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INDICE GENERAL
Prólogo. Roberto Agustín Follari (Argentina)
Primera parte: El pasado en cuestión
Revoluciones, independencias y rebeliones…………………………….22
Walter Mignolo (Estados Unidos)
Acerca del tiempo histórico……………………………………………..32
León Pomer (Brasil)
Los ciclos del exilio y del retorno en América Latina………………….39
Ricardo Melgar Bao (México)
Bolívar y Martí en la revolución latinoamericana……………………...69
Enrique Ubieta (Cuba)
Historia: homogeneidad y olvido……...………………………………..95
Darío Sarah (Paraguay)
La difícil construcción del sueño bolivariano…………………………108
José Girón Garrote (España)
¿Qué celebramos al festejar el bicentenario?..........................................123
Eduardo Vior (Argentina)
Latinoamericanismo e imperialismo…………………………………..132
Luis Delio (Uruguay)
1
Segunda parte: Antihegomonismos
Proyecto nacional y cultura democrática……..…………………….….151
Alejandro Serrano Caldera (Nicaragua)
El socialismo latinoamericano…….…………..……………………….161
Pablo Guadarrama González (Cuba)
Perspectivas de la izquierda latinoamericana………………………….188
Marta Matsushita (Japón)
El desafío de la integración…………………………………………… 203
Humberto Podetti (Argentina)
Segunda independencia y unión regional……………………….……...222
Jorge Vergara Estévez (Chile)
Otra izquierda es posible. Entre el TLC y las “papeleras”…………….. 237
Ricardo Viscardi (Uruguay)
Liberación social y unidad territorial…………………………………... 253
Gabriella Bianco (Italia)
2
Tercera parte: Identidades étnicas y de género
La historia republicana desde la óptica mapuche…………………… 276
Ricardo Salas Astrain (Chile)
El movimiento maya en la reforma estatal de Guatemala……………..304
Marta Casaus (España)
La tercera raíz: el poder de la negritud……………………………….. 327
Dina Picotti (Argentina)
La resistencia comunitaria indígena.........................................................355
Diego Jaramillo Salgado (Colombia)
Ciudadanía/s de mujeres. Iluminaciones desde el Sur…………………371
Alejandra Ciriza (Argentina)
Literaturas y políticas de mujeres……………………………………..387
María Gabriela Mizraje (Argentina)
Rumbo al Bicentenario. Educación y creatividad…………………….. 408
Teresa Alfieri (Argentina)
3
Cuarta parte: Cultura y sociedad
Sur...paredón y después.............................................................................422
Mauricio Langon (Uruguay)
Las narrativas de la historia. Memoria crítica y resistencia…………….441
María Rosa Lojo (Argentina)
La segunda independencia. Reflexiones y propuesta……………….…..467
Javier Pinedo (Chile)
Identidad plástica en la Argentina contemporánea……………………... 484
Graciela Sarti (Argentina)
Biodiversidad, agricultura y saber popular……………………………... 497
Alicia Massarini (Argentina) y Adolfo Olea Franco (México)
El pensar alternativo como variable del cambio social………………….516
Arturo Roig y Hugo Biagini (Argentina)
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PROLOGO
A la hora del Bicentenario de la primera emancipación de los pueblos hoy
denominados latinoamericanos, vale la pena repensar las condiciones bajo las
cuales hemos construido las condiciones de nuestro presente histórico. Los
textos del presente libro van en esa dirección, dirigidos a reflexionar sobre
nuestro subcontinente en su conjunto.
Con una velocidad que ha de haber asombrado a más de un analista del
Pentágono y en una de esas rupturas súbitas donde se precipita la acumulación
histórica silenciosa de largos procesos previos (como, por ejemplo, la
estrepitosa caída de la Unión Soviética y sus regímenes asociados de Europa
del Este), en Latinoamérica han aparecido diversos gobiernos que se
diferencian notoriamente entre sí, pero guardan algo en común: ser ajenos a la
voluntad inmediata de las autoridades del imperialismo hegemonizado por
Estados Unidos.
