PUBLICACIONES MÉDICAS BIOHORM—SECCIÓN: MEDICINA E
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PUBLICACIONES MÉDICAS BIOHORM—SECCIÓN: MEDICINA E
PUBLICACIONES MÉDICAS BIOHORM—SECCIÓN: MEDICINA E HISTORIA Director: Dr. Manuel Carreras (Editorial Rocas) N.° R.: B. 1023-63. D. L.: 27541-63 Consejo de redacción: Dr. Agustín Albarracín — Dr. Juan Bosch Millares —Dr. Leopolc o Cortejoso — Prof. P. Lain Entralgo Prof. Luis S. Granjel — Prof. J. López Ibor—Prof. José M." López Pinero —Dr. Esteban Padrós — Dr. Silvcrio Palalox Prof. Pedro Piulachs— Prof. Diego Ferrer de la Riva— Prof. J. Rof Carballo—Prof. Ramón Sarro Burbano Prof. Manuel Usandizaga. — Dirección gráfica: Pla-Narhoiu n." 36 Junio 1974-Barcelona-(Segunda Época) En la l^Br dispepsia hiposténica de la edad madura ^r ¿• e HEPA T ^ T ^ ^ ^ T I / ^ * | ' normaliza el peristaltistno digestivo }|f • H ^ I s I ^^^^y I j t , , / 1 ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^^^^^^^^^^ ^F ^^fc • V ^^^ ^J ^t*m0^^ J. URIACH & Cia, S. A. - Barcelona Biohorm Y regula el funcionamiento biliar COMPOSICIÓN POR GRAGEA: 2-MPG (2-msrcaptopropionilglicina) 1OO mg; Metoclopramida 1O mg; Ciclobutirol 1OO mg; Procaína 1OO mg. POSOLOGIA: 1 gragea 3 veces al día, 1/2 hora antes de las comidas. En caso necesario, 2 grageas 3 veces al día. PRESENTACIÓN: Frascos de 40 grageas.Pta». 297,80 MEpiQNA REVISTA DE ESTUDIOS HISTORICO-INFORMATIVOS DE LA MEDICINA Centro de Documentación de Historia de la Medicina de J. URIACH & Cía. S. A. Barcelona, junio de 1974 EDITORIAL SUMARIO _ .. . . , „ ¿Tradición o modernismo? Con igual radicalismo, hoy trata de imponerse un neohipocratismo al que se oponen las blindadas corazas doctrinales. Inutil dilema cuando actualmente la Medicina está abriendo una vía real, una Medicina fisiológica (con la total acepción que el termino implica, sin necesidad de alzar el estandarte psicosomático), una vía donde convergen todos los adelantos de la Física, de la Química, de la E ectrómca de la Termodjnámica. de la Cibernética sin olvidar que los descubnmientos de esas ciencias exactas no siempre se verifican exactamente en la materia viva que es el hombre. Análisis o síntesis, tradición o modermsmo, serán siempre parcelas aisladas del conocimiento médico en tanto no se apliquen a una concepción renovada de la materia viviente, el ser humano, con su duplicidad de funciones maferiales y espirituales, a este complejo indisociable de polvo y espíritu que somos No podemos, en efecto, continuar disociando los estados del cuerpo de los estados del alma sin arriesgamos a aumentar la perturbación latente o manifiesta de la entropía del orgamsmo. El equilibrio de la anentropia es indispensable para acceder a la salud puesto que las fuerzas del espíritu son las que nos hacen transcender, aun por caminos irracionales, hacia la condición esencial de la vida que es la salud. Enfermedad, envejecimiento, perturbación, son condiciones desfavorables para la transcendencia espiritual, aunqué el ascetismo opinase lo contrario, pues la ascesis del espíritu, fuente de la salud, se obtiene mediante el desenvolvimiento armonioso de todas las funciones de la materia viva. M. CARRERAS ROCA „. , Pág. 3 PEQUEÑA HISTORIA ' SOBRE LA MEDICINA RURAL EN EL SIGLO XVIII N o creo Editorial. Pequeña historia. pág. 4 Consultorio. Obras ingresadas en nuestra biblioteca. Laboratorio ^aooratorio. s ' Soledad dolor v esperanza pabellón del cáncer. £ SoIzhenit P°r Agustín Albarracin Teutón. Pág. 29 „ . . , . . Resúmenes de trabajos presentados al IV Premio «Biohonn. de Historia de la Medicina. se ^ estudiado la historia d e l a Me di c ina en el medio rural español. Pese a ser conocidos l o s i n c o n v e n i e n t e s con que han tropezado i n f i n i d a d d e médicos en épocas no m u y Ajanas, su importancia queda sin d u d a e m p e q U e ñ e C i d a s ¡ analizamos y recogemos pequeñas notas que esporadicamente aparecen en documentos antiguos. Valga como muestra la comunicación que dirige el rey Fernan^ ^ ^ ^ s ^ ^ ^ ^ e n ) 7 5 7 c o m o consecuencia de la pee n t o t i c i o n f o r m u l a d a p o r el ayuntami d(, B a t e a e n e l c o r r e g i m i e n t o de Tortosa, interesado en obtener unas ciertas garantías en el momento de elegir a sus raédicos, a l igual que ya habían obtenido algunos municipios cercanos, d d ejercicio Plra la oficial n o i<;rda e s e s.lbor antaflón £i0 q u e |e es a transcribirla tal como se conserva en e ] Libro de Acordadas d e 1 7 5 7 j d e i A rchivo d e ,a C o r o n a d e A r a g o n : ...Sabed que por la villa de Fonz en e, N u e s t r o R d e Aragon se acudió a NueslT0 Consejo e n ve¡nt¡seis d e m a . de l m con una tición exponiendo d e p o b i a c i ó n d e m ás de doscientos vecinos, y para las elecciones q u e regularmente se ofrecían de sus sirvientes y el Común como hera méboticario y otros, en dico zirujano, l o s Consejos abiertos que para ello se acostumbraban celebrar, sucedían alboratos y desazones porque los pretendientes con gran facilidad y a poco coste ganaban los votos de los del Pueblo por la ignorancia del daño y perjuizio que contra sí y los demás vecin o s h a c í a n ; y a la salud pública, pues d e o r d i n ario quedava elegido por maque hera ^ ^ ^ ^ 4 • # • W W M « ^ B ^ ^ k ^ • • • • B \ M ^ ^ ^ ^ ^ . «f • • JV 16"1 1 —^^^^^^"— (Segunda Época) y o r numero tcs ue n o de votos los más imperi? 1 convenían, y siendo justo probeer de remedio a tan graves in(sigue) 3 convenientes e inquietudes, y para obiarlos, por tanto Nos suplicó nos sirviessemos de dar licencia y facultad para que la Justicia, Regidores y Procurador Síndico, llamado quince o veinte vezinos de los de más forma y juicio y que hubiesen sido capitulares de dicha villa, y con assistencia del Cura o Vicario de su Parroquial Iglesia y dos capitulares que nombrase el Cavildo eclesiástico de ella, pudieren tener Concejo para la elección de Médico, Boticario, Zirujano y demás sirvientes suios y de aquel público siempre que se ofrecieren semejantes elecciones...». de la Ciudad y de los Libros de enfermos del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo. Como bibliografía puedo indicarle los siguientes trabajos: Rico AVELLO, Carlos: «La epidemia de gripe, 1918-1919.» Gac. Méd. Esp., XXXVIII, 448: 14, 1964. CHABÁS, José: «Algunos recuerdos y enseñanzas de la pandemia gripal de 1918-1919.» Gac. Méd. Esp., XXXII, 3, 1958: 111-12. CARDONA IVARS, José: La epidemia de gripe de 1918 en Benisa y su comarca. Benisa, Publicaciones del Ayuntamiento, 1973. DANÓN D. ORRAS TNf.RFSADAS E N T U E S ^ BIBLIOTECA CONSULTORIO 71. — Dr. E. J. R. R.: Iconografía sobre «Vírgenes lactando», más conocidas como «Vírgenes de la leche» puede encontraria en el Archivo Fotográfico Mas, de Barcelona, donde hay cátalogadas más de cuatrocientas entre esculturas, tablas, miniaturas, pinturas, etcétera. En una reciente monografía de M. USANDIZAGA: «Cuidados a la madre y al recién nacido según el arte medieval catalán», Acta Obstétrica y Ginecológica Hispanolusitana, supl. 4, 1970, figuran tres reproducciones en las figs. 14, 15 y 16. 72. —Dr. M. P. H.: Andrés Codinac y Torra, natural de Sanahuja (Lérida) que en 1800 actuaba en La Coruña como cirujano militar, el 16 de junio de 1796 se recibió de cirujano de dos exámenes en el Real Colegio de Cirugía de Barcelona, según figura en el «Libro de grados y reválidas, 1764-1807» de aquel Centro, si bien con el apellido Codina (f. 7, inscripción n.° 27). Asimismo constan otros dos hermanos de aquél: José Codina y Torra, cursante entre 1784 y 1789 («Libro 2.° de matrículas para Romancistas en 1776», Ms. n.° 152 del A.U.C., f. 432) y Juan Codina y Torra cirujano romancista en 1788 («Libro de grados y reválidas», Ms. n.° 157, inscripción 744). Contemporáneo a éstos, hay un Francisco Codinac y Granger, natural de Barcelona, graduado de cirujano de dos exámenes en 1765, pasando al Ejército («Libro de Matrículas del Real Colegio de Cirugía de Barcelona en 1762», Ms. n.° 159, f. 37). En 1799 se le despacho el título de licenciado en Cirugía por la Facultad Reunida (Ms. n.u 157, f. 7, inscripción 27); y en 1806 recibió el grado de doctor en Cirugía. («Doctoramientos», Ms. n.D 30 del A.U.C., f. 19, inscripción 103.) 