PUBLICACIONES MÉDICAS BIOHORM—SECCIÓN: MEDICINA E

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PUBLICACIONES MÉDICAS BIOHORM—SECCIÓN: MEDICINA E
PUBLICACIONES MÉDICAS BIOHORM—SECCIÓN: MEDICINA E HISTORIA
Director: Dr. Manuel Carreras (Editorial Rocas) N.° R.: B. 1023-63. D. L.: 27541-63
Consejo de redacción: Dr. Agustín Albarracín — Dr. Juan Bosch Millares —Dr. Leopolc o Cortejoso — Prof. P. Lain Entralgo
Prof. Luis S. Granjel — Prof. J. López Ibor—Prof. José M." López Pinero —Dr. Esteban Padrós — Dr. Silvcrio Palalox
Prof. Pedro Piulachs— Prof. Diego Ferrer de la Riva— Prof. J. Rof Carballo—Prof. Ramón Sarro Burbano
Prof. Manuel Usandizaga. — Dirección gráfica: Pla-Narhoiu
n." 36 Junio 1974-Barcelona-(Segunda Época)
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J. URIACH & Cia, S. A. - Barcelona
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COMPOSICIÓN POR GRAGEA: 2-MPG (2-msrcaptopropionilglicina) 1OO mg; Metoclopramida 1O mg;
Ciclobutirol 1OO mg; Procaína 1OO mg.
POSOLOGIA: 1 gragea 3 veces al día, 1/2 hora antes
de las comidas. En caso necesario, 2 grageas 3 veces
al día.
PRESENTACIÓN: Frascos de 40 grageas.Pta». 297,80
MEpiQNA
REVISTA DE ESTUDIOS HISTORICO-INFORMATIVOS DE LA MEDICINA
Centro de Documentación de Historia de la Medicina de J. URIACH & Cía. S. A.
Barcelona, junio de 1974
EDITORIAL
SUMARIO
_ .. . .
, „
¿Tradición o modernismo? Con igual
radicalismo, hoy trata de imponerse
un neohipocratismo al que se oponen
las blindadas corazas doctrinales. Inutil dilema cuando actualmente la Medicina está abriendo una vía real, una
Medicina fisiológica (con la total acepción que el termino implica, sin necesidad de alzar el estandarte psicosomático), una vía donde convergen todos
los adelantos de la Física, de la Química, de la E ectrómca de la Termodjnámica. de la Cibernética sin olvidar
que los descubnmientos de esas ciencias exactas no siempre se verifican
exactamente en la materia viva que es
el hombre.
Análisis o síntesis, tradición o modermsmo, serán siempre parcelas aisladas
del conocimiento médico en tanto no
se apliquen a una concepción renovada
de la materia viviente, el ser humano,
con su duplicidad de funciones maferiales y espirituales, a este complejo
indisociable de polvo y espíritu que
somos
No podemos, en efecto, continuar disociando los estados del cuerpo de los
estados del alma sin arriesgamos a
aumentar la perturbación latente o
manifiesta de la entropía del orgamsmo. El equilibrio de la anentropia es
indispensable para acceder a la salud
puesto que las fuerzas del espíritu son
las que nos hacen transcender, aun por
caminos irracionales, hacia la condición esencial de la vida que es la salud.
Enfermedad, envejecimiento, perturbación, son condiciones desfavorables
para la transcendencia espiritual, aunqué el ascetismo opinase lo contrario,
pues la ascesis del espíritu, fuente de
la salud, se obtiene mediante el desenvolvimiento armonioso de todas las funciones de la materia viva.
M. CARRERAS ROCA
„.
,
Pág. 3
PEQUEÑA HISTORIA '
SOBRE LA MEDICINA RURAL
EN EL SIGLO XVIII
N o creo
Editorial.
Pequeña historia.
pág. 4
Consultorio.
Obras ingresadas en
nuestra biblioteca.
Laboratorio
^aooratorio.
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Soledad dolor v esperanza
pabellón del cáncer.
£ SoIzhenit
P°r
Agustín Albarracin Teutón.
Pág. 29
„ .
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Resúmenes de trabajos
presentados al IV Premio «Biohonn.
de Historia de la Medicina.
se
^
estudiado
la
historia
d e l a Me di c ina en el medio rural español. Pese a ser conocidos
l o s i n c o n v e n i e n t e s con que han tropezado
i n f i n i d a d d e médicos en épocas no
m u y Ajanas, su importancia queda sin
d u d a e m p e q U e ñ e C i d a s ¡ analizamos y
recogemos pequeñas notas que esporadicamente aparecen en documentos
antiguos. Valga como muestra la comunicación que dirige el rey Fernan^ ^ ^
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t i c i o n f o r m u l a d a p o r el ayuntami
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e n e l c o r r e g i m i e n t o de Tortosa, interesado en obtener unas ciertas garantías en el momento de elegir
a sus
raédicos,
a l igual que ya habían
obtenido algunos municipios cercanos,
d d ejercicio
Plra
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oficial n o
i<;rda e s e
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transcribirla tal como se conserva en
e ] Libro
de Acordadas
d e 1 7 5 7 j d e i A rchivo d e ,a C o r o n a d e A r a g o n :
...Sabed que por la villa de Fonz en
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d e Aragon se acudió
a NueslT0
Consejo e n ve¡nt¡seis d e m a .
de l m
con una
tición
exponiendo
d e p o b i a c i ó n d e m ás de doscientos vecinos, y para las elecciones
q u e regularmente se ofrecían de sus
sirvientes y el Común como hera méboticario y otros, en
dico
zirujano,
l o s Consejos abiertos que para ello se
acostumbraban celebrar, sucedían alboratos y desazones porque los pretendientes con gran facilidad y a poco
coste ganaban los votos de los del Pueblo por la ignorancia del daño y perjuizio que contra sí y los demás vecin o s h a c í a n ; y a la salud pública, pues
d e o r d i n ario quedava elegido por maque hera
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(Segunda Época)
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de votos los más imperi? 1
convenían, y siendo justo
probeer de remedio a tan graves in(sigue)
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convenientes e inquietudes, y para
obiarlos, por tanto Nos suplicó nos sirviessemos de dar licencia y facultad
para que la Justicia, Regidores y Procurador Síndico, llamado quince o veinte
vezinos de los de más forma y juicio
y que hubiesen sido capitulares de dicha villa, y con assistencia del Cura o
Vicario de su Parroquial Iglesia y dos
capitulares que nombrase el Cavildo
eclesiástico de ella, pudieren tener Concejo para la elección de Médico, Boticario, Zirujano y demás sirvientes suios
y de aquel público siempre que se ofrecieren semejantes elecciones...».
de la Ciudad y de los Libros de enfermos del Hospital de la Santa Cruz y
San Pablo. Como bibliografía puedo
indicarle los siguientes trabajos: Rico
AVELLO, Carlos: «La epidemia de gripe, 1918-1919.» Gac. Méd. Esp., XXXVIII,
448: 14, 1964. CHABÁS, José: «Algunos
recuerdos y enseñanzas de la pandemia
gripal de 1918-1919.» Gac. Méd. Esp.,
XXXII, 3, 1958: 111-12. CARDONA IVARS,
José: La epidemia de gripe de 1918 en
Benisa y su comarca. Benisa, Publicaciones del Ayuntamiento, 1973.
DANÓN
D.
ORRAS TNf.RFSADAS
E N T U E S ^ BIBLIOTECA
CONSULTORIO
71. — Dr. E. J. R. R.: Iconografía sobre
«Vírgenes lactando», más conocidas como «Vírgenes de la leche» puede encontraria en el Archivo Fotográfico
Mas, de Barcelona, donde hay cátalogadas más de cuatrocientas entre esculturas, tablas, miniaturas, pinturas,
etcétera. En una reciente monografía
de M. USANDIZAGA: «Cuidados a la madre y al recién nacido según el arte
medieval catalán», Acta Obstétrica y
Ginecológica Hispanolusitana, supl. 4,
1970, figuran tres reproducciones en
las figs. 14, 15 y 16.
72. —Dr. M. P. H.: Andrés Codinac y
Torra, natural de Sanahuja (Lérida)
que en 1800 actuaba en La Coruña como
cirujano militar, el 16 de junio de 1796
se recibió de cirujano de dos exámenes en el Real Colegio de Cirugía de
Barcelona, según figura en el «Libro
de grados y reválidas, 1764-1807» de
aquel Centro, si bien con el apellido
Codina (f. 7, inscripción n.° 27). Asimismo constan otros dos hermanos de
aquél: José Codina y Torra, cursante
entre 1784 y 1789 («Libro 2.° de matrículas para Romancistas en 1776», Ms.
n.° 152 del A.U.C., f. 432) y Juan Codina
y Torra cirujano romancista en 1788
(«Libro de grados y reválidas», Ms. n.°
157, inscripción 744).
Contemporáneo a éstos, hay un Francisco Codinac y Granger, natural de
Barcelona, graduado de cirujano de
dos exámenes en 1765, pasando al Ejército («Libro de Matrículas del Real Colegio de Cirugía de Barcelona en 1762»,
Ms. n.° 159, f. 37). En 1799 se le despacho el título de licenciado en Cirugía por la Facultad Reunida (Ms. n.u 157,
f. 7, inscripción 27); y en 1806 recibió
el grado de doctor en Cirugía. («Doctoramientos», Ms. n.D 30 del A.U.C., f. 19,
inscripción 103.)
