Leer las 1000 palabras de Diego Biancotto
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Leer las 1000 palabras de Diego Biancotto
1000 palabras alrededor de "Organizador" Diego Biancotto* "Mi cabeza desborda de ideas posibles y sueños improbables. Es hora de que los junte y lo convierta en aparatos que cambien el curso de la historia para siempre" (El Diario del Pequeño Capitán Arsenio, Pablo Bernasconi) Crear no es sencillo, hay que creer. Creer en crear, es menos sencillo aún. La tarea de crear, por lo tanto, es un gran acontecimiento en sí mismo. Miles de condicionantes se nos presentan a la hora de generar algo, más allá de un espectáculo teatral, más allá del teatro; en la vida. Y en esta inabarcable existencia que nos toca transitar, podemos ser creadores hasta de nuestra propia descendencia. Pienso que crear es dar vida. Entonces, somos creadores latentes de muchos mundos en este mundo. Para el gran desafío de la creación, nosotros humanos, nosotros seres, contamos con una facultad única que es la imaginación. La capacidad de formar imágenes en la mente, es una de las características que nos hacen únicos e irrepetibles, porque en cada uno de nuestros pensamientos se manifiestan diferentes universos. A partir de mi experiencia, (corta, resbaladiza, a los tumbos) en el campo de la dirección, trato de analizar las maneras de abordar la creación de un hecho teatral. Pienso que hay muchos caminos que nos conducen a esa misma meta: el teatro. Las dinámicas son muchas, diversas, y el resultado, estoy convencido, que se potencia o no, en ese desarrollo. Desde que empecé a dirigir, fui tratando de armar equipos, otra de las cosas que estoy completamente convencido: los equipos son la batería que energiza la idea. Entonces, planteo la dirección como una especie de gran cabeza; en nuestro cuerpo, la cabeza contiene las terminales que conducen al cerebro, que traen consigo miles de datos para conformar una sensación, una representación de la realidad en código de sentido. A partir de esa analogía, planteo mi rol dentro del equipo creativo como un organizador, organizador de diferentes corrientes que se retroalimentan, se nutren, se comparten. Pienso que mi rol, el rol que fui construyendo a medida que iban pasando los espectáculos, se emparenta más con el de organizador que con el de director convencional, siendo consciente que también es difícil pensar en un director "convencional". ¿Qué es dirigir? ¿Marcar el rumbo? Me refiero al convencionalismo del director que tiene todo resuelto de antemano, armado desde un planteo solitario, y que luego se encarga de dar indicaciones para que los otros ejecuten. En mi caso, parto de una idea generadora, pero esa idea se va modificando con los otros integrantes del equipo creativo. Así me gusta hacer teatro, me encuentro nuevamente con ese niño que fui, y siento que estoy jugando; como lo hace mi hija: con objetos, ideas, asociaciones libres, y fundamentalmente, con otros. Esos otros, terminan de armar la gran cabeza. Muchas miradas para una misma cosa, la cosa en sí se desarma, desarticula, deforma, hasta implotar para volver a crearse. Creo que ese es el camino para la construcción de la metáfora escénica. Releyendo el diccionario de Patrice Pavis, él transcribe una definición de director de escena: "...En el teatro griego el didascalo (de didaskalos, instructor) a veces era el mismo autor: asumía las funciones de organizador. En Francia, durante la Edad Media, el meneur de jeu asume la responsabilidad de los Misterios. En la época del Renacimiento y el Barroco, generalmente, es el arquitecto o el decorador quien organiza el espectáculo según su propia perspectiva. La aparición de la función y el término, director de escena, suele situarse en la primera mitad del siglo XIX." Esta definición me ayuda a encontrarle un sustento teórico a eso que intuitivamente defino. Descubro que organizador, me completa más, y el hecho teatral que integro se conforma más. Desarrollar una idea a partir de organizador, indefectiblemente me lleva a esa primera puesta en escena que desarrollé: Un ángel en patitas. Un cuento de Eduardo Gudiño Kieffer, que adapté para teatro. En ese primer acercamiento al rol de director, estaba haciendo cimientos de esto que ahora intento sistematizar en mis producciones para crear metáforas. Esa búsqueda permanente de construir metáfora, me lleva a habitar los espacios, esos espacios que bien define Guillermo Heras: dramatúrgico, escenográfico, icónico, musical, lumínico, actoral. Para poder visitar estos espacios, tengo la necesidad de convocar gente, de sumar voluntades... Eso pasó en aquella primera experiencia, que fue para mí el primer paso en esta de idea de organizar. Plantear el caos, y mientras más enloquecedor sea, más complejo sea, el hecho teatral tendrá más aristas para sorprender y trasmitir. El momento de la creación, la lluvia de ideas, ese tiempo lúdico pienso que debe empaparse de todos los sentidos, que debe hacerse con los 6 sentidos: oído, vista, tacto, olfato, gusto y el sentido... del humor. Porque creo en los grupos, porque creo en los equipos, porque creo en la sumatoria de ideas, integro La Terraza Teatro, un colectivo teatral que pretende en cada montaje soñar nuevos universos, que cada espectáculo construya su propia metáfora; para eso, el equipo se transforma en un canal que une la idea con lo concreto, lo intangible, con lo tangible, para poder crear la poesía escénica con lo que cada motivador inspira. Hay una frase que me persigue: "Si el hombre no cerrara soberanamente los ojos, terminaría por no ver lo que vale la pena de ser mirado", de René Char. Esta frase, que descubrí en un libro de la gran directora Ariane Mnouchkine, me lleva a pensar en esa primera frase con la que abro este texto, de un personaje: el Capitán Arsenio, un pionero de la aviación que en cada fracaso, alimenta su gran idea; que en cada tropezón, impulsa aún más el espíritu de búsqueda. ¿Acaso no somos un poco Arsenio a la hora de armar un espectáculo? ¿Acaso no nos alimentamos del sueño de volar y llevar con nosotros aquellos que conforman el ritual del teatro? La cabeza junta sueños que el escenario espera. * Diego Biancotto. Actor-docente-director-dramaturgo. Actor y profesor recibido en la ETLP. Ha tomado cursos, talleres y seminarios intensivos con Beatriz Cattani, Rafael Curci, Patricia Suárez, Carolina Donnantuoni, Mauricio Kartún y Guillermo Heras, entre otros. Realizó giras nacionales e internacionales, que se encuentran registradas en el libro “Funámbulos itinerantes”. Dirigió los espectáculos: “Un ángel en patitas”, “Sueño de una noche de carnaval”, “Construcciones punto carmín”, “Tik tak, la mochila del tiempo”, “Un viaje de ilusión, historia de caballeros”, “Náufragos, trabajo experimental de teatro”, “Felipito, el furibundo filibustero”, "M Medea", "Yo animé", "Atando tabas", "El diario del capitán Arsenio" y "Los idiotas de la azotea". Desde el año 2000 es miembro fundador de La Terraza teatro logrando distinciones a nivel municipal, provincial y nacional.