horas en arequipa
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horas en arequipa
Recién casados en la Plaza Mayor. ENFRENTE La fachada de piedra labrada de la iglesia San Juan Bautista. 48 horas en Arequipa P O R C o n n i e L lo m pa r t L a i g l e . F OTO S D E X av i e r M a r t í n . U bicada a 2.335 metros, Arequipa es considerada como antesala perfecta para aclimatarse a las alturas de destinos como Cusco, Puno o el Cañón del Colca. Pero poco se sabe acerca de los atractivos históricos de esta “ciudad blanca”, así llamada por sus construcciones levantadas en sillar, una piedra volcánica blanquecina y antisísmica. Arequipa crece entre el desierto arenoso y las alturas serranas, en un valle rodeado por majestuosos volcanes que la hacen temblar, de manera imperceptible, unas diez veces por día. Entre estos gigantes nevados se destaca el Misti, un volcán activo que erupciona cada 500 años. Pero los arequipeños no se preocupan por los posibles terremotos sino que se ocupan de ellos y es por eso que, durante su estancia, es probable que sea parte de algún simulacro de emergencia. Su legado arquitectónico –que combina los estilos barroco, republicano y andino–, su pujante industria textil, su explotación agrícola y el haber sido cuna de cinco presidentes peruanos y un 100 . lu gare sd ev i aj e. c o m premio Nobel –el escritor Mario Vargas Llosa, 2010– son algunos de los motivos que alimentan el marcado orgullo popular. Tanto es así que sus habitantes se dicen arequipeños antes que peruanos. Dos días alcanzan para tener un pantallazo de esta tierra, que sólo conoce la lluvia de enero a marzo, y que abre los paraguas para protegerse de un sol que brilla 300 días al año. Dividida en dos por el río Chili y conectada por sólo seis puentes, el tráfico es un gran detalle –por no decir dolor de cabeza– que debe tenerse en cuenta al planificar un recorrido por esta ciudad fundada en 1538. A continuación, cómo descubrir los hot spots de Arequipa en dos días. DÍA 1 Una buena manera de comenzar el circuito arequipeño es visitar su centro histórico, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. La Plaza de Armas es la primera parada. Cuenta la historia que la plaza supo ser sede de peleas de toros. Dos vecinos soltaban sus lu ga re s . n º183 . 101 Uno de los patios del Monasterio de Santa Catalina. ARRIBA Patio interno de la panadería La Canasta. 102 . lu gare sd ev i aj e. c o m animales, que se batían en un duelo de cuernos hasta que sólo quedaba en pie el más fuerte. Si eso no sucedía, los dueños debían asumir el desempate. Sentados frente a una bandeja de rocotos –picante plato arequipeño que consiste en un ají colorado relleno con carne y queso–, debían comer hasta que el picor se impusiera para alguno de los dos. Hoy, la plaza es el punto de encuentro de los lugareños y hogar de incontables palomas. Frente a ella se alza la Catedral, con su dupla de torres y de arcos similares a los del Triunfo francés. De estilo neoclásico, fue erigida en 1621 y parcialmente reconstruida después del terremoto de 1668 y del incendio de 1844. Sus puertas están abiertas de 7 a 10. Después de esa hora, hay que abonar 10 soles para ingresar. En la cuadra de enfrente se levanta la Iglesia de la Compañía (s. XVII) con su portada tallada en sillar, su retablo de estilo churrigueresco y cuatro lienzos del italiano Bernardo Bitti. Al lado, el claustro con su arquería y sus gárgolas funciona como una galería de outlets que ofrecen prendas de alpaca. Desde allí tome la Calle de los Mercaderes, peatonal en la que conviven edificios públicos, el Teatro Municipal, la destacada Librería San Francisco y dos de las sucursales de La Ibérica. Elija una de las dos para probar los chocolates que esta fábrica produce desde 1909, a base de cacao peruano y receta española. A menos de dos cuadras se despliega el Mercado de San Camilo, cita obligada para descubrir los ingredientes de la cocina local y tomarse un licuado de papaya arequipeña o un queso helado (postre similar al helado, preparado con leche condensada, canela y coco). Lo mejor es que el mediodía lo encuentre en Yanahuara, un barrio que se aleja 2 km de la ciudad. Allí conviven angostas callecitas con iglesias de estilo andaluz (se destaca la de San Juan Bautista). La plaza de Yanahuara es la única de Arequipa