el cuento de la semana: pero habló y está orgulloso de ello

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el cuento de la semana: pero habló y está orgulloso de ello
Tiro al Bull
EL CUENTO DE LA SEMANA: PERO HABLÓ Y ESTÁ ORGULLOSO DE ELLO
sábado, 26 de enero de 2013
En todos los tiempos y en todas las épocas, Ancash y particularmente Huaraz, han tenido mala suerte en elegir a sus
parlamentarios. En gobiernos de facto como en los democráticos, hubo quienes ocuparon cargos importantísimos
llegando a ser ministros de estado y hasta presidentes del Consejo de Ministros, pero nunca hicieron nada por esta
tierra que les vio nacer. No fueron como los arequipeños o cajamarquinos que se desvelan por su tierra o por servir a
sus instituciones tutelares. En algunos casos los parlamentarios más destacados invadían el Ministerio de Educación
con numeroso séquito en procura de un puesto –esa fue su máxima gestión: ser tramitadores de una
“agencia de empleos” y nada más. Desde su curul, nunca abrieron la boca, que se sepa. Pocos
influyeron por una ley de interés nacional o de bienestar local. Otros por lo menos, se levantaron para decir
–como el caso de un diputado norteño que pidió un puente para su pueblo y cuando el presidente del parlamento
le hizo notar que en ese pueblo no existía río, muy ufano respondió: “el puente lo hacemos después”.
Nuestros “padres de la patria” siempre fueron agudos y minuciosos. Se cuenta que una vez un
condiscípulo fue a Lima y se entrevistó con su amigo parlamentario a quien le solicitó un puesto. El legislador revisó la
estadística de votos por los que resultó electo y ¡Oh sorpresa!. Se dirigió a su ex compañero de carpeta y le dijo:
“disculpa cholo, no te puedo servir…” -Pero ¿por qué hombre, si lo que te pido está en tus manos?.
-He visto que en tu pueblo no obtuve ni un solo voto, es decir, ni tú me ayudaste en las elecciones. Ante tanta verdad,
el amigo enroscó su cola y salió con la cabeza gacha. Hace poco y cuando existía aún la Cámara de Diputados, sus
integrantes ya no servían ni para dar un puestito, pues según ellos “no son administradores, sino legisladores,
fiscalizadores…” Habrán notado que cuando visitaban los diputados ocasionalmente a sus pueblos, se
encontraban perdidos, sin amigos. Apenas si les acompañaba un perro mastín. Sin embargo, cuando se dice que tienen
mucho sueldo se defienden que mil millones de intis y sus viáticos más muertos y heridos, no les alcanza para nada,
porque lo gastan en sus visitas que hacen a sus pueblos para solucionar sus problemas. Usted ha visto en épocas
fuera de elecciones que un diputado o un senador haya llegado a su lar nativo a ver sus necesidades? ¡Nunca¡ En el
diario de debates del parlamento se ha registrado una anécdota: -Señor Presidente, pido la palabra… El
presidente del parlamento se frotó las manos y en su interior se dijo: ¡Al fin, este diputado va hablar¡ -Señor diputado,
tiene usted la palabra… -Señor presidente, es la primera vez que vengo al parlamento…por favor…me
podría decir ¿Dónde queda el baño? Pero habló y está orgulloso de ello. (*) Del libro: Tiro al bull, OCC, Pag. 27-28Ediciones CAFÉ, crónica leída en la edición matinal de Radio Ancash el 91.01.04.
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