73. — Dr. P. O.: Son escasos los trabajos de carácter histórico que se refieren a la epidemia de gripe de 1918-19 en España. Su estudio, de extraordinario interés, creo debería iniciarse desde un punto de vistajyentífico, a- través de las revistas médicas ¿e la época; social, repasando la prensa diaria y estadístico que, en Barcelona, puede seguirse a través del Archivo Histórico 4 de los Santos Cosme y Damián.» Suplemento de Circular Farmacéutica, Navidad, 1973. Barcelona, Colegio Oficial de Farmacéuticos. JUANICH, Francisco: Elogio histórico del Dr. D. Antonio de San-Germán. Barcelona, Imp. de J. Oliveres y Gavarró, 1836. KNIPS MACOPPE, Alejandro: Aforismos médico-políticos. Texto del siglo xvm publicado por el librero anticuario Antonio Palau Dulcet. Barcelona, Imprenta Ráfols, 1928. NAJERA ÁNGULO, Luis, José CODINA SUOUS y José ABELLÓ PASCUAL: Estudios sobre la tuberculosis en Barcelona. Madrid Escuela Nacional de Sanidad-Cátedra de enfermedades infecciosas, 1932. O'MALLEV C D : .Miguel Serve,.» Syn, posium Ciba, 1962, t. 10, n." 1, p. 29-33. PANSIER, Pedro: Breve conspecto de la Oftalmología árabe. Masnou, Labóralorios del Norte de España, 1956. PESET, Mariano y José Luis PESET; Muerte en España. (Política y sociedad entre la peste y el cólera}. Madrid, Seminarios y Ediciones, 1972. ROURE, Gerónimo: Biografía del Dr. D. Francisco Díaz, médico del Rey Felipe II. Madrid, Imprenta Médica de D. Manuel Alvarez, 1866. Donativo del señor Argones. RUBIO BORRAS, Manuel: Historia de la Real y Pontificia Universidad de Cervera. T. I-II. Barcelona, Librería Verdaguer, 1915-6. SÁNCHEZ CAPELOT, Francisco: La obra quirúrgica de Francisco Díaz. Salamanca, Seminario de Historia de la Mediciña, 1959. Donativo. SÁNCHEZ CAPELOT, Francisco: La obra quirúrgica de Juan Fragoso. Salamanca, Seminario de Historia de la Medicina, 1957. SÁNCHEZ MARTÍN, Agustín: El saber toco-ginecológico en la Medicina española de la primera mitad del siglo XVIII. Salamanca, Seminario de Historia de la Medicina, 1958. Serie A, Estudios, II, 2. SORIANO DE LA ROSA, Concepción: La obra quirúrgica de Dionisio Daza Chacon. Salamanca, Seminario de Historia de la Medicina, 1958. Serie A, Estudios, II, 1. TORROELLA, Juan Bta.: El Estudi General o Universitat Literaria de Girona. Gerona, Asociación Literaria. Certamen de 1900. Año xxix de su instalación. Imprenta de P. Torres, 1902. TURRO, Ramón: Orígens del coneixement. La Fam. Barcelona, Societat Catalana d'Edicions, Vols. I y II, 1912. VEGA Y FERNÁNDEZ CRESPO, Rafael de: Perfil moral del Cirujano. Bosquejo para una ética quirúrgica. Valladolid, Sever-Cuesta, 1973. Donativo del autor. 1 CALAP CALATAYUD, J.; «Marchionini y su obra. (1899-1965).» Trabajo publicado en Actas Dermo-Sifiliográficas, Nov.Dic. 1966, números 11-12. Donativo del autor. CANIVELL, Francisco: Tratado de vendajes y apositos. Cádiz, Imprenta de la Casa de Misericordia, s.a. CASWELL, J. Edgar: «A brief history of coronary units.» Public Health Reports. Vol. 82, n.° 12, 1967, p. 1105-7. CONGRÉS INTERNACIONAL D'HISTORIA DE LA MEDICINA CATALANA, / Llibre d'actes. Vol. III. Barcelona, Ed. Scientia, 1971. CHICOY Y GOSALVES, José: Discurso inaugural leído en la apertura del presenté año en el Real Estudio de Medíciña Clínica de ta Universidad Literaria de esta ciudad, por... Valencia, Oficina de Benito Monfort, 1825. Donativo del señor Argones. CHINCHILLA, Anastasio: Vademécum histórico y bibliográfico de la Anatomía, Fisiología, Higiene, Terapéutica... Valencia, Imprenta de José Mateu Cervera, 1844. Donativo del señor Argones. DÍAZ, Francisco: Tratado de todas las enfermedades de los ríñones, vejiga y carnosidades de la verga. T. I-II. Madrid, Julio Cosano, 1922-23. FERRATER MORA, Josep: Les formes de la vida catalana. Seguit de: Reflexions sobre Catalunya, Catalanització de Catalunya, El Llibre del sentit, Homenatges. Barcelona, Ed. Selecta, 1960. Donativo. GRANJEA Luis S.: La Frenología en España. (Vida y obra de Mariano Cubí). Salamanca, Instituto de Historia de la Medicina Española, 1973. Donativo. GRANJEL, Luis S.: «La obra médica de José Juan Antonio Baguer.» Medicamenta, abril, 1960, n.° 354, p. 222-224." GRANJEL, Luis S.: La publicidad terapéutica en la España de «entreguerras». Salamanca, Instituto de Historia de la Medicina Española, 1974. Donativo. GUERRA, Francisco: «El exilio de mélAnnoATnDTn dicos españoles durante el siglo xix.» VISITAS AL LABORATORIO Revista de Occidente, XXXIII, 97, 1971, p. 1-23. HERNÁNDEZ BENITO, Emiliano: El saber oftalmológico en la Medicina RenacenEn su viaje de fin de carrera y dulista española. Salamanca, Seminario de rante su estancia en Barcelona, visitaHistoria de la Medicina, 1957. Serie A. ron nuestro Laboratorio los estudiantes Estudios, I, 3. del último curso de Medicina de las JORDI GONZÁLEZ, Ramón: «Iconografía universidades de Salamanca y Cádiz. Larga vida B circulatoria con... DaviStari El tratamiento completo y eficaz de la ARTERIOSCLEROSIS • Patogénico y sintomático • Regenera la pared vascular • Normaliza la tasa de lípidos • Tolerancia perfecta - colesterol-triglicéridos-lipopróteínas- _ . , .„ , • Cajas de 60 capsulas • Normaliza los Factores de la coagulación - hipercoaguabilidad, adhesividad y -agregabilidad plaquetarias ^^»,r,^c,^,^^, i COMPOSICIÓN por capsula Clomag 300 mg. Piridinolcarbamato 150 mg. ^^ÜV. BIOHORM \¡J/^ J. URIACH Í. C- S.A. - Bruch, 49 - Barcelona-9 POSOLOGIA De ataque: 1 cápsula 3 veces al día De mantenimiento o profilaxis: 1 cápsula, 1 ó 2 veces al día. 5 tIM VtK/\IM\J • . • /' P^-^ ^&.^lt Tr i meta boíM^ ^¿ el único a base de Metopipjr el dUciiiu f J^r i / * . ¿^» r^^V <<^rfj fl VjC ~ ^^^ \ \ HKS >*> ^ ^\ I ^B\^ *k Va ^ MEDICINA ^HlSrORlA REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICO INFORMATIVOS DE LA MEDICINA Secretaría de Redacción Centro de Documentación de Historia de la Medicina de J. URIACH & Cía. S. A. Barcelona, junio de 1974 AGUSTÍN ALBARRACÍN TEULON SOLEDAD, DOLOR Y ESPERANZA EN « EL PABELLÓN DEL CÁNCER» DE SOLZHENITSYN 36 7 B ^ , • .~j*mr, I aMP^m <- m I I ni SOLEDAD, DOLOR Y ESPERANZA EN «EL PARELLÓN DEL CÁNCER» DE SOLZHENITSYN AGUSTÍN ALBARRACIN TEULÓN Desde mi primer contacto con la literatura como fuente de conocimientos médicos, he tenido siempre presentes las palabras de don Gregorio Marañón acerca del uso de los ejemplos literarios; las recordaré de nuevo: «Lo hacemos así, por creerlo tan instructivo como las descripciones de los médicos. El artista recoge así impresiones directamente de la realidad, sin los prejuicios científicos que restan valor humano a las observaciones médicas...». Pues bien: una vez más he querido recurrir a este método, tratando de escudriñar, con mirada y mente de médico, lo que acerca de la enfermedad y del enfermo, de la vida y de la muerte, piensa y escribe Solzhenitsyn en su conocida novela El Pabellón del Cáncer, publicada en 1968 y vertida un par de años después al castellano, coincidiendo con la concesión al autor del Premio Nobel de Literatura 1970. Una indicación previa. El fruto de mis reflexiones sólo parcialmente es expuesto aquí, por razones de espacio: lo que del enfermo y la enfermedad diré, podría ampliarlo al médico, a la asistencia y a la relación médico-enfermo. Por otra parte, este trabajo no constituye un estudio sociológico, para el que doctores tiene la Medicina y al que más de un curso y de un libro ha consagrado entre nosotros Laín Entraigo. Las páginas que le dedico únicamente pretenden ser una ventana abierta a aquellas impresiones directamente tomadas de la realidad, sin prejuicios científicos, por un hombre sensible de nuestro tiempo. Ha querido el azar que recientemente, con motivo de la aparición de su última novela, El archipiélago Gulakg: 1918-1956, la figura de ese hombre sensible, Alejandro Solzhenitsyn, cobre nueva actualidad en la información cotidiana. No voy a ocuparme de su peripecia biográfica ni aludiré tampoco a su ideología política, si- quiera habré de confesar desde ahora mi firme convencimiento de que ambas, y muy especialmente su vida de hombre deportado en campos de concentración, han marcado indeleblemente su producción literaria. Más aún : aconsejo a quien todavía no haya leído El Pabellón del Cáncer y mis comentarios le muevan a hacerlo, que previamente conozca Vn día en la vida de Ivan Denisovich, escrita en 1962, clave inexcusable para la mejor comprensión de la psicología del protagonista de la novela que ahora me ocupa. Alejandro Solzhenitsyn en la realidad de nuestro tiempo, Oleg Kostoglotov en la ficción literaria, de consuno encasillados en esa categoría de hombres que salva Puchskin en su pesimista clasificación de la humanidad actual: Llevamos dentro un siglo vil. ...