CATACUMBAS DE TENTECARRETA El pago de Tentecarreta

Transcripción

CATACUMBAS DE TENTECARRETA El pago de Tentecarreta
CATACUMBAS DE
TENTECARRETA
El pago de Tentecarreta, donde se ubica
nuestro yacimiento es un lugar con
abundancia de recursos hidráulicos,
tierras fértiles y posición estratégica que ha posibilitado un hábitat que se extiende desde
ía protohistoria a la época medieval. Aún se observan en superficie los restos materiales
de un poblado tardorromano probablemente relacionado con la necrópolis de nuestro
estudio.
Las catacumbas son lugares de enterramiento colectivo utilizados por los cristianos
durante los siglos III y IV después de Cristo. Catacumba es, por antonomasia, todo
cementerio subterráneo; pero las originarias eran galerías excavadas ex profeso o
aprovechaban antiguas galerías que habían servido para la obtención de materiales de
construcción. Suelen ser pasadizos sumamente estrechos (no más de la anchura que
permite el paso de dos personas) revestidos con obra de albañilería. Los cuerpos eran
enterrados en huecos rectangulares en las paredes (loculi), o en cámaras funerarias
(cubiculi). Existían también nichos con forma de arco (arcosolium) que albergaban
cuerpos de mártires. A veces, en lugar principal de la catacumba, se observan unos
bancos corridos adosados al muro, aptos para celebrar los "banquetes" fúnebres,
ceremonia tomada de los paganos y constatable en la necrópolis pagana de incineración
de Carmona.
Los cristianos, si bien, a veces, sufrían persecusión, podían inhumarse juntos al amparo
del derecho romano que permitía el enterramiento colectivo de toda asociación
establecida en colegio funerario, y ya, en la Ley de las Xll Tablas quedaba claro que
todo suelo dedicado a sepulcro era considerado sagrado.
Gracias al triunfo del Cristianismo las catacumbas se van a ir abandonando a fines del
siglo IV y comenzarán a predominar los cementerios al aire libre, hasta el punto de que
ya en época medieval las catacumbas de Roma constituían objeto de peregrinación .
Son contadas las catacumbas en todo el Imperio romano, y la de Tentecarreta es única en
España, al menos hasta la fecha. Las catacumbas solían excavarse en lugares altos y con
terreno desecado, abundando en sus múltiples galerías las obras de drenaje. La nuestra
así debió ser, pero en la actualidad ha habido alteraciones del nivel freático y la altura
del nivel de aguas subterráneas se ha situado pareja o superior a la superficie de las
galerías, como se observa en un pozo artesaniano que parte una de ellas. Derrumbes y
filtraciones han alterado la estructura de la vía cementerial hasta el punto de colmatar
con derrubios buena parte de ella y ser mínima la que está libre de ellos, no sin haber
sido extraídos con no pocos esfuerzos en la inmediata actualidad. Son dos las galerías
que se observan , dispuestas en cruz y orientadas según los puntos cardinales. Estas
galerías son sumamente estrechas y tortuosas. Su disposición coincide totalmente con las
catacumbas tipo. El estado de conservación, habida cuenta de la elevada humedad y las
avalanchas de barro, dista mucho de su original y está muy erosionada. No obstante, aún
en algunas zonas del techo quedan manchas del enlucido que recubría sus paredes,
probablemente policromadas. Igualmente aparecen entre el barro pequeños ladrillos
rectangulares y romboidales, seguramente utilizados como solería.
La galería S., en el crucero, de apenas 2,5 m. de longitud, alberga un enterramiento
colectivo de no escasa importancia a juzgar por el ajuar funerario que presentaba, dos
cetros de hierro de 35 cm. a modo de enormes llaves, presumiblemente atributos
episcopales o de jerarquía. El lugar en la catacumba obedece al de mayor privilegio. En
las iglesias que se construyan posteriormente se introducirá este espacio constituyendo el
ábside, sede del altar mayor, las reliquias de santos y tumba de persona principal.
A inicios de la galeria E., en la pared izquierda, existe un nicho o loculi donde yacía un
individuo en posición fetal con ajuar funerario cifrado en una olla y un unguentario o
lacrimatorio. La mayoría de los individuos inhumados poseen ajuar funerario y unos in
situ y otros revueltos aparecen en las galerías de nuestra catacumba jarras, cantarillos,
platos, lucernas, un collar y un anillo de oro con una piedra engarzada trabajada en bajo
relieve, todos ellos en perfecto estado de conservación.
De igual modo son abundantes las monedas, las cuales, junto con las tipologías
cerámicas, nos han permitido fechar el Vacimiento con una fecha de uso en el siglo IV e
inicios del V después de Cristo.
Si bien consideramos breve esta comunicación por carecer del suficiente espacio gráfico,
esperamos que, al menos, contribuya a dar un mayor interés al yacimiento, no ya tanto
material como histórico, y aumentemos con su estudio el esclarecimiento de nuestra
realidad cultural.
Artículo aparecido en la Revista de Feria de 1.992, por José García Romero

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