Cuando la basura nos alcance
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Cuando la basura nos alcance
Cuando la basura nos alcance Ayer veía en el noticiero el reporte de la situación de emergencia que se ha suscitado en la ciudad de Nápoles y la provincia de Camparia en Italia debido a la imposibilidad de conseguir un espacio como vertedero de basura y efectivamente las imágenes son dantescas, basura por donde quiera, incluso las personas ahora caminan por en medio de las calles porque las banquetas se encuentran llenas de montones de basura. Me imagino el olor que debe de existir en esa ciudad, sin menospreciar la cantidad de fauna nociva que se empezará a generar en medio de la basura y ni hablar de la cantidad de enfermedades que potencialmente se pueden producir. ¿Será esta situación el preámbulo de una debacle ambiental que los ecologistas en años pasados no dejaban de anunciarnos? ¿Será que nuestra cultura consumista está llegando al punto sin retorno? Si la situación de Nápoles se vuelve caótica es simplemente un ejemplo a lo que todas las ciudades están en terrible y riesgo y como ejemplo, podemos hablar de Buenos Aires en Argentina que actualmente se encuentran en negociaciones para encontrar un lugar donde almacenar la basura; otro ejemplo es el de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México en donde el relleno sanitario utilizado para depositar la basura está sobre utilizado, con una vida útil sobrepasada y sin un lugar previamente acordado para sustituir el hoy existente. En la Ciudad de México tan solo, se generan 12 mil toneladas diarias de basura, según estimaciones de la Secretaría del Medio Ambiente. Se dice que cada ser humano produce al menos 1 kg de basura al día, entendiendo que basura es todo material considerado como desecho y que se necesita eliminar, producto de las actividades humanas al cual se le considera de valor igual a cero por el desechado. Pero no hay nada más falso que eso, la basura tiene un valor, siempre y cuando no se trate como basura, sino como un desecho potencialmente reutilizable o reciclable, está comprobado que la basura puede ser un muy buen negocio. Así como hablamos de un fracaso también quiero comentar el otro lado de la moneda, el caso de Suiza, que siendo el país europeo que más basura produce, alrededor de 714 kilos de basura en promedio anual por habitante, cuentan con un sistema muy eficiente en el manejo de residuos. Con una tasa de reciclaje de más del 50%, Suiza se coloca entre los países más avanzados en materia de recuperación de desechos, el país es uno de los más ecológicos de Europa, la tasa de reciclaje supera incluso el 95% de algunos tipos de materiales, tales como el vidrio. La generación de residuos se controla escrupulosamente y se cobra por cada bolsa de basura, misma que debe ser etiquetada con el recibo de pago para poder ser recogida por el servicio de basura. Es gratuita la recolección de vidrio, plástico, desechos orgánicos y del papel adecuadamente separados. Lo que es considerado basura pasa a cámaras de incineración, donde también es aprovechada la energía generada, contribuyendo al 3% de la energía eléctrica generada en el país. Esto es cuestión de cultura y de una rígida política de recolección de residuos, que si lo analizamos no es algo que no podamos hacer el Latinoamérica, complementándola con otras políticas como la reducción de residuos y la reutilización, antes que el reciclaje. Hace algunos años me tocó trabajar en una empresa de reciclaje, que su materia prima eran las botellas de PET y sorpresivamente para mi, resultaba que una fase crítica del proceso era conseguir suficiente botella para usarla en el proceso, mientras que es evidente para todos que es un residuo que se genera extensivamente en todas partes del país, pero esto habla de la mala cultura de recolección y de reciclado que existe actualmente. ¿Si tú tuvieras la facilidad de depositar tus residuos separados en lugares cercanos, accesibles y pudieras recibir una compensación por ello, lo harías? En nuestras manos está organizarnos, ejercer el poder ciudadano, recobrar la conciencia ecológica y sobretodo evitar hundirnos en un mundo de basura maloliente.