¡En cualquier medio, el hombre es un tirano, un traidor o un cautivo! * * * En una pequeña república soviética del mediodía oriental se alza una clínica para enfermos cancerosos: trátase de un centro hospitalario especializado, perteneciente a la división sanitaria administrativa que los soviéticos denominan oblaste, y que centraliza los enfermos de un núcleo de población oscilante entre el millón y los cinco millones de habitantes. A su frente, un médico inepto y petulante bajo cuya dirección existen dos servicios : el de Cirugía y el de Terapéutica físico-medicamentosa. En el primero, Lev Leonidovich, cirujano jefe de altas virtudes profesionales, trabaja incansablemente, secundado por cuatro médicos ayudantes, tres de ellos femeninos —no en vano las estadísticas muestran, aprendo de Pedro Cano, que en la Unión Soviética las mujeres 9 I / Dibujo de David Levine. Copyright. New-York. Review and opera Mundi. constituyen hasta ahora el 70 % de los médieos. En el servicio terapéutico, Ludmila Afanasievna Dontsova, médico-jefe femenino, junto a otras dos mujeres médicos, queman materialmente su vida bajo los aparatos radiólogicos. Un practicante, cinco enfermeras y dos auxiliares sanitarias completan el parvo cuadro de la organización. Frente a él, un reducido grupo de enfermos: Kostoglotov, Rusanov, Yefrem, Ajmadzhan, Mursalimov, Azorkin, Federau, Proshka, Diamka, Asya, Eguenberdiev, Sibgatov, Zatsyro y Shulubin. Entre unos y otros, la enfermedad, los más variados tipos de neoplasia, proyectando sobre unos y sobre otros su cortejo de soledad, de dolor, mas también —¡ cuándo dejará uno de mantenerse sutilmente asido a ella!— de esperanza. Dos mundos interconexionados, en relación hostil a veces, comprensiva otras, y que una dramatica circunstancia va a asumir en la persona de la fisioterapeuta Dontsova, cuando la aparición en su estómago de un carcinoma, nos dice Solzhenitsyn, la excluya del ilustre gremió de los médicos, transfiriéndola al mísero y supeditado de los pacientes; cuando la extraiga de la categoría de los pacientes-infractores, introduciéndola en la de los sanos-desesperanzados. * * * Un pobre e insuficiente hospital oncológico, donde los enfermos deben aguardar turno para ingresar y son dados de alta en cuanto el tratamiento no responde; un hospital, en cuyas habitaciones existen «camas con equipo completo de ropa, y en cada cama un hombrecillo aterrorizado», en reconcentrado silencio durante las primeras horas del día, aquéllas en que, uno a uno, van saliendo de la sala para conversar con los superiores, someterse a tra10 tamiento y recibir la visita de los familiares, Por la tarde, participación en una animada y general discusión acerca de si deben abrirse o cerrarse las ventanas, a quién le aguarda el porvenir más halagüeño y a quién el peor... Ajedrez y libros para los ociosos. Paquetes de comida suplementarios, que en ocasiones es preciso esconder para evitar su requisa. El baño, gran acontecimiento y permanente incógnita: ¿estará caldeado?, ¿habrá agua suficiente?, ¿qué ropa interior te darán? Nada tan divertido como la llegada de un novato con sus absurdas preguntas y su total deseonocimiento de cuanto le espera. ¿Cárcel de tránsito? ¿Prisión preventiva? Sencillamente el pabellón del cáncer de una lejana república de la Unión Soviética, donde a nadie se le dice cuándo se le dará el alta, donde nada se promete, donde, según las reglas de la Medicina —acusa un enfermo—, deben exprimir al paciente todo lo exprimible, para dejarle ir únicamente cuando su sangre ya no puede asimilar nada. Tal sería la descripción meramente anecdótica y externa de la vida de unos enfermos ingresados en el pabellón del cáncer, Mas por debajo de ella, desvelando lo anecdótico para penetrar en lo esencial, lo que vamos a encontrar responde a un eterno retornelo : soledad, dolor, esperanza. Veámoslo x>n cierto detenimiento. * * * En primer término la soledad, vivencia elemental del sentimiento genérico de enfermedad, en cuanto ésta aisla —sigo la lección de Laín Entralgo— no sólo porque impide al paciente de un modo más o menos absoluto el trato normal con otros hombres, sino porque clava su atención sobre sentimientos penosos que sólo él puede padecer: en definitiva, por- flutenal Flupamesona Biohorm H W& corticoide dérmico de acción "depot" \ ^•1 •fl ^B B^ B^ B, flutenal es el primer preparado dermatológico a base de Flupamesona*. corticoide antiinflamatorio bifluorado de gran selectividad. K * V flutenal se muestra particularmente eficaz en I '. los eczemas agudos y crónicos, en las dermaB '4. •'• titis por contacto y en el psoriasis. ^B • *; ''*' flutenal se acumula selectivamente en el •li:*,, Up:;"Jf* tj^^H ^g^gM, Iht' Jm • SSf''/" stratum corneum dérmico, donde ejerce su característica acción antnnflamato- "' ant exu ' dativa, antipruriginosa v antiproliferativa •feí . Gracias a esta selectividad, flutenal BÉii." a c t u a exclusivamente a nivel dérmico, lo ue ^n"v Q ' e confiere una tolerancia general y •#;". local perfecta, a la vez que está des1 ' provisto de los inconvenientes de la B': corticoideoterapia convencional. ^t 9 í*5 ^J fl afl jH H •B K ' COMPOSICIÓN B Y PRESENTACIÓN ^ E Í S R ' " flutenal crema. Flupamesoim • i ^ í S * " ( U R - 1 0 5 ) ' 3 m 9 ' : Excipiente hidrosoluble • % * " V evanescente, c.s.p. 1 gr. ^ E í » ' Tubos con 30 gramos (pvp: 447 Ptas.). • H PP' . B j ^B^^>. I 9 • ,;.' flutenal pomada: Flupamesona B ^ ^r'-"' lUR-IOB), 3 mc|.; Excipiente graso, c.s.p 1 gr. B n f e . ^ Tubos con 30 gramos (pvp: 4 5 2 , 6 0 Ptas). H L ^ ^ ^ Í V flupamesona (UR-105Í: molécula original, sin^Bk^.'t^'"'* 1 *^ tetizada investigada y patentada pui J Unach 8- BC^^k>'* ^ ^ * l pk ^^^^^^^^^^^^^ ' CiaiP S A IBlohorm ' J. URIACH & Cía., S. A. Lo^] Bruch, 49 - Barcelona-9 [ o 11 M^ M M ^ • k ^ •^^^B^L ^P ^B>tf^. B prolongados • * ! • ^ ^ ^ ^ ^ duraderos ^ ^ I H f^Kw ^B^ ^^k LIPQMIÑ Antioréxico CONTROLA EL APETITO Y PROPORCIONA SENSACIÓN DE BIENESTAR AL OBESO Frenador del apetito, carece de toda acción excitante sobre el sistema nervioso central, no produciendo insomnio. Puede prescribirse en todas las edades, siendo el antioréxico de elección en la obesidad de los diabéticos, hipertensos y cardiacos, Es Inofensivo. No tiene contraindicaciones, ni produce hábito. Efectos más rápidos, prolongados y duraderos. El descenso de peso con LIPOMIN, suele ser: 1-2 Kg. la primera semana, '/¡-1 Kg. las semanas siguientes. PRESENTACIÓN: LIPOMIN: Fiasco de 20 comprimidos de 25 mgi. de dietilpropiona IPlas. 36,601. LIPOMIN Vitaminado: Frasco de 20 cápsulas de 25 mgr de dietilpropiona asociado a un complejo vitamínico y sales minerales IPtas 54.601. OOSIS: Un comprimido o una cápsula, media hora antes de las comidas. 12 ijM^tttÜ 17 i-^íBi 7 que le hace vivir enojosamente «sorbido» por su cuerpo. Vivencia esta última, la «succión por el cuerpo», en cuya virtud éste se hace localizada y cualitativamente patente desde él mismo y, como consecuencia de un proceso que para el enfermo se halla dotado de forzosidad, incomprensible. Al enfermo se le enajena el cuerpo, se subleva contra él y le fuerza a vivir pendiente de su propia sensación. Hasta aquí el pensamiento de Laín. ¿Cómo describirá el novelista soviético esta sensación de solédad? A mi entender, a través de una fórmula muy afortunada, que señala la presencia de la enfermedad, en este caso la neoplasia, como frontera entre el propio cuerpo y el inmediato contorno. «La unida familia de los Rusanov —uno de los enfermos del pabellón—, su existencia ordenada, su piso impecable, todo ello se había alejado de él en el curso de unos cuantos días, se había quedado al otro lado del tumor.» Y poco después repite: «Sentía punzadas bajo el cuello; y el tumor, sordo e indiferente, removíase tabicándole el mundo entero... El presupuesto, la industria pesada, la ganadería, la organización, todo se quedó al otro lado del tumor. A éste, Pavel Nikolaievich. Solo». Mas no es esto únicamente. La enfermedad tampoco permite ser compartida, y quizá sea esta soledad más dramática aún, por cuanto necesariamente tiene que ser convivida. «¡ Eres un miembro de la colectividad! Y es cierto. Por otra parte, el tumor asienta sólo en él, no en el conjunto de la colectividad.» «Allí, entre el maxilar y la clavícula —escribe Solzhenitsyn— estaba su destino, el instrumentó de la justicia. Y ante esa justicia no contaba con amigos influyentes, ni con antiguos méritos, ni con defensa alguna.» Como ha escrito Laín, la enfermedad prepara al enferino para dar por sí solo cuenta de su vida. V ^e Mauldin, en el •Chicago Sun Times». Soledad radical, soledad social, soledad, en último plano, convivencial entre los enfermos del pabellón, pese a estar todos ellos signados por el idéntico estigma de la enfermedad: hablo de la soledad por imposibilidad de comunicación. A la entrada de la sala, un cartel invita ya a su cultivo: «¡ Pacientes, no comenten unos con otros sus enfermedades!». No haría falta haberlo escrito. Cada enfermo sabe muy bien, en lo más profundo de su ser, que ese tumor, repetido en cada uno de los ocupantes de la sala e imposible de compartir y compadecer, sigue siendo tabique entre cama y cama: «Por parte de sus compañeros no podía oír nada que fuera una ayuda para él, ni tampoco en las otras salas, ni en los pasillos, ni en el piso superior, ni el inferior. Todo estaba dicho, aunque no lo