COLOMBIA LÚDICA… ¡Ay, Colombia!

Transcripción

COLOMBIA LÚDICA… ¡Ay, Colombia!
William R. Fadul
COLOMBIA LÚDICA…
¡Ay, Colombia!
¡Siente tu bandera,
cree en tu país!
William R. Fadul
Colombia lúdica...
¡Ay, Colombia!
(Quejidos cotidianos, sinceros, doloridos
hasta profanos...
siempre con delirios de paz)
Primera edición impresa
Febrero de 2003
Segunda edición impresa
(con disco grabado en la voz del autor)
diciembre de 2003
FAMEC EDITORES LTDA.
William R. Fadul
[email protected]
ISBN: 958-33-5261-6
Diseño de carátula
Patricia Díaz Vélez
Presente edición:
Edición Digital
FAMEC EDITORES LTDA.
Diciembre de 2014
Bogotá, D.C., Colombia
Derechos reservados
Impreso en Colombia
Denostar a los congéneres
y sacrificar inocentes
es quehacer de ambiciosos
y actuación de pervertidos
Contenido
Dedicatoria
Prólogo (Juan Lozano)
El Cofre Recobrado (Dora Castellanos)
En sentidos versos (Jorge Valencia Jaramillo)
Pareceres (Varios )
Exordio
Colombia de los recuerdos
Anhelos
Remembranzas
Rebeca
Pecado
Colombia ruborizada
Me abruman cosas
Salvo su corazón, todo está bien
Vergüenza
Cuando los ganadores sueñan
Colombia fugitiva
Hordas... hordas... hordas...
Lamento desde Londres
Reclamo
La Finca
Colombia acongojada
Morada de Dios... en Bojayá
Diálogo sordo de un desplazado
Aflicción
Paloma blanca
Colombia atemorizada
Silbido
Secuestro
¡Pánico!
Colombia esperanzada
Paraíso
¡Ensoñación lúdica
Agradecimientos
Dedicatoria
A los angelitos negros de Bojayá.
A los indigentes de 'El Cartucho'.
A mis compatriotas, incluidos los míseros.
A las niñas, madres y abuelas de...
A quienes, para gobernarnos, ¡retan con su vida a la barbarie!
A la Colombia lúdica de mi ensoñación.
Prólogo
(JUAN LOZANO)
Vengo diciendo que a la industria aseguradora le faltó expedir la
póliza para resarcir los perjuicios que se le han causado a las letras
colombianas por cuenta de la larga y ejemplar vida gremial de
William Fadul. ¡Sólo Dios sabe cuántos tomos de la inspiración de
William habríamos podido disfrutar si las musas pudieran tener
visitas 'full-time' en su Despacho! Sin embargo, esta es la buena
noticia, nuestro autor se las ha arreglado para mantener activos su
pulso creativo y su buena pluma.
Aquí su sensibilidad estética y su compromiso de patria se
entrelazan, página tras página, siguiendo el itinerario emocionante a
partir de los recuerdos, con escalas hondas en el rubor, la fuga, la
congoja y el temor hasta llevarnos a un puerto de esperanza en el que
aguardamos su próximo libro de poemas.
Los textos, todos, están escritos sin filtro. Lo que William siente, lo
escribe. Lo que piensa, lo dice. Lo que circula por su sangre, lo
vuelve letras, palabras, estrofas, poemas... A sus lectores no nos
oculta nada en su viaje a través de las regiones, las culturas, los
sentimientos, los sueños, las aspiraciones, los miedos, las tristezas,
las perplejidades, las alegrías, las ilusiones...
Si a estos textos alguien quisiera ponerles música, quizás debería
empezar, de pie, con el Himno Nacional. Es desgarradoramente
colombiano. Patrio. Pero llevaría, cómo no, aires caribes, cumbias y
mapalés, bambucos y pasillos, bundes y torbellinos. Carnavales, a lo
lejos y con nostalgia o a flor de piel y con optimismo. Los
redoblantes que quieren tocarle al amor y a la dicha, a la belleza y a
la ensoñación, pero que deben también marchar a paso fúnebre. El
exceso de alma, el sobregiro de paz, en una sinfonía de varios
movimientos cuyos acordes finales se componen y recomponen cada
día en ese tránsito vertiginoso entre las tinieblas y la luz que
presenciamos en cada jornada, al propio paso que redoblamos
nuestras apuestas, con William, por el triunfo definitivo de la vida en
este país construido, también, en arquitectura de verso libre.