Se puede clasificar de modos muy diversos a esos nuevos regímenes, acerca
de los cuales existe una fuerte polémica (que dista de ser suficientemente
analítica todavía) entre intelectuales, filósofos, historiadores, y científicos
sociales varios en Latinoamérica. Los intelectuales obramos a menudo como
“búho de Minerva” en estos procesos, pues la lentitud de asunción de las
temáticas sociales y políticas más urgentes, contrasta con la necesidad de
tratamientos pormenorizados y oportunos, que sirvan para orientar la acción
en las nuevas encrucijadas históricas. Algunos de los trabajos que este
volumen presenta –dentro de una saga que implica con éste a su tercer librovan en la referida dirección, como los hubo también en los anteriores. Se trata
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de discutir, desde posiciones diversas e incluso a veces enfrentadas entre sí,
las condiciones de esa nueva Latinoamérica que alumbra desde modalidades
tan diferentes como las que implican, por ej., Hugo Chávez y Michéle
Bachelet.
Sin dudas que la aceptación del mercado y de las condiciones habituales del
proceso institucional de la democracia parlamentaria, resulta considerable en
algunos de estos gobiernos, acorde a la tradición de las izquierdas respectivas,
y/o a la decisión política asumida por sus cúpulas partidarias (Tabaré
Vázquez, Bachelet, Lula). En otros casos, la rebelión contra lo estatuido
abarca a la vez a la economía capitalista de libre mercado y a las instituciones
que lo acompañan, habitualmente entendidas como democráticas, aun cuando
a menudo se hallan muy lejos de serlo. Es el caso de los populismos radicales,
denunciados desde Estados Unidos como el enemigo a extirpar de nuestro
subcontinente, los cuales se han impuesto una re-fundación de la
institucionalidad en cada uno de los países concernidos, los cuales a su vez
cuentan con condiciones muy diferentes entre sí: el proceso ahora consolidado
de Hugo Chávez tras sufrir toda clase de agresiones (las que, de cualquier
modo, no han cesado ni han de cesar), el de Evo Morales (muy posterior, y
por ahora más frágil) y el de Rafael Correa en Ecuador, que tras el triunfo
electoral de la opción por una Constituyente tiene aún un enorme camino por
recorrer. Por cierto, queda el muy discutido proceso presidido por el
matrimonio Kirchner en Argentina, al cual cabe denominar populista
moderado: ajeno a las pautas del neoliberalismo económico –como se mostró
en su renegociación de la deuda de bonos externos- y aliado circunstancial de
Chávez o Evo Morales, mantiene sin embargo buena relación con Estados
Unidos, sus reformas económicas y sociales son atenuadas, y no busca una
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reinstitucionalización estructural de la Nación. Sin embargo, sus políticas en
derechos humanos han sido ejemplares, y han invertido la dirección en pro de
la represión ilegal que dominó las administraciones argentinas, sobre todo a
partir de los años noventa.
Esta Latinoamérica que sueña y actúa, donde las minorías han comenzado a
aparecer en el escenario, donde los movimientos sociales se expresan
permanentemente en lo social, cultural y político; donde lo alternativo florece
en la sociedad, a nivel micro y cotidiano, tanto como en el Estado, a nivel
macrosocial y estructural; donde los desastres producidos por el privatismo
capitalista en versión neoliberal son lentamente restañados a partir de
voluntades proliferantes y transformadoras –no siempre convergentes, por
supuesto-, es el suelo desde el cual el Bicentenario nos interpela. Esta vez,
pensando ya no sólo a partir de una supuesta o real “excepción argentina” en
América (como hace un siglo), sino desde la comunidad de sociedades y
naciones que conformamos, en la conciencia de nuestro común destino
histórico continental. Destino común que no implica una identidad negadora
de las especificidades nacionales o regionales, étnicas o lingüísticas, sino más
bien lo contrario: una Latinoamérica como florecimiento de diferencias y
alteridades, como polifonía de voces y estilos múltiples, como espacio plural
de constitución de pensamientos y de acciones. Esa que es una sola en su
heterogeneidad interna, que puede reconocerse en su espacio común desde el
sustrato de la diversidad y de lo multiforme.
