• Mexicali al inicio de la revolución mexicana • Teatro del Estado

Transcripción

• Mexicali al inicio de la revolución mexicana • Teatro del Estado
Revista de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A. C.
Año III, núm. 8, abril-junio de 2010
• Teatro del Estado
• Mexicali al inicio
de la revolución
mexicana
• La historia
sin pudores ni
liviandades
• Historia de las
aguas que le dan vida
al valle de Mexicali
• Eduardo Aranda
Ávila: una vida de
esfuerzos
• La casa de piedra
• De vuelta a la
preparatoria. Historia de un
movimiento estudiantil
• Leyes agrarias
y su influecia en el
movimiento campesino
del valle de Mexicali
Índice
Editorial
1
El Río
Sergio Noriega Verdugo
Mexicali al inicio de la revolución mexicana
2
Carlos Manuel Reyes Moreno
La casa de piedra
5
James Griffin
Eduardo Aranda Ávila: una vida de esfuerzos
8
Cecilia Aranda Miranda
De vuelta a la preparatoria. Historia
de un movimiento estudiantil
12
Antonio Tello Álvarez
La historia sin pudores ni liviandades
15
Jesús López Toledo
El Teatro del Estado
17
Rubén Castro Bojórquez
Leyes agrarias y su influencia en el
movimiento campesino del valle de Mexicali
25
Yolanda Sánchez Ogás
29
Eduardo Andrade
Una foto. Una historia
32
Austreberto Silva Olivares
Historias de lo cotidiano. Centro Cívico:
la Brasilia cachanilla
34
Miguel Esteban Valenzuela Robles
Historias de vida. Dentista por profesión,
maestro por vocación
39
Yolanda Sánchez Ogás
Acontecer de la historia
40
Rubén Castro Bojórquez
Libros, reseñas, comentarios...
Mesa directiva 2009-2011
Sergio Noriega Verdugo, PRESIDENTE
Yolanda Sánchez Ogás, VICEPRESIDENTA
Miguel Esteban Valenzuela Robles, SECRETARIO
Eduardo Andrade Cisneros, TESORERO
PRESIDENTA HONORARIA VITALICIA
Yolanda Sánchez Ogás
Historia de las aguas que le dan vida
al valle de Mexicali
Revista de la Sociedad de Historia
Centenario de Mexicali, A.C.
Año III, núm. 8, abril-junio de 2010
Mexicali, Baja California, México
42
Sergio Noriega Verdugo
INVITACIÓN
La Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A.C. invita a todas las
personas amantes de la historia, aficionados o expertos, a asistir a sus reuniones
y, de ser el caso, a formar parte de ella como socios activos.
Las sesiones se llevan a cabo todos los miércoles a las 18 horas en la Sala Junta
de Gobierno del Centro de Estudios Sobre la Universidad de la UABC, ubicado en
la planta baja del edificio de Investigación y Posgrado en blvr. Benito Juárez.
Teléfonos: (686) 566 9592 y (686) 841 2076
Revista El Río
DIRECTOR Y DISEÑADOR: Rubén Castro Bojórquez
COMITÉ EDITORIAL: Luz Mercedes López Barrera, Rubén Castro
Bojórquez, Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar, Sergio Noriega
Verdugo, Benjamín Rentería Camino
CAPTURA: Catalina Rojas Monzón y Ana Isabel León González
DIGITALIZACIÓN Y APOYO TIPOGRÁFICO: Lydia Coronel Yáñez
APOYO LOGÍSTICO: María Teresa Ponce León
Elaborada en CESU-UABC
Las fotografías utilizadas en la elaboración de esta revista
pertenecen a las colecciones de: Archivo Histórico del Estado
de Baja California • Archivo Histórico del Municipio de
Mexicali • Centro de Investigaciones Culturales (CIC) Museo
UABC • Centro de Estudios Sobre la Universidad (CESU-UABC)
• Biblioteca Pública Central Estatal • Instituto Municipal de
Investigación Urbana de Mexicali • Particulares.
Se reciben colaboraciones de artículos de historia regional (extensión
de 3 a 6 cuartillas, en Arial 12, a doble espacio), de preferencia con
ilustraciones. Dirigirlas a: [email protected]
Esta revista se distribuye gratuitamente. Si desea obtener un ejemplar,
puede solicitarlo en las oficinas del CESU-UABC.
Bondades y retos de nuestra historia
E
n todo tiempo conviene conocer la historia, pero más ahora. La historia nos dice que
no estamos solos, que formamos parte de la familia humana. Que tenemos un pasado
y que nos encontramos forjando un futuro. Que nuestra familia lleva por nombre
México. Que los miembros de la familia mexicana cumplimos dos aniversarios este año: el de
la Independencia y el de la Revolución.
Creemos, así como dijera el poeta y humanista británico Alexander Pope (1688-1744):
“el estudio adecuado de la humanidad es el hombre”, y los hombres y las mujeres tenemos
historia que contar, que platicar, y que comentar por todo aquello que buscamos darle sentido
a nuestras vidas y a la de nuestros contemporáneos.
Somos parte de la humanidad y contamos con personalidad propia. Nuestra cultura es
producto de una mezcla de sangre indígena y europea. Gozamos de un diverso y rico folclor.
Nuestro idioma es el español y nuestra religión es cristiana. Somos un país de más de cien
millones de habitantes, en menos de dos millones de kilómetros cuadrados. Contamos con
desiertos y lugares tropicales, altiplano y cordilleras, y nuestras costas están bañadas por dos
mares.
Y después de tres siglos de ser colonia de España, México se independizó. Quienes se
sacrificaron para darnos patria merecen ser recordados, honorados y homenajeados; y nuestra
conducta ciudadana debe constatar que somos merecedores de aquel triunfo. Es decir, no sólo
debemos aplaudir sino trabajar en concierto para realizar las expectativas de un pueblo que
valora su independencia.
No obstante, cien años después de iniciada la guerra de la independencia, los mexicanos
iniciamos la revolución. Pero aun terminada la dictadura bajo el lema de “sufragio efectivo no
reelección”, afloraron las diferencias y con ello continuó la violencia entre hermanos. Por eso
tampoco debemos olvidar las heridas, las vidas perdidas o frustradas y los daños materiales
que ella ocasionó.
Ante este marco de referencia, debemos reflexionar sobre el México que queremos construir.
Debemos aprender del pasado. Debemos ser capaces de resolver nuestras diferencias ciudadanas
y crear los derroteros que anhelamos alcanzar. Debemos crear una sociedad tolerante, capaz de
combatir las desigualdades y, al mismo tiempo, aceptar nuestra pluralidad de nación, para que
la historia diga de nosotros que fuimos mexicanos responsables y humanos.
Sergio Noriega Verdugo
1
Mexicali al inicio de la revolución mexicana
Carlos Manuel Reyes Moreno*
A
l inicio del conflicto armado de 1910, Mexicali era
una población pequeña, comprendía del barranco
del Río Nuevo en las inmediaciones del actual
callejón Zorrilla hasta la calle Azueta, y de la acera sur de la
avenida Porfirio Díaz, hoy avenida Madero, hasta la avenida
Ramón Corral, actual avenida Reforma. Fuera de esta zona
se manifestaban asentamientos aislados en lo que hoy se
conoce como manzana de La Chinesca. Al norte de ella, se
erguían solitarios el edificio de la estación del ferrocarril
Intercalifornia localizado en la actual confluencia del
bulevar López Mateos y la calle Altamirano, y las oficinas
de la propia empresa que se ubicaban en la acera sur de la
hoy avenida Madero a la altura de la calle Ayuntamiento.
Del lado mexicano de la frontera, entre Mexicali y Caléxico
había una franja de cien metros de ancho, que dividía estas
poblaciones y abarcaban la línea internacional y la acera sur
de la avenida Porfirio Díaz.
Este territorio se conformó en 1904 para generar una
zona de amortiguamiento entre la población mexicana y
la estadounidense, como parte de las primeras acciones de
urbanización de Mexicali. Y como parte de estas acciones
el poblado fue reordenado de acuerdo con el trazo realizado
por el ingeniero Charles Rockwood, de la California
Development Company, empresa que desarrolló el Valle
Imperial a partir de 1901 y que, con la oferta de trabajo
generada por la apertura de canales, atrajo a los primeros
pobladores de lo que hoy es Mexicali. El terreno donde se
asentó inicialmente la actual capital del estado de Baja
California fue adquirido por Antonio Heber, accionista de la
empresa California Development Company, aprovechando la
*Miembro de la Sociedad de Historia Centenario de Mexicali, A. C. Correo electrónico: [email protected]
1911. Vista de Mexicali, en el lado izquierdo de la imagen, y Caléxico, en el extremo derecho. Al centro se aprecia la línea de árboles que delimitaba
físicamente la frontera entre México y Estados Unidos, así como el espacio de cien metros de ancho que separaba a estas poblaciones.
2
1911. Zona turístico-comercial de Mexicali en la época revolucionaria,
ubicada en la avenida Madero (acera sur), entre los actuales callejón Zorrilla y calle Melgar.
oportunidad de negocio inmobiliario que se presentaba, ante
la creciente demanda de lugares para construir vivienda. En
el lado estadounidense no existía esta franja separadora;
más bien, la cerca que delimitaba la línea divisoria entre
ambos países marcaba el límite sur de las propiedades
colindantes de Caléxico. No fue sino hasta la década de 1920
que se estableció una franja libre de construcciones en el lado
estadounidense con un ancho de 35 pies y que actualmente
se conserva.
Dentro de la franja del lado mexicano se encontraba en
forma solitaria la garita internacional, conformada por un
edificio pequeño de madera ubicado frente a la arboleda que
protegía el canal de agua cercado que delineaba físicamente el
límite internacional, a la altura de lo que sería tiempo después
la calle Internacional, hoy calle Melgar. Anteriormente, este
mismo edificio se localizaba aledaño a la vía del ferrocarril
en su entrada a los Estados Unidos, en las inmediaciones del
monumento 221 A. La garita estadounidense originalmente se
emplazaba en la esquina noroeste de la calle Primera y avenida
Rockwood; sin embargo, a partir de 1910, se reubicó en acera
oeste de la calle Heffernan, contigua a la cerca de la línea
internacional y muy cercana a las instalaciones mexicanas.
El primer trazo de Mexicali se desarrolló como un simple
negocio de lotificación, sin contemplar servicios de ninguna
índole. En 1910 el poblado no contaba con pavimento ni
servicio de agua potable en la mayor parte del entramado
urbano. Las viviendas y negocios se abastecían de pozos y, los
menos, de la red de agua potable de Caléxico. El líquido que
provenía del poblado vecino era como apoyo a las instalaciones
del ferrocarril Intercalifornia. En ese tiempo, Mexicali
tampoco contaba con una red de drenaje sanitario ni pluvial,
esto último generaba problemas de encharcamiento en las
escasas temporadas de lluvia. El fluido eléctrico se abastecía
directamente de Caléxico que contaba con la propia planta
generadora, de Holtun Power Co., cerca de Holtille.
En esta época, Mexicali, pese a su pequeña población,
presentaba una diferenciación clara de los usos de suelo que
se conformaban dentro de ella.
La actividad comercial más importante del poblado
se encontraba en la acera sur de la avenida Porfirio Díaz,
3
El área restante de esa incipiente Mexicali
la integraba el uso habitacional compuesto
mayoritariamente por una agrupación de
viviendas humildes dentro de las cuales
se mimetizaban tiendas de abarrotes y
carnicerías; instancias de servicio y de orden
público y un sinnúmero de bares clandestinos
en donde se surtía de licor a los habitantes del
Valle Imperial, lo que constituía una actividad
económica importante para el poblado, ya que
en esa época la venta de licor estaba restringida
en el lado estadounidense de la frontera.
Edificio de la garita internacional mexicana, que fue quemado por los insurrectos
La mayor parte de la actividad comercial
magonistas en 1911.
de abasto se realizaba en Caléxico, en negocios
localizados en la calle Segunda y en la avenida
Imperial, principalmente.
De ese Mexicali de 1910 no se preservan
vestigios. Los materiales de construcción
utilizados en la época fueron el adobe así como
la madera traída por ferrocarril. Gran parte
de estos edificios desaparecieron a merced de
los incendios, por la falta de infraestructura
adecuada para lidiar con ellos y por los
efectos de los temblores, principalmente el de
junio de 1915. Algunas estructuras lograron
sobrevivir hasta pasar la mitad del siglo XX,
como las propias instalaciones del ferrocarril
Intercalifornia, pero que al final de cuentas
cedieron ante el olvido.
1910. Oficinas del ferrocarril Intercalifornia ubicadas en la hoy avenida Madero.
Durante el inicio de la revolución mexicana
Al fondo se aprecia la estación de pasajeros y carga, que estaba ubicada en la calle
Altamirano, con frente a las vías del ferrocarril.
no se manifestó actividad armada. Las
confrontaciones fueron escasas; la incursión
bélica
del
movimiento
magonista pudiera considerarse como la
con mayor énfasis en el tramo comprendido entre el
más importante, acontecida de enero a junio de 1911. A partir
barranco del Río Nuevo hasta poco después de la actual
de esa fecha se intensificó la presencia militar en ambos lados
calle Melgar (que en ese tiempo no existía). Toda esta
de la frontera, y dentro de Mexicali se construyó el primer
particularidad de uso de suelo se desarrollaba a unos pasos
cuartel militar en forma, en ese entonces en las afueras de la
del cruce fronterizo, y, como consecuencia, conformaría
población en donde actualmente confluyen la calle Altamirano
la primera actividad turística de la población, compuesta
y la avenida Lerdo. Fuera de la justificación real que pudiera
principalmente por bares, billares, salones de baile y el
tener la presencia militar en la plaza, su acción de paz y
único hotel de la región.
desenvolvimiento facilitaron el crecimiento económico del
El conjunto de instalaciones del ferrocarril Intercalifornia,
poblado y su valle, como un importante polo de desarrollo a
con sus patios de maniobras, estación y oficinas, estaba
nivel nacional en tiempos históricos difíciles para México y que
localizado en donde se encuentra actualmente el bulevar
sentaron las bases para lo que actualmente es Mexicali.
López Mateos, entre las calles Azueta y Altamirano.
4
La casa de piedra
James Griffin*
E
n el centro-sur del valle de Mexicali-San Luis, en
la colonia Venustiano Carranza, existe una casa
construida de piedra, que por muchos años fue la
única de esta hechura en todo el valle. Fue edificada en 1942
por Sawnie Robertson, quien a principios de los años veinte
había sido inspector de campo para la Colorado River Land
Company y, al mismo tiempo, para la Compañía Industrial
Jabonera del Pacífico. Parte de su trabajo consistía en
acomodar colonos mexicanos en ranchos abandonados por
los japoneses y por los chinos debido a la crisis económica de
1930-1931, cuando el precio del algodón bajó a lo mínimo.
En 1942, en momentos en que casi el mundo entero estaba
atento a la segunda Guerra Mundial, Sawnie Robertson
vivía en una pequeña ranchería, de unas cuantas casas
rústicas, llamada El Caimán. Esta comunidad se situaba a
la derecha del barranco Pescaderos, un viejo ramal del Río
Colorado que en ese tiempo tenía agua dulce, si no potable,
cuando menos bebedera y buena para la agricultura. Sawnie
cultivaba un rancho de 80 hectáreas, e instaló en ese lugar
una tienda y una farmacia como apoyo a los agricultores de
la colonia. Fue así como erigió un edificio de piedra.
La roca adecuada para tal fin estaba cerca de lo que
es la colonia La Puerta, en las faldas de la sierra Cucapá,
de modo que para acarrear el material necesario, Sawnie
requería de transporte pesado, por lo que hizo tratos con
su vecino, el agricultor Mateo Trías. Lo llevó a Caléxico,
a la agencia Ford –cuyos agentes de venta eran Armando
Romandía y Alberto Bustamante– para comprar un camión
nuevo. Sawnie extendió su aval ante la agencia y con esa
garantía ellos autorizaron el crédito a Mateo para la compra
del camión adecuado.
En ese tiempo los únicos caminos que existían eran de
tierra, pero ya con el nuevo vehículo Mateo pudo transportar
la piedra necesaria para la construcción de la casa de piedra.
Después usó su unidad para fletear algodón en hueso y otras
mercancías, y pronto logró pagar su deuda a la agencia.
El edificio que construyeron es muy sólido, con paredes
de 70 centímetros de grosor. Ignoramos quiénes fueron
los albañiles, pero el tiempo ha comprobado la excelencia
de su trabajo. La casa es de un solo piso, con techo muy
alto. Cuenta con un sótano que se utilizaba para almacenar
suministros. Las piezas principales son dos cuartos. En el
menor estaba instalada la farmacia, y el otro era un almacén
de provisiones.
El farmacéutico era Eduardo Gamboa, padre del ingeniero
del mismo nombre que a principios de la década de los setenta
fue el gerente general de La Jabonera. Eduardo hijo, su hermana
y sus padres vivieron algunos años cerca de la casa de piedra.
En la sombra de unos pinos salados Sawnie instaló un
taller para mantener su equipo agrícola y atender a los
agricultores vecinos.
