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264 RESEÑAS NRFH, LVII comparación entre los tres territorios lingüísticos y su correspondiente en España; 2) el inevitable condicionamiento entre los pre-juicios de una escuela crítica y su valoración del objeto de estudio, donde la adscripción a un género o a una forma métrica resulta estrictamente relacional: el Poema del Cid se consideró parte de la épica cuando se pensó en él como en una imitación de las chansons de geste y no antes; 3) finalmente, se traza esa “historia efectual” de la que se habló al principio; una historia del efecto que tienen las ideas en los pensadores posteriores, ya sea para asumirlas, ya sea para contradecirlas desde el nuevo horizonte de expectativas en el que se fundan. Con El Poema del Cid en Europa: la primera mitad del siglo xix, Luis Galván y Enrique Banús cierran un ciclo de sus trabajos, pero abren al mismo tiempo otros perfiles inéditos de su investigación: aquí, los comentarios fuera de España ya no sólo son vistos por su influencia en los comentaristas españoles, sino por su pertinencia desde universos de sentido ajenos, cifrados en la especificidad de cada momento histórico y de cada escuela crítica; este cambio ofrece matices muy sutiles, pero importantes, en relación con los trabajos publicados antes. Si bien para el lector cidófilo se trata de un libro granado de juicios críticos en torno al Cantar, el lector interesado sólo en una estética de la recepción encontrará también una veta rica para entender los caprichosos y difíciles caminos de la interpretación literaria desde sus bases materiales; esa historia efectual flexible que, al final, no es otra cosa que una historia de la cultura nacional y de sus virtudes y sus defectos. Alejandro Higashi Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa Karla Xiomara Luna Mariscal, “El baladro del sabio Merlín”. La percepción espacial en una novela de caballerías hispánica. UNAM, México, 2006; 173 pp. (Publicaciones de Medievalia, 33). A pesar de su relevancia, el tema del espacio y de las relaciones espaciales ofrece todavía muchas aristas desconocidas para los críticos interesados en los libros de caballerías; la trama de las aventuras y los personajes despiertan tanto interés en los lectores que suelen distraerlos de otro personaje también principal, pero de andar sigiloso: el espacio. En la línea de otros investigadores interesados en las estrechas relaciones del espacio y las tramas caballerescas, como Juan Manuel Cacho Blecua o Axayácatl Campos García Rojas, Karla Xiomara Luna Mariscal presenta una investigación detallada y sugerente de las distintas maneras en las que el espacio condiciona los NRFH, LVII RESEÑAS 265 elementos de la trama y la creación de atmósferas en El baladro del sabio Merlín. Aunque no faltan artículos y hasta libros sobre las geografías fantásticas de los libros de caballerías o su poder para generar tramas, el protagonismo que se concede aquí al espacio y los distintos matices con los que se entreteje en la trama del Baladro confieren rasgos distintivos al estudio y conclusiones muy sustanciosas. La selección del corpus es responsable en mucho también de estos rasgos de originalidad; el espacio en el Baladro se construye sobre un principio dinámico que falta en otros libros de caballerías, relacionado directamente con las capacidades mágicas de su protagonista (como apunta la misma Xiomara Luna, “la movilidad extraordinaria de la que hacía gala, sus constantes y veloces viajes, sus desplazamientos horizontales y verticales [pues a veces, como el mismo Merlín explica, tenía que estar en el aire por exigencia propia de su naturaleza], debía de impresionar a más de una cultura fuertemente enraizada y definida por su pertenencia a un espacio «representativo»”, p. 50), pero también con un proyecto narrativo de largo aliento en el que “el deseo de dar una mayor unidad y coherencia a la materia de Bretaña va a regir la estructuración de este cronotopo” (p. 77). En todo caso, la complicada personalidad de Merlín (sabio, consejero de reyes, profeta, adivino, mago) se funda también en una concentrada capacidad para crear esas atmósferas en las que se llevarán a cabo acciones tan distintas como profetizar un bien o un mal en el espacio de la corte o enfrentar una aventura en una geografía maravillosa. El trabajo se divide en tres capítulos de distinta extensión, pero solidarios entre ellos (“Proceso de formación textual”, “La percepción del espacio en el imaginario medieval” y “Tipología y función de las expresiones espaciales en El baladro del sabio Merlín”). Aunque el lector especializado puede obviar el primer capítulo (una síntesis informativa del proceso de configuración textual del personaje y del Baladro desde las fuentes celtas hasta las versiones hispánicas de la post-vulgata), se agradece mucho el ejercicio de