(Toda una teoría sobre la constitución de la identidad vendría a cuento, a fin
de que se advirtiera que lo identitario latinoamericano en construcción no
implica negar las especificidades diferenciales que existan a su interior: los
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argentinos tenemos símbolos en común a pesar de las fuertes diferencias entre
los habitantes de Santa Cruz con los de Jujuy, por ejemplo; los porteños tienen
diferencias entre Palermo y San Telmo, pero son porteños a la vez. Es decir:
por un lado, cada sujeto sostiene identidades diversas, de “diferentes niveles”:
se es al unísono marplatense, bonaerense, argentino y latinoamericano, como
por otra parte esa misma persona puede identificarse como abogado o hincha
de Independiente: una identidad no borra las otras, se combina con ellas. Y –
como ya dijimos- toda identidad soporta las diferencias internas que existen a
su interior, entre marplatenses entre sí, bonaerenses entre sí, abogados entre
ellos, hinchas de Independiente entre sí, etc.).
Dentro de este referido momento de apertura histórica en que nos encuentra
el nuevo siglo se despliegan los textos de nuestro libro, en un caleidoscopio de
temáticas y enfoques que opera –en su necesaria pluralidad- como una
metáfora homóloga a su referente, nuestra Latinoamérica actual.
El presente volumen se inscribe dentro de una serie de publicaciones
temáticas afines1 y sus responsables académicos, Hugo E. Biagini y Arturo
Andrés Roig, cuentan con una vasta experiencia intelectual en la materia, o
sea, como editores, compiladores, coordinadores y directores de obras
colectivas2, durante los últimos veinte años, en España y en distintas latitudes
1
Los textos específicos anteriores son: AA.VV., Puertas del Bicentenario, Gobierno de Buenos
Aires, diciembre 2006; H. Biagini y A. Roig (comps.), América Latina hacia su segunda
independencia. Memoria y autoafirmación, Buenos.Aires, Aguilar-Alfaguara-Taurus, abril 2007.
2
Por un lado, ambos han trabajado en común, en tales emprendimientos: El pensamiento
alternativo en la Argentina del siglo XX, tomo I: Identidad, utopía, integración (1900-1930) y tomo
II: Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930-1960); Diccionario del pensamiento social
alternativo. Por otra parte, cada uno por separado han estado al frente de numerosas publicaciones
colectivas. En el caso de Arturo Roig pueden citarse títulos como la Biblioteca Básica del
Pensamiento Ecuatoriano, 40 volúmenes; El pensamiento latinoamericano del siglo XIX; Argentina
del 80 al 80. Balance social y cultural de un siglo; Civilización y barbarie en pensadores
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de nuestro continente. Según se advierte en el índice respectivo, el libro consta
de cuatro secciones: la primera se denomina “El pasado en cuestión”, la
segunda “Antihegemonismos”, la siguiente “Identidades étnicas y de género”,
y la última, “Cultura y sociedad”.
La parte primera, refiere al re-pensamiento del pasado. Indispensable para
entender el presente y proyectar el futuro, el pasado siempre se conjuga desde
la necesidad del presente, pero debe cuidarse historiográficamente de
“acomodarlo” a ese presente, y de suponerlo como una concatenación
necesaria con las condiciones actuales. Uno de los aportes de Foucault al
pensamiento contemporáneo, fue su propuesta de evitar leer el pasado desde
claves reductoras a partir de nuestra naturalización de lo ocurrido a posteriori.
Por supuesto, des/centrarse del propio presente es –en un sentido absolutoimposible; pero sí cabe usar técnicas (y teorías pertinentes) de ruptura, que
impidan que desde lo actual se deforme el pasado para imaginarlo como pura
“preparación para lo actual”.