El cofre recobrado
(DORA CASTELLANOS)
Quienes escriben acudiendo al recuerdo, encuentran el más rico
venero de tesoros de su alma.
En la infancia William Fadul comenzó a guardar sensaciones,
visiones, emociones, pasiones y también paisajes de la tierra y
paisajes interiores, los más delicados e inolvidables de todos.
Al influjo de nadie sabe cual propósito, un día surgió 'Colombia
Lúdica' como un loto que emerge de las profundas aguas sensitivas
de un hombre que no sabía que siente profundo, como sienten los
poetas.
Sus lectores preguntamos
¿Se propuso hacer catarsis de emociones reprimidas desde la niñez?
¿Quiso hacer un recuento de lo que creyó olvidado?
¿Sintió que debía dejar testimonio de sus emociones?
¿Pensó que hay que quedar escrito para que el tiempo y los demás no
nos olviden tan pronto?
¿Se propuso pertenecer a la nómina de los escritores colombianos?
¿Sintió nostalgia por lo vivido y lo sentido?
No sabemos por cual circunstancia del consciente o quizá del
inconsciente, William Fadul resolvió bucear muy hondo en sus mares
interiores y sacó a la superficie de su vida todo lo que subyacía vivo
en su existencia aunque ahogado por el oleaje implacable del tiempo.
Son notorios sus recuerdos en los que se hallan implícitos, los cinco
sentidos.
Quien posee esa virtud o defecto de vivir en trance de exaltación,
goza más, pero también sufre más por culpa de sus sentidos
exacerbados. Es el precio que se tiene que pagar por la sensibilidad y
por la sensualidad.
También expresa el autor un gran amor a Colombia, sentido desde la
niñez y nos dice ahora cuánto duelen en su corazón los infortunios de
la patria.
Querido lector: en las manos tiene usted un cofre para que extraiga
de él, uno a uno, los tesoros que guardaba hasta ahora el alma del
amigo William Fadul.
Septiembre 28 de 2003
En sentidos versos
(JORGE VALENCIA JARAMILLO)
Es una verdadera sorpresa la que produce la lectura de este libro de
William Fadul. No sólo por su calidad poética sino por el profundo
sentimiento que expresa en todas y cada una de sus páginas. "Mis
ilusiones y yo sufrimos por tu herida..." sería una bella manera de
expresar que toda Colombia le duele, que su lamento es profundo y
que quisiera con él despertar a todos sus compatriotas y llevarlos
hacia un mejor mañana, hacia la Colombia que una vez fue pero que
ya no es, hacia una Colombia grande y hermosa, de todas maneras
posible, a pesar de las tormentas que la agobian.
Y no obstante su lamento ve en el horizonte la paz, la tan anhelada
paz. La que permitirá volver a la tierra amada, a los brazos de la
mujer de sus sueños, a recuperar la patria que se pierde entre las
manos.
"Anhelo la brisa tibia del mar del Caribe y el manglar de Coveñas...
Anhelo estar con ella de nuevo, a solas, y nadie más, para divagar
juntos..."
Y así, en sentidos versos, se le va la vida a este dirigente gremial de
siempre, a este poeta escondido que desde la altiplanicie mira
nostálgicamente "la soledad de las sabanas..." allá en lontananza.
En este libro está, pues, todo su corazón.
Jorge Valencia Jaramillo
Septiembre de 2003
Pareceres
Para el poeta William Fadul, en su mano: gracias por el envío de tu
hermoso libro, que he leído y releído. Me conmovió mucho el poema
en memoria de papá. Un abrazo.
María Mercedes Carranza, poeta (q.e.p.d.)