síntesis y ordenación de Xiomara Luna, pues dota al conjunto de una claridad difícil de apreciar a primera vista. Un compendio de semejante envergadura, como el que ofrecen Pedro M. Cátedra y Jesús D. Rodríguez Velasco en “El baladro del sabio Merlín y su contexto literario y editorial”, en el volumen que acompaña el facsímil de El baladro del sabio Merlín con sus profecías (Burgos, 1498)1, permite vislumbrar la complejidad de las relaciones entre los testimonios; a propósito, escriben sus autores con franqueza: “Colocar nuestro texto en el laberíntico árbol de la transmisión de la Suite du Merlin de la Post-Vulgata es harto difícil. No sólo porque buena parte del andamiaje de este ciclo se basa sobre suposiciones 1 Ediciones Trea-Hermandad de Empleados de Cajastur-Universidad de Oviedo, Gijón, 1999, esp. pp. xxi-xl. 266 RESEÑAS NRFH, LVII y fragmentos, sino también porque el género constituye en sí campo abierto para la reelaboración, los cambios, las transferencias de episodios, las modificaciones de carácter por influencia de unos y otros textos, etc., etc.” (p. xxx). Obviamente, la exploración de estos caminos exige a menudo deambular por sendas escabrosas y callejones sin salida; y en una maraña textual como ésta resulta muy difícil trazar mapas con más rectas unívocas que líneas curvas. El camino que ofrece Xiomara Luna, al contrario, parece sencillo y sin complicaciones, pero cumple eficientemente con su función: mostrar cómo el personaje de Merlín ganaba complejidad con los aportes sucesivos de las distintas versiones y, consecuentemente, cómo en medio de este torbellino de personalidades que va del sabio consejero al Merlín enamorado se mantienen sus poderes sobre el tiempo y el espacio (pp. 49-50). Este metódico repaso también sirve para matizar los rasgos de originalidad del Baladro de Burgos (1498), base textual del estudio, y ponerlo en sintonía con la compleja tradición que acuna al personaje, de ahí que un lector no tan familiarizado con la literatura artúrica en la Península agradezca el esfuerzo de sistematización. En “La percepción del espacio en el imaginario medieval” (pp. 5374), es un acierto referirse desde el título a “la percepción de espacio” y no simplemente a “una configuración del espacio”; la configuración del espacio aludiría exclusivamente a las herramientas de construcción espacial con las que cuenta el autor (la más sencilla, la toponimia; la más compleja, la descripción), mientras que la percepción del espacio involucra todas aquellas categorías culturales que confluyen en la creación de un efecto de espacio. Con esta perspectiva, el concepto de un espacio medieval muestra un espesor más consistente por la mezcla de categorías culturales de percepción asociadas al mero concepto espacial, como valores sociales, simbólicos, económicos, políticos y geográficos, lo que permite estimar el problema del espacio desde un enfoque existencial y no exclusivamente retórico. Tras la huella de maestros como Aaron Gurevich o Paul Zumthor, la autora presenta progresivamente las implicaciones culturales que tiene una categoría extensiva como el espacio dentro del imaginario cultural, desde la relación del hombre con la naturaleza (pp. 54-57) o la percepción teórica del espacio en itinerarios y mapas (pp. 57-60 y 65-67), hasta sus implicaciones cognitivas en la configuración de una alteridad maravillosa (pp. 60-63) o religiosas, cuando el propósito era darle una existencia física a esas escenas que no la tenían, como el paraíso terrenal (pp. 63-65), el más allá, el cielo o el purgatorio y el infierno (pp. 6772). Se trata en realidad de un nutrido listado de distintas formas de percepción espacial que desemboca en la construcción de un espacio retórico y literario, paradójicamente caracterizado por su pobreza de recursos. La escasez de estrategias literarias para crear una sensación de espacio en los textos no debería sorprender: el uso abundante de NRFH, LVII RESEÑAS 267 los tópicos espaciales dejaba un limitado campo de acción a la inventio retórica (pp. 73-74). De ahí que el concepto de percepción espacial resulte tan atinado, pues libera al lector del estereotipado catálogo de tópicos medievales y le permite adentrarse en el fascinante mundo de la percepción espacial con toda su carga cultural; si para la obra literaria el espacio es simplemente “un atributo accidental que emerge de la función de los personajes (de acuerdo con su estar y su hacer en la obra)” (p. 73), esta perspectiva permite explorar otras rumbos más interesantes de la percepción del espacio. Los frutos de esta orientación compleja se aprecian mucho mejor en el capítulo 3 (“Tipología y función de las expresiones espaciales en El baladro del sabio Merlín”, pp. 75-156), donde Xiomara Luna analiza la percepción de distintas configuraciones espaciales clave para la novela. La referencia inicial a los