Sexualidad en los adultos de la tercera edad (Primera Parte
Transcripción
Sexualidad en los adultos de la tercera edad (Primera Parte
REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ BROUSSE. 2012; VOL 7 (1): 57-61 ARTÍCULO DE REVISIÓN Sexualidad en los adultos de la tercera edad (Primera Parte) (Nuevos conceptos en la sexualidad de la mujer) Christian Thomas Torres1. «...el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad» Coronel Aureliano Buendía* RESUMEN Este artículo es un sucinto resumen de algunos conceptos nuevos en la sexualidad de la tercera edad y en especial en la mujer. Se hace un enlace entre los eventos que acontecen en los primeros vínculos de la infancia y las vivencias sexuales de la tercera edad haciendo un especial hincapié en la soledad de las mujeres que se vuelve un acompañante usual aún en nuestra sociedad. Palabras clave: Sexualidad; soledad; ritmos corporales. SUMMARY This article is a brief summary of some new concepts in the sexuality of the elderly and especially in women. There is a link between events occurring in the first bonds of childhood and sexual experiences of the elderly with special emphasis on the loneliness of women that becomes a usual companion even in our society. Key words: Sexuality; loneliness; body rithm. Qué complejo resulta hablar de la sexualidad en los adultos mayores cuando en nuestra sociedad escasamente se habla de la sexualidad en el adulto joven. Es más, se habla más bien desde experiencias y deducciones personales o parciales sin estimar adecuadamente los estudios o experiencias de quienes han dedicado años de esfuerzo a entender la sexuali- dad desde las múltiples variables que ésta manifiesta, otorgándole vocería a minorías arquetípicas de moda. Es bien sabido que la sexualidad obedece a múltiples variables que interactúan para producir efectos sobre las personas y éstas, a su vez, viven una sexualidad que les es dada en cada momento histórico. Quiero decir con esto, que me parece que 1 Médico Cirujano. Ginecólogo Obstetra. Sexólogo. Magíster en Psicoanálisis, Universidad Nacional Andrés Bello. Director del Centro de Estudios de la Sexualidad Chile. E mail: [email protected] * GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ. Cien años de soledad. Buenos Aires, Sudamericana, 1967; p. 174. 57 Disponible en www.revistaobgin.cl REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ BROUSSE. 2012; VOL 7 (1): 57-61 la sexualidad es un producto de la matriz cultural, histórica y religiosa de cada época que va determinando espacios de goce, placer y moldea el cuerpo en sus distintas modalidades. A partir de la prohibición del incesto, es decir la imposibilidad cultural de tener acceso a los miembros más cercanos de cada familia, la comunidad humana dio un salto que la separó de lo natural y del reino animal y que no se explica únicamente como proceso de la evolución darwiniana. Esto determinó que el cuerpo biológico quedó desde entonces subyugado de manera importante por el vasallaje del estrato mental, que en más o en menos comienza a comandar y regular los impulsos biológicos con la mediación fundamental, a lo menos en la infancia, de la presencia de un otro regulador y espejador. Sin este sustento básico, sin este sostenimiento fundante, la vida se vuelve insostenible a lo menos en la forma humana*. De allí que parece un imposible la individuación completa, el autosostenimiento absoluto, pues siempre estaremos en búsqueda de otro que nos espeje el existir y nos devuelva el ser. Existe evidencia científica suficiente a partir de los años 60 en adelante, que resalta la importancia del sostenimiento mutuo en la infancia y la adultez que redundará en calidad de vida, apego seguro, sexualidad con mayor disfrute compartido y menor psicopatología general**. De la misma manera que la primera infancia –con su apego e intersubjetividad– adquiere cada vez más importancia en el futuro patológico o sano del sujeto que adviene, parece emerger al mismo tiempo que se prolonga la sobrevida del humano, evidencia que muestra la mutualidad como requerimiento fundamental para disfrutar de una sexualidad y una regulación afectiva satisfactoria. El lento tránsito desde una teoría de la mente aislada (base del pensamiento médico positivista de 1900) hacia una mente compartida, relacional o intersubjetiva como paradigma científico actual, da cuenta de estos conceptos. De hecho los aportes en sexualidad humana de la Dra. Rose Marie Basson (2001) apelan a cambiar la linealidad de la respuesta sexual humana (deseo; excitación; orgasmo aportados por la investigación de comienzos de los 60 de W. Master y V. Johnson) por un sistema circular, de tipo helicoidal en donde la satisfacción mutua, la