Alfredo Dipp Varela, quien vivió en El Caimán desde
septiembre de 1941 hasta la primavera de 1944, cuando era
inspector de campo de La Jabonera, fecha en que cambió
su oficina al Kilómetro 43, ahora Guadalupe Victoria, nos
cuenta que Sawnie era muy buen mecánico-soldador, en
aquellos años en que había pocos capacitados en este oficio.
Sawnie ayudaba a sus vecinos en trabajos de reparación y
*Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A. C.
5
1942. La casa de piedra. Colonia Venustiano Carranza, valle de Mexicali, B.C.
soldadura a su equipo agrícola. Era muy apreciado en la
comunidad porque les daba crédito y cobraba poco por sus
servicios. Además, aun cuando el equipo que hubiera que
reparar estuviera en pésimas condiciones se las ingeniaba
para hacerlo funcional. Con esa ayuda el ranchero podía
seguir trabajando sus siembras.
Actualmente, Pedro Palmerín –quien en ese tiempo vivía
con sus padres en un rancho cercano– es el dueño de la
casa de piedra y de las 80 hectáreas que trabajaba Sawnie.
Nos cuenta que en una ocasión su papá, Cándido, llevó un
1
fresno1 con su amigo Swanie para ver si le hacía el favor de
repararlo. Aparentemente, el fresno ya estaba en las últimas
porque Swanie lo vio y dijo al papá de don Pedro: “¡Oye,
Cándido! Esto es como si yo fuera sastre y me trajeras nada
más un botón para que te arreglara tu traje”.
Debido a las frecuentes inundaciones en el área de El
Caimán, Sawnie Robertson se cambió a vivir más al oeste,
estableciéndose por el río Hardy, en la colonia que lleva
todavía el nombre de este agricultor-mecánico-soldador y
buen vecino.
Para la gente joven que nunca ha visto un fresno, éste es un artefacto agrícola que se utilizaba en la nivelación de terrenos y en la construcción de canales y bordos.
Generalmente medían 1.5 metros (cinco pies) de ancho y eran jalados por una yunta de cuatro caballos o mulas. Los fresnos podían transportar aproximadamente
un metro cúbico de tierra. En el valle de Mexicali-San Luis, en los primeros años e incluso hasta la década de los cuarenta, muchos de los bordos de defensa contra
las inundaciones del Río Colorado, los trabajos de nivelación y construcción de canales eran hechos con fresnos y otros instrumentos más pequeños llamados
escrepas. Estos últimos eran jalados, generalmente, por un par de caballos o mulas. Entre las personas conocidas de Mexicali que en su juventud hicieron el
duro trabajo de manejar fresnos estaban Cleofas y Eligio Chacón, agricultores pioneros del valle. Ellos, entonces jóvenes, trabajaron en la construcción del
bordo Rodríguez. Con el tiempo, los fabricantes hacían fresnos más grandes y los equipaban con ruedas, que aligeraban el trabajo para las yuntas y permitían
transportar más tierra en cada movimiento.
6
Años más tarde, con otro grupo de
agricultores, Robertson se fue a abrir
tierras en la región de San Quintín y ya
no regresó al valle de Mexicali.
Con el tiempo, la casa de piedra se
habilitó como templo de alguna religión
protestante y luego sirvió como bodega
para almacenar fertilizantes y otros
materiales. Actualmente, el interior y el
techo están semidestruidos y el sótano
tiene unos treinta centímetros de agua,
que se ha filtrado de los campos agrícolas
y del mismo barranco Pescaderos. Pero
las paredes masivas están intactas y tan
atractivas como siempre fueron.
2002. Frente a la casa de piedra. De izquierda a derecha: Pedro Palmerín, James Griffin,
persona no identificada y Alfredo Dipp.
R.C.B.
1956. Avenida Reforma entre calles Morelos y México. Al fondo, la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe (hoy catedral);
a la derecha destaca el anuncio de restaurant Blanca Nieves, a la izquierda el del Café Legaspi, donde hoy se ubica la
mueblería Salinas y Rocha. Sobresalen los automóviles de esa época: estacionados a la izquierda Chevrolet 42, Ford 41,
Plymoth 53, Oldsmobile 53, y a la derecha, Ford 51, Mercury 55 y Chevrolet 50; circulando Chevrolet 49 y Mercury 54.
Obsérvese el semáforo de “piñata”.
7
Eduardo Aranda Ávila: una vida de esfuerzos
Cecilia Aranda Miranda*
D
ebido, principalmente, a las inundaciones de 1905
y 1906,1 muchas de las familias pioneras que
arribaron a estas tierras y que contribuyeron al
poblamiento de Mexicali se trasladaron a radicar a la vecina
ciudad de Caléxico, California, pues ésta última se encontraba
protegida por bordos de defensa; en cambio, Mexicali, anegada
completamente, tuvo que abandonarse casi en su totalidad.
Más adelante, en 1911, nuestra ciudad, aún en ciernes, fue
invadida por el ejército floresmagonista durante cinco meses,2
lo que causó pavor en la mayoría de la población, y como
Caléxico resultaba un lugar más seguro, varias familias
decidieron cambiar su residencia a ese poblado.
En aquellos años había libertad para cruzar la frontera
y radicar al otro lado, lo que ocasionó que muchas familias
del centro del país que emigraban a estos valles decidieran
tener como residencia la ciudad de Caléxico. Ése fue el caso
del matrimonio formado por Benjamín Aranda y Elena
Rodríguez, originarios de Chihuahua, Chihuahua, abuelos
paternos de nuestro personaje, don Eduardo Aranda Ávila.
Don Eduardo nació el 22 de octubre de 1924 en Caléxico.
Sus abuelos maternos, Manuel Ávila y Rosario Camacho
–también pioneros de la región– habían arribado a Mexicali
en 1912, procedentes de la Baja California Sur en el barco La
Pacita, como muchos otros fundadores de la ciudad.3
Eduardo residió 17 años en Caléxico, hasta principios de
1942, fecha en que sus padres, Eduardo Aranda Rodríguez y
Ana Ávila de Aranda, decidieron trasladarse con su familia
a radicar a Mexicali por los problemas que la guerra les
ocasionaba.4 Eduardo recuerda que ellos le platicaban que
entonces no había ni agua en este lugar. El abuelo había
establecido la primera línea de taxis, con solamente tres
unidades marca Ford-T, y la única ruta era de la garita a
Palacio de Gobierno (hoy Rectoría de la UABC).
Eduardo había cursado sus estudios de primaria en la
Escuela Cuauhtémoc (actual Casa de la Cultura). Todos los días
cruzaba la frontera hacia el lado mexicano. Comenta que con
frecuencia los oficiales de inmigración lo cuestionaban sobre
por qué estudiaba en México, siendo ciudadano estadounidense
residente de Caléxico, y él no entendía las razones por las que
le abrían y revisaban sus libros y cuadernos.
Poseedor de una memoria privilegiada, don Eduardo
tiene presentes los nombres de sus profesores de primaria.
Algunos de ellos fueron: Juanita Martínez, en primer año;
Carmen Rivera, en segundo; el profesor Ruiz, en tercero (de
él comenta que era muy deportista y le gustaba mucho el
basquetbol); Roberto Cevallos, en cuarto; el profesor Núñez,
en quinto, y Héctor Migoni, en sexto (este último, dice, era
muy estricto en todos los aspectos).
En aquellos años, recuerda también, la Escuela
Cuauhtémoc ofrecía sus clases en el horario matutino para
las niñas, y en el vespertino para los niños.
Interesado por la radiotecnia, siendo muy joven Eduardo
realizó estudios por correspondencia en la escuela National
School de Los Ángeles, California, y los concluyó en
diciembre de 1941.
Además se inclinó por la telegrafía (clave morse), pero
no sólo como aficionado, sino que se capacitó en la estación
inalámbrica que estaba por la avenida Obregón, entre las calles
México y Bravo. Los cursos se los impartían Enrique Villegas
Leyva, Ricardo Girón y el señor Acosta, quienes trabajaban en
* Catedrática del Instituto Tecnológico de Mexicali.
1
Construido el sistema de canales y represas desde el Río Colorado a los valles de Imperial y Mexicali; en 1905, 1906 y 1907 se rompió la represa principal Rolkwood,
y todo el caudal del río corrió por el canal Álamo, en lugar de seguir su cauce normal hacia el Golfo de California, por lo que inundó los dos valles.
2
Iniciada la revolución mexicana el 20 de noviembre de 1910, los hermanos Flores Magón armaron un ejercito en Los Ángeles California, que invadió Mexicali el
29 de enero de 1911, movimiento que perduró hasta junio de ese mismo año.
3
Cuando se conoció en el resto de México el emporio agrícola que se estaba desarrollando en los valles Imperial y Mexicali, miles de connacionales se trasladaron a estas
tierras. Dos eran las rutas de traslado: una, partiendo de Nogales, Sonora, desde donde se cruzaban a los Estados Unidos y por ferrocarril llegaban a Mexicali; y otra, en
barcos que recorrían Topolobampo (Sonora), Santa Rosalía (Baja California Sur), Guaymas (Sonora) y La Bomba (Baja California), es decir, El Mayor, en el río Hardy,
desde donde los pasajeros eran transportados en camiones de redilas hasta Pascualitos para que abordaran el ferrocarril Intercalifornia hasta el poblado de Mexicali.
4
En diciembre de 1941, Estados Unidos ingresó a la segunda Guerra Mundial y el ejército obligó a participar en ella a todos los jóvenes mayores de 18 años. Esto ocasionó
que muchas familias mexicano-estadounidenses tomaran la determinación de regresar a radicar a México para evitar que sus hijos de esas edades fueran reclutados.
8
1915. Mexicali, Baja California.
Familia Ávila Camacho. De
izquierda a derecha, de pie, Ana
(mamá de Eduardo Aranda
Ávila), Trinidad e Isidro.
Sentados: Rosario Camacho de
Ávila y Manuel Ávila. Al frente,
recargado, Diego (quien toda su
vida trabajó en la Cervecería de
Mexicali).
Los abuelos maternos de Eduardo
llegaron a Mexicali en 1912.
ese lugar, y como favor especial le daban clases a la hora en que
ellos podían hacerlo. Fue ahí donde en 1948 inició su amistad
con Augusto Hernández Bermúdez, el locutor más oído en los
últimos cincuenta años en Mexicali. A la fecha, a sus 85 años, en
su mente Eduardo aún tiene grabado el código que utilizaban.
Desde los 17 años ingresó a trabajar en el Garage
Aranda, taller mecánico donde se reparaban y hacían piezas
especiales para la industria y la agricultura. Era propiedad
de su padre y estaba ubicado en la calle Morelos y la avenida
Hidalgo. Más tarde, con la ayuda de su padre emprendió su
primer negocio, que estaría dedicado a la venta y reparación
de radios y tocadiscos; la mayoría de sus clientes eran
agricultores del valle de Mexicali. A ése, su primer negocio,
lo llamó Electrónica Aranda y lo situó contiguo al garage.
Las marcas que vendía de radiotocadiscos eran Telefunken,
de nacionalidad alemana, y Phillips, holandesa, ya que, por
motivos de la guerra, Estados Unidos fabricaba sólo para su
mercado interno y por consiguiente no exportaba.
Eduardo hacía las compras en México, D.F., a través de
su representante en esa zona, el ingeniero alemán Ernesto
Koller. Los gabinetes de los radiotocadiscos llegaban
muy lastimados, por las deficiencias en transportación y
empaquetado que se tenían en esos tiempos. Dice que hasta
le daban ganas de llorar al ver lo dañada que recibía la
mercancía. Por ello, se vio en la necesidad de contratar un
ebanista, que se dedicaba a reparar lo necesario.
En el año de 1954, cuando Yuma, Arizona, tuvo su primer
canal de televisión (canal 11, KIVA, en blanco y negro),
Eduardo decidió darle un nuevo giro al negocio. Lo denominó
Radio Electrónica Aranda, y agregó la venta y reparación
de televisores marcas Olympic, General Electric y Sylvania,
también comprados en el D.F., así la como instalación de
equipos de sonido. Recuerda que el primer equipo que
tuvo la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe (hoy
catedral), así como el de la parroquia de San Antonio, en
Pueblo Nuevo, fueron instalados por él.
Años de crecimiento
Terminada la segunda Guerra Mundial, Estados Unidos
empezó a surtir al extranjero y entonces se facilitaron los
negocios, sobre todo por la ubicación geográfica; ya se podía
comprar en lugares tan cercanos como Los Ángeles y San
Diego. En esos años, el valle de Mexicali vivía su época de oro,
y había mucho dinero. Para entonces ya Eduardo les vendía a
los agricultores: televisiones, radios, tocadiscos, plantas de luz,
y les instalaba antenas, pues era casi imposible captar señal
9
1966. Eduardo en el interior de su taller.
1948. En el aeropuerto (hoy Ciudad Deportiva), Eduardo Aranda y
Francisco Miranda Otero.
1959. Taller Aranda, ubicado en calle Morelos y avenida Hidalgo, en
el centro de la ciudad.
10
sin ellas. Recuerda que tenía que irse al amanecer con dos de
sus ayudantes para poder llegar al valle, pasando por caminos
peligrosos y puentes provisionales hechos con tablones para
atravesar los canales; y cruzaban el Río Colorado en panga.
A él siempre le daba mucha preocupación que llegara a sufrir
un accidente que lamentar. Siempre el regreso era entrada
la noche, por lo que tuvo que instalar en el techo de las
camionetas unos reflectores para poder iluminar los caminos.
Muchas veces debían pasar por el bordo de los canales; pero,
si no calculaban bien al manejar, corrían el peligro de caerse,
por la poca visibilidad que había.
Eduardo vio levantarse las tolvaneras por las principales
calles de Mexicali aún sin pavimento, durante las décadas
de 1940 y 1950, mientras la ciudad iba convirtiéndose poco
a poco en un emporio económico gracias a la agricultura de
su valle y al crecimiento de su comercio.
Otro de sus gustos o aficiones fueron las clases de vuelo. Las
impartía el piloto Gustavo Grijalva en el aeropuerto, ubicado
entonces en lo que hoy es la Ciudad Deportiva, por la avenida
Cuauhtémoc. Eran alrededor de treinta alumnos los que salían
hacia La Rumorosa y San Felipe en avionetas de doble ala.
En el año de 1950 Eduardo contrajo nupcias con Conchita
Miranda Otero, originaria de Magdalena, Sonora, quien había
llegado en compañía de su familia a estas tierras en 1937.
Tuvieron diez hijos, todos hoy son profesionistas: Eduardo,
Ana Cecilia, Jorge Alberto, Mario Armando, Connie, Silvia,
Leticia, Rubén, Rosela y Manuel Javier.
Don Eduardo fue miembro del grupo de señores de Acción
Católica, en el tiempo en que se construía la parroquia de
la Inmaculada Concepción en la colonia Industrial. Dicho
grupo se llamaba Unión de Católicos Mexicanos (UCM), y
en él tuvo compañeros como: Guillermo Aguilar, Miguel y
Alonso Coria, Miguel Coronado, Ignacio Dávila, Guillermo
Dávila Valdez, Leopoldo Díaz Huerta, Fidel Lozano y José
Torres, entre otros.
Formó parte también de los Caballeros de Colón, con
el honor de haber sido “Gran Caballero” (presidente) por
dos periodos consecutivos. Entre otras cosas, se dedicaban
a la labor social, auxiliándose de la ayuda católica que se
recibía de Estados Unidos durante la década de 1960. Parte
de esa actividad consistía en repartir ropa y provisión a
las familias de escasos recursos. A este grupo pertenecían,
entre muchos otros: Miguel Aguilar, Pedro Aladro, Jorge
Alcántara, Agustín Arreguín, Armando Cantón, Rubén
1978. Familia Aranda Miranda.
De izquierda a derecha, de pie, Eduardo hijo,
Eduardo papá, Rubén, Rosela, Jorge Alberto,
Manuel Javier (niño), Mario Armando
y Conchita (mamá).
Fila de enfrente: Silvia, Ana Cecilia, Conni
y Leticia.
Celaya Gortari, Raúl Cenizo, Héctor Corral Parra, Manuel
Chacón Pérez, Rubén Dávalos, Guillermo Dávila Valdez,
Ricardo Díaz Ruiz Esparza, Ernesto Femat Romo, Pedro
Fernández Torres, Guillermo Figueroa Velázquez, Alfonso
Gaxiola, Leopoldo Güitrón, Pedro Guzmán, Eduardo Ibáñez,
Agustín Lares Trujillo, Fidel Lozano, Carlos Maldonado,
Eloy Moreno, José Moreno, Alfonso Posada, Luis Ramírez,
Amado Robles, Efrén Romero Martínez, Enrique Sáenz del
Val, Fidel Sánchez Moreno, Domingo Shutón, Serafín Sodi,
Luis Solís, Marín y Gustavo Vázquez Gudiño, Ignacio Terán
Robles, Alfonso Torres Madrazo y Jorge Walther.
