29/10/2013 - Locales Suiza y su confianza en un sistema lechero

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29/10/2013 - Locales Suiza y su confianza en un sistema lechero
29/10/2013 - Locales
Suiza y su confianza en un sistema lechero ordenado
por
Elida
Thiery
CHARMEY, SUIZA (Enviada especial). - Fue un largo viaje, que no tuvo otro encanto más
que el de llegar a Suiza para conocer de cerca cómo producen la leche y los productos que
los destacan en el mundo. Son los quesos diversos y sabrosos los que les dan una marca
especial, sobre todo con el Gruyère (un original diverso al que conocemos en nuestro país,
con una textura suave, sabor más acentuado y aspecto más rústico y de color pálido), pero
también el chocolate con leche, un invento nacional los que les generan a nivel nacional el
movimiento económico y productivo que quizá nosotros vemos naturalmente con la lechería
de nuestra región.
Para llegar a Charmey, hay que hacer una primera escala suiza en Zurich, la gran ciudad de
este país por movimiento, tendencias y población, para llegar a Berna. Una capital con alma
de pueblo. Lugar donde habitó Einstein, en el que sus calles se mezclan el alemán, el
francés y el italiano, con tantas otras lenguas de sus miles de visitantes.
Es durante las horas libres que los habitantes y turistas se congregan en este apacible otoño
en espacios verdes que plantean vistas al río Aare, que envuelve de forma serpenteante la
parte histórica, con muy poco sonido a gran ciudad y donde uno de los lados de la Catedral
o la Bundes Platz frente al Palacio Federal, sede del Gobierno suizo, son los puntos
infalibles de paso. Tranvías que comparten las calles con peatones, una gran actividad
comercial, conducen a una Estación Central donde comienza a lucirse el sistema de
transporte maravilloso, que con un tren hasta Fribourg y desde allí con un ómnibus
interurbano recorren territorio del cantón francés para llegar a Charmey Le Gruyère.
No fue casual por parte de la Federación Internacional de Periodistas Agropecuarios (IFAJ,
según sus siglas en inglés) la elección de esta localidad como espacio central de este Dairy
Press Congress 2013.
En todo el trayecto sobre ruedas se intercalaron a la perfección pueblos y granjas lecheras.
Establecimientos con un promedio de 24 animales, las cuales mientras no llegue la nieve
pastan en los desniveles de cada escarpado terreno en un abierto valle. Pocas son las
explotaciones que incluyen ovejas, sin embargo al querer escapar de la suplementación del
alimento, por los costos y un poco de orgullo pastoril, se agregan los rollos que esperan en
los campos o apilados cerca de los establos de cada tambo envueltos en plástico, como si
los silos bolsa se incorporaran al proceso de conservación de forraje y así aislarlo de la
humedad, en tiempos como este de lluvia, o los de los próximos meses entre múltiples
nevadas.
PRODUCTOS SUIZOS
Para tener una somera pintura de lo que el Congreso propone para las próximas horas, con
el contacto directo de los 40 periodistas de todo el mundo que se congregan en Charmey,
entre los cuales sólo hay dos argentinos y LA OPINION tiene su representante, fue bueno
hablar con dos líderes de sectores productivos.
Fritz Glauser es presidente de la Unión de Granjeros de Fribourg y vicepresidente de la
Unión de Granjeros Suizos y se siente orgulloso de representar a los tamberos, desde un
pequeño establecimiento que supo ser una fábrica artesanal de queso y hoy oficia de
restaurante, aunque compartiendo el terreno con lo que sigue siendo un tambo de 40 vacas.
La organización es la principal de las áreas lecheras en toda Suiza. Es Fritz quien con una
sonrisa reconoce que el gran valor de este país es que “la gente gusta de nuestros
tamberos” y a eso se añade que “prefieren alimentos suizos, con lo cual el 60 por ciento de
los alimentos se produce en el país y el resto del consumo corresponde a productos de
países vecinos”.
El fuerte de Suiza es producir con altos estándares de calidad, lo cual la hace referente a
nivel mundial, con el Gruyère como punto de partida.
Por su parte, Olivier Isler, es el titular de Fromarte, una entidad que nuclea a los
especialistas queseros suizos, trabajando sobre políticas, sustentabilidad productiva natural,
management, colaboración con desarrollos tecnológicos del sector, e incluso promueven la
premiación con el Swiss Cheese Awards cada año, para fortalecer un mercado específico,
ya que cuenta con profesionales preparados a nivel internacional, para seguir extendiendo el
desarrollo de quesos Premium, sin perder calidad ni sistemas tradicionales.
