EL PADRE TOD

Transcripción

EL PADRE TOD
MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO
Sinopsis – Mi pequeña hermana demonio
En Cerro Verde ha llegado una misteriosa chica proveniente del extranjero, la cual es
muy diferente del resto, ya que vive en el cementerio de San Miguel Arcángel y sus
amigos son los residentes de ese lugar de descanso. ¿Qué? ¿Ella es amiga de los
espíritus del camposanto?
Estando próximas las festividades del D ía de Muertos, sus amistades le pidieron un
singular encargo. ¿Podrá cumplir con su misión? ¿O se encontrara con algo que se lo
impida? Y si este fuera el caso, ¿podrá contar con el apoyo de alguien en su tarea?
Dedicatoria – Mi pequeña hermana demonio
La siguiente obra está dedicada a aquellos seres queridos que desafortunadamente ya
no están conmigo, y que fue escrita con el propósito de alentar y promover las
tradiciones de mi amado país.
Espero que esta obra les sea de su agrado.
“No juzgues un libro por su portada.”
Refrán popular
Advertencia – Mi pequeña hermana demonio
Los sucesos y personajes mencionados en esta obra son ficticios, cualquier parecido
con la realidad es pura coincidencia.
Por José Daniel Segura Bravo
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MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO
Índice
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Capítulo 1. Un encargo del más allá
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Sobre Yamiko Kurosawa
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Ilustraciones
Yamiko Kurosawa
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Marie von Stroker
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Por José Daniel Segura Bravo
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MI PEQUEÑA HERMANA DEMONIO
Capítulo 1. Un encargo del más allá
Aquella fresca tarde del martes 31 de octubre de 2023, el viento soplaba con relativa
fuerza, los árboles se estremecían ligeramente de un lado para otro, sus marchitas
hojas caían y eran arrastradas por los alrededores de la ciudad de Cerro Verde. A pesar
de lo melancólico y nostálgico que pudiera parecer ese paisaje, en aquella localidad
reinaba un ambiente muy alegre y festivo. En la mayoría de los hogares de tan hermoso
y tranquilo lugar, la gente se preparaba para celebrar el tradicional Día de Muertos.
Cada familia se preocupaba de tener listo el altar y la ofrenda para los seres queridos
que partieron tiempo atrás y que estaban próximos a visitarlos. A pesar de que faltaba
poco para que cayera la noche, no dejaba de haber movimiento en las concurridas
calles, pues mientras unos hacían compras de última hora, otros iban a los cementerios
para dejar completamente limpias y adornadas las tumbas de sus familiares. Siendo
esta la ocasión más tétrica del año, algunos niños aprovecharon para disfrazarse e ir de
casa en casa, en compañía de sus padres o hermanos mayores, a pedir dulces. Esto
últimamente se había hecho cada vez más común con el paso de los años en Cerro
Verde.
Una peculiar y misteriosa chica extranjera, atraída por el característico olor de las flores
de cempasúchil, el copal y el incienso, además de los aromas de los exquisitos platillos
de temporada, junto con bello sonido de los sones y huapangos de la región, el
llamativo estruendo de los cohetes y fuegos artificiales, el repique de las campanas y el
resplandor de la enorme cantidad de velas encendidas, decidió dejar la seguridad de su
lúgubre hogar y cumplir con el encargo de sus nuevos amigos. Al ser una recién llegada
en la ciudad, ella quería conocer más a detalle las costumbres del lugar y recorrer sus
cercanías. Para su fortuna escogió el mejor momento para salir, su verdadera identidad
pasaba completamente desapercibida, todos pensaban que aquellas dos grandes como
las de un murciélago que tenía en su espalda formaban parte de un excelente disfraz,
aún así captaba la mirada de alguno que otro caballero, pues la chica goza de una
hermosa apariencia y de una sensual figura, la cual sabía resaltar con su llamativo traje
naranja con encaje negro, cuyos colores estaban muy acorde a las celebraciones de las
fechas recientes, junto con su larga y rojiza cabellera, que traía arreglada con un par de
coletas.