Lo cierto es que el pasado puede –a la vez- siempre ser recomprendido y
reelaborado a partir de nuevas perspectivas y preguntas, en tanto se esté atento
a lo ya señalado de evitar su reducción. Y en esas nuevas conjugaciones y
lecturas, cabe buscar interpretaciones que asuman (desde lo intelectual) los
latinoamericanos; Utopía e identidad en escritores latinoamericanos; Proceso civilizatorio y ejercicio
utópico en nuestra América; El pensamiento social y político iberoamericano del siglo XI; Mendoza a
través de su historia; Relatos de nación. La construcción de las identidades nacionales en el mundo
hispánico; Revista Estudios. Filosofía Práctica e Historia de las Ideas. Mientras que Hugo Biagini ha
dado a conocer, dentro del mismo género, los siguientes textos grupales: La Revista de Filosofía,
Ciencia, Cultura y Educación; El movimiento positivista argentino; Boletín de Filosofía; Orígenes
de la democracia argentina: el trasfondo krausista; Redescubriendo un continente: la inteligencia
española en el París americano; Historiografia argentina: la década de 1980; La Universidad de
La Plata y el movimiento estudiantil; Ardao y Roig, filósofos de la autenticidad; El pensamiento
argentino ante la condición humana.
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intereses de los sempiternamente excluidos, todos aquellos que no escribieron
la historia porque no sabían escribir, porque fueron eliminados físicamente,
porque fueron derrotados y su voz se hizo inaudible, o porque constituían
minorías inexpresadas y condenadas al olvido.
En esa tónica de recuperación de voces dispersas se encuentran –desde
tonalidades disímbolas- los textos que incluye esta parte inicial de nuestro
libro. Haremos somera referencia a cada uno, dejando muy claro que se trata
apenas de hacer una alusión que convoque a la lectura directa de los artículos
mismos. No existe traducción ni síntesis valedera de artículos prolongados,
hacia unas pocas palabras. De tal modo, no pretendemos en nuestra breve
alusión hacer justicia a los contenidos trabajados en cada caso sino apenas
invitar a acercarse a ellos, remitiendo brevemente a sus respectivos
desarrollos.
El texto inicial, de Walter Mignolo, busca desentrañar los límites postcoloniales que tuvieron las revoluciones independentistas en nuestra América.
Estas fueron realizadas por sectores intelectuales que no se hicieron cargo de
las rebeliones que indios y negros –en tanto etnias expoliadas- venían
realizando desde los inicios de la Conquista. Estaríamos ahora en el momento
de emergencia de esos actores políticos antes excluidos.
El segundo trabajo, de León Pomer, se adentra en reflexiones sobre la
temporalidad a partir de autores que la han trabajado, como Ricoeur o Norbert
Elías. Se trata de mostrar las sedimentaciones del pasado sobre el presente, y
el peso constitutivo de tal pasado, que sin embargo –bien lo anota el autormantiene discontinuidades y rupturas en su transcurrir. En esta tensión entre
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permanencia y cambio históricos es que deberíamos entender nuestra actual
condición epocal.
A posteriori, Ricardo Melgar Bao profundiza el tema del exilio, con un
pormenorizado análisis histórico de sus diversos momentos en Latinoamérica.
Se hace una decidida toma de partido por la emancipación, pero ello no
impide la crítica de exilios que pudieran haber comprendido escasamente al
país receptor, o haberse dado por razones equívocas. La historia de la
Internacional a proponer por el APRA en los años treinta para el
subcontinente, resulta por demás elocuente en sus vaivenes y vericuetos.
Por su parte, Enrique Ubieta hace un documentado estudio de cómo los
sectores conservadores en la actualidad promueven la lucha contra el culto de
los héroes, en discordancia con su tradición anterior. Advierten que tales
héroes se han vuelto contra el mantenimiento del statu quo (Miranda, Bolívar,
Martí, el Che), y sorprendentemente, se remiten ahora a su antes negado
“sujeto colectivo”. En un texto que reúne lo histórico con la franca actualidad
política, se defiende la figura del héroe como organizador de voluntad
emancipadora de masas, dentro de una necesaria “invención de la tradición”.
A renglón seguido, Darío Sarah analiza la homogeneización del pensamiento
sobre la Nación, en referencia a la Argentina. Asumiendo tópicos de Nietzsche
y de Foucault, advierte en cuánto la idea de la argentinidad se construyó sobre
una noción normalizante que dejó fuera todos aquellos que aparecieran ajenos
al estereotipo dominante del blanco-europeo-normal, expulsando del
imaginario al indio o el gaucho. Se trata de una relectura sobre la dicotomía
sarmientina entre civilización y barbarie.