... el tema de ser poesía corta y cubrir los diferentes aspectos del país
y de las regiones, así como la situación que padece Colombia, es un
buen mensaje para que los colombianos pensemos.
Jorge Ignacio Pérez, Director Grijalbo Mondadori
Prezado Fadul: E um livro que se percebe que o autor atinge um
ponto muito alto do seu destino de poeta. Congratulacoes.
Gastao Cordeiro, poeta brasilero
Colombia Lúdica nos invita a apostar por el triunfo definitivo de la
vida en este país "construido en arquitectura de verso libre". Tus
versos patrios conmueven del mismo modo que nos recuerdan
episodios y arquetipos de la juventud con huella eterna, por fortuna,
imposibles de olvidar.
Jorge Mario Eastman Vélez, abogado, político y escritor
Colombia Lúdica... ¡Ay, Colombia! es un testimonio de que William
Fadul ama a su país y le sirve con ahínco a su gente.
Victoria Bejarano, ejecutivo de seguros
Estupendo el último poema. Para mí, es el mejor.
Pablo Rueda, periodista y escritor
... este libro evoca y nos revive aquella Colombia donde se podía
pescar de noche y sentir la amable presencia de los bosques, de los
árboles, de los ríos, sin temores ni sospechas.
Héctor Ocampo Marín, columnista y escritor
En 'ensoñación lúdica' se refunden los mismos personajes y temas
desde la apertura del libro, con 'Anhelos'... el dolor y la rebeldía
frente a una realidad que nos supera, ha vuelto a tener un efecto
creativo innegable.
Daniel Salazar, asegurador argentino
He disfrutado leyendo 'Rebeca', 'Lamento desde Londres',
'Ensoñación Lúdica', pero me impactó mucho aquello de "Envueltos
en el arrullo de los matarratones, oliendo a mango de corazón y a
níspero maduro, reviven dulces y tiernas las remembranzas..."
Tulio Zuloaga, dirigente gremial
Para llegar al fondo de las cosas es imprescindible tener sentido del
honor. Tu lirismo nos concede un grato deleite por los finos apuntes
que has logrado plasmar en tu libro.
Carlos Gallón, abogado y profesor universitario
Exordio
Este escrito recoge la pesadumbre de un colombiano entristecido que,
aun cuando siente que la patria se nos está colando entre los dedos,
sueña con la paz perdida.
Ni poesía ni cantos inspirados, como los que pergeñan vates
iluminados. No, ¡nada de eso! Son sentimientos primarios,
auténticos, surgidos desde muy adentro y expresados en prosa simple
con arquitectura de verso libre.
Colombia
DE LOS RECUERDOS
Anhelos
Anhelo la brisa tibia del mar Caribe
y el manglar de Coveñas...
Anhelo el aroma de un zapote maduro
y el olor de la boñiga fresca...
Anhelo el fandango de Manguelito
y la concupiscencia de Candelaria...
Anhelo la soledad de las sabanas de Sucre
y el amasijo de las noches en la playa...
Anhelo estar con ella de nuevo, a solas,
y nadie más, para divagar juntos...
Anhelo los bambucos antioqueños
y el aguardiente con uchuvas y coco...
Anhelo las aguas termales de Palpa
y el verde de los minifundios de Boyacá...
Anhelo recordar, sin dolor en el alma,
y sin un por qué, a Rafael Pardo Buelvas...
Anhelo los caminos en paz
para visitar a mis muertos en el cementerio…
¡Anhelo a Colombia!
♦♦♦
Remembranzas
Coronando las aguas amarillas del Bugre,
el viejo puente de madera nos da cobijo
en contubernio con los matarratones
y el aire, que huele a frutas maduras.
En el barandal, mi padre, reflexionando...
¡Ah!, si se pudiera, si la penuria dejara,
aprenderías alquimia en el Brasil,
serías un investigador rico y famoso.
Los guantes de vetusta lona,
las bolas hechizas, de pita, medias y trapos viejos,
el béisbol en la calle, sin estadios ni diamantes...
y mis amigos soñándose lanzadores famosos.
