COMO PUEDE SER POSIBLE 9 de Mayo de 2012

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COMO PUEDE SER POSIBLE 9 de Mayo de 2012
COMO PUEDE SER POSIBLE
9 de Mayo de 2012
“...Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras” Ernesto Sabato
El deber de no olvidar
“El infierno ha sucedido. Y el hombre ha sido su artífice". Nietzsche proclamó la muerte de D-os. Con el último judío aniquilado en las
cámaras de gas, murió definitivamente el Hombre. El horror no debe ser olvidado. Quien se disponga a pensar el Bien, ha de hacerlo
ahora desde los lager alemanes y los gulag soviéticos. Y habrá de hacerlo sin fruncir el ceño, sin intentar siquiera eludir con un gesto
tibio de la mano el hedor que allí eternamente se desprende. De no ser así, que la maldición de Primo Levi se cumpla: «que vuestra casa
se derrumbe, la enfermedad os imposibilite, vuestros descendientes os vuelvan el rostro».
Hannah Arendt encabeza un capítulo de su obra sobre los totalitarismos con una frase de Davis Rousset: «los hombres normales no
saben que todo es posible». La consigna debe ser ahora no ser un hombre normal. Nadie debería ser ya un hombre normal. Lo que Dante
tan sólo imaginó en la leve ficción, nosotros estamos obligados a recordarlo ahora como grave realidad, a modo de penitencia obsesiva
propia de sísifos despeñando eternamente la piedra: «sé que es posible, el infierno ha sucedido, puede volver a suceder…» Grabémoslo
en brazos y piernas, en la espalda y en las manos. Grabémoslo en la frente de todos los recién nacidos. Grabémoslo en el pecho con un
hierro candente hasta que llegue al corazón: «es posible, ha sucedido, puede suceder…» Y junto a las insistentes palabras, a modo de
imborrable amén, el nuevo mandato de la razón impura, el nuevo imperativo categórico que, como proclama Teodhor Adorno, deberá
guiar nuestra conducta: «actúa de tal manera que Auschwitz no se vuelva a repetir”.1
Continuar con el tema del Holocausto, no es sólo un deseo inconsciente que da como resultado el estado mental de ser prisioneros de la
historia. Los judíos probablemente hemos permanecido detrás de las barras de una prisión, como lo manifiesta gráficamente la obra de
Luis Filcer que ilustra este artículo. En los campos de exterminio no existieron los barrotes, se colocaban las púas al final de una barrera
de “monstruos o locos”, sin embargo, ni eran monstruos ni estaban locos, y esto nos viene a determinar que no debemos finiquitar la
reflexión ante el peligro de futuros acontecimientos similares, aunque la historia no condena a un futuro preciso, pero sí tiende a ciclos
espiralados. (Sorokin, 1945).
Además como explica Hannah Arendt, “el diálogo interior fortalece nuestra conciencia y, en algún sentido, dificulta el olvido. O a la
inversa, precisamente porque dificulta el olvido de aquello que vemos y hacemos fortalece nuestra conciencia y nos avoca al diálogo con
ella”2.
Más allá de la conciencia, es prudente traer las características que se dieron en el hecho histórico, qué tan similares pueden ser en
nuestros días. Justamente lo que decía Ernesto Sabato, “al ser humano se le están cerrando los sentidos”, lo que nos impida observar
algunos factores que por el transcurrir de lo cotidiano, dé factibilidad de otra circunstancia similar o sea, disponibilidad de los recursos
necesarios.
El fenómeno de las masas
Como recalca Arendt, “No es nada nueva la atracción que para la mentalidad del populacho supone el mal y el delito. Ha sido siempre
cierto que el populacho acogerá satisfecho los hechos de violencia con la siguiente observación admirativa: serán malos, pero son muy
hábiles”3.
Mencionemos entonces a Heidegger, a quien la joven estudiante Arendt, decía: “Enséñame a Kant... tu piel descubierta”4, el filósofo de
los nazis, quien nunca reconoció sus errores ni se distanció de sus simpatías por los nazis. Su teoría sobre el ser inauténtico, el que se
entrega al mundo del ‘se dice...’, el decir de los demás, determinado desde afuera en un modo de pasividad, inmerso en el mundo de lo
anónimo, no es él, es uno más para no pensar por sí mismo y consagra su vida a la negación. El otro como responsable de todo. Las
habladurías construyen el mundo, como dijo Michel Focault “los sujetos son sujetados”.
Arendt explica que los movimientos totalitarios pretenden lograr organizar a las masas, no a las clases, la pura fuerza del número
indiferente a los asuntos públicos, la neutralidad, no es en sí mismo, causa suficiente para el auge de los movimientos totalitarios. “En
esta atmósfera de ruptura de la sociedad de clases, se desarrolló la psicología del hombre masa-europeo”5 , algo así como Heidegger
define su ‘Das man’ en su existencia banal, que vive sin profundizar a diferencia del que escoge sus posibilidades reales. Es entonces
cuando una ideología al ser un sistema de valores, creencias, representaciones, hace daño y nubla a quienes son capaces de realizar
atrocidades con mínimos o nulos remordimientos. Masas de individuos atomizados, sumado a un Hitler no solo como fenómeno aislado,
al estar acompañado de un escenario social, político y económico derivado de una Alemania castigada por los Tratados de Versalles.