El grupo Aranda
A finales de la década de 1960, cuando Mexicali se industrializó,
Eduardo decidió emprender, junto con su hijo mayor y por
iniciativa de éste (ingeniero industrial, de su mismo nombre),
un negocio dedicado al embobinado y la venta de motores
eléctricos para la industria en general. Denominado Aranda
Embobinados Industriales, se localizó primeramente en la
avenida Colón y luego se cambió a la avenida Fundidores,
de la colonia Industrial. Ahí embobinaban motores desde un
cuarto hasta 250 caballos de fuerza.
Hacia mediados de 1980, con otro de sus hijos, Mario
Armando (también ingeniero industrial, y que contaba ya
con experiencia en el ramo hidráulico), formaron un solo
grupo, por medio del cual pudieron ofrecer al mercado
mexicalense otros servicios, como la venta de equipo de
bombeo para aguas claras y negras, tubería de PVC y hierro
dúctil, motobombas, tanques hidroneumáticos, válvulas y
accesorios, bajo la nueva denominación de Aranda Sistemas
y Equipos Hidráulicos. Esta empresa actualmente se localiza
en el bulevar Lázaro Cárdenas.
El grupo Aranda se ha desarrollado también en el campo
industrial, con Fundidora del Desierto, dedicada a la
producción de piezas de fundición de hierro gris, bronce y
aluminio, a cargo del hijo menor, Manuel Javier, igualmente
de profesión ingeniero industrial.
En el campo de la construcción, el grupo participa con
su constructora Arca del Pacífico. Esta empresa –donde
ya intervienen dos de los nietos de don Eduardo– se dedica
a la infraestructura urbana, carretera, hidráulica y de
tratamiento de aguas, destacándose la construcción de
plantas de bombeo, puentes, acueductos, carreteras, plantas
potabilizadoras y de tratamiento de aguas negras.
A principios del siglo XXI, don Eduardo Aranda Ávila se
retiró de los negocios, cuando cumplió los 80 años de edad.
Al lado de su esposa, doña Conchita, ha dejado a su familia la
mejor de las herencias: sus profundos valores y comprobada
solidez moral, y, sobre todo, la formación que da la buena
educación..
11
De vuelta a la preparatoria.
Historia de un movimiento estudiantil
E
n 1965 me inscribí en el segundo año de preparatoria,
pues me había propuesto concluir mis estudios de
bachillerato, iniciados en 1963, los cuales había
interrumpido por causa de un accidente automovilístico.
Al incorporarme a mi escuela, el ambiente en general era el
mismo; los compañeros con los que conviví por espacio de un
año escolar habían terminado su preparatoria e iniciado sus
estudios profesionales en diferentes universidades del país,
mientras algunos los habían proseguido en nuestra todavía
joven universidad.1 Me correspondió el segundo “B” matutino.
El grupo lo integraba una mayoría de alumnos que no rebasaban
los veinte años y varios que ya éramos veinteañeros.
Las clases iniciaron con normalidad y con ello el
periodo de irse conociendo, tanto internamente como con
los compañeros de los otros grupos de primero y segundo
grados. Al mes de haber comenzado el periodo escolar,
salió la convocatoria para la integración de la nueva mesa
directiva de la sociedad de alumnos. De inmediato cundió
el entusiasmo entre los estudiantes y a los pocos días ya
existían dos planillas: la azul, encabezada por Eduardo G.
Almeida Armenta (quien contaba con credenciales de haber
sido dirigente en la afamada Secundaria 18), y la guinda,
presidida por el joven estudiante y profesor normalista José
Luis Alonso Vargas.
Acerca de este episodio, transcribo lo que relata éste
último (apodado El Chelís):
Antonio Tello Álvarez*
De esa manera fuimos elaborando la planilla color guinda, para
disfrazar lo rojo, que realmente éramos, conmigo a la cabeza
como candidato a presidente… Mis rivales fueron Eduardo
Almeida, candidato a presidente por la planilla azul, y Antonio
Álvarez Tello, por la planilla naranja. Los seguidores de mi
planilla eran los chavos más bravos de la escuela, principalmente
del turno vespertino. Los de Eduardo eran principalmente las
mujeres fresas del turno matutino.
Según afirma El Chelís, hubo una tercera planilla, pero
realmente no fue la naranja, ni la encabezó Antonio Álvarez,
sino la dorada, encabezada por el hoy ingeniero Juárez
Rodelo, y en la que yo fungía como organizador y candidato
a ocupar la secretaría de Prensa y Propaganda.
Otros integrantes de la planilla dorada fueron los ya
fallecidos Manuel Jiménez Gutiérrez (que se recibió de
abogado por la Universidad de Sonora, habiendo sido
condiscípulo del licenciado Milton Castellanos Gout),
Guillermo Madrigal (fogoso orador y muy carismático),
Ricardo González Reyes, Amado Sobampo Castañeda,
Joel Ayala Almeida (este último ha sido diputado federal
en dos ocasiones, senador y actualmente presidente de la
Federación de Trabajadores al Servicio del Estado [Fetse]).
Contábamos con muchos simpatizantes, entre ellos Sabino
Rubio, que en ese año había organizado el conjunto de rock
Los Concert´s.
*Miembro de la Sociedad de Historia Centenario de Mexicali, A. C.
1
La Universidad Autónoma de Baja California contaba ya con la Escuela Superior de Ciencias Sociales y Políticas, además de la Escuela de Ciencias Marinas, entre
otras.
12
1970. Edificio de aulas de la Escuela Preparatoria de Mexicali (hoy Plantel Mexicali del Cobach), con frente a la avenida Zaragoza.
En fin, a pesar de haber entrado a la lucha electoral
estudiantil un poco tarde, nuestro grupo estaba interesado
en formar una nueva mesa directiva ya que la anterior
estaba integrada por algunos fósiles, revoltosos y agitadores
profesionales por el lado de los de izquierda. Y por el lado
de los azulados de Almeida –aunque hay que reconocer
que lo acompañaban muchachos como Manuel Ibarra y
Guadalupe Sánchez León, que se recibirían de economistas;
Aidé González Sevilla, que sería abogada, y otros muchachos
entusiastas– nos dimos cuenta de que eran manejados
abiertamente por el subdirector de la escuela, el químico
Alejandro Aranda. Fue así que, ante esas reflexiones, nos
lanzamos a la lid, iniciando la edición de un periodiquito
mimeografiado al que le puse el nombre de El Tecolote
Dorado, en homenaje y recuerdo de mi tío, el periodista
Alfonso Tovar Álvarez, que allá por los años cincuenta
sacaba a la luz su semanario noticioso-humorístico llamado
El Tecolote, en el cual me tocó en suerte ayudar a elaborarlo
y venderlo en calidad de voceador.
Las elecciones se llevaron a cabo, resultando triunfadora
la planilla azul, del compañero Eduardo Almeida (él incluso
llegaría a destacar en la política nacional). Mas sus rivales,
tanto de la planilla guinda como de la dorada, no quedamos
conformes; los primeros, por haber perdido el instrumento
legal para realizar su agitación, y los segundos, ante la
pasividad de los almeidistas para plantear ante la dirección
los problemas que aquejaban a la escuela, en laboratorios,
canchas y otras necesidades. La planilla guinda inventó
un consejo estudiantil con la intención de controlar a la
mayoría de los jefes de grupo; los dorados continuábamos
con la impresión de El Tecolote Dorado, publicación en la
que aprovechábamos para seguir exhortando a nuestros
dirigentes a iniciar acciones más concretas sobre los
problemas de la escuela.
Cabe mencionar un hecho político de suma relevancia en
el estado: el primero de noviembre de ese año de 1965 había
tomado posesión como nuevo gobernador el que había sido
gerente del ferrocarril Sonora-Baja California, ingeniero Raúl
13
Sánchez Díaz. Como es lógico, hubo relevo de funcionarios.
En ese entonces la situación de la UABC –a la que estaba
incorporada la preparatoria Mexicali– era precaria en lo
económico: el apoyo mínimo que le había otorgado Braulio
Maldonado no había variado significativamente durante
el gobierno del ingeniero Eligio Esquivel Méndez, mucho
menos en el de su efímero relevo (ante su sorpresiva muerte
el último año de su gestión), el doctor Gustavo Aubanel
Vallejo. Por ello, esta vez se esperaba un fuerte impulso por
parte de Sánchez Díaz.
Mas, de pronto, en medio de aquella efervescencia
estudiantil, el factor agitación hizo su aparición, además de
la publicación de artículos en la prensa que cuestionaban
la permanencia del doctor Santos Silva Cota, quien había
asumido la rectoría a la muerte del primer conductor de la
universidad en su etapa inicial, licenciado José González
Cordero. La universidad que había recibido el doctor Santos
Silva era un alud de problemas por falta de recursos; los
años que había estado al frente habían sido verdaderamente
duros, y ahora se le pagaba, pidiéndose su remoción, dizque
en cumplimiento de la Ley Orgánica.
Transcribo unos párrafos del libro Miradas desde la
frontera:
Los de la prepa Mexicali demandaban mi salida desde 1959,
comenta de buen humor Santos Silva. “La inconformidad
contra Santos Silva no era únicamente del sector estudiantil
universitario, sino de otros de la sociedad bajacaliforniana.
Castro Bojórquez menciona la denuncia hecha por Lorenzo
López González, quien fuera director de Acción Cívica y
Cultural del gobierno del estado de Baja California, por el
incumplimiento de la normatividad establecida en la Ley
Orgánica de la universidad estatal (Castro Bojórquez, 2006:71).
[…] “Estábamos convencidos de que teníamos que luchar por la
Universidad y que el malo era el rector”, acepta Sánchez León,
y añade: “Él era el tesorero, el secretario, el rector, todo, y se
decía que la UABC no prosperaba porque teníamos un cacique.2
2
Por la experiencia directa que tuvimos en esos
acontecimientos, he de decir que Eduardo Almeida –ante
la presión ejercida por los rojillos de la planilla guinda, del
estudiante Alonso Vargas–, nos llamó a los de la perdedora
planilla dorada y propuso una reestructuración de su mesa
directiva, para lo cual ya había hablado con su equipo y lo
apoyaban totalmente. Nos ofreció cuatro secretarías, a saber:
la general, que pasó a poder de nuestro ex candidato, Juárez
Rodelo; la de Organización, a Manuel Jiménez Gutiérrez;
la de Conflictos, para Guillermo Madrigal, y la de Prensa y
Propaganda, para Antonio Álvarez. Del lado de Almeida:
Manuel Peña Ibarra, como vicepresidente; Guadalupe
Sánchez León, como secretaria de actas, y Aidé González
Sevilla, como tesorera.
De esa manera integramos la planilla azul y la dorada en
un frente común, con el objeto de neutralizar las actividades
de los guindistas, convertidos en un consejo estudiantil de
dudosa representación. Por supuesto que no les quitábamos
su derecho a participar en las legítimas luchas estudiantiles,
que fueran apoyadas por la base, para lo cual se efectuaban
continuas asambleas generales.
Con esta nueva integración recorrimos las preparatorias
del estado, informando y solicitando el apoyo de las
comunidades estudiantiles. Se nos invitó a platicar con el
gobernador Sánchez Díaz, ante quien fuimos conducidos
cordialmente y por nuestra propia voluntad. Asimismo,
tuvimos una larga charla con el rector, en nuestras oficinas
de la calle B, en la que recuerdo al doctor Santos –que se fumó
no menos de tres cajetillas– narrándonos detalladamente
la historia de la universidad, sus vicisitudes y carencias, y
todo ello sin el mínimo asomo de reclamo o reproche para
los estudiantes. El desenlace ya lo conocemos todos: el
considerado verdadero primer rector entregó la rectoría a
Pedro Mercado Sánchez, el 29 de junio de 1966.
De esta manera concluyo mi narración de estos recuerdos
cuya intención es la de contribuir a enriquecer el acervo
que se tiene de ellos, y para que investigadores con mayor
preparación y mejores recursos coloquen a cada personaje
en el lugar que le corresponda.
Grijalva y Mancilla (2006:62), citado en Aidé Grijalva y José Alfredo Gómez Estrada, “Estudiantes y compromiso social: la Federación Estatal de Estudiantes
Bajacalifornianos” en Miradas desde la frontera: Estudios sociales sobre Baja California, México, UABC, 2008, pp. 214-215.
14
La historia sin pudores ni liviandades
Jesús López Toledo*
H
ace algunos años, en un curso para maestros
de Historia de México, que yo impartía, leímos
un texto sobre Benito Juárez publicado en la
revista Nexos. El contenido versaba sobre el peregrinar de
Juárez por el norte del país. En un momento de descanso, el
Benemérito se pone sus pants, trota unos minutos, descansa,
y en eso aparece una dama que se ofrece para mitigar su
cansancio. Juárez, caballerosamente, agradece tal gesto,
se retira; la mujer entiende la respuesta por la presión y
cansancio de esos momentos álgidos.
La lectura de este pasaje sobre el patricio oaxaqueño, en
el que su autor lo acercaba al ser de carne y hueso, el mortal,
motivó el enojo de varios profesores, que me lanzaron toda
clase de adjetivos desaprobando el haberles presentado ese
texto. El hombre adusto, inexpresivo, no podía ser visto como
un hombre con sentimientos iguales a los demás mortales,
como lo concibió la imaginación de un escritor. Seguramente
los detractores de Juárez, esa ultraderecha que no le da
un momento de reposo a Benito, no se hubieran sentido
ofendidos, por el contrario, hubieran aprovechado para echar
más paladas de desprestigio sobre su tan odiado personaje.
En otro momento de mi vida profesional, en la
clase de Historia de México con un grupo nocturno de
preparatoria, mis alumnos propusieron alejarnos de la
visión historiográfica, tan llena de datos pero tan ajena de
reflexiones críticas y, en su lugar, investigar la vida de los
personajes históricos más sobresalientes, pero destacando la
vida personal, la vida en familia, sus aficiones, gustos y hasta
excentricidades. Huelga decir que el resultado fue asombroso;
desconozco de dónde sacaron tanta información novedosa
para la mayoría del grupo, sobre todo porque este pasaje
se ubica en los lejanos tiempos de la carencia de la internet.
Un acto de desacralización se había llevado a cabo dentro
de los más limpios límites de la curiosidad sistematizada.
Amores prohibidos, hijos naturales, ferias regionales, peleas
de gallos, carreras de caballos, encuentros amorosos, todo
lo que hoy, en este año de los cien y los doscientos años de
insurgencia, está resurgiendo con mucha fuerza. Nunca volví
a repetir tan bonita e inolvidable experiencia.
Debo confesar que metí a mis hijos en varios problemas
durante su vida escolar, pues comentaba con ellos episodios
como el de la fundación de la gran Tenochtitlán basado
en el libro de Justo Sierra, La evolución política de México.
Ahí el Educador de América afirmaba que los aztecas no
anduvieron buscando el águila devorando una serpiente,
parada sobre un nopal en medio de una laguna. Su peregrinar
tenía como finalidad, según Justo Sierra, encontrar el agave,
la planta de la cual elaboraban “la bebida que hacía felices a
los dioses”. La sorpresa de sus maestros terminó en castigos
o represiones y llamados al respeto, pero no pudieron rebatir
con argumentos serios la tesis de Justo Sierra.
Con el pasaje histórico de los “Niños Héroes” ocurrió
lo mismo. Mis hijos les pedían a sus maestros un libro de
historia no oficial, un libro imparcial, en el que no se
escribieran las gestas de los cadetes del Colegio Militar en la
forma poética, romántica, melodramática, fantasiosa como
tradicionalmente se imparte en las escuelas públicas y en no
pocas particulares.
* Profesor y sociólogo.
15
Y así la lista de dudas históricas continuaba, pidiendo
pruebas concretas del Niño Artillero, del Pípila, del celibato
de Hidalgo o de Morelos, de la piedad y misericordia de la
iglesia católica, de los efectos devastadores de la Inquisición,
del odio de Juárez por la iglesia católica tradicional, y las
dudas existenciales, son secuelas que mis hijos todavía
reviven por ciertos momentos.
En la enseñanza de la Historia de México se ha dejado de
lado, por incómoda, porque requiere de una cierta dosis
de reflexión y pensamiento crítico encontrar el lenguaje
simbólico de héroes y etapas históricas, en la conformación
de nuestra identidad nacional. Bucear a profundidad
para hallar el mensaje oculto en los afanes de Juárez para
separar a la iglesia del Estado, descifrar el significado de
los actos heroicos de los cadetes mexicanos ante la invasión
16
de los Estados Unidos, la mutilación de nuestro
territorio nacional por el país vecino, interpretar
objetivamente la noche de los tres siglos o los
resultados de la política porfirista en el desarrollo
de la sociedad mexicana, por mencionar solamente
unos ejemplos en donde el trabajo crítico, mental,
desapasionado, sin fundamentalismos, nos ofrece
una lectura rica, variada, sabrosa, diferente y en
momentos antagónica de la casi intocable historia
oficial.
Hoy ha surgido con más fuerza una corriente
histórica que pretende mostrarnos a nuestros héroes
alejados de esa visión limitada, convenenciera que
la historia oficial nos ha endilgado desde siempre,
debida a la celebración del bicentenario y del
centenario de la Independencia y la Revolución
mexicanas. Para algunos serán actos sacrílegos,
escandalosos, ofensivos y para otros vendrán a
refrescar con la cristalina agua del respeto que surge
de un mayor conocimiento. Bienvenida la historia
alternativa a la historia oficial. Debe ser vista como
un complemento a la historia de bronce, el faltante,
la pieza pendiente para tener una visión holística y
una lectura integral de las raíces de nuestra identidad.