La casa alquilada, el Colegio Milanés,
los verbos irregulares del francés, el álgebra,
las historias de Roma y de las Galias...
y la temida férula del rector.
Ulises, Celestino enjuto, obsecuente,
con palidez sifilítica y lealtad sumisa...
seduciendo a la voluptuosa Candelaria
para mi primer pecado varonil.
En fin, evocaciones idílicas de Cereté,
de sus ardientes calles de arena y piedra,
de su calor húmedo, pegajoso, soporífero…
Remembranzas, Colombia.
¡Sólo remembranzas!
♦♦♦
Rebeca
Caminaba siempre erguida, con altanería,
sus grandes ojos negros desafiando al sol,
los muslos duros cautivando miradas masculinas,
y el garbo gitano provocándolo todo,
hasta la perversión.
Los hombres la poseían en sueños pornográficos,
su estampa seductora embrujaba mentes libidinosas,
los adolescentes la eyaculaban en fantasías sexuales,
mientras yo, con la sangre hirviéndome,
sufría su menosprecio.
'¡Soy maluca pero abajo tengo el azúca!',
pregonaba cuando el desengaño de su soltería
le quemaba los sentimientos pero la hacía más hembra,
con sus nalgas redondas y el gesto desafiante
de sus labios carnosos.
Nunca se murió de veras.
Los machos, arrechos, la conservamos viva,
acariciando una esperanza lúbrica:
poseerla en el paraíso
o en el infierno.
¡Cuánta nostalgia!, Rebeca de los deseos,
tu altanería, tus nalgas redondas, tus labios carnosos,
nada, nada queda, Rebeca. Hasta tu azúca
se fue de nosotros y de esta patria
llena de ilusiones y de esperanzas.
♦♦♦
Pecado
El aroma de las matas de plátano
y el roce sensitivo de sus hojas perezosas
relajan nuestras castidades timoratas
y nos excitan la libido de adolescentes.
Candelaria juega a las escondidas,
yo a encontrarla, tímido, pleno de pasión.
Nos estrujamos y huelo con ansias
el humor señero de su raza erótica.
El sol, avergonzado, se oculta,
la brisa, enrarecida y discreta, se aleja,
las matas de plátano, cómplices, se silencian,
y el universo, expectante, se detiene.
Candelaria, Candelaria,
nunca nadie lo disfrutó más,
tú y yo, dueños del deseo y la ternura,
con qué placer fornicamos los dos.
Colombia, ¡Ay, Colombia!,
ella y yo no pecaremos más
porque tus malos hijos la mataron
una tarde luctuosa, en la casa del Altísimo.
♦♦♦
Colombia
RUBO RIZADA
Me abruman cosas
Me abruma una tristeza grande
porque al anochecer, cada día,
el miedo aprisiona los recuerdos
y envuelve mi alma en ignoto pesar.
Me abruma el olvido de cosas tenues
y la fuga de gratas vivencias,
cuando en las madrugadas
recorría senderos de mi pueblo.
Me abruma Colombia,
madre de fugitivos y de ausentes,
nación esquiva que arrincona la desgracia
de sus turbas miserables, desarraigadas.
Me abruma el Dios Todopoderoso
al cual se entregaron los infantes del Chocó,
y en cuya casa intocable se refugiaron
para salvar la existencia y encontrar al Creador.
Me abruma el esplendor que iluminaba
su cándida pureza cuando volaron hacia Él,
entonando un lamento de su raza:
'Señor, ¡te buscamos y no te hallamos!'
♦♦♦
Salvo su corazón, todo está bien
A. Eduardo Carranza,
in memoriam
Cuando pienso en nuestros ríos
y me imagino a los peces asustados
nadando en sus aguas de sabor dulzón
me atemorizan cadáveres de compatriotas
que viajan putrefactos hacia la eternidad.
Cuando me atormenta el bochorno de los que huyen
y me duele la afrenta de su impotencia,
siento que se nos cuela entre los dedos
una nación sin júbilo, desdichada, moribunda,
teñida de rojo por la sangre de su propia gente.
