El ascenso al poder de la mujer en Chile - Dr. Santiago Juan

Transcripción

El ascenso al poder de la mujer en Chile - Dr. Santiago Juan
CAPÍTULO VIII
El ascenso al poder de la mujer en Chile:
Análisis del discurso político
de Michelle Bachelet
TERESA HUERTA
University 01 Southern Indiana
CAROLINA LATORRE
Butler Un ivers it y
Con una trayectoria política sorprendente y una experiencia de
vida emblemática, Michelle Bachelet, la nueva presidenta de Chile,
emerge sorpresivamente como una figura política clave en el Cono
Sur. Médico cirujano, especialista en pediatría y salud pública, Bachelet es designada ministra de saltid en el año 2000, cargo que le
permite echar las bases de la reforma de salud en Chile. En 2002 es
nombrada ministra de defensa, nombramiento que toma en cuenta
sus estudios sobre estrategia militar en la Academia Nacional de
Estudios Políticos y Estratégicos de Chile (ANEPE), y sobre defensa continental en el Colegio Interamericano de Defensa en Wa, shington. Esta última designación sienta un precedente, ya que se
convierte en la primera mujer en Chile y Latinoamérica en desempeñar este cargo.
En lo personal, Bachelet se sobrepone a una persecución despiadada de la dictadura de Pinochet que primero aniquila a su padre,
General de Brigada de la Fuerza Aérea, quien muere de un infarto
cardíaco en prisión debido a apremios físicos, y luego las apresa a
ella y a su madre llevándolas a centros de tortura, y eventualmente
al exilio. Como Bachelet misma lo expresa en su discurso ante el
Congreso del Partido Socialista de Chile, ella pertenece a «una generación que enterró a muchos de los suyos, y que vio desaparecer a
otros tantos. Una generación que vivió el exilio. Una generación que
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HlST ó RICA, GENERO
E lNTERDlSClPLINARIEDAD
TERESA HUERTA y CAROLINA LATORRE
vivió en su propio cuerpo la tortura y el atropello a la dignidad humana » «<Los valores que orientan nuestro accionar», 2).
Morris explica como los partidarios de Bachelet la ven como un
símbolo de la transición de Chile él la democracia:
Bachelet's avid supporters see her as a «symbol of Chile's transition to democracy", with a rather unique life story that distinguishes her from the traditional male and female politician prototype. As a daughter of an Air Force general who was tortured
and killed for opposing Pinochet's 1973 coup, and as a victim of
torture herself, Bachelet represents a particularly uniting force for
building bridges between the civilian government and the post-Pinochet military establishment (<<Breaking In or Breaking Out", 20).
El maltrato y la cercanía de la muerte, sin embargo, no menoscaban la estabilidad emocional y el proyecto de vida de Bachelet, quien
persigue sus metas con paciencia y perseverancia. Su liderazgo político comienza temprano, cuando es elegida presidenta de curso en la
secundaria, y dirigente estudiantil durante el gobierno de la Unidad
Popular, época en que se incorpora a la juventud socialista. Su compromiso ideológico queda claramente establecido cuando es elegida
miembro del comité central del partido socialista en 1995. Su activismo político culmina cuando es designada candidata a la presidencia
de la república por la coalición de partidos de la Concertación], inscribiendo oficialmente su candidatura presidencial el 8 de septiembre de 2005.
La candidatura de Bachelet se gesta sorpresivamente en base a
encuestas de opinión que evidencian su creciente popularidad. Aparentemente, este apoyo popular responde al esfuerzo de Bachelet por
ayudar a los grupos más vulnerables de la sociedad como los hijos
de detenidos desaparecidos, los enfermos de SIDA, los nií'\os, los ancianos y las mujeres. Su paso por los ministerios de salud y defensa
es también crucial para establecer su liderazgo; en su trabajo ministerial, desarrolla una relación muy cercana con la gente, la cual la visualiza como una profesional eficiente que hace un serio intento por
solucionar problemas sociales endémicos. Un ejemplo de lo anterior
son los esfuerzos denodados de Bachelet por disminuir las colas de
atención en los consultorios de salud en un 100 por 100 en tres meses, meta que no logra cumplir en su totalidad, pero que concita el
apoyo incondicional de la gente (La hija del tigre, 153).