Tratar a nuestros héroes y sus hechos como iguales,
guardando el mismo respeto que guardamos a nuestros
semejantes, sin apoyarse en fanatismos, sin inyectar odios,
con las vísceras en su lugar, es una tarea casi obligada, que no
hemos hecho sobre todo por comodidad, porque no tenemos
el hábito de la lectura por placer y porque apoltronados
en nuestra zona de confort, queremos que se nos de todo
digerible. Vicente Fox, junto a otros hermanos de fe y
conciencia son una clara muestra de la falta de respeto, de
la ausencia de argumentos críticos y racionales para leer
desapasionadamente la Historia de México. La tarea no es
simple, las inercias y los intereses son muchos; sin embargo,
este 2010 nos promete muchas sorpresas agradables.
Muchos velos se van a descorrer y muchas pasiones se van a
despertar. Los mitos son de vigenciaa limitada.
lim
m
El Teatro del Estado
Rubén Castro Bojórquez
E
l primero de octubre de 1977 se inauguró el Teatro
del Estado en Mexicali, considerado, en ese
tiempo, como uno de los mejores del país en diseño
e instalaciones. Para tal acontecimiento sirvió de marco la
celebración del Festival Octubre Internacional que consistió
en la presentación de grupos artísticos de todo el mundo que
durante quince días admiraron a los mexicalenses.
El gobernador del estado licenciado Milton Castellanos
Everardo cumplía así con un anhelo que los amantes de la
cultura y las artes le habían expresado durante su campaña
política. Él encomendó la realización del proyecto al director
de Difusión Cultural del Estado licenciado Jorge Esma Bazán
y al ingeniero José Antonio Sánchez Hernández, titular de
la Secretaría de Obras Públicas del Estado.
Jorge Esma Bazán, prestigiado promotor cultural y
director de teatro, supervisó personalmente todo el desarrollo
del proyecto y la construcción del inmueble, y por parte de
la Secretaría de Obras Públicas se nombró como asesores a
los arquitectos Daniel Gutiérrez Carrera y Roberto Gómez
Delgado. El proyecto y supervisión de la obra estuvo a
cargo de Eduardo Lomelín Velasco, María del Rosario Díaz
Ochoa, Iker Allen Martínez y Norma Alicia Vélez Salomón,
estudiantes del último año de la carrera de arquitectura de la
Universidad Autónoma de Baja California (UABC), coordinados
por el arquitecto Leopoldo Carrillo González, maestro de la
escuela; este trabajo les sirvió como tema de tesis, y por medio
de ésta en 1976 se titularon de arquitectos.
A partir de 1974, las primeras generaciones de egresados
de la Facultad de Arquitectura (1969) realizaban proyectos
que les encomendaban el gobierno del estado, el gobierno
municipal, o el sector productivo. El proyecto del Teatro del
Estado en Mexicali fue el ejemplo más exitoso del programa
de titulación por ese conducto.
Durante más de seis meses el grupo de arquitectos, asesores
y pasantes, visitó otras instalaciones del país, entrevistó
a escenógrafos, directores teatrales, actores y técnicos
especializados, y estudió las necesidades requeridas en ese
rubro para llegar a desarrollar un programa arquitectónico. El
anteproyecto se modificaba constantemente ante la supervisión
de Jorge Esma Bazán, hasta que se llegó a una solución final de
la cual se realizó el proyecto ejecutivo. Norma Vélez, Iker Allen,
Rosario Díaz y Eduardo Lomelín trabajaron como nunca lo
habían hecho, contra reloj, bajo la supervisión y ayuda de los
arquitectos Roberto Gómez Delgado, Daniel Gutiérrez Carrera
y Leopoldo Carrillo González.
Algo de historia
La ciudad de Mexicali, desde sus orígenes requirió los
servicios de un local para la presentación de pequeñas obras
de teatro, dada su calidad de frontera con California, que se
convertía rápidamente en la meca del cine y la diversión.
El primer salón de ese tipo, del que se tenga memoria es
el Teatro México, ubicado en la avenida Porfirio Díaz (hoy
Madero), entre las calles Melgar y Azueta. Su presencia en el
naciente poblado fue efímera, probablemente de 1915 a 1920.
El segundo local que sirvió como escenario para
presentaciones teatrales y de música y danza, fue el auditorio
de la Escuela Cuauhtémoc. Ésta fue construida entre 1915
y 1916, y su pequeño teatro ha dado servicio por más de
noventa años. En más de cinco ocasiones se ha rehabilitado
todo el edificio y, en forma muy especial, el auditorio.
En la década siguiente, al construirse las escuelas
primarias Leona Vicario (1924) y Benito Juárez (1926) se les
dotó de pequeños auditorios que servían entre muchas otras
cosas para presentar obras de teatro infantiles.
En el año de 1927 se construyó el Teatro Municipal
,ubicado en avenida Reforma y la hoy calle Peritus.
Desconozco cuántos años funcionó como teatro, pero
si sé que para la década de los años de 1940 ya se había
transformado en lo que fue el Cine Rex; ahí asistí con mi
* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A. C. Correo Electrónico: [email protected]
17
1920. Teatro México (en el centro),
ubicado en la avenida Porfirio Díaz (hoy
Madero) entre las calles Melgar y Azueta.
1927. Construcción del Teatro Municipal,
ubicado en la esquina suroeste de avenida
Reforma y calle Oriente.
1930. Teatro Municipal y posteriormente
Cine Rex. Frente al Palacio Municipal y la
Escuela Leona Vicario.
18
1943. Teatro de la Escuela Cuauhtémoc
durante un festival escolar. Ubicado
en avenida Madero y calle Altamirano
(actual Casa de la Cultura).
1978. Teatro de la Escuela Cuauhtémoc,
regenerado en varias ocasiones.
1958. Teatro al aire libre. Al fondo el
edificio anexo al Palacio de Gobierno
estatal. A partir de 1977, tanto el edificio
como el teatro al Aire Libre pasaron a ser
propiedad de la UABC.
19
1960. Tatro auditorio de la Escuela
Presidente Alemán. Ubicado en la
esquina de calles Panamá y Buenos Aires
de la colonia Cuauhtémc sur. Hoy oficinas
centrales del Cecyte.
1950. Cine Curto, en la avenida Reforma,
entre las calles Morelos y México. Con
frecuencia se presentaban en este recinto
eventos teatrales y musicales.
1970. Teatro del Instituto Mexicano
del Seguro Socail, ubicado en avenida
Zaragoza y calle F.
20
1977. Durante la construcción del Teatro del Estado. De izquierda a derecha: Iker Allen, Roberto Gómez, Norma Vélez, Rosario Díaz,
Rubén Castro Bojórquez y Daniel Gutiérrez Carrera.
padre por primera ocasión a un cine a disfrutar de la película
Juan Charrasqueado.
En los años de 1950, con la llegada de los grandes y
majestuosos cines Curto, Cali, Bujazán, Variedades y
Reforma, el Cine Rex fue demolido y el terreno vendido a
la compañía Telefónica del Noroeste. Los cines mencionados
se utilizaron como recintos para presentaciones de obras de
teatro, variedades musicales, para informes de gobierno y
tomas de protesta de los gobernantes.
En la década de 1930 destacó la construcción del Teatro
al Aire Libre, anexo al Palacio de Gobierno, hoy sede de la
Rectoría de la UABC, que fuera escenario de cientos de eventos:
graduaciones, presentaciones teatrales de danza y musicales.
Hay que recordar que el aire acondicionado llegó a la ciudad
hasta los años de 1950, por lo que era insoportable realizar
los eventos de fin de cursos, que se llevaban a cabo en junio
en lugares cerrados. Muchos de nosotros nos “graduamos”
de primaria en el Teatro al Aire Libre, que dio servicio por
más de treinta años (1930-1960).
En 1958 la ciudad de Mexicali se engalanó con la
construcción del Teatro del Seguro Social, excelente
instalación que por poco más de cincuenta años ha dado
servicio a la comunidad. Su limitante fue, y es, el cupo, sólo
puede albergar a 300 espectadores.
En 1961 se construyó el auditorio de la Casa de la
Juventud, que vino a dar servicio a la zona de Pueblo Nuevo,
al oeste de la ciudad. Pero sus instalaciones adolecen de lo
requerido para la presentación de obras teatrales.
En 1971, año en que inició su periodo de gobierno el
licenciado Milton Castellanos Everardo, la ciudad de Mexicali
contaba con una población cercana a los 500 000 habitantes,
y la comunidad artística manifestaba la imperiosa necesidad
de contar con una instalación para la realización de eventos
culturales de gran relevancia.
En 1983, cuando la UABC lo recibió en propiedad, lo
regeneró y lo ha conservado, pero solo esporádicamente se
ha vuelto a usar.
La respuesta del gobernante fue la construcción del
21
Vista del vestíbulo del teatro.
Vista de la sala de exposiciones.
22
Vista del área de estar de los artistas.
Vista interior del café cantante.
23
2010. El Teatro del Estado hoy.
Teatro del Estado, con una capacidad máxima de 1 700
personas, con las mejores instalaciones para realizar las
escenografías que requieren las presentaciones teatrales,
operísticas, musicales así como para la realización de
graduaciones, eventos políticos, informes, tomas de protesta
de gobernantes, y muchas actividades más.
Localizado en una excelente área de la ciudad (donde
anteriormente se ubicaba la compresora de la Compañía
Jabonera del Pacífico), cuenta con estacionamiento
suficiente, amplios accesos y jardines. Anexo al teatro se
24
localiza un café cantante, los vestidores y preparación de
artistas no tienen igual; sus áreas de talleres son excelentes;
en fin, a casi treinta y cinco años de su inauguración sigue
siendo el mejor local para la realización de todo tipo de
eventos culturales.
Años después, la UABC construyó su Teatro Universitario
(1982), y en años recientes se levantaron las excelentes
instalaciones del Centro Estatal de las Artes (Ceart).
Pero el Teatro del Estado sigue siendo el preferido de los
mexicalenses.
Leyes agrarias y su influencia
en el movimiento campesino
del valle de Mexicali
Yolanda Sánchez Ogás*
E
l gobierno de Porfirio Díaz tuvo como característica
la desigualdad social, enfatizada en la injusta
distribución de la tierra. El latifundismo concentró
en muy pocas manos nacionales y extranjeras la propiedad
de la tierra. Con el fin de aparentar legalidad se crearon leyes
y decretos que disimulaban el despojo de tierras que desde
la época colonial pertenecían a comunidades indígenas y a
pequeños propietarios.
Las leyes de colonización decretadas por gobiernos
anteriores al de Porfirio Díaz también contribuyeron a la
concentración de grandes extensiones de tierra en unas
cuantas manos. Las compañías deslindadoras, integradas por
extranjeros y algunos mexicanos para legalizar su existencia
lograron que millones de hectáreas les pertenecieran. Así se
conformaron, sobre todo en el norte del país, propiedades de
millones de hectáreas.
Al iniciar la segunda mitad del siglo XIX, Baja California
tenía una población de 2 872 habitantes. La mayoría eran
antiguos soldados y otras personas que habían prestado
servicios a las misiones o al gobierno, y casi todos vivían
en localidades surgidas alrededor de las antiguas misiones.
Existían además unos cuantos ranchos, algunos en terrenos
misionales vendidos a particulares por los gobiernos locales.
En general, el uso de la tierra en la península era irregular.
La preocupación por la lejanía y abandono de la península,
desde la presidencia de Benito Juárez generó la creación de
proyectos de colonización que no llegaron a consolidarse.
La Ley de Colonización de 1883, decretada por el
gobierno del presidente Manuel González, estableció que
las concesiones de tierra se darían a mexicanos. Así se
formaron compañías de extranjeros que se apoderaron de
grandes propiedades. El estadounidense Jorge Sisson se
asoció con tres capitalistas connacionales y con el alemán,
nacionalizado mexicano, Luis Huller, y consiguieron una
extensión de tierras que iba desde la línea fronteriza hasta el
paralelo 29; y poco después se expandieron hasta el paralelo
28 y formaron en 1884 The International Company of
México, conocida como Compañía Internacional.1
Como no pudo lograr su objetivo de colonizar, en 1889
la Internacional traspasó la concesión de sus terrenos a la
Mexican Land and Colonization Company, conocida como
la Compañía Inglesa. Ésta tampoco logró sus objetivos de
colonización en los 28 años que detentó la concesión.
En 1916 el Jefe Político de Baja California Esteban Cantú
canceló la concesión a la Compañía Inglesa, y un año después
el presidente Venustiano Carranza hizo lo mismo.
En 1910 el valle de Mexicali se encontraba en manos
de la Colorado River Land Company. La historia de este
latifundio inició en 1873, cuando el sonorense Guillermo
Andrade, radicado en San Francisco, California, adquirió
358 235 hectáreas, de las cuales 305 777 estaban en Baja
California y el resto en Sonora. Andrade se unió a un grupo
de estadunidenses con el fin de buscar la forma de explotar
el delta del Río Colorado. Al iniciar la revolución mexicana,
* Cronista de la ciudad; integrante vitalicia de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A. C.
1
Panorama Histórico de Baja California. Coordinador David Piñera Ramírez, coord., Instituto de Investigaciones Históricas UNAM-UABC, 1983, p. 216-225.
25
casi todo lo que actualmente es el estado de Baja California
se encontraba en manos de estos latifundistas.
Guillermo Andrade no cumplió sus compromisos de
colonizar el delta. Al iniciar el siglo XX sus proyectos sobre
la fundación de Ciudad Lerdo y la construcción de caminos
habían fracasado. Un agrimensor que conocía el delta trajo
en 1900 a un personaje interesado en adquirir tierras, Harry
Chandler, quien desde entonces estableció alianzas con
varios colonos del Valle Imperial que se interesaban en el
delta mexicano.
La Colorado River Land Company
En San Francisco, California, se formó la Colorado River
Land Company, y mediante cinco compras a Andrade y
otras compañías, entre 1904 y 1905 obtuvo casi todo el
valle de Mexicali, formando un latifundio donde muy pocos
mexicanos podían poseer un pedazo de tierra. El sistema
que la Colorado estableció fue el de arrendamiento de
terrenos a extranjeros: estadunidenses, chinos, japoneses y,
en sus últimos años en el valle, a indostanos, que formaron
la colonia Hindú.
Durante más de cuatro décadas, la Colorado mantuvo su
poder en el valle de Mexicali. La revolución mexicana tuvo
escasa acción en Baja California, donde sólo participaron
los magonistas, una alternativa de lucha diferente a
la revolución maderista pero con el mismo objetivo de
derrocar al gobierno de Porfirio Díaz. En 1911, cuando los
magonistas tomaron y permanecieron cinco meses en el valle
de Mexicali, la Colorado todavía no iniciaba la agricultura
en el delta, explotaba entonces la ganadería, y fue hasta
1912 que comenzó, a manera de experimentación, el cultivo
del algodón y la renta de parcelas. Uno de los objetivos de
los revolucionarios magonistas era acabar con el latifundio,
pero nada pudieron hacer contra esta compañía extranjera.
La Colorado recibió el apoyo del gobierno porfirista, que
le permitió formar un cuerpo de guardias armados para
defender sus intereses: la “guardia blanca”, que permaneció
en el valle de Mexicali hasta la salida de la Colorado. Después
Francisco I. Madero ordenó el envío de tropas federales
para proteger de posibles ataques magonistas las obras de
irrigación, que servían principalmente a la Colorado, la
hacienda Hechicera, otros ranchos de extranjeros y a los
agricultores del Valle Imperial. Madero envió también un
contingente militar bajo las órdenes del Mayor Esteban
26
Cantú para que desarmara a los pocos magonistas que
permanecían en Mexicali (26 de junio de 1911.)
Las propuestas de leyes agrarias
La revolución mexicana tuvo entre sus objetivos uno muy
importante: que los campesinos tuvieran una parcela y que
el producto de su trabajo fuera para su propio beneficio.
Muchos hombres lucharon por ese anhelo largamente
esperado: Diversos líderes tomaron como bandera principal
de sus programas de lucha la cuestión de la tierra. En 1906,
Ricardo Flores Magón había fijado como punto fundamental
el derecho a la tierra dentro del programa del Partido Liberal
Mexicano. Entre otras cosas establecía:
34. Los dueños de tierra están obligados a hacer productivas
todas las que posean. Cualquier extensión de tierra que el
poseedor deje improductiva la recobrará el Estado y la empleará
conforme a los artículos siguientes:
35. A los mexicanos residentes en el extranjero que lo soliciten
los repatriará el gobierno pagándoles los gastos de viaje y les
proporcionará tierra para su cultivo.
36. El Estado dará tierra a quien lo solicite, sin más condición
que dedicarlas a la producción agrícola y no venderlas. Se fijará
la extensión máxima de terreno que el Estado pueda ceder a
una persona.
