VIGENCIA DE LA IDEOLOGÍA JUARISTA EN EL SIGLO XXI Por

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VIGENCIA DE LA IDEOLOGÍA JUARISTA EN EL SIGLO XXI Por
VIGENCIA DE LA IDEOLOGÍA JUARISTA EN EL SIGLO XXI
Por: Salvador Alan Fernández de Lara García.1
“Los hombres no son nada, los principios lo son todo.”2
Benito Juárez
L
os grandes hombres que han existido en la Historia de la Humanidad
siguen una filosofía de pensamiento que los hacen llegar a marcar su
época y las consecutivas a ellos, a su generación y a las posteriores; y esa
ideología es siempre acompañada por la coherencia de los hechos que esas
personas realizan en sus vidas. Y un claro ejemplo de esos magnánimos seres
humanos es aquel oaxaqueño zapoteca que, muy avanzado a su época, logró
afianzar los valores mexicanos y defender la soberanía nacional, y por supuesto
que estoy hablando del Benemérito de las Américas, Don Benito Pablo Juárez
García.
1
Salvador Fernández de Lara nació en la Ciudad de Puebla. Ha ganado diversos premios, tales
como el PRIMER LUGAR EN EL CERTAMEN ESTATAL JUVENIL "CARTA A MIS PADRES 2006",
el SEGUNDO LUGAR EN EL "PREMIO NACIONAL DE LA JUVENTUD 2005", EL H.
AYUNTAMIENTO DE PUEBLA CAPITAL LO NOMBRÓ "JOVEN DISTINGUIDO DEL MUNICIPIO
DE PUEBLA, GANÓ EL PREMIO "Entrepenuer for humanity" otorgado por el Festival Internacional
de Mentes Brillantes "La Ciudad de las Ideas". Ha escrito en el periódico poblano "LA OPINION:
DIARIO DE LA MAÑANA" y fue locutor del "CAMPEONATO MUNDIAL DE MARCAS 2008"; el
Instituto Poblano de las Mujeres lo ha invitado a dar diversas conferencias en pro del género
femenino. Ha sido REGIDOR DEL CABILDO JUVENIL DEL H. AYUNTAMIENTO DE LA CIUDAD
DE PUEBLA, así como CONSEJERO CIUDADANO DE LA JUVENTUD DEL ESTADO DE
PUEBLA y SECRETARIO SUPLENTE DEL MISMO CONSEJO. Ha sido asesor y coordinador en
diversas campañas políticas. Actualmente es DIRECTOR GENERAL de la Revista de Estudiantes
de Derecho y es estudiante de la Facultad de Derecho, UNAM y de la Escuela Nacional de
Cuadros del PRI.
2
Todas las citas textuales utilizadas en este ensayo fueron tomadas de discursos, escritos y otros,
hechos por Don Benito Juárez.
Si analizamos su ideología, los valores que profesaba, las acciones
llevadas a cabo en su vida; es decir, todo el universo que rodeó a este gran
mexicano, nos daremos cuenta que la filosofía juarista sigue vigente hasta
nuestros días; porque él fue un individuo sabio y avanzado para su época, como lo
dije líneas arriba. Y si tan sólo tomáramos como ejemplo un poco de aquellas
ideas que construyó, desarrolló y objetivó, muchos de los problemas que se han
presentado en México se hubiesen podido resolver en menor tiempo y con
mejores resultados.
Un claro ejemplo de lo anteriormente señalado fueron sus ganas de servir a
la gente, al pueblo; y por eso Juárez afirmaba que “Dios y la sociedad nos han
colocado en estos puestos [el servicio público] para hacer la felicidad de los
pueblos y para evitar el mal que les pueda sobrevenir”, y en este pensamiento se
hace visible su visión del servidor público al colocarlo como el instrumento para
que los demás (el pueblo) logren sus objetivos: ser felices y evitar el mal; y así
mismo cree que “el gobernante no es el hombre que goza y que se prepara un
porvenir de dicha y de ventura; es, sí, el primero en el sufrimiento y en el trabajo, y
la primera víctima que los opresores del pueblo tienen señalada para el sacrificio”,
es decir, que el buen gobernante es aquel que sacrifica su propia felicidad por la
de la Patria, como él en su vida lo llevó a cabo. Y es así como los gobernantes de
hoy y del futuro (de todos los niveles y tanto mexicanos como de otras naciones)
deben ver su labor. De igual forma, no le tembló la mano para hacer valer la ley y
proteger a los mexicanos, pues en algún momento afirmó con puntual certeza lo
siguiente: “no me permitiré un solo acto que conculque derechos legítimos pero
seré severo e inexorable con los transgresores de la ley y con los perturbadores
de la paz pública.”
