Capítulo 2.: La taberna de Demir.

Transcripción

Capítulo 2.: La taberna de Demir.
Capítulo 2.:
La taberna de Demir. ¡Sorprendidos!
Las nubes ya se habían esparcido por completo
dejando un cielo limpio y repleto de brillantes estrellas.
Los antiguos robles del Bosque Gris, esparcían un sin fin
de sombras que se abalanzaban sobre ellos como
espectros siniestros, mientras se dirigían camino a la
posada “La esencia del bosque”. El ambiente era tenso,
ninguno de los dos profirió apenas una palabra. Los
sonidos del bosque los envolvían, manteniéndolos rígidos,
a la expectativa, vigilando no caer en una emboscada.
La brisa nocturna era suave, agradable, aunque
mojado, como Slay se encontraba, sentía frío. Pero algo
hizo que dejase de estar preocupado y se olvidase de la
temperatura. Tras él sentía la figura cálida de Elerien.
Notaba el perfume floral de su cabello, mezcla de flores
de jazmín y madera que le hacía pensar en árboles
ancianos de un bosque antiguo, a pesar de que ella
trataba de mantener la distancia. Hacía mucho tiempo
que no había estado con una mujer y el tener tan cerca a
una le hacía sentirse extraño. Nunca había conseguido
mantener una relación estable. Aún seguía esperando.
¿Qué sabes de esos repugnantes Dracólitos? ¿De
dónde vienen? ¡Nunca había visto nada parecido! – Dijo
Slay, tratando de limpiar su cabeza de fantasmas del
pasado que parecían querer volver a acosarle, con la voz
temblorosa, más por la turbación, que por el frío que
sentía.
11
No puedo contestarte a ninguna de tus preguntas.
Lo único que puedo decirte es que, en el gran bosque
Green-Gate, de donde yo vengo, también han hecho su
aparición. Desde hace varias semanas notaba una extraña
presencia. Los animales estaban nerviosos. ¡Incluso los
árboles estaban inquietos! Encontré huellas que no podía
identificar junto a venados descuartizados. Los habían
matado solo por el placer de matar, ya que no parecía
que hubiesen comido de ellos. - en este momento Slay
notó como la voz de Elerien cambiaba de tono para,
además de expresar ira, marcar una profunda tristeza. –
Un día, al volver de cazar, encontré mi casa totalmente
destrozada y saqueada por esos malditos Dracólitos.
¡Había huellas de ellos por todas partes! Debieron quedar
decepcionados al no encontrar joyas o dinero, por lo que
mataron a mi perro y se comieron a Shild, mi caballo.
Aunque eso no fue lo peor....- la voz de Elerien temblaba
y en este momento le falló. Carraspeo aclarándose la
garganta, dándose unos segundos de tiempo. Cuando
parecía que iba a seguir, sintió que no tenía fuerzas para
hacerlo y volvió a detenerse. El silencio se hacía
incomodo esperando a que continuara el relato. Slay
abrió la boca para decir alguna palabra de consuelo, dudó
unos segundos y cuando iba a pronunciarlas, Elerien
continuó casi fuera de sí:
¡Saquearon la tumba de mi esposo! ¡La
profanaron y dejaron su cuerpo desparramado por el
suelo! ¡Tan solo para quitarle nuestro anillo de
compromiso, la única joya que llevaba puesta! – Esta vez
Slay notó que Elerien estaba temblando mientras trataba
de aguantar el incontenible llanto. Dos sendos arroyos de
silenciosas lágrimas resbalaban por sus mejillas. De
11
pronto dejó de temblar para, agarrando su arco,
continuar con voz firme y fría. – Pero cometieron un
error. Este arco de tejo rojo era el favorito de mi marido.
Cuando murió lo deposité junto con él en la tumba, pero
parece ser que cuando la saquearon, para ellos no era
más que un trozo de madera y lo dejaron abandonado
junto al cuerpo de mi esposo. Tras sacar fuerzas de la
desesperación, le volví a dar la digna sepultura que mi
marido se merecía y juré que con el mismo arco que ellos
despreciaron, les daría muerte uno por uno, hasta acabar
con todos. – Su rostro se transformó en una máscara de
mármol blanco, frío e impenetrable. - Estos han sido el
segundo grupo que encuentro desde que salí hace dos
semanas de viaje. Los primeros, los encontré borrachos
junto a una hoguera, devorando algo que no te sé
describir. No se dieron cuenta de quien o quienes les
estaban atacando y nunca lo sabrán, ya que sucumbieron
uno tras otro a mis flechas. – En ese momento su rostro
cambió para oscurecerse por el agotamiento. – Y tú, Slay,
¿Hacia dónde te dirigías?