disponibilidad emocional y física se aportan como nuevos conceptos de una sexualidad saludable, más allá de la consecución o no del tan culturalmente ansiado orgasmo (Figura 1). Así, se recomponen los conceptos que por años asociaron a la sexualidad con reproducción y por tanto dejaban a la sexualidad asociada sólo al período reproductivo excluyendo de la posibilidad de ser sexuado a la ancianidad o al período posreproducción. De hecho se define como salud sexual geriátrica a “la expresión psicológica de emociones y Figura 1. Esquema de respuesta sexual femenino no lineal de la Dra. R.M. Basson. * Donald Winnicott psicoanalísta inglés de la época de los 60 sostiene que “el infante no existe” en referencia a la imposibilidad de sobrevivir por sí mismo y la imperiosa necesidad de “una madre suficientemente buena” que lo sostenga (holding). ** Léase teoría de apegos (Bolwby 1948); Aisworth y categorización de apegos (1960); D. Winnicott teorías objetales (1960); Storolow, Mitchell; 1970 en adelante teorías relacionales. T. Ogden; el tercero intersubjetivo. 58 Disponible en www.revistaobgin.cl SEXUALIDAD EN LOS ADULTOS DE LA TERCERA EDAD compromiso que requiere la mayor cantidad y calidad de comunicación entre compañeros, en una relación de confianza, amor, compartir y placer, con o sin coito”* (Maslow). Desde los nuevos paradigmas intersubjetivos y relacionales la sexualidad entonces se construye y reconstruye en cada encuentro siendo lo fundamental una secuencia de ritmos entre los sujetos, ritmos sensoriales, ritmos de memoria no consciente (procedural e implícita) que fueron inscritos en el cuerpo en las interacciones tempranas con los cuidadores (madre) en la infancia, en especial en los primeros tres años de vida. Estos ritmos determinan en buena manera la capacidad de cada sujeto de acercarse, confiar, entregarse, permitirse ser penetrado física y emocionalmente por el otro, disfrutar (como corolario de la activación de excitaciones corporales, afectivas y fantasmáticas o imaginarias) en el encuentro con el otro. El cuerpo del (la) senescente ha pasado desde entonces por una multiplicidad de experiencias que han reconfirmado o reconstruido estos ritmos de base. Se suman a esta continua reexperienciación los constructos cognitivos, ideales, valores, creencias que contextualmente moldearon los paradigmas de éstos. La cultura de hoy es probablemente una de las más invasivas de la intimidad de cada uno de nosotros. Como nunca existe acceso a la información, a la exposición mediática, a la pérdida del límite de lo público y lo privado. Así mismo, el estado, regula la intimidad de las parejas y las personas, con sus leyes, prohibiciones, asistencia y sostén solidario, delimitando y normando lo “normal” para el desarrollo de cada segmento etario. Del mismo modo, como nunca en la historia humana el sujeto de la tercera edad enfrenta el desafío de confrontar su cuerpo y sistema mental anímico, con los mandatos de “rejuvenecimiento permanente y progresivo” al que son expuestos, a través de los medios de comunicación, publicidad, la industria farmacéutica, el corpus médico y de distintos profesionales de la salud. Este delta entre lo que el sujeto siente como capacidad y los modelos que se proclaman crean desesperanza, angustia y frustración, llevando muchas (PRIMERA PARTE) (NUEVOS CONCEPTOS EN LA SEXUALIDAD DE LA MUJER) veces a un exacerbado consumismo medicamentoso para alcanzar las metas que la sociedad les impone como ideal de funcionamiento. En este sentido el consumo de sildenafil en nuestro país muestra cifras que van desde los 4 a los 8 millones de píldoras por año, probablemente la inmensa mayoría de ellas sin receta médica que justifique o al menos oriente su uso adecuadamente, lo cual habla, entre otras cosas, que su uso pretende rejuvenecer la sexualidad que la biología apaga o mengua e invita a un nuevo orden de relación de pareja**. Si al mismo tiempo pensamos en el doble discurso que implica el castigo, la burla, el prejuicio social que importa el sólo pensar “en sexo en los ancianos”, sembramos el terreno fértil para producir efectos doble vinculantes en las personas de este estrato etario. La imperiosa necesidad que la sociedad le imprime al senescente de ser sexuado y el olvido que la misma sociedad hace de la sexualidad del senescente bajo la idea escindida y negadora de “no ser sexuado”, imprimen una dificultad extra para buscar de manera adecuada actividades de encuentro, espacios de socialización sexual, e incluso dificultades para expresar ante los profesionales sus dificultades o anhelos en esta área. En un estudio interesante (publicado en el Journal of Sexual Medicine)*** realizado por un grupo español del Instituto Clínic de