Así mismo, la felicidad es encontrada recurrentemente en la ideología de
Juárez y es así como él estaba convencido de que “la instrucción pública es el
fundamento de la felicidad social, […] principio en que descansan la libertad y el
engrandecimiento de los pueblos”, y de esta manera vemos que Don Benito
Juárez no sólo se refiere a la felicidad individual y egoísta, sino a una felicidad
colectiva, general, de todos y para todos. Y como medio para alcanzar este fin,
coloca a la educación, pero no cualquier clase de educación, sino la pública,
aquella que instruye a las masas populares, a la colectividad y que genera un país
más sólido, como él mismo lo dice aunque en otras palabras; así como que
considera que la instrucción es la manera correcta de que un Estado prospere y
que se eviten abusos de poder, puesto que al estar educada, la gente no permitirá
que se le violen sus derechos. A su vez, este gran oaxaqueño defiende la libertad
(en toda su extensión) y la toma como una bandera que siempre enarbolará y
enmarcará su vida, y este valor lo ve siempre unido al buen gobierno, pues él
creía que “la misión del gobierno republicano es proteger al hombre en el libre
desarrollo de sus facultades físicas y morales, sin más límite que los derechos de
otro hombre.”
Además, aunque su mandato presidencial estuvo cundido de beligerancia,
él era un hombre con una consciencia pacifista, tan es así que consideraba
(refiriéndose a la Guerra de Reforma) “que antes que con el poder de las armas, el
peligro se conjure con un arreglo justo y equitativo, compatible con el honor y
dignidad de la nación”; y esta actitud pacifista se mezcla con la clara defensa a la
autodeterminación de los pueblos, principio que México siempre ha defendido a
capa y espada, pues Juárez afirmaba que su “gobierno no ha[bía] hecho más que
aplicar su norma constante de conducta en las relaciones internacionales:
encerrarse en los límites de una prudente moderación, abstenerse de todo acto
agresivo y prepararse a repeler la fuerza con la fuerza”, con lo que también se
hace énfasis en el Principio de Reciprocidad, por el cual un país responde a las
actitudes hostiles que otra nación muestre para con el primero, así como que da
las bases para lo que tiempo después se convertiría en aquella teoría mexicana
llamada Doctrina Estrada en homenaje a su creador (Genaro Estrada), en la que
las naciones deben mantenerse al margen en la elección de los gobiernos de cada
Estado.
Siempre Juárez rechazó toda actitud represora en contra de las libertades
humanas y criticó fuertemente a quien lo hacía, defendiendo al mismo tiempo la
ley y la democracia; así él indicaba que en “un sistema democrático y
eminentemente liberal […] tiene por base esencial la observancia estricta de la ley.
Ni el capricho de un hombre solo, ni el interés de ciertas clases de sociedad,
forman su esencia. Bajo un principio noble y sagrado él [sistema democrático y
liberal] otorga la más perfecta libertad, a la vez que reprime y castiga el libertinaje.
El concede derechos e impone obligaciones, que no sabe dispensar; por
consiguiente está lejos de comprenderlo cualquier ciudadano que se crea
protegido por él para faltar a su deber o barrenar la ley. El puntual cumplimiento
del primero y el más profundo respeto y observancia de la segunda [la ley], forman
el carácter del verdadero liberal, del mejor republicano. Es por tanto evidente, que
a nombre de la libertad jamás es lícito cometer el menor abuso”, así mismo
consideraba que “los déspotas aborrecen la luz y la verdad”, pues se enceguecen
en su afán de hacer valer su voluntad, sin tomar en cuenta las libertades de
pensamiento de la gente, considerando que lo que ellos dicen es la verdad
absoluta, cosa que es la mentira más grande, ya que en el mundo no existe una
verdad absoluta sobre nada. De esta forma, podemos observar su rechazo
absoluto al autoritarismo, defendiendo la pluralidad y a la Federación, y esto es
visible en algún momento, cuando Don Benito dijo que los centralistas “odian el
sistema federal, porque no alcanzan a comprender su ingenioso mecanismo, o
porque este sistema creado para los de la ley y de los principios, no se presta a
justificar los avances de los que quieren gobernar a los mexicanos con una
voluntad despótica.”