con música ambiental, que reproducen los parlantes ubicados debajo de los bancos. Pero lo más importante de este barrio es que es hogar de las picanterías. Abiertas sólo al mediodía, estos tradicionales restaurantes sirven comida arequipeña (ver datos útiles) bien hot. Los platos emblemáticos son el rocoto relleno, el cuy chactado (cuis frito) y el chupe de camarones (sopa elaborada con leche, huevos y orégano). Al caer la tarde, la cita es en Crepísimo, donde se puede elegir entre cien variedades de deliciosas crêpes dulces y saladas preparadas a la vista. Frente a la crêperie, se encuentra el último destino del día, “el imperdible” arequipeño: el Monasterio de Santa Catalina de Siena. Esta verdadera ciudadela construida en 1579 fue fundada por la viuda de Diego Hernández de Mendoza, Doña María de Guzmán. Como no tuvo hijos, decidió recluirse en el monasterio al cual donó todos sus bienes. Hasta el día de hoy, lo habitan unas 20 monjas de clausura que decidieron abrir las puertas para poder financiar sus gastos. Visitarlo de noche, iluminado sólo por candelabros, es tan inquietante como maravilloso. El silencio reina en los claustros y patios que jamás escucharon las voces de las novicias. Allí pasó su vida Sor Ana de los Ángeles de Monteagudo, una venerable monja en proceso de beatificación que predijo y curó enfermedades de algunas personas que la conocieron. Cuenta la historia que, tras su muerte en 1686, no fue necesario embalsamar su cuerpo, por el buen aroma que despedía y que, diez meses después, al exhumarlo, lo encontraron fresco y con flexibilidad en músculos y articulaciones. Luego de su muerte, los enfermos que se encomendaron a ella y tocaron alguna prenda que le perteneció, sanaron. DÍA 2 Nada como empezar el día con un buen desayuno, y eso sucede en la tradicional baguettería La Canasta. El primero de sus tres locales, ubicado en la calle Jerusalén 115, invita a degustar un café en un silencioso patio colonial que huele a pan recién horneado. De la lista hay que probar el pan relleno con chocolate y los cachitos (croissants) rellenos con manteca. Con energías repuestas, se impone una caminata por el Barrio de San Lorenzo. De corte español, es el más antiguo de Arequipa. A pocas cuadras se encuentra el Museo Santuarios Andinos, donde descansa la célebre Momia Juanita, conservada en un refrigerador especial a -19 °C. Su cuerpo congelado fue hallado en 1995 en el nevado de Ampato (6.288 metros), durante la expedición encabezada por el andinista Miguel Zárate, el arqueólogo José Chávez y el norteamericano Johan Reinhard (que participó también en el hallazgo de los niños del Llullaillaco en Salta). Juanita fue una adolescente inca –que no superó los 14 años– ofrendada a los dioses alrededor del año 1466 y enterrada en posición fetal tras un letal golpe de macana en su sien. Junto a su cuerpo se encontraron estatuillas de oro (para reverenciar al sol), de plata (para rendir honores al aire y a la tierra) y del molusco bivalvo que se conoce como spondylus (que representaba al agua), y que hoy se exhiben en las vitrinas del museo. El cuerpo de esta dama de Ampato, momificado por congelamiento y no por embalsamamiento, aún atesora todos sus órganos intactos y es considerado como el mejor conservado del mundo. A unas cuadras del Museo, deténgase en lo de Mi Abuela, un local que fabrica deliciosos guargüeros, un tipo de gaznates que son la perdición de Mario Vargas Llosa. Pruébelos acompañados de un café humeante. Si después de tanto andar su cuerpo pide un alto, no dude en visitar el café esotérico de Anuschka. En una habitación llena de inciensos, collares y figuras hindúes recibe Ingrid, una alemana que dejó su tierra natal 26 años atrás para seguir a su esposo. Finalmente enviudó y, para mantenerse ocupada, se volcó al espiritismo. Estudió en Arequipa y hoy es dueña de un café en el que vende los productos que trae de la India y ofrece sus terapias con cuencos tibetanos. El café es sólo una anécdota para conversar con ella, que presta su oído a quien necesite charla profunda y consejo sabio. Conocerla es un buen epílogo de esta historia, protagonizada por mujeres sagradas, sabores picantes y mucho orgullo nacional. Frutas frescas en el Mercado de San Camilo. ARRIBA Los portales que rodean la Plaza de Armas. lu ga re s . n º183 . 103