Ella observaba maravillada lo que ocurría a su alrededor, todo le llamaba la atención,
los altares, los adornos, la gente disfrazada, los puestos ambulantes que vendían gran
variedad de dulces, calaveritas de azúcar, pan de muerto, coronas, artesanías y demás
artículos para el Día de Muertos, y sobre todo el trato amable y cálido de los dueños de
tan humildes negocios. En su tierra natal nunca hubiera experimentando un ambiente
similar. Tras observar con detalle cómo se desenvolvía la gente, agarro la confianza
para preguntar los precios de tan preciosos productos, y se percato de que el dinero
que había recolectado con sus amigos no alcanzaba para mucho.
Sabiendo que tendría que hacer rendir al máximo aquellas monedas, fue de local en
local para comparar precios. Durante esta extenuante búsqueda, la chica le llamo la
atención alguien que se encontraba repartiendo volantes en la calle. Se trataba de una
joven, la cual vestía un lindo vestido de estilo gótico y en cuyo cuello traía colgada una
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cruz de plata, y quien al igual que ella tenía un largo cabello rojizo y acomodado con
dos preciosas coletas. Dejo que esa joven se le acercara, quien tras entregarle un
volante, se presento inocentemente.
— Guten Nacht! Mein name ist Marie von Stroker y hoy podría ser tu vampira maid. —
dijo muy entusiasmada la joven y sugirió muy atenta— Me puedes encontrar en el café
Nakamura, por favor vaya y compruebe que tenemos el mejor café de la ciudad.
La chica se le quedo viendo al volante, como no comprendía el significado de ciertas
palabras, prefiero mejor preguntarle directamente a Marie.
— Pequeña hermana demonio, es un gusto conocerte. Yo me llamo Yamiko Kurosawa
y soy una yōkai originaria de Japón. Recientemente llegue a esta ciudad. —dijo amable
la chica y agrego sincera— Mis amigos me pidieron que les consiguiera café con un
poco de pan, pero no traigo mucho dinero. Si voy a dicho lugar, ¿qué me podría
alcanzar con 40 pesos?
— Onee-chan, ¿es todo lo que traes? ¿Acaso te asaltaron? —dijo preocupada Marie.
— Es que ni ellos ni yo tenemos una fuente estable de sustento, y nos la ingeniamos
para buscar unas cuantas monedas entre los límites de nuestra tranquila y dulce
morada. —dijo honestamente y cabizbaja Yamiko.
La vampira se le quedo observando a Yamiko, sentía que había algo raro con ella y con
lo que le decía, además se percato de que las alas que tenía sobre su espalda se
movían con bastante naturalidad como para ser parte de un disfraz. En ese momento
recordó las palabras de su jefe: "En estas fechas, las barreras entre el mundo de los
vivos y el de los muertos se hacen más estrechas. Hay que andarse con cuidado,
porque no sabes con lo que te puedas topar en las calles." Fue cuando comprendió que
en verdad se trataba de una ser sobrenatural, pero en lugar de sobresaltarse, la
vampira decidió conservar la calma. Si Yamiko tuviera malas intenciones, hubiera
tomado cuanto quisiera, pero lo más probable era que ella trataba de apegarse a las
normas de la sociedad para no sobresalir.
— Onee-chan, se sincera conmigo. ¿Tú vives en el cementerio y tus amigos son los
espíritus que habitan en ese lugar de descanso? —dijo tranquila Marie.
— ¿Como lo supiste? Además de ser vampira eres adivina, quien como tú Marie-sama.
—dijo muy asombrada Yamiko y le hizo un singular cumplido— Tan linda hermana
demonio debe vivir en un tétrico castillo junto a su leal siervo.
La vampira se sonrojo con ese halago, y se puso a pensar, entre seguirle la corriente a
la yōkai o decirle la verdad sobre ella.
— Onee-chan, yo vivo en una simple casa, pero soy feliz a lado de una persona que es
dueña de mi corazón, la cual parece un ángel. Esta tiene un precioso cabello castaño y
trabaja junto a mí en el café Nakamura. —dijo suspirando y muy natural Marie.
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— Marie-sama, si eres feliz con esa persona, quien soy yo para juzgarte. —dijo franca
Yamiko y agrego bastante curiosa— ¿Y te gusta trabajar en ese lugar?
— Por supuesto. A la persona que amo con todo mi corazón, ser una maid es su mundo
y trabajar junto a ella es todo un honor. —respondió atenta Marie.
— Que bien por ti Marie-sama. Ya anocheció y mis amigos deben estar un poco
preocupados por mi tardanza. —dijo inquieta Yamiko.
