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P. Zezinho, scj PALABRAS QUE PERMANECEN Reflexiones y poemas -3- E ESTE LIBRO l pedido de esta editorial que me acompaña hace más de treinta y cinco años y de muchos oyentes dieron origen a este libro que nace sin pretensiones. Son anotaciones posteriores a lo que hablo y que Sonia Mara, Lilian, Renata y Suzana copiaron en base a lo que hablé en aquellos programas. Algunos textos causaron impacto, tanto que la Editorial Paulinas transformó en libros aquello que fue dicho a lo largo de más de veinte años de predicación. El lector advertirá que esta obra no sigue un orden determinado. Los mensajes que recibimos tampoco nos vienen ordenados. Llegan y, cuando los entendemos, les damos un orden en nuestro interior. Mi libro es lo que es. Una recopilación. Espero que resulte útil a los que tienen que evangelizar y muchas veces buscan textos para ilustrar sus mensajes. Espero, también, que ayude a alguien a dormirse pensando en la vida en el cielo. Para mejor o para peor, mi libro está escrito. Si te fuera de utilidad ora por mí, ¡que no sabía que estos poemas y pensamientos terminarían en un libro! Ahora ambos somos cómplices en el pensamiento y la insistencia. ¡Caminemos pensando! -5- S JESÚS, EL HOMBRE i existió en el mundo un ser humano que supiera todo sobre Dios, esa persona fue Jesús. Si alguien llegó a la intimidad absoluta con Dios, ese fue Jesús. Fue él mismo quien lo dijo. Y él era plenamente humano. Si una persona es capaz de semejante intimidad, no se trata de un individuo cualquiera. Es especial. Especialísima. Fue Jesús quien lo dijo. Si Dios es aquel ser que pensamos que es, el ser humano que afirma gozar de la intimidad absoluta con él corre el riesgo de ser el loco más desvergonzado, el mayor de los mentirosos o un supremo megalómano. Pero si fuera verdad entonces él sería el más especial, el más humano entre los humanos. Y Jesús dijo que sabía quién era y quién lo había enviado: nadie sino Dios, a quien llamaba “Padre” (Abba, en arameo). Nadie era capaz de conocer a Dios. Pero Jesús dijo que él lo conocía. Y solamente él. Nadie antes ni después de él fue capaz de esto. Si Dios existe, si creó el mundo y creó al ser humano, somos todos hijos de Dios. Sin embargo, Jesús aseguró que él era el Hijo Único. Hay algo en este hombre Jesús que ninguna persona relativamente inteligente es capaz de descifrar: habla como alguien total, absolutamente identificado con Dios. O su men- -9- tira es demasiada mentira para nosotros, o su verdad es demasiada verdad. El hecho es que ningún ser humano habló como Jesús hablaba. Los hombres que escribieron sobre él no tenían la capacidad de inventar un personaje así de poderoso, capaz de desafiar la mente de tantos pensadores y científicos durante más de veinte siglos. Si Jesús fue una invención, entonces los cuatro evangelistas que, como insisten algunos, habrían construido el personaje de Jesús, serían más expertos que él. Para creer en Jesús precisamos creer a sus biógrafos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. ¿Qué había en ellos? ¿Qué vieron y oyeron para hablar de él como lo hicieron y morir por él como murieron? ¿Y los Apóstoles? ¿Qué experiencias vivieron para dar la vida por él? ¿Murieron por un personaje de novela o por una persona real? ¿Cómo fue? ¿Qué vieron en Jesús para vivir por él y morir de la forma en que murieron? ¿Fue Jesús hijo de María, hijo de José, hijo especialísimo de Dios o fue un invento de sus mentes? ¿Los fanatizó Jesús? ¿Pero cómo, si Jesús nunca impuso nada a nadie? ¿No fue él quien los dejó libres para alejarse, si hubieran querido? (Jn 6, 67) Nunca se valió de las armas ni de la violencia. Fue claro cuando dijo que quien lo siguiera sería feliz pero también sufriría mucho. Nunca hizo marketing mentiroso acerca del camino que proponía. No estaba desesperado por ganar discípulos. ¿Qué fuerza tenía este Jesús en sus palabras, que traspasaron y sobrevivieron a los seres humanos, las ideologías, las sectas y aún los errores colosales de aquellos que transmitie- - 10 - ÍNDICE 5 Este libro 7 La palabra correcta de la manera correcta 9 Jesús, el hombre 13 Pensar como Jesús pensó 15 Hablar como Jesús habló 17 Amar como Jesús amó 19 Llorar como Jesús lloró 23 Sonreír como sonreía Jesús 25 Porque Jesús resucitó 27 Jesús no se crucificó, se dejó crucificar 29 La ventana del alma 31 La gran comunicación 35 Fui, soy y siempre seré llamado 37 Alguien nos quiso aquí 39 De repente, Dios... 41 Iglesia de una sola nota 43 Religión y coherencia 45 Religión edulcorada 49 Castigar sin matar 51 Si las Iglesias callaran 55 Sí, yo creo en los ángeles 57 Ni únicos ni perfectos 59 Cultivar el amor 61 ¿Quien ama confía? 63 Eros, romance y ternura 65 ¡Como la luna eres tú, María! 67 Silencio que lastima 69 Para repensar a las madres 71 ¡Perdóname, mamá! 73 La gracia del matrimonio 75 Amor al pie del altar 79 Deseos para un matrimonio joven 81 No te cases porque sí 83 Amor y complicidad 85 Felices porque son fieles 87 De vuelta al romanticismo 91 El matrimonio casi perfecto 95 Honestos con Dios 97 Matrimonios en crisis 99 Salvar un matrimonio 101 Los límites del matrimonio 103 El dolor de la separación 105 Ninguno de nosotros es perfecto 109 ¿Restaurar o reconstruir? 111 Padres e hijos ante la religión 113 Parábola del padre pródigo 115 El regazo y la escuela 117 Niños que son padres 119 Vivir y dejar vivir 121 Un derecho cuestionable 123 La caja de Pandora 125 Justicia de Dios 129 “Tierra” rima con “guerra” 131 Niños violentos 133 Con el demonio en el cuerpo 135 El valor de los límites 137 Nuestros límites 141 Imponer límites 145 El peso de la angustia 149 Sentirse pequeño 151 Arrepentirse todos los días 153 No peques más 155 Desde la cima del tejado 157 El pan y el hambre del pueblo 161 Democracia de pescadores 163 Siempre habrá pobres entre ustedes 165 Egoísmo y altruismo 167 Corazón generoso 169 Profesora televisión 173 Jesús y los medios 175 Palabras que permanecen 177 Fin del libro