que importaba», Luego veremos que sí puede existir un momentó en la vida del hospital, en el que parece romperse esta soledad total. Entre tanto, por doquier, dentro y fuera de cada uno, allende y aquende cada tumor, como letanía fatídica e inexorable: soledad, soledad, soledad... «El tenso bulto de aquel tumor inesperado, absurdo y absolutamente innecesario, habíale arrastrado allí, arrojándole a aquel lecho angosto y miserable. No había tenido más que mudarse de ropa bajo el vano de la escalera, despedirse de su familia y subir a esta sala, para que se eclipsase bruscamente su vida anterior. Allí abríase paso otra existencia, tan abominable, que le infundía más horror aún que el mismo tumor. Ya no estaba en su poder elegir nada placentero y esperanzador en que posar la vista, sino que tendría que contemplar a aquellos ocho seres abatidos, aquellos ocho pacientes con pijamas a rayas blancas y rosadas, ninguno a la medida...; veíase obligado a prestar oído a... conversaciones que a él ni le concernían ni le interesaban.» Como escri13 VI bió Osvaldo Loudet, el dolor somático es «el dolor de cada uno». Y para mayor dramatismo, teniendo necesidad de ayuda, «allí no hacían más que empujarse al abismo». Soledad, en silencio contenido y expectante, que espera desesperadamente la comunicación, y del que Jaspers nos dice que siempre será imposible hablar. Callar impenetrable, en el cual el hombre existe enteramente para sí, y nadie sabe de él, ni en él le reconoce, ni de él le alivia cuando quisiera expresarse... * * * El dolor somático, recordaba antes, es el dolor de cada uno. Una reflexión atenta del libro que me ocupa permite discernir, ello era de esperar, entre ese dolor somático, la molestia inmediata que denomina Laín, directa y originariamente emergente del hecho de estar enfermo, y la molestia consecutiva a la vivencia de la invalidez. Dolor somático, el más espectacular y ¿stensible, en cuanto expresión primaria de la enfermedad neoplásica. Y ello hasta tal punto, que cuando en el pabellón del cáncer ingresa un día cierto personaje, mezcla de picardía y humanidad, surge en los demás pacientes una duda: «Aquel hombre tal vez no padecía dolencia alguna. No ofrecía ningún signo externo de enfermedad, ni se revelaban en su semblante los dolores internos». Porque la norma aquí, es bien distinta: «A veces le tembiaban los labios a causa de los dolores y se le contraía la frente de zozobra y consternación». «Cada día que transcurría sentía mayores dolores al andar.» «Le transpiraban las sienes y la frente, y su amarillento y crispado rostro reflejaba los dolores internos que sufría.» Pero acaso la más real y angustiada expresión del dolor físico sea la que la médico 14 Dontsova, al traspasar las fronteras de la higidez, pronuncia en cinco palabras que valen por todo un tratado acerca de la comprensión del sufrimiento humano: «¡Jamás imaginé que sufrieran así!». Pero más que en la descripción de este malestar inmediato, a la postre al alcance de cualquier literato, me interesa subrayar la finura psicológica de Solzhenitsyn en sus rápidos escorzos de lo que antes mencioné como molestias consecutivas. El dolor somático se expresa a través de una serie de reacciones afectivas e interpretativas, proyección del sentimiento de invalidez que la enfermedad conlleva. Hasta ocho distinguiría yo en El Pabellón del Cáncer: la autodefensa, el contraproyecto, el reto al sistema de las propias posibilidades, la limitación, la distinción, la injusticia, la prueba y la incertidumbre. Llamo autodefensa a aquella reacción frente al dolor que intenta paliarlo avivándolo en los otros. «Mal de muchos, consuelo de tontos», suele decir nuestro pueblo. Desde las primeras páginas de la novela se nos hace repulsiva la figura de uno de los enfermos, Yefrem Podduyev, quien continuamente se ensaña atemorizando con voces destempladas al resto de sus compañeros. He aquí un solo ejemplo. Al ingreso en la sala de Rusanov, acobardado por su padecimiento, exclama inmisericorde: «—¡ Vaya! ¡ Otro cancerito más!» «—Pues nada —se defiende aquél—, que no tengo cáncer en absoluto.» «—¡ Vaya un necio! ¿Crees que te habrían destinado aquí si no tuvieras cáncer?». ¿Se trata de un mal nacido, de un alma innoble que se complace con el mal ajeno? No. Es algo mucho más simple, más humano, pero también más difícil de comprender. Solzhenitsyn lo interpreta: «...Yefrem Podduyev no podía seguir engañándose, y no se engañó. Admitió que VII SOLEDAD, DOLOR Y ESPERANZA EN «EL PABELLÓN DEL CÁNCER» DE SOLZHENITSYN padecía cáncer. Ahora, pretendiendo la igualdad, quería convencer a sus compañeros de sala de que también ellos sufrían de cáncer, de que allí no se escapaba nadie, de que todos volvían de nuevo. No es que disfrutara amilanando a las personas y oyendo sus gruñidos, pero que no mintieran, que se enfrentasen con la verdad...». La enfermedad como contraproyecto, es la expresión solzhenitsyana de la invalidez. En su libro La relación médico-enfermo ha ampuado Pedro Laín el concepto husserliano de la esfera fenomenológica de las vivencias pertenecientes a la realidad propia del sujeto —«lopara-mí-propio»—integrándola en otras dos, fenomenológica y psicológicamente muy bien deslindables entre sí: la esfera de lo-enmí y la esfera de lo mío. Pues bien, mi cuerpo, en cuanto mío, es el momento de mi realidad que me exige y me permite ser en el mundo. A la enfermedad pertenece, entre otras, la vivencia de un «yo no puedo» parcial, la invalidez. Por eso cuando Yefrem, el personaje anteriormente mencionado y que posee una voluntad férrea, súbitamente comprende la posibilidad de un amor a los hombres que le obliga a reemprender una vida distinta, siente que ya es imposible. ¿Por qué? Porque la enfermedad, escribe Solzhenitsyn, «no tomaba eso en consideración. Porque la enfermedad tenía su propio proyecto». Otra de las reacciones afectivas en que se expresa la enfermedad es la que antes denominé el reto al sistema de las propias posibilidades. He aquí su planteamiento. Vadim, joven y prometedor estudiante de ciencias geológicas, padece un melanoblastoma de rápida propagación, que pone en riesgo la posibilidad de que el científico lleve a cabo sus ambiciosos proyectos profesionales. Acabamos de ver que la enfermedad tiene su propio proyecto, opues- to al del individuo que la padece. ¿Qué hacer entonces? «Sí, Diomka —declara el estudiante—. Significa que yo ya lo he aceptado. No siempre vive más el que más largo tiempo vive. En cuanto a mí, el problema se reduce a lo siguiente: /qué puedo hacer en el tiempo que me queda?» Fijaos que no se trata de romper el proyecto de la enfermedad sino de, retándole, emprender una veloz carrera que permita al sistema de las propias posibilidades alcanzar antes que las de la neoplasia esa meta sabida de antemano que denominamos muerte. «¡ La amenaza que entrañaba esa mancha pigmentaria —es Solzhenitsyn quien habla ahora— prendió sobre él desde los primeros años de su vida... ya había entablado una porfiada competición con el futuro tumor para demostrar quien llegaba antes a su meta. Pero era una pugna a ciegas por su parte... ; se entero de que el rnelanoblastoma es mortal, que raramente viven un año quienes lo padecen... Pues bien: como les ocurre a los cuerpos que alcanzan velocidades cercanas a la de la luz, su tiempo y su masa ya no eran como las de los otros cuerpos, como las del resto de la gente; su tiempo había aumentado en capacidad y su masa en penetración. Para él, los años habíanse reducido a semanas y los días a minutos.» También limitación. No se trata tanto de un no-poder-ser cuanto de un no-poder-esperar normalmente, es decir, de lo que con tanta fortuna llamó hace ya años Laín Entralgo la diselpidia. El enfermo, además de no poder hacer, tampoco puede esperar, pierde interés por la vida, en una palabra, se limita. Hubo un filósofo —dice Solzhenitsyn— que afirmó que si el hombre no padeciese enfermedades, no conocería sus propias limitaciones. Es verdad. Mas no sólo, repito, en lo pertinente al cortejo de limitaciones propio de la invalidez, 1= VIII sino también y sobre todo, en la limitación de lo que de la vida se espera. «En un solo día Dontsova debía renunciar a cuanto representaba su vida y, en adelante, convertida en demudada y cetrina sombra, se atormentaría sin saber, durante un plazo prolongado, si todo ello culminaría con su muerte o con el retorno a la vida.» Y caso límite de diselpidia limitante, Vadim, ese mismo Vadim a quien hace unos instantes contemplábamos retando al cáncer en veloz carrera hacia la meta, cuando comienza a ver el progreso de su melanoblastoma cambiará su interpretación de la existencia. «Opinó siempre que la más óptima característica de una vida es la de la constante actividad, cuando