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El catedrático ovetense José Girón Garrote, traza una apretada síntesis sobre
la visión integradora de ese Nuevo Mundo que surge de las ruinas del imperio
español sobre los obstáculos interpuestos, especialmente por parte del
intervencionismo anglonorteamericano junto a sus estrategias políticas,
militares y económicas más o menos desembozadas desde la doctrina Monroe
a la actualidad. No obstante, el peso abrumador que posee el poder imperial,
no deja de señalarse el papel contrahegemónico que pueden jugar hoy diversos
emprendimientos regionales orientados hacia un desarrollo endógeno.
Eduardo Vior, en un trabajo breve a la vez que sustancioso, señala que el
pasado se lee desde el tipo de presente que quiere subrayarse, y se pregunta
qué presente se dibujará durante los prolongados fastos del Bicentenario, dado
que Argentina se sostendría (cuando la gestión de N. Kirchner) en una
asimétrica relación entre una amplia política de derechos humanos, y una
macroeconomía de exportación sin redistribución de la renta. Sostiene que los
derechos humanos son universales pero interculturales (es decir, definidos
diferencialmente según tiempos y espacios étnicoculturales); y que estos
nunca se realizaron del todo en nuestro subcontinente, pues la revolución de
mayo de 1810 -como la de todo el continente en ese momento- se mostró
incapaz de derrotar a los sectores hegemónicos, al haber sido incapaz de
movilizar en su favor a los pueblos originarios, y a otras etnias subordinadas.
En el último trabajo de esta sección inicial, Luis Machado despliega el
itinerario histórico de una figura señera del pensamiento latinoamericano, el
uruguayo Carlos Quijano. El texto se adentra en la formación del escritor y
periodista fundador de Marcha, y sigue su derrotero como dirigente
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estudiantil, así como precursor de la constitución de lo latinoamericano en
tanto identidad en construcción.
En la parte segunda del libro, denominada “Antihegemonismos”, caben los
dos niveles de referencia del término: lo que hace a la resistencia a los
hegemonismos en curso, como lo que hace a la construcción de hegemonía/s
alternativa/s. Si bien ambos procesos suelen concurrir al unísono, ello no es
siempre necesario: hay etapas donde sólo se resiste, en la imposibilidad de
constituir una alternativa viable (por ej., porque la imposición es muy sólida);
o hay casos donde se habla de sectores sociales que no aspiran a una
hegemonía política, sino a construir dispositivos sociales específicos de nuevo
cuño (v.gr. las reivindicaciones de género). De cualquier modo, la articulación
de los procesos de reivindicación social específica con los políticoestructurales resulta difícil de soslayar, y es sostenida mayoritariamente por
quienes aquí escriben.
El primer trabajo, del nicaragüense Serrano Caldera, es un muy útil aporte a
las bases programáticas de una renovada organización de lo político en
Latinoamérica. Con un sano espíritu autocrítico propio de quien ha vivido una
revolución frustrada como fue la comandada por el sandinismo, el autor señala
las tradiciones autoritarias existentes en la América nuestra –entre las cuales
incluye a las de los indígenas tanto como a la de los españoles-; señala a la
Contrarreforma como base histórica de las dificultades que hoy encontramos
para sostener una cultura democrática, y propone en detalle condiciones para
la construcción de un pacto democrático genuino, con solidaridad
internacional.
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Marta de Matsushita pasa revista a posiciones supuestamente fundadas y a
los cantos de sirena que se han ido entonando sobre la debacle experimentada
por la izquierda marxista y por las estrategias revolucionarias. Si bien ella
coincide en que algunas de esas expresiones han llegado a su obsolescencia,
no deja reconocer las posibilidades de renovación existente: en la
incorporación de nuevos movimientos sociales que sobrepasen una restringida
categoría de clase, en la relectura que se está realizando del marxismo clásico
y en la aproximación a posturas humanistas y a cierta reivindicación de la
individualidad.
En el trabajo ulterior, Pablo Guadarrama se ubica también en la línea
programática respecto de qué ideas-fuerza debieran orientar hoy a los procesos
alternativos de construcción política en Latinoamérica. Para ello, realiza un
buceo en las tradiciones históricas y teóricas del subcontinente, y trabaja por
una apertura conceptual que sea capaz de reivindicar al marxismo y sus
aportes, sin pretender que sea el único canon desde el cual se piense la
complejidad del presente.