Cuando evoco al poeta Carranza
y lo recuerdo ebrio de alcohol y bohemia,
escucho su Soneto con una Salvedad
y todo está bien, salvo su corazón,
y la Colombia de su inspiración.
♦♦♦
Vergüenza
Mis ilusiones y yo andamos perdidos...
vagando en medio de tu lobreguez,
sin avizorar la luz ni el desenlace.
Mis ilusiones y yo oímos el llanto de los pobres...
y con candidez lastimada de patriota
percibimos absortos el gimoteo de los infelices.
Mis ilusiones y yo sufrimos por tu herida...
la que te causan cuando se ríen de tus carencias
y del temor de los excluidos.
Mis ilusiones y yo dormitamos tu tragedia...
la ocultamos en el tráfago de la vida,
y luego, en la penumbra, nos avergonzamos.
¡Perdónanos, Colombia!
Cuando los ganadores sueñan
Cuando los necesitados anhelan,
yo evado;
Cuando los menesterosos hambrean,
yo abundo;
Cuando los ricos ríen con desdén,
yo gimo;
Cuando los dolientes claman justicia,
yo recelo;
Cuando los curas aconsejan,
yo medito;
Cuando las viudas lloran sus maridos,
yo entristezco;
Cuando los ingenuos aplauden,
yo observo;
Cuando los poetas ironizan,
yo suspiro;
Cuando los políticos prometen,
yo desconfío;
Cuando los ganadores sueñan,
yo aguardo.
♦♦♦
Colombia
FUGITI VA
Hordas... hordas... hordas
MIAMI, FLA., HOUSTON, TX., NEW YORK, N.Y.
Allá están, patria nuestra,
hordas tuyas engullendo hamburguesas,
espaguetis y comida enlatada para perros.
Delinquen con pasaporte falso
y engañan con ‘green card’ hechiza;
tus hijos, los que ya no cuentan.
Ahora barren calles,
arrancan excretas pegadas a los inodoros
y trafican droga del Putumayo.
Cuidan enfermos terminales,
acompañan ancianos, ayudan inválidos
y velan por pequeños abandonados.
Tus vástagos, ¡Ay, Colombia!,
tuyos, nuestros, de todos,
nos evocan con recelo y con envidia.
A. pesar de la distancia, te sienten
como madre querendona, ilusión de la infancia,
y noviecita virgen de la adolescencia.
♦♦♦
Lamento desde Londres
(Ecos de un periplo presidencial)
¡Cómo te añoran en medio de la separación
y te rememoran desde acá!
Se atreven, ¡increíble!, a mencionarte con altivez,
aun cuando al fondo emerja 'Buckingham Palace',
con intimidante soberbia imperial.
Sirvientes de la Britania,
ganan 'pennies', poca cosa,
y te desean, menesterosa y violentada,
¡eso no importa!... aquí no huele a fritanga
ni se comen huevos de iguana.
'¡Díganle a Colombia -pidieron en tono triste-,
que somos los desertores,
mendicantes sonrojados, enfermos de lejanía,
carentes de amor materno, de cariño fraternal,
y de la raigambre perdida!'
Día fecundo y de injusta tropelía.
'Hans Crescent', la Embajada, manifestaciones,
un puñadito de innobles refugiados políticos,
espurios de condición, sin convicciones,
y con visa ingenua de víctimas ficticias.
Vocean desde la calle:
'¡Fascistas, paramilitares, asesinos!'
Adentro, dignatarios del Támesis y de Colombia,
y los medios ávidos, registrando rostros
para lanzar al mundo la desdicha ajena.
'¡Oligarcas privilegiados!,
nos gritaron en 'Canning House',
ustedes volverán porque lo tienen todo
pero nosotros no, andamos jodidos,
en conjura con la diáspora vergonzante'.
Dos libras y media la hora,
tiquete completo para el 'tube'.
Esa es la paga desdorosa
para los actores del puñadito.
Patrocinan:
'human rights bureaucracy',
conmilitones de la nómina cosmopolita,
manipulando la penuria de los necesitados.
