos, fruto de la lluvia del día anterior. Slay los observaba desde la ventana plácidamente. No había conseguido descansar bien, gracias en parte a la visita nocturna del extraño personaje y a sus cavilaciones sobre lo acontecido en los últimos días. Aún le rondaba por la cabeza el extraño anciano del bosque y cómo desapareció sin dejar rastro. Se encogió de hombros y siguió observando cómo se abría paso el nuevo día. Además no sabía cuándo disfrutaría de nuevo de momentos de paz como este. Algo le decía que ya nada sería igual. Buenos días.- Era Elerien la que le hablaba, prácticamente susurrando.- ¡He dormido bastante bien! Ya hacía tiempo que no dormía en una cama y aunque no es muy cómoda, es mejor que dormir en el suelo. Y tú, ¿has podido descansar algo?- Su rostro se abrió en una 11 tierna sonrisa mientras se apartaba unos mechones de pelo alborotado. Bueno, la verdad es que he dormido en sitios mejores. Pero como bien has dicho, es mejor que dormir en el bosque. Sabes, esta noche he tenido un sueño muy raro. Soñé que estabas con alguien que hablaba constantemente cosas de cerrajería. Pero lo hacía muy rápido y casi no se le entendía. ¿Verdad que es extraño? Supongo que estaba demasiado cansada.- Dicho esto se levantó y desperezó levantando los brazos.Puede que sea eso. Simple cansancio.- Slay la miraba divertido e impresionado. No parecía la mujer dura que había conocido ayer. Se la veía tan frágil, tan hermosa. Notó que empezaba a ruborizarse y esto le hizo sentir incomodo, así que volvió a asomarse a la ventana respirando el fresco aroma de la tierra mojada. – El cielo está despejado. Creo que será un buen día para viajar. En cuanto bajemos le diré al posadero que le dé de comer a Idalir. Compraré algunos víveres y reanudaré mi viaje hacía el paso de Grey-Fear, como prometí a mi abuelo. ¿Hacia dónde te dirigirás tú? No tengo un rumbo concreto. Mi destino es averiguar qué son esos malditos Dracólitos, qué se proponen y destruirlos a todos. – El rostro de Elerien volvió a transformarse en una máscara marmórea.- Por lo que sé, el lugar donde te diriges ya era peligroso antes de que aparecieran estos indeseables. No son muchos los que se atreven a acercarse tan siquiera, ya que como creo que sabrás, tras el paso se encuentra el bosque oscuro. Lo 11 más seguro es que en el camino te encuentres con más de un grupo de Dracólitos y una buena tiradora te sería de gran ayuda. Si no te importa que te acompañe. Tras meditar unos segundos y observar esos ojos almendrados que le miraban con una mezcla de súplica y mandato, Slay obedeció, más que eligió. - - - - Está bien, puedes venir conmigo. Supongo que como bien dices, una buena tiradora me vendrá bien en mi misión y tú ya has más que demostrado que lo eres. ¡Perfecto! Solo que… si puedes darte la vuelta necesitaría hacer un cambio en mi vestuario para estar más cómoda durante el viaje. - ¡Por supuesto, si quieres salgo de la habitación! – Contestó Slay consternado y habiéndose dado la vuelta con tanta celeridad que la vista se le había quedado borrosa. Solo serán unos segundos y preferiría que te quedaras aquí. – Contestó escuetamente Elerien. Mientras ella se despojaba de las partes superiores de sus vestiduras, Slay, para disimular su turbación comenzó a mirar hacia el techo, sintiendo algo extraño. De pronto, notó como si algo se moviese en un pequeño agujero que había en un nudo de una de las tablas que formaban el viejo techo, de forma sospechosa, para segundos después volver a notar el movimiento. No necesitó más para saber qué es lo que estaba pasando y desenvainando con toda la premura que pudo su espada, la clavó en el agujero que hacía de ocasional mirilla, 11 haciendo que se oyese un profundo lamento en el piso superior. Elerien sobresaltada y con la camisola de piel aun descubriendo sus hermosos y aterciopelados hombros, se giró sobresaltada, mientras terminaba de ajustársela. - ¿Qué ha ocurrido?- gritó exaltada. Parece que tenemos un mirón y puede que algo más - Contestó Slay - pero lo averiguaremos en breve. Rápido cual viento, subió las escaleras que llevaban a la habitación de Demir Worm y evidentemente no se había equivocado, una larga herida cruzaba el arrugado semblante de este. Se aprovechaba de las señoras que se hospedaban en la posada, para observarlas mientras se desvestían, Así satisfacía su morboso deseo. - Esto era lo que te proponías, ¿verdad? ¡Observar a la señora! Y seguramente, también enviaste al ladrón en la noche para que nos despojara de nuestras pertenencias, ¿verdad? ¡Contesta! – El tono de Slay era mucho más que agresivo, era casi como el de un demente.