Bachelet ejemplifica una trayectoria política alternativa basada en
el apoyo de la gente y en una exitosa gestión ministerial en el sector
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privado. Esta opción resultó más conveniente para las dos mujeres
chilenas que se proyectaron como candidatas a la presidencia en las
elecciones recién pasadas (Michelle Bachelet y Soledad Alvear). Según Morris, esta modalidad, a diferencia de la carrera parlamentaria
tradicional, les da a las mujeres más flexibilidad de horarios para
preocuparse de sus familias y les evita la dura competencia política
que implica una elección de alcalde, diputado o senador (19) .
Con todo, la popularidad de Bachelet también se hace evidente
en los ámbitos de la política contingente, yendo más allá de las lealtades partidistas. En Bachelet; la historia no oficial se narra una visita
del actual presidente Ricardo Lagos a Chiloé, durante la reciente
campaña municipal. En esa ocasión, Sergio Páez, un dirigente democratacristiano que había impulsado la candidatura presidencial de su
" correligionaria Soledad Alvear, le solicita una visita de la entonces
ministra de defensa Michelle Bachelet. Lagos, asombrado, comenta:
«esto es muy raro. Nunca había visto algo así. Si los dirigentes democratacristianos quieren a Bachelet no hay más que hablar ... "Esta
niña es un balazo"» (22-23).
Este estudio tiene por objeto analizar el discurso politico de Bachelet contenido en siete discursos pronunciados por ella entre el2 de diciembre de 2004 y el 11 de diciembre de 2005, correspondientes a la
primera vuelta presidencial, y en dos discursos más pronunciados
después de la primera vuelta, incluyendo sus palabras como presidenta electa el 15 de enero de 2006; todos ellos fueron publicados en el sitio intemet de su campaña. A lo anterror se añaden los pronunciamientos politicos vertidos por Bachelet en dos entrevistas concedidas al
diario chileno El Mercurio, en los días previos a la elección. Se analizarán estos discursos desde el punto de vista semántico y retórico, teniendo como guía los planteamientos teóricos de Julieta Haidar (El
campo del Análisis del discurso: aportes para el estudio de lo político, 2003) y
de Teun Van Dijk (<<What is Political Discourse Análisis?», 1997).
Una de las condiciones sine qua non para que haya discurso político, según Haidar, es la capacidad del sujeto político para desarrollar un liderazgo efectivo (11-12). Esta capacidad queda demostrada
en el caso de Bachelet por su habilidad para generar un discurso
diferente y cercano a la gente. Una de las estrategias más efectivas
de Bachelet para acercarse a la gente es enfatizar su rol de madre yama
de casa en el ámbito privado para así reforzar su rol en el ámbito
público. De esta forma, su discurso establece un puente entre la esfera pública y la privada a las que no hace aparecer como mutuamente excluyentes sino como dos ámbitos complementarios que se apoyan mutuamente.
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) MEMORIA HIST6RICA, GÉNERO E rNTERDISCIPLINARIEDAD
Por una parte, Bachelet se presenta ante el electorado como una
política hábil, capaz de mejorar las condiciones de la mayoría: «represento el cambio de todas aquellas cosas que podemos mejorar:
más y mejor trabajo, educación de calidad, salud digna para todos,
seguridad y protección para las familias» (<<Discurso cierre de campaña», 2); por otra parte, sin embargo, ella sigue siendo «una mujer
como tantas, que ha trabajado duro y sacado adelante a su familia »
(<<Discurso cierre de campaña» , 2) . La percepción que el electorado
tiene de Bachelet como una mujer sencilla, pero capaz de enfrentar
grandes desafíos ha sido adecuadamente descrita por Isabel Allende
en una declaración de apoyo a la candidata :
He oído decir varias veces que MicheUe es como miles de otras
chilenas, como nuestras madres, hermanas, amigas, una profesional quitada de bulla, trabajadora, que cuida a su familia y participa
de las dificultades de la existencia cotidiana, en otras palabras, alguien «como uno». Cierto, pero creo que Michelle es mucho más
que eso Aunque nos cautive su sonrisa maternal y nos intrigue la
posibilidad de tener una primera Presidenta, Michelle no es solo
una especie de mamá a nivel nacional, una señora simpática que se
ha ganado el corazón de los chilenos por su llaneza y bondad. Estamos frente a alguien de intelecto brillante, médica y ministra de
estado, una persona estudiosa, determinada, inquieta desde la
adolescencia por el tema de la justicia social (<<MicheUe Bachelet,
voto de esperanza », 1).