Hay 500 productores de quesos incluidos en la entidad, de los 1.100 existentes en el país,
los cuales procesan 1.200 kilos de leche al año, teniendo “muy buenas perspectivas” para
todos los elaboradores de quesos.
Las perspectivas para los productores artesanales de queso son muy buenas, teniendo en
cuenta los procesos que podrían elevar el precio de los productos, así como de lo que se les
paga a los tamberos en sí.
Lo que les interesa es sumar valor, crecer en calidad, más que en volumen, apuntar a un
mercado específico muy demandante, que incluye destinos asiáticos, e incluso el de
Estados Unidos, como algunos de los principales compradores.
Suiza produce sin cuotas, pero en la base de contratos que duran un año, que pueden
vincular a un tambero de por vida con una empresa por la renegociación. Con precios de
referencia que se conocen cada trimestre, con condiciones especiales de intensificación
donde conviven los pequeños y los más grandes, este país protege sus fronteras y convive
con la lechería de la Unión Europea que está en proceso de expansión y sin temores.
El desafío del futuro lechero en el mundo conjuga a los consumidores, a los tamberos, a las
industrias, las fase comerciales y los estados, que son los que ponen las políticas y el orden,
que de ser adecuado permite un crecimiento sólido. Los productores suizos cobran una
base de 50 centavos de dólar por litro, con calidades que se miden por kilos en cuanto a
sólidos.
Mirar a los que les va bien es una forma de pensar en el futuro del sector argentino y a eso
vinimos hasta Charmey, en el corazón lechero suizo.
Suiza, con contratos se asegura buenos precios en la cadena láctea
CHARMEY, SUIZA (Enviada especial). - Suiza es reconocida por productos como el
queso, el chocolate, los relojes, e incluso algunos encurtidos. Sin embargo la lechería es
fundamental. Había sido el 1 de mayo de 1977 cuando se establecieron las cuotas para la
producción, lo cual había generado una estabilización de la calidad de la leche, manteniendo
el precio en un alto nivel. Sin embargo, en 2002 la idea fue cambiando y se añadió la
condición de leasing a la cuota de compra, flexibilizando el sistema.
Pero la restricción productiva no acompañaba el avance suizo y fue por eso que a través del
Congreso se decidió abolir las cuotas desde el 1 de mayo de 2009, en una medida tomada
en 2003, con una transición optativa para los productores de mantenerlas o avanzar al
sistema de contratos, que es el que definitivamente quedó firme.
Suiza cerró el año 2012 con 3,44 millones de toneladas producidas (frente a 3,18 de 2005),
con 24.369 productores perdiendo unos seis mil en siete años, con la lógica transición hacia
la concentración ineludible hacia la que el mundo mismo empuja, pero con gran similitud de
producción total, con dos millones diarios en 2005 y actualmente 2,3 en el rango de los
quesos.
Dar de baja a las cuotas incrementó los costos y beneficios para vendedores y traders, pudo
ajustar inusualmente la segmentación del mercado real, como se da en productos orgánicos,
o calidades especiales, por ejemplo.
Suiza se supo acomodar, porque la competencia internacional en cuanto a la producción de
queso, generó oportunidades, por las cuales se generaron vínculos libres con la Unión
Europea.
Todo esto ayudó a subir la competitividad de la lechería suiza, generó desarrollos de
estructuras camino a la especialización y del mismo modo, mostró a Europa el camino para
la abolición de las cuotas, que se dará en 2015.
Producir sin cuotas le demandó a Suiza una transición de tres años, sin embargo, desde ese
momento se lo hace sin límites, pero con contratos obligatorios, que como mínimo deben
tener un año de duración. De esta manera se genera un marco legal en el cual los
productores que decidieron salir del sistema, debieron hacerlo a través de organizaciones de
productores o también de procesadores, que fueron quienes quedaron a cargo del manejo
de los volúmenes. Es así que el rol del equivalente del Ministerio de Agricultura quedó en el
monitoreo del volumen global que tiene a cargo cada organización, dentro de marcos
permitidos.