- Yo... - Titubeó Slay, ya que no esperaba la pregunta.- Eh,
bueno, la verdad es que aún no lo sé muy seguro.
- ¿En serio? Una persona sabia me dijo un día que, “nunca
se va tan lejos como cuando no se sabe hacia dónde se
camina.” Y creo que tú si sabes el lugar hacia dónde vas,
pero aún no tienes claro hacia dónde te diriges. ¿Me
equivoco? - El tono de Elerien era inquisidor, pero a la vez
sonaba cómplice, como si pudiese ver a la perfección el
remolino que le revolvía el alma.
11
- Es posible. - Dijo Slay escuetamente y, aunque ella no
pudo verlo, se le dibujó una leve sonrisa con un matiz
amargo. - Creo que noto el dulce olor de una chimenea.
No debemos de estar muy lejos de la posada.
- Sí, yo también lo noto.- Elerien captó la indirecta y
aunque un poco ofendida al principio, ya que ella le había
abierto su corazón a pesar de ser un extraño, aceptó el
derecho que Slay tenía a no contar lo que le inquietaba,
por lo que, con voz tranquila continuó. - Estamos ya muy
cerca, a escasamente cincuenta metros.
No tuvieron que avanzar mucho, como había
dicho Elerien, para llegar a la posada “La esencia del
bosque”. Era un lugar que no pasaba desapercibido
debido a donde la habían ubicado. Dos rocas de tamaño
colosal y forma alargada, como columnas que yacían
inclinadas una soportando a la otra, formaban una
especie de cúpula bajo la que estaba construido el edificio
principal. Antiguas como los cimientos de la tierra, hay
quien dice que antes eran los pilares que unían el mundo
supremo con el de los mortales, hasta que El Gran
Creador decidió romper este nexo por la insolencia de un
mortal que trató de subir por ellas hasta su morada. Bajo
estas, el edificio lo habían construido con tal habilidad,
que no se podía distinguir donde terminaba la roca madre
y donde empezaban las paredes, amoldándose
perfectamente a ellas. El piso bajo estaba dividido en dos
partes. La primera, era la taberna donde servían además
de buena comida, un famoso vino caliente y especiado,
traído de las tierras heladas del sur. La segunda, un poco
más pequeña, era la cuadra. En el primer piso, al cual se
accedía desde el interior, estaba formado completamente
11
por una hilera de habitaciones que ocupaban tanto la
superficie de la taberna, como la de la cuadra. Por último,
en un segundo piso, había una única habitación
abuhardillada en la que vivía el dueño.
Según se iban acercando, las risas y chanzas de los
que bebían se hacían cada vez más claras. Incluso podían
oír las notas discordantes de algún borracho
improvisando una canción que ni tan siquiera el entendía.
Bajando de Idalir se acercaron a la puerta principal que
permanecía cerrada con llave, a pesar de que en el
interior el ambiente era distendido. Encogiéndose de
hombros, Slay mira a Elerien quien le contesta con el
mismo gesto, por lo que sin dudarlo más, golpea dos
veces la robusta madera usando un llamador metálico,
que tenía forma de mano sujetando una bola. El sonido
retumbó en la sala causando un sepulcral silencio. ¡Quién diablos llama a la puerta en esta maldita noche! –
Era la voz chillona de Demir Worm, el posadero, la que
rompía el silencio.
Somos dos viajeros mojados que no queremos
problemas. Solo buscamos un lugar donde guarecernos y
echar algo caliente a nuestros estómagos. Mañana nos
habremos ido y seréis un poco más rico. – Slay reclamaba
a la avaricia del posadero, seguro de que así le abriría.
-
¿Cuánto más rico?- Dijo escuetamente Demir.
Abridnos y lo sabréis.- Durante unos segundos
solo se escucharon murmullos en el interior.
11
Son tiempos turbulentos. Hasta un oficio sencillo
como este se está volviendo peligroso. ¡Marchaos y
buscad otro sitio donde dormir!
Doblare lo que nos pidáis por las habitaciones, si
es dinero lo que queréis...- Insistió Slay hallando solo
silencio como respuesta.
Por favor, permitidnos descansar....- Era Elerien la
que hablaba ahora y antes de que terminase la frase,
Demir abrió un pequeño ventanuco al escuchar la dulce
voz de una mujer. Un ojo nervioso de color verde grisáceo
los oteó por el hueco que apenas dejaba ver poco más de
un cuarto de su arrugada cara, para un segundo después
volver a cerrarlo. De nuevo se escucharon murmullos y
cuando estaban a punto de darse por vencidos y marchar
en busca de otro lugar en donde descansar, el sonido de
la gruesa puerta al abrirse los hizo detenerse.
