Texto de la Homilía

Transcripción

Texto de la Homilía
Insigne y Nacional Basílica de Santa María de
Guadalupe
www.virgendeguadalupe.org.mx
Homilía pronunciada por S.E. Mons. José Luis Dibildox Martínez, Obispo de
Tampico, en ocasión de la Peregrinación de las Diócesis de Tampico, Ciudad
Victoria y Matamoros a la Basílica de Guadalupe.
5 de agosto de 2014
En este día, las diócesis de Cd. Victoria, Matamoros y Tampico, nos reunimos en
esta Basílica para expresar el gran amor que todos tenemos a nuestra Madre del
cielo, Santa María de Guadalupe.
Estas Diócesis tienen el deseo de procurar la inculturación del Evangelio, como
nos lo pide la Iglesia en los documentos de Santo Domingo y en documentos
posteriores. Hoy recordamos el mensaje que la Virgen de Guadalupe nos
transmite por medio de un indígena: Juan Diego.
Podemos afirmar que la síntesis de la teología guadalupana es su significado
evangelizador. La integración del mensaje contiene tres verdades teológicas
fundamentales: La concepción náhuatl de Dios coincide con la concepción
cristiana de un solo Dios; también la representación de María como "Madre de
Dios" y "madre nuestra" está en concordancia con las verdades de la fe sobre
María: la liberación anunciada en el Nican Mopohua es una forma de
comportamiento cristiano basada en los Evangelios.
Santa María de Guadalupe está íntimamente unida a la obra salvífica de Cristo; el
mensaje guadalupano nos invita a la conversión, a expresar nuestra fe en el
verdadero Dios y en su Palabra; nos invita al diálogo para construir la comunidad
cristiana y nos exige un compromiso cristiano para la construcción de ese templo
espiritual que es la Iglesia, por medio de nuestra fe, por medio de nuestro amor y
por acciones concretas de justicia y fraternidad.
La veneración a la Santísima Virgen María en América ocupó siempre, desde la
época de la evangelización, un puesto especial. Las Conferencias Episcopales
latinoamericanas de Puebla, Santo Domingo y Aparecida, señalan acertadamente
los antecedentes: "En nuestros pueblos, el Evangelio ha sido anunciado,
presentando a la Virgen María como su realización más alta" DP 282.
Los obispos resaltan como factor especial que ella "es la perfecta discípula que se
abre a la palabra y se deja penetrar por su dinamismo"
La figura de María es un modelo que brota del magnificat, modelo de identificación
particularmente para los pobres, los desheredados y los que sufren, haciéndoles
sentir su dignidad humana.
Podemos considerar a María como un espejo de las expectativas de los hombres
de nuestro tiempo. La gente de nuestro tiempo podrá contemplar con gran alegría
que María de Nazareth, no dudó en proclamar que Dios ama a los humildes y a
los oprimidos y arroja de su trono a los poderosos de este mundo. (Lc.1, 51-53).
Reconocerá en María, que "destaca entre los humildes y los pobres del Señor"
LG, 55.
Una mujer fuerte que conoció pobreza y sufrimiento, que tuvo que huir con José y
el niño, como migrantes, de la policía de Herodes, atravesando las ardientes
arenas del desierto hacia el exilio en Egipto.
Que sufrió al constatar el rechazo a su Hijo de parte de muchos israelitas; que
sufrió al ver a Jesús muerto en la cruz. María nos permite superar las múltiples
estructuras de pecado en las que está envuelta nuestra vida personal, familiar y
social.
Nos permite obtener la gracia de la verdadera liberación, con esa libertad con la
que Cristo ha liberado a todo hombre. El Santo Padre Paulo VI nos dice en la
Exhortación Apostólica Marialis Cultus que María "es tipo del perfecto discípulo de
Cristo, que es artífice de la ciudad terrena y temporal, pero tiende al mismo tiempo
a la celestial y eterna, que promueve la justicia, libera a los necesitados, pero
sobre todo es testigo de aquel amor activo que construye a Cristo en las almas".(
MC IV).
La Iglesia nos invita a inculturizar el Evangelio. Una inculturación auténtica tiene
como fundamentos teológicos la Creación, la Encarnación y la Iglesia, que como
Iglesia de Cristo continúa la Encarnación del Verbo y ve allí el fundamento de su
misión.
Por consiguiente, la Iglesia en México será calificada como auténtica Iglesia de
Cristo, en cuanto evangelice en su totalidad a las culturas de México con
originalidad y creatividad, y éstas renazcan al encuentro con el Evangelio.
Este proceso de inculturación se inició en México por el acontecimiento
guadalupano. En el curso de la historia de México, la Virgen de Guadalupe se ha
convertido, para una gran parte de la población del país, en un símbolo de la
mexicanidad, lo que nos ha ayudado a darle un sentido a nuestra vida, una razón
para seguir luchando en la construcción de un México mejor, más justo y
solidario.
El hecho guadalupano significó el comienzo de la evangelización con una vitalidad
desbordante. El mensaje de Cristo a través de la Virgen de Guadalupe, tomó los
elementos centrales de la cultura indígena y les dio el definitivo sentido de
salvación; así, nuestra Virgen Morena se convirtió en un modelo de
evangelización inculturada.
Evangelizar en el marco guadalupano es amar a los pobres, a los indígenas, a los
marginados, a los excluidos de la sociedad.
Evangelizar, según la Guadalupana, es respetar al Juan Diego actual que vive en
nuestros campos y montañas y también en los cinturones de miseria y en las
calles de las grandes ciudades, tratado como adulto capaz de decidir su destino, y
no como un niño a quien se le conduce de la mano por caminos desconocidos.
La Virgen de Guadalupe nos enseña que evangelizar es penetrar en la
cosmovisión y en la mentalidad de nuestro pueblo para descubrir los valores que
encierra su cultura; para encontrar la riqueza oculta en su religiosidad popular, en
sus signos, símbolos y prácticas religiosas.
Evangelizar, en nuestro tiempo, es dar esperanza a nuestro pueblo ante tantas
circunstancias adversas. El deseo de la Madre de Dios es proporcionarles
confianza;"Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te
asusta y aflige; no se turbe tu corazón ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No
estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?
Al celebrar esta Eucaristía, le pedimos a nuestra Madre del cielo, por intercesión
de San Juan Diego, por todos los menos favorecidos, para que sientan que son
parte de la Iglesia y encuentren siempre en nosotros un apoyo para alcanzar su
plenitud como hijos de Dios.
Al finalizar esta reflexión quiero hacer la siguiente oración:
A tus pies, te hemos traído flores, cantos y oraciones a Ti, Madre nuestra Santa
María de Guadalupe; te damos gracias porque cada día tu Hijo nos envía como
discípulos misioneros, a proclamar su mensaje.
Al acudir en peregrinación las Diócesis de Cd. Victoria, Matamoros y Tampico,
deseamos bendigas, nuestras parroquias, comunidades y familias; deseamos nos
libres de todo mal espiritual y físico; deseamos nos concedas vivir en paz.
concordia y caridad fraterna.
Te ofrecemos, Madre nuestra Santa María de Guadalupe, nuestros fracasos,
logros, tristezas y alegrías.
Nos comprometemos nuevamente ante ti con el deber fundamental de todo
cristiano, discípulo misionero, de anunciar la Buena Nueva de Jesucristo, sobre
todo a los pobres, enfermos y alejados, siendo mensajeros de paz;
Virgen de Guadalupe, concédenos más vocaciones al sacerdocio ministerial, a la
vida consagrada y de muchos laicos comprometidos en la construcción del Reino
de Dios.
Así sea.

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