ver+ - Fundacion para la Cultura del Vino

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Sobre una mesa, que se extiende en perspectiva hacia la mitad de la representación, se disponen de una manera equilibrada diversos objetos. En primer plano un plato con ostras y un pan recién hecho. Detrás se muestran cinco vasos de cristal,
Bodegón
uno de ellos boca abajo, y al fondo hacia la izquierda, dos cajas cerradas con dulces sobre la que se dispone un cuenco con
frutos secos. La idea de disponer los elementos en un equilibrado esquema de verticales y horizontales es una solución par-
Óleo sobre tabla, 43 x 54 cm
ticular de la manera de concebir el bodegón de los artistas flamencos de principios del siglo XVII. Sin embargo hay un
balanceo de los objetos hacia la izquierda del cuadro no existente en origen. Se debe a que la tabla fue cortada en esta parte,
1615-1620
Museo Nacional del Prado, Madrid
P1606
lo que explica esa cierta desproporción y, el hecho de que se conozca el fragmento retirado (en Palacio Real de Madrid),
permite conocer la simetría y disposición volumétrica más equilibrada del conjunto en su origen. El bodegón reúne elementos de la vida cotidiana en los Países Bajos, no exento de cierto simbolismo. Las ostras, elementos de distinción burguesa,
aluden a la calidad de los productos del mar, mientras que el pan recién hecho y aún caliente al que una mosca se ha acercado, recuerda la fertilidad de los campos. Al fondo, la industria cristalera es mencionada mediante la decorativa superposición de cristales, que permiten, en función del diferente relleno de los vinos y licores, jugar con efectos cromáticos y
lumínicos muy atractivos. Cada pliegue convexo del vidrio refleja el foco de luz que procede de la izquierda del espectador,
y a la vez en alguna de las copas se observa el reflejo de los ventanales propios de la arquitectura nórdica, indicando que
la obra fue pintada en el interior del taller del artista. Este detalle enlaza la obra de Beert con la tradición de la pintura
de los Países Bajos, que juega a menudo con este tipo de reflejos. La pintura, firmada de su propia mano, evidencia la habilidad de este artista para la representación táctil de cualquier objeto y superficie, la precisión con que son mostrados todos
los elementos es la mejor muestra de su calidad pictórica. Ambas partes de la pintura original pertenecieron a la reina
Isabel Farnesio, gran admiradora de la pintura de bodegón flamenca.
atural de Flandes, Beert se especializó en la pintura de bodegón y naturalezas muertas, llegando a alcanzar
gran notoriedad en este género. Sin embargo se tienen pocos datos biográficos suyos concretos. Tras un
periodo de formación en Amberes, obtuvo el grado de maestro en 1602, necesario para ingresar en el
Gremio de pintores de San Lucas y poder mantener una actividad artística propia. Poseedor de una elevada formación intelectual, su producción se enmarca en la realización de elegantes floreros y ramos sobre jarrones, más cercanos a la obra de artistas como Adriaen Bosschaert y Roland Savery que a la de su contemporáneo Jan Brueghel,
creador de una naturaleza muerta mucho más poética y naturalista, distinta a la concepción humanizada del género
que domina la producción de Beert. En su estilo predomina el dibujo y la linealidad sobre el colorido. Su evolución
en la producción de floreros va desde la estricta asimetría de los primeros cuadros a composiciones más abiertas y
dinámicas en los últimos. En cuanto a sus bodegones, llamados de “desayuno”, son pequeñas composiciones de
mesas con vajilla, cristal y elementos de naturaleza muerta y mantienen el mismo efecto plano de su pintura de flores. El punto de vista elevado, habitualmente utilizado, produce una visión de la mesa desde arriba lo que permite
una mayor incorporación de elementos, aunque tratados con una perspectiva un tanto forzada, que redunda en cierta carencia naturalista. La poderosa individualidad con que se tratan los objetos dispuestos sobre la mesa, provoca
en ocasiones una falta de integración del conjunto, componiéndose los cuadros a base de la acumulación de elementos sin ninguna estructura formal clara. Sin embargo, la calidad de sus trabajos llegó a permitirle ser el autor de
los elementos cotidianos de algunas de las pinturas alegóricas y mitológicas realizadas por Rubens. El hecho de que
firmase sus obras en contadas ocasiones y apenas aportase la fecha de creación, hace que muchas de sus pinturas
sean consideradas obras de sus discípulos o al menos en colaboración con él. Su manera de trabajar influyó notablemente en algunos artistas posteriores, siendo su hijo Osias Beert II, su principal seguidor.
N
Osias Beert
(Amberes, h. 1580-Amberes, d. 1624)

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