`El tesoro tras el tesoro`
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`El tesoro tras el tesoro`
EL MUNDO / LA CRÓNICA DE LEÓN, DOMINGO 21 DE ENERO DE 2007 ? Catedral (V) Fig 1. Dibujo en acuarela del estado previo del panel del caballero Héctor, realizado por Juan Crisóstomo Torbado (Archivo de la Catedral de León). Fig 2. Estado previo de la lanceta ‘a’ del ventanal «Cr. S. VII». Dibujo de Eduardo Gimeno de 1862 (Foto Imagen Mas). ‘El tesoro tras el tesoro’ Proyecto Cultural Catedral de León. Los fondos documentales del siglo XIX sobre la restauración de las vidrieras de la Catedral de León E ARANCHA REVUELTA ntre las cuatro paredes del Archivo Catedralicio de León se encuentra una amplia colección de dibujos, bocetos, acuarelas y cartones de montaje de vidrieras, custodiados por don Manuel Pérez Recio, quien, con silenciosa labor los ha ido clasificando y catalogando, como si de un gran tesoro se tratase. Estos fondos son el testimonio de uno de los capítulos más desconocidos hasta el momento de la Pulchra Leonina: la restauración de sus vidrieras en la segunda mitad del siglo XIX. Gracias a ella podemos contemplar este conjunto de vitrales, uno de los más admirados de toda España, y por qué no, de Europa. La recuperación de las vidrieras se realizó gracias a la tenacidad de los distintos arquitectos directores del templo. El interés por las mismas comenzó con Matías Laviña, quien ya en 1862, antes de desmontar el brazo sur del crucero, encargó al pintor Eduardo Gimeno que dibujase, con todo detalle, el estado de las seis vidrieras que ocupaban esa zona. Realizados a una escala reducida del 50%, estos dibujos constituyen uno de los pocos testimonios gráficos que quedan del estado en que se encontraban las vidrieras antes de su restauración en 1895. Matías Laviña intentó abordar el complejo proceso de conservación de tan amplio conjunto de vidrieras, pero se encontró con numerosos problemas; por un lado, no localizaba en España personas especializadas en este arte; y por otro, la idea de encargar el trabajo a una empresa extranjera no le terminaba de convencer, tanto por el elevado presupuesto que ello suponía como por la complejidad de trasladar las vidrieras fuera de León. Desbordado por el estado de ruina que en esos momentos presentaba la Catedral, optó por dejar a un lado la complicada hazaña de la recuperación de sus vitrales. En 1887, cuando Demetrio de los Ríos ocupaba el cargo de arquitecto director de las obras y la fábrica del templo parecía estar ya asentada, comenzó a centrar la atención en el conjunto de las vidrieras, que, desmontadas, se encontraban almacenadas en dependencias de la torre norte. Solicitó a la Administración la ayuda de un dibujante acuarelista para poder ir preparando todos los dibujos necesarios para acompañar las planimetrías, mediciones y estudios que estaba realizando de las mismas, con tan mala fortuna que, al poco tiempo de incorporarse a sus tareas, dicho pintor falleció y no fue sustituido por otro. Ante la incapacidad de llevar a cabo él solo todo el trabajo, se limi- tó a justificarse muy modestamente: «el tiempo apremia imperiosamente a causa de la velocidad con que avanzan los trabajos de fábrica, y su rigor de toda verdad, la Real Academia de San Fernando, no necesita de aquellos para conocer perfectamente, como las conoce, las célebres vidrieras de la Catedral de León». A falta de dibujos y acuarelas, Demetrio de los Ríos nos dejó un amplio estudio de las vidrieras, describiendo una a una, panel por panel, todas ellas, completando la documentación de numerosos informes. Cuando por fin la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando parecía aprobar el «proyecto de vidrieras pintadas», el arquitecto falleció en enero de 1892, siendo sustituido por Juan Bautista Lázaro, quien junto con Juan Crisóstomo Torbado como arquitecto auxiliar, valoraron positivamente toda la labor de Demetrio de los Ríos. Durante los dos años siguientes, con los estudios de éste y las distintas pruebas de dibujo y de color realizadas por empresas como la casa Mayer de Munich, y con la colaboración del reconocido maestro vidriero, Antoni Rigalt, consiguieron restaurar el rosetón occidental. Los criterios de una restauración pueden quedar en entredicho dependiendo de la época en la que ha sido realizada, pero si algo podría destacarse de la acometida en las vidrieras de la Catedral de León en la segunda mitad del siglo XIX, fue el extraordinario respeto que se tuvo por conservar la obra medieval, intentando, en todo momento, mantener la unidad de estilo con respecto a los paneles nuevos que se vieron obligados a realizar, cuya iconografía había sido marcada por el Cabildo. Este periodo de tiempo ha quedado reflejado en un gran número de dibujos y bocetos. Colaboraron en los mismos pintores como Guillermo Alonso Bolinaga, con exhaustivas acuarelas del estado previo de varios ventanales; Aurelio Dantín, realizando siete cartones coloreados de las vidrieras del triforio oeste y los estudios heráldicos para las del triforio norte; o Alberto González, quien podría considerarse el gran desconocido de este capítulo de la Catedral, y que realizó todas las vidrieras del triforio del ábside, así como la célebre de la Batalla de Clavijo, ubicada en el crucero norte y que en los años sesenta se trasla- dó a la Capilla del Seminario Mayor de León. Extraordinario es también el gran número de acuarelas de Juan Crisóstomo Torbado, reproduciendo paneles tanto medievales como de obra nueva del siglo XIX. De toda esta gran intervención, la Catedral de León conserva, a su vez, todos los cartones de montaje de los paneles de las vidrieras utilizados para su restauración. Esta colección se completa con otros bocetos y cartones, que el «Taller de Vidriería Artística» de Guillermo Alonso Bolinaga realizó desde 1899 hasta 1919, para su trabajo en distintos lugares de España, tales como la restauración de tres vidrieras de la Catedral de Astorga, la ejecución de las vidrieras de la capilla del Santísimo Cristo y del claustro de la Catedral de Burgos, las de la iglesia de San Francisco de la Vega de León, las de la iglesia del Buen Pastor de San Sebastián o las de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Oviedo, entre otras. El conservado en el Archivo de la Catedral de León constituye el mayor conjunto gráfico y documental que existe respecto a este tema, y sería de sumo interés poder acercar al público tal cantidad de dibujos a través de una exposición, reflejando la magnífica labor realizada en tan breve espacio de tiempo por este humilde equipo, gracias al cual podemos hoy contemplar el conjunto de vidrieras del que todos los leoneses nos sentimos tan orgullosos. Éste es mi particular homenaje a todos aquellos que han dedicado parte de su vida, a lo largo de la historia, a la conservación de las vidrieras de la Catedral de León, permitiendo que, generación tras generación, podamos seguir disfrutando de la grata emoción que nos envuelve al entrar en el templo. Arancha Revuelta, Taller de Restauración de Vidrieras, ESOCA, S. L.