37. Para que este beneficio no solo aproveche a los pocos que
tengan elementos para el cultivo de las tierras sino también a
los pobres que carezcan de estos elementos, el Estado creará o
fomentará un banco Agrícola que hará a los agricultores pobres
préstamos con pocos réditos y redimibles a plazos.
Cuatro años después, en 1910, el Plan de San Luis,
firmado por Madero, en su artículo tercero hablaba de
restituir las tierras a quienes habían sido despojados de
ellas, principalmente a los indígenas. Cientos de miles
de campesinos se unieron a la revolución atraídos por la
esperanza de recuperar sus tierras, pero cuando llegó a la
presidencia, Madero no cumplió con ese punto del Plan.
Muchos campesinos se resistieron a dejar las armas mientras
no obtuvieran lo que pretendieron con su lucha. Emiliano
Zapata, en Morelos, se levantó en armas contra Madero, y
en su Plan de Ayala desconocía al presidente y establecía
ampliamente los anhelos revolucionarios respecto a la tierra.
En los artículos del 6 al 9 ordenaba la restitución, dotación
Estas medidas no tuvieron efecto en el latifundio de
la Colorado, que siguió manteniendo la renta de grandes
predios a extranjeros y compañías subsidiarias. Contaba con
la protección del gobierno de Estados Unidos y la aceptación
del gobierno federal y el del Distrito Norte.
1938. Visita del presidente Lázaro Cárdenas del Río a Mexicali.
y nacionalización de las tierras, montes y aguas. La lucha
zapatista se prolongó de 1911 a 1919, año de su asesinato
por órdenes de Venustiano Carranza. Su muerte acabó con
el zapatismo, pero no con el ideal agrarista.
Con el fin de acabar con este movimiento, y su bandera
agrarista, Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército
Constitucionalista, intentó reivindicar a la clase campesina
con el decreto expedido el 6 de enero de 1915. En los
considerandos decía que una de las causas generales de
malestar y descontento de la población agrícola era por el
despojo que habían sufrido de la propiedad comunal que
les había sido concedida por el gobierno colonial. Era, pues,
necesario devolver a los pueblos indígenas los terrenos de que
habían sido despojados, como un acto de elemental justicia
y como única forma efectiva de asegurar la paz en el país.
Se declaraban nulas todas las enajenaciones de tierras,
aguas y montes pertenecientes a los pueblos, rancherías y
comunidades hechas por cualquier autoridad. Se anulaban
todas las concesiones, composiciones o ventas de tierra
hechas desde el primero de diciembre de 1876 hasta 1915.
Proponía crear una Comisión Nacional Agraria y comisiones
agrarias locales para resolver las solicitudes de restitución
de tierras pertenecientes a los pueblos y que hubiesen sido
invadidas u ocupadas ilegalmente.
2
Primeras colonias de mexicanos
En 1916, Esteban Cantú, jefe político y después gobernador
de Baja California entregó tierras en concesión a mexicanos.
Con ellas se formaron colonias agrícolas como la Sonora,
la Herradura y la Abasolo. Dos años después se crearon
las colonias Ignacio Zaragoza y Benito Juárez. Con esas
acciones se recuperaron 3 710 hectáreas para formar
colonias de mexicanos, a los que se obligó a firmar contratos
de arrendamiento o compraventa con los propietarios. A
cada campesino se le entregaron aproximadamente diez
hectáreas; solo en la Zaragoza se dieron en principio lotes de
cuatro hectáreas que se incrementaron conforme se amplió
la extensión de la colonia de 96 a 996 hectáreas.2
El artículo 27 de la Constitución de 1917 no modificó
la propiedad de la tierra en Mexicali, donde los mexicanos
eran pobladores de temporada de pizca de algodón y se
interesaban poco por la tierra. Pero al iniciar la década
de 1920 empezaron a llegar campesinos que sí tenían una
fuerte conciencia del derecho de los campesinos a poseer
una parcela. Marcelino Magaña Mejía, en 1922, al frente de
cientos de mexicanos solicitó tierra al gobierno de Abelardo
L. Rodríguez, amparado en la Ley de Tierras Ociosas de
1920. Al no obtener resultados positivos, Magaña y su gente
se apoderaron de la Signal Mountain Company y de otros
terrenos. En respuesta, el gobernador, que era partidario de
la pequeña propiedad, planeó la manera de acabar con el
movimiento magañista que cada día ganaba más adeptos.
Rodríguez compró el rancho del italiano Víctor Carusso
y vendió 230 predios de 16 hectáreas a mexicanos, pero no a
los seguidores de Magaña. Así finalizó el primer intento de
obtener parcelas ejidales.
A lo largo de esa década se formaron sindicatos
campesinos en todos los grandes ranchos donde había un
número considerable de trabajadores. La lucha por obtener
mejores condiciones de vida de los campesinos tuvo su
momento más álgido en 1930, cuando varios de los que
Pablo Herrera Carrillo, Reconquista y colonización del valle de Mexicali. Colección Baja California, Nuestra Historia. UABC, XVII Ayuntamiento de Mexicali, ICBC,
2002, pp., 162- 163.
27
en el país. Mújica se reunió cerca
del rancho Lee con los campesinos.3
Allí le expresaron su proyecto
de organizarse en comunidades
agrarias para solicitar tierras,
y obtuvieron su aceptación. Se
formaron las comunidades agrarias
y todas juntas crearon la Federación
de Comunidades Agrarias, que tuvo
como presidente a Hipólito Rentería
y como tesorero a Filiberto Crespo.4
La Colorado no había cumplido
con la venta de tierras programada
para el primer año, que ya casi
terminaba. Así que después de varias
reuniones los campesinos decidieron
tomar las tierras de los ranchos donde
1942. Reunión en Mexicali con el presidente Manuel Ávila Camacho.
trabajaban, y presionar al gobierno
para que aplicara el artículo 27
Constitucional. Este artículo señala que las tierras y aguas
protestaban de ese modo fueron apresados y trasladados al
comprendidas dentro de los límites del territorio nacional
penal de las Islas Marías. Entre ellos se encontraba la señora
corresponden a la nación, que debe fraccionar los latifundios
Felipa Velázquez viuda de Arellano. Tras varios meses en
para disponer la organización y explotación colectiva de
ese penal los campesinos regresaron, no así doña Felipa que
los ejidos y comunidades para el desarrollo de la pequeña
permaneció en Mazatlán.
propiedad rural.
Después de esa represión, el movimiento agrarista se
mantuvo en receso hasta 1936; ya era presidente el general
Lázaro Cárdenas, quien desde el inicio de su gobierno tuvo
como proyecto la nacionalización de las tierras del valle de
Mexicali. En abril de ese año la Secretaría de Agricultura
y Fomento firmó con el representante de la Colorado River
Land Company un convenio de colonización, que pondría
en manos de campesinos mexicanos todas las tierras del
delta (más de 300 000 hectáreas) en 20 años. El primer año
se venderían 5 000 hectáreas y en seis años todas las tierras
abiertas al cultivo, casi 100 000 hectáreas.
Comunidades agrarias
Los campesinos, por su parte, buscaban organizarse y el
presidente Cárdenas envió a Baja California a Francisco J.
Mújica, un revolucionario conocedor del problema agrario
3
4
Entrevista realizada a Jeremías Guillén por Yolanda Sánchez Ogás en 1988.
Entrevista realizada a Filiberto Crespo por Yolanda Sánchez Ogás en 1988.
28
La reforma agraria en el valle de Mexicali
La reforma agraria se aplicó en el valle de Mexicali a
partir de febrero, con la llegada de Gabino Vázquez, jefe
del Departamento Agrario. Fue una tardía aplicación del
artículo 27 constitucional, pero significó la recuperación de
tierras para los mexicanos, y al finalizar el año ya se habían
formado 44 ejidos. La reforma agraria se completó con la
autorización del Presidente Cárdenas para crear colonias de
pequeños propietarios el 24 de diciembre de 1937, formándose
las primeras colonias: Venustiano Carranza, Coahuila, Baja
California y Nuevo León. La nacionalización del latifundio
quedó concluida en 1946, cuando la Colorado River Land
Company vendió las tierras que le quedaban a Nacional
Financiera y abandonó el valle de Mexicali.
Historia de las aguas que le dan vida
al valle de Mexicali
L
os valles de Mexicali e Imperial se desarrollaron
en diferentes condiciones. El Valle Imperial
creció rápidamente, se tuvieron créditos, y lo más
importante fue la organización de sus colonos: se promovió
que hombres y mujeres de otros estados de la unión americana
se establecieran ahí, con todas las facilidades (tierras y aguas
para riego y créditos para las siembras de granos y forrajes
en pequeñas áreas; algodón, que no lo sembraban en mayor
escala por la falta de mano de obra que se necesitaba).
En esas fechas de principios del siglo XX, el valle de
Mexicali tenía muy pocos habitantes. Las pocas familias que
empezaban a llegar se ocupaban en construir los canales; la
dueña de las tierras era la Colorado River Land Company, o,
mejor dicho, un latifundio, como lo estilaba el gobierno de
Porfirio Díaz con sus científicos en el gabinete.
Según el San Diego Union, de la ciudad de San Diego,
California
Ventajas de la irrigación. Cosecharon 14 000 furgones de grano,
pasto, y otros productos agrícolas en el Distrito de Imperial,
situados en el condado de San Diego, California, próximo a la
frontera de la Baja California. Hace pocos años que no existía la
ciudad de Imperial y los terrenos adyacentes estaban desiertos,
pero últimamente, debido a las obras de irrigación que se
han hecho para llevar las aguas del río Colorado, tomándolas
en territorio mexicano, esos terrenos antes desiertos se han
convertido en las más productivas regiones de California.1
Como ya lo escribimos, los valles no se desarrollaban en las
mismas condiciones. La agricultura en la zona de Mexicali
era en pequeña escala, unos cuantos ranchos, y para 1909, a
pesar de los bordos de defensa, el río se volvió a desbordar,
Eduardo Andrade
tomando el cauce del río de las Abejas. Para que los lectores
se enteren de cuántas personas vivían en el valle de Mexicali
en 1910, en el mes de octubre el censo de población que el
jefe político, coronel Celso Vega, dio a conocer hasta 1912,
reportó 1 417 habitantes en el poblado y el valle.2
Hay que recordar que a la Colorado no le interesaba
promover la colonización, y menos que fueran de mexicanos.
Por lo tanto, en esta región de Baja California se gozaba de
una paz porfiriana, incluso cuando el dictador ya no estaba
en el poder.
El 26 de junio de 1911 llegó el mayor Esteban Cantú
para hacerse cargo de la plaza militar, y el general Manuel
Gordillo Escudero quedó al frente del gobierno del distrito,
con asiento en la ciudad de Ensenada.
En el valle de Mexicali en 1912 se sembraron las primeras
hectáreas de algodón. Rápidamente fueron creciendo las
superficies, y para 1916 ya se sembraban 18 000 hectáreas
y se cosechaban 27 000 pacas. Se promovieron las siembras
porque la primera Guerra Mundial, que estalló en 1914,
sirvió para el crecimiento de Mexicali; además, porque la
Colorado River Land Company empezó a rentar grandes
superficies de tierras a compañías de chinos con mucho
capital en Estados Unidos. Se empezaron a traer grandes
cantidades de chinos vía San Francisco, que arribaban en
grandes barcos, y luego los subían a furgones de tren, que
eran sellados y abiertos al llegar a Mexicali.
En el valle Imperial la agricultura rendía frutos de
manera acelerada. Para el año de 1908 se sembraron más de
50 000 hectáreas, la mayoría de granos y forrajes, y más de
500 de algodón.
También hay que recordar que en el año de 1876, mediante
un convenio celebrado por el gobierno de Sebastián Lerdo
* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C.
1
San Diego Union, domingo 26 de julio de 1903, Ensenada, Baja California.
2
Según Celso Aguirre, Compendio histórico biográfico de Mexicali, el Censo de Población de 1910, sección municipal de Mexicali, 1417. Sección municipal de Los
Algodones 195, total: 1 612.
29
de Tejada con la compañía que regenteaba don Guillermo
Andrade, ésta se había comprometido a establecer en el
valle 200 familias de colonos en un plazo de cinco años.
Sin embargo, solo logró una colonia en las márgenes del
Río Colorado, en territorio sonorense; en dicho poblado se
sembró trigo, cebada, algodón, alfalfa y tabaco.
Queremos destacar que en la mayoría de las referencias
se dice que la Colorado inició la siembra de algodón en el
valle de Mexicali. Pero hay evidencias de que en la región
mucho antes ya se había sembrado la planta. Lo que sí
ocurrió es que empezaron los cultivos en gran escala cuando
esta compañía comenzó a rentar grandes superficies de
tierras. Fue a partir de 1908 cuando estableció contratos
de producción en plazos de 10 años, para cultivar, bajo
ciertas condiciones, extensiones de 40 000 mil hectáreas.
Entre las compañías con las que firmó dichos contratos se
encontraban la Alamo Mocho Plantation, la Compañía de
Terrenos del Delta, la Baja California Canal Company, la
Baja California Development Company, la Baja California
Agricultural Company y la Canal Delta Company, abarcando
una extensión de 240 000 mil hectáreas, las cuales eran
proyectadas para incrementar la siembra de algodón. A
partir de 1912, y con justicia para La Colorado, la firma de
estos contratos sirvió para incrementar la superficie de riego
en tierras mexicanas.
Por lo que hemos expuesto, es necesario recalcar que en
1908 la superficie regada en el valle de Mexicali solamente
se componía de 2 500 hectáreas, mientras que en el valle de
Imperial se tenía una superficie de 50 000, con riego. Con la
renta de grandes superficies a varias compañías americanas
rápidamente se empezó a incrementar la superficie; se
construyeron varios canales en el valle (de Mexicali) con los
sistemas de irrigación:
• El canal Dieguinos, que podía regar 23 000 hectáreas, pero
regaba 13 216;
• El canal Volcano, con capacidad para regar de 38 500 ha,
pero regaba 10 900;
• El canal Álamo Mocho, 10 000. (¿para regar, o regadas?)
• El canal Cerro Prieto, con capacidad para 14 500 hectáreas,
pero se sembraban 13 500;
• El canal Wardlaw, con capacidad para 27 500 hectáreas,
pero con superficie de siembra de 18 200; y
• El canal Packard, con capacidad para 3 500 hectáreas,
pero con superficie regada de 2 500.
30
Sí se incrementó la superficie de riego, pero no a la altura
de lo logrado en el Valle Imperial.
En 1911, cuando se inició la revolución, Baja California no
podía quedar atrás, y el 29 de enero se dio el levantamiento
armado con el Partido Liberal Mexicano, con Ricardo
Flores Magón al mando. Este grupo era más radical que los
maderistas, que en toda la república se habían lanzado a la
lucha armada.
Los agricultores del Valle Imperial dieron la voz de
alerta al gobierno de los Estados Unidos, por temor de que
los revolucionarios volaran los bordos de defensa del río. Y
pronto se vio la respuesta, con tropas en la frontera.
Una vez que salió Porfirio Díaz de la presidencia de la
república, de inmediato se movilizó la Colorado. Se dice que
se entrevistaron con Madero en El Paso, en Juárez. Pronto
hubo resultados, pues por tren, por territorio de Estados
Unidos, llegaron los soldados federales y el mayor Esteban
Cantú, con el fin de resguardar las obras de defensa del río.
Se tuvieron pláticas con la compañía para que ésta le vendiera
al gobierno de Madero el latifundio y los derechos de agua, con
el fin de que se colonizara el valle de Mexicali con pequeñas
propiedades, y que el gobierno fuera el que administrara el
agua y los canales. Se avanzó en las negociaciones; sin embargo,
en1913 asesinaron al presidente y no se concretó nada.
Mientras tanto, en el Valle Imperial crecía el interés por
construir un canal que fuera por completo estadounidense,
para no depender de México en el suministro de agua. Inició
así la lucha de los granjeros de California y de Arizona (los
más reacios a reconocer que nuestro país tiene derecho al
agua del río Colorado), y se realizaron unas pláticas entre
los dos gobiernos a nivel diplomático, para llegar al Tratado
sobre Aguas Internacionales de 1944.
Pero antes, la California Development Company (CDC)
se había declarado en quiebra, tras la inundación de 1905 a
1907, y sus bienes en cada país pasaron a manos de mexicanos
y americanos, por lo que se empezó a complicar el manejo
del agua, con dos administraciones, debido a desacuerdos. El
deterioro de las instalaciones y el servicio fue cada día más
irritante para los rancheros del Valle Imperial; les asustaba
la constante amenaza de una inundación como la de 1909
porque la mayor parte del canal principal corría por tierras
mexicanas. Se apeló a Washington y el congreso asignó fondos
y envío un destacamento de trabajadores. Aunque México
permitió que entraran al país y negándose a compartir el
costo de los diques, muchos agricultores empezaron a agitar
para que la CDC pasara a los rancheros.
En 1911 se formó el Imperial Irrigation District (IID),
que fue cuando realmente empezó de manera formal la
petición del canal todo americano. Uno de los dirigentes
de los agricultores pugnaba por el desarrollo de la región
con apoyos federales, con maniobras agresivas, carentes de
tacto. Eso disgustó a muchos, que vieron en sus acciones
pretensiones de controlar la política hidráulica. Mark Rose
había llegado al Valle Imperial en 1901, siendo un joven
de 27 años, y trabajó en las cuadrillas de la CDC que se
dedicaban a cavar zanjas.
