EL PALACIO ARzOBISPAL DE ALCALÁ DE HENARES

Transcripción

EL PALACIO ARzOBISPAL DE ALCALÁ DE HENARES
La Biblia Políglota en su contexto. 500 años. La ciudad de los arzobispos
El P
alacio Arzobispal
de Alcalá de Henares
Gustavo Chamorro Merino
En 1129, once años después de la definitiva incorporación de Alcalá a Castilla, el rey Alfonso
VII otorga a los arzobispos de Toledo el gobierno de “el Castro, que aora se dize Alcala, pero
antiguamente Compluto, con todos sus terminos antiguos”. Es lógico suponer que los arzobispos
dispusieran de una residencia en Alcalá, pero no hay datos ciertos sobre su inicio; es probable que el
arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada (1209-1247) ordenase la construcción de un alcázar fortificado; y
la celebración en Alcalá de un concilio provincial por el arzobispo Sancho de Castilla (1251-1261) en
1257 apunta a la existencia de unas dependencias arzobispales capaces de albergarlo. Pero el primer
documento que acredita la existencia del Palacio Arzobispal es una carta de permuta, fechada en
enero de 1271, en la que el arzobispo Sancho de Aragón (1266-1275) adquiere, entre otras, unas
casas del arcipreste Martín González “contigue palacio domini Archiepiscopi”.
A lo largo de la Edad Media el Palacio de Alcalá acoge con frecuencia a los reyes castellanos.
Así Sancho IV pasa en Alcalá, con el arzobispo García Gudiel (1280-1299), las navidades de 1294,
redacta su testamento y recibe a Guzmán el Bueno. Y en 1308 Fernando IV de Castilla firma con los
representantes del rey Jaime II de Aragón un tratado de alianza para conquistar el reino de Granada.
En 1309 en el Palacio se leen públicamente las bulas papales que ordenan el proceso contra la orden
del Temple en Castilla. Y en 1348 es sede de las Cortes del reino, que –convocadas por Alfonso XI–
producen el Ordenamiento de Alcalá, la primera sistematización jerarquizada de leyes.
Los sucesivos arzobispos reforman y amplían su Palacio. Así consta que lo hacen Gómez
Manrique (1362-1375) y, especialmente, Pedro Tenorio (1377-1399), que llevará a cabo profundas
reformas y ampliaciones en la fortaleza arzobispal, dirigidas por Alfonso de Madrid.
En tiempo de Tenorio se produce, al norte del Palacio, la muerte accidental del rey Juan II, que
es ocultada por el arzobispo hasta que logra asegurar la sucesión del príncipe Enrique. Éste, ya como
rey, será asiduo habitante del Palacio, donde en 1394 recibirá a los embajadores de Navarra y de Portugal, y en 1405 a la legación enviada por el Gran Tamerlán desde Samarcanda.
Los sucesores de Tenorio también ejecutan obras en el Palacio, como muestran los escudos de
Pedro de Luna (1403-1414) en el patio principal, los de Martínez Contreras (1423-1434) en los salones
–de Concilios y de la reina Isabel– del cuerpo más oriental del Palacio y la fachada a la plaza de las
Bernardas, y los de Juan de Cerezuela (1434-1442) en el antesalón de Concilios.
El rey Juan II vive en el Palacio de Alcalá durante varias –no menos de once– temporadas; y
también están documentadas estancias de su hijo Enrique IV. Arzobispo de ambos monarcas fue
Alonso Carrillo (1446-1482), que tuvo en el Palacio de Alcalá su principal residencia y un laboratorio
alquímico a cargo de Fernando de Alarcón, y donde acogió a los príncipes Isabel y Fernando en diversas ocasiones, como en 1473 cuando se entrevistan con el futuro papa Rodrigo de Borja.
El cardenal González de Mendoza (1482-1495) “adreçò costosamente los Palacios Arçobispales de Toledo, y de Alcalá”, cuyas obras testimoniaban sus escudos en las crujías norte y este del patio
central. Durante su arzobispado los reyes siguieron siendo asiduos visitantes del Palacio: en diciembre de 1485 la reina Isabel alumbra a su hija Catalina, que será reina de Inglaterra y causa del cisma
anglicano; y en enero de 1486 se entrevista por primera vez con Cristóbal Colón.
El Cardenal Cisneros (1495-1517) promueve la renovación intelectual y espiritual de Castilla
con la creación de la Universidad y la redacción de la Biblia Políglota. Pero también se ocupa de
su Palacio alcalaíno, que en 1497 conoce obras importantes, y que continúa acogiendo frecuentes
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V Centenario de la Biblia Políglota Complutense
estancias de los Reyes Católicos, como la del invierno de 1497-98 o la de la primavera de 1503, en
compañía de la princesa Juana, que aquí da a luz a su hijo Fernando, futuro emperador germánico.
De 1502 es la descripción más antigua del Palacio, obra de Antoine de Lalaing, cortesano de
Felipe el Hermoso: “En cuyo palacio fueron alojados el archiduque y la princesa, y contiene dos grandes cuerpos de casas; y cerca hay dos jardines grandes y bastante bonitos, que producen árboles y
frutos de diversas clases”. Datos adicionales de la configuración del Palacio aportan las cuentas de
Cisneros de 1510 en las que se pagan los arreglos dirigidos por Juan López de Paredes en la “sala
grande del palacio” y su “suelo alto e baxo”, el “corredor que esta sobre la sala grande del palaçio”, el
“pasadiço del jardin del palaçio”, el “camino que esta en el paño de la puerta segunda”, la “torre del
espilo”, “el camino del bosque”, la “sala de la Reyna”, la “sala de los gentiles”, las “puertas de los quartos
del Cardenal”, la capilla y la escalera principal del palacio.
En la época en que se redacta la Biblia Políglota, el Palacio Arzobispal es un conjunto de edificaciones mudéjares y góticas, que conserva la memoria de los monarcas y prelados que lo habitaron
durante la Edad Media. Los arzobispos Fonseca y Tavera, sucesores casi inmediatos de Cisneros, lo
convertirán con sus reformas en uno de los mejores edificios renacentistas de España.
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