La fortuna de mi abuelo
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La fortuna de mi abuelo
vie. 1 ago 2014 Mayabeque www.diariomayabeque.cu Enfoques “HONRAR A LA PATRIA ES UNA MANERA DE PELEAR POR ELLA” JOSÉ MARTÍ Lisandra Díaz Padrón Ernesto guarda sus medallas en la segunda gaveta de la cómoda. Si mal no recuerdo son más de 30. Cada una en su cajita plástica, adheridas a un trozo de tela rectangular que le da cierto toque de elegancia. Poco a poco llegaron a este lugar de donde nunca han salido, salvo en ocasiones para acompañar su traje de gala militar. A penas era un adolescente cuando entró en las Fuerzas Armadas. Muy pronto vino la primera medalla, y luego otras. Hasta que abordó el avión que lo llevó y trajo de Angola, entonces la lista aumentó. Todavía las recuerdo, yo solía agruparlas, clasificarlas por figuras y colores. Al rato las devolvía al mismo lugar de siempre, acomodadas a la manera de una personita de cuatro años, pero con respeto, porque ya sabía el significado de todas aunque lo entendiera a mi manera. El gavetero sigue en pie, desgastado por los años, corroído por Ernesto M. Sarduy Lorenzo En aquellas sociedades de la información donde la noticia es un recurso aderezado, moldeable y bipolar, los medios apelan casi siempre a un sensacionalismo que busca, más que esencias, un nivel supremo de publicidad. El trasfondo humanista queda sujeto a intereses amarillistas. La intención está orientada hacia una corriente que puede truncar lo apeteciblemente humano en una dialéctica de consumo. Es entonces cuando se pierde la posibilidad de entender, más allá de las palabras, los hechos: lo transgresor del acto impide una concientización capaz de reconocer la verdadera dimensión de la existencia humana; esa que se escapa anónimamente diluida, sin tiempo para salvedades. Desde el pasado siglo la televisión resultó un invento con un nivel de aceptación todavía admirable. Una caja eléctrica con fusibles y circuitos reproducía imágenes y sonidos captados desde cualquier sitio; algo que intentaba superar en parte a la prensa escrita y la radio. Sin embargo, ningún otro avance tecnológico ulterior los ha hecho desaparecer. La radio y la televisión continúan siendo imperecederos, más allá del boom de la Informática o la Electrónica, tanto como la prensa plana. La fortuna de mi abuelo el tiempo. Pero las medallas permanecen ahí, agrupadas impecablemente, como todo lo que guarda la mano disciplinada de alguien que cumplió los 70 con estirpe militar. Mucho ha llovido desde la última vez que una llegó a su pecho, también desde que abandoné la obsesión por verlas. A Ernesto la vida no le ha traído más condecoraciones, y yo a veces me olvido del viejo cajón. Por eso cuando reparo en ello lo convido al recuerdo, y dibujo en mi cara una expresión de asombro ante las historias que he escuchado. Ya conozco el orden de los sucesos, las anécdotas de Angola, unidades que dirigió, de su amor incondicional a la Revolución. Y entre tanto ajetreo cotidiano busco el momento para hacerle brillar los ojos. Frecuentemente lo encuentro sentado en el portal, viendo el ir y venir de los carros, lidiando con la rutina del jubilado, ocupado con los asuntos de la casa, dejando soltar una frase de inquietud o en ocasiones (depende del ánimo) una décima jocosa. Entre tanto le invade el silencio, yo sé que piensa en sus reliquias, por lo que llegaron a su pecho y donde están ahora. A mí me tocó un abuelo con distinciones, que ya no empuña el fusil, pero defiende sus ideas, y en un lugar privilegiado guarda El diario del Che en Bolivia y libros de Lenin. Estoy segura que así será por siempre, aunque, por sus años, solo viva de reliquias y epopeyas pasadas. Continuaré escuchando las repetidas anécdotas, provocándolas un poco de vez en cuando; seguiré besándole la calva mientras esté concentrado en el noticiero, y algún día custodiaré sus medallas, quizás ya no en el mismo cajón, pero sí con el mismo amor y respeto. Cultura de los medios La cultura popular, rica y diversa, juega un papel determinante en los medios de comunicación: según su enfoque puede ser asumida por estos para su justa divulgación, o destinada a convertirse en víctima de las transnacionales de la información. Pero cuidado; no confundamos sensacionalismo con calidad. Es polémico ese debate. En Cuba, los medios de comunicación, aún cuando disponen de infraestructura limitada y necesitan optimizar la calidad en muchas de sus entregas, ofrecen un producto noticioso, orientador o de entretenimiento acorde a determinados códigos sociales que al contrario de otras naciones, intenta contrarrestar