Pronto ese ranchero fumador de puros, sucio y de mandíbula
cuadrada les dio a los agricultores algunos ejemplos audaces
de liderazgo. Rose, con algunos compañeros, organizó la
Imperial Laguna Water Company, como primer paso para
desarrollar 97 000 hectáreas de tierras áridas del gobierno,
conocidas como la Mesa Este. Era ésta una idea asombrosa
para su época, pues la meseta no tenía ningún suministro
propio de agua.
Pero Rose esperaba construir un canal elevado, todo
dentro de Estados Unidos, que saliera del Río Colorado. Y
se lanzó a conseguir los apoyos necesarios del IID. Aunque
éste rechazó su plan, sus ideas inquietaron a los miembros de
la mesa directiva, quienes siguieron de cerca sus maniobras
en Washington. Por lo tanto, el agua siguió corriendo por el
lado mexicano y la mitad del líquido que corría por el canal
Álamo era para México.
Cada día los agricultores del Valle Imperial se irritaban
más por el agua que utilizaban en tierras mexicanas, porque
alegaban que México no colaboraba con las obras de defensa,
por lo que crecía el interés de un canal todo americano. Pero,
además, no lo liberaría de la responsabilidad de mantener
obras de defensa en México, ya que las tierras de nuestro
país tienen un declive natural hacia Estados Unidos, y una
inundación en el sur de la frontera amenazaba lo mismo a
los agricultores estadounidenses que a los mexicanos. Sin
embargo, un canal todo americano daría a los colonos del Valle
Imperial los medios para obligar a los agricultores mexicanos
a pagar su parte del control de las inundaciones.
También enojaba a los colonos del Valle Imperial que las
tierras de Baja California eran estadounidenses, y uno de los
mayores propietarios de tierra en México era Harry Chandler,
editor de Los Ángeles Times y socio de la Colorado River
Land Company. Los colonos del Valle Imperial acusaban a
Chandler de ir con frecuencia a la Ciudad de México y por
las tentativas de hacerle pagar su parte de los costos por los
diques levantados.
Las condiciones políticas de México, inciertas, que
causaron a los colonos la revolución de Baja California en
1911, y de nuevo en 1914, cuando se vislumbraba una guerra
entre Estados Unidos y nuestro país, el valle se hundió en el
caos y se tenia miedo de que el canal Álamo fuera destruido,
con lo que la pérdida para los agricultores sería de miles de
dólares. Para entonces Phil Siwng fue electo fiscal adjunto
del Distrito de Riego y consejero en jefe del IID. Él dio a
un estudio completo del río Colorado, que lo convenció
de la necesidad de un canal todo americano. Una vez en
Washington, Swing consiguió el apoyo de importantes
dirigentes, y para febrero de 1918 había logrado un acuerdo
para hacer un deslinde de terrenos financiado por el gobierno
federal, y consiguió recursos para la posibilidad de un canal
todo americano
El presente artículo no tiene el fin de polemizar con
nadie, sino busca que los mexicanos, principalmente los
bajacalifornianos, se interesen en conocer la historia de
las aguas que le dan vida al estado de Baja California, que
busquen en los libros que hemos hojeado para escribir estas
cuantas líneas..
Bibliografía
Anguiano Téllez, María Eugenia, Agricultura y migración en el valle
de Mexicali. El Colegio de la Frontera Norte, 1995.
Herrera Carrillo, Pablo, Reconquista y colonización del valle
de Mexicali y otros escritos paralelos. Universidad Autónoma
de Baja California, 2002 (Colección Baja California; nuestra
historia, vol. 18).
Hundley Jr., Norris, Las aguas divididas: un siglo de controversia
entre México y Estados Unidos. Universidad Autónoma de Baja
California, 2001 (Colección Baja California; nuestra historia,
vol. 16).
Kerig, Dorothy Pierson, El valle de Mexicali y la Colorado River Land
Company 1902-1946. Universidad Autónoma de Baja California,
2001 (Colección Baja California; nuestra historia, vol. 17).
Román Callaros, Jesús, Origen y desarrollo de dos áreas de riego. El
Colegio de la Frontera Norte, 1990.
31
Una foto. Una historia
El tinaco de Pueblo Nuevo
E
l muy familiar y gran tinaco o
bomba de Pueblo Nuevo, con
forma de geoide, se encuentra
en la manzana que limitan las calles de
Salina Cruz y Tuxtla Gutiérrez y entre
las avenidas Querétaro y Tabasco.
Construido en 1951, en la época del
gobierno del licenciado Alfonso García
González, fue inaugurado por el
presidente licenciado Miguel Alemán
Valdez en 1952.
Se cataloga como tanque
regulador y de almacenamiento;
originalmente se alimentaba del
canal Wisteria y poco después, de
la planta potabilizadora construida
en la avenida Querétaro. Dejó de
funcionar alrededor del año de 1977.
Su gran capacidad (2,000 000 de
litros) y su sólido sostén, así como la
circundante escalinata, ha sido parte
del paisaje urbano de Pueblo Nuevo
por más de cinco décadas.
Actualmente está rodeado de
un bien cuidado parque de recreo.
El 22 de agosto de 1959, junto a la
bomba, se instala la sub-Estación
de Bomberos de Pueblo Nuevo. Este
tinaco es un ejemplo del interés de
pueblo y gobierno por preservar las
evidencias históricas del desarrollo
de nuestra ciudad y un constante
recordatorio para evitar almacenar
agua si la seguimos desperdiciando..
* Integrante del Grupo Fotográfico Imágenes.
32
Autreberto Silva Olivares*
N Ú M E RO S D E L A H I S T O R I A
Sergio Noriega Verdugo*
Población por municipios en Baja California, 1900-1930
1900
1910
1921
1930
Ensenada
7 583
9 760
7 922
7 071
Mexicali
0
0
14 599
29 985
Tecate
0
0
1 016
0
Tijuana
0
0
0
11 271
Baja California
7 583
9 760
23 537
48 327
Fuente: Censo de población.
Notas: El municipio o delegación de Tecate desapareció para 1930 y sus habitantes quedaron
incorporados al de Tijuana.
Comentarios:
1. Dado que sólo hubo un municipio hasta después de 1910, podría aparecer que la población de Ensenada creció de manera
significativa de 1900 a 1910, pero eso se debió en parte a que crecieron las localidades de Tijuana y Mexicali, que no se
pueden apreciar en este cuadro.
2. La población del municipio de Ensenada se contrajo entre 1910 y 1921 por la creación del municipio de Mexicali, y la
emigración de sus habitantes hacia el nuevo municipio. Cabe señalar que dentro de estos once años, la capital de la entidad
se trasladó de Ensenada a Mexicali. Según el Censo de 1910, la población conjunta de la sección municipal de Mexicali y
la de Los Algodones, ambas adscritas a Ensenada suman 1 612 habitantes.
3. De 1921 a 1930 la población del municipio de Ensenada se volvió a contraer. Es lógico suponer que dicha disminución
estuvo relacionada con la creciente migración hacia los nuevos municipios de Mexicali y Tijuana.
4. La población del municipio de Mexicali creció a más del doble en menos de nueve años (entre 1921 y 1930), debido a la
inmigración proveniente de otras partes de Baja California y del resto del país.
5. El crecimiento del municipio de Tijuana fue extraordinario de 1921 a 1930, debido a la inmigración, y a la afluencia
turística, alentada por la prohibición o Ley Seca (Volstead Act).
6. La tasa anual de crecimiento de la población de Baja California, durante los 30 años que separan los censos de 1900 y 1930,
fue de 6.47%, y se compara de manera muy superior al crecimiento poblacional del país entero que fue de solo 0.67 por
ciento.
7. Lo anterior sugiere que durante este periodo, Baja California creció principalmente por concepto de migración y no por su
crecimiento natural, es decir, la tasa de natalidad bruta, nacimientos por cada mil habitantes, debe haber sido baja, pues
no había tanta población, y menos mujeres en edades fértiles.
* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C.
33
H I ST O R I A S D E LO C O TI D I A N O
Centro Cívico: la Brasilia cachanilla
Miguel Esteban Valenzuela Robles*
A
principio de los años de 1920 la consolidación
de la llamada “locura de Cantú”, aquel enorme
edificio de concreto reforzado que se convertiría
en el Palacio de Gobierno representó la primera gran
transformación de lo urbano en Mexicali y con ello el
cambio social que la naciente ciudad experimentaba. Los
edificios gubernamentales, de alguna manera, como en las
culturas ancestrales, son el nodo de desarrollo y convivencia
de una comunidad, y así precisamente era el viejo Palacio de
Gobierno. El tráfico de la calle F, las residencias de la colonia
Nueva y los despachos y comercios de la avenida Obregón
trazaban el eje del intercambio social, político y económico
de la capital bajacaliforniana.
El Centro Cívico significó la segunda gran transformación
urbana de Mexicali, ya que desde 1923 no se había
experimentado un cambio tan drástico en su imagen y mucho
menos con las múltiples consecuencias que se tuvieron.
El traslado de los poderes políticos hacia el nuevo centro
cívico era inminente. Así, el Centro Cívico y Comercial de
Mexicali (hoy conocido como Centro Cívico), fue inaugurado
oficialmente en septiembre de 1977, y desde entonces ha sido
el centro de la actividad política y económica de la ciudad.
Como consecuencia de ello, el patrón de tráfico de mucha de
nuestra dinámica social urbana se transformó obligando a
los habitantes a una nueva manera de gestionar sus trámites
relacionados con pagos de servicios públicos.
Originalmente, en estos terrenos se encontraba la
Compañía Despepitadora Algodonera del Valle, que operó
durante la época del auge algodonero de los años de 1940 y
1950; pero al finalizar esta última década, el procesamiento
del algodón fue transformándose en el sitio para dar entrada
a un extenso corral ganadero de la familia Corella. En esos
mismos terrenos estaba ubicada la compañía ladrillera
denominada Productos de Barro, propiedad del general
Francisco Pérez Tejada. Actualmente, donde se hallaba esa
empresa, se eleva la tienda comercial Soriana.
A partir de 1977 el bullicio citadino se alejó del palacio de Cantú,
dejando una sensación de aislamiento en el vértice de la calle F y la
avenida Obregón. (Foto: Arturo Esquivias.)
Aspecto de los terrenos del actual Centro Cívico y Comercial de
Mexicali, donde estuvieron la Algodonera del Valle, la ladrillera
Productos de Barro y los corrales de Corella.
(Foto: Colección Carlos Reyes Moreno.)
*Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A. C. correo electrónico: [email protected]
34
Así se apreciaba el terreno a inicios de los años de 1950. En este lugar
hoy está situado el Tianguis del Caballito, en un tramo del actual bulevar
López Mateos. El terreno central en la parte superior de la foto es donde
hoy se ubica el Museo Sol del Niño. (Foto: Colección del autor.)
La extensión de la mancha urbana de Mexicali había
quedado como un gran hueco, circundado ya por poblados y
colonias populares, además de la colindancia que le demarcaba
el cauce del Río Nuevo. Esta distribución obedecía a un
corredor agroindustrial que se formaba a lo largo de toda la vía
del ferrocarril y que trazaba un camino que posteriormente se
transformó en el actual bulevar Adolfo López Mateos. Esta
zona industrial era la receptora de las grandes cosechas de
algodón del valle de Mexicali, y en cada temporada de pizca
se hacían largas colas para la venta de la cosecha y la entrega
del pago. Como es sabido, la principal compradora era La
Jabonera; pero a todo lo largo del tramo que corría la vía del
ferrocarril existían otras despepitadoras, además de harineras,
almacenes y talleres de implementos agrícolas. Esta parte de
gran actividad había quedado prácticamente en el centro,
cortando por la mitad la ciudad y concentrando el bullicio
agroindustrial en áreas ya cercanas a zonas habitacionales.
En el correr de los años de 1970, la invasión de zonas
residenciales formaría crisis en Mexicali, pues la ciudad había
empezado un crecimiento urbano moderado pero constante,
y la mancha urbana se extendía hacia terrenos agrícolas,
cada vez más cercanos a la ciudad. Un caso concreto fue la
anexión del ejido Zacatecas al fundo legal de la ciudad, pues
debido a ello la superficie que actualmente ocupa el Centro
Cívico quedó bordeada por una serie de colonias y diversos
asentamientos industriales de esa época.
Compañías como la Molinera del Valle, talleres de soldadura
industrial, aceiteras y distribuidoras de combustibles rodeaban
la estación de ferrocarril y servían de “cerco” para el terreno
que se iba delimitando como el corazón de la ciudad. Esta
situación se consolidó en 1973, cuando el entonces gobernador
Milton Castellanos extendió y pavimentó la calzada contigua
a la estación de ferrocarril, hoy bulevar López Mateos.
Cuando este bulevar fue terminado, los terrenos del futuro
centro cívico partían a la ciudad y ya determinaban la columna
vertebral de la urbanística cachanilla. Terminado el nuevo
bulevar se demarcaron 87 hectáreas de terreno susceptible de
urbanizar y comercializar. El proyecto resultaba interesante,
ya que le ofrecía a Mexicali la gran oportunidad de embellecer
una sección central de su extensión, y con la posibilidad de
manejar conceptos urbanísticos modernistas, como en las
grandes ciudades. Así se empezó a ofrecer el potencial de
una plaza financiera, una plaza comercial, un centro de
espectáculos, una plaza de toros, hospitales y, por supuesto,
su atractivo principal: un centro cívico.
La idea de un centro cívico se importa del concepto
americano de servicios públicos, los civic center, y que existen
Publicidad del año 1975 en la que se promueve la venta de terrenos
en el naciente Centro Cívico y Comercial, con las novedades del diseño
urbano de entonces. (Foto: Colección del autor.)
35
en las ciudades de los Estados Unidos, por lo que en aquel
entonces el proyecto de Mexicali podría haber sido el primer
centro cívico en el país, ex profeso para tal fin, logrando
hacer de esta capital una ciudad moderna con un primer
centro de gobierno, en su época, único en México.
Pero esta idea de crearlo nace porque el tamaño de
la administración pública era cada vez mayor y en las
instalaciones del antiguo Palacio de Gobierno ya no se
daban abasto para cumplir cabalmente con el servicio a la
ciudadanía; además, muchos de los trámites gubernamentales
tenían que realizarse en varios edificios fuera de la esfera de
la avenida Obregón y calle Julián Carrillo, lo que obligaba a
que la gente tuviese que estar haciendo numerosos traslados
a lo largo de la ciudad y así cumplir ante la autoridad.
Debido a esta problemática, se veía interesante la propuesta
de concentrar todos los servicios gubernamentales en un solo
lugar, de manera tal que el trámite se lograra al menor costo
para el ciudadano y en el menor tiempo posible.
Decidido a que se aplicara la concentración de servicios
y trámites gubernamentales, el entonces gobernador Milton
Castellanos Everardo dispuso el inicio de las negociaciones
para utilizar los terrenos contiguos al recién terminado
bulevar López Mateos e iniciar la construcción de una nueva
“ciudad de gobierno”, nuestra pequeña Brasilia. De esta
manera se lograría concentrar en un solo sitio las funciones
y servicios administrativos de los poderes Ejecutivo,
Legislativo y Judicial, en los tres niveles de gobierno: federal,
estatal y municipal. Fue así como se logró desarrollar una
nueva zona urbana con el ánimo de generar en Mexicali una
nueva visión de ciudad y modernidad.
Para 1977 ya se habían adecuado los edificios del Poder
Ejecutivo del Estado, la Cámara de Diputados estatal, el
edificio del Poder Judicial del Estado y el denominado Palacio
Federal. Este último concentraba la mayoría de las oficinas
delegacionales de la Federación, de manera que se le brindaba
al ciudadano la oportunidad de gestionar los trámites que
tuvieran que ver con el cumplimiento de sus obligaciones.
Si bien el levantamiento de los edificios estatales
armonizaba con el concreto y con la piedra, exhibiendo
una variabilidad cromática atractiva, el caso del llamado
Palacio Federal vino a dar un rompimiento con el conjunto
arquitectónico que se pretendía. El cronista Alejandro
1
Aspecto del trazo de vialidades y primeras construcciones en el área del
Centro Cívico. Visiblemente están la Plaza de Toros Calafia, el Palacio
Federal, el Hospital General y el edificio de la cadena Multicinemas.
(Foto: Colección Carlos Reyes Moreno.)
La zona comercial buscó armonizar sus fachadas, y un juego de
pasajes al interior entre de los bloques de edificios permitiría un
desplazamiento peatonal atractivo y novedoso. (Foto: Colección Carlos
Reyes Moreno.)