Todo esto conjuntado a tres grupos que perdieron la capacidad de juicio y que distingue Arendt: los nihilistas, los dogmáticos y los
ciudadanos normales. Los nihilistas para quienes no existen valores definitivos y sólo se mueven bajo sus propios intereses, los
dogmáticos que asumen con rigidez una idea para darle sentido a su vida y a su comportamiento, y el de los ciudadanos normales,
quienes asumen costumbres al ser irreflexivos por “el terror inevitable de la guerra psicológica en una población completamente
sometida o debido a los factores subjetivos como la existencia de las leyes de un país, vaciando su contenido utilitario, de los intereses
de una clase o nación. La calificación principal de un líder de masas ha llegado a ser una interminable infalibilidad; jamás puede
reconocer un error”6.
“Quien en una oposición de opiniones, afirma que posee la verdad, expresa su pretensión de dominación”. (Arendt).
Arendt determina como características principales de las masas modernas, que no creen en nada visible, ni en la realidad de su propia
experiencia; no confían en sus ojos ni en sus oídos, sino sólo en sus imaginaciones, que pueden ser atraídas por todo lo que es al mismo
tiempo universal y consecuente en sí mismo7.
El hombre no es culpable de nada, y así, puede volver a suceder, porque en la actualidad, en cualquier lugar del mundo, posee tales
características. También los medios de comunicación y las redes sociales trascienden como explicaba Marcuse, “reproducen y socializan
en los valores el sistema dominante y amenazan con eliminar el pensamiento y la crítica. Los efectos de esta orientación mediática crean
un escenario cultural cerrado, unidimensional, que propicia una especie de pensamiento único y determina la conducta del individuo en
la sociedad. Los medios crean una estructura de dominación, bajo la apariencia de una conciencia feliz que inhibe la posibilidad de
cambio hacia la liberación. Los medios de comunicación, a través de un lenguaje informal, no dan explicaciones ni ofrecen conceptos,
sino que aportan imágenes. Descontextualizan, niegan la referencia histórica. Lejos de moverse entre la verdad o la mentira, se limitan a
imponer un modelo”8.
Esos modelos absorbidos por las masas, se sitúan como grandes generadores de pensamientos e ideas, que en un descontrol dentro de
una circunstancia determinada, puede provocar otro espectáculo, al decir de la muerte para otros.
Los ejemplos son muchos, los países de dictadura y totalitarismos aún siguen cavando extensivas posibilidades en todos los continentes.
Heidegger le había dicho a Marcuse: “Auschwitz en 1933 no era visible”, y él le contesta: “Para usted sí era visible”. Resultó ser, que el
Dasein (ser-aquí) de Heidegger, el ser auténtico, se hizo consciente de su finitud, de su posibilidad de muerte, en Auschwitz.
Para todos debe ser visible el peligro que implica permanecer estático ante cualquier acontecimiento que pueda llegar a imitar la
historia del Holocausto. En Adiós a la verdad, el autor Gianni Vattimo, habla de cuestionar la verdad en el consenso social, el llamado a
pensar formas de vida en un ejercicio colectivo. “El consenso sobre la elección individual es ante todo un problema de interpretación de
la construcción colectiva de los paradigmas compartidos, o por lo menos su reconocimiento explícito. Es allí donde se sitúa el desafío de
la verdad en el mundo del pluralismo postmoderno. La verdad ya no está ligada al “cumplir”, sino que está basada en el consenso y el
respeto de la libertad de cada uno y la de las diferentes comunidades que conviven, sin confusión, en una sociedad libre.”9
Arendt finaliza su libro diciendo: “Pero también permanece la verdad de que cada final en la Historia contiene necesariamente un nuevo
comienzo: este comienzo es la promesa, el único mensaje que le es dado producir al final. El comienzo, antes de convertirse en un
acontecimiento histórico, es la suprema capacidad del hombre. Este comienzo es garantizado por cada nuevo nacimiento; este comienzo
es, desde luego, cada hombre”10.
1Textos tomados del documental Hannah Arendt y la banalidad del mal. Guión y dirección de Jesús Palomar Vozmediano. España, 2006.
2 Ibídem.
3 Hannah Arendt. Los orígenes del totalitarismo. Alianza Universidad. Madrid, 1987. Pág. 484.
4 Beatriz Rivas. La hora sin diosas. Editorial Alfaguara. México, 2003. Pág. 219.
5 Hannah Arendt. Los orígenes del totalitarismo. Alianza Universidad. Madrid, 1987. Pág. 495
6 Ibídem, pag. 537.
7 Ibídem, pág. 541
8 http://portal.educ.ar/debates/protagonistas/ciencias-sociales/el-hombre-unidimensional-marcuse-a-25-anos-de-su-muerte.php
9 Gianni Vatimmo. Adiós a la verdad. Editorial Gedisa. 2011. http://www.lecturalia.com/libro/60572/adios-a-la-verdad
10 Hannah Arendt. Los orígenes del totalitarismo. Alianza Universidad. Madrid, 1987. Pág. 707.
CDI REVISTA, SHOA, NUMERO 237, ABRIL 2012.

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