— Onee-chan, tienes razón. Mi jefe también ha de estar esperando que regrese a
trabajar al café. Vayamos de una vez. —dijo muy oportuna Marie.
— Marie-sama, ¿lo que traigo es suficiente para comprar algo en el lugar en que
trabajas? —pregunto un poco apenada Yamiko.
— Onee-chan, no te preocupes por eso. Yo me encargaré de que tus amigos se den un
buen festín. Te voy a invitar por mi cuenta dos paquetes, están muy bien surtidos y
como hay ofertas por motivo de estas fechas, nos regalaran un tercero gratis. —
respondió muy amable y decidida Marie.
— ¿Lo dices en serio? —exclamo emocionada la yōkai.
— Por supuesto. Te doy mi palabra de vampira. —dijo muy segura Marie y agrego un
poco indecisa— Estamos a unas cuadras del café Nakamura, así que, ¿Onee-chan
podría tomarte de la mano para llevarte hasta allí?
Yamiko se ruborizo ante aquella petición, pues no se hacía la idea de que Marie le
tuviera tanta confianza como para considerarla su hermana mayor.
— Claro que sí, mi querida hermanita. —dijo encantada Yamiko.
Mientras se dirigían al café, ellas no dejaron de llamar la atención de aquellos que
pasaban por esa zona, muchos inclusive llegaron a pensar que eran hermanas y hasta
se aminaron a detenerlas para tomarse fotos junto a tan lindas chicas.
Cuando menos se lo esperaban, llegaron a su destino. Tras soltarle la mano a su
"Onee-chan", la vampira le haría una observación a la yōkai.
— Onee-chan, antes de entrar, ¿podrías retraer un poco tus lindas alas? —le sugirió
sutilmente la vampira.
— Está bien. —acepto sin dudarlo Yamiko.
En aquel momento, adentro del local solo se encontraba el señor Nakamura, el cual
estaba del lado de mostrador y quien se sorprendió al ver a Marie a lado de tan
hermosa chica.
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— ¡Bienvenidas sean al café Nakamura! —dijo muy cordial el dueño y agrego algo
juguetón— Ya decía yo que había una razón por la que te tardaras tanto en llegar.
Marie-san, ¿quién es la belleza que te acompaña?
— Me llamo Yamiko Kurosawa, soy una yōkai y la actual protectora del cementerio de
San Miguel Arcángel. —se presento algo coqueta la yōkai ante el señor Nakamura.
El dueño del café se quedo extrañado ante aquellas palabras, le hizo una seña para
que Marie se le acercara y le explicara lo q ue estaba pasando.
— ¿Está hermosa muchacha tiene el complejo del octavo grado o qué le pasa? —le dijo
en voz baja a su empleada.
— Se acuerda de aquello que me comento hace días. Creo que ella en verdad es una
demonio de carne y hueso. —le susurró Marie en el oído.
— Yo te decía eso en juego, nunca pensé que algo así fuera a ocurrir. ¿Para qué la
trajiste al café? —murmuro preocupado el señor Nakamura.
— Señor Nakamura, no juzgue a los demás por su apariencia. Ella solo quiere llevarles
algo de café y pan a sus amigos del cementerio. Ya quisiéramos tener a alguien que se
preocupe de la misma forma por nosotros una vez que estemos del otro lado. —le
respondió en voz baja Marie y agrego muy calmada— Tratémosla como lo haríamos
con cualquier cliente del café. Descuénteme de mi paga dos paquetes, yo se los voy a
invitar a Yamiko.
Estaban muy distraídos el señor Nakamura y Marie tratando este asunto, que no se
dieron cuenta de que Yamiko se encontraba a un lado de ellos.
— ¿De qué tanto hablan ustedes dos? —pregunto inocentemente la yōkai.
Esto les saco un susto al dueño del local y a su empleada.
— ¿Acaso no te enseñaron que no debes escuchar las conversaciones ajenas? —le
reclamo valiente el señor Nakamura.
— Gomen ne. No volverá a pasar. —dijo apenada y muy sentida Yamiko.
Estaba la yōkai a punto de llorar, cuando el dueño tuvo que actuar rápido para evitarlo.
— Yamiko, no quise ser tan severo contigo. Como compensación, acepte una rebanada
gratis del mejor pastel, hecho por mi linda sobrina. —dijo sereno el señor Nakamura.
