Bafici 2007

Transcripción

Bafici 2007
Bafici, más radical que nunca
Por Christian León
Un joven dice a otros que tiene en sus manos al cuadro más triste del mundo. Todos le
piden que lo enseñe. El primero muestra un pintoresco retrato de un gato con una pipa.
Llantos y alaridos se desatan ante la mirada desconcertada de uno de los presentes que
no entiende la conmoción causada por el inocuo felino. Aparece el slogan “Buenos
Aires 9° Festival Internacional de Cine Independiente. Si no es para vos, no es para
vos”. Este spot publicitario define bien a uno de los eventos cinematográficos más
importantes del mundo hispanohablante. A pesar de su corta trayectoria, el Festival
─mejor conocido como Bafici─ a logrado consolidar una identidad claramente definida
por la novedad, el riesgo y lainnovación.
En su novena edición, realizada entre el 3 y el 15 de abril del 2007, la convocatoria fue
más radical y exitosa que nunca. En los filmes de la competencia oficial primó un
espíritu joven que pone en duda las fórmulas y formatos establecidos. La sección “Cine
del Futuro”, que hasta el año pasado fue de exhibición, se convirtió en la tercera sección
competitiva del Festival y estuvo evaluada por un jurado de críticos menores de treinta
años. En general las muestras paralelas y retrospectivas tuvieron como protagonistas a
cineastas mal conocidos o abiertamente desconocidos. Hubieron solamente dos
excepciones: Jacques Tati y Joaquin Pedro de Andrade. Parte de la programación se
baso en soportes no convencionales, en algunos casos exhibidos en proyección digital
de alta definición ─la exclusividad de la película fílmica va quedando atrás. A pesar de
ello, o tal vez por ello, hubieron 468 películas exhibidas y 230 mil espectadores.
Para mi gusto, los tres grandes filmes del Festival fueron Syndromes and a Century
(Tailandia) de Apichatpong Weerasethakul, I Don't Want to Sleep Alone (Taiwán) de
Tsai Ming-Liang y Still Life (China) de Jia Zhang-ke. Lo cual confirma que Asia sigue
adelante. Syndromes and a Century es una deliciosa historia de humor dadá que reúne
fragmentos de la vida amorosa de múltiples personajes alrededor de un hospital. Es
también la ratificación de que Weerasethakul es uno de los directores más creativos e
irreverentes del planeta. I Don't Want to Sleep Alone es la película menos truculenta y
más melancólica del sobrevalorado director taiwanés Tsai Ming-Liang. Rodada en
Kuala Lumpur, narra un triángulo amoroso surgido de la vulnerabilidad y el deseo no
correspondido. Hace del desencuentro de orientaciones sexuales y culturas un potente
disparador para la contemplación poética. Still Life retoma la mirada crítica sobre la
realidad social de China que Jia Zhang-ke había expuesto con maestría en sus filmes
anteriores. Esta vez, la plasma en las historias paralelas de un minero y una enfermera
que han perdido a su familia. Los dos coinciden a orillas del río Yangtzé donde se
construye Las Tres Gargantas, la represa más grandes del mundo. El registro
documental, la imaginería fantástica, el instante epifánico pierden sus límites para dar
lugar a la realidad de las familias desplazadas y a sus afectos, cifrados en los pequeños
placeres la vida (cigarrillos, caramelos, licor, té).
Especial atención merece un conjunto de filmes que plantean una deconstrucción y un
homenaje a las narrativas del pasado. El retorno al cine silente practicado por el
canadiense Guy Maddin (Brand Upon the Brain!) y el filipino Raya Martin (A Short
Film About The Indio National) así lo demuestran. Dicho sea de paso, Martín fue la
revelación del Festival. Con 23 años ha realizado tres largometrajes dejaron con la boca
abierta a los críticos más exigentes. Por su lado, El desierto negro del argentino Gaspar
Scheuer y Honor de caballería del catalán Albert Serra retoman el género gauchesco y
la novela cervantina respectivamente. El primero nos ofrece bellísimo western