Evangelios apócrifos, por ejemplo, sirve para estructurar los principales núcleos temáticos del Baladro (pp. 76-85), a partir de una serie de analogías con el misterio de la Encarnación que van desde la propia concepción de Merlín hasta el episodio de la fundación de la Mesa Redonda como analogía de la mesa compartida por Jesús con sus apóstoles. Al espacio estructurante del misterio de la Encarnación siguen los espacios tópicos que proveen un orden social y político. En primer lugar, el palacio (pp. 8598), cosmos organizado y sede de los valores caballerescos que habrá de caracterizarse por su armonía frente al caos del mundo exterior, desde la sala de palacio situada en una prominencia hasta las cámaras bajas, cuyas funciones alternan entre la prisión y el espacio secreto; la torre de palacio es un espacio ambivalente donde transcurren los primeros prodigios de Merlín (su nacimiento, su primer vaticinio, su papel como consejero del rey), pero cuya verticalidad jactanciosa también anuncia su desplome; al pie de la torre se presenta el prado como un lugar de esparcimiento y una frontera entre el palacio y el bosque. Frente al espacio de la ciudad (Camelot) y del palacio como centro organizador de la cortesía, se sitúa el espacio de la vileinie y de la aventura (pp. 99-123) simbólicamente representado por el bosque, el valle, el río, el lago, la fuente, la montaña y la floresta, hasta llegar a los loci terribilis que la tradición ha destinado para la muerte de Merlín. A pesar de sus valores simbólicos asociados, estos lugares sólo cobran un valor real para el lector por el paso de uno a otro, en el que se crea ese efecto de espacio por el contraste o la continuidad entre ellos. La continuidad entre el espacio de la vigilia y el del sueño, analizado magistralmente en las cavilaciones de Arturo y su hermana luego de cometer incesto en el capítulo 19 (pp. 125-129), da cuenta de la función de la horizontalidad en la intriga y se opone a los desplazamientos mágicos de Merlín, libre de las reglas espaciales impuestas a los mortales, hasta llegar a la configuración espacial de su muerte, uno de los episodios analizados con más detenimiento (pp. 134-150). 268 RESEÑAS NRFH, LVII El capítulo cierra con una nota breve sobre la naturaleza más superficial del espacio: la descripción. Aunque se trata de un apartado de corta extensión (pp. 151-156), el balance final de las estrategias de construcción espacial relacionadas con los aspectos narrativos deja un buen sabor de boca. Aquí, Xiomara Luna mide la incidencia de los tópicos en relación con el tipo de aventura y demuestra que “el espacio presenta un mayor grado de convencionalismo cuando el personaje se limita a actuar funcionalmente” (p. 152); de ahí que las aventuras troncales presenten un espacio menos estereotipado que las aventuras secundarias. En todo caso, como se había anunciado en el capítulo anterior, la descripción espacial apenas ocupa un lugar modesto en el discurso literario, del que mucha culpa tiene el público conocedor de los temas y al que poca falta haría instruir en la fachada de un palacio o la oscuridad de un bosque. Como apunta Xiomara Luna, son muchas las ocasiones en las que una palabra basta para describir un lugar y sus implicaciones; en el devenir de la sesión de lectura en voz alta “las palabras ‘bosque’, ‘corte’ o ‘fuente’ funcionaban como centros de imantación semántica (cargados con significados culturales e intertextuales” (p. 154), de modo que sería el receptor quien tendría la tarea de “reconstruir, a partir de su ubicación en el texto y de los personajes que en él aparecen, una atmósfera y unos sentidos que completaban el espacio narrativo” (p. 154). En el capítulo final (“Conclusiones”, pp. 157-163), la autora ofrece una síntesis razonada de todo el trabajo, con especial insistencia en los rasgos de originalidad del Baladro. Este trabajo de Xiomara Luna representa una investigación rigurosa de los aspectos más originales del Baladro en cuanto se refiere al tratamiento del espacio; la novedad del acercamiento hay que buscarla en sus bases hermenéuticas, cuyo potencial se desarrolla plenamente frente al esquemático análisis de tópicos en el que pudo convertirse. Por el contrario, en “El baladro del sabio Merlín”. La percepción espacial en una novela de caballerías hispánica, la autora ha sabido enhebrar sabiamente predicados teóricos y filosóficos en una rica trama de análisis minuciosos sobre la percepción del espacio cuyo modelo, sin duda, alentará investigaciones futuras sobre el tema. Alejandro Higashi Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa Cristina Castillo Martínez (ed.), Antología de libros de pastores. Centro de Estudios Cervantinos, Alcalá de Henares, 2005; 529 pp. En un esfuerzo por dar a conocer un compendio de obras pertenecientes a un género poco atendido dentro de la ficción de los Siglos