José Luis Jimenez - PODEMOS EDUCAR HOY

Transcripción

José Luis Jimenez - PODEMOS EDUCAR HOY
¿PODEMOS EDUCAR HOY?
SEGUNDO PANEL
QUE LA CARIDAD DE HAGA SIERVO
D. José Luis Jiménez (SCOLÉ) Fuenlabrada
Me es muy difícil hablar de mi experiencia en Schole. Si no me lo preguntas lo sé. Pero si
me preguntas no lo sé, como decía ¿Santo Tomás? No sé, no soy filósofo… Entonces, ¿no
puedo dar razones de mi obrar? Se me ha pedido que os hable, que dé testimonio de mi
experiencia. Quizá sea para que alguien vea algo bueno en ella y quizá el contarla os sirva
para hacer algo parecido.
Visto desde fuera este ayudar al estudio a los muchachos parece bueno, elogiable. Dice
mucho de la bondad del que lo hace.
Debo reconocer que siempre me ha gustado ayudar a otros. Mi héroe adolescente era
Superman. Y me hubiera gustado ser como él. Es una manera de ser querido, aceptado, de
que los demás te consideren. Pero no es una razón suficiente para sostener esta tarea.
Muchas veces ha sucedido que alumnos a los que ayudaba han preferido irse con otro
profesor porque le entendían mejor que a mí. Muchos alumnos míos (soy profesor en un
colegio) cuando se acercan los exámenes vienen a que los ayude y de paso intentan
sonsacarme algo del examen. Y después no vuelven. Bueno, hasta el siguiente examen.
Como veis uno se decepciona pronto si espera ser más querido y apreciado por esto que
hace. Si fuera por esta razón yo no seguiría haciéndolo.
Siempre he disfrutado enseñando. Lo descubrí pronto, cuando empecé a dar clases para
sacarme un dinerillo. Creo que la primera vez tenía 14 años. Y después era mi fuente de
ingresos mientras estudiaba mi carrera, Física. A pesar de que cuando terminé la carrera
trabajé un tiempo breve investigando en la Universidad, me decepcionó pronto el ambiente
competitivo y estresante que percibí allí.
Alguna experiencia dando clases de verano en una academia contribuyó a decidirme a ser
profesor de secundaria. Y tuve mucha suerte, pues me enrolé (o la vida me enroló) en una
escuela unitaria en Ecuador. Allí tuve que enseñar no solo mi especialidad sino todas las
que tenían que ver con la Ciencia y La Tecnología.
Mi primera preocupación era saber de aquello que enseñaba, era prepararme bien las
lecciones. Me daba pánico que los alumnos descubrieran mi ignorancia en algún punto. El
dar clases y más a un grupo te expone a las miradas y al juicio de muchos.
Una de mis peores pesadillas es verme ridiculizado y desobedecido por un grupo de
alumnos. Sueño con ello de vez en cuando. Así que debía prepararme para controlar bien la
situación. Bien, después de 30 años de profesor esta cuestión la controlo bastante bien. Me
sé las lecciones y tengo recursos para manejar a un grupo.
Pero los alumnos siempre te desafían. Por más que pienses que tienes la situación
controlada siempre hay algo que se te escapa, una novedad te provoca. La diversidad de los
alumnos, con edades, intereses, motivación, situación social y personal diferente, es muy
grande. Tienes que adaptarte continuamente a su situación. Y en este aspecto tengo toda
una vida que aprender.
Bueno, creo que me he enrollado. Este es mi problema: al principio me cuesta hablar de mi
experiencia pero luego me desato y os puedo hablar del “sexo de los ángeles”. Creo que es
un problema que tenemos los profesores: tenemos un auditorio asegurado y pensamos que
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I ENCUENTRO DE INICIATIVAS DE AYUDA AL ESTUDIO
¿PODEMOS EDUCAR HOY?
todo lo que decimos vale. Notaréis que hay una especie de discontinuidad en mi
intervención. Y es que esto lo escribo después de que han pasado varios días desde que
escribí lo anterior.
¿Qué ha pasado? Venía de trabajar y pensaba ¿cómo voy a decir algo sin partir del
agradecimiento? Sólo cuando uno se siente amado de verdad, puede decir alguna cosa útil.
Y pensaba “esto que estoy escribiendo no parte del agradecimiento. Si no me sucede algo
¿cómo puedo hablar de mi experiencia?”
Pero algo ha pasado. He llegado a casa y me encuentro a mi hija que está triste. El novio se
ha marchado a Canadá a buscarse la vida. Me cuenta que se ha despedido de su padre
desde lejos, porque su padre se ha enrollado a hablar con una monja, y cuando ha
terminado, ya estaba entrando él a la zona restringida del aeropuerto. Para remate me dice
mi mujer que su madre le ha hecho recoger y meter en cajas todas sus cosas porque piensa
alquilar su habitación.
Claro, así uno entiende que este chico se reserve, que no vea claro lo del matrimonio, lo de
tener hijos. Y cuando rumiaba esto, en mi corazón, en mi cerebro, han brotado estas
palabras: “hasta vuestros cabellos están contados”. Y le he dicho a mi hija esto mismo que
dijo Cristo y que nadie ha dicho jamás. Que si su novio descubre esto todas las heridas de
su vida se curarán y se atreverá con todo. Y le he dicho: cuando tengas hijos te preguntarás
que va a ser de ellos y ¿cómo les darás libertad y no les asfixiarás? Sólo si tienes esta
certeza de que Él los ama y cuida su vida.
Creo que en el fondo hago esto de Schole porque espero que suceda de nuevo esta mirada
sobre mi vida y que también mis alumnos puedan experimentarla. Y a veces sucede. En
clase, en Schole, en el recreo,… Te das cuenta que algo acontece que renueva tu vida, que
conmueve tu corazón, que te eriza el cabello y te reblandece las entrañas. ¡Qué gusto! Y
los alumnos lo notan. Lo ves en su mirada. A veces te sorprenden aplaudiendo. Otras, con
un silencio cargado de sentido. Con una vibración en sus miradas. Y no es nuestra
genialidad. Es una presencia para la que estamos hechos y que nos hace resplandecer.
Es el viento que, soplando a través de nuestras pobres cuerdas (a nuestros ojos), produce
un sonido de una divina belleza.
De verdad que por eso merece la pena esto de la ayuda al estudio.
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