Existen hoy nueve organizaciones de productores y procesadores, mientras que son 29 en
total las que sólo se encargan de producir, en esta senda de la abolición de cuotas que
colaboró con la incrementación del valor agregado en la cadena láctea, una mejor
orientación de mercado, mejor manejo de la oferta y demanda, los proyectos de exportación
de quesos reciben mejor calidad y más cantidad de leche, mientras que los derechos sobre
la materia prima tuvieron un descenso en el costo.
Las desventajas están en la cantidad de organizaciones a cargo, con más debilidad en las
negociaciones, más flexibilidad en la reducción de producción en vez de tenerla para crecer,
en tanto, muchas organizaciones terminan pagando por la penalidad de exceder los límites
permitidos.
Se mantienen los mercados, hay pago directo por la materia prima, existe una protección de
lo hecho en Suiza, se monitorean los mercados, todo bajo un sistema de obligatoriedad de
contratos. Será a partir del primero de enero de 2014 que para tener más estandarizado al
sector, se exigirán requerimientos mínimos de duración, precio, cantidad de leche y forma
de pago, lo cual tendrá injerencia en la corte civil, de existir diferencias.
POR CONTRATO
Markus Zemp, presidente de la Branchenorganisation Milch (BOM), una de las
organizaciones de productores con injerencia en toda la cadena de valor, que fue creada en
2009 para poder manejar y equilibrar el mercado, por su composición que incluye a cuatro
organizaciones de productores, industriales y comercializadores, con titularidad de 24
organizaciones regionales menores, cinco de mayor importancia, cinco de procesadores y
comerciantes, 11 industrias y dos comercializadores netos.
Los tambos producen el 65 por ciento de la carne en Suiza, además de la leche, sin
embargo para la agricultura la exportación de quesos es fundamental. Por eso la BOM
genera contratos para mejorar la seguridad del sector donde se acuerdan volúmenes y
precios por determinado tiempo, se segmenta la compra de leche, se remarcan las
obligaciones de compradores y productores, se referencian los precios en los segmentos
productivos (la leche vale según su destino en el proceso, reduciéndose así la presión de los
mercados sobre los valores y pagando lo que corresponde); y obviamente se transparenta la
relación entre las partes, existiendo tres estándares de contrato donde están los productos
de alto valor agregado que son protegidos y subsidiados, los más competitivos y con
agregado de valor medio y finalmente los más comunes que no precisan restricciones, ni
sustentos. De esta manera, a lo largo del año, los precios no fluctúan tanto como en nuestro
mercado, donde la primavera quiebra las proyecciones y apaga las ganancias de los
productores.
Esta es la forma hallada por Suiza para poder mantener los precios, con fluctuaciones
normales, a pesar de las diferencias en destino productivo, más allá de lo que hace la Unión
Europea. Con este sistema se lograron mayores y mejores cambios estructurales, teniendo
en cuenta que los volúmenes crecieron 8,2 por ciento en un camino de ascenso, ya que ante
una mayor competitividad se hace más tentador para el tambero común crecer en su
negocio, afrontando todos los desafíos.
La épica desde el castillo de Gruyere
Por Elida Thiery (Enviada especial) - CHARMEY, SUIZA. - Hay que dejarse sorprender
por el principal producto de la zona de Fribourg. El gruyere está en todos lados, el intenso
aroma se vuelve parte del ambiente y es así que todo toma su nombre, desde un lago, hasta
un pueblo medieval que se abre en la punta de una montaña, custodiada por el principal
pico de la región, el Moleson. El espíritu de vidas lejanas permite sentir la esencia del pueblo
que se corona con un castillo.
Caminar por calles que sólo lograron agrupar piedras que aún no terminan de gastarse,
siendo espacio de recorrido a pie para turistas.
Pequeño, encantador y con varios bares para disfrutar alguna bebida mientras no cae el sol
y al aire libre, llegar hasta el custodio del poblado es la visita obligatoria, sobre todo, para
disfrutar del paisaje.
Ocho siglos de historia, familias completas desarrolladas en su interior, sin faltar pasadizos y
habitaciones particulares, desde 830 metros de altura se apropia de esa parte de los pre
Alpes, en el sudoeste de Suiza.
Un castillo, mucha épica y una apacible vida enmarcan otra de las postales de uno de los
cantones más productivos y acentuados en francés de la Comunidad Helvética.
