¿De Dónde Proviene Tu Pasión?

Transcripción

¿De Dónde Proviene Tu Pasión?
¿De Dónde Proviene Tu Pasión?
Milvia Rocío Méndez
Pastora PIBA. Líder Ministerio de Adoración
“Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he
enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte”.
(Éxodo 3:12)
Cuando pienso en pasión mi mente se va a los aficionados por algo, deporte, música, arte,
trabajo en fin, algo que ocupa tu mente, tus esfuerzos, tus emociones, tu celo, tu propósito
en fin, y cuando pienso en este pienso de donde proviene nuestra pasión? Y de pronto me
encontré con este personaje que en algunos momentos parecía que la pasión ya no estaba, o
tal vez antes no provenía su pasión de donde era.
¿De dónde provino la pasión de Moisés? Muchos podrían decir que la pasión de Moisés
provino de aquella experiencia que tuvo con Dios mientras la zarza ardía. Otros podrían
decir que con el paso de los años que anduvo en el desierto, esa llama apasionada ardió
hasta que no la pudo resistir.
Pero la llama de Moisés ardió en su corazón desde el principio, aún antes de él haberse
percatado siquiera de que algo ocurría en su interior, ya Dios había colocado una pasión en
su interior. Dios había puesto un sentir, un celo, un amor, un propósito.
Conocemos de cómo Jehová guardó y preservó la vida de Moisés para que no muriera en
aquella matanza que Faraón había ordenado. Dios planificó todo tan exactamente que a
pesar de que la hija de Faraón adoptó a Moisés como su hijo, él fue criado por su verdadera
familia. Conocía la costumbre hebrea y la costumbre egipcia, tuvo lo mejor de las dos
educaciones.
Pero cuando es verdaderamente manifiesta la pasión y el pensamiento que había en el
interior de Moisés, fue cuando en aquel altercado mató a un egipcio para salvar la vida de
un israelita al que estaban oprimiendo. Éxodo 2:11-12 nos relata lo siguiente: “En aquellos
días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y
observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a
todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena”.
Un fuego ardió en el corazón de Moisés, una ira se apoderó de él al ver cómo sus hermanos
hebreos eran oprimidos bajo el yugo de la esclavitud. Podemos observar cómo Moisés
teniendo los privilegios y siendo un príncipe en Egipto, puede identificar y sopesar que
estaban maltratando a uno de sus hermanos hebreos. Y aunque lo que hizo no estuvo
correcto, es en ese momento donde la vida de Moisés da un giro total y comienza su viaje
de escape al desierto. Un desierto que lo llevaría a escuchar la voz de Dios y en el que le es
revelado el propósito especial que Dios tenía pautado para su vida. Porque a través de ese
desierto Dios fue moldeando el carácter y la vida de Moisés.
Cuando analizamos la vida de Moisés podemos observar que su vida fue una llena de
victorias, pero también llena de desiertos. La mayor parte de su vida estuvo transitando el
desierto, pero Dios cumplió su propósito en él. Hizo de Moisés un gran caudillo, un
libertador que llevó al pueblo de Israel a conocer a un Dios real y milagroso.
Aunque la vida de Moisés fue una en la que tuvo que desarrollar el fruto de la paciencia, en
las que hubo momentos que el pueblo se levantó contra él o que sus propios hermanos
murmuraron contra él, nada lo pudo sacar de carrera. La pasión y la experiencia que tenía
continuamente él con Dios hacia que se parará en la brecha y fuera un intercesor increíble.
Pues a pesar de lo obstinado y rebelde que era el pueblo israelita, Moisés intercedía para
que Dios tuviera misericordia de ellos.
De Moisés hay tanto que podemos aprender. Ya quisiéramos muchos poder dividir las
aguas del Mar Rojo y hacer las proezas que Dios le permitió hacer. Pero Moisés tuvo un
compromiso serio con Dios, era profunda la amistad que tenía, de tal manera que el rostro
de Moisés resplandecía en el monte Sinaí. Tal era la pasión que podía hablar con Dios de tú
a tú y en determinado momento ver las espaldas del Todopoderoso.
Y hoy te invito a que medites acerca de las cosas que están en tu corazón y pensamiento.
¿Cuáles son tus deseos, metas y objetivos? ¿Están centrados en cumplir tu propio propósito
o tu objetivo es que se haga la voluntad de Dios en tu vida? ¿Estás dispuesto a ser expuesto
al fuego, a vivir la calumnia e intriga de la gente? ¿Estás consciente de que por muchas
ocasiones tendrás que pasar una estadía en el desierto? ¡Sí, lo sé, no siempre es fácil! Pero
bien vale la pena el esfuerzo y muchas veces hasta el dolor que pasamos en el proceso.
Porque Dios predominará en nuestras vidas, porque podremos hacer en su nombre proezas
y maravillas. Porque si dejamos que esa pasión arda en nuestras vidas, cumpliremos aquello
para lo que hemos sido llamados.
Nuestra pasión no puede provenir ni de las circunstancias, mucho menos de lo que nos
digan otros. Tiene que surgir de esa experiencia y vivencia con Dios, de ese deseo que
él inyecta en nuestras venas, que sopla en nuestros poros, de esa presencia sublime
que nos hace saber que estamos en el mismo centro de su voluntad.

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