los utilizamos demasiado quizás?
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los utilizamos demasiado quizás?
03 Editorial Sin tantos “si” y sin tantos “pero”… los utilizamos demasiado quizás? por fr. Mariano Di Vito, OFM CAP. “L as conjunciones “si” condicional y “pero” adversativa son dos de las palabras más usadas en nuestro idioma. Después de cualquier afirmación, propósito, empeño, decisión, resultado ... según sea la convicción de los interlocutores y de las probables ventajas, es inevitable anteponer un “si” o un “pero”. Diría que distinguir, prever situaciones alternativas, en el fondo, forma parte de la complejidad, no homogénea de las mismas cosas e incluso más de nosotros los hombres. Cierto, por otra parte, refugiarse y esconderse detrás de los “si” de hipótesis lejanas e irrealizables o también disminuir, e incluso destruir, lo bueno y lo bello que, aunque no sean tan abundantes, están presentes en la mesa de la historia,con los“peros” individuados en los ojos ajenos, significa casi siempre permanecer enyesados en nuestros prejuicios o permanecer prisioneros en las jaulas de un pasado que no puede volver, o de un futuro simplemente imaginado, casi como una coartada para el trabajo de hacer ahora nuestra función sobre los caminos empolvados y desconectados del hoy. Viendo el uso excesivo de estas dos palabrillas, me parece igualmente, es más,todavía más urgente,evitar aquella fórmula usada, también en manera exagerada, de los últimos años: “¡sin tantos “si” y sin tantos “peros”!”. No porque no existan situaciones o momentos en la vida de cada uno de nosotros en la cual es necesario tomar decisiones claras y rápidas, incluso pudiéndonos perder, sino porque la verdad, por naturaleza, hay que buscarla siempre y, realmente, siendo una, como el diamante más brillante, emite una variedad infinita de riqueza de luz y de color. Así pues, cuando los “sin si y sin pero” son utilizados en manera excesiva, es como querer ver todo siempre en una única dimensión – ¡casi siempre la de uno mismo! – restringiendo los estrechos caminos ya, del trabajo interior o simplemente de la duda y, lo que se puede volver verdaderamente desastroso y dramático, el riesgo de cerrar los espacios al cotejo y al diálogo, que pertenecen a aquellas diferencias y peculiaridades del homo sapiens. Intentemos ponernos nuevamente en camino en el nuevo año, regalo del Señor y signo de su paternal providencia, con atención y cuidado de todas sus criaturas, con esperanza, confianza y valor. Sobre la escena del mundo han aparecido significativas señales positivas, mientras quedan todavía firmes y difundidos los conflictos territoriales, religiosos, sociales y económicos. Los primeros son sin duda el fruto de la buena voluntad del escuchar todas las razones del otro y, al mismo tiempo, volver a ver y a dimensionar las propias certezas, o por lo menos amortiguar la intensidad y la agresividad con las cuales vienen propuestas y no raramente impuestas. Las otras son la prueba evidente de las varias intransigencias culturales, religiosas y políticas, impresas con letras cubitales sobre las propias banderas, en los idiomas más diversos,pero con un sentido inequívocamente idéntico: ¡este es nuestro ideal! ¡Sin el “si” y sin el “pero”! En una composición escolar del año 1905 escribía de esta manera el joven fr. Pío de Pietrelcina: “Nosotros gracias a la divina gracia estamos en el alba de un nuevo año. Este año (...) hay que empeñarlo en arreglar el pasado y proponer para el futuro.Y junto con los buenos propósitos tienen que ir las santas obras” (cit. Ep. IV, p. 1002). El alba tiene siempre colores tenues, cálidos y delicados: que sea para todos la metáfora “buenos propósitos” el signo de la acogida recíproca, respetuosa y dialógica de todos aquellos que el Señor pondrá en nuestro camino. Y no exageremos con demasiados “sin si y sin pero” ...¡Feliz y sereno Año Nuevo!