se está tan ocupado, que las horas del día resultan insuficientes. Pero, de pronto, las horas del día venían a ser suficientes para él y aún le sobraban. Lo que le faltaba era vida. Flaqueó su consistente capacidad para el trabajo. Ya no se despertaba cón tanta frecuencia por la mañana temprano para estudiar aprovechando el silencio. A veces permanecía tumbado, tapado hasta la cabeza, en la que vagaba la idea de que quizá fuese más fácil rendirse y acabar de una vez que seguir luchando.» En varias publicaciones se ha ocupado Laín Entralgo del sentimiento de enfermedad como distinción, propio de una de las formas de la actitud romántica y que en su fondo posee una secreta raíz cristiana, en cuanto que, cristianamente conce'bido, el sufrimiento ennoblece. No me atreveré a atribuir la existencia de tal raíz en Solzhenitsyn; me limitaré por tanto, notarialmente, a copiar dos breves fragmentos: «... aquellas disputas y controversias..., aquellos ojos sañudos y malignos antojáronsele de pronto el chapoteo en una ciénaga, que no admitía en absoluto parangón con sus enfermedades...». O bien: 16 «Es una infamia reírse de la enfermedad y la desgracia. Pero éstas deben sobrellevarse de modo tal, que no susciten la hilaridad». Nobleza, dignidad, expresiones de la distinción que la enfermedad imprime en quien la padece. Llegamos ahora a una curiosa reacción afeetiva frente a la enfermedad: su consideración como injusticia. Al igual que para los hipocráticos veinticinco siglos antes, también para Solzhenitsyn la enfermedad es adikía. Si para aquéllos la injusticia estribaba en que la enfermedad altera morbosamente la «justeza» o «buen ajuste» del kósmos, para el novelista soviético estribará en la presencia del mal en el cuerpo del médico en él especializado. «¿Por qué tamaña injusticia? —se pregunta Dontsova, la fisioterapeuta, al descubrir su cáncer—. ¿Por qué precisamente a mí, a un oncólogo, ha tenido que atraparme una enfermedad oncológica, conociendo como las conozco todas, cuando sé los efectos que las acompañan, sus consecuencias y complicaciones?» Bajo la sombra del viejo Anaximandro podríamos decir que si la adikía estriba en una alteración de la Physis —con mayúscula— en cuanto kósmos, la injusticia ahora se deduce de la alteración de una physis —con minúscula—en la que hasta ahora ha imperado el buen orden del saber acerca de la propia enfermedad. Tampoco la consideración interpretativa de la enfermedad como prueba alude a esa actitud cristiana —tan patente, por ejemplo, en Pascal— de ocasión para alcanzar mérito o caer en demérito. Trátase aquí de la respuesta del viejo médico maestro de Dontsova al interrogante de ésta: ¿Por qué tamaña injusticia? «No hay tal injusticia —replica— ... Todo lo contrario. Es justo en sumo grado, La mejor prueba a que puede ser sometido un IX fe v *i»' fe. t médico es el padecimiento de las enfermedades en que está especializado.» Recogeré muy pronto esta afirmación. Pero quiero subrayar ahora lo sugestivo del tema, que Solzhenitsyn por supuesto no explaya y que yo dejo meramente apuntado. ¡Qué interés tendría una reflexión acerca de lo que acaece cuando la comunicación entre médico y enfermo no es la de una «persona enferma» y una «persona capaz de prestar ayuda técnica», sino la de dos «personas enfermas y menesterosas», ambas precisadas de ayuda técnica y una de ellas, al mismo tiempo, obligada a prestarla. Resta finalmente ocuparnos de la incertidwnbre como expresión de esa amenaza que siempre conlleva la enfermedad. Una vez más, como el lector menos perspicaz habrá podido observar a lo largo de estas páginas, acudo a la lección de mi maestro Pedro Laín en su libro La relación médico-enf ermo. «La enfermedad —escribe allí— es uno de los más comunes y poderosos agentes para la cristalización psicológica y vivencia] de ese radical sentimiento de nuestra existencia, en cuya virtud sentir la propia vida es también, de un modo « u otro, sentir la posibilidad de la propia muerf te.» Pues bien; este sentimiento de la posibilidad de la propia muerte es expresado en El Pabellón del Cáncer bajo forma de incerlidumbre. ¿Sólo la posibilidad de morir? No. Tambien la incertidumbre, más angustiosa si cabe, de saber la naturaleza del proceso que se padece, de querer y no querer a un tiempo que la terrible verdad sea desvelada. Una incertidumbre que tantas veces ha vislumbrado la doctora Dontsova en sus pacientes, «infinidad de veces, después de esa exigua tregua, los enfermos esperaron su decisión, una decisión basada siempre en el raciocinio, en cifras, y que constituiría una deducción lógicamente concebida y comprobada. Pero, en verdad, ¡cuánto horror contenía, esa corta tregua!», y que ahora, cuando es ella la posible condenada, alcanza su ápice: «Pero aparte de que fuera o no correcto reclamar de él una respuesta un tanto prematura, le aterrorizaba conocer de improviso cualquier probabilidad, Necesitaba indispensablemente una moratoria, unos días de espera para serenarse». Poco después le llegará el momento decisivo de franquear aquella barrera a que al principio de mi trabajo aludía, y que la va a llevar desde el ilustre gremio de los médicos al mísero y supeditado de los pacientes. La cita es larga, mas precisa para lo que luego glosaré; por otra parte siempre saldrá el lector ganando con la prosa de Solzhenitsyn lo que mi pobre estilo no puede ofrecer. «Para ella existían la oncología y la patogenia, los síntomas, el diagnóstico, el curse de la enfermedad, los tratamientos, la profilaxis y el pronóstico ; pero la resistencia, las dudas y los temores de los enfermos —aunque comprensibles como debilidades humanas y capaces de inspirar la corripasión del médico—, puestos en balanza con los métodos no eran sino ceros a la izquierda para los que no había cabida en la cuadratura lógica. Hasta entonces los cuerpos humanos tuvieron idéntica estructuración : un mismo esquema servía para representarlos a todos. Estos cuerpos tenían en sus procesos vitales la misma fisiología, y sus sensaciones igual génesis. Todo lo que era normal, así como cuanto divergía de la norma, lo explicaban razonablemente las competentísimas autoridades en la materia. Mas de repente, en sólo unos días, su propio cuerpo habíase desprendido de este armonioso y magno sistema, golpeándose contra el duro suelo, quedando convertido en un inmenso saco de órganos, cada uno de los cuales propenso a enfermar en cualquier instante y a lavantar la voz. 17 He 1 I ' I m í íll 11 XI En unos cuantos días todo se volvió del revés brinda su espera vital. La espera, a su vez, para Dontsova; lo precedente, configurado con debe ser entendida como un hábito de la prielementos conocidos, transformóse en algo igmera naturaleza del hombre, consistente en noto y horrible.» ¿No estará aquí la oculta la necesidad vital de desear proyectar y conrazón de aquella enigmática respuesta del viequistar el futuro. Pero la espera puede ser no jo maestro de la fisioterapeuta: «La mejor sólo confiante—prevalencia de la vivencia de prueba a que puede ser sometido un médico seguridad y confianza que se torna esperanes el padecimiento de las enfermedades en za—; cuando en ella predomine la vivencia de que está especializado»? ¿Por qué?, se había inseguridad, esto es, cuando sea difiante, conpreguntado Dontsova. Ahora lo vemos claro: ducirá a la desesperación y a la desesperanza, puesto que el dolor somático del otro no pue¿Qué esperan los enfermos del pabellón del de ser compartido, puesto que su incertidumcáncer? Por supuesto, y muy en primer térbre puede ser comprendida pero no compademino, la curación de su enfermedad : «¡ Oye cida, puesto que una visión científiconatural hermano! ¿Curan aquí a todos?». Esperanza de la enfermedad se limita a la interpretaen la curación, mantenida por la presencia de ción de las desviaciones de la norma y no pasa los médicos —^dejemos a un lado el problema de ellas, el dolor y la incertidumbre del prode que tales médicos no han sido libremente pió médico, ¿no le harán considerar al enferelegidos por los pacientes— y por la tecnifimo como persona y no como mero objeto, y la cación de la Medicina: radioterapia, hormovinculación afectiva entre ambos podrá ser, noterapia, quimioterapia. Pero el enfermo vive en plenitud, camaradería, transferencia y conla realidad de cada jornada, y cada jornada la tratransferencia, amistad médica en sentido experiencia le hace descender un peldañiestricto? Sólo cuando el médico, la persona to de esa escalera que desde la vivencia de del médico, vive en su propia carne el mysteseguridad o confianza en la curación le va rium doloris, sólo entonces será capaz de lohundiendo en la inseguridad. Entonces, si la grar la comunión con la persona del paciente, curación no es posible, al menos la esperanza fundiendo la relación transferencial y la reíade seguir viviendo: «Por mucho que vivas, y ción amistosa en la realidad óntica de la vinaunque tu existencia sea la de un perro, no culación interhumana. deseas, de todos modos, acabar». «Pavel NikoSoledad y dolor. Ya los hemos analizado. Junlaievich... pensaba en lo grato que era... sato a ellos, en el pabellón del cáncer, también ber... que seguiría viviendo y que conocería anida la esperanza. ¿Qué podré decir sobre también la próxima primavera.» «... la pierna el tema al que Laín consagró tan magistrales perdió para él todo su valor, convirtiéndose páginas en 1957? Glosaré, apoyado una vez en un maldito lastre del que debía desembamás en ese magisterio, el pensamiento de razarse y cuanto antes lo hiciera mejor. La Solzhenitsyn en torno a la esperanza. Por lo operación, que un mes atrás antojábasele el pronto, unas precisiones terminológicas. La fin de la vida, la aceptaba ahora como la única esperanza es un hábito de la segunda naturasalvación posible.» leza del hombre, por obra del cual éste confía Aún será preciso descender otro tramo en la de modo más o menos firme en la realizaescala de la esperanza. Habrá que conformarción de las posibilidades de ser que pide y se con prolongar un poco la vida condenada. 