Entre el chocolate y el queso Gruyère, la calidad de Suiza
CHARMEY, SUIZA (Enviada especial). - En la última jornada de otoño, ya que luego llegó
la primera nevada de la temporada por la noche en la alta montaña, el Dairy Press Congress
2013, llegó a la Fromagerie de Charmey una cava para los mejores quesos gruyère, donde
a través de una cooperativa se concentra la recepción de las hormas que los productores en
los Alpes fabrican y llegan allí para reposar y conseguir la terminación necesaria.
Es por eso que se la denomina como “el templo del queso alpino” según lo describe JeanPierre Häni, el asistente técnico que controla y asesora a los productores, a través de la que
se denomina la plataforma Casei, que agrupa a cuatro cantones entre los que esta Fribourg.
Como buenos suizos, ordenados y metódicos en el trabajo, en los meses de invierno hacen
los productores un curso como retrospectiva de la temporada sobre la calidad del queso y
de fijar nuevos objetivos, siempre orientados a la calidad, teniendo en cuenta que por la
nieve los animales deben bajar a los pueblos para mantenerse en los establos, con varias
condiciones de cría, pero una de ellas es que pasen 13 días del mes, al menos unas horas
caminando fuera de los corrales y al aire libre. En la primavera, cuando las vacas van a la
montaña se generan otras capacitaciones sobre técnicas y bases del queso gruyère, es
entonces que con el inicio de la temporada Casei visita a cada uno y sigue el desarrollo de
todos los productores, se hacen las mediciones de producción, se controla el suero láctico a
nivel microscópico para conocer proporciones de poblaciones lácticas y el balance de
bacterias, a través de esto se avanza o se hacen las correcciones correspondientes.
Cada dos meses hay una reunión de productores donde se aportan muestras de leche
fresca y leche preparada ya para producir queso, con resultados ágiles para poder seguir la
calidad de estos 32 productores del queso alpino.
Será entonces que durante el otoño, etapa en la que Europa está ahora, se hacen las
pruebas de textura, sabor, estructura, para finalmente generar una comisión de
profesionales que clasifica las calidades en dos categorías. Entonces los mejores Gruyère,
en sus variedades se venderán para el consumo en horma y los de menor categoría se
destinarán para fondue, por ejemplo.
El gruyère de la llanura, el que producen sin llevar a los animales a pastar en verano a los
Alpes vale 20 por ciento menos que el que sí tiene esta condición, por los aportes de sabor
que tiene la leche por este detalle nada menor.
VARIEDADES
Es por esto que Le Gruyère Switzerland AOC es una marca de origen que asegura calidad
artesanal. Existe el Vacherin, que se produce durante toda la temporada, con un sabor
fuerte, un dejo de nueces, pero con consistencia que se funde en la boca, siendo uno de los
preferidos para las mejores fondues.
El gruyère Les Audeches se produce a 1.400 metros de altura, teniendo 15 meses de
reposo, una consistencia más firme, no tan cremosa en la boca y un sabor más concreto
que se describe con un dejo vegetal y cercano a las hierbas frescas, no muy salado.
En el pueblo de Tissiniva se hace otro gruyère, en una granja de 68 vacas en el pico del
valle de Montelon. Untuoso, con más cristales, bien madurado, especiado, frutado y con
vegetales al gusto, persiste más en la boca. Los productores del área de Charmey y
Fribourg están orgullosos de la calidad del producto para los consumidores y eso es lo que
fortalece parte del mercado, por la buena respuesta de los que también compran.
El 60 por ciento de lo producido, que se recibe en la fábrica para generar al día siguiente la
capa salada y su posterior conservación en la cava que aloja mil piezas de manera
constante y llegando a 1.500 dependiendo el tiempo de estacionamiento de la calidad y
necesidad de maduración, que va de cinco meses a 22 como máximo.
CON SABOR A SUIZA
Tanto el gruyère como el chocolate son los dos gustos principales que uno se lleva de este
país. En la Maison Cailler (la casa Cailler), creada a fines de 1800 para la producción de
chocolate, fue donde se introdujo por primera vez la leche en el producto tan extendido por
todo el mundo. El lugar muestra una línea de producción a todas las visitas y cuenta con un
bar, junto a un local de venta directa muy especial, donde se rescata la historia, la tradición,
los usos y todos los gustos de esta marca de chocolate que desde 1930 pertenece a Nestlé.