Ginecología, Obstetricia y Neonatología (ICGON) de Barcelona (comandado por el Dr. Camil Castelo-Branco, autor principal del trabajo e investigador) muestran que: los datos sobre sexualidad comunicados de forma anónima difieren de los que se extraen de las entrevistas directas con el médico. Los autores realizaron un estudio cruzado con 2.332 mujeres de edades comprendidas entre los 45 y los 64 años, de todas las comunidades autónomas españolas. Las preguntas relacionadas con la sexualidad se centraron en las relaciones de pareja (sin pareja, pareja estable, pareja ocasional y pareja no convencional) y con la actividad sexual (interés, satisfacción y frecuencia). “El porcentaje de mujeres que reconoció tener parejas ocasionales o no convencionales en el cuestionario anónimo fue el doble que en las entrevistas clínicas”. Es decir por un lado los datos entregados por * Citado por Dra. Adela Herrera, geriatra especialista en sexualidad senescente en sexualidad en la tercera edad; mito o realidad? Rev Chil Obstet Ginecol 2003; 68(2). ** Los laboratorios farmacéuticos entregan distintas estadísticas de ventas muy dispares entre sí. Se sospecha fundadamente que al menos el 40% de este consumo es realizado por hombres de entre 16 y 35 años. *** Camil Castelo-Branco, Santiago Palacios, Javier Ferrer-Barriendos, Xavier Alberich, y el Grupo de Investigación Cervantes. “Do Patients Lie? An Open Interview vs. a Blind Questionnaire on Sexuality”. Journal of Sexual Medicine 7(2): 873-80, febrero de 2010. 59 Disponible en www.revistaobgin.cl REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ BROUSSE. 2012; VOL 7 (1): 57-61 las pacientes en sesión médica carecen de confiabilidad pues en parte, la sexualidad posmenopáusica aún pertenece al orden de lo no permitido o bien no se abren espacios de confianza suficientes con el profesional para mostrarse de manera más auténtica. El tema del cuerpo adquiere una dimensión notable en la ancianidad en especial en nuestra cultura. Hoy el cuerpo a toda edad, se ha transformado en el lugar de las batallas humanas, en el lugar de los desafíos, el espacio donde lo real* se manifiesta de una manera abrumadora, un teatro donde se exorciza la imposibilidad del humano de alcanzar la inmortalidad y se le castiga para doblegarlo vía piercing, tatuajes, expansiones, cirugías estéticas, pruebas extremas, etc. Este mismo cuerpo mirado con amargura en el espejo, percibido como colgajo desobediente, medicado con exceso, impredecible en su funcionar, se vuelve muchas veces lugar de desencuentro en la tercera edad, lugar de frustración donde no está lo que debería mantenerse, vasija de dolores y sufrimientos, abandonos, soledades y dependencias. Un cuerpo que responderá de otra manera a las exigencias de una sexualidad descontextualizada si no se hace el reparo de adecuarlo a los contextos de que el dios cronos le ha regalado. Cobra entonces vital importancia las vivencias de infancia, con sus caricias, sus arrumacos, los eróticos momentos de encuentro con los padres, la inocencia protegida por padres dedicados que postergaron sus propios espacios por ese cuerpo frágil y dependiente. Los nombres adecuados de cada parte del cuerpo que como gotas de rocío se deslizaron junto a los besos y caricias para depositarse justo allí donde el límite de lo propio y lo otro establecía un horizonte tenue pero necesario, imprescindible para la construcción de la intimidad. Intimidad que como su etimología lo asigna, crea espacios de adentro y afuera, espacios de lo mío y lo tuyo y entreabre las puertas para que un día, años más tarde pudiesen ser visitados por quien o quienes el dueño o la dueña decidan con libertad y placer. Sabemos que en Chile nuestra lamentable realidad de abuso en la infancia (tanto físico, sexual y psicológico) nos llena de vergüenza y nos ubica en un lamentable lugar de privilegio a nivel mundial. Entonces, ¿qué esperar de ese cuerpo, de ese sujeto 50 ó 70 años después, cuando necesite de todas esas experiencias previas para disfrutar del encuentro físico, emocional y afectivo con otro? Hoy conocemos mucho más acerca de cómo los apegos infantiles –es decir los esquemas internalizados de manejo de la angustia ante la separación y la pérdida de la base de seguridad que es el cuidador principal–, tienen un correlato cierto en los apegos de la edad adulta y en el tipo de elección y relación de pareja. Sabemos que cerca del 50% de la población general establece apegos adultos inseguros, con consecuencias importantes en la calidad de vida solos o en pareja. Esto implica un mal manejo de la angustia ante situaciones de estrés emocional, dificultades de pareja, establecimiento de relaciones sociales y laborales, etc. Estos tipos de apegos determinan