73. — Dr. P. O.: Son escasos los trabajos de carácter histórico que se refieren a la epidemia de gripe de 1918-19
en España. Su estudio, de extraordinario interés, creo debería iniciarse desde un punto de vistajyentífico, a- través de las revistas médicas ¿e la época;
social, repasando la prensa diaria y
estadístico que, en Barcelona, puede
seguirse a través del Archivo Histórico
4
de los Santos Cosme y Damián.» Suplemento de Circular Farmacéutica, Navidad, 1973. Barcelona, Colegio Oficial
de Farmacéuticos.
JUANICH, Francisco: Elogio histórico
del Dr. D. Antonio de San-Germán. Barcelona, Imp. de J. Oliveres y Gavarró,
1836.
KNIPS MACOPPE, Alejandro: Aforismos
médico-políticos. Texto del siglo xvm
publicado por el librero anticuario Antonio Palau Dulcet. Barcelona, Imprenta Ráfols, 1928.
NAJERA ÁNGULO, Luis, José CODINA SUOUS
y José ABELLÓ PASCUAL: Estudios sobre
la tuberculosis en Barcelona. Madrid
Escuela Nacional de Sanidad-Cátedra
de
enfermedades infecciosas, 1932.
O'MALLEV C D : .Miguel Serve,.» Syn,
posium Ciba, 1962, t. 10, n." 1, p. 29-33.
PANSIER, Pedro: Breve conspecto de la
Oftalmología árabe. Masnou, Labóralorios del Norte de España, 1956.
PESET, Mariano y José Luis PESET; Muerte en España. (Política y sociedad entre
la peste y el cólera}. Madrid, Seminarios y Ediciones, 1972.
ROURE, Gerónimo: Biografía del Dr. D.
Francisco Díaz, médico del Rey Felipe II. Madrid, Imprenta Médica de
D. Manuel Alvarez, 1866. Donativo del
señor Argones.
RUBIO BORRAS, Manuel: Historia de la
Real y Pontificia Universidad de Cervera. T. I-II. Barcelona, Librería Verdaguer, 1915-6.
SÁNCHEZ CAPELOT, Francisco: La obra
quirúrgica de Francisco Díaz. Salamanca, Seminario de Historia de la Mediciña, 1959. Donativo.
SÁNCHEZ CAPELOT, Francisco: La obra
quirúrgica de Juan Fragoso. Salamanca,
Seminario de Historia de la Medicina,
1957.
SÁNCHEZ MARTÍN, Agustín: El saber
toco-ginecológico en la Medicina española de la primera mitad del siglo
XVIII. Salamanca, Seminario de Historia de la Medicina, 1958. Serie A, Estudios, II, 2.
SORIANO DE LA ROSA, Concepción: La
obra quirúrgica de Dionisio Daza Chacon. Salamanca, Seminario de Historia
de la Medicina, 1958. Serie A, Estudios,
II, 1.
TORROELLA, Juan Bta.: El Estudi General o Universitat Literaria de Girona.
Gerona, Asociación Literaria. Certamen
de 1900. Año xxix de su instalación. Imprenta de P. Torres, 1902.
TURRO, Ramón: Orígens del coneixement. La Fam. Barcelona, Societat Catalana d'Edicions, Vols. I y II, 1912.
VEGA Y FERNÁNDEZ CRESPO, Rafael de:
Perfil moral del Cirujano. Bosquejo
para una ética quirúrgica. Valladolid,
Sever-Cuesta, 1973. Donativo del autor.
1
CALAP CALATAYUD, J.; «Marchionini y su
obra. (1899-1965).» Trabajo publicado
en Actas Dermo-Sifiliográficas, Nov.Dic. 1966, números 11-12. Donativo del
autor.
CANIVELL, Francisco: Tratado de vendajes y apositos. Cádiz, Imprenta de la
Casa de Misericordia, s.a.
CASWELL, J. Edgar: «A brief history of
coronary units.» Public Health Reports.
Vol. 82, n.° 12, 1967, p. 1105-7.
CONGRÉS INTERNACIONAL D'HISTORIA DE
LA MEDICINA CATALANA, / Llibre d'actes.
Vol. III. Barcelona, Ed. Scientia, 1971.
CHICOY Y GOSALVES, José: Discurso
inaugural leído en la apertura del presenté año en el Real Estudio de Medíciña Clínica de ta Universidad Literaria
de esta ciudad, por... Valencia, Oficina
de Benito Monfort, 1825. Donativo del
señor Argones.
CHINCHILLA, Anastasio: Vademécum
histórico y bibliográfico de la Anatomía,
Fisiología, Higiene, Terapéutica... Valencia, Imprenta de José Mateu Cervera, 1844. Donativo del señor Argones.
DÍAZ, Francisco: Tratado de todas las
enfermedades de los ríñones, vejiga y
carnosidades de la verga. T. I-II. Madrid, Julio Cosano, 1922-23.
FERRATER MORA, Josep: Les formes de
la vida catalana. Seguit de: Reflexions
sobre Catalunya, Catalanització de Catalunya, El Llibre del sentit, Homenatges. Barcelona, Ed. Selecta, 1960. Donativo.
GRANJEA Luis S.: La Frenología en España. (Vida y obra de Mariano Cubí).
Salamanca, Instituto de Historia de la
Medicina Española, 1973. Donativo.
GRANJEL, Luis S.: «La obra médica de
José Juan Antonio Baguer.» Medicamenta, abril, 1960, n.° 354, p. 222-224."
GRANJEL, Luis S.: La publicidad terapéutica en la España de «entreguerras».
Salamanca, Instituto de Historia de la
Medicina Española, 1974. Donativo.
GUERRA, Francisco: «El exilio de mélAnnoATnDTn
dicos españoles durante el siglo xix.»
VISITAS AL LABORATORIO
Revista de Occidente, XXXIII, 97, 1971,
p. 1-23.
HERNÁNDEZ BENITO, Emiliano: El saber
oftalmológico en la Medicina RenacenEn su viaje de fin de carrera y dulista española. Salamanca, Seminario de
rante su estancia en Barcelona, visitaHistoria de la Medicina, 1957. Serie A.
ron nuestro Laboratorio los estudiantes
Estudios, I, 3.
del último curso de Medicina de las
JORDI GONZÁLEZ, Ramón: «Iconografía
universidades de Salamanca y Cádiz.
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De ataque: 1 cápsula 3 veces al día
De mantenimiento o profilaxis: 1 cápsula,
1 ó 2 veces al día.
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REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICO INFORMATIVOS DE LA MEDICINA
Secretaría de Redacción
Centro de Documentación de Historia de la Medicina de J. URIACH & Cía. S. A.
Barcelona, junio de 1974
AGUSTÍN ALBARRACÍN TEULON
SOLEDAD, DOLOR Y ESPERANZA
EN « EL PABELLÓN DEL CÁNCER»
DE SOLZHENITSYN
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SOLEDAD, DOLOR Y ESPERANZA
EN «EL PARELLÓN DEL CÁNCER»
DE SOLZHENITSYN
AGUSTÍN ALBARRACIN TEULÓN
Desde mi primer contacto con la literatura
como fuente de conocimientos médicos, he tenido siempre presentes las palabras de don
Gregorio Marañón acerca del uso de los ejemplos literarios; las recordaré de nuevo: «Lo
hacemos así, por creerlo tan instructivo como
las descripciones de los médicos. El artista
recoge así impresiones directamente de la realidad, sin los prejuicios científicos que restan
valor humano a las observaciones médicas...».
Pues bien: una vez más he querido recurrir
a este método, tratando de escudriñar, con
mirada y mente de médico, lo que acerca de
la enfermedad y del enfermo, de la vida y
de la muerte, piensa y escribe Solzhenitsyn en
su conocida novela El Pabellón del Cáncer,
publicada en 1968 y vertida un par de años
después al castellano, coincidiendo con la concesión al autor del Premio Nobel de Literatura 1970.
Una indicación previa. El fruto de mis reflexiones sólo parcialmente es expuesto aquí, por
razones de espacio: lo que del enfermo y la
enfermedad diré, podría ampliarlo al médico,
a la asistencia y a la relación médico-enfermo.
Por otra parte, este trabajo no constituye un
estudio sociológico, para el que doctores tiene
la Medicina y al que más de un curso y de un
libro ha consagrado entre nosotros Laín Entraigo. Las páginas que le dedico únicamente
pretenden ser una ventana abierta a aquellas
impresiones directamente tomadas de la realidad, sin prejuicios científicos, por un hombre
sensible de nuestro tiempo. Ha querido el azar
que recientemente, con motivo de la aparición de su última novela, El archipiélago Gulakg: 1918-1956, la figura de ese hombre sensible, Alejandro Solzhenitsyn, cobre nueva
actualidad en la información cotidiana. No
voy a ocuparme de su peripecia biográfica ni
aludiré tampoco a su ideología política, si-
quiera habré de confesar desde ahora mi firme
convencimiento de que ambas, y muy especialmente su vida de hombre deportado en campos
de concentración, han marcado indeleblemente su producción literaria. Más aún : aconsejo
a quien todavía no haya leído El Pabellón del
Cáncer y mis comentarios le muevan a hacerlo, que previamente conozca Vn día en la vida
de Ivan Denisovich, escrita en 1962, clave
inexcusable para la mejor comprensión de la
psicología del protagonista de la novela que
ahora me ocupa. Alejandro Solzhenitsyn en
la realidad de nuestro tiempo, Oleg Kostoglotov en la ficción literaria, de consuno encasillados en esa categoría de hombres que salva
Puchskin en su pesimista clasificación de la
humanidad actual:
Llevamos dentro un siglo vil.
...¡En cualquier medio, el hombre es
un tirano, un traidor o un cautivo!