Lomelí Cota lo señaló como “el monstruo”, y apuntó que las
cosas diseñadas en (desde) México
resultan feas, faltas de gracia y al instante son rechazadas por
los provincianos que las aceptan a chaleco, como Mexicali,
que tuvo que soportar que en su maravilloso Centro Cívico se
levantara el adefesio del mal llamado Palacio Federal.1
Pero el cronista Lomelí se quedó corto. Hacia 1980 la
bonanza lopezportillista llevaba a pensar en un México
de progreso que se sustentaría en la eficiencia del Estado
como rector de la economía, impulsando así la creación de
numerosas empresas paraestatales que requerirían un edificio
portentoso que mostraran su éxito. Bajo esta premisa desde
el gobierno federal se envió la ocurrencia de colocar en el
Alejandro Lomelí Cota, Ecos apagados del viejo Mexicali. Editorial Río Colorado, Mexicali, B. C., p. 249.
36
El conjunto urbano del Centro Cívico ha sido completado con nuevos
edificios, como el del Poder Judicial de la Federación. (Foto tomada
de: http://www.skycrapercity.com)
Fachada del edificio del Poder Ejecutivo del Estado, franqueado por el
Monumento a la Ciudad que capturó al Sol. (Foto: Luis Felipe Gaspar,
tomada de: http//:www.panoramio.com)
centro del Centro Cívico un rascacielos de 16 pisos para alojar
a toda la administración paraestatal existente, y la que
vendría. El proyecto de edificio se inició con los trabajos de
cimentación… y nada más. La crisis de 1982 y la de los años
posteriores dieron fin al sueño empresarial paraestatal y, con
ello, a la destrucción de la armonía en el Centro Cívico.
Así, con el nuevo edificio en construcción, la circulación
del Paseo de los Héroes fue cortada; lo que ha sido, desde
entonces, el embudo de tráfico para esta zona. Dejada la
construcción original, hacia 1982 en el gobierno federal, ya
en el régimen del presidente Miguel de la Madrid se acuerda
la cesión de estos terrenos y se decidió aprovecharlos para la
edificación de un nuevo Palacio Municipal; éste se inauguró
el 31 de mayo de 1983. De esta manera se hacía cabal la
oferta de servicios públicos, gestoría, pago de contribuciones
y esas “delicias” que impone la burocracia. Completar los
tres órdenes de gobierno en sus tres niveles de atención; eso
era la modernidad.
Hoy en día, con cerca de 33 años de operación, el Centro
Cívico y Comercial representa una etapa importante para
la historia de Mexicali. Su cotidiana y rutinaria visita
esconde al visitante muchos de los logros de los cachanillas
contemporáneos. A decir de las nuevas generaciones,
el Centro Cívico no es más que un conjunto de edificios
feos y mal acomodados; pero para quienes vivieron esa
etapa de transformación y traslado, no sólo de los edificios
gubernamentales, sino de toda una rutina de vida para el
ciudadano común, el Centro Cívico representó un cambio, una
nueva vida para presumir “nuestra joven ciudad”. Mexicali
buscaba ser algo bonito y estas construcciones lo adornaban.
En su diseño original el Centro Cívico y Comercial no
nada más atraía por la concentración de las actividades
gubernamentales, sino por las actividades financieras, turísticas
y comerciales. Así fue como se le anexaron los conceptos
arquitectónicos de Plaza Financiera, Plaza Comercial, Zona
de Hospitales y Zona Hotelera. En los locales comerciales
que se promovían se construyeron fachadas armonizadas
de manera que uniformaran un todo a la vista del visitante.
Además de lo anterior, se trazó una serie de pasajes interiores
para estimular el uso de los espacios peatonales. También se
dio impulso a la primera plaza comercial bajo techo, en la
llamada Plaza Fiesta. Estas innovaciones buscaban brindar
al visitante una experiencia comercial poco conocida en el
mexicalense de la época, todavía acostumbrado a la compra
en el centro de la ciudad o en la visita a Caléxico.
De esta manera, el Centro Cívico se ha transformado en
un emblema de Mexicali y en un referente obligado de la vida
social, política y económica de la ciudad. Su más reciente
“adquisición” fue la construcción del Palacio de Justicia
Federal, en un bello edificio construido en el año 2006 y que
acentúa la función de servicio que constituye la naturaleza
del Centro Cívico.
Sin embargo, esta Brasilia cachanilla no estaría completa
sin el adecuado diseño de sus vialidades y de sus espacios
ornamentales. En la primera, destaca el Paseo de los Héroes,
que se bordea con los bustos de los héroes de la Independencia
todo lo largo de sus dos aceras y que, hoy en día, son los
guardianes de la marcialidad en los desfiles de conmemoración
37
“Para servir al pueblo y acatar su mandato”; reza el muro
conmemorativo de edificación del Centro Cívico.
Señalamiento sobre la intersección del bulevar Adolfo López Mateos y
Paseo de los Héroes. (Foto: Colección del autor.)
cívica. En los espacios ornamentales se le dotó de camellones
como el de la avenida de los Pioneros; también de jardines y
plazas, entre las que resaltan la Plaza de los Pioneros y la Plaza
de los Tres Poderes, cada una con su respectivo monumento:
el Monumento a los Pioneros y el Monumento a la Ciudad que
capturó al Sol,2 respectivamente.
El primero de ellos, diseñado por el escultor Julián Martínez,
fue colocado en su lugar en el año de 1976 cuando en ese sitio
no existían más que lotes baldíos, brindando escenografía a la
esperanzadora expresión de los modelos en el monumento. Por
su parte, el Monumento a la Ciudad que capturó al Sol está
integrado por un cardón estilizado en cuyos cuatro brazos se
sostiene el Sol. Sus 23 metros de altura y la sobriedad en su
trazo son obra original del pintor Francisco Arias; mientras
que su construcción y cálculo fue desarrollado por el arquitecto
Roberto Gómez. Este monumento no tiene una denominación
oficial y se ha creído que la placa conmemorativa en uno de
sus brazos es alusiva al municipio de Mexicali y que, por
conclusión, los tres restantes se asignan a los otros municipios
que, hacia 1977, integraban el estado. Gabriel Trujillo (2008)
señala que el propio Milton Castellanos le ha dicho que este
monumento realmente representa a Mexicali en su captura
del Sol,3 “es un monumento para celebrar a Mexicali como
capital del estado de Baja California”, señaló.
De alguna manera la rutina de ir al Centro Cívico, lo
cotidiano de su referencia, sus espacios físicos y hasta sus
embotellamientos han perfilado al nuevo cachanilla y han
logrado poner a Mexicali con imágenes nuevas. Realmente
debiera de considerarse que una nueva etapa histórica se
inició con su construcción. A sus casi 33 años de servicio y
con una demanda de usuarios exponencialmente superior
a la pronosticada en 1977, sus vialidades y edificios nos
recuerdan que la vida es un transcurrir, una evolución, y que
la ciudad está en esa dinámica. El cronista Celso Aguirre
Bernal lo plasma perfectamente:
El Centro Cívico y otras obras de infraestructura básica
construidas por el gobierno de Milton Castellanos dieron una
nueva fisonomía de Mexicali; pasó del pueblo grande a ser una
ciudad moderna; de allí partió la que con orgullo es la Metrópoli
del Colorado, como en alguna ocasión la llamó el historiador
Herrera Carrillo.4
Surgido casi de la nada y con un plan bien definido
de uso y aplicación del suelo, el Centro Cívico tuvo un
nacimiento similar al de Brasilia; incluso, en cuanto a su
naturaleza funcional podríamos considerarlas gemelas: las
dos han sido sedes de gobierno. Si bien Mexicali ya existía,
a diferencia de Brasilia, el surgimiento del Centro Cívico
condujo socialmente hacia la concepción de una nueva
ciudad. Movió los patrones de tráfico y desplazamiento
del ciudadano, pero de manera primordial, entregó a la
comunidad cachanilla un nuevo y definitivo elemento de
identidad local, el que ya en la cotidianeidad ha dejado
asombrar y que en el mediano plazo pedirá auxilio para
enfrentar la modernidad que viene.
Gabriel Trujillo Muñoz, Mexicali: voces y testimonios, Ediciones ILCSA, Tijuana, Baja California, 2008, pp. 238.
Armando Rodríguez y María del Refugio Olazábal lo denominan como “Monumento a la ciudad que capturó al Sol”. Memoria histórica de Mexicali, publicado
por el XVIII Ayuntamiento de Mexicali, 2007.
4
Aguirre Bernal Celso, Compendio histórico-biográfico de Mexicali, volumen II Mexicali, B.C: 1990.
2
3
38
HI S TO R I A S D E V I DA
Dentista por profesión, maestro por vocación
A
ustreberto Silva Olivares nació el 28 de noviembre de
1928 en Tijuana B. C. Sus padres fueron los profesores
Pedro Silva Silva y Concepción Olivares Vite. La
familia se trasladó a la Ciudad de México, donde estudió
en las escuelas primarias Juan Díaz Covarrubias y Melchor
Ocampo, en la secundaria 13 de Portales, D. F. Bachillerato
de Odontología en la Escuela Nacional Preparatoria. De 1947
a 1951 estudió en la Escuela Nacional de Odontología de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Al egresar de la Universidad inició su servicio en la
Secretaría de Salubridad y Asistencia, detectando problemas
bucales en un dispensario. Como dice el doctor Silva, “soy
dentista de profesión y maestro por vocación”. En 1951
trabajó como instructor de alfabetización en el Campo Militar
No. 1. Regreso a Mexicali y prestó servicio social detectando
problemas bucales a niños de las escuelas Netzahuacóyotl y
Vicente Guerrero. Formó también la Cruz Roja Escolar.
El 15 de febrero de 1953 inició su trabajo en la Escuela
Urbana Normal Fronteriza. Fue profesor fundador de la
Escuela Preparatoria del Estado, e impartió esa materia en
el Instituto Salvatierra. A partir de 1956 impartió Química
en la Secundaria 18. Llenó de entusiasmo la hora de esa
árida y difícil materia, no sólo por su paciencia y carisma,
Yolanda Sánchez Ogás
sino porque muchas veces acompañaba la clase con música,
mientras los alumnos realizaban algunos experimentos en
el laboratorio. Fue profesor en la Escuela de Enfermería, y
al fundarse la UABC fue catedrático, jefe del Departamento
Escolar y secretario general por diez años. En el ámbito
de su profesión, fue fundador del Instituto Mexicano del
Seguro Social (IMSS) como primer odontólogo y fundador de
la Sociedad Médica del IMSS en 1959.
Jugó volibol en el equipo Foto Venus, obteniendo el
campeonato de primera fuerza 1954-1955 y formó parte del
equipo Cofrades. Como miembro del club social 20-30. Su
inquietud lo llevó a incursionar en el teatro con la obra de José
Zorrilla “Don Juan Tenorio”. Es miembro fundador del Grupo
Fotográfico Imágenes, donde ha permanecido más de 40 años.
Su gusto por la Historia lo ha llevado a relatar sus
vivencias. En 2004 participó en el concurso “Mexicali en tu
voz”, convocado por el CIC Museo UABC. Obtuvo el tercer lugar
y su trabajo fue publicado por la misma Universidad. Escribió
también el libro Historia del Grupo Imágenes.
Mucho más podría decirse de un personaje activo y
carismático como el doctor Austreberto Silva Olivares, quien
actualmente es miembro de la sociedad de Historia Centenario
de Mexicali.
De derecha a izquierda: Profa. Gabriela Delgado de Talamantes, Ing. José G. Valenzuela, Profa. Georgina Álvarez Padilla, Profa. América
Oropeza Meza, Profa. Virginia Navarro de Vargas, Dr. Austreberto Silva Olivares, Dr. Gamaliel Gutiérrez Sánchez, Prof. Federico Barrientos,
inspector escolar de escuelas normales de visita en Mexicali, Dr. Francisco Dueñas Montes y Profa. Consuelo Figueroa de Lamadrid.
39
AC O N T E C E R D E L A H I S T O R I A 1
ABRIL. MAYO. JUNIO
ABRIL
8 de abril de 1924. La Escuela Leona Vicario fue construida en lo que es hoy el pleno corazón
de la ciudad de Mexicali, sobre la avenida Reforma, la calle Pedro F. Pérez y Ramírez, la calle
A y el callejón Reforma.
Es un edificio sólidamente construido, con materiales de los mejores en su tiempo. Se le
dotó de mobiliario nuevo y tuvo un costro de $205,224.87. En ese entonces el lugar en el que
se ubicaba era casi el extremo oriente de la población. Esta obra la inició el gobernador Lugo
y la terminó e inauguró el gobierno del general Abelardo L. Rodríguez.
Fue inaugurada el día 8 de abril de 1924, siendo su primera directora la profesora
Concepción Núñez. Al principio fue una escuela solamente para niñas, pero enseguida se
convirtió en escuela mixta. La Escuela Leona Vicario ha sido crisol de numerosas generaciones
de alumnos que han destacado en diferentes actividades, y le cabe el honor de que en ella
haya abrevado sus primeros conocimientos el doctor Ernesto Zedillo Ponce de León, quien
de origen humilde se convirtió en un relevante personaje que ocupó puestos importantes
como el de titular de la Secretaría de Educación Pública y posteriormente la presidencia de
la república (1994-2000).
23 de abril de 1963. Nace la Casa de la Juventud. El licenciado Adolfo López Mateos fue un
presidente joven que dio énfasis al problema de la juventud; fue así que instituyó Casas de
la Juventud en todo el país. La de aquí en Mexicali se fundó en esta fecha, siendo su primer
director el doctor Ernesto Sánchez Valenzuela y colaboradores cercanos el maestro Vicente
Gastélum Martínez y el dramaturgo Emeterio Méndez. Hoy denominada CREA Centro
Deportivo y Cultural Municipal.
26 de abril de 1989. Se inaugura la plaza comercial La Cachanilla, en los terrenos que ocupó
por más de medio siglo la industria Jabonera del Pacífico, y en donde se encontraban las
oficinas principales de la empresa Anderson and Clayton, predio ubicado en pleno corazón
de la ciudad. Un grupo de empresarios, encabezados por el señor Juan Manuel Ley López,
se organizó y construyó dicha plaza, uno de los centros comerciales más importantes de la
república y de América Latina.
Independientemente de que es un negocio, es un medio que ha contribuido de manera eficaz
a retener a numerosos compradores que antes hacían sus compras en el lado americano, y es
un centro de reunión cotidiana de gran número de familias por su confort y los espectáculos
que presenta con fines culturales y de esparcimiento.
Originalmente fue autor de esa iniciativa el señor Enrique Acuña Salcido, siendo consejero
en el ramo de ropa de la Canaco de Mexicali; pero por la drástica devaluación del peso
mexicano en el año de 1982, no fue posible realizarla.
40
RCB
Del 27 de abril al 8 de mayo de 1976. Se llevaron a cabo las primeras Fiestas del Sol en Mexicali, siendo
presidente municipal el señor Armando Gallego quien las bautizó con ese nombre a sugerencia del
publicista Antonio Delgado Godínez. Correspondió al gobernador licenciado Milton Castellanos
Everardo cortar el listón con el que fueron inauguradas, en la confluencia del Blvd. López Mateos
y calle Camelias. La reina de las fiestas fue la señorita Patricia Monge, la parte artística estuvo a
cargo de Sasha Montenegro, El Piporro, Jorge Rivero, Los Panchos y los artistas locales Manuel
Inzunsa y Caín Corpus. Estas fiestas son ya una tradición en Mexicali.
30 de abril de 1976. Biblioteca Central del Estado. La primera biblioteca con que contó Mexicali
fue la que en 1925 fundó el gobierno del general Abelardo Rodríguez. Luego funcionó otra
biblioteca en la esquina de Lerdo y calle E; enseguida pasó a un local prestado por el IMSS,
allá por la calle F y Zaragoza. Bajo el gobierno del licenciado Milton Castellanos Everardo
este día se fundó la Biblioteca Central Pública del Estado, con un fondo bibliográfico de más
de 30,000 volúmenes y, entre ellos, 250 sobre Baja California.
MAYO
12 de mayo de 1912.
El maestro Matías Gómez, un preclaro oaxaqueño, llegó este día a
Ensenada, Baja California, entidad en la que ocupó varios puestos en el ramo educativo,
incluyendo el de director general; en 1918 publicó Breves apuntes geográficos del Distrito Norte
de la Baja California, con un amplio conocimiento de causa, pues como misionero del saber
recorrió palmo a palmo el distrito. Nació en el año de 1875, y murió en Mexicali el 9 de enero
de 1931, dejando una estela de luz y de sabiduría en el alma de muchos bajacalifornianos.
14 de mayo de 1901. Primera agua derivada del Río Colorado. Aunque el gobierno mexicano
negó la autorización correspondiente, el proyecto de pasar el agua por territorio del valle
de Mexicali para regar las tierras del Valle Imperial, del lado americano, se inició, y así fue
como 13 meses después de que comenzaron los trabajos, este día se abrió la bocatoma de la
compuerta Rockwood para derivar la primera agua del Río Colorado hacia el Valle Imperial,
violando la soberanía de nuestro país. El permiso se otorgó tres años después.
31 de mayo de 1958. La Preparatoria del Estado creada en septiembre de 1954 pasa a la UABC.
Con esta fecha, previo el decreto oficial correspondiente, la Escuela Preparatoria de Mexicali
pasó a depender de la universidad, con lo que se convirtió en la primera escuela con que contó
la naciente institución superior, creada por el gobernador Maldonado, sin más sustento que el
decreto que la creó; una medida audaz, pero que ha fructificado a plenitud.