- ¡Y no se te ocurra intentar mentirme, ya que la marca que tienes en la cara sirve más que de testigo! - Ssssí, mi señor, es cierto. Pero perdonad a este pobre anciano que con la edad ha ido perdiendo la cordura y no sabe bien lo que hace. – Como de costumbre se frotaba las manos y hacía continuas 11 - reverencias mientras goteaban oscuras gotas de sangre de la profunda herida de su cara. No penséis que esto va a quedar impune, habéis deshonrado el honor de la señora y esto solo tiene una forma de pagarse… con la muerte.- Hablaba totalmente en serio Slay, ya que aunque realmente no era un caballero nombrado de Draco, se sentía como tal y mantenía sus normas a rajatabla. Y una ofensa tal, no tenía otro castigo. De pronto Demir comenzó a reír con una risa tan siniestra que a Slay se le erizaron los pelos de los brazos, incluso los del cogote. Era una risa difícil de describir, entre susurrante y a la vez aguda y chillona. - Serás tú, quien lo pagues con tu vida. ¡Muchachos!. Y tras la puerta aparecieron dos seres mitad hombre, mitad ogro, perfectamente armados y ataviados con robustas armaduras. Su tamaño era dos palmos mayor que Slay y uno de sus brazos podría pasar perfectamente por una de sus piernas. Tenían cautiva a Elerien, la cual no dejaba de patear y manotear, como un niño pequeño en los brazos de un padre que intenta que se esté quieto. La mano del semi-ogro, cuya misión era taparle la boca, casi le cubría la cara. Slay molesto consigo mismo, se preguntaba por qué no los habría percibido antes, ya que emitían un nauseabundo hedor, mezcla de sudor y aguardiente enanil. Supuso que eran las palpitaciones que le inflaban la sien por la situación antes vivida con Demir y sus asquerosos 11 - - - vicios. Qué opinas ahora, bravucón.- Decía Demir mientras se lamía la sangre de la herida de la cara. ¿Quién crees que morirá antes? ¿Tú o yo? o tal vez… Ella. – Otra carcajada siniestra hizo que Slay se estremeciera por completo. Solo permíteme una pregunta antes de matarnos. Esto no es casual, ¿verdad? Esto tiene que ser algo planeado y ordenado por alguien ¿no es cierto? ¡Maldita sabandija! Aciertas en que es algo planeado, pero no en lo que es ordenado. Me tomaré la molestia de explicarte porqué vais a morir. Uno de los que pasaron por mi posada, comentó un día que se está dando una enorme suma de oro por un caballero que llevara una armadura con un dragón áureo. Y desde entonces me he estado fijando en todas las armaduras de todos los clientes que han pasado por aquí desde hace más de dos años y tú eres el primero que se aproxima a esta descripción. Lo de la chica es una pena, ya que es muy hermosa y puede que no la matemos de inmediato, ya me entiendes….- Y lanzó otra de esas risas que le erizarían el vello a un cadáver. Slay no pudo soportarlo más, los ojos se le pusieron en blanco. Entonces la espada comenzó a brillar de forma brutal, cegando a todos los presentes menos al que con dos precisos tajos, cortó por la mitad a los semiogros, que los mantenían cautivos. Al primero lo taló por la cintura como si de un tronco de árbol viejo se tratase y al segundo con un tajo vertical, lo sesgó en dos liberando 11 al Elerien al instante. Con los ojos aun deslumbrados Demir trastabilló, cayendo de espaldas en la espada de uno de los semi-ogros, muriendo al instante. Justo después Slay cayó de rodillas al suelo exhausto y Elerien lo levantó, metiendo su delicado cuerpo bajo los hombros de Slay. ¿Cómo has podido hacer eso? ¿Eres una especie de mago o algo así?- Era lo único que atinaba a decir Elerien. - Te lo contaré un poco más tarde, ahora tenemos que partir antes de que lleguen más. Recojamos algunas provisiones y a Idalir, y salgamos lo antes posible, puedes soltarme, ya me encuentro mejor.- Aunque la cabeza parecía que le iba a estallar. Sin más preámbulos salieron de la posada montados sobre Idalir y al estar a unos seguros kilómetros, le volvió a preguntar Elerien la cuestión que había quedado pendiente en la posada, cómo había podido hacer eso. - - Aunque sería un poco largo de contar, te lo resumiré diciéndote que en un viaje, que hicimos a las altas y nevadas montañas de Krankas, tuve que arrebatarle la espada mágica al rey elfo, Sliver Elemont de sus propias manos heladas. Esta espada tiene muchos poderes que iras descubriendo, pero el más importante es que tiene alma propia, y cuando ve en peligro a su dueño, a su propia integridad, utiliza a su poseedor para protegerse. Es la forma más breve que se me ocurre de describírtelo. 11 - - - ¡Así que no era una leyenda! Siempre pensé que los cuentos del rey elfo, exiliado por crear un arma que protegiera su propia integridad, había sido una leyenda, un cuento para niños. Y ha resultado ser verdad. Tienes que contarme más sobre como la conseguiste. - Elerien estaba emocionada. - Lo haré, pero en otro momento, ahora mismo me duele mucho la cabeza. Bueno, solo una pregunta más. ¿Por qué no te protegió del dracólito que te atacaba cuando te salvé? Sencillo, en ese momento no la estaba empuñando y tiene que estar empuñada para crear esa simbiosis con su dueño. 11