* * *
En una pequeña república soviética del mediodía oriental se alza una clínica para enfermos
cancerosos: trátase de un centro hospitalario
especializado, perteneciente a la división sanitaria administrativa que los soviéticos denominan oblaste, y que centraliza los enfermos
de un núcleo de población oscilante entre el
millón y los cinco millones de habitantes. A su
frente, un médico inepto y petulante bajo cuya
dirección existen dos servicios : el de Cirugía
y el de Terapéutica físico-medicamentosa. En
el primero, Lev Leonidovich, cirujano jefe de
altas virtudes profesionales, trabaja incansablemente, secundado por cuatro médicos ayudantes, tres de ellos femeninos —no en vano
las estadísticas muestran, aprendo de Pedro
Cano, que en la Unión Soviética las mujeres
9
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Dibujo de David Levine. Copyright.
New-York. Review and opera Mundi.
constituyen hasta ahora el 70 % de los médieos. En el servicio terapéutico, Ludmila Afanasievna Dontsova, médico-jefe femenino, junto
a otras dos mujeres médicos, queman materialmente su vida bajo los aparatos radiólogicos. Un practicante, cinco enfermeras y dos
auxiliares sanitarias completan el parvo cuadro de la organización. Frente a él, un reducido
grupo de enfermos: Kostoglotov, Rusanov, Yefrem, Ajmadzhan, Mursalimov, Azorkin, Federau, Proshka, Diamka, Asya, Eguenberdiev,
Sibgatov, Zatsyro y Shulubin. Entre unos y
otros, la enfermedad, los más variados tipos
de neoplasia, proyectando sobre unos y sobre
otros su cortejo de soledad, de dolor, mas
también —¡ cuándo dejará uno de mantenerse
sutilmente asido a ella!— de esperanza. Dos
mundos interconexionados, en relación hostil
a veces, comprensiva otras, y que una dramatica circunstancia va a asumir en la persona
de la fisioterapeuta Dontsova, cuando la aparición en su estómago de un carcinoma, nos
dice Solzhenitsyn, la excluya del ilustre gremió de los médicos, transfiriéndola al mísero
y supeditado de los pacientes; cuando la extraiga de la categoría de los pacientes-infractores, introduciéndola en la de los sanos-desesperanzados.
* * *
Un pobre e insuficiente hospital oncológico,
donde los enfermos deben aguardar turno para
ingresar y son dados de alta en cuanto el tratamiento no responde; un hospital, en cuyas
habitaciones existen «camas con equipo completo de ropa, y en cada cama un hombrecillo
aterrorizado», en reconcentrado silencio durante las primeras horas del día, aquéllas en
que, uno a uno, van saliendo de la sala para
conversar con los superiores, someterse a tra10
tamiento y recibir la visita de los familiares,
Por la tarde, participación en una animada y
general discusión acerca de si deben abrirse
o cerrarse las ventanas, a quién le aguarda el
porvenir más halagüeño y a quién el peor...
Ajedrez y libros para los ociosos. Paquetes de
comida suplementarios, que en ocasiones es
preciso esconder para evitar su requisa. El
baño, gran acontecimiento y permanente incógnita: ¿estará caldeado?, ¿habrá agua suficiente?, ¿qué ropa interior te darán? Nada
tan divertido como la llegada de un novato
con sus absurdas preguntas y su total deseonocimiento de cuanto le espera. ¿Cárcel de
tránsito? ¿Prisión preventiva? Sencillamente
el pabellón del cáncer de una lejana república
de la Unión Soviética, donde a nadie se le dice
cuándo se le dará el alta, donde nada se promete, donde, según las reglas de la Medicina
—acusa un enfermo—, deben exprimir al paciente todo lo exprimible, para dejarle ir únicamente cuando su sangre ya no puede asimilar nada. Tal sería la descripción meramente
anecdótica y externa de la vida de unos enfermos ingresados en el pabellón del cáncer,
Mas por debajo de ella, desvelando lo anecdótico para penetrar en lo esencial, lo que
vamos a encontrar responde a un eterno retornelo : soledad, dolor, esperanza. Veámoslo
x>n cierto detenimiento.
* * *
En primer término la soledad, vivencia elemental del sentimiento genérico de enfermedad, en cuanto ésta aisla —sigo la lección de
Laín Entralgo— no sólo porque impide al paciente de un modo más o menos absoluto el
trato normal con otros hombres, sino porque
clava su atención sobre sentimientos penosos
que sólo él puede padecer: en definitiva, por-
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corticoide dérmico de acción "depot" \
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base de Flupamesona*. corticoide antiinflamatorio bifluorado de gran selectividad.
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I '. los eczemas agudos y crónicos, en las dermaB '4. •'• titis por contacto y en el psoriasis.
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^ E í » ' Tubos con 30 gramos (pvp: 447 Ptas.).
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B ^ ^r'-"' lUR-IOB), 3 mc|.; Excipiente graso, c.s.p 1 gr.
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Antioréxico
CONTROLA EL APETITO Y PROPORCIONA
SENSACIÓN DE BIENESTAR AL OBESO
Frenador del apetito, carece de toda acción excitante sobre el sistema nervioso central, no produciendo insomnio.
Puede prescribirse en todas las edades, siendo el antioréxico de elección en la obesidad de
los diabéticos, hipertensos y cardiacos,
Es Inofensivo. No tiene contraindicaciones, ni produce hábito. Efectos más rápidos, prolongados
y duraderos.
El descenso de peso con LIPOMIN, suele ser: 1-2 Kg. la primera semana, '/¡-1 Kg. las semanas
siguientes.
PRESENTACIÓN: LIPOMIN: Fiasco de 20 comprimidos de 25 mgi. de
dietilpropiona IPlas. 36,601.
LIPOMIN Vitaminado: Frasco de 20 cápsulas de
25 mgr de dietilpropiona asociado a un complejo vitamínico y sales minerales IPtas
54.601.
OOSIS: Un comprimido o una cápsula, media hora antes de las comidas.
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que le hace vivir enojosamente «sorbido» por
su cuerpo. Vivencia esta última, la «succión
por el cuerpo», en cuya virtud éste se hace
localizada y cualitativamente patente desde
él mismo y, como consecuencia de un proceso
que para el enfermo se halla dotado de forzosidad, incomprensible. Al enfermo se le enajena el cuerpo, se subleva contra él y le fuerza
a vivir pendiente de su propia sensación. Hasta
aquí el pensamiento de Laín. ¿Cómo describirá
el novelista soviético esta sensación de solédad? A mi entender, a través de una fórmula
muy afortunada, que señala la presencia de
la enfermedad, en este caso la neoplasia, como
frontera entre el propio cuerpo y el inmediato
contorno. «La unida familia de los Rusanov
—uno de los enfermos del pabellón—, su existencia ordenada, su piso impecable, todo ello
se había alejado de él en el curso de unos
cuantos días, se había quedado al otro lado
del tumor.» Y poco después repite: «Sentía
punzadas bajo el cuello; y el tumor, sordo e
indiferente, removíase tabicándole el mundo
entero... El presupuesto, la industria pesada,
la ganadería, la organización, todo se quedó
al otro lado del tumor. A éste, Pavel Nikolaievich. Solo».
Mas no es esto únicamente. La enfermedad
tampoco permite ser compartida, y quizá sea
esta soledad más dramática aún, por cuanto necesariamente tiene que ser convivida.
«¡ Eres un miembro de la colectividad! Y es
cierto. Por otra parte, el tumor asienta sólo
en él, no en el conjunto de la colectividad.»
«Allí, entre el maxilar y la clavícula —escribe
Solzhenitsyn— estaba su destino, el instrumentó de la justicia. Y ante esa justicia no
contaba con amigos influyentes, ni con antiguos méritos, ni con defensa alguna.» Como
ha escrito Laín, la enfermedad prepara al enferino para dar por sí solo cuenta de su vida.
V
^e Mauldin, en el •Chicago Sun Times».
Soledad radical, soledad social, soledad, en
último plano, convivencial entre los enfermos
del pabellón, pese a estar todos ellos signados
por el idéntico estigma de la enfermedad:
hablo de la soledad por imposibilidad de comunicación. A la entrada de la sala, un cartel
invita ya a su cultivo: «¡ Pacientes, no comenten unos con otros sus enfermedades!». No
haría falta haberlo escrito. Cada enfermo sabe
muy bien, en lo más profundo de su ser, que
ese tumor, repetido en cada uno de los ocupantes de la sala e imposible de compartir y
compadecer, sigue siendo tabique entre cama
y cama: «Por parte de sus compañeros no
podía oír nada que fuera una ayuda para él, ni
tampoco en las otras salas, ni en los pasillos,
ni en el piso superior, ni el inferior. Todo
estaba dicho, aunque no lo que importaba»,
Luego veremos que sí puede existir un momentó en la vida del hospital, en el que parece
romperse esta soledad total. Entre tanto, por
doquier, dentro y fuera de cada uno, allende
y aquende cada tumor, como letanía fatídica e
inexorable: soledad, soledad, soledad... «El
tenso bulto de aquel tumor inesperado, absurdo y absolutamente innecesario, habíale arrastrado allí, arrojándole a aquel lecho angosto
y miserable. No había tenido más que mudarse de ropa bajo el vano de la escalera, despedirse de su familia y subir a esta sala, para
que se eclipsase bruscamente su vida anterior.
