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GUSTAV KLIMT
Baumgarten 14/07/1862 – Viena 06/02/1918
Emanuela Mantovani
Gustav Klimt fue uno de los creadores mas originales de las primeras décadas del siglo XX.
Pintor simbolista austriaco, también conocido por ser el representante mas notable del movimiento
modernista de la Secesión vienesa.
Su lenguaje pictórico es absolutamente original, reune dos elementos no muy frecuentes en la
historia del arte: singularidad de estilo y sintetización de casi todas las inquietudes, lenguajes y
tendencias de la Europa de cambio de siglo. No se le suele asociar a ninguna tendencia o estilo
concreto, aunque su simbolismo es muy acentuado, sobre todo al representar mujeres. Crea un
lenguaje propio de símbolos; muchas de sus pinturas necesitan ser interpretadas con una gran carga
alegórica.
Lo más llamativo de su obra es la presencia de lo femenino, representando lo que no se somete a la
razón ni a la ciencia, solo lo puramente simbólico. La sexualidad y el erotismo artístico la convierte
en el tema principal de su obra, dandole una intensa energía sensual.
Con su hermano Ernst y su amigo Frank Matsch forman un colectivo llamado la “ Compañía de
Artistas” donde empiezan a recibir muchos cargos importantes.
A partir de 1886, el estilo de Klimt se empieza a diferenciar de sus asociados, alejándose del
academicismo.
En el 1897 Klimt se convirtió en uno de los
miembros fundadores de la Secesión Vienesa,
un grupo de artistas que rompieron con la forma
tradicional de pintar. La Secesión había surgido
como una alternativa independiente a los artistas
promocionados por la Academia vienesa.
Entre sus objetivos se contaban la promoción
de artistas jóvenes, la exhibición de obras producidas
en el extranjero y la publicación de una revista sobre
las principales obras realizadas por los miembros.
Klimt diseñará el cartel para la primera exposición de
la Sucesión.
Una de las exposición mas conocida de la Secesión fue la que dedicaron al compositor Beethoven
en que Klimt pinta una de sus obras fundamentales: el Friso de Beethoven.
En el 1903 se forma una nueva agrupación de artistas en torno a los llamados Talleres Vieneses, en
los que colaborarían el mismo Klimt, Egon Shiele, Oskar Kokoschka y otros.
El maestro este mismo año hace un viaje a Venecia, Ravena y Florencia cuyo provocará el inicio de
su fase dorada.
En la obra El arbol de la Vida se nota la admiración por los mosaicos bizantinos de Ravena que
tanto le atrajeron. Encantado con la producción de los Talleres de Viena el industrial belga Adolphe
Stoclet encargó la decoración de su villa-palacio de Bruselas.
El motivo central del friso es el Arbol de la Vida, el árbol de la sabiduría, un símbolo de la Edad de
Oro en el que se reúnen todos los temas que tenían verdadera importancia para el artista, desde la
mujer hasta el amor, tratándose una vez más de su obsesión por la vida y la muerte ,representada en
este caso por el ave negra, uno de sus temas favoritos.
Otra obra importante es Las tres edades de la mujer donde encontramos el característico gusto por
las líneas onduladas, el soberbio dibujo y el decorativismo que definen la pintura de Gustav Klimt,
en sintonía con los trabajos del art-noveau y de la Secesión, opuestos a la filosofía de arte global
que defendían los promotores de los Talleres de Viena. Las tonalidades brillantes empleadas
contrastan con el fondo neutro, apreciándose la renuncia a la perspectiva tradiciónal que se
manifiesta en el maestro vienés.
Exhibida por primera vez en la Exposición de Arte de 1908 junto a Las tres edades de la mujer, la
obra mas famosa de Klimt es El beso, que sigue los cánones del Simbolismo.
Es una tela donde el cuerpo ancho del hombre y su actitud de dominio son dos elementos claves en
la composición, interpretada por buena parte de los especialistas como una escena protagonizada
por el propio Klimt y su buena amiga Emile Flöge. Quizá el elemento más extraño sea el precipicio,
símbolo de peligro al que podía dirigirse la relación, por lo que la mujer se aferra con sus pies a la
pradera. El gesto de la mujer también ha sido interpretado como rechazo ante la agresión al que la
somete el hombre, intentando evitar el dominio masculino sin un resultado positivo.
Hacia el 1910 podemos considerar cerrada la etapa dorada de Klimt. Una de las causas de este
cambio debemos buscarla en el éxito del expresionismo gracias a Schiele y Kokoschka. Klimt se
acercó a este nuevo estilo e incluso buscó nuevas influencias en el neo-impresionismo,
especialmente en Toulouse-Lautrec. Sin embargo, pronto cambiaría su estilo para interesarse por el
movimiento y el color como podemos observar en La virgen.
Klimt nos presenta a cinco figuras femeninas en diferentes posturas, algunas de ellas forzadas, sobre
un campo de flores.
Las obras previas a la muerte temprana de Klimt en 1918 tienen un estilo libre, suelto, como puede
apreciarse en Las dos amigas, y suelen recurrir al uso de colores de pastel que recuerdan a Matisse
y a los fauvistas.
Klimt traza un estupendo fondo oriental en sustitución de sus antiguos telones con motivos
atrapados. Los personajes posan en un escenario ficticio, frente a un fondo diseñado por el artista.
Constituye un retorno a las raíces del maestro como pintor de frescos teatrales.
Las muchachas miran directamente al observador, sin mostrar para nada la profundidad psicológica
que había comenzado a surgir en sus últimas obras y que constituía un progreso interesante. De
hecho, en esta representación, Klimt parece regresar a su antigua mitología de la mujer fatal.