Siento haber sido tan rudo, pero en las últimas
semanas hemos sufrido varios atracos. Y... entendedme,
tengo que mirar por la seguridad de mis clientes y por la
mía.- Demir se frotaba las manos delgadas mientras les
hablaba.- Pero... disculpad, podéis pasar y descansar
cuanto necesitéis.- Mientras les abría la puerta, se
inclinaba repetidas veces, haciendo pequeños signos de
reverencia y observando de reojo el cinturón a Slay,
tratando de deducir el tamaño su bolsa.
Extrañados, Elerien y Slay se miraron y otearon el
interior por encima del hombro de la encogida figura del
posadero, encontrando rostros con gestos rancios y
amenazadores, pero el calor de la lumbre y el olor a
11
comida recién preparada, unidos al cansancio y al frío, no
les hizo dudar, por lo que, decidieron entrar.
Ya en el interior, todos los observaban sin
pronunciar palabra, hasta que Elerien, para esquivar las
miradas que parecían querer traspasarla, se echó sobre la
cabeza la capucha de la fina capa de cuero rojizo, también
labrada con hojas de hiedra, mientras se dirigían a una
mesa en el fondo que quedaba libre. Poco a poco,
dejaron de observarlos para seguir bebiendo y riendo
como lo hacían antes. Una vez acomodados se dejaron
reconfortar por el calor de la lumbre y del vino caliente y
especiado que les había servido rápidamente el posadero.
Durante unos minutos no hablaron, sencillamente
paseaban la vista recreándose en el interior, dejando que
la posada los arropara. Al menos esa impresión daba.
Parecía que habían entrado en una cueva de madera, ya
que esta, de color claro y pulido, se amoldaba
perfectamente a las paredes de forma fluida, natural.
Incluso en las esquinas, como en la que ellos se
encontraban ahora, habían aprovechado la forma
redondeada original de la roca, para labrar los asientos.
En ningún momento dudaron que tuvieron que ser
grandes artesanos elfos y enanos, trabajando en unión los
que hicieron semejante maravilla. Los cabeceros estaban
adornados con ciervos saltando, que parecían querer salir
fuera de la roca, arroyos de los cuales aparentaba que
realmente emanaba agua, además de un incontable
número de animales y detalles. Pero, no solo eran los
asientos, sino también las mesas compuestas por una
gruesa rodaja de árbol, las que estaban adornadas con
los mismos ornamentos.
11
¿Deseáis comer algo? ¿O sólo tomareis vino antes
de... subir a la habitación? - Era Demir el que los
interrumpía con una mirada que trataba de ser picaresca
y pronunciaba el final de la frase de forma insinuante.
Ehhh. Tomaremos algo de asado. Y... tráigame un
poco más de vino.- Salió Slay al paso notando la turbación
de Elerien.
Por supuesto señor. Excelente elección. Y la
señora, ¿desea algo más? .- Demir no dejaba de frotarse
las manos.
¡No, tomaré lo mismo!- Continuó Elerien casi sin
dejar terminar la frase a Demir. Bajo la capucha su rostro
ardía, mezcla entre vergüenza y enfado, por lo que
alargando la mano y agarrando el brazo al posadero,
mientras lo miraba fijamente a los ojos, le amenazaba.- ¡Y
no se te ocurra volver a insinuar algo parecido! - Aunque
hablaba susurrando entre dientes, el brillo de sus ojos y la
intensidad con la que pronunciaba las palabras hizo que
Demir se estremeciera.
Por... por supuesto señora. Yo pensaba que...
bueno... Una mujer hermosa, un joven apuesto... ya
sabe... no se preocupe señora. No volverá a ocurrir.- El
posadero se retiraba de forma precipitada mientras hacía
continuas reverencias hasta desaparecer tras las cortinas
de la cocina.
Nadie se dio cuenta de lo ocurrido o al menos así
lo creían. Un personaje de rostro afilado los observaba
cuidadosamente desde las sombras de una esquina que
permanecía prácticamente en penumbra.
11
En breve apareció Demir con dos suculentos
platos de carne horneada, llenando el ambiente de aroma
a especias que recordaban al monte, unido al
inconfundible olor de la carne bien dorada.