Allí abríase paso otra existencia, tan abominable, que le infundía más horror aún que el
mismo tumor. Ya no estaba en su poder elegir
nada placentero y esperanzador en que posar
la vista, sino que tendría que contemplar a
aquellos ocho seres abatidos, aquellos ocho
pacientes con pijamas a rayas blancas y rosadas, ninguno a la medida...; veíase obligado
a prestar oído a... conversaciones que a él ni
le concernían ni le interesaban.» Como escri13
VI
bió Osvaldo Loudet, el dolor somático es «el
dolor de cada uno». Y para mayor dramatismo, teniendo necesidad de ayuda, «allí no hacían más que empujarse al abismo». Soledad,
en silencio contenido y expectante, que espera
desesperadamente la comunicación, y del que
Jaspers nos dice que siempre será imposible
hablar. Callar impenetrable, en el cual el hombre existe enteramente para sí, y nadie sabe
de él, ni en él le reconoce, ni de él le alivia
cuando quisiera expresarse...
* * *
El dolor somático, recordaba antes, es el dolor
de cada uno. Una reflexión atenta del libro
que me ocupa permite discernir, ello era de
esperar, entre ese dolor somático, la molestia
inmediata que denomina Laín, directa y originariamente emergente del hecho de estar
enfermo, y la molestia consecutiva a la vivencia de la invalidez.
Dolor somático, el más espectacular y ¿stensible, en cuanto expresión primaria de la enfermedad neoplásica. Y ello hasta tal punto,
que cuando en el pabellón del cáncer ingresa
un día cierto personaje, mezcla de picardía
y humanidad, surge en los demás pacientes
una duda: «Aquel hombre tal vez no padecía
dolencia alguna. No ofrecía ningún signo externo de enfermedad, ni se revelaban en su
semblante los dolores internos». Porque la
norma aquí, es bien distinta: «A veces le tembiaban los labios a causa de los dolores y se
le contraía la frente de zozobra y consternación». «Cada día que transcurría sentía mayores dolores al andar.» «Le transpiraban las
sienes y la frente, y su amarillento y crispado
rostro reflejaba los dolores internos que sufría.» Pero acaso la más real y angustiada
expresión del dolor físico sea la que la médico
14
Dontsova, al traspasar las fronteras de la higidez, pronuncia en cinco palabras que valen por
todo un tratado acerca de la comprensión del
sufrimiento humano: «¡Jamás imaginé que
sufrieran así!».
Pero más que en la descripción de este malestar inmediato, a la postre al alcance de cualquier literato, me interesa subrayar la finura
psicológica de Solzhenitsyn en sus rápidos escorzos de lo que antes mencioné como molestias consecutivas. El dolor somático se expresa a través de una serie de reacciones afectivas
e interpretativas, proyección del sentimiento
de invalidez que la enfermedad conlleva. Hasta ocho distinguiría yo en El Pabellón del
Cáncer: la autodefensa, el contraproyecto, el
reto al sistema de las propias posibilidades,
la limitación, la distinción, la injusticia, la
prueba y la incertidumbre.
Llamo autodefensa a aquella reacción frente
al dolor que intenta paliarlo avivándolo en
los otros. «Mal de muchos, consuelo de tontos», suele decir nuestro pueblo. Desde las
primeras páginas de la novela se nos hace
repulsiva la figura de uno de los enfermos,
Yefrem Podduyev, quien continuamente se
ensaña atemorizando con voces destempladas
al resto de sus compañeros. He aquí un solo
ejemplo. Al ingreso en la sala de Rusanov,
acobardado por su padecimiento, exclama
inmisericorde: «—¡ Vaya! ¡ Otro cancerito
más!» «—Pues nada —se defiende aquél—,
que no tengo cáncer en absoluto.» «—¡ Vaya
un necio! ¿Crees que te habrían destinado
aquí si no tuvieras cáncer?». ¿Se trata de un
mal nacido, de un alma innoble que se complace con el mal ajeno? No. Es algo mucho
más simple, más humano, pero también más
difícil de comprender. Solzhenitsyn lo interpreta: «...Yefrem Podduyev no podía seguir
engañándose, y no se engañó. Admitió que
VII
SOLEDAD, DOLOR Y ESPERANZA
EN «EL PABELLÓN DEL CÁNCER»
DE SOLZHENITSYN
padecía cáncer. Ahora, pretendiendo la igualdad, quería convencer a sus compañeros de
sala de que también ellos sufrían de cáncer,
de que allí no se escapaba nadie, de que todos
volvían de nuevo. No es que disfrutara amilanando a las personas y oyendo sus gruñidos,
pero que no mintieran, que se enfrentasen con
la verdad...».
La enfermedad como contraproyecto, es la
expresión solzhenitsyana de la invalidez. En
su libro La relación médico-enfermo ha ampuado Pedro Laín el concepto husserliano de
la esfera fenomenológica de las vivencias pertenecientes a la realidad propia del sujeto
—«lopara-mí-propio»—integrándola en otras
dos, fenomenológica y psicológicamente muy
bien deslindables entre sí: la esfera de lo-enmí y la esfera de lo mío. Pues bien, mi cuerpo,
en cuanto mío, es el momento de mi realidad
que me exige y me permite ser en el mundo.
A la enfermedad pertenece, entre otras, la
vivencia de un «yo no puedo» parcial, la invalidez. Por eso cuando Yefrem, el personaje
anteriormente mencionado y que posee una
voluntad férrea, súbitamente comprende la
posibilidad de un amor a los hombres que le
obliga a reemprender una vida distinta, siente que ya es imposible. ¿Por qué? Porque la
enfermedad, escribe Solzhenitsyn, «no tomaba eso en consideración. Porque la enfermedad tenía su propio proyecto».
Otra de las reacciones afectivas en que se expresa la enfermedad es la que antes denominé
el reto al sistema de las propias posibilidades.
He aquí su planteamiento. Vadim, joven y
prometedor estudiante de ciencias geológicas, padece un melanoblastoma de rápida propagación, que pone en riesgo la posibilidad de
que el científico lleve a cabo sus ambiciosos
proyectos profesionales. Acabamos de ver que
la enfermedad tiene su propio proyecto, opues-
to al del individuo que la padece. ¿Qué hacer
entonces? «Sí, Diomka —declara el estudiante—. Significa que yo ya lo he aceptado. No
siempre vive más el que más largo tiempo
vive. En cuanto a mí, el problema se reduce
a lo siguiente: /qué puedo hacer en el tiempo
que me queda?» Fijaos que no se trata de romper el proyecto de la enfermedad sino de, retándole, emprender una veloz carrera que permita al sistema de las propias posibilidades
alcanzar antes que las de la neoplasia esa meta
sabida de antemano que denominamos muerte. «¡ La amenaza que entrañaba esa mancha
pigmentaria —es Solzhenitsyn quien habla
ahora— prendió sobre él desde los primeros
años de su vida... ya había entablado una porfiada competición con el futuro tumor para
demostrar quien llegaba antes a su meta. Pero
era una pugna a ciegas por su parte... ; se entero de que el rnelanoblastoma es mortal, que
raramente viven un año quienes lo padecen...
Pues bien: como les ocurre a los cuerpos que
alcanzan velocidades cercanas a la de la luz,
su tiempo y su masa ya no eran como las de
los otros cuerpos, como las del resto de la
gente; su tiempo había aumentado en capacidad y su masa en penetración. Para él, los
años habíanse reducido a semanas y los días
a minutos.»
También limitación. No se trata tanto de un
no-poder-ser cuanto de un no-poder-esperar
normalmente, es decir, de lo que con tanta
fortuna llamó hace ya años Laín Entralgo la
diselpidia. El enfermo, además de no poder
hacer, tampoco puede esperar, pierde interés
por la vida, en una palabra, se limita. Hubo
un filósofo —dice Solzhenitsyn— que afirmó
que si el hombre no padeciese enfermedades,
no conocería sus propias limitaciones. Es verdad. Mas no sólo, repito, en lo pertinente al
cortejo de limitaciones propio de la invalidez,
1=
VIII
sino también y sobre todo, en la limitación
de lo que de la vida se espera. «En un solo
día Dontsova debía renunciar a cuanto representaba su vida y, en adelante, convertida en
demudada y cetrina sombra, se atormentaría
sin saber, durante un plazo prolongado, si
todo ello culminaría con su muerte o con el
retorno a la vida.» Y caso límite de diselpidia
limitante, Vadim, ese mismo Vadim a quien
hace unos instantes contemplábamos retando
al cáncer en veloz carrera hacia la meta, cuando comienza a ver el progreso de su melanoblastoma cambiará su interpretación de la
existencia. «Opinó siempre que la más óptima
característica de una vida es la de la constante actividad, cuando se está tan ocupado,
que las horas del día resultan insuficientes.
Pero, de pronto, las horas del día venían a ser
suficientes para él y aún le sobraban. Lo que
le faltaba era vida. Flaqueó su consistente capacidad para el trabajo. Ya no se despertaba
cón tanta frecuencia por la mañana temprano
para estudiar aprovechando el silencio. A veces permanecía tumbado, tapado hasta la cabeza, en la que vagaba la idea de que quizá
fuese más fácil rendirse y acabar de una vez
que seguir luchando.»
En varias publicaciones se ha ocupado Laín
Entralgo del sentimiento de enfermedad como distinción, propio de una de las formas
de la actitud romántica y que en su fondo
posee una secreta raíz cristiana, en cuanto
que, cristianamente conce'bido, el sufrimiento ennoblece. No me atreveré a atribuir la
existencia de tal raíz en Solzhenitsyn; me
limitaré por tanto, notarialmente, a copiar
dos breves fragmentos: «... aquellas disputas
y controversias..., aquellos ojos sañudos y malignos antojáronsele de pronto el chapoteo en
una ciénaga, que no admitía en absoluto parangón con sus enfermedades...». O bien:
16
«Es una infamia reírse de la enfermedad y la
desgracia. Pero éstas deben sobrellevarse de
modo tal, que no susciten la hilaridad». Nobleza, dignidad, expresiones de la distinción
que la enfermedad imprime en quien la padece.