— ¿Acaso una chica tan traviesa como yo merece tanta amabilidad de un mortal? —
pregunto conmovida la yōkai.
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Pero antes de que este le pudiera contestar su pregunta, de la nada ella le dio un fuerte
abrazo.
— Arigato Nakamura-san. —exclamo alegre Yamiko.
— No es nada. —dijo atento el dueño y agrego cordial— Tome asiento, en unos
minutos le tendremos listo su pedido.
La yōkai se sentó a gusto en una mesa cercana al mostrador. Antes de que se fuera a
la cocina a encargarse de la orden de su singular clienta, Marie le pregunto algo a su
jefe.
— Señor Nakamura, ¿y en dónde está la linda Kaoru? —le cuestiono con interés Marie.
— Deje que saliera temprano, ya que iba a ayudarles a los hermanos de Josué-san a
hacer el altar. —respondió a prisas el dueño del café y le ordeno— Marie-san, hazte
cargo de la caja registradora mientras este en la cocina.
— Entendido mi leal señor. —dijo enérgica la vampira y haciéndole un saludo al estilo
militar.
Mientras esperaba, la yōkai tenía puesta su mirada sobre Marie, la vampira se percato
de esto y se llego a incomodar un poco, para su fortuna, a los pocos minutos salió el
señor Nakamura para entregarle a su empleada la rebanada de pastel.
— Se cautelosa con ella. —le susurro su jefe antes de volver a la cocina.
Marie, se acerco un poco temblorosa a Yamiko.
— Aquí está la rebanada que te prometió Nakamura-san. ¿Hay algo más en que pueda
servirte? —dijo ligeramente nerviosa la vampira.
— Hermanita, hay algo que me inquieta de ti. —dijo un poco inquisitiva la yōkai.
— ¿Qué cosa? —dijo titubeante Marie.
— Hace rato me dijiste que eras una vampira pero tu reflejo se ve en el espejo de
aquella pared, ¿a qué se debe esto? —dijo confundida Yamiko.
— Onee-chan, discúlpame por no haber sido del toda sincera contigo. En realidad yo no
soy una criatura de la noche, este papel es únicamente parte de mi personaje para el
café Nakamura. —dijo con todo su pesar Marie.
— Marie-chan, yo ya tenía mis sospechas, aún así eres muy valiente, otra hubiera huido
en tu lugar al saber la verdad sobre mí. Aprecio bastante el que seas sincera conmigo y
que me brindes tu ayuda desinteresada. No dejemos que esto arruine nuestra amistad,
¿te parece bien? —dijo muy serena Yamiko.
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Su amiga parecía estar un poco insegura, pero después de unos segundos le daría una
respuesta.
— Hai Onee-chan. —exclamo más animada Marie.
— Hermanita, por cierto, ¿de dónde aprendiste japonés? —pregunto admirada la yōkai.
— El señor Nakamura nunca me ha obligado a aprender su idioma, lo he hecho por
voluntad e interés propio, su sobrina me ha dado algunas lecciones sobre lo más
básico. —respondió sonrojada Marie y agrego un poco cohibida— Y el alemán no es
algo que use frecuentemente, hace años tome un curso y suelo ocuparlo en mi papel
para que no se me olvide.
— Oh, no dejas de sorprender Marie-chan. —dijo con asombro Yamiko y le indico
atenta— Hermanita, vuelve a tu puesto. Quien sabe cuando pueda llegar un cliente.
— Está bien. —dijo más relajada Marie.
La yōkai tomo el tenedor, y tras partir la rebanada del pastel, se echó un bocado.
Aquello fue un verdadero manjar para su paladar.
— Nunca había probado algo semejante en toda mi existencia. Marie-chan, cuando
veas a Kaoru, ¿le puedes dar mis felicitaciones por tan excelente postre? —exclamo
honesta Yamiko.
— Onee-chan, al rato que la vea, se lo diré. De seguro se alegrara mucho al escuchar
eso. —dijo complacida Marie.
Mientras la yōkai disgustaba de aquella rebanada de pastel, Marie esperaba atenta a
que se apareciera algún cliente al café, pero dado que estaban próximos a cerrar,
dudaba a que alguno viniera. Después de unos 15 minutos, el señor Nakamura salió de
la cocina con 4 paquetes. Cada caja traía dos vasos de cafés sellados con unas lindas
tapas con estampado de calaveritas y tres pequeños panes de muerto.