Le he dicho a la cocinera que las aderece
especialmente para ustedes. Buen provecho. ¡Ah! Y una
vez más, disculpad a este pobre anciano que ha servido
demasiado tiempo como posadero y alguna vez nos sabe
distinguir entre personas con clase y simple escoria. – Dijo
Demir mientras dejaba los platos sobre la mesa y echaba
una furtiva mirada al resto de los “huéspedes”, aunque
las últimas palabras las dijo en un tono lo suficientemente
bajo, como para que no lo escuchase nadie más que ellos.
No se preocupe. Nos hacemos cargo, pero que no
vuelva a ocurrir. – Dijo Slay y asintiendo, el posadero se
dio la vuelta y volvió tras la barra.
La cena transcurría en silencio. Elerien
mordisqueaba la carne sin apreciar su delicioso sabor,
mientras Slay la observaba con detenimiento. Bajo la
capucha, apenas se dejaba entrever su delicado rostro
que lucía con colores cálidos, reflejados por las llamas de
la chimenea. Sus ojos eran como espejos de ónice pulidos
y en ellos, latía la luz de las titilantes estrellas, pero algo
ensombrecía su mirada.
Debiste de quererle mucho. – Rompía Slay el
silencio que reinaba en su mesa, a pesar del ruido que
formaban el resto de los ocupantes. Elerien simplemente
asintió.- Estando de viaje, murió mi abuelo, la única
familia que quedaba en mi vida. Fue como mi padre, ya
que este también murió de una forma de la que no me
11
apetece hablar ahora, cuando era muy pequeño. Sabes...
lo añoro mucho. Me dirijo a cumplir una promesa que me
obligó a hacerle cuando tenía tan solo catorce años. Solo
hace dos semanas que murió, por eso no quería hablarte
del tema mientras estábamos de camino a la posada. Aun
es fresco el dolor.
Muchas gracias por tratar de consolarme
poniéndote en mi lugar. Eres todo un caballero. Me
encuentro muy cansada y creo que me está afectando. Si
no te importa me gustaría retirarme y descansar.
Sí, seguro que mañana veremos las cosas de otro
color. ¡Posadero! - Alzaba la voz Slay, aunque no hubiese
hecho falta ya que Demir, tras toda una vida sirviendo en
la posada, había desarrollado la habilidad de saber que
deseaba un cliente antes de pedírselo.
¿Desean los señores retirarse a descansar? –
Preguntó rápidamente Demir.
Sí. Hoy ha sido un día muy duro y los dos lo
necesitamos. Díganos cuales serán nuestras habitaciones.
¡Oh, lo siento mucho señor! Como bien puede
observar, no es una posada muy grande y tras este día
tan desapacible, tenemos todas las habitaciones llenas
menos una. Siento no poderles ofrecer otra cosa
Está bien. Si eso es lo único que tiene, lo
aceptaremos.- contestó Slay tras mirar a Elerien.- Pero,
¿tiene una butaca que sea confortable? Estoy
acostumbrado a dormir en cualquier sitio y una buena
11
butaca me servirá.- Continuó Slay aunque aún no muy
convencido.
De acuerdo seguidme entonces.- y los dirigió a
través de las mesas de los comensales hasta una escalera
de caracol que llevaba al primer piso.
Mientras subían, no podían dejar de admirar
como los barrotes de la escalera estaban tallados con
forma de ramas trenzadas entre sí, las cuales se alzaban
dando la impresión de estar vivas hasta alcanzar la
baranda, lugar donde se llenaban de hojas labradas tan
minuciosamente, que incluso el rocío parecía resbalar por
ellas. No en vano llamaban a la posada “La esencia del
bosque”, ya que todo se había creado tratando de
reproducirlo al detalle.
Esta será vuestra habitación. No es muy grande
pero es confortable y cómoda.- Les interrumpía Demir,
notándosele en la voz que estaba orgulloso de su
posada.- Si durante la noche necesitan algo, pueden
golpear dos veces el techo, sea la hora que sea. Yo vivo en
el piso de arriba.- Tras pronunciar estas palabras se retiró
haciendo leves reverencias como tenía por costumbre.
Pasaron varios segundos tensos, hasta que Elerien
notando la delicadeza de la situación, trató de aliviarla un
poco, diciendo con el tono de voz sereno que la
caracterizaba:
Slay, muchas gracias por ofrecerte a dormir en la
butaca. No tienes que hacerlo si no quieres.
11
No te preocupes. Esteré bien. He dormido en sitios
mucho más incómodos. Además parece muy
confortable.- Y mullía el asiento tapizado en piel como
confirmación.
Gracias de nuevo. – Elerien cambió el tono de voz,
se empezó a poner tensa y a titubear.- Slay, quería
pedirte algo.- La voz casi le temblaba.