Por su parte, el trabajo de Humberto Podetti se ubica en el horizonte por
demás decisivo de la integración latinoamericana. Abogando por un
continente
que
se
proponga
transcultural,
remite
a
una
América
“indoiberoafroamericana” que reconozca, en su proceso concreto de
constitución integracionista, el conjunto de tradiciones, memorias y estilos que
efectivamente la componen, y que a menudo han sido acallados o
invisibilizados.
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El texto de Jorge Vergara busca profundizar en los significados que ha
adquirido en diferentes momentos la referencia a la Segunda independencia.
Noción surgida de la necesidad de una emancipación moral en relación a los
poderes de turno en la segunda parte del siglo XIX, remite hoy a condiciones
específicas, como el cultivo de la libertad, la integración continental, la
asunción de las tradiciones artísticas propias, entre otras. Se reivindica
también a la Filosofía Política como enunciadora de futuros políticos posibles
y deseables, en una tradición que remite a Gramsci.
El trabajo de Ricardo Viscardi se adentra en el presente de la izquierda
uruguaya que ha llegado al gobierno, y de las contradicciones que éste plantea.
Señalando el peso que la noción de cohesión y la tradición estatalista tienen en
ese país, advierte que ello atenta contra la radicalidad del pensamiento de
izquierda. Ello ha impedido conectar el tema de las papeleras –conflicto con
Argentina- dentro de una concepción globalizadora que sí se ha asumido para
incluirse en el TLC. El texto sirve a repensar la izquierda –no sólo la
uruguaya- en nuestras actuales circunstancias históricas.
En el último escrito de esta sección, Gabriella Bianco hace una documentada
lectura sobre la realidad política actual en Latinoamérica, y sobre el
resurgimiento del populismo. En una interpretación de éste que lo aleja
definidamente del socialismo –y que separa/opone de tal modo a Chávez con
Kirchner, y al “socialismo del siglo XXI” con la raigambre populista- la
autora entiende al populismo como expresión de las crisis, que sería incapaz
de resolverlas. A su vez, pone el acento en la cuestión de la integración para la
constitución de un futuro emancipado en nuestra América.
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La tercer parte del libro se halla dedicada a cuestiones de identidades étnicas
y de género. Las primeras, muestran en lo referido a los indios una prosapia
enorme y sólo parcialmente expuesta (por cierto que desconocida por la
mayoría de la población), a la vez que una realidad actual de creciente
visibilización y presentificación, que implica fuerte lucha y protagonismo para
la adquisición efectiva de derechos. Los procesos son muy desiguales en
nuestros diferentes países (desde Ecuador a Chiapas, desde los mapuches
chilenos a los matacos del norte argentino, desde Evo Morales presidente a los
indígenas amazónicos), de manera que existe una amplia casuística en cuanto
a la búsqueda de opciones de respeto cultural, recuperación de tierras,
representación política, entre otras reivindicaciones. En cuanto a las etnias de
afrodescendientes, por cierto que se encuentran aún en inicios de su
visualización, excepto en casos como el brasileño, donde igualmente se
mantienen sus condiciones de subordinación. En lo referido al género, es
mucho lo avanzado y mucho lo por avanzar en cuanto a las mujeres, en su
camino hacia la igualdad de derechos con atención a la diferencia; a la vez que
es apenas germinal el avance temático sobre las sexualidades no
convencionales, como el caso de homosexuales, lesbianas, travestis, etc.
El artículo correspondiente a Ricardo Salas trabaja desde la hermenéutica y la
fenomenología la cuestión de la otredad, en relación a la necesidad de un
pensamiento intercultural. Detalla condiciones de etnias indígenas en países
latinoamericanos (especialmente Chile y Argentina) con sus especificidades
diferenciales; y propone que el pensamiento se ligue a prácticas
emancipatorias, tales como las que se albergan en la noción de etnodesarrollo.