Llegamos ahora a una curiosa reacción afeetiva frente a la enfermedad: su consideración como injusticia. Al igual que para los
hipocráticos veinticinco siglos antes, también
para Solzhenitsyn la enfermedad es adikía.
Si para aquéllos la injusticia estribaba en que
la enfermedad altera morbosamente la «justeza» o «buen ajuste» del kósmos, para el novelista soviético estribará en la presencia del
mal en el cuerpo del médico en él especializado. «¿Por qué tamaña injusticia? —se pregunta Dontsova, la fisioterapeuta, al descubrir
su cáncer—. ¿Por qué precisamente a mí, a
un oncólogo, ha tenido que atraparme una enfermedad oncológica, conociendo como las conozco todas, cuando sé los efectos que las
acompañan, sus consecuencias y complicaciones?» Bajo la sombra del viejo Anaximandro
podríamos decir que si la adikía estriba en una
alteración de la Physis —con mayúscula— en
cuanto kósmos, la injusticia ahora se deduce
de la alteración de una physis —con minúscula—en la que hasta ahora ha imperado el buen
orden del saber acerca de la propia enfermedad.
Tampoco la consideración interpretativa de
la enfermedad como prueba alude a esa actitud cristiana —tan patente, por ejemplo,
en Pascal— de ocasión para alcanzar mérito
o caer en demérito. Trátase aquí de la respuesta del viejo médico maestro de Dontsova
al interrogante de ésta: ¿Por qué tamaña injusticia? «No hay tal injusticia —replica—
... Todo lo contrario. Es justo en sumo grado,
La mejor prueba a que puede ser sometido un
IX
fe v *i»' fe. t
médico es el padecimiento de las enfermedades en que está especializado.» Recogeré muy
pronto esta afirmación. Pero quiero subrayar
ahora lo sugestivo del tema, que Solzhenitsyn
por supuesto no explaya y que yo dejo meramente apuntado. ¡Qué interés tendría una
reflexión acerca de lo que acaece cuando la
comunicación entre médico y enfermo no es
la de una «persona enferma» y una «persona
capaz de prestar ayuda técnica», sino la de
dos «personas enfermas y menesterosas», ambas precisadas de ayuda técnica y una de ellas,
al mismo tiempo, obligada a prestarla.
Resta finalmente ocuparnos de la incertidwnbre como expresión de esa amenaza que siempre conlleva la enfermedad. Una vez más, como el lector menos perspicaz habrá podido
observar a lo largo de estas páginas, acudo a
la lección de mi maestro Pedro Laín en su libro La relación médico-enf ermo. «La enfermedad —escribe allí— es uno de los más comunes y poderosos agentes para la cristalización
psicológica y vivencia] de ese radical sentimiento de nuestra existencia, en cuya virtud
sentir la propia vida es también, de un modo
« u otro, sentir la posibilidad de la propia muerf te.» Pues bien; este sentimiento de la posibilidad de la propia muerte es expresado en El
Pabellón del Cáncer bajo forma de incerlidumbre. ¿Sólo la posibilidad de morir? No. Tambien la incertidumbre, más angustiosa si cabe,
de saber la naturaleza del proceso que se padece, de querer y no querer a un tiempo que
la terrible verdad sea desvelada. Una incertidumbre que tantas veces ha vislumbrado la
doctora Dontsova en sus pacientes, «infinidad
de veces, después de esa exigua tregua, los
enfermos esperaron su decisión, una decisión
basada siempre en el raciocinio, en cifras, y
que constituiría una deducción lógicamente
concebida y comprobada. Pero, en verdad,
¡cuánto horror contenía, esa corta tregua!»,
y que ahora, cuando es ella la posible condenada, alcanza su ápice: «Pero aparte de que
fuera o no correcto reclamar de él una respuesta un tanto prematura, le aterrorizaba conocer de improviso cualquier probabilidad,
Necesitaba indispensablemente una moratoria, unos días de espera para serenarse». Poco
después le llegará el momento decisivo de
franquear aquella barrera a que al principio
de mi trabajo aludía, y que la va a llevar desde
el ilustre gremio de los médicos al mísero
y supeditado de los pacientes. La cita es larga, mas precisa para lo que luego glosaré; por
otra parte siempre saldrá el lector ganando
con la prosa de Solzhenitsyn lo que mi pobre
estilo no puede ofrecer. «Para ella existían la
oncología y la patogenia, los síntomas, el diagnóstico, el curse de la enfermedad, los tratamientos, la profilaxis y el pronóstico ; pero la
resistencia, las dudas y los temores de los enfermos —aunque comprensibles como debilidades humanas y capaces de inspirar la corripasión del médico—, puestos en balanza con
los métodos no eran sino ceros a la izquierda
para los que no había cabida en la cuadratura
lógica. Hasta entonces los cuerpos humanos
tuvieron idéntica estructuración : un mismo
esquema servía para representarlos a todos.
Estos cuerpos tenían en sus procesos vitales
la misma fisiología, y sus sensaciones igual
génesis. Todo lo que era normal, así como
cuanto divergía de la norma, lo explicaban
razonablemente las competentísimas autoridades en la materia. Mas de repente, en sólo
unos días, su propio cuerpo habíase desprendido de este armonioso y magno sistema,
golpeándose contra el duro suelo, quedando
convertido en un inmenso saco de órganos,
cada uno de los cuales propenso a enfermar
en cualquier instante y a lavantar la voz.
17
He 1
I
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I
m í íll
11
XI
En unos cuantos días todo se volvió del revés
brinda su espera vital. La espera, a su vez,
para Dontsova; lo precedente, configurado con
debe ser entendida como un hábito de la prielementos conocidos, transformóse en algo igmera naturaleza del hombre, consistente en
noto y horrible.» ¿No estará aquí la oculta
la necesidad vital de desear proyectar y conrazón de aquella enigmática respuesta del viequistar el futuro. Pero la espera puede ser no
jo maestro de la fisioterapeuta: «La mejor
sólo confiante—prevalencia de la vivencia de
prueba a que puede ser sometido un médico
seguridad y confianza que se torna esperanes el padecimiento de las enfermedades en
za—; cuando en ella predomine la vivencia de
que está especializado»? ¿Por qué?, se había
inseguridad, esto es, cuando sea difiante, conpreguntado Dontsova. Ahora lo vemos claro:
ducirá a la desesperación y a la desesperanza,
puesto que el dolor somático del otro no pue¿Qué esperan los enfermos del pabellón del
de ser compartido, puesto que su incertidumcáncer? Por supuesto, y muy en primer térbre puede ser comprendida pero no compademino, la curación de su enfermedad : «¡ Oye
cida, puesto que una visión científiconatural
hermano! ¿Curan aquí a todos?». Esperanza
de la enfermedad se limita a la interpretaen la curación, mantenida por la presencia de
ción de las desviaciones de la norma y no pasa
los médicos —^dejemos a un lado el problema
de ellas, el dolor y la incertidumbre del prode que tales médicos no han sido libremente
pió médico, ¿no le harán considerar al enferelegidos por los pacientes— y por la tecnifimo como persona y no como mero objeto, y la
cación de la Medicina: radioterapia, hormovinculación afectiva entre ambos podrá ser,
noterapia, quimioterapia. Pero el enfermo vive
en plenitud, camaradería, transferencia y conla realidad de cada jornada, y cada jornada la
tratransferencia, amistad médica en sentido
experiencia le hace descender un peldañiestricto? Sólo cuando el médico, la persona
to de esa escalera que desde la vivencia de
del médico, vive en su propia carne el mysteseguridad o confianza en la curación le va
rium doloris, sólo entonces será capaz de lohundiendo en la inseguridad. Entonces, si la
grar la comunión con la persona del paciente,
curación no es posible, al menos la esperanza
fundiendo la relación transferencial y la reíade seguir viviendo: «Por mucho que vivas, y
ción amistosa en la realidad óntica de la vinaunque tu existencia sea la de un perro, no
culación interhumana.
deseas, de todos modos, acabar». «Pavel NikoSoledad y dolor. Ya los hemos analizado. Junlaievich... pensaba en lo grato que era... sato a ellos, en el pabellón del cáncer, también
ber... que seguiría viviendo y que conocería
anida la esperanza. ¿Qué podré decir sobre
también la próxima primavera.» «... la pierna
el tema al que Laín consagró tan magistrales
perdió para él todo su valor, convirtiéndose
páginas en 1957? Glosaré, apoyado una vez
en un maldito lastre del que debía desembamás en ese magisterio, el pensamiento de
razarse y cuanto antes lo hiciera mejor. La
Solzhenitsyn en torno a la esperanza. Por lo
operación, que un mes atrás antojábasele el
pronto, unas precisiones terminológicas. La fin de la vida, la aceptaba ahora como la única
esperanza es un hábito de la segunda naturasalvación posible.»
leza del hombre, por obra del cual éste confía
Aún será preciso descender otro tramo en la
de modo más o menos firme en la realizaescala de la esperanza. Habrá que conformarción de las posibilidades de ser que pide y
se con prolongar un poco la vida condenada.
19
XII
Solzheniísyn en el entierro
de Tarkovski (21 diciembre 1971).
«¡ No pido una larga vida! —musita Kostoglotov—. ¿Qué me puede ofrecer el futuro?...
Aspiro a una corta existencia... me conformo
con regresar a nuestro rincón perdido... Se
aproxima el verano y durante él quiero dormir
en mi petate bajo las estrellas, para saber, al
despertarme de noche, la hora que es guiandome por la posición de Cisne y de Pegaso.