No te preocupes. – Se apresuró a decir Slay en
tono tranquilizador.- Aunque nos conocemos solo hace
unas horas, puedes confiar en que te respetaré. Descansa
tranquila. No sabemos que nos espera mañana.
Buenas noches. Intenta descansar tú también. Si
puedes.- Y sonriendo Elerien, ahora más relajada, se
sentó en la cama para descalzarse. Durante unos
segundos cruzaron sus miradas para luego ocupar cada
uno su lugar. Elerien se acostó arropándose con una
manta de pieles, ya que aún hacía fresco, y Slay se
acomodó como pudo en la butaca tapándose también
con su capa.
Al poco rato, la respiración de Elerien empezó a
ser rítmica y pausada. Estaba profundamente dormida.
Por la ventana unos rayos de luna iluminaban su rostro
rebosante de paz. Para Slay no fue tan sencillo conciliar el
sueño, sentía que era responsabilidad suya cuidar de que
no le ocurriese nada a Elerien y aunque estaban en una
posada, tenía un mal presentimiento, por lo que, bajo la
capa, mantenía sujeta la empuñadura de su espada. Poco
a poco dejaron de oírse las risas y canciones de los
demás huéspedes, hasta quedó todo en silencio. Cuando
parecía que todo el mundo estaba durmiendo, al menos
11
así daba la impresión por el coro de ronquidos que
traspasaban las paredes, algo alertó a Slay. Unas pisadas
que trataban de pasar desapercibidas por el pasillo, se
detuvieron en la puerta de la habitación. El po
mo empezó a girar despacio a un lado y a otro
encontrando los topes. Tras varios intentos, se detuvo,
para unos segundos después, continuar un tintineo
metálico. Estaban forzando la cerradura, así que Slay,
tratando de no despertar a Elerien, se levantó despacio y
con la espada desenvainada se apostó tras la puerta
esperando. Una vez más, la persona que estaba
intentando entrar tuvo que cambiar de herramientas.
Siguió trabajando la cerradura durante unos instantes
hasta conseguir lo que se había propuesto. Un ligero clic
le anunció que la puerta estaba abierta. Volvió a girar
despacio el pomo y consiguió traspasar el umbral. Como
si de un gato se tratase, la figura encapuchada, se deslizó
en el interior de la habitación sin apenas hacer ruido. Un
rápido vistazo le sirvió para darse cuenta que algo no
encajaba. Tenía que haber dos personas y parecía que en
la cama solo dormía una, por lo que trató de girarse para
escapar, encontrando la punzante espada de Slay en sus
riñones:
Mi espada se pregunta qué es lo que buscas en
esta habitación, entrando a hurtadillas en plena noche.
Espero que sea por una razón de peso, porque no me
gustaría despertar a la señora con tus gritos. ¡Ah! Por
favor, al contestarme, habla en tono bajo.- La mirada de
Slay era tan punzante como su espada.
11
¡¿Me está dando a entender que esta no es mi
habitación?! Bueno, ahora que lo pienso, es cierto, ¡no es
mi habitación! - La voz del individuo iba aumentando de
tono hasta que Elerien se giró en la cama inquieta. Slay le
mandó bajar la voz pinchándole un poco más en el
costado, por lo que volvió a bajarla, pero continuó
hablando tan rápido que casi no se entendía lo que
decía.- ¡No sabe cuánto lo siento! Creo que he debido de
beber demasiado. Yo me dirigía hacia mi cuarto y cuando
intenté abrir la puerta, ¡No me habría! Pensé que debía
de estar mal la llave y como tengo un trabajo en el que
tengo que utilizar este tipo de herramientas.- decía
mientras enseñaba las ganzúas.- Pero algo legal, no se
equivoque que sé lo que está pensando por la cara que
ha puesto. Soy digamos... una especie de cerrajero, así
que no dudé en usar mis habilidades para abrir. Pero lo
mismo
que
he
entrado,
salgo,
rogándole
encarecidamente que aparte esa hermosa y afilada
espada de mi costado y que por favor me perdone. Así
que, si me permite... – decía mientras trataba de separar
el acero de su carne. Slay no salía de su asombró al ver la
desfachatez y el descaro con el que le hablaba este
indeseable, por lo que sintió unas profundas ganas de
hacer que se callara para siempre, pero a la vez algo le
decía que no debía hacerlo y no lograba entender qué era
realmente. Aprovechando estos segundos en los que Slay
meditaba, el extraño continuó:
Bueno, puedes pasarte así toda la noche o dejar
que me marche y seguir durmiendo, ya que como has
dicho antes, sería una verdadera lástima despertar a la
señora, ahora que parece que descansa plácidamente. Al
fin y al cabo, como decía mi sabio abuelo que en paz
11
descanse, “no hay daño, no hay rencor”. Solo ha sido una
equivocación. Solo eso. ¿No querrás cargar en tu
conciencia con la muerte de un pobre desgraciado, cuyo
único error fue el equivocarse de habitación? ¿Verdad
que no? Entonces no hay más que hablar. Mañana nos
veremos y te invitaré a una copa del mejor vino que
tengan en esta posada.- Por un momento Slay dejó de
sentirse amenazado, para sentirse divertido por la forma
de actuar del extraño y extravagante personaje. Así que
haciendo caso a su instinto retiró la espada, tratando de
omitir la sonrisa que se le formaba en el rostro, mientras
con tono serio le advertía:
No sé quién diablos eres, ni qué diablos quieres.