La yōkai se acerco maravillada al mostrador. El jefe de Marie los separo en pares y los
puso en doble bolsa, y se los entrego con una sonrisa en el rostro a Yamiko. Ella se
quedo pensando, y antes de emprender el camino rumbo a su hogar, decidió preguntar
algo.
— Nakamura-san, mi hermanita me dijo que me darían 3 paquetes, ¿de dónde salió el
cuarto? —dijo curiosa la yōkai.
— Ese va por mi parte. —respondió gentilmente el señor Nakamura.
— Domo arigato. —exclamo bastante agradecida Yamiko y con lágrimas en los ojos les
cuestiono— ¿Podré volverlos a ver?
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— Puedes venir cuando gustes al café Nakamura. Siempre te tendremos las puertas
abiertas. —dijo sincero el dueño del lugar y tras ver a Marie, agrego un poco burlón— El
próximo año si gustas podrías venir a ayudarle a esta plana a repartir volantes para
promocionar el café, así tendrás segura la dotación de café y pan para tus amigos y
ganaras un poco de dinero para cubrir tus necesidades.
Esto último molesto a Marie, quien no dudo ni un segundo en darle la espalda a su jefe.
— Nakamura-san, tendré en cuenta su oferta. Me gustaría trabajar al lado de la
preciosa Marie-sama. —dijo emocionada Yamiko y agrego muy seria— Aunque le
pediré una cosa, no se vuelva referir de esa manera con mi hermanita, no es la forma
correcta para tratar a una chica tan bella como lo es ella.
— Pero si Marie… —dijo sin terminar el señor Nakamura.
Dada las miradas penetrantes de su sombría clienta y de su empleada, decidió
reservarse el comentario para otro momento y se retracto de lo que había dicho.
— Yamiko, ya no me llevare así con Marie-san, te lo prometo. —exclamo arrepentido el
señor Nakamura.
— Bien. Fue un gusto conocerlos y estar con ustedes. —dijo más tranquila y satisfecha
la yōkai.
— El placer también ha sido nuestro. —respondió afectuosa Marie.
Antes de irse del café, Yamiko se despidió con un caluroso abrazo de su hermanita y
del señor Nakamura.
— Cuando pueda vendré a verlos. —dijo con mucho sentimiento Yamiko y agrego muy
optimista— Además, me gustaría conocer a esa Kaoru de la que tanto hablan.
Ellos la acompañaron hasta la entrada del café, mientras se alejaba muy contenta del
local cargando los paquetes para sus amigos, Marie se despidió con toda su emoción
de la yōkai.
— Auf Wiedersehen Onee-chan!!! Der Finsternis schützen uns!!! —exclamo en perfecto
alemán Marie.
— ¡¡¡Mata ne!!! —respondió con gusto Yamiko.
En lo que la yōkai se dirigía al camposanto, Marie y el señor Nakamura apro vecharon
para cerrar el negocio e ir a la casa de Josué para ayudar con el altar.
Yamiko estaba contenta de llevarles esos paquetes bien completos a sus amigos. Al
llegar, ellos se sorprendieron al verla.
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— Señorita Kurosawa, ¿todo eso es para nosotros? —le cuestiono con asombrado el
espíritu del señor Ross, un reconocido magnate de la industria petrolera de principios
del siglo pasado y principal responsable de la modernización de la ciudad de Cerro
Verde, y agrego— ¿A poco le alcanzo para tanto con tan poco?
— Ross-san, ¿cuántas veces le he dicho que me llame por mi nombre? —le reclamo
ligeramente molesta la yōkai.
— Discúlpelo Yamiko. El es un viejo demasiado terco y refinado. —exclamo el espíritu
de un joven motociclista.
— ¿A quién le dices viejo? Yo por lo menos yo morí tranquilamente en mi cama a
diferencia de ti rebelde sin causa. —le contesto el señor Ross al motociclista.
— Amigos míos, dejen de pelear o nadie tendrá ofrenda alguna. Dejen a un lado sus
diferencias, este es un bello y único momento para estar unidos y festejarlo como una
verdadera familia. —les llamo la atención la yōkai tal como una madre y continuo
entusiasmada— Y estos paquetes se los mandan mis nuevos amigos del café
Nakamura, el lugar con el mejor café y pastel de toda la ciudad.