Vivir así un sólo verano, poder contemplar las
estrellas no deslumbradas por los aletargados faroles; y después, nada me importaría
no despertarme más.» Vendría a ser como esperar un suplemento de vida, «análogo al del
trozo de pan que se añade para completar el
peso que se clava al pedazo mayor con una
ramita de pino; forma parte de esa ración,
pero no deja de ser un trozo suelto». Una vida
extra, por supuesto, vivida en esperanza que
ya desespera de la técnica: «Si tengo en perspectiva seis meses de vida, debo vivirlos... Un
tratamiento inútil representa sufrimientos
inútiles. Me comenzarían las náuseas por los
rayos X, los vómitos, y todo eso, ¿para qué? En
una palabra, no hay que pagar en el presente
un precio demasiado elevado por la esperanza
de vivir algún tiempo en el porvenir».
Esperanza en la curación, en seguir viviendo,
en prolongar la vida algún tiempo... Pero al
llegar la muerte, ¿faltará la esperanza genuina, aquélla que para Gabriel Marcel es siempre trascendente e incalculable? «La esperanza genuina, escribía Laín en 1957, es el hábito
psicológico en que de modo afirmativo se expresa tempóreamente la religación del hombre.» Mi angustia ante la muerte consiste en
mi «no saber que va a ser de mí». Es la «inquietud de la perduración» que san Alberto
Magno expresaba en sus últimos años, con un
hondo sentido metafísico, preguntándose:
Numquid durabo? ¿Duraré? «Quedará de mí
algún fragmento, ¿no cree? —pregunta cuan20
do agoniza un mísero profesor universitario
envilecido por el temor a la represión. Algún
minúsculo fragmento...» Días antes de su
intervención, hablando a la sombra de un viejo árbol, había dicho: «A veces siento netamente que en mí no sólo reside mi yo. Que
existe también algo más, algo indestructible,
sublime. Cierto minúsculo fragmento del espíritu universal. ¿No tiene usted esa misma
sensación?». Francesco Patrizzi, Nicolás de
Cusa, Kepler, John Toland y Spinoza, Goethe,
Herder, Lessing y tantos otros, se hallan
detrás de este trasnochado panteísmo en el
que la relación del hombre con la divinidad
se identifica con la relación del hombre con
la naturaleza. Ese algo indestructible a que
alude el profesor, ¿no coincidirá con la creencia de Solzhenitsyn en que «la suprema razón
de la existencia no estriba en la actividad fundamental que ocupa nuestras vidas por entero, a la que dedicamos toda nuestra atención y por la que nos damos a conocer al resto
de la gente?». «La razón suprema, sigue, se
centra en la aptitud de cada cual para conservar límpida, inmutable e inalterable la imagen de la eternidad que reverbera en la mente
de cada individuo. Como la plateada luna en
un tranquilo estanque.»
Cuando en la espera predomine la vivencia
de inseguridad, aparece la desesperanza,
Todos, por supuesto, pasan por ella en el pabellón del cáncer. Desesperanza de curarse,
desesperanza de que sea posible prolongar la
vida, desesperanza, desesperación más bien,
ante la situación vital creada por la exéresis
quirúrgica. No puedo entrar en detalles, mas
encarecidamente aconsejo a los cirujanos que
me lean, que acudan a las páginas en que la
joven Asya, apenas una niña de diecisiete
años, describe lo que para su vida supone la
extirpación del pecho a que se ve condenada.
La serie vitamínica completa
para una terapéutica más racional y efectiva
CALCIO LIPO
BCBCBC
Biohorm Biohorm Biohorm
cápsulas y comprimidos
cápsulas y comprimidos
cápsulas y comprimidos
Asociación a dosis elevadas de la
vitamina C y de las cinco vitaminas
fundamentales del complejo B.
Gran actividad y eficacia para
compensar las posibles deficiencias
vitamínicas en las enfermedades
infecciosas agudas, convalecencias.
astenia, senectud y merma de
defensas orgánicas en general.
A nuestra original asociación
vitamínica BC se añade un
importante suplemento de sales de
calcio y fósforo, asi como vitamina
D3. Por todo ello, Calcio BC cubre
las necesidades incrementadas de
calcio y vitaminas en los estados
fisiológicos de crecimiento,
embarazo y lactancia, asi como en
los patológicos de enfermedades
infecciosas, osteopatias, raquitismo,
convalecencias, etc.
I^N
I"'0!?*"]
Es un polivitaminico completo a
dosis elevadas. En este caso.
a nuestra asociación de vitaminas
hidrosolubles BC se añaden, en
equilibrada proporción, dosis
elevadas de vitaminas A, D5 y E.
Lipo BC tiene una doble finalidad:
profiláctica y terapéutica para una
se'ie de diversos procesos
(embarazo, lactancia, crecimiento,
infecciones, convalecencias,
as:enías, etc.) en los que las
necesidades de vitaminas
hidrosolubles y liposolubles están
^&S
aumentadas.
en cualquier edad, estado o actividad
21
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diazepam 4- coenzimas neurotróficos
R|?|f
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Diazepam
C.c.rb..llm<C<»n>lm.d.l.Vlt.mln.Bl).
Codecarboítllasa (Coenzima Vitamina 86).
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XV
¿Qué ocurrirá, por fin, cuando la desesperación no encuentre apoyo en un principio trascendente ni sepa ser utilizada como prueba
promisoria? Paradójicamente, la desesperación va a convertirse entonces en nueva esperanza. Pero ahora en una esperanza en la que
no prevalece la vivencia de seguridad, sino que,
por el contrario, nutre sus raíces en la propia
inseguridad de lo que se espera. Nos hallamos
ya en el ámbito de lo misterioso, de lo creencial, en ese ámbito en que el enfermo se conforma con «creer» en la posibilidad curativa
de algo o de alguien de los que, por supuesto,
no sabe cómo ni por qué curan. Y esta «nuda
creencia», surgida de la desconfianza, de la
desesperación ante la falibilidad de la técnica,
hace concebir al enfermo una nueva esperanza. «Todos anhelaban conocer al médico-prodigio, la medicina desconocida por los médicos
de la clínica. Podrían admitir o no que creían
en ello, pero todos sin excepción estaban convencidos de que en algún lugar tenía que existir el médico, el herbolario o la vieja curandera que podía salvarlos... ¡No! ¡No era posible que sus vidas estuvieran condenadas!
Por mucho que nos burlemos de los milagros
cuando estamos fuertes y sanos y disfrutamos de prosperidad, en cuanto la vida se resquebraja y se desmorona de tal modo que
únicamente un milagro puede salvarla, ¡ depositamos nuestra fe en ese mero y exclusivo milagro!» Así el zhantak, la planta espinosa de
la que los kazajos extraen un centenar de medicamentos ; así la raíz del issik-kul, el acónito, por cuya posesión un hombre se juega la
posibilidad de veinte años de trabajos forzados; así la chaga, el cáncer del abedul, cuya
consecución, prácticamente imposible, hace
soñar a todos con la droga infalible que curará
su cáncer. Cuando Kostoglotov les habla un
día de que ha leído en un libro científico la
todavía desconocida relación entre la proliferación del cáncer y el sistema nervioso, que
permite, aunque raramente, curaciones espontáneas de aquél... «en la sala se inició un movimiento. Como si del libro abierto fuera a
salir volando la tangible e irisada mariposa
de la cura espontánea y cada uno de ellos ofreciera su frente o sus mejillas para que el Iepidóptero las rozara salutíferamente en su revoloteo... Todos, guardaban silencio, con las
bocas medio abiertas como ante un cuento
de hadas. ¿Que su tumor—pensaba cada uno
de ellos—, ese tumor destructor que había alterado su vida, podía desintegrarse súbita y
espontáneamente... desaparecer?». Y esta nueva esperanza logra el milagro que ni el dolor
físico, la incertidumbre o el común destino
lograrán producir. «En la sala difundióse algo
cálido y cordial. En ocasiones solían responderse con hostilidad... Tenían un enemigo
común: la muerte ¿y qué diferencias pueden
guardarse los seres humanos cuando esa
muerte se encara a ellos?» Esperar contra
toda esperanza: he aquí la clave de donde
brota, también cual revoloteante mariposa
posándose de uno en uno de aquellos desesperados que aún quieren esperar, el cálido sentimiento de la cordialidad,
Debo concluir. Dolor, soledad, esperanza... y
luego, definitivamente, la muerte. Muerte que
unos no quieren imaginar —«¿cómo me moriré?, ¿qué sucederá después?, ¿cómo se las
arreglarán sin mí?»— y otros llevan ya dentro
de sí en vida —«durante este otoño he sabido
a costa de mí mismo, que el hombre puede
franquear el umbral de la muerte aunque su
cuerpo no haya muerto aún... psicológicamente he recorrido íntegro el camino hacia la
muerte...»—, y tan arraigada, que llegan a hacer de ella algo «en mí», mas no algo «mío»,
objetivándola y sintiéndola llegar, ahora otra
25
XVI
SOLEDAD, DOLOR Y ESPERANZA
EN « EL PABELLÓN DEL CÁNCER»
DE SOLZHENITSYN
vez, en soledad, «abandonado por el mundo
entero», allende «el colectivismo». El hombre
actual, ha escrito Oreschenkov, está incapacitado para enfrentarse a la muerte, no está
abroquelado con nada para recibirla. Una vez
más, la falta del sentido de trascendencia impide morir a los moribundos del pabellón del
cáncer con esa esperanza genuína e incalculable que sólo alguno de sus protagonistas
vislumbra como prolongación del espíritu universal o como imagen de la eternidad reverberando en la mente de cada hombre.
t
t
*
Llevamos dentro un siglo vil.
