¿Cuántos Recibieron El Bautismo Del Espíritu Santo En Pentecostés?

Transcripción

¿Cuántos Recibieron El Bautismo Del Espíritu Santo En Pentecostés?
“¿Cuántos Recibieron El Bautismo Del Espíritu Santo En
Pentecostés?”
Antes de que Jesús ascendiera al cielo después de su resurrección, Él mandó a sus
discípulos que “no se fueran de Jerusalén” hasta que hubieran recibido el don
prometido del Espíritu Santo. “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de
Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el
Espíritu Santo dentro de no muchos días. Entonces los que se habían reunido le
preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo:
No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola
potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último
de la tierra.“ (Hechos 1:4-8).
Durante su espera, se reunieron con muchas de las mujeres y otros discípulos que
habían seguido al Señor durante su ministerio terrenal. Pedro (quien se levantó como el
líder de esta reunión), reunió más de 120 de los discípulos, todos varones y les
propuso que un nuevo apóstol fuera elegido para ocupar el lugar de Judas. ¿Cómo
sabemos que eran todos varones? Por el original griego que usa el plural de aner,
(varón), andros (varones, hombres) que no se una nunca del sexo femenino. De esos
como 120 varones, solo dos reunían los requisitos necesarios para tomar el oficio de
apóstol.
“En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos
eran como ciento veinte en número), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se
cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de
Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros, y tenía
parte en este ministerio. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y
cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue
notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en
su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. Porque está escrito en
el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en
ella; y: Tome otro su oficio.
Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el
tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el
bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea
hecho testigo con nosotros, de su resurrección. Y señalaron a dos: a José, llamado
Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías.
Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de
estos dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que
cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. Y les echaron suertes, y la
suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles (Hechos 1:15-26).
El nuevo apóstol, escogido luego de la oración y echar suertes, fue Matías, “y fue
contado con los once apóstoles” (Hechos 1:26). Todos estos eventos se registran en
Hechos 1. Al comienzo de los Hechos 2, el Espíritu Santo vino sobre ellos, y
aparecieron lenguas repartidas como de fuego en la cabeza de cada uno de ellos. La
pregunta que surge es: ¿a quiénes vino el Espíritu Santo?
Muchos han respondido que el Espíritu Santo vino sobre todos los discípulos que estaban
reunidos en Hechos 1:15 (unos 120). De acuerdo con esta idea, el Espíritu Santo vino no
sólo a los Apóstoles el día de Pentecostés, sino también faculta a los demás con las
mismas facultades conferidas a los apóstoles. Los que llegan a esa conclusión, lo hacen
porque suponen que, en Hechos 2:1, la declaración, “Cuando llegó el día de
Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.“, se refiere a los 120 discípulos. Sin
embargo, esta conclusión es inexacta. En realidad, sólo los apóstoles recibieron el
milagroso “bautismo del Espíritu Santo” en el día de Pentecostés.
Es importante tener una comprensión adecuada de la Biblia para recordar que los
capítulos y versículos divididos en nuestras Biblias hoy en día no estaban en el texto
original, sino que se añadieron muchos cientos de años después cuando se escribieron
los manuscritos originales de la Biblia. La división de los capítulos entre Hechos 1:26 y
Hechos 2 a menudo es causa de un malentendido. Algunos suponen que los
acontecimientos en Hechos 2:1-4 están relacionados a Hechos 1:15. Si eliminamos la
división de capítulo este problema se resuelve fácilmente. Hechos 1:26 y 2:1, sin la
división, dicen lo siguiente: “Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías:
y fue contado con los once apóstoles. Cuando llegó el día de Pentecostés,
estaban todos unánimes juntos”.
Cuando estos versos se combinan, como en el texto original, es fácil ver que los que
estaban “unánimes en un solo lugar”, fueron los apóstoles. Este hecho se ilustra
además de que, en Hechos 2:14, la Biblia registra que Pedro se puso “en pie con los
once”, y en Hechos 2:37 el texto menciona que la multitud hablaba con “Pedro y el
resto de los apóstoles” Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro
y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?. Además, en Hechos
1:2-4, fue a los apóstoles a quienes Jesús ordenó que esperaran en Jerusalén hasta que
el Espíritu Santo viniera sobre ellos.
“hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos
por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también,
después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables,
apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de
Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino
que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.” (Hechos
1:2-4)
Otro importante detalle que no debemos de dejar pasar es la mención que hace la
multitud de la procedencia de estos varones que estaban hablando en las diferentes
lenguas que ellos habían nacido. Esto debemos relacionarlo con la que hacen los ángeles
cuando Jesús ascendió al Padre.
“Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que
hablan?” (Hechos 2:7) “los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué
estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11). Los apóstoles eran oriundos de la
provincia de Galilea y no de la provincia de Judea, lugar en que se encontraba la ciudad
de Jerusalén. Una manera de poder diferenciar a aquellos que vivían en las diferentes
provincias de Israel era su manera de hablar.
Véase Mateo 26:73. “Un poco después, acercándose los que por allí estaban,
dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu
manera de hablar te descubre “
El bautismo del Espíritu Santo que se llevó a cabo en el día de Pentecostés en Hechos 2
no fue una promesa que recibieron cientos de discípulos, sino sólo vino sobre los
apóstoles. Ellos fueron los únicos que recibieron las lenguas como de fuego sobre sus
cabezas. Muchas personas religiosas de hoy en día que dicen hacen milagros creen que
se les ha dado el “bautismo del Espíritu Santo”, como los 120 discípulos. El
conocimiento exacto de la Biblia, sin embargo, muestra que la promesa del bautismo del
Espíritu Santo fue dada solamente a los apóstoles. Y, si bien es cierto que el Espíritu
Santo mora en cada cristiano verdadero (1 Juan 3:24), no es cierto que esta se
acompaña de poderes milagrosos. Hoy en día, la evidencia del Espíritu en los cristianos
no es la capacidad de hablar en lenguas u obrar milagros, sino la presencia en sus vidas
de “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”
(Gálatas 5:22-23).

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