JUNIO
3 de junio de 1928. Prolegómenos de la aviación. Terminada su construcción en Tijuana del avión
llamado Baja California II, el teniente coronel Roberto Fierro Villalobos, de fama nacional, a
las dos de la mañana de este día emprendió un vuelo sin escalas de Mexicali a México. Aterrizó
con éxito a las 17:00 hrs. de ese mismo día en el aeródromo de Balbuena, tras quince horas de
vuelo. Fue recibido por el presidente Calles, acompañado de altas personalidades, así como por
una abigarrada muchedumbre jubilosa por la proeza realizada. Fue ésta una de las primicias de
la aviación mexicana. Baja California, con motivo de la Ley Seca, vivía un auge desenfrenado.
41
Libros, reseñas, comentarios...
Sergio Noriega Verdugo*
Reconquista y colonización del valle de Mexicali y otros escritos paralelos
de Pablo Herrera Carrillo
Aunque impreso en 2002, este libro
no es una obra reciente, apareció
originalmente en mayo de 1958 con
el nombre de Colonización del valle de
Mexicali. La reedición del libro original
se debe no sólo a que es considerada
una obra indispensable de nuestra
historia y debe haberse agotado la
edición anterior, sino que Reconquista
y colonización es un texto mucho más
amplio y completo que el anterior.
La obra versa sobre la enajenación
y recuperación de tierras de Baja
California, particularmente de la zona
agrícola del municipio de Mexicali.
A la versión original de Colonización
del valle de Mexicali escrito por el
periodista e historiador Pablo Herrera
Carrillo (1895-1957) se le agrega un
nuevo prólogo por Max Calvillo y Leticia
Landín, además de un informe sobre la
actividad colonizadora en Mexicali por
Alberto Celaya, así como varios anexos
estadísticos y documentos contractuales,
fotografías y un apartado intitulado
“Escritos paralelos” de Herrera Carrillo,
sobre nuestra historia regional. El
tomo de 524 páginas forma parte de
la colección Baja California: Nuestra
Historia, publicación compartida por la
UABC, el XVII Ayuntamiento de Mexicali
y el Instituto de Cultura de Baja
California.
Según el revelador prólogo de
Calvillo y Landín, el libro inició dentro
del seno del consejo de administración
de la Compañía Mexicana de Terrenos
del Río Colorado (CMTRC), empresa
gubernamental que sustituyó a la
Colorado River Land Company, antigua
terrateniente del valle de Mexicali. Se
trató de hacer un folleto que explicara
“los verdaderos propósitos que tuvo el
gobierno federal al adquirir las tierras
de esta compañía y al mismo tiempo
expusiera las realizaciones alcanzadas
hasta ese momento en materia de
colonización de las mismas”.1 Uno
de los miembros del consejo, Ismael
Pizarro Suárez, propuso a su viejo
amigo de escuela Pablo Herrera
Carrillo para que se hiciera cargo de la
elaboración del documento, pues antes
él había atacado a través de periódicos
a propietarios y funcionarios de la
Colorado River Land Company.2
Pablo Herrera Carrillo nació el 28
de enero de 1895, en Calvillo, dentro
del municipio de Guanajuato; tuvo dos
hermanos y dos hermanas. Provenía de
una familia de ingresos modestos que
le proveyó de una educación católica,
tanto en la ciudad de Guanajuato
como en Querétaro. Después estudió
leyes en lo que ahora es la Universidad
de Guanajuato. Desde sus años de
* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C.
1
Max Calvillo y Leticia Landín, p. 10.
2
Ibid, p. 12.
3
Ibid p. 11.
42
estudiante participó en el periodismo,
militante y religioso. Terminada su
carrera académica, Herrera Carrillo fue
a trabajar a un juzgado en La Paz, Baja
California Sur. Vivió por algún tiempo
en California y después en Mexicali. En
esta ciudad colaboró con su hermano
José Guadalupe en el periódico La
Frontera, alrededor de 1925.
A pesar de que se contemplaba la
elaboración de un folleto, en julio de
1952 Pablo Herrera Carrillo propuso
al consejo de administración de la
CMTRC “una revisión histórica acerca
del desarrollo del valle de Mexicali
dividida en once capítulos...”.3 El
consejo aprobó la propuesta y el
trabajo que entregó Herrera Carrillo,
el año siguiente, se había ampliado a
veinte capítulos.
Aparentemente, don Pablo se vio
atraído por una historia más remota
de Baja California y se ocupó de
documentar la adquisición y manejo
de tierras de la península por otras
compañías extranjeras. De ahí que
en lugar de escribir un solo capítulo:
“El reparto de Baja California entre
compañías deslindadoras”, como
estuvo contemplado en su propuesta
original, el tema vino a ocupar cinco
capítulos (del I al V) del trabajo
entregado. Esto puede haber divagado
al autor de su propósito inmediato del
estudio, pero además de constituir una
manifestación del interés del autor por
la historia de Baja California, también
es congruente con su punto de vista.
Por otra parte, hay que apreciar
algunas características de esta
historia. Para comenzar el propósito
no era escribir un relato objetivo del
manejo de las tierras de cultivo en el
valle de Mexicali por una compañía
extranjera. Hay de por medio una
tesis que maneja el autor a lo largo
de todo el libro. Podríamos decir que
el principal argumento es que: Baja
California, incluyendo desde luego al
valle de Mexicali, estuvo en peligro
de perderse al extranjero durante
aproximadamente cien años, entre los
siglos XIX y XX, debido a las compañías
extranjeras que operaron en la entidad.
En el caso específico de Mexicali fue
la Colorado River Land Company
(1902-1945), propiedad de varios
estadounidenses, incluyendo Harrison
Gray Otis, Harry Chandler, William
H. Allen, y Moses H. Sherman.
El libro de Herrera Carrillo comienza
con la siguiente oración: “Al finalizar el
siglo XIX, la península de Baja California
estaba prácticamente perdida para
México”.4 Es dentro de este contexto
amenazador y nacionalista que el autor
enjuicia a las compañías extranjeras,
particularmente a la Colorado River
Land Company.
Sobre Mexicali inicia describiendo
las condiciones prevalecientes:
Cuando llegó a despertarse el interés
en firme por estas tierras del hoy
llamado valle de Mexicali, después
de largo tiempo de ser desdeñadas, la
península entera vivía un periodo de
incertidumbre en cuanto a la posesión,
la propiedad y la titulación del suelo.
Con pocas excepciones nadie estaba
seguro de sus pertenencias. Lo que
una autoridad concedía, otra podía
revocarlo. Los litigios eran frecuentes y
Manzanillo, realiza una exploración por
la desembocadura del Río Colorado y
comienza su aventura como colonizador,
a través de contratos con la Secretaría
de Fomento en 1878. En otro apartado,
tenemos que Guillermo Andrade se
asocia con Charles R. Rockwood, un
hombre al que el propio autor califica
de “extraordinario”, para que junto con
otros norteamericanos se haga llegar
agua del Río Colorado al Valle Imperial,
a través del Río Álamo, un afluente
del primero, pero a través del valle de
Mexicali, en territorio mexicano.
En un capítulo posterior el autor
asevera que “Andrade no sirvió, en
realidad sino de puente para que los
enormes terrenos por él acumulados
pasaran a manos extranjeras”.6 Una
gran parte de los terrenos de Andrade
pasan de hecho a la nueva empresa
llamada Colorado River Land Company,
de inversionistas norteamericanos.
Para lograrlo, la empresa somete su
acta constitutiva ante un notario en la
Ciudad de México, el 18 de noviembre
de 1902. Uno de sus propósitos es:
agravados por las enormes distancias a
las que se encontraban las autoridades
Adquirir por compra, permuta o
que podían impartir justicia.
cualquier otro título, propiedad mueble
5
o inmueble, derechos y acciones sobre
Como dice el refrán: a río revuelto,
ganancia de pescadores.
El siguiente capítulo (VIII) Herrera
Carrillo lo titula: “Guillermo Andrade
se adueña del valle de Mexicali.” En él
describe al sonorense como un audaz
hombre de negocios que, viviendo en
San Francisco, California, y poseyendo
una línea de barcos entre Guaymas y
ella, especialmente terrenos para la
agricultura, aguas y derechos de aguas,
haciendas, minas, minerales...;7
Herrera Carrillo no cuestiona
la legalidad del procedimiento, ni
tampoco critica la ausencia de un
compromiso con los mexicanos por la
colonización del valle de Mexicali.
Ibid p. 55.
Ibid, p. 93.
6
Ibid, p. 131.
7
Ibid, p. 135.
4
5
43
La impresión que nos queda es que por
entonces la frontera no era considerada
zona de exclusión para extranjeros, pues
no tiene sentido que se apruebe una acta
constitutiva que vaya en contra de la
Constitución. Según nuestro autor, es
la opinión pública la que no estuvo de
acuerdo con la presencia de compañías
extranjeras en Baja California, no las
autoridades competentes.8
Posteriormente, en tiempos de la
Gran Depresión aparecieron en Mexicali
muchos mexicanos repatriados, y
movidos por el líder villista Magaña
Mejía, tomaron tierras de la Colorado,
arrendadas por un Víctor Carusso.9
Aun y cuando Reconquista y
colonización del valle de Mexicali es un
libro serio y formal, hay varias citas
donde no se mencionan las fuentes,
ni las fechas a que corresponden. Ello
le resta a la lógica al argumento del
autor. Según Herrera Carrillo, la ley de
colonización del 15 de diciembre de 1883
dice: “Si abusivamente las empresas o
los colonos en vez de ocupar los terrenos
y emplearlos según los fines de la ley,
disponen de ellos a favor de otras personas
o empresas que impiden o eviten lo que
la ley y el gobierno se propusieron, los
actos o contratos que para obtener tales
resultados se verifiquen, son nulos de
pleno derecho.”10 Ello sugiere que la
Colorado fue culpable por no promover
activamente la colonización del valle con
mexicanos.
Aunque no haya sido su propósito,
don Pablo escribió un libro tendencioso
en contra de la empresa: Colorado
River Land Company. Puede ser que
el criterio nacionalista le haya privado
de objetividad, pero no examinó el
funcionamiento de la empresa, ni los
logros que alcanzó para el desarrollo
regional. También puede ser que no era
del interés de la CMTRC hacerlo, pues hay
que recordar que fue ella quien pagó
por el estudio y se ocupó de difundirlo.
Además, pudo haber analizado los
posibles abusos y arbitrariedades de la
empresa por la posición monopolista
que ostentó, pero tampoco lo hizo.
Ibid, p. 141.
Ibid, p. 144.
10
Ibid, p. 151.
8
9
R.C.B.
1947. Residencia de don José María Rodríguez Luján, construida en los inicios de la década de 1940, ubicada en la esquina sureste de
la avenida Madero y calle A, sección segunda de Mexicali. Don José María, su esposa María Mérida y sus hijos: Nicolás, Catalina, José
María, Nepomuseno y Fernando, nietos y bisnietos tuvieron de centro familiar dicha casa habitación, la cual, después de poco más de
60 años de ser parte de la imagen urbana, fue demolida en 2009 para dar paso a la modernidad.
44
P Á G I NA S D E H I S T O R I A
R.C.B
Grandes obras 2001-2007. Colectivo. Gobierno del Estado de Baja California. Secretaría
de Infraestructura y Desarrollo Urbano. Octubre 2007. Mexicali, Baja California. 360
páginas. Formato 30 x 23 cm. Edición de lujo. Memoria de la obra pública en el estado
de Baja California, realizada durante la gestión del gobernador licenciado Eugenio
Elorduy Walther. Contiene planos, croquis, mapas, gráficas, cuadros y un número muy
importante de fotografías de las obras en vivienda, garitas, vialidades, puentes, edificios
para la educación, deporte, asistencia social, administración pública y seguridad pública.
Sobresalen: bulevar 2000, El CAR, Nido de los Águilas, Auditorio del Estado, Hospital de Playas de Rosarito, Centro
de Gobierno de Rosarito, Ceart, Plaza Centenario, edificio de la Procuraduría, Secretaría de Seguridad, Plantas de
tratamiento de aguas residuales, líneas de alcantarillado, líneas de electrificación y planta de tratamiento de aguas
residuales Las Arenitas, entre muchas obras más.
Panorama Histórico de Baja California. Colectivo. Coordinador David Piñera Ramírez.
P
Universidad Autónoma de Baja California. Marzo de 1983. Tijuana, Baja California, 742
U
páginas. Formato 23 x 28 cm. Edición de lujo. La obra da una visión muy amplia de la
p
historia de Baja California desde sus primeros pobladores hasta la época en que se editó el
h
llibro. Describe también su escenario natural. Incluye cuatro apéndices que tratan sobre: I)
La Baja California Sur; II) Reseña histórica de California; III) Cronologías correlacionadas
L
y IV) Dos enfoques distintos de los sucesos de 1911 (el magonismo). Participaron 39
autores,
entre los que se distribuyeron los temas según sus respectivas especialidades. El
a
documento
contiene un número importante de fotografías, dibujos, mapas, cuadros y
d
croquis
que ilustran profusamente.
c
Diccionario
enciclopédico de Baja California. Colectivo.
D
Editora de Enciclopedias de México, S.A. de C.V., Instituto de Cultura de Baja California.
Septiembre de 1989. México, D.F., 484 páginas. Formato 22 x 29 cm. Edición de lujo.
Este diccionario se publicó con el fin de ofrecer a sus lectores un panorama de los diversos
aspectos del estado. Contiene artículos y notas de geografía, flora, fauna, historia,
economía, política, arte y abundantes semblanzas biográficas. Desafortunadamente, el
poco tiempo que se tuvo para su elaboración dejó muchos aspectos importantes fuera
y, por otro, se abusó de los aspectos de teatro, música, pintura y literatura y de las
biografías de los personajes que en ese año se encontraban en el poder. La obra se realizó
durante los once meses del gobierno estatal del ingeniero Óscar Baylón Chacón (1989). Es
importante destacar que a pesar de las omisiones, por un lado, y
los
l abusos, por otro, la obra es de un valor incalculable para los
bajacalifornianos
estudiosos.
b
Apuntes
de un viaje por los dos océanos, el interior de América y de una guerra civil en el norte de
A
la
l Baja California. Henry J. A. Alric. Secretaría de Educación Pública (SEP) y Universidad
Autónoma de Baja California (UABC). Colección, Baja California: Nuestra Historia. Volumen
A
núm. 9. Julio de 1995. México, D. F. El libro describe algunas experiencias del autor en la
n
ffrontera de Baja California, vividas entre 1850 y 1867, después de haber sido testigo de
iinfinidad de hechos acontecidos por los pobladores de la región.
E
scenarios
D
de la historia
his
RCB
e 1970 a 1977 la Rectoría de la Universidad Autónoma de Baja California se ubicó en un edificio de dos pisos que se
encuentra en Paseo del Valle y calle Valle del Yaqui, del fraccionamiento Jardines del Valle.
Con anterioridad Rectoría se instaló en un salón de la planta alta de la Escuela Cuauhtémoc (durante el periodo
del licenciado José González Cordero, de 1958 a 1959), sin realmente funcionar. Cuando el doctor Santos Silva Cota (periodo
1959-1966) asumió la Rectoría en abril de 1959, por buen tiempo despachó desde su consultorio, ubicado en la calle F y
callejón Madero, o desde el edificio del Banco de Sangre, y a los pocos años se acondicionaron oficinas para Rectoría en la
calle B número 355, donde también se adecuaron espacios para el arranque de la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas. En
1966, cuando tomó posesión el doctor Pedro Mercado Sánchez (periodo 1966-1967) trasladó las oficinas de Rectoría al edificio
ubicado en avenida Álvaro Obregón número 961, donde también despachó el rector licenciado Rafael Soto Gil (periodo 19661971), hasta el año de 1970 cuando cambió Rectoría al edificio de Jardines del Valle que se contempla en la foto. Además de
Soto Gil, quien despachara un año y meses en este edificio, también lo hicieron el ingeniero Luis López Moctezuma (periodo
1971-1975) y el licenciado Rigoberto Cárdenas Valdez (periodo 1975-1979), tocándole a este último gestionar y obtener para
la UABC, en mayo de 1977, el actual edificio de Rectoría en avenida Álvaro Obregón y Julián Carrillo, donde anteriormente
funcionó el gobierno del Distrito (1922-1931), Territorio (1931-1953) y estado de Baja California (1953-1977).
En el edificio que se muestra en la foto funcionó también la Escuela de Arquitectura de 1970 a 1972, año en que se mudó
a las instalaciones de la Unidad Universitaria Mexicali.
Hoy en este edificio se encuentra funcionando una escuela de desarrollo personal. Sus espacios que anteriormente fueron
aulas y talleres de arquitectura, y principalmente oficinas de Rectoría podrían platicar innumerables anécdotas de la vida
universitaria, sobre todo de aquellos movimientos estudiantiles que culminaron no pocas veces en tomas de Rectoría. Al
respecto, el ingeniero Luis López Moctezuma (quien fue el único rector que durante todo su periodo despachó en ese edificio)
comenta que al edificio de Rectoría le decían “la borracha”, porque siempre estaba tomada

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