... ¡En cualquier medio, el hombre es
un tirano, un traidor o un cautivo!
En el medio hospitalario del pabellón del cancer, ¿qué son los enfermos de Solzhenitsyn?
Indudablemente, y haya sido cual fuere su
vida anterior, a través de la soledad, del dolor, de la esperanza desesperanzada y de la
muerte, todos son unos cautivos. La vida para
ellos, es un río que vierte sus aguas en las
arenas, sin desembocar en parte alguna, y
que de paso y fortuitamente va ofrendando
el don de sus mejores aguas y sus mejores
energías. ¿No es ésta, se pregunta Solzhenitsyn, la imagen fiel de nuestra vida de cautivos? «Nada nos es permitido realizar, estamos
destinados a extinguirnos en la ignominia;
lo mejor que poseemos es el espacio entre
dos meandros de un río en el que aún no hemos languidecido del todo, y el mejor recuerdo que quedará de nosotros será aquello que,
como el agua que cabe en el cuenco de las
2h
manos, nos ofrezcamos unos a otros en nuestros contactos humanos, en nuestras conversaciones, en nuestra solidaridad.» De repente, sumergido el río en unas arenas de donde
no volverá a rebrotar, ¿todo habrá acabado?
La soledad, el dolor, la esperanza, la desesperación, ¿habrán sido infructuosos? Los que
día a día intentamos a trancas y barrancas
seguir siendo cristianos —creo que fue Kierkegaard quien dijo que lo difícil no es ser
cristiano sino seguir siéndolo— guardamos
nuestra respuesta. Acaso para los personajes
de Solzhenitsyn el trozo de arena seca que
jamás volverá a humedecerse sea el símbolo
de la apremiante exigencia de aquellas pequeñas cosas que como cautivos nunca pudieron
gozar: «el derecho a caminar por la tierra sin
tener que esperar la orden de mando, el derecho a la soledad, el derecho a contemplar
las estrellas, el derecho a apagar la luz por
la noche y a dormir en la oscuridad, el derecho a depositar una carta en el buzón de correos, el derecho a descansar los domingos,
el derecho a bañarse en un río...». Pero de
repente, pienso que escribo para un público
en su mayor parte médico y se me ocurre preguntarme y preguntaros: todo lo que esos
enfermos-cautivos de Solzhenitsyn esperan y
reclaman, ¿no será ese difícil derecho a la libertad, a la inteligencia, a la intimidad y a
la responsabilidad que como a personas les
corresponde y que tan dolorosamente los médicos hemos de intentar, a través de una verdadera Medicina antropológica, concederles?
Yo así lo creo. Dejadme esperar, y ahora con
plena esperanza, que también vosotros compartís esta creencia. El derecho del enfermo
a ser considerado persona. Nada más y nada
menos.
wm uxu vMJ
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En cualquier infección del tracto urinario la
Furantoína
es el quimioterápico de elección
Porque posee la máxima acción y el espectro más amplio frente a los gérmenes habitualmente presentes en las infecciones urinarias.
Porque alcanza niveles urinarios rápidos y persistentes, impregnando los túbulos y espacios intersticiales de la médula renal.
Porque no provoca resistencias y porque carece de toxicidad.
Una Furantoína para cada indicación,
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Tiene la máxima acción frente a los
gérmenes habitualmente presentes
en las infecciones urinarias.
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por c e . Ras. 55,40.
Está especialmente indicada en el
tratamiento de la cistitis.
Especialmente indicada en las infe aciones urinarias con participación
renal: pielitis y plelonefritls y en
acuellos casos en que se precise
asociar al quimioterápico especifico,
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Frascos de 30 cápsulas.
Ptas. 98.40.
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PRESENTACIÓN
® e P r e 8 e n t a e n frascos de 25 y SO
cápsulas.
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27
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Para toda clase de
dermatitis seborreica
del cuero cabelludo
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para dermatosis secas
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para dermatosis grasas
Suspensión de sulfuro de cadmio al 1 °/o
J
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FRASCOS de 100 y 35 ce. P.V.P. Ptas. 57,80 y 31.30
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IVyO-^^^CIZSS—
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CARACTERÍSTICAS GENERALES
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28
dos especialidades clásicas de
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ITSSIMCI
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Dominan la dermatitis seborreica.
Eliminan la caspa común.
Suprimen la descamación en 1-4 semanas.
De aplicación muy fácil.
Dejan el pelo limpio y sin olor desagradable.
No producen untuosidad en el cabello.
RESÚMENES DE TRABAJOS
PRESENTADOS AL
IV PREMIO «BIOHORMM»
DE HISTORIA DE LA MEDICINA
Adolfo de los SANTOS SANC HEZ-BARBUDO,
«CINCUENTA AÑOS EN LA PUBLICIDAD MÉDICA ESPAÑOLA (1850-1899)»
(Sevilla).
Siempre han existido unas bases socioeconómicas en la publicidad. Respecto
a la propaganda médico-farmacéutica,
el hombre compra medicamentos por-
que quiere curarse, siendo entonces la
17. Jarabes de Rábano yodado; de Madariaga; Pectoral de Vauquelin, etc.
18. Licores: de Brea, del Polo, de Orive, del Dr. Quesada, etc.
19. Peptonas Catillon, Defresne, etc.
20. Pildoras: Morrison, de Hogg, etc.
21. Pomadas: antihemorroidal, de Mr.
Cowet, de Pergem, de Grasa de
oso, etc.
22. Pastillas: digestivas de Vichy; salidiadas, etc.
£ ^umBS: c o m o l a Q u i n a ' g l n e « • ^ T ' d e ¿hassaing de Defresne
a
- vinos,
ae c n a s s a i n g a e ueiresne
P
Para
pn MpHiHna' rahp rifar la pní-np*;tti la
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Antisifilítico C o w p e r .
6.
B a ñ o s y b a l n e a r i o s : Bigorre, Alha-
ma. Segales, Tona, etc.
7. Cápsulas: blandas, eupépticas, vivificantes del Dr. Regis, etc.
8. Cremas: de Windsor, de Pekins, etcétera.
9. Crupinas, como la llamada Crupina d e Dios.
10. Chocolates medicinales: de Revalenta, en Polvo de Dubarry.
11. Elixires: de Defresne con Peptona,
12.
13.
14.
15.
16.
Eupéptico Tisy, etc.
Esparadrapo quirúrgico de muerdago.
Ferruginosos.
Fluidos vitales.
Grageas: de Gelis y Conté, de hierro del Dr. Rabuteau.
Hipofosfitos de Fellows.
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nncm:t:*ri>
COK CBEüSllTA YKIIÜUIHÍÜ
J lt£¡tt di Biilil lie BiCdtl Pili)
"SEMK±!i££tf SiS"
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, y cípleadiH c n hospU.lo de
P«rii,d»n riauludos tales en lai es[ermedadis fie pecho, bronquíes, ote,
3«"'líSÜÍf i ^^H,',!'.1?',^'
U a
Enfermedades anunciadas
conocer el arsenal terapéutico de
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•
en Mediana, cabe citar la encuesta, la
i a época, y sus indicaciones, conviene
entrevista personal, la entrevista proenumerar, en parte, las más importanfunda, los métodos proyectivos, etc. La
tes enfermedades anunciadas a través
publicidad, sin duda, influye poderosade e s t a incipiente propaganda terapéumente en las motivaciones y es el prit i c a : acedías, agotamiento, almorranas,
mer paso que encamina hacia la adquialucinaciones, amenorrea, anemia, as-'
sición de un fármaco por parte del
ma, atolondramiento, blenorragia, bronenfermo, por lo que la publicidad es q u i t i S r c a i a m b r e s de estómago, calentupieza vital en las relaciones de los
ras biliosas, caries, catarros, cistitis de
laboratorios con los médicos. En ella
cuello clorosis cólera asiático cólicos
el slogan publicitario es fundamental,
consunciones, contusiones, coqueluche,
de frases cortas, fácil asimilación y rec o s tras de la leche, debilidad, dentición,
cuerdo, sugestivas e intencionadas; en- dermatosis artrítica, diabetes, diarreas,
contraremos múltiples ejemplos en la d i f t e r i a , d i s e n t e r i a , d o l o r e s , e m p o b r e .
mayoría de los anuncios que invaden
c ¡ m i e n t o de la sangre, enfermedades
constantemente la visita profesional.
d e l p e c h o enflaquecimiento, epilepsia,
A través de estos cincuenta anos es- erupciones de la piel, escasez en la oritudiados y una vez tomada una somen a escrófulas, espasmos, extinción de
ra nota de la terapéutica anunciada en | a v o z fiebreSr f i s t u l a s flatoS/ n e g m a s
los periódicos de la época, podemos
n o r e s b i a n c a s , flujos, hemorragias, hicrear un pequeño vademécum donde
dropesía, hinchazones, hipo, hipoconse agrupan 179 especialidades farmad r í a h ¡ s t e r i a , ¡ n f a rtación de las glánduceuticas, dirigidas a combatir las mas
l a s d e l c u e l | o i a m p a r o n e s , languideces,
conocidas enfermedades de aquel en- i i n f a t i s m o , n a g a S r m a i e s del corazón,
torces
que
por
el
mismo
sistema
lieneU ralgia de la faz, ñiflas en vías de
gan a lw
desarrollo, palidez y blancura de carnes, piedra, pituita, regüeldos, romadizos, ronquera, secreciones endebles, síNúmero estadístico de anuncios
filis,
sobrehuesos, sofocaciones, sudores
terapéuticos entre 1850 y 1899
nocturnos, tics dolorosos, tos, trancazo,
tumores blandos, vahídos y vómitos.