Es desde allí que la multinacional, que también procesa leche en la Argentina gracias al joint
venture con Fonterra a través de DPA, propone otra mirada sobre la lechería en Suiza. Si
bien fueron ellos los que alteraron el valor de la lactancia materna a comienzos del siglo
pasado, hoy es una de las empresas que controla el mercado mundial y supo diversificar
sus productos, así como adaptarlos a las nuevas necesidades.
Pero en la leche el secreto no está sólo en producir en cantidad, sino también con alta
calidad y es por eso que en los años ´80 se apuntó a fortalecer el vínculo con los
productores, los consejos de desarrollo, la producción responsable, sobre todo si se tiene en
cuenta que Suiza produce y procesa 3,4 millones de litros de leche por año, de los cuales
1,4 se destina a los quesos, entre 600 industrias y el resto lo utilizan las empresas que
generan una producción alternativa, con un amplísimo mercado exportador como destino.
Nestlé entiende la importancia de invertir en conocimiento, en todas sus líneas, leches en
polvo de todo tipo, chocolates, café, bebidas, e incluso pasta seca como la italiana Buitoni.
Desde Suiza la empresa exporta el 66 por ciento de sus productos, con énfasis cualitativo
bien valorado por el consumo interno que paga elevados precios, por el sostenimiento de
sabores a lo largo de las décadas. La diversificación, pero a la vez la consolidación de
productos, hacen que la lechería suiza sea fuerte, estable, predecible, posible y todos los
adjetivos que tantas veces nos faltan a los argentinos. Claro que con buenos precios la
preocupación de los tamberos no está puesta en el próximo desastre a enfrentar, sino en
sostenerse según lo dictan los contratos obligatorios y de producir más, utilizar ese dinero
para mejorar lo que ya se tiene. La realidad desde este punto central de Europa es tan
diversa como el terreno y las extensiones que tiene la Argentina. Lo bueno sería dejar de
soñar con políticas correctas, mínimas pero necesarias y aplicarlas, dejando de tensar
siempre las cuerdas de cada parte del sector, accionando seguramente por el beneficio
conjunto.
Productores, comercializadores, industriales y gobiernos pensando para el mismo lado, a
pesar de los intereses lógicos de cada uno no es una utopía, es una gran posibilidad que de
decidirnos la podemos poner en marcha, porque ejemplos parece que sobran.
Gran campeona de Europa
FOTO LA OPINION
IRENE./ La mejor europea de la raza Holstein Colorado.
Damieny Frédéric Schrago tienen un gran desarrollo productivo, en cuanto a las escalas que
maneja Suiza en el sector tambero, sin embargo ya habrá espacio en nuestras páginas para
analizar específicamente las concepciones de ese segmento. Pero una perlita del viaje
estuvo en Middes, un pueblito en el medio de una amplia llanura, aunque con ondulaciones.
Es la número 37 de 70 vacas en ordeño en la granja. Irene con diez años, cinco partos, el
último hace 14 meses, lleva conseguidos siete títulos como campeona suiza, sin embargo el
pasado marzo logró coronarse como la campeona europea de la raza Hollstein colorado
(una de las favoritas de la región para producir leche, por sobre las tradicionales Holando
blancas y negras).
Una vaca muy interesante, de carácter y todas las bondades de la raza a la vista salió del
establo para pastar y posar para las fotos de 40 periodistas de todo el mundo. En una pista
nocturna, la coronación fue muy especial para esta familia que trabaja mucho y apuesta a la
genética, tal como hacen nuestros cabañeros en la principal cuenca lechera argentina.
Comparar y sacar la cuenta pendiente lechera argentina
No sólo hay que pensar a la lechería como la vemos a pocos kilómetros de la puerta de
nuestra heladera.
La lechería argentina es tan amplia, tiene un horizonte tan grande como lo plantea la tierra,
es tan caudalosa como la productividad de cada vaca, e incluso es tan distinta vista desde
esta Santa Fe que de cualquier otro punto del país, pero al mismo tiempo, tiene demasiado
terreno por recorrer para lograr la formalidad necesaria para establecerse como un
verdadero referente internacional, más allá de tener un espacio por las cantidades
producidas.
En la costumbre, en la cotidianeidad se torna habitual mirar la entrega de leche que hace un
productor a una industria, para enterarse un mes después cuanto vale esa materia prima; o
la aceptación de la voluntad de los procesadores en cuanto a los valores, sin conocerse qué
se elabora con esa leche, que porcentaje se termina exportando, cuánto es lo que vale más
y todas esas variables que hacen a un verdadero mercado.