Aunque es cierto que quisiera saber qué es lo que te ha
movido a arriesgar tu vida de esta forma tan estúpida,
prefiero que salgas de esta habitación tan sigilosamente
como entraste y no volverte a ver. Recuerda que esta
noche has vuelto a nacer y que la próxima vez que te
acerques, ¡tan solo unos metros a nosotros!, no te daré la
opción de excusarte. Ahora, ya sabes lo que tienes que
hacer.
¡Gracias señor! Por supuesto que no volverá a
ocurrir. Permítame que le estreche la mano como
agradecimiento. – la espada de Slay se interpuso entre
ellos.- Claro, claro es muy tarde y yo me marchaba.
Adiós.- Y desapareció tras la puerta, quedando al poco,
todo en silencio nuevamente.
Qué personaje tan extraño. La verdad, no
entiendo como no lo han matado ya. Además de ser un
pésimo ladrón, es un auténtico incordio. – Slay agitaba la
11
cabeza negando.- Pero después de todo, me ha caído en
gracia… En fin... Trataré de descansar un poco.- Pensaba
mientras se dirigía a la butaca, pero no pudo evitar
detenerse y echar una última mirada a Elerien de reojo.
Tenía un hombro destapado por lo que se acercó, la
observó durante unos segundos y la arropó. Tras lo cual,
se dirigió nuevamente a la butaca, la apuntaló contra la
puerta para evitar más sorpresas y se dispuso a descansar
mientras mantenía, como antes, la espada sujeta por la
empuñadura bajo su capa.
La noche pasó tranquila y sin más inconvenientes.
Las estrellas fueron desvaneciéndose una tras otra
dejando paso al alba, que hacía presencia puntualmente,
mientras rayaba el horizonte con colores rojizo-violáceos.
Los alegres pajarillos cantaban y se desperezaban tras
una noche fría, mientras se bañaban en los charcos, fruto
de la lluvia del día anterior. Slay los observaba desde la
ventana plácidamente. No había conseguido descansar
bien, gracias en parte a la visita nocturna del extraño
personaje y a sus cavilaciones sobre lo acontecido en los
últimos días. Aún le rondaba por la cabeza el extraño
anciano del bosque y cómo desapareció sin dejar rastro.
Se encogió de hombros y siguió observando cómo se
abría paso el nuevo día. Además no sabía cuándo
disfrutaría de nuevo de momentos de paz como este.
Algo le decía que ya nada sería igual.
Buenos días.- Era Elerien la que le hablaba,
prácticamente susurrando.- ¡He dormido bastante bien!
Ya hacía tiempo que no dormía en una cama y aunque no
es muy cómoda, es mejor que dormir en el suelo. Y tú,
¿has podido descansar algo?- Su rostro se abrió en una
11
tierna sonrisa mientras se apartaba unos mechones de
pelo alborotado.
Bueno, la verdad es que he dormido en sitios
mejores. Pero como bien has dicho, es mejor que dormir
en el bosque.
Sabes, esta noche he tenido un sueño muy raro.
Soñé que estabas con alguien que hablaba
constantemente cosas de cerrajería. Pero lo hacía muy
rápido y casi no se le entendía. ¿Verdad que es extraño?
Supongo que estaba demasiado cansada.- Dicho esto se
levantó y desperezó levantando los brazos.Puede que sea eso. Simple cansancio.- Slay la
miraba divertido e impresionado. No parecía la mujer
dura que había conocido ayer. Se la veía tan frágil, tan
hermosa. Notó que empezaba a ruborizarse y esto le hizo
sentir incomodo, así que volvió a asomarse a la ventana
respirando el fresco aroma de la tierra mojada. – El cielo
está despejado. Creo que será un buen día para viajar. En
cuanto bajemos le diré al posadero que le dé de comer a
Idalir. Compraré algunos víveres y reanudaré mi viaje
hacía el paso de Grey-Fear, como prometí a mi abuelo.