¡Tus necesitados, Colombia!
♦♦♦
Reclamo
Anoche oímos tus quejidos,
amigo del alma.
Sí, ¡te hiere un dolor de patria!
y te conturban los desertores.
Pero olvidas, con levedad que lastima,
a éstos que la abandonamos
dejando jirones de pertenencia ensartados
en las púas de las amenazas.
Como tú, amigo del alma,
yo también la quiero pero,
con ahínco, igual quiero mi vida
y la de los míos.
Escapamos, verdad amarga, ocultos,
de manera lacerante,
porque la desmesura nos arrebató
el terruño y su hechizo pleno de desvarío.
Anhelo, como tú, amigo del alma,
los recovecos de la montaña,
el mar, los riachuelos
y los cantos de juglares inspirados.
Volveremos un día, ¡créenos!
Será cuando el retorno
no engendre el vaticinio
de una muerte pregonada.
♦♦♦
La finca
Rosas del jardín, con su rojo encendido
y capullos cerrados, cautivando la felicidad.
La enredadera cae, con un dejo de melancolía.
Niños gritando su alegría inocente,
adolescentes alienados por su música 'pop',
y la madre leyendo versos de Sabines.
El padre, escapado del infierno citadino,
esbozando el mañana, rescatando salud,
inventando el futuro de sus hijos.
Esos acogedores refugios de cariño,
pequeños fundos de unión familiar,
reductos del reposo, se quedaron atrás.
¡Cuánta nostalgia!
♦♦♦
Colombia
ACONGOJADA
Morada de dios... en Bojayá
Ellos juegan a ser hombres, pescan en el río,
elevan cometas, practican el fútbol y el boxeo,
las acechan a la salida del colegio,
se masturban en secreto.
Ellas juegan a ser madres, visten las muñecas,
cocinan sin fuego ni alimentos, bailan danzas
de negritudes, los miran de reojo y se excitan,
tal vez también se masturban.
Negros y negras, los mayores, luchan la
supervivencia contra la selva, sacan peces
del río, otean el futuro de sus hijos y sus hijas,
¡serán campeones y reinas!, vivirán en Quibdó y,
¿por qué no?, en Bogotá.
El cielo retumba y estalla, se rompe el idilio
familiar entre grandes y chicos, las quimeras se
convierten en miedo, el futuro se torna realidad
mortal, corren como si fuera una alocada danza tribal,
sólo quedan la iglesia, el cura y el ánimo de vivir.
De repente, explota el recinto sagrado, y ellos
y ellas -angelitos negros- como los de Andrés Eloy
Blanco, se elevan y se van al firmamento,
desde allá, en su mundo nuevo, nos miran
compasivos, están asombrados: ¡nosotros seguimos
aquí!/ creyendo en la deidad terrenal, en sus
pastores, en la palabra del Señor,
y en la protección invulnerable de sus templos,
a veces abatibles, como el de ellos, en Bojayá.
♦♦♦
Diálogo sordo de un desplazado
¡No es justo! Nos sacaron de la tierrita con amenazas de
bandidos a sueldo; y ellos siguen tan campantes.
¡Razones habrá!
Se aliaron con los paras o con la guerrilla y nos
compraron todo regalao; están riquísimos y nosotros
mendigando.
¡Razones habrá!
Los que salieron antes, lo mismo que nosotros
-víctimas todos de la bellaquería- somos los pobres
de Colombia; nos prometen cosas pero, ¡qué carajo!,
nadie cumple nada.
¡Razones habrá!
-Nunca se escucha el grito del hambre y la miseria de
nosotros, que es la miseria este país; nadie se los cobra a
ellos, a los que se quedaron con todo
¡Razones habrá!
- Los hijos pequeños y nuestros padres, ya viejos, mueren de
cagalera, de fiebres, del corazón; ellos saben y prometen y
no hacen nada y la gente sigue muriendo.
- ¡Razones habrá!
- Los jóvenes ignorantes y sin empleo, se vuelven
delincuentes, paras, guerrilleros, y no importa nada.