19 XII Solzheniísyn en el entierro de Tarkovski (21 diciembre 1971). «¡ No pido una larga vida! —musita Kostoglotov—. ¿Qué me puede ofrecer el futuro?... Aspiro a una corta existencia... me conformo con regresar a nuestro rincón perdido... Se aproxima el verano y durante él quiero dormir en mi petate bajo las estrellas, para saber, al despertarme de noche, la hora que es guiandome por la posición de Cisne y de Pegaso. Vivir así un sólo verano, poder contemplar las estrellas no deslumbradas por los aletargados faroles; y después, nada me importaría no despertarme más.» Vendría a ser como esperar un suplemento de vida, «análogo al del trozo de pan que se añade para completar el peso que se clava al pedazo mayor con una ramita de pino; forma parte de esa ración, pero no deja de ser un trozo suelto». Una vida extra, por supuesto, vivida en esperanza que ya desespera de la técnica: «Si tengo en perspectiva seis meses de vida, debo vivirlos... Un tratamiento inútil representa sufrimientos inútiles. Me comenzarían las náuseas por los rayos X, los vómitos, y todo eso, ¿para qué? En una palabra, no hay que pagar en el presente un precio demasiado elevado por la esperanza de vivir algún tiempo en el porvenir». Esperanza en la curación, en seguir viviendo, en prolongar la vida algún tiempo... Pero al llegar la muerte, ¿faltará la esperanza genuina, aquélla que para Gabriel Marcel es siempre trascendente e incalculable? «La esperanza genuina, escribía Laín en 1957, es el hábito psicológico en que de modo afirmativo se expresa tempóreamente la religación del hombre.» Mi angustia ante la muerte consiste en mi «no saber que va a ser de mí». Es la «inquietud de la perduración» que san Alberto Magno expresaba en sus últimos años, con un hondo sentido metafísico, preguntándose: Numquid durabo? ¿Duraré? «Quedará de mí algún fragmento, ¿no cree? —pregunta cuan20 do agoniza un mísero profesor universitario envilecido por el temor a la represión. Algún minúsculo fragmento...» Días antes de su intervención, hablando a la sombra de un viejo árbol, había dicho: «A veces siento netamente que en mí no sólo reside mi yo. Que existe también algo más, algo indestructible, sublime. Cierto minúsculo fragmento del espíritu universal. ¿No tiene usted esa misma sensación?». Francesco Patrizzi, Nicolás de Cusa, Kepler, John Toland y Spinoza, Goethe, Herder, Lessing y tantos otros, se hallan detrás de este trasnochado panteísmo en el que la relación del hombre con la divinidad se identifica con la relación del hombre con la naturaleza. Ese algo indestructible a que alude el profesor, ¿no coincidirá con la creencia de Solzhenitsyn en que «la suprema razón de la existencia no estriba en la actividad fundamental que ocupa nuestras vidas por entero, a la que dedicamos toda nuestra atención y por la que nos damos a conocer al resto de la gente?». «La razón suprema, sigue, se centra en la aptitud de cada cual para conservar límpida, inmutable e inalterable la imagen de la eternidad que reverbera en la mente de cada individuo. Como la plateada luna en un tranquilo estanque.» Cuando en la espera predomine la vivencia de inseguridad, aparece la desesperanza, Todos, por supuesto, pasan por ella en el pabellón del cáncer. Desesperanza de curarse, desesperanza de que sea posible prolongar la vida, desesperanza, desesperación más bien, ante la situación vital creada por la exéresis quirúrgica. No puedo entrar en detalles, mas encarecidamente aconsejo a los cirujanos que me lean, que acudan a las páginas en que la joven Asya, apenas una niña de diecisiete años, describe lo que para su vida supone la extirpación del pecho a que se ve condenada. La serie vitamínica completa para una terapéutica más racional y efectiva CALCIO LIPO BCBCBC Biohorm Biohorm Biohorm cápsulas y comprimidos cápsulas y comprimidos cápsulas y comprimidos Asociación a dosis elevadas de la vitamina C y de las cinco vitaminas fundamentales del complejo B. Gran actividad y eficacia para compensar las posibles deficiencias vitamínicas en las enfermedades infecciosas agudas, convalecencias. astenia, senectud y merma de defensas orgánicas en general. 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XIII MI n áTJJrT-^'iJBíiÉ - n Ja t 13 I I * ^B^^IHI i V IB 3 P i^ai ni 1 Iv W ^B • H XV ¿Qué ocurrirá, por fin, cuando la desesperación no encuentre apoyo en un principio trascendente ni sepa ser utilizada como prueba promisoria? Paradójicamente, la desesperación va a convertirse entonces en nueva esperanza. Pero ahora en una esperanza en la que no prevalece la vivencia de seguridad, sino que, por el contrario, nutre sus raíces en la propia inseguridad de lo que se espera. Nos hallamos ya en el ámbito de lo misterioso, de lo creencial, en ese ámbito en que el enfermo se conforma con «creer» en la posibilidad curativa de algo o de alguien de los que, por supuesto, no sabe cómo ni por qué curan. Y esta «nuda creencia», surgida de la desconfianza, de la desesperación ante la falibilidad de la técnica, hace concebir al enfermo una nueva esperanza. «Todos anhelaban conocer al médico-prodigio, la medicina desconocida por los médicos de la clínica. Podrían admitir o no que creían en ello, pero todos sin excepción estaban convencidos de que en algún lugar tenía que existir el médico, el herbolario o la vieja curandera que podía salvarlos... ¡No! ¡No era posible que sus vidas estuvieran condenadas! Por mucho que nos burlemos de los milagros cuando estamos fuertes y sanos y disfrutamos de prosperidad, en cuanto la vida se resquebraja y se desmorona de tal modo que únicamente un milagro puede salvarla, ¡ depositamos nuestra fe en ese mero y exclusivo milagro!» Así el zhantak, la planta espinosa de la que los kazajos extraen un centenar de medicamentos ; así la raíz del issik-kul, el acónito, por cuya posesión un hombre se juega la posibilidad de veinte años de trabajos forzados; así la chaga, el cáncer del abedul, cuya consecución, prácticamente imposible, hace soñar a todos con la droga infalible que curará su cáncer. Cuando Kostoglotov les habla un día de que ha leído en un libro científico la todavía desconocida relación entre la proliferación del cáncer y el sistema nervioso, que permite, aunque raramente, curaciones espontáneas de aquél... «en la sala se inició un movimiento. Como si del libro abierto fuera a salir volando la tangible e irisada mariposa de la cura espontánea y cada uno de ellos ofreciera su frente o sus mejillas para que el Iepidóptero las rozara salutíferamente en su revoloteo... Todos, guardaban silencio, con las bocas medio abiertas como ante un cuento de hadas. ¿Que su tumor—pensaba cada uno de ellos—, ese tumor destructor que había alterado su vida, podía desintegrarse súbita y espontáneamente... desaparecer?». Y esta nueva esperanza logra el milagro que ni el dolor físico, la incertidumbre o el común destino lograrán producir. «En la sala difundióse algo cálido y cordial. En ocasiones solían responderse con hostilidad... Tenían un enemigo común: la muerte ¿y qué diferencias pueden guardarse los seres humanos cuando esa muerte se encara a ellos?» Esperar contra toda esperanza: he aquí la clave de donde brota, también cual revoloteante mariposa posándose de uno en uno de aquellos desesperados que aún quieren esperar, el cálido sentimiento de la cordialidad, Debo concluir. Dolor, soledad, esperanza... y luego, definitivamente, la muerte. Muerte que unos no quieren imaginar —«¿cómo me moriré?, ¿qué sucederá después?, ¿cómo se las arreglarán sin mí?»