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El texto de Marta Casaus expone cuidadosamente la cuestión maya en la
actualidad guatemalteca. Entiende que la posibilidad de responsabilizar al
Estado por sus propias condiciones de parte de los mayas, es muestra de que la
participación de algunos indígenas en puestos de gobierno ha servido para
abrir la posibilidad de exigencia al Estado. Contra aquellos que sólo
reivindican la pluralidad étnico-cultural, la autora entiende que sólo vale tal
demanda, si se la liga a indispensables mejoras en el plano de lo económico y
lo social.
Dina Picotti explora en la condición de los negros en la Argentina, con
referencias a toda América y al Caribe. El trabajo, muy detallado, muestra
cómo han sido invisibilizados en la Argentina, al punto de ser considerados
inexistentes. Se advierte que numéricamente son muchos más de los que suele
suponerse; que sus tradiciones guardan una fuerte densidad cultural, y que
incluso existe en Argentina inmigración relativamente reciente, y aún actual,
desde Cabo Verde primero, y luego Senegal y Mali, entre otros países.
El profesor Diego Jaramillo alude a la construcción de un discurso y una
práctica de la resistencia en el día de hoy a través del ejemplo ofrecido por el
pueblo aborigen nasa situado al sur de Colombia. Se trata de un movimiento
étnico que implementó la Organización Nacional Indígena en ese país, la cual,
junto a agrupaciones similares latinoamericanas, se ha enfrentado con las
políticas neoliberales y los TLCs, mientras defienden su propia identidad
cultural.
El artículo de Alejandra Ciriza expone la situación histórica de las mujeres
en Latinoamérica, continente que ya antes de tener dicho nombre, incluyó
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mujeres con aporte histórico significativo, a las que se entendió como
excepciones, no plenamente pasibles de ciudadanía. La abstracción del
derecho post-independencia propuso una relativa igualdad que de ningún
modo llegó a los cuerpos concretos; y en el presente, se vive cierto avance de
los derechos femeninos en una condición de retroceso social propia de los
tiempos neoliberales, lo que ha limitado el alcance de ejercicio de aquellos
derechos.
Posteriormente, María Gabriela Mizraje, en una mirada fuertemente
concernida por lo literario, hace un detallado registro y análisis de mujeres
argentinas que escribieron durante el siglo XIX y comienzos del XX,
desafiando los cánones de la época, y las prohibiciones implícitas o abiertas.
Desfilan por allí Juana Manso, Mariquita Sánchez y Eduarda Mansilla entre
otras varias, algunas de las cuales incluso escribieron con seudónimos, o en
idiomas extranjeros.
En el trabajo último de esta sección, escrito por Teresa Alfieri, se hace una
reflexión sobre diversos tópicos que remiten a la búsqueda de criterios
emancipatorios para el presente. Con una mirada ensayística, se refiere a la
creatividad, la educación, el arte, la escritura, la mujer, la creatividad,
proponiendo una lectura inaugural sobre ellos, e invitando a una reinvención
de categorías de análisis que rompan con estereotipos.
La parte final del libro, remite a Cultura y sociedad. Obviamente, el espacio
de la cultura es decisivo para pensar nuestra especificidad, y un campo en el
cual la riqueza latinoamericana es evidente. Desde el capitalismo desarrollado
pueden depreciar nuestras sociedades (por la pobreza, la corrupción oficial
18
que se da a menudo, por la ineficiencia real o supuesta), pero nunca nuestra
cultura, la cual llama a recitarse en plural. Mitos, ritos, monumentos
históricos, ruinas, músicas, bailes y danzas, escritura oficializada y marginal,
constituyen un acervo enorme y multifacético que es reconocido en todas las
latitudes. De cualquier modo, importa subrayar que cultura y sociedad deben
analizarse en conjunto, para advertir el sitial de la primera sin fetichizarla; es
decir, para impedir la folklorización de que solemos ser objeto, cuando no
sujetos. Los asuntos culturales son siempre/ya –a la vez- asuntos sociales; y no
debiera pensarse la identidad o las tradiciones, sin remitir a lo social y a su
organización, que son constitutivamente políticos.