- ¡Razones habrá!
- Ellos van a misa y tienen fundaciones y dan limosna para
olvidar que existimos y Dios no los castiga y se pone de su
lado.
¡Razones habrá!
Un día nos vamos a rebelar y acabaremos con esos ricos
egoístas; mataremos a muchos, seremos criminales y nos
meterán a la cárcel.
¡Razones habrá!
¡Qué va! No haremos nada, cada vez estaremos más
jodidos, engañados por todo el mundo y engrosando las
necesidades olvidadas de este país.
- ¡Razones habrá!
♦♦♦
Aflicción
Me aflige pensar en el amanecer
porque su llegada romperá de tajo
los sueños gratos de esta noche
y el encanto de la aurora somnolienta.
Me aflige que los finados de hoy
sólo sean el suceso breve de mañana,
y el olvido repentino de los difuntos
que no tienen doliente ni sepultura.
Me aflige que en las noches de fandango,
en mi vida ahora temerosa,
la música de viento no rompa la oscuridad
al ritmo de diosas como tú, María Varilla.
Me aflige atisbar el reflejo acobardado
de velas encendidas en medio de la plaza, alumbrando
recuerdos infantiles
y alegrías candorosas que nunca volverán.
Me aflige lo que siempre quise,
montañas, valles, el mar y el río Sinú,
cuando de sus entrañas se escapan
lo mío, lo tuyo, nuestros descendientes.
¡Me afliges tú, Colombia!
♦♦♦
Paloma blanca
La paloma blanca de la paz
está herida de gravedad,
los micos voladores del Amazonas,
en extinción,
los alcatraces de Bazurto,
¡quien lo creyera!, muriendo de hambre,
las mariposas amarillas de Macondo
viviendo sólo en la quimera literaria,
los pececillos, cautivos en peceras ajenas,
aleteando desde muy lejos,
las tortuguitas pereciendo por montones,
en su transvase hacia otros destinos,
los jóvenes sin futuro cruzando fronteras
cual culebras, arrastrándose,
después ilegales, laboran, con ignominia
y desespero, para seguir viviendo.
¡Patria querida, patria nuestra!
Duele como un machetazo en el alma
saberte sufriendo la misma pena insondable
de las progenituras que lloran abandonadas.
Colombia desgarrada,
despojada de todo,
de palomas blancas,
micos voladores, alcatraces,
tenues mariposas amarillas,
pececillos dorados, tortuguitas,
hijos paridos con dolor de madre...
y sin consuelo por la paz perdida.
♦:♦♦:♦♦
Colombia
ATEMORIZADA
Silbido
(Ataque contra una posesión)
Un silbido extraño nos circunda a todos,
mamas, abuelos y niñas inocentes.
A ellos no, ¡están alucinados, en éxtasis!
Nadie sabe que es un presagio de muerte.
'¡En el Cartucho, mataron a los indigentes!',
la alarma corre, la confusión cunde por doquier.
'¡Atacaron el Palacio, todos están bien!'
Millones de corazones se paralizan.
Madres, infantes y drogadictos destrozados
trepan en vuelo lastimero, para contarles,
no sé a quiénes, que un silbido segó sus vidas.
¡Horror!, es la brutalidad que nos intimida.
Sereno, con paso seguro y mirada firme,
estruja ansioso la mano solidaria de su compañera
y asciende por las escaleras que lo llevan al poder.
El silbido letal viene del sur.
El gran salón, orgulloso de su historia,
alberga realeza, dignidades amigas,
y un tropel de juzgadores de los hechos...
El mundo y tú, Colombia, esperan.
La bruma contaminada cubre la cordillera,
sus vientos, impregnados de miedo,
disimulan nuestro desconcierto.
El silbido retumba en las conciencias.
¡Qué desazón! ¡Hasta cuándo,
Colombia de mis entrañas!
♦♦♦
Secuestro
Era suave, cual pétalo de rosa blanca.
De piel tersa y andar de gacela,
sonreía con dulzura de miel de abejas.