Se dice que las comparaciones son odiosas, sin embargo en este caso pueden ser
positivas, para aprender, para tomar ideas.
Suiza supo cómo no entrar a la Unión Europea y sostener además de su economía, los
sistemas y mercados para sus productos. Claro que en proporción con el territorio nacional,
Suiza tiene un segmento lechero que significa un tercio del argentino. Aunque para 2020
nosotros deberíamos llegar a producir, a esta altura como un ideal, unos 18 mil millones de
litros por año, al menos tenemos el objetivo del número puesto, sin los caminos para
recorrerlos.
Mientras que aquí ya no hay más micro-productores, en el país de la neutralidad y la
economía de resguardo el promedio por tambero es de 23 vacas, con cocientes de algo más
de 20 litros por día y por animal, lo cual dista mucho de los casi 30 litros argentinos que
cada día aporta cada una.
Los tambos acá son muy sencillos, incluso los más tecnificados. Los animales pasan todo el
año en la tierra, comen pasturas diversas y balanceados, generando alternativas de manejo
muy diversas. En tanto, en Suiza salvo para excedentes o productos lácteos
industrializados, las vacas deben alimentarse de pasto verde y natural.
El certificado de calidad de origen del queso Gruyère requiere de esta condición, en
absoluto. En verano los animales pastan en la montaña, libres y es por eso que se les
colocan las campanas, para ubicarlos en las extensiones; y en invierno, comen bajo techo,
cuando hay, hierbas naturales y frescas y cuando no, secas y en rollos, que se almacenan
en los grandes galpones donde pasan las temporadas frías y de donde deben salir al menos
un rato, 13 días de cada mes.
Los establecimientos más grandes llegan a las cien hectáreas, siendo los de este tipo
compartidos por más de dos productores, para poder sustentarlos. Ellos no pagan
impuestos, sólo liquidan ganancias una vez por año, pero por la relevancia de esta
producción el gobierno helvético no indexa a la actividad agropecuaria.
Lo importante para estos tamberos que llegan a sembrar hasta diez hectáreas de maíz, por
ejemplo, para tener materia verde de calidad, es tener siempre un ritmo sostenido de
producción, para cumplir con los contratos que se renuevan cada año, en los cuales se
establece un pago de unos 80 a 90 centavos de franco francés por litro de materia prima
(casi cinco pesos argentinos, o un dólar en el cambio directo) en el caso del gruyère y los
productos específicos, para poder entregar excedentes que superen los 60 centavos por
unidad de medida y así manejar cifras que hagan posible una vida normal para poco más de
seis mil productores, en un marco de altos costos alimenticios, educativos y del día a día,
pero con la posibilidad de acceder al ahorro, a la renovación de instalaciones e incluso
avanzar, como un grupo de productores, a una suerte de cooperativa para compartir la
maquinaria agrícola y así abaratar costos, para el mantenimiento y la mano de obra, entre
otros, ya que son pocos los establecimientos que tienen empleados para las diversas tareas,
quedando todo en manos de los propietarios y su familia.
En Suiza el orgullo de producir bien y en condiciones absolutamente reguladas se empareja
con el de pagar altos precios por la calidad de cada producto. Claro que al no haber
inflación, ni problemas políticos, es mucho más sencillo planificar, crecer, programar la vida
en general, para productores, industriales y consumidores. De esta manera, todo lo que
acontezca en el mercado internacional, donde anticiparse a los ciclos y a los vaivenenes
económicos es mucho más sencillo y esencial, hace que el aprovechamiento de
herramientas sea una forma de desarrollo constante.
Hoy la lechería argentina está quieta, en precios, en productividad, en el ánimo de sus
integrantes. Pareciera que el arrollador ritmo eleccionario, las indefiniciones de la política,
hacen que la quietud una vez más preceda algún cambio. El clima también hizo lo suyo y es
por eso que no vivimos una primavera habitual.
Este país merece una oportunidad, la de organizarse, ordenar el camino, poner metas
posibles y cumplirlas, pero no todo depende de la ensoñación de diez años aplastados para
el sector. Hace falta decisión, pero también la tranquilidad de poder hacer.
No es ni fácil, ni cercano, simplemente es una cuenta pendiente.

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