¿Sabes descansar?

Transcripción

¿Sabes descansar?
¿Sabes descansar?
Una clave de la fecundidad está en el modo como descansamos y en cómo
sentimos que el Señor trata nuestro cansancio
Andrés Nieto Porras-cc
P. CARLOS PADILLA
Les decía el Papa Francisco a los sacerdotes:
“Cuando uno sabe que, muerto de cansancio, puede postrarse en
adoración, decir: “basta por hoy, Señor”, y claudicar ante el Padre; uno
sabe también que no se hunde sino que se renueva. ‘Le cambia su
ceniza en diadema, sus lágrimas en aceite perfumado de alegría, su
abatimiento en cánticos’ (Is 61,3).
Tengamos bien presente que una clave de la fecundidad sacerdotal
está en el modo como descansamos y en cómo sentimos que el Señor
trata nuestro cansancio.
¡Qué difícil es aprender a descansar! En esto se juega nuestra
confianza y nuestro recordar que también somos ovejas y también
necesitamos del pastor, que nos ayude”.
A veces no sabemos descansar. Lo hacemos mal y seguimos más
cansados. No tenemos nuestras propias fuentes. Nos abruman el
cansancio y la tristeza. Y luego la vida nos pasa factura. Como no
descansamos no logramos descansar a otros porque estamos
demasiado cansados.
En el cansancio no nos alegramos con la vida. Surge la queja y el
dolor. Necesitamos cultivar la alegría por todo lo que conquistamos.
Ya nos lo decía el Padre José Kentenich: “No olviden cultivar la
alegría por cada pequeña victoria que se obtenga. Quien no sienta
alegría de ser noble y bueno, echará mano de alegrías que son
malas. Si nuestra actividad no es creativa no tendremos entonces
fuerzas para otras cosas”[3].
Alegría en lo bueno de nuestra vida. Alegría en nuestros pequeños
éxitos y logros. Alegría creativa. Aprender a reír y a sonreír. Estar
felices con lo que conquistamos, con lo que tenemos, con lo que hemos
recibido gratis, con lo que hemos perdido. Y todo con humildad. Sin caer
en la vanidad. Alegrándonos de lo que Dios nos regala.
Alegría por el camino recorrido y alegría por el camino que nos queda
por recorrer. Alegría por la vida que llevamos. Sin pensar tanto en la
vida que nos gustaría llevar. Saber que estamos en camino. Poco a
poco. Paso a paso.
Acoger lo que hay y no dejar nunca de soñar con realizar mi camino
de santidad. Siempre podemos llegar más alto. Siempre podemos dar
más. Siempre podemos ir más hondo.
Son los dos pilares de nuestra vida. Agradecer y soñar.
Alegrarnos con lo conquistado y mirar más alto, la siguiente cumbre.
Detenernos es retroceder. Lo experimentamos en las cosas más
importantes de nuestra vida. Si en el amor no crecemos, decrecemos. Si
en nuestra vida religiosa no avanzamos, vamos hacia atrás.
Por eso es tan importante agradecer por el camino hecho. Y mantener
la tensión para seguir avanzando.
Publicado en Aleteia

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