los efectos de la pseudocultura. Es cierto también que en algunos segmentos de la población cubana computadoras y DVDs roban la atención con productos alejados del verdadero concepto cultural; lo más importante en este sentido no es la adicción en sí, sino el poder comprender la diferencia entre los riesgos de una realidad audiovisual importada y una identidad cultural cubana en peligro por este consumismo, lo cual significa no des- cuidar la sana imagen del buen gusto, no dañar la esencia humana y no transformar a nuestra cultura mediática con intereses foráneos convencionales, a veces atractivos, pero destinados a encasillar de un modo superficial a ese gusto popular. No se trata de rechazar esas facturas ni de negar la transculturación; más bien de reflexionar en cómo benefician y afectan al mismo tiempo a receptores de cualquier edad. A mi entender, la cultura de los medios implica el poder ser capaces, incluso, de asimilar esas entregas triviales venidas del exterior —aunque siempre estableciendo las barreras individuales necesarias—; límites, para no ser víctimas de la incultura frente a la pasión por productos audiovisuales underground que irremediablemente continuarán penetrando nuestro entorno. No critico su coexistencia en la actualidad. Soy uno de los que los consumen. Solo exhorto a ser cuidadosos como receptores de la plataforma mediática extranjera y reconocer cuánta dosis de sensacionalismo y su correspondiente seducción pueden enfriar la naturaleza humana, cuando las realidades no son las mismas. A CARGO DE: Jorge Javier Miranda Márquez [email protected] NO LLEGA EL BULTO “Pongo en conocimiento la falta de agilidad y gestión, en la llegada de un bulto postal que ya lleva 30 días sin estar en su destino. Pese a las tres ocasiones en que se ha personado mi esposa para reclamar una respuesta del por qué lo que envió el 19 de junio a su hermano en La Fe, en la Isla de la Juventud, no ha llegado. “La primera respuesta fue que aun no había salido del correo (15 días transcurridos), la segunda ya se envió (20 días después), y la tercera: El bulto está depositado en Batabanó para cuando pueda enviarse, ya que por avión no se está realizando el servicio postal y por tanto se seleccionan dos diarios para ser enviados por barco. “¿Es posible que un bulto cuyo peso es de 0.22 kg sea excesivo para trasladarse? “El paquete en cuestión contiene unas pastillas para mi anciana suegra, que se encuentra pasando una temporada con su hijo en la Isla, por demás son medicamentos no ofertados en la red de farmacia del país para tratar de mejorar la calidad de vida de esta señora. “Lo anterior se ha explicado en el correo de San José de las Lajas y hasta el día de hoy no tienen solución. “Esperamos que el servicio mejore”. Roberto Gil Ontivero, Reparto La Leyva, Edificio 5, apto 4, San José de las Lajas NECESARIA ACLARACIÓN Hace algunos días recibimos en la dirección del Periódico una llamada de alguien cuyo nombre supuestamente 3 era Yamira (con M) Pérez Pérez, dando su dirección y teléfono en Bejucal, para poner en nuestro conocimiento algunos problemas que sucedían con el abasto de agua y la electricidad, como refiere la publicación de la columna anterior. Al verificarse con el número de teléfono recibido, plantearon que no era la casa de Yamira, pero que los aspectos señalados eran ciertos. Realmente tomaron el nombre de otra persona que sí existe y es muy parecido. Yanira argumenta en una misiva que en el vecindario no constan las dificultades expresadas y que nunca llamó a nuestra Redacción. Le ofrecemos disculpas por atribuirle la queja sin estar debidamente verificada, algo difícil cuando nombre y teléfono no coincidían y no teníamos otro, pero al llamar nos plantearon que la situación era real. Indagamos con vecinos del municipio y ratificaron la problemática, pero no era la fuente señalada. Por esta vía, le hacemos saber a las autoridades bejucaleñas, a compañeros, amigos y vecinos de Yanira Pérez Pérez que ella no fue la persona que se comunicó con el Semanario. Por nuestra parte adoptamos las medidas correspondientes con los implicados. Es primera vez que algo así sucede y haremos todo lo posible por evitar situaciones desagradables, como esta, en lo sucesivo. Aprovechamos para explicar a nuestros lectores que las verificaciones se hacen generalmente por teléfono, y la persona que escribe o llama se responsabiliza con lo planteado. Evidentemente faltó profundidad en esta ocasión. Reiteramos nuestras disculpas, con el compromiso de evitar que algo así se repita. Atentamente. Dirección, Periódico Mayabeque Coto [email protected]