imaginar que estamos vivos - Sincretismos Sociológicos

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imaginar que estamos vivos - Sincretismos Sociológicos
Sincretismos Sociológicos. Nuevos Imaginarios
Coordinación Editorial de la Revista Electrónica
Columna. Abril 2015
© Todos los derechos reservados
IMAGINAR QUE ESTAMOS VIVOS
LUIS MOISÉS PIZAÑA MEDINA1
COLUMNISTA SINCRETISMOS SOCIOLÓGICOS
NUEVOS IMAGINARIOS
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Estudiante de Sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. Correo
electrónico: [email protected]
Imaginar que estamos vivos
Columnista: Luis Moisés Pizaña Medina
Imaginar que estamos vivos
Esta columna bien podría tener una nota de advertencia para el lector que diga lo
siguiente: El autor de esta columna cree poseer un imaginario social moderno
occidentalizado, suficiente para disertar sobre lo que considera normal de lo que no
¡Iluso! Vive en México.
Somos lo que está sucediendo, eso lo dijo Iggy Pop, cantante estadunidense. Por eso
me agrada la lírica de la música, en particular la del rock, pues sintetiza una parte de lo
que somos en un presente con relación al entorno; en nuestro pensamiento, actitud,
comportamiento, imagen corporal, facha, acción, arte, etc., y además, de lo que ocurrió
en nuestra vida desde la infancia y, de la historia con todos sus vaivenes de realidad e
inventiva.
Cierta aseveración teórica sociológica, es que todo hecho, fenómeno, situación, tiene
una relación social y por tanto, es una construcción social. La mayoría así asimila lo que
ocurre alrededor. En un recuerdo de mi vida escolar, en primaria, hacían un ejercicio
psicológico o psicoanalista en las aulas, el cual consistía en saber qué futuro tendríamos
en cuanto a profesión, basado en la elaboración de un dibujo libre, o a veces condicionado
por las instrucciones de: dibuje a su familia o lo que más le guste. Dichosa visión alrededor
de un niño.
Jamás, Jamás, se me hubiese ocurrido pensar en retrospectiva por aquel dibujo, que
hace poco hallé de entre mis documentos (¡físicos!), en una hoja tamaño carta con un
barco, un mar elevado y un sol enorme dibujado. Bastante normal el dibujo para haberlo
hecho un niño. Quizás sería utópico pensar, y aun lo creo, que jamás hubiera sido un
marinero o acaso, pirata, pescador, etc. Qué se yo por qué dibujé aquel barco. El camino
de mis decisiones me llevaría a ser sociólogo, siempre inde-terminado, pues el proceso de
aprendizaje, que para fortuna jamás se deja, como tampoco el dibujar, aumentaría la
imaginación de lo que seguiré siendo.
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Columnista: Luis Moisés Pizaña Medina
Hace ya casi un año, recordaran, salió en las noticias una serie de dibujos de unos niños
que alarmó a la opinión pública. La temática y su expresividad de una cruda realidad
sorprendieron por su grado de verdad. Fue en julio de 2014 cuando estalló una guerra en
la Franja de Gaza con bombardeos de Israel. Los dibujos de estos niños de Gaza trasmiten
de manera cruda una realidad inevitable, la guerra y sus daños colaterales. Éstos, vistos
desde una óptica democrática.
No son barcos, sino escenarios de sangre. La pregunta sociológica quizá fue, para mí,
¿era normal que un niño dibujara sangre, tanques de guerra, bombas, etc., ante el
contexto en el que viven? ¿Por qué es su normalidad, quién es el responsable de dicha
normalidad? ¿Se puede aceptar esa normalidad en su expresión artística? Esta última
interrogante fue debido a la razón de la nota periodística, pues en realidad lo que impactó
fue que los dibujos fueron cancelados o censurados en una exposición de los niños en el
museo de arte en Oakland (MOCHA) en asociación con la Alianza de Oriente Medio para la
Infancia (MECA). Un acto de censura y enjuiciamiento al deber ser de la construcción de
vida infantil (occidentalizada) hacia la espontaneidad e imaginación.
Por lo regular un niño, no todos, dibuja casa, soles, mares, barcos, árboles, carros, a
mamá y a papá, es decir, en el marco occidental, de clase media moderna estadunidenseeuropea, se puede aceptar esa subjetividad. La mayoría de los analistas, está de más decir,
que les preocupaba el tipo de personalidad y comportamiento que desarrollarían en un
futuro los niños de Gaza en medio de ese estado crítico de cosas. Pues, seguro es lo que
son, y ya influyó y en lo que serán. Lo preocupante es, cargar con la condena irónica del
mentado we are the world, we are the children, they are the future. Este es nuestro
presente para que preocuparse de un futuro, si el presente imagina sin ficción.
Pedimos parte de la historia universal, porque si el escribir, como dicen muchos
literatos es la forma de expulsar a los demonios, el dibujo lo es también para expulsar las
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ficciones, imaginarios concretos, sociales. Si el hombre es su palabra como decía Octavio
Paz, también es su arte, su dibujo. Su color y ausencia de él, expresa su estado de ánimo.
Nos preocupa la actuación de las diversas democracias como de las que no son, y
entonces, pintamos de acuerdo a nuestro régimen de gobierno. Hace poco también,
observé en un trasporte a un niño de seis o siete años, que tras la ventana contaba
cuarenta y tres, número pintado en una barda. Más allá de su significado, le importaba
saber contar. Por ello cada quien ve lo que quiere ver.
En un afán de entender la normatividad de nuestro mundo occidental, el acercamiento
a un concepto bastante atractivo: imaginario social; Lidia Girola, profesora e
investigadora, en un artículo de la Revista Sociológica número 64, titulado: Imaginarios
socioculturales de la modernidad (ISM) se interesa replantear la modernidad (ojo, hace
bien en señalar y no está de más, aclarar que cuando se habla de modernidad a secas, es
hablar de Europa occidental y Estados Unidos, eso porque América latina encaja
incómodamente en sociedades en proceso de modernización o en modernidades
múltiples (alternativas) y sus construcciones conceptuales y expectativas.
Un IMS lo define la profesora como: los conocimientos implícitos y comunes acerca de
lo que implica ser moderno y vivir en una sociedad moderna. De esta definición retoma a
Cornelius Castoriadis, quien lo trabajó arduamente definiéndolo como las prácticas y
representaciones referidas a las identidades de una comunidad sociopolítica. Aumentando
más la conceptualización, la profesora sugiere otro autor, Charles Taylor que especifica
que el imaginario social es la forma en que la gente percibe su existencia social, cómo
convive con los demás, las expectativas que definen lo que se considera normal y las
nociones e imágenes normativas implícitas que subyacen a estas expectativas.
Sin embargo, hay un lado oscuro del ISM y es el sentido de la propia superioridad en
términos de civilización. Así lo complejiza Lidia Girola entre otros debates referentes a la
modernidad mexicana y de América Latina. Por ello, el preguntarnos sobre la normalidad
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de nuestras acciones, a veces, no bien analizadas, está relacionado con un elemento
territorial, pero ocurre que sí podemos percibir la barbarie y normatividad de otras
sociedades en cuanto a nuestro ISM.
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