— y otros llevan ya dentro de sí en vida —«durante este otoño he sabido a costa de mí mismo, que el hombre puede franquear el umbral de la muerte aunque su cuerpo no haya muerto aún... psicológicamente he recorrido íntegro el camino hacia la muerte...»—, y tan arraigada, que llegan a hacer de ella algo «en mí», mas no algo «mío», objetivándola y sintiéndola llegar, ahora otra 25 XVI SOLEDAD, DOLOR Y ESPERANZA EN « EL PABELLÓN DEL CÁNCER» DE SOLZHENITSYN vez, en soledad, «abandonado por el mundo entero», allende «el colectivismo». El hombre actual, ha escrito Oreschenkov, está incapacitado para enfrentarse a la muerte, no está abroquelado con nada para recibirla. Una vez más, la falta del sentido de trascendencia impide morir a los moribundos del pabellón del cáncer con esa esperanza genuína e incalculable que sólo alguno de sus protagonistas vislumbra como prolongación del espíritu universal o como imagen de la eternidad reverberando en la mente de cada hombre. t t * Llevamos dentro un siglo vil. ... ¡En cualquier medio, el hombre es un tirano, un traidor o un cautivo! En el medio hospitalario del pabellón del cancer, ¿qué son los enfermos de Solzhenitsyn? Indudablemente, y haya sido cual fuere su vida anterior, a través de la soledad, del dolor, de la esperanza desesperanzada y de la muerte, todos son unos cautivos. La vida para ellos, es un río que vierte sus aguas en las arenas, sin desembocar en parte alguna, y que de paso y fortuitamente va ofrendando el don de sus mejores aguas y sus mejores energías. ¿No es ésta, se pregunta Solzhenitsyn, la imagen fiel de nuestra vida de cautivos? «Nada nos es permitido realizar, estamos destinados a extinguirnos en la ignominia; lo mejor que poseemos es el espacio entre dos meandros de un río en el que aún no hemos languidecido del todo, y el mejor recuerdo que quedará de nosotros será aquello que, como el agua que cabe en el cuenco de las 2h manos, nos ofrezcamos unos a otros en nuestros contactos humanos, en nuestras conversaciones, en nuestra solidaridad.» De repente, sumergido el río en unas arenas de donde no volverá a rebrotar, ¿todo habrá acabado? La soledad, el dolor, la esperanza, la desesperación, ¿habrán sido infructuosos? Los que día a día intentamos a trancas y barrancas seguir siendo cristianos —creo que fue Kierkegaard quien dijo que lo difícil no es ser cristiano sino seguir siéndolo— guardamos nuestra respuesta. Acaso para los personajes de Solzhenitsyn el trozo de arena seca que jamás volverá a humedecerse sea el símbolo de la apremiante exigencia de aquellas pequeñas cosas que como cautivos nunca pudieron gozar: «el derecho a caminar por la tierra sin tener que esperar la orden de mando, el derecho a la soledad, el derecho a contemplar las estrellas, el derecho a apagar la luz por la noche y a dormir en la oscuridad, el derecho a depositar una carta en el buzón de correos, el derecho a descansar los domingos, el derecho a bañarse en un río...». Pero de repente, pienso que escribo para un público en su mayor parte médico y se me ocurre preguntarme y preguntaros: todo lo que esos enfermos-cautivos de Solzhenitsyn esperan y reclaman, ¿no será ese difícil derecho a la libertad, a la inteligencia, a la intimidad y a la responsabilidad que como a personas les corresponde y que tan dolorosamente los médicos hemos de intentar, a través de una verdadera Medicina antropológica, concederles? Yo así lo creo. Dejadme esperar, y ahora con plena esperanza, que también vosotros compartís esta creencia. El derecho del enfermo a ser considerado persona. Nada más y nada menos. wm uxu vMJ \MJ En cualquier infección del tracto urinario la Furantoína es el quimioterápico de elección Porque posee la máxima acción y el espectro más amplio frente a los gérmenes habitualmente presentes en las infecciones urinarias. Porque alcanza niveles urinarios rápidos y persistentes, impregnando los túbulos y espacios intersticiales de la médula renal. Porque no provoca resistencias y porque carece de toxicidad. Una Furantoína para cada indicación, edad y estado. Furantoína* Furantoína*sedante Furantoína* Fenicoi Tiene la máxima acción frente a los gérmenes habitualmente presentes en las infecciones urinarias. PRESENTACIÓN Comprimidos con 50 mg. de Nitrofurantoína. Frascos de 25 y 50. Ras. 86,30 y 137,Suspensión, frasco de 80 c e . conteniendo 10 mg. de Nltrofurantolna por c e . Ras. 55,40. Está especialmente indicada en el tratamiento de la cistitis. Especialmente indicada en las infe aciones urinarias con participación renal: pielitis y plelonefritls y en acuellos casos en que se precise asociar al quimioterápico especifico, PRESENTACIÓN Frascos de 30 cápsulas. Ptas. 98.40. J. URIACH C S.A. Bructi. 49 - Barcelona 9 —f~ [4^1 I"'"?""! VSX PRESENTACIÓN ® e P r e 8 e n t a e n frascos de 25 y SO cápsulas. Ptas. 93,40 y 166,50. 27 I Para toda clase de dermatitis seborreica del cuero cabelludo M ^ P . ^í""^^^™"* ^ L _ ^ _ ^ ^^mm^^mmmm^^^ |"°|°™"j pSSS para dermatosis secas BMÍB^H^W C i ^ ^Bl^HHHH^^P Suspensión de sulfuro de selenio al 2,5 % FRASCOS de 100 y 35 ce. P.V. P. Ptas. 63,60 y 32,60 Libre prescripción en la ASSS I B ^ ^ £ \S. ^P5TÍ^S3S» para dermatosis grasas Suspensión de sulfuro de cadmio al 1 °/o J Z ^^^-^gj^g^^^ fgj^ ^BS^S«JÍB FRASCOS de 100 y 35 ce. P.V.P. Ptas. 57,80 y 31.30 Libre prescripción en la ASSS IVyO-^^^CIZSS— EaSC CARACTERÍSTICAS GENERALES \ 28 dos especialidades clásicas de ^^^ ZS^S^^Z <-l ^^^^^™ ^^^^^^Z^^^ZH ^^^^^^^^™ ^^Z^^^^^M fcjj^^^^^^^^B ITSSIMCI ^flRjS ^M! ^ | ^ ^ ^^^^^^ Dominan la dermatitis seborreica. Eliminan la caspa común. Suprimen la descamación en 1-4 semanas. De aplicación muy fácil. Dejan el pelo limpio y sin olor desagradable. No producen untuosidad en el cabello. RESÚMENES DE TRABAJOS PRESENTADOS AL IV PREMIO «BIOHORMM» DE HISTORIA DE LA MEDICINA Adolfo de los SANTOS SANC HEZ-BARBUDO, «CINCUENTA AÑOS EN LA PUBLICIDAD MÉDICA ESPAÑOLA (1850-1899)» (Sevilla). Siempre han existido unas bases socioeconómicas en la publicidad. Respecto a la propaganda médico-farmacéutica, el hombre compra medicamentos por- que quiere curarse, siendo entonces la 17. Jarabes de Rábano yodado; de Madariaga; Pectoral de Vauquelin, etc. 18. Licores: de Brea, del Polo, de Orive, del Dr. Quesada, etc. 19. Peptonas Catillon, Defresne, etc. 20. Pildoras: Morrison, de Hogg, etc. 21. Pomadas: antihemorroidal, de Mr. Cowet, de Pergem, de Grasa de oso, etc. 22. Pastillas: digestivas de Vichy; salidiadas, etc. £ ^umBS: c o m o l a Q u i n a ' g l n e « • ^ T ' d e ¿hassaing de Defresne a - vinos, ae c n a s s a i n g a e ueiresne P Para pn MpHiHna' rahp rifar la pní-np*;tti la i Antisifilítico C o w p e r . 6. B a ñ o s y b a l n e a r i o s : Bigorre, Alha- ma. Segales, Tona, etc. 7. Cápsulas: blandas, eupépticas, vivificantes del Dr. Regis, etc. 8. Cremas: de Windsor, de Pekins, etcétera. 9. Crupinas, como la llamada Crupina d e Dios. 10. Chocolates medicinales: de Revalenta, en Polvo de Dubarry. 11. Elixires: de Defresne con Peptona, 12. 13. 14. 15. 16. Eupéptico Tisy, etc. Esparadrapo quirúrgico de muerdago. Ferruginosos. Fluidos vitales. Grageas: de Gelis y Conté, de hierro del Dr. Rabuteau. Hipofosfitos de Fellows. M nncm:t:*ri> COK CBEüSllTA YKIIÜUIHÍÜ J lt£¡tt di Biilil lie BiCdtl Pili) "SEMK±!i££tf SiS" j»niotAM. «ir, i>~v. <u i» Lo.p¡i;,n. £S££tS2.'¿¡%**» , y cípleadiH c n hospU.lo de P«rii,d»n riauludos tales en lai es[ermedadis fie pecho, bronquíes, ote, 3«"'líSÜÍf i ^^H,',!'.1?',^' U a Enfermedades anunciadas conocer el arsenal terapéutico de - i JI i • en Mediana, cabe citar la encuesta, la i a época, y sus indicaciones, conviene entrevista personal, la entrevista proenumerar, en parte, las más importanfunda, los métodos proyectivos, etc. La tes enfermedades anunciadas a través publicidad, sin duda, influye poderosade e s t a incipiente propaganda terapéumente en las motivaciones y es el prit i c a : acedías, agotamiento, almorranas, mer paso que encamina hacia la adquialucinaciones, amenorrea, anemia, as-' sición de un fármaco por parte del ma, atolondramiento, blenorragia, bronenfermo, por lo que la publicidad es q u i t i S r c a i a m b r e s de estómago, calentupieza vital en las relaciones de los ras biliosas, caries, catarros, cistitis de laboratorios con los médicos. En ella cuello clorosis cólera asiático cólicos el slogan publicitario es fundamental, consunciones, contusiones, coqueluche, de frases cortas, fácil asimilación y rec o s tras de la leche, debilidad, dentición, cuerdo, sugestivas e intencionadas; en- dermatosis artrítica, diabetes, diarreas, contraremos múltiples ejemplos en la d i f t e r i a , d i s e n t e r i a , d o l o r e s , e m p o b r e . mayoría de los anuncios que invaden c ¡ m i e n t o de la sangre, enfermedades constantemente la visita profesional. d e l p e c h o enflaquecimiento, epilepsia, A través de estos cincuenta anos es- erupciones de la piel, escasez en la oritudiados y una vez tomada una somen a escrófulas, espasmos, extinción de ra nota de la terapéutica anunciada en | a v o z fiebreSr f i s t u l a s flatoS/ n e g m a s los periódicos de la época, podemos n o r e s b i a n c a s , flujos, hemorragias, hicrear un pequeño vademécum donde dropesía, hinchazones, hipo, hipoconse agrupan 179 especialidades farmad r í a h ¡ s t e r i a , ¡ n f a rtación de las glánduceuticas, dirigidas a combatir las mas l a s d e l c u e l | o i a m p a r o n e s , languideces, conocidas enfermedades de aquel en- i i n f a t i s m o , n a g a S r m a i e s del corazón, torces que por el mismo sistema lieneU ralgia de la faz, ñiflas en vías de gan a lw desarrollo, palidez y blancura de carnes, piedra, pituita, regüeldos, romadizos, ronquera, secreciones endebles, síNúmero estadístico de anuncios filis, sobrehuesos, sofocaciones, sudores terapéuticos entre 1850 y 1899 nocturnos, tics dolorosos, tos, trancazo, tumores blandos, vahídos y vómitos. 