con frecuencia trastornos en el dominio de la sexualidad relacional, disfunciones sexuales y muchos de ellos asentados sobre psicopatologías importantes. Estas modalidades de construir pareja han sufrido cambios importantes a partir del siglo pasado. La familia extendida dio paso a la familia nuclear y ésta hoy a las ensambladas, monoparentales, homosexuales entre otras. Estas distintas estructuras de pareja dan entornos distintos de estructuración hoy, de los que se desenvolvían años atrás. Implican entonces formas distintas de vivir la sexualidad que obligan a los especialistas a adoptar posturas flexibles para poder acceder a la subjetividad de los miembros de estas familias. El siglo pasado trajo aparejado junto a la expansión sin precedentes del conocimiento, el despertar del mundo femenino y de la mujer, junto a la constatación del derrumbamiento del padre** y sus consecuencias inevitables en especial en el orden social, moral y psicológico. Este sistema distinto mostrará probablemente efectos impensados a breve plazo, como por ejemplo, cambios en las dinámicas intrapsíquicas que reemplazan la represión, base del aparato psíquico clásico freudiano (el que somete los instintos y pulsiones bajo el control del Yo) por el mecanismo de la escisión (que determina menor control de las pulsiones y efectos mayores sobre el cuerpo y dificultades en el manejo de la angustia). Esto nos determinará probablemente en los años venideros patologías distintas a las que los clínicos estamos habituados y nuevas expresiones de subjeti- *** Lo real apela a la idea de un espacio presimbólico, por ejemplo el cuerpo prelingüístico, sin nominaciones o significados (el cuerpo de un infante en los primeros años de vida). ** A partir de la revolución francesa y la decapitación del rey Luis XVl se concatenan una serie de hechos que implican la pérdida del poder de los hombres y la declinación de la era patriarcal. 60 Disponible en www.revistaobgin.cl SEXUALIDAD EN LOS ADULTOS DE LA TERCERA EDAD vidad social y cultural que por supuesto involucran la sexualidad. Hoy sabemos que a partir de los 60 a 65 años el número de mujeres viudas es 4 a 6 veces el de hombres viudos y que existe aun una mayor resistencia familiar social para que estas mujeres busquen, encuentren y consumen una relación formal que la que existe cuando un hombre queda viudo. En general dentro de los siguientes dos años el hombre establece una nueva relación de pareja y ésta es aceptada por la comunidad cercana. Los estudios, fármacos e investigaciones han logrado en general devolverle al hombre alguna parte de su capacidad eréctil y coital. Sin embargo no hemos podido avanzar lo suficiente en mejorar la calidad del relacionamiento sexual que la mujer hoy espera del varón (disponibilidad emocional, espacios de placer compartidos, etc.). La mujer en cambio está a la espera de los avances farmacológicos más específicos que le LECTURAS – – – – – ROUDINESCO, ELIZABETH. La familia en desorden; Fondo de Cultura Económica; Argentina 2002. DIO BLEICHMAR, EMILCE. La sexualidad femenina; Paidos; Argentina 1997. NASIO, JUAN DAVID. Mi cuerpo y sus imágenes; Paidos; Argentina 2008. DOLTO, FRANCOISE. Sexualidad femenina; Paidos; Argentina 2001. GARCÍA MÁRQUEZ, GABRIEL. Cien años de soledad, Buenos Aires: Sudamericana, 1967. PARTE) (NUEVOS CONCEPTOS EN LA SEXUALIDAD DE LA MUJER) permitan al especialista mejorar sustancialmente algunas dificultades propias de la edad, del contexto histórico que han arrastrado por siglos y de las múltiples relaciones que implican la respuesta sexual en ella. Hasta hoy no poseemos un eficiente arsenal de fármacos, que como en el hombre, mejoren sustancialmente la respuesta fisiológica sexual. Para la mujer, la posmenopausia y la tercera edad implican una enorme posibilidad de quedar sola. La calidad de los vínculos primarios, establecidos tantos años atrás, de sus apegos y sus esquemas de funcionamiento mental que derivan de estas vivencias infantiles le dará la fortaleza para soportar la soledad con dignidad y temple. En un próximo artículo articularé elementos más clínicos que den cuenta de aportes en farmacología, manejo de disfunciones y trabajo en pareja en el ámbito de la sexualidad para no especialistas. – RECOMENDADAS (PRIMERA – O RANGE, D ONNA; ATWOOD , G EORGE; STOLOROW , R OBERT . La teoría psicoanalítica de la intersubjetividad y el intercambio clínico; Intersubjektivität in der Psychoanalyse: Kontextualismus in der psychoanalytischen Praxis; 1997, Frankfurt am Main: Brandes & Apsel. Traducido por André Sassenfeld J. HERRERA, ADELA. Sexualidad en la vejez: ¿mito o realidad? Revista Chilena de Obstetricia y Ginecología v.68 n.2 Santiago 2003. 61 Disponible en www.revistaobgin.cl