¿Hacia dónde te dirigirás tú?
No tengo un rumbo concreto. Mi destino es
averiguar qué son esos malditos Dracólitos, qué se
proponen y destruirlos a todos. – El rostro de Elerien
volvió a transformarse en una máscara marmórea.- Por lo
que sé, el lugar donde te diriges ya era peligroso antes de
que aparecieran estos indeseables. No son muchos los
que se atreven a acercarse tan siquiera, ya que como creo
que sabrás, tras el paso se encuentra el bosque oscuro. Lo
11
más seguro es que en el camino te encuentres con más
de un grupo de Dracólitos y una buena tiradora te sería
de gran ayuda. Si no te importa que te acompañe.
Tras meditar unos segundos y observar esos ojos
almendrados que le miraban con una mezcla de súplica y
mandato, Slay obedeció, más que eligió.
-
-
-
-
Está bien, puedes venir conmigo. Supongo que
como bien dices, una buena tiradora me vendrá
bien en mi misión y tú ya has más que demostrado
que lo eres.
¡Perfecto! Solo que… si puedes darte la vuelta
necesitaría hacer un cambio en mi vestuario para
estar más cómoda durante el viaje.
- ¡Por supuesto, si quieres salgo de la habitación! –
Contestó Slay consternado y habiéndose dado la
vuelta con tanta celeridad que la vista se le había
quedado borrosa.
Solo serán unos segundos y preferiría que te
quedaras aquí. – Contestó escuetamente Elerien.
Mientras ella se despojaba de las partes
superiores de sus vestiduras, Slay, para disimular su
turbación comenzó a mirar hacia el techo, sintiendo algo
extraño. De pronto, notó como si algo se moviese en un
pequeño agujero que había en un nudo de una de las
tablas que formaban el viejo techo, de forma sospechosa,
para segundos después volver a notar el movimiento. No
necesitó más para saber qué es lo que estaba pasando y
desenvainando con toda la premura que pudo su espada,
la clavó en el agujero que hacía de ocasional mirilla,
11
haciendo que se oyese un profundo lamento en el piso
superior. Elerien sobresaltada y con la camisola de piel
aun descubriendo sus hermosos y aterciopelados
hombros, se giró sobresaltada, mientras terminaba de
ajustársela.
-
¿Qué ha ocurrido?- gritó exaltada.
Parece que tenemos un mirón y puede que algo
más - Contestó Slay - pero lo averiguaremos en
breve.
Rápido cual viento, subió las escaleras que
llevaban a la habitación de Demir Worm y evidentemente
no se había equivocado, una larga herida cruzaba el
arrugado semblante de este. Se aprovechaba de las
señoras que se hospedaban en la posada, para
observarlas mientras se desvestían, Así satisfacía su
morboso deseo.
-
Esto era lo que te proponías, ¿verdad? ¡Observar
a la señora! Y seguramente, también enviaste al
ladrón en la noche para que nos despojara de
nuestras pertenencias, ¿verdad? ¡Contesta! – El
tono de Slay era mucho más que agresivo, era casi
como el de un demente.- ¡Y no se te ocurra
intentar mentirme, ya que la marca que tienes en
la cara sirve más que de testigo!
-
Ssssí, mi señor, es cierto. Pero perdonad a este
pobre anciano que con la edad ha ido perdiendo la
cordura y no sabe bien lo que hace. – Como de
costumbre se frotaba las manos y hacía continuas
11
-
reverencias mientras goteaban oscuras gotas de
sangre de la profunda herida de su cara.
No penséis que esto va a quedar impune, habéis
deshonrado el honor de la señora y esto solo tiene
una forma de pagarse… con la muerte.- Hablaba
totalmente en serio Slay, ya que aunque
realmente no era un caballero nombrado de
Draco, se sentía como tal y mantenía sus normas a
rajatabla. Y una ofensa tal, no tenía otro castigo.
De pronto Demir comenzó a reír con una risa tan
siniestra que a Slay se le erizaron los pelos de los brazos,
incluso los del cogote. Era una risa difícil de describir,
entre susurrante y a la vez aguda y chillona.
-
Serás tú, quien lo pagues con tu vida.