1. Aguas minerales, como las de Ardeche, Vichy, Valler, Gaviris, etc. or iono I 2. Aceite de Hígado de Bacalao, como SÍ^™I nTrvimo el del Dr. Font y Martí. A^.™ldU,¡™ 3. Alcohol de Menta de Riquel. D™.<ok«i. 5. Bálsamos: mejicano, indiano, etc. Tíais, Afecciones de los Bronquios CÁPSULAS BLANDAS « - ^ ° ™ . * Baudon. etc. motivación la causa que mueve al individuo a comprar medicamentos para curarse. A este respecto hay muchas formas de investigar las motivaciones 4. medades psíquicas y del sistema nervioso dado que ocupan el segundo lugar, después de las del aparato respiratcrio en el que se incluye la tisis pulmonar y las bronquitis. ^ ng ^ ^ t O* lOI hOípitttleí J notauíllCiaue* DIO- dican lr»ncesM y extranj-ras con -nturitulMt ,lu>r «¡rud*. Ut, túttr c-.ucaradj, contienen: h i teq. (q"« «l»aoi ipr.e. « l i o índica<*»") ?-°* •'«"•«• terdaitr* ío alqui? " ' . " ' ' % * • * . ' / * *,M - w ' ? ' B °¿" ^^c-tc™rglconlñoti o«lt D«¡?"á"II p e * l ' i i l ! g o r " . . * ! ' • ntojnoclie, ó anuido comer, logan ilg» el médico; » t r i n e n cajn. 1 n » T ittlTt MOSvTIZAMS. i Irm.x» W..' Ma.lrid: Moren» Míqucl. , . . anunciado en la prensa de Sevilla p Conviene asimismo resaltar el hecho que numerosos profesionales y, principálmente el personal auxiliar, recurrían a los periódicos y revistas no profesionales para anunciar sus servicios. De ellos cabe destacar los siguientesmatronas, 2; oftalmólogos 2; ortopédicos, 3; ópticos, 1; dentistas, 7; caDistas, 1; cirujanos, 12 y médicos generales, 2. Por último se reseñan los establecimientos públicos de Sevilla donde, durante el período indicado, podían adquirirse los distintos medicamentos, y siempre de acuerdo con la propaganda: ' r 1Z'£LtJ^° p*di.tru OJlL ÍXÍT" «PCT^™™ mumaioiopa I^^^~ si ""°" ™a"H™ E^TtotaX'™5™'" ofuimotogü o.™ aí«c™« i j¡ J¡ Z Terapéutica de los diversos cuadros clínicos por aparatos y sistemas Unas gráficas nos mostrarán más cíaramente la incidencia de las distintas enfermedades en la terapia anunciada. En ellas veremos la importancia que ya en el siglo xix se daba a las enfer- ^~ w w 7o so l » mo librerías, 2; farmacias, 16; boticas, 3 : barberías, 1; otros locales, 7. Las publicaciones que se han utilizado son las siguientes: De Madrid: El Siglo Médico; El Jurado Médico-Farmacéutico; La Academia; (sigue) 29 Editada por J. URIACH & Cía. S. A. (Centro de Documentación de Historia de la Medicina — Decano Bahf, 59-67. Barcelona), y distribuida a todo el cuerpo médico español Secretario de Redacción: Dr. José Danón Bretos BIOHORM La revista no es responsable de los conceptos vertidos en los artículos que se publiquen, siéndolo exclusivamente de sus autores. Anales de la Medicina Homeopática; Boletín de Beneficencia y Sanidad Municipál; La Medicina Rural; Revista de su incidencia estacional junto a otras sin relación climática entre las que cabe destacar el paludismo y las oftalmías. Terapéutica •< i y Farmacología; La Unión ' ^ ^ - ^ ^ — Unos datos sobre Terapéutica y Medicina popular cierran el trabajo, donde no se cita bibliografía. n •— ^ ^ ^ ^ ^ ^ — ^ ^ ^ ^ ^ ^ - ^ — De Sevilla: La Andalucía; Calendario para el Arzobispado de Sevilla; Almanaque del Boletín de Anuncios; Almanaque de El Porvenir; Almanaque de El Anunciador. De San Fernando: Boletín de Higiene. De Málaga: El Eco Farmacéutico. C Kñ C O (^ P M P l A Q L (VI L . l \ \*J L . IM \s I / " \ W De Cáceres: Cirugía y Farmacia, De Valencia: Eco Escolar Médico; Ga- T O P n f i l M F P n i f^ f^ I A I \J W W V-I I IM L- \s \J L \J \ 3 I /A ••• » • ^™ I w ceta de los Hospitales. De Santiago: La Crónica. Bibliografía citada: ARTURO ACHARD M. CARRERAS-ROCA BJÜRKLUND, T. A.: Handbook i fórsálj- • ning och redimí. Estocolmo, 1960. MORSÍNA C H T Í ln'rodZCÍÓn \l" P,úcol°iiaMadrid, Aguilar. MESA, A.: La Propa- COLABORADORES ganda y sus secretos. B u e n o s Aires, 1960. VIDAL, M.: Introáuction au controle de la Publicite. P a r i s , 1960. P O L - ADEODATO FILHO, J . ALVAREZ BRAVO, ALFONSO BARBATO. WALTER LAK, K.: Los discípulos de Hipócrates. Barcelona, Plaza y Janes, 1969. BEDOYA HEVIA, MARIANO MAUTONE, JOSÉ A. BORRAS, PABLO E. MERCHANTE, FERMÍN RAÚL CAMPALANS, LUIS A. MORALES, JULIO M. CASTELAZO AYALA, LUIS NEME, BUSSAMARA CORIO, ERNESTO PERDOMO, ROBERTO D I A Z I N F A N T E IBARRA - AUGUSTO PEREIRA, JULIO C. FERNANDES, MARTINIANO PETRUCCELLI, DANTE , N I O PLANELLA RIERA, VICENTE L. FO X/ A N T O GIAMPIETRO, ALFONSO POCH, ANDRÉS GONOROWSKY, RUBÉN RODRIGUES LIMA, OCTAVIO GONZÁLEZ GARCÍA, CELESTINO E. SAMPAIO CANDAL, FONSECA A. GONZÁLEZ DEL DIEGO CHAVEZ, M. SANTOS ASTETE, ALBERTO GOSENDE, JULIO CESAR SARALEGUI BUELA, JOSÉ P. KARCHMER K., SAMUEL SUAREZ, RAÚL A. KREYMER FRESNO, EDUARDO TOBLER, GUILLERMO A. LAGRUTTA, JOSÉ VILLAGI LEIVA, JUAN CARLOS WOOD, JUAN LE0N| JUAN RE íU^T,í°Se ™ÉS: 'APUNTES PKHira.np^rar^S .vLo o„ MALLORCA t N LOS AÑOS 1860-1880» (Barcelona). Unas notas inéditas del doctor Gaspar Reynes Ripoll, de Alaro, sirven de base a estas breves consideraciones sobre la demografía de Mallorca. Se comenta el censo de 1870, en relación con el de un siglo atrás, deteniéndose en la mortalidad habida en el periodo 18631867 donde cabe destacar un fuerte incremento en 1864-65, a causa de una epidemia de disentería, con la confirmación de una menor letalidad en las poblaciones del litoral frente a otras del interior próximas a zonas pantano- t » ™ . _ j i iu OTIA I / I O IA •.•' Formato del libro 27 V2 X 19 V4 - Numero de páginas 650 Doscientos grabados. Precio 2.200 ptas. i ^ t o r l n t o n S 1 Gelatrt ( ^ quien clasificaba las enfermedades por 30 LIVIO MARTINI, JUAN LOMBARDI, RAÚL LLOPART, TERESA EDITORIAL ROCAS - Amigo, 47 - BARCELONA-6 I la asociación I _¿^ ^ J antiinflamatoria ^ ^ 11 ^ ^ 2 «^ ^^ 1111l l j l l más eficaz II í l l\nlV^I^ #•• y mejor 1^^ Indometacina + Fenilbutazona tolerada en las enfermedades reumáticas (^ porque reúne, asociadas para una compensación clínica perfecta, las dos máximas conquistas de la terapéutica antiinflamatoria no hormonal: la Indometacina y la Fenilbutazona. ^ V' f • í'r m ' Presentación: Indolgina de 20 y 40 .; Indolgina de 5 y 10 sups. 1 I tt Indolgina Predrisona de 20 y 40 ;; Indolgina Prednisona de 5 y 10 sups. Serenidad a cualquier nivel „/ GuasTii pediátriCO suspensión ^JPj COMPOSICIÓN Cadacucharaditade5cc.de Normalizador del 'J¿MX M jjjk Suspensión contiene 25 mg de Sulpiride. ^^^H POSOLOGIA Lactantes: Media cucharadita „. *tMMM PRESENTACIÓN Frascos de 200 ce. de suspensión de agradable sabor (P.v.p. 243,70) • —^ ^^^ fl^ • • <\ j - ^ ^ ^ ! S^B I |rl ^ ,i _ V^H ^^9 ^^^B I I I Hf Se presenta también en frascos con / / ^fl JL 30 cápsulas de 50 mg de Sulpiride. (P.V.P. 330,30) POSOLOGIA •• HL ^ ^ ^ M • HF1 ^^^^^B ^fl ^N. „ , Sin efectos secundarios n i contraindicaciones 1 cucharadita (5 c e ) , 1 a 3 veces por día. 2 cucharaditas (10 c e ) . 1 a 3 veces por día. LB IO HORM B J y psicosomático E^CVfi (2,5) i a 3 veces por día. Niños de 2 a 7 años. Adultos: 2 a 6 cápsulas al día. pSÍQLlÍCO . • •K9 ^ ^ \ A *J mmnnrt'jmimitn < % | J comportamiento GUASTIL PEDIÁTRICO ^ » ! • No produce somnolencia M j n • No desarrolla acostumbramiento • Tiene un sabor agradable INDICACIONES • Trastornos de conducta y de comportamiento. • Bajo rendimiento escolar. Falla de atención y memoria. • Insomnio. Terrores nocturnos TÍCS nerviosos. . Timidez. Fobias. Introversión. Ce,os * * ; s t a d o s depresivos. • Enuresis nocturna. . Djston¡as neurovegetativas. Dolores abdominales. • Anorexia psicógena. • Vómitos del lactantes (habituales, infecciosos orgánicos, por intolerancia medicamentosa). fl B^^^^^^^- ^ B ^HJ 1