— Bien. —respondieron el señor Ross y el joven motociclista.
Inmediatamente se dieron la mano en señal de reconciliación. Con esto, dio comienzo
el festín. Yamiko le repartió un café y una pieza de pan a cada uno de sus amigos y
conocidos del cementerio que no tenían la dicha de tener visita ni ofrenda alguna en
esos días. Como no podían disfrutar más que de la esencia de estos, una vez que se
sintieron satisfechos, le hicieron una última petición a la yōkai.
— Yamiko, los vivos que no tienen nada le sacarían mejor provecho a esto que
nosotros. Si no es mucha la molesta, ¿podrías repartirlos entre ellos? —dijo el señor
Ross en representación de aquel grupo de espíritus.
— No hay problema. — dijo tranquila Yamiko y agrego un poco infantil— Si me tardo,
no se preocupen por mí. Tal vez vaya a pedir dulces, ¿pueden creer que sean gratis?
— Está bien. Ve con cuidado. —dijeron sus amigos.
Yamiko volvió a meter las bebidas y el pan en los paquetes, y tras echarlos en las
bolsas, se marcho a repartirlos entre aquellos que menos tienen, principalmente
vagabundos y limosneros. A pesar de su sombría apariencia, ante tanta amabilidad y
generosidad de la yōkai, estos pensaban que se trataba de un peculiar ángel, inclusive
algunos desamparados perros de la calle disfrutarían de un poco de pan.
Una vez que termino, aprovecho la ocasión para ir por dulces. A cada casa que iba, a
los dueños se les hacía raro ver a alguien tan grande pidiendo caramelos, pero
tratándose de una chica muy hermosa, no se negaban en dárselos. Unos caballeros e
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inclusive hasta algunas chicas le dieron su número de teléfono, esto la saco un poco de
onda, pues ignoraba el significado de esas cifras.
Cuando el Sol estaba próximo a asomarse, la yōkai regreso a la seguridad de su hogar
con su enorme botín, y se durmió en la comodidad de la cripta que le habían
obsequiado los espíritus del camposanto. Debía de recuperar pronto sus fuerzas, pues
los siguientes dos días serían muy agitados y demandantes en el cementerio.
¿Qué aventuras tendrá esta yōkai en tan singular ciudad? ¿Volverá a ver a Marie y al
señor Nakamura? ¿Podrá algún día conocer a Kaoru? Esto es algo que solo con el
tiempo se sabrá.
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Sobre Yamiko Kurosawa
Yamiko Kurosawa es una chica demonio (Yōkai), la cual se caracteriza por ser una
aventurera sin igual y que no tiene duda alguna en mostrarse coqueta y traviesa ante
los demás. Ella es originaria de Japón, y luego de tanto viajar, decidió establecer su
nuevo hogar en el cementerio principal de Cerro Verde, Veracruz (México).
En un principio a ella se le hizo un poco difícil adaptarse a su nuevo entorno, pues
algunos de los espíritus del camposanto de San Miguel Arcángel se sentían incómodos
ante su presencia y hasta muchos le tenían miedo, pues desconocían por completo
cuales eran las intenciones de la yōkai.
Yamiko por obvias razones se sentía rechazada, hasta que un pequeño grupo de
espíritus, compuesto en su mayoría por extranjeros y olvidados por sus seres queridos,
tuvo el valor de acercársele y comenzarla a tratar. Al percatarse de que solo era una ser
incomprendida, no dudaron en convertirse en sus amigos. Ella suele preocuparse
bastante por el bienestar de sus nuevas amistades, le encanta platicar y oír las hazañas
que estos hicieron en vida y disfruta de hacerse cargo de sus descuidadas tumbas y de
las bellas rosas rojas que están cerca de la abandonada cripta que convirtió en su dulce
y acogedora casa.
Tras una ola reciente de profanaciones de tumbas, por clamor de todos los espíritus,
Yamiko acepto en convertirse en la protectora de ese lugar de descanso. Sintiéndose
aceptada por la mayoría de los residentes de tan lúgubre sitio, la yōkai al fin pudo
encontrar nuevamente sentido alguno para su existencia, pues día con día su estancia
en el cementerio se ha hecho más agradable.
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