Caminaba erguida, como princesa real.
Mirada indirecta, oblicua, picara,
cuya expresión ingenua disimulaba su astucia.
Grandes ojos grises y negras pestañas
la tornaban musa romántica y enigmática.
¡La mataron ayer!
¡Un tiro en la pura frente!
La madre gime con tristeza,
el padre sufre dolor indescriptible.
¡Sí, Colombia, se nos fue para siempre!
¡Pánico!
Tenemos pánico,
el espanto y la maldad
llegaron y nos sorprendieron
sin impulso ni fortalezas.
Los que combaten por nosotros
no tienen temor ni vacilaciones,
el horizonte de su vida es el sacrificio,
como en el cuadro del suicida.
Tenemos pánico, ¡pánico cerval!
Parece ser un castigo apocalíptico,
¡pero no!, es el mensaje de la barbarie
que siempre nos acobarda.
¡Qué desvergüenza, Colombia!
Colombia
ESPERANZADA
Paraíso
Evoco el sabor del manjar blanco
cuando se disuelve en la boca,
y el contoneo insinuante y seductor
de sus mujeres hermosas,
bajo el ritmo adictivo y frenético,
de su música sonora.
Evoco el tono suave y cadencioso
de las voces acompasadas,
el don gentil de su gente desentendida
que ama la vida con pasión,
y se deleita, espontánea y sonriente,
con la brisa vaporosa de la tarde.
Evoco el dulzor de los cañaverales
y sus varas erectas, insinuantes;
las reinas, de andar levitado,
coquetas y provocadoras;
y los fugaces atardeceres celestiales,
vaticinando noches embrujadas.
¡Milagro tuyo, Colombia,
patria paradisíaca!
¡Ensoñación lúdica!
En el desvelo de las madrugadas,
en los atardeceres rojizos de la montaña,
en las noches plateadas de luna llena,
en el oleaje susurrido del Mar Caribe,
te veo en lontananza, tierra querida.
Esclavo de los recuerdos, surjo ¡impúdico!
acariciando los senos duros de Candelaria,
fornicando voluptuoso con Rebeca,
danzando, erótico, en el fandango de Manguelito
al son de clarinetes que profanan la noche.
Envueltas en el arrullo de los matarratones,
oliendo a mango de corazón y a níspero maduro,
reviven dulces y tiernas las remembranzas
que invocan, en acto fantasmagórico,
el espíritu onírico de mi progenitor.
Un ruido ensordecedor arremete...
micos voladores chillando, alcatraces graznando,
mariposas aleteando, tortuguitas silbando,
pececillos revolviendo las aguas.
¡Patria enloquecida por la concordia!
Me agita una muchedumbre de gente tuya,
de prófugos ansiosos rescatando su origen,
retornando raudos para acariciarte con amor,
surcando el viento acaballados en el lomo acogedor
de una inmensa paloma blanca.
Todos, hordas y sirvientes de la Britania
cantan un himno de convivencia fraternal,
llenando tu cielo azul con sonidos de hermandad
en medio de una orgía enloquecida
por la paz arrolladora.
Ensoñación de lo que quiero,
de lo bueno que hay en ti,
en tu pueblo y en tus vivencias generosas.
En la aureola sagrada del Creador,
que nos ama a todos,
resplandece tu paz ¡Colombia!
♦♦♦
Agradecimientos
A Juan Lozano, por las generosas palabras que prologan esta
producción.
A Dora Castellanos, poeta de largo andar y cariñoso cofre de
estímulos.
A Jorge Valencia Jaramillo, por sus sentidos comentarios.
A David Sánchez Juliao, en nombre del país dual.
A quienes me estimularon con sus pareceres.
A Patricia, mi compañera, por su insistencia, que la hace
partícipe de este opúsculo.
A mis familiares y a los amigos
que me animaron para seguir adelante.
A Mariela y a Fanny, quienes bondadosamente digitaron los
quejidos, desde su nacimiento.
Este opúsculo,
blanco como la paz,
se terminó de editar
digitalmente
en diciembre de 2014

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