El primer texto, de Mauricio Langón, es una sutil y a la vez fecunda
meditación sobre cómo somos el futuro no imaginado por nuestros
antepasados; por lo cual, la capacidad de orientación sobre el futuro debiera
advertirse como limitada para nosotros mismos. Ello lleva a la humildad en
nuestras pretensiones de dibujar el rostro del futuro, lo cual se acentúa más
aún en estos tiempos de “modernidad líquida” (Bauman), con lo que ella tiene
de cambiante, de frágil, vulnerable y mutante.
El trabajo de María Rosa Lojo –conocida como narradora, además de
investigadora- trabaja con matices y precisión sobre la novela histórica, las
condiciones de su auge (hoy menos agudo, según ella misma expresa) y su
diferencia –no absoluta pero evidente- con los libros propiamente
historiográficos. Advierte cómo han aparecido –tanto en autores como en
personajes- más mujeres, más indios y negros en los últimos tiempos de
apertura multicultural. E insiste en la necesidad que tenemos los argentinos de
repensarnos en nuestros fracasos, a los fines de ir abriendo futuros posibles.
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Javier Pinedo profundiza en los diversos usos históricos de la noción de
“segunda independencia”, advirtiendo sus disímiles momentos. Propone que
para el caso chileno estos usos estuvieron presentes –con significados
opuestos- tanto en Allende como en el dictador Pinochet; y que tal uso ha
desaparecido en la post-dictadura, donde la asunción del realismo pragmático
y de la democracia parlamentaria harían anacrónico ese concepto. Con un
sentido polémico, el texto reivindica la posición de los gobiernos de la
Concertación chilena, en oposición a propuestas como la de Hugo Chávez y el
proceso bolivariano de Venezuela, o como la de Evo Morales en Bolivia.
Por su parte, Graciela Sarti trabaja la plástica argentina actual, y las marcas
de identidad que en ella se plasman. Señala que en el Centenario se buscaba la
identidad, en tiempos de aluvión inmigratorio; en cambio, en el Bicentenario
ya no se cree que la identidad sea fija y exista de manera cristalizada, de modo
que la plástica juega con ironías y parodias. Por ello, aparecen en las obras
banderas de EE.UU., piqueteros fuera de contexto, y otras versiones de una
nación que ya no pretende ser ni unívoca ni triunfal.
El libro se clausura con dos trabajos en colaboración. Por un lado, el de
Alicia Massarini y Adolfo Olea Franco gira en torno a la biodiversidad, la
agricultura y el saber popular en Latinoamérica. Se trata de un ensayo abierto
a pensar el cruce entre lo cultural, lo ambiental y lo económico, es muy
elocuente para advertir las maniobras de empresas multinacionales con
transgénicos, que no es seguro que afecten la salud, pero sí lo es que afectan,
por ej., la producción de semillas, quitando a los productores el acopio que
antes tenían asegurado.
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Por otro lado, en el texto específico escrito por los compiladores (Hugo
Biagini y Arturo Roig) se discute las condiciones del pensamiento alternativo
a plantearse hoy. Asumiendo su cercanía a la vez que su distinción en relación
con el pensamiento utópico, los autores muestran cómo pueden existir para
nuestras sociedades alternativas diferentes, así como algunas opciones “no
alternativas”. Remiten a la relación entre intelectuales y movimientos sociales
en la construcción concreta de dichas alternativas, ejemplificando con lo que
sucede hoy en cuanto al Foro Social Mundial.
Por cierto que con los textos finales del libro no se cierra realidad alguna, y
menos aún el interminable campo de las interpretaciones y significaciones a su
respecto. Esta recopilación es un aporte a ese espacio monumental e
inagotable, con una dirección determinada: la de la segunda emancipación
americana, en un momento en que existen especiales condiciones para que ella
vaya realizándose.
Se trata de un proceso, no de un relampaguear que se realice en el instante;
como tal, no tiene el brillo de lo efímero. En cambio, se amasa con la
acumulación de la paciencia acrisolada y la voluntad histórica, de lo cual
nuestros pueblos multiformes dan testimonio en cada día de su largo derrotero
colectivo.
ROBERTO FOLLARI
Director Maestría en Estudios Latinoamericanos
Univ. Nacional de Cuyo (Mendoza, Argentina)
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