conceptual rodado en blanco y negro que busca la poesía y el mito. El segundo toma al
Quijote, con Sancho a un costado, y documenta sus andanzas a punta de planos
contemplativos y tiempos muertos. Nada parece estar a salvo del cine contemporáneo.
Con 4 películas en la competencia internacional y casi cien títulos exhibidos, el cine
argentino ratifica que está en su mejor y más plural momento. El asaltante, a través de
una cámara adrenalínica similar a la de los Dardenne, logra plasmar la sensación
corporal de angustia de un hombre mayor dedicado a robar establecimientos educativos.
La León muestra que el cine de “qualité” es posible en la periferia y en High Definition
(HD). Narra de forma convencional una historia homoerótica ambientada en la selva.
Estrellas es un documental modesto que no obstante plantea el complejo problema de la
representación de la marginalidad. Lo hace a través de la brillante figura de Julio
Arrieta, un actor villero que se toma el cielo por asalto. Recibieron también muy buenos
comentarios El otro de Ariel Rotter y La antena de Esteban Sapir, filmes que
lamentablemente no llegué a ver.
Las premiadas
Las grandes triunfadoras fueron In Between Days y Upa! Una película argentina.
Dentro de la Selección Oficial Internacional, la primera ganó los premios a mejor
película y mejor actriz. Dentro de la Selección Oficial Argentina, Upa! ganó como
mejor película y se llevó el premio de la Asociación de Cronistas Cinematográficos
Argentinos (ACCA). In Between Days de So Yong Kim fue concebida para filmarse y
exhibirse en HD. Recrea el ambiente invernal de las calles de Toronto, en medio del
cual dos adolescentes coreanos se atraen pero no saben como acercarse el uno al otro. El
filme trabaja a partir de un elaborado contraste de temperaturas luminosas. La nieve, el
ocaso, la luz naranja bajo un puente gris. Upa! de Santiago Giralt, Camila Toker y
Tamae Garateguy es una comedia de teléfonos blancos filmada con cámara al hombro.
Relata las peripecias de un grupo de amigos que quieren hacer una película
independiente. Realizada a punta de improvisaciones y con un equipo humano con
funciones rotativas, maneja un humor localista y encara el tema de la producción
cinematográfica con los códigos del melodrama fácil y ligero. Resulta comprensible que
en un medio tan profesionalizado como el argentino, todo gesto de anarquía sea
valorado. Sin embargo, UPA! fue la peor película que vi en este Bafici.
Cine político en discusión
Actualmente, Abderrahmane Sissako es uno de los cineastas africanos más prestigiosos.
En Bamako, su última película, dramatiza un juicio comunitario a los organismos
financieros internacionales, acusados de empobrecer al Tercer Mundo. Reinventa así el
cine político en el escenario poscolonial de la lucha de las culturas contra el capital.
De paso en Buenos Aires, Sissako participó en un diálogo con Pino Solanas. El tema fue
el cine como arma de la política. El cineasta africano, juvenil y elegante, se mostró
risueño, humilde, algo introvertido. Dijo que su búsqueda es hacer un cine abiertamente
político que haga frente a la injusticia. Planteó la necesidad de combatir los estereotipos
que asocian al África como la violencia y la pobreza. Sostuvo, además, que es
indispensable un diálogo entre sur y sur que permita conocerse a los pueblos del Tercer
Mundo separados por el colonialismo. Un Solanas, desalineado y envejecido, desplegó
como siempre sus dotes de orador. Sostuvo que en la actualidad el cine ha retrocedido.
Dijo que cineastas, críticos y espectadores habitan hoy en un universo
descontextualizado caracterizado por la censura. Atribuyó gran parte de la
responsabilidad a la televisión. Finalmente abogó a favor de la política de derechos
humanos y alianzas continentales del gobierno de Kirchner

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