De igual forma, Juárez tuvo presente la gran importancia de la mujer en la
sociedad y defendió a la figura femenina, ya que creía firmemente que se debía
“formar a la mujer con todas las recomendaciones que exige su necesaria y
elevada misión, es formar el germen fecundo de regeneración y mejora social. Por
esto es, que su educación, jamás debe descuidarse.”
Un punto que debemos tocar es que Juárez tenía clara la procedencia de la
legitimidad del gobernante al señalar que “la respetabilidad […] le viene de la ley,
de un recto proceder y no de trajes ni de aparatos militares propios sólo para los
reyes de teatro”; crítica mordaz a aquellos pseudogobernantes que se ayudan de
luces y fanfarreas, de brutalidad y de grandes y majestuosas obras públicas para
tratarse de ver como líderes magnánimos y tratarse de ganar el respeto y
admiración del pueblo, cuando las cosas no son así.
Juárez fue un verdadero patriota, y así lo dicen algunas de sus frases al
señalar que “la defensa de la Patria y de la libertad es […] un deber
imprescindible, porque de ella importa la defensa de nuestra propia dignidad, del
honor y dignidad de nuestras esposas y de nuestros hijos”, con lo que se
puntualiza que si la generalidad que es el Estado no está bien, menos lo estará
algo tan particular como lo es un individuo o un núcleo tan pequeño (comparada
con la nación) como la familia. Y es por esto que en otro pensamiento el
Benemérito de las Américas señala que “la vida de un hombre nada significa
cuando están de por medio la suerte y los intereses de un pueblo” y que “contra la
Patria nunca tendremos razón”, con lo que él coloca como ente superior al Estado.
Así mismo, en los últimos años, en México se ha venido dando una ola de
violencia e inseguridad imparable e incrementable, la cual se quiso parar por
medio de las armas, lo que no resultó viable y provocó que el problema se
agravara. Y si nos regresamos y estudiamos a fondo la ideología juarista, nos
daremos cuenta que este mexicano universal nos dio la clave para erradicar esta
problemática nacional en la siguiente frase: “No es sólo la fuerza de las armas la
que necesitamos. Necesitamos de otra más eficaz: la fuerza moral, que debemos
robustecer, procurando al pueblo mejoras positivas, goces y comodidades”,
pensamiento que si lo traemos a la actualidad se podría entender que para
terminar con la inseguridad y la violencia se deben crear buenas condiciones tanto
macro como micro económicas para nuestro país, lo que produciría que la gente
no se involucre en actividades ilícitas para poder cubrir tanto las necesidades
básicas de su familia como suyas, que por lo general es lo que sucede en estos
casos.
Y en toda su ideología, vemos que Don Benito Juárez da la solución para
que México crezca, una receta sabia para que la persona que lideré a nuestra
Patria pueda consolidar lo ya construido y esta receta se compone de cuatro
cosas: tiempo, constancia, firmeza y capacidad, y todo esto lo explica de la
siguiente manera: “se necesita de tiempo para preparar los elementos con que se
pueden reorganizar los diversos ramos de la sociedad; se necesita de constancia
para no desperdiciar esos elementos, a fin de llevar a cabo la obra comenzada; se
necesita de firmeza para ir venciendo las resistencias que naturalmente imponen
aquellos que han saboreado los frutos de la licencia y de los abusos; y se necesita
de una grande capacidad para elegir y aplicar con la debida oportunidad los
medios a propósito, que satisfagan, las exigencias del cuerpo social, sin exasperar
sus males.”
Para terminar, es necesario hacer énfasis en que el ideario juarista sigue
muy vigente en pleno siglo XXI, como ya lo he demostrado con argumentos
sólidos. Tan es así, que nuestra Constitución Política deriva de la de 1857.
Debemos tener presente la experiencia de Don Benito Juárez para resolver de la
mejor manera aquellos problemas que surjan tanto en nuestro país como en otras
latitudes. Juárez fue una fuente viviente de sabiduría y coherencia, de templanza y
firmeza, de legalidad y justicia, de patriotismo y mexicanidad. Y tal vez a todos nos
quede lo que en algún momento él dijo: “Quisiera que se me juzgara no por mis
dichos, sino por mis hechos. Mis dichos son hechos.”

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