MEDITACION: Ponernos al servicio de los demás.
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MEDITACION: Ponernos al servicio de los demás.
CAMINO DE ESPIRITUALIDAD MEDITACION DOMINGO 30 DE SEPTIEMBRE 2.012 CAPILLA NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD Casa Provincial de la Compañía de Jesús MEDITACION: Ponernos al servicio de los demás. “Quién quiera ser primero, deberá ser el último de todos y el servidor de todos”. (Mc 9, 35) Nacemos con la posibilidad de ser malos, pero esto depende solo y solo de cómo elegimos. Podemos optar por ser seres sin conciencia, demonios estúpidos, y llevar una vida “cómoda” adaptada al desarrollo del mundo, sin hacer la diferencia, sin intervenir para el bien común; porque creemos que si no participamos del mal estamos salvados. La envidia, la rivalidad, la corrupción, la violencia y la codicia son males viejos, han existido desde el principio y están a nuestro alcance; por otro lado la honestidad, el ser honrados también existe, pero ha sido y sigue siendo incomodo para los que no practican la conciencia. Nuestro Señor vino a enseñarnos a elegir bien, pero hacemos muy poco por escucharlo, al igual que sus discípulos; en el servicio con amor está la clave del mensaje que nos da el Evangelio y la conclusión es la justicia; la paz es fruto de la justicia y no habrá paz si no construimos la justicia. El primer paso es cambiar nosotros, individualmente para irradiar en los demás, tener el propósito de ser reflejo del Evangelio, presentar el amor de Dios en Jesucristo a todos los hombres, enseñar y practicar lo que es el perdón y la misericordia, mostrar la belleza de la iglesia católica, de la familia de los hijos de Dios; tener la mirada llena de esperanza y un corazón capaz de acoger a todos: leprosos, marginados, desplazados, fugitivos, incluso los delincuentes (también en las cárceles se puede ser misionero). La justicia no está en las medidas que toma el mundo, no agrediendo el planeta, salvando ballenas, conservando especies en vías de extinción, evitando que los pobres tengan hijos; los cristianos soñamos con un mundo en el que hombres y mujeres, ricos y pobres, sanos y enfermos, recibamos por igual el respeto y el cariño que nos merecemos; también con un ambiente sano y limpio por el que hay que trabajar, al mismo tiempo que se da comida al hambriento y medicinas al enfermo, luchando para que una madre casi esquelética pueda dar de comer a sus hijos sucios y harapientos, porque valen simplemente por ser hombres, amados por el mismo Dios que hace llover sobre buenos y malos.