¡Muchachos!. Y tras la puerta aparecieron dos
seres mitad hombre, mitad ogro, perfectamente
armados y ataviados con robustas armaduras. Su
tamaño era dos palmos mayor que Slay y uno de
sus brazos podría pasar perfectamente por una de
sus piernas. Tenían cautiva a Elerien, la cual no
dejaba de patear y manotear, como un niño
pequeño en los brazos de un padre que intenta
que se esté quieto. La mano del semi-ogro, cuya
misión era taparle la boca, casi le cubría la cara.
Slay molesto consigo mismo, se preguntaba por
qué no los habría percibido antes, ya que emitían
un nauseabundo hedor, mezcla de sudor y
aguardiente enanil. Supuso que eran las
palpitaciones que le inflaban la sien por la
situación antes vivida con Demir y sus asquerosos
11
-
-
-
vicios.
Qué opinas ahora, bravucón.- Decía Demir
mientras se lamía la sangre de la herida de la cara.
¿Quién crees que morirá antes? ¿Tú o yo? o tal
vez… Ella. – Otra carcajada siniestra hizo que Slay
se estremeciera por completo.
Solo permíteme una pregunta antes de matarnos.
Esto no es casual, ¿verdad? Esto tiene que ser algo
planeado y ordenado por alguien ¿no es cierto?
¡Maldita sabandija!
Aciertas en que es algo planeado, pero no en lo
que es ordenado. Me tomaré la molestia de
explicarte porqué vais a morir. Uno de los que
pasaron por mi posada, comentó un día que se
está dando una enorme suma de oro por un
caballero que llevara una armadura con un dragón
áureo. Y desde entonces me he estado fijando en
todas las armaduras de todos los clientes que han
pasado por aquí desde hace más de dos años y tú
eres el primero que se aproxima a esta
descripción. Lo de la chica es una pena, ya que es
muy hermosa y puede que no la matemos de
inmediato, ya me entiendes….- Y lanzó otra de
esas risas que le erizarían el vello a un cadáver.
Slay no pudo soportarlo más, los ojos se le
pusieron en blanco. Entonces la espada comenzó a brillar
de forma brutal, cegando a todos los presentes menos al
que con dos precisos tajos, cortó por la mitad a los semiogros, que los mantenían cautivos. Al primero lo taló por
la cintura como si de un tronco de árbol viejo se tratase y
al segundo con un tajo vertical, lo sesgó en dos liberando
11
al Elerien al instante. Con los ojos aun deslumbrados
Demir trastabilló, cayendo de espaldas en la espada de
uno de los semi-ogros, muriendo al instante. Justo
después Slay cayó de rodillas al suelo exhausto y Elerien
lo levantó, metiendo su delicado cuerpo bajo los hombros
de Slay.
¿Cómo has podido hacer eso? ¿Eres una especie
de mago o algo así?- Era lo único que atinaba a
decir Elerien.
- Te lo contaré un poco más tarde, ahora tenemos
que partir antes de que lleguen más. Recojamos
algunas provisiones y a Idalir, y salgamos lo antes
posible, puedes soltarme, ya me encuentro
mejor.- Aunque la cabeza parecía que le iba a
estallar.
Sin más preámbulos salieron de la posada
montados sobre Idalir y al estar a unos seguros
kilómetros, le volvió a preguntar Elerien la cuestión que
había quedado pendiente en la posada, cómo había
podido hacer eso.
-
-
Aunque sería un poco largo de contar, te lo
resumiré diciéndote que en un viaje, que hicimos
a las altas y nevadas montañas de Krankas, tuve
que arrebatarle la espada mágica al rey elfo, Sliver
Elemont de sus propias manos heladas. Esta
espada tiene muchos poderes que iras
descubriendo, pero el más importante es que
tiene alma propia, y cuando ve en peligro a su
dueño, a su propia integridad, utiliza a su
poseedor para protegerse. Es la forma más breve
que se me ocurre de describírtelo.
11
-
-
-
¡Así que no era una leyenda! Siempre pensé que
los cuentos del rey elfo, exiliado por crear un arma
que protegiera su propia integridad, había sido
una leyenda, un cuento para niños. Y ha resultado
ser verdad. Tienes que contarme más sobre como
la conseguiste. - Elerien estaba emocionada.
- Lo haré, pero en otro momento, ahora mismo
me duele mucho la cabeza.
Bueno, solo una pregunta más. ¿Por qué no te
protegió del dracólito que te atacaba cuando te
salvé?
Sencillo, en ese momento no la estaba
empuñando y tiene que estar empuñada para
crear esa simbiosis con su dueño.
11

Documentos relacionados