1. Aguas minerales, como las de Ardeche, Vichy, Valler, Gaviris, etc.
or
iono I
2. Aceite de Hígado de Bacalao, como
SÍ^™I nTrvimo
el del Dr. Font y Martí.
A^.™ldU,¡™
3. Alcohol de Menta de Riquel.
D™.<ok«i.
5. Bálsamos: mejicano, indiano, etc.
Tíais, Afecciones de los Bronquios
CÁPSULAS BLANDAS
« - ^ ° ™ . * Baudon. etc.
motivación la causa que mueve al individuo a comprar medicamentos para
curarse. A este respecto hay muchas
formas de investigar las motivaciones
4.
medades psíquicas y del sistema nervioso dado que ocupan el segundo lugar,
después de las del aparato respiratcrio en el que se incluye la tisis pulmonar y las bronquitis.
^ ng ^ ^
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O* lOI hOípitttleí J notauíllCiaue* DIO-
dican lr»ncesM y extranj-ras
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D«¡?"á"II p e * l ' i i l ! g o r " . . * ! ' •
ntojnoclie, ó anuido comer, logan
ilg» el médico; » t r i n e n cajn.
1 n » T ittlTt MOSvTIZAMS. i Irm.x» W..'
Ma.lrid: Moren» Míqucl.
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. .
anunciado
en la prensa de Sevilla
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Conviene asimismo resaltar el hecho
que numerosos profesionales y, principálmente el personal auxiliar, recurrían
a los periódicos y revistas no profesionales para anunciar sus servicios. De
ellos cabe destacar los siguientesmatronas, 2; oftalmólogos 2; ortopédicos, 3; ópticos, 1; dentistas, 7; caDistas, 1; cirujanos, 12 y médicos generales, 2.
Por último se reseñan los establecimientos públicos de Sevilla donde, durante el período indicado, podían adquirirse los distintos medicamentos, y
siempre de acuerdo con la propaganda:
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Terapéutica de los diversos cuadros
clínicos por aparatos y sistemas
Unas gráficas nos mostrarán más cíaramente la incidencia de las distintas
enfermedades en la terapia anunciada.
En ellas veremos la importancia que
ya en el siglo xix se daba a las enfer-
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7o
so
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» mo
librerías, 2; farmacias, 16; boticas, 3 :
barberías, 1; otros locales, 7.
Las publicaciones que se han utilizado
son las siguientes:
De Madrid: El Siglo Médico; El Jurado Médico-Farmacéutico; La Academia;
(sigue)
29
Editada por J. URIACH & Cía. S. A. (Centro de Documentación de
Historia de la Medicina — Decano Bahf, 59-67. Barcelona), y distribuida
a todo el cuerpo médico español
Secretario de Redacción: Dr. José Danón Bretos
BIOHORM
La revista no es responsable de los conceptos vertidos en los artículos que se publiquen,
siéndolo exclusivamente de sus autores.
Anales de la Medicina Homeopática;
Boletín de Beneficencia y Sanidad Municipál; La Medicina Rural; Revista de
su incidencia estacional junto a otras
sin relación climática entre las que cabe
destacar el paludismo y las oftalmías.
Terapéutica
•< i
y Farmacología;
La Unión
'
^ ^ - ^ ^
—
Unos datos sobre Terapéutica y Medicina popular cierran el trabajo, donde no
se cita bibliografía.
n •—
^ ^ ^ ^ ^ ^ — ^ ^ ^ ^ ^ ^ - ^ —
De Sevilla: La Andalucía; Calendario
para el Arzobispado de Sevilla; Almanaque del Boletín de Anuncios; Almanaque de El Porvenir; Almanaque de El
Anunciador.
De San Fernando: Boletín de Higiene.
De Málaga: El Eco Farmacéutico.
C Kñ C O (^ P M P l A Q
L (VI L . l \ \*J L . IM \s I / " \ W
De Cáceres: Cirugía y Farmacia,
De Valencia: Eco Escolar Médico; Ga-
T O P n f i l M F P n i f^ f^ I A
I \J W W V-I I IM L- \s \J L \J \ 3 I /A
••• » •
^™ I w
ceta de los Hospitales.
De Santiago: La Crónica.
Bibliografía citada:
ARTURO ACHARD
M. CARRERAS-ROCA
BJÜRKLUND, T. A.: Handbook i fórsálj- •
ning och redimí. Estocolmo, 1960. MORSÍNA C H T Í ln'rodZCÍÓn
\l" P,úcol°iiaMadrid, Aguilar. MESA, A.: La Propa-
COLABORADORES
ganda
y sus secretos.
B u e n o s Aires,
1960. VIDAL, M.: Introáuction
au controle de la Publicite.
P a r i s , 1960. P O L -
ADEODATO FILHO, J .
ALVAREZ BRAVO, ALFONSO
BARBATO. WALTER
LAK, K.: Los discípulos de Hipócrates.
Barcelona, Plaza y Janes, 1969.
BEDOYA HEVIA, MARIANO
MAUTONE, JOSÉ A.
BORRAS, PABLO E.
MERCHANTE, FERMÍN RAÚL
CAMPALANS, LUIS A.
MORALES, JULIO M.
CASTELAZO AYALA, LUIS
NEME, BUSSAMARA
CORIO, ERNESTO
PERDOMO, ROBERTO
D I A Z I N F A N T E IBARRA
- AUGUSTO
PEREIRA, JULIO C.
FERNANDES, MARTINIANO
PETRUCCELLI, DANTE
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PLANELLA RIERA, VICENTE L.
FO X/ A N T O
GIAMPIETRO, ALFONSO
POCH, ANDRÉS
GONOROWSKY, RUBÉN
RODRIGUES LIMA, OCTAVIO
GONZÁLEZ GARCÍA, CELESTINO E. SAMPAIO CANDAL, FONSECA A.
GONZÁLEZ DEL DIEGO CHAVEZ, M. SANTOS ASTETE, ALBERTO
GOSENDE, JULIO CESAR
SARALEGUI BUELA, JOSÉ P.
KARCHMER K., SAMUEL
SUAREZ, RAÚL A.
KREYMER FRESNO, EDUARDO
TOBLER, GUILLERMO A.
LAGRUTTA, JOSÉ
VILLAGI LEIVA, JUAN CARLOS
WOOD, JUAN
LE0N| JUAN
RE
íU^T,í°Se
™ÉS: 'APUNTES
PKHira.np^rar^S
.vLo o„
MALLORCA t N LOS
AÑOS 1860-1880» (Barcelona).
Unas notas inéditas del doctor Gaspar Reynes Ripoll, de Alaro, sirven de
base a estas breves consideraciones sobre la demografía de Mallorca. Se comenta el censo de 1870, en relación con
el de un siglo atrás, deteniéndose en la
mortalidad habida en el periodo 18631867 donde cabe destacar un fuerte incremento en 1864-65, a causa de una
epidemia de disentería, con la confirmación de una menor letalidad en las
poblaciones del litoral frente a otras
del interior próximas a zonas pantano-
t » ™ . _ j i iu
OTIA I / I O IA •.•'
Formato del libro 27 V2 X 19 V4 - Numero de páginas 650
Doscientos grabados. Precio 2.200 ptas.
i ^ t o r l n t o n S 1 Gelatrt ( ^
quien clasificaba las enfermedades por
30
LIVIO MARTINI, JUAN
LOMBARDI, RAÚL
LLOPART, TERESA
EDITORIAL ROCAS - Amigo, 47 - BARCELONA-6
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la asociación
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antiinflamatoria
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más eficaz
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y mejor
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Indometacina + Fenilbutazona
tolerada en las
enfermedades reumáticas
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porque reúne, asociadas para una
compensación clínica perfecta, las dos
máximas conquistas de la terapéutica
antiinflamatoria no hormonal:
la Indometacina y la Fenilbutazona.
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Presentación: Indolgina de 20 y 40 .;
Indolgina de 5 y 10 sups.
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I
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Indolgina Predrisona de 20 y 40 ;;
Indolgina Prednisona de 5 y 10 sups.
Serenidad a cualquier nivel
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pediátriCO
suspensión
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COMPOSICIÓN
Cadacucharaditade5cc.de
Normalizador del
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Suspensión contiene 25 mg de
Sulpiride.
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POSOLOGIA
Lactantes: Media cucharadita
„.
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PRESENTACIÓN
Frascos de 200 ce. de suspensión
de agradable sabor (P.v.p. 243,70)
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Se presenta también en frascos con
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30 cápsulas de 50 mg de Sulpiride.
(P.V.P. 330,30)
POSOLOGIA
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Sin efectos secundarios
n i contraindicaciones
1 cucharadita (5 c e ) , 1 a 3
veces por día.
2 cucharaditas (10 c e ) . 1 a 3
veces por día.
LB IO HORM
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y psicosomático
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(2,5) i a 3 veces por día.
Niños de 2 a 7 años.
Adultos: 2 a 6 cápsulas al día.
pSÍQLlÍCO
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^ ^ \ A *J
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< % | J comportamiento
GUASTIL PEDIÁTRICO
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• No produce somnolencia
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• No desarrolla
acostumbramiento
• Tiene un sabor agradable
INDICACIONES
• Trastornos de conducta y de
comportamiento.
• Bajo rendimiento escolar. Falla de atención y memoria.
• Insomnio. Terrores nocturnos
TÍCS nerviosos.
. Timidez. Fobias. Introversión.
Ce,os
* * ; s t a d o s depresivos.
• Enuresis nocturna.
. Djston¡as
neurovegetativas.
Dolores abdominales.
• Anorexia psicógena.
• Vómitos del lactantes (habituales, infecciosos orgánicos,
por intolerancia medicamentosa).
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