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ENSAYO: Juan Antonio Piñeyroa Gigosos 1ºBACH ¿Es acaso real lo que olemos?¿lo que miramos?¿lo que palpamos? Podemos asegurar que verdaderamente existe lo que nos rodea, nuestros amigos, los profesores… o incluso lo que sentimos, la alegría o el amor… Puede ser, quizás, todo un sueño, una mentira sinceramente adornada, nada en realidad. Y es que, para cualquier persona, ¿qué resulta más importante de averiguar: si la propia existencia, no se trata de una elaborada fantasía? Vita somnium, un tópico literario muy recurrido, que en absoluto es reciente, ya que este aforismo, de origen latino, ya se usaba en la Edad Media. Existen infinidad textos, que cultivan este tema. Sin duda alguna, un referente clásico que es obligatorio citar, Calderón de la Barca, dramaturgo español, escribió una obra titulada, curiosamente, “La vida es sueño”. De ésta se recoge un fragmento representativo: “¿Qué es la vida? Un frenesí ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Con esto el escritor apela a que la vida puede no ser real y que, por tanto, sea fruto de la imaginación. En cierta manera esta idea es filosófica. ¿Quién, tras leer esta reseña, no ha pensado en el mundo de las ideas perfectas que propone Platón? Explicado mediante el mito de la Cueva, el filósofo nos hace ver que es probable que aquello que nosotros consideramos entes, objetos auténticos, realidades en general, no se trate sino de sombras. Sobre este aspecto, literatura y filosofía juegan un papel en conjunto. Como muchas otras ocasiones. En la cultura árabe aparece una novela, “las mil y una noches”. En ella, la protagonista relata los cuentos populares de su tierra al califa, a fin de evitar su muerte alo alba. El lector pierde la noción de la realidad, ya que los protagonistas no saben si cuentan historias o están dentro de una. En relación con esto, y por mencionar otras culturas, el autor chino, Zhuanzi (Siglo IV a.C.), aseguró: “Una vez soñé que era mariposa, y que desde entonces, ya no distingo, si soy zhuanzi que un día soñó que era mariposa, o que por el contario, soy una mariposa que sueña que es Zhuanzi”. Como se puede apreciar artistas y personas sabias han hablado de este asunto. No es de estañar, pues los novelistas se dedican a crear historias ficticias. Para todo lector sería lógico preguntarse si acaso él también es una marioneta en manos de un escritor. Jostein Gaarden nos muestra en “El mundo de Sofía” esta ironía. Sus personajes se dan cuenta de la farsa de su vida y escapan del cuento. Lo que nos recuerda, nuevamente, al cavernícola que un día decide creer que existe algo a sus espaldas a parte de siluetas. No obstante la enseñanza no acaba ahí, ya que si lo reflexionamos, nos daremos cuenta de que, en realidad, estos personajes no han escapado de ningún sitio, ya que se encuentran en el propio libro que tenemos en las manos. Pero… ¿es cierto que aquí acaba todo? ¿Quién pede asegurar que no formamos parte de otro mundo de Sofía, cuyo lector nos ve como otros personajes dentro de esta historia?... No obstante, el novelista cede algo, en apariencia, de capacidad de decisión a los personajes. A diferencia de W. Shakespeare en la obra “Macbeth”, quien desposé a su protagonista de toda, asegurando que la vida está marcada por los astros. Macbeth asesina al rey y luego no sabe, el porqué de su obra. Incluso Shakespeare pone en boca del guerrero las palabras: “Sombras ambulantes es esta vida, mísero actor que en el escenario se afana y pavonea un momento y al cabo, para siempre, calla su voz. Relato de un idiota, lleno de ruido y furia, que nada significa”. Con ello pretende demostrar lo pesimista de la vida. Que ni de tu propia existencia, seguro puedes estar. De esta forma se produce la eterna pregunta que ya formuló Hamlet: “Ser o no ser, esta es la cuestión”. Tratando esta misma proposición, muchos son quienes afirman que la vida que experimentamos es fidedigna y que nosotros somos quien decidimos. Sobre ello, filosofía y literatura se dan la mano. René Descartes, aseguraba que él nada sabía a excepción de un hecho, y dijo para reafirmarse: “Pienso, luego existo”. Con ello quería declarar, que si una persona es capaz de cuestionarse su propia existencia, (cogito), como consecuencia a estas dudas, (ergo), uno debe existir, inevitablemente, (sum). O acaso ¿Ese sueño en el que se supone que vivimos, podría soñar consigo mismo? ¿No padecería, por tanto, esa ilusión, su misma enfermedad?¿No estaríamos hablado de una paradoja existencial?. Incluso esta cuestión racionalista tiene su apoyo en la literatura. Richar Bach, en su breve novela, “Juan Salvador Gaviota”, nos traslada de forma metafórica a un mundo idílico, pero siempre teniendo presente la idea de que eres tú quien elige seguir y mejorar o por el contrario permanecer como gaviota que no ama volar. Se trata de buscar y luchar por alcanzar tus sueños, y si son tus metas, no pueden ser de otro y si tú decides, no decide alguien por ti. El escritor nos transmite su seguridad, manifestando que somos dueños de nosotros mismos. Los argumentos a favor y en contra de creerse en una ficción son muchos, variados e incluso lógicos y posibles, si nos mostramos abiertos a todos los puntos de vista. Pero, a lo mejor, ambas corrientes se equivocan. I. Kant argumenta que todo lo que percibimos por los sentidos, lo que nos rodea, podemos aceptarlo, siempre que lo analicemos y le concedamos forma en la mente. La idea es que somos conscientes de lo que ocurre, ya que en cierta manera, podemos predecir acontecimientos. Cuando nos levantamos sabemos que amanecerá pero no conocemos cómo. La cuestión es que nosotros controlamos nuestras vidas pero dependemos de lo que nos rodea como si fuera un sendero ya marcado. Esta idea, muy teórica, también se ha podido tratar en literatura, Paulo Coello en “El alquimista”, la aplica. Dota a su personaje de conciencia propia para decidir su destino, siempre que siga “las señales”. En este libro dice: “Todos los seres estamos en el mundo para algo. Nuestra existencia tiene un sentido. Cada uno tenemos una misión que cumplir. Un camino que seguir. Un sueño que conquistar y que vivir. Un tesoro para buscarlo y encontrarlo. Una Leyenda Personal. Una vocación”. Con lo que se supone el camino ya se encuentra marcado. Pero también dice: “Cuando quieres alguna cosa todo el universo conspira para que lo consigas”. De esta forma, también considera que somos nosotros decidimos. La vida es sueño, como tópico literario, ha sido tratado y considerado como una posibilidad teórica de la existencia humana. Cierto es que también han surgido detractores de este tópico. Y acaso, ¿podemos estar seguros de que están en lo cierto? ¿Es la vida una ilusión?¿Es la vida un una realidad positiva? Personalmente, de ninguna respuesta, como suele ocurrir con todas las preguntas importantes, se podrá estar seguro. Así que, a mi entender, la vida no es un sueño. Soy yo quien decido cómo remar mi propia canoa, aunque considero, también, que el río ya existía, antes de que yo lo navegara.