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Al borrar la línea divisoria entre el ámbito público y el privado, el
discurso de Bachelet ocupa un espacio intermedio entre ambas esferas que Mayhead ha descrito como un espacio andrógino y neutro
que corresponde a una nueva manera que tienen las mujeres de hacer política en el siglo XXI. El discurso femenino que ocupa el espacio
retórico antes descrito se caracteriza por no ejemplificar un estilo de
hacer política típicamente femenino y por ser un discurso que se
preocupa de temas que no sólo atañen a las mujeres sino a toda la comunidad (209-210).
Al postular que el discurso de Bachelet ocupa un espacio de estas
características se entiende mejor el apoyo concitado por Bachelet en
electores de ambos sexos, ya que su proyecto para la nación no privilegia aquellos temas que se relacionan con la mujer, sino que está enfocado a resolver los problemas de la ciudadanía en general. Es por
eso que, en su diálogo con los ciudadanos, ella ha preferido un discurso abierto e inclusivo en que habla con ellos de una amplia gama
de temas:
De un plan de igualdad desde la infancia, para eliminar las diferencias de cuna en nuestros niños. De una reforma provisional
que asegure pensiones dignas a nuestros adultos mayores. De mayor equidad, y calidad en la educación, de la subvención diferenciada. De una mejor vivienda, pero de una mejor ciudad. De más
innovación, de democratizar el emprendimiento. De cuidar de verdad el medio ambiente. De preocuparnos de la mujer. De proteger
a los trabajadores. De más poder para las regiones (<<Congreso General del Partido Socialista de Chile», 2).
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Basándonos en la argumentación de Haidar quién afirma que «el
discurso político es el que se encuentra más impregnado de la coyuntura» fuera de la cual pierde espacio y se desfasa (12), postulamos que el discurso de Bachelet está íntimamente ligado al devenir
político e histórico de Chile. Cuando Bachelet se refiere al presente
en su discurso, este presente está condicionado por los cambios llevados a cabo por la Concertación en 16 años de gobierno, los que a
su vez son una reacción a 17 años de dictadura. Es así como Bachelet
debe referirse a un proceso gradual de democratización y modernización del estado que ha logrado avances importantes, pero que no
ha sido completado.
Mirado desde la perspectiva anterior, se entiende por qué el discurso de Bachelet no contrasta un presente puntual con un pasado
inmediato. A diferencia del discurso político tradicional que postula
Van Dijk, en que las referencias al presente tienden a ser negativas
(27), el discurso de la presidenta cnilena tiene su origen en una visión
positiva del Chile actual que ella describe como «un Chile distinto.
Un Chile tolerante. Un Chile abierto. Un Chile maduro que salda las
deudas de su pasado y se atreve a mirar al futuro en conjunto»
«(Nuestro sueño posible», 1). Es en este Chile en el que, en los últimos años, se ha diversificado la oferta exportadora y se ha logrado
una estabilidad macroeconómica gracias a una política de disciplina
fiscal (<<Nuestro sueño posible», 3). Ella también menciona los avances de los gobiernos de la Concertación en cobertura educacional y
en la reducción de la pobreza (<<Nuestro sueño posible», 4-7). Bachelet piensa que la receta adecuada para el futuro debe ser «más de lo
mismo», o sea «persistir en lo bueno que se ha logrado hasta ahora »
(<<Nuestro sueño posible», 8). Más de lo mismo, dice Bachelet, pero
con una nueva meta: «transitar de la prosperidad a la solidaridad»
(<<Junta Nacional de la Democracia Cristiana », 5).
Lo anterior hace que las promesas de cambios futuros en el discurso de Bachelet no sean diametralmente opuestas al presente como
ocurre en el discurso político tradicional (Van Dijk, 27), sino que re-
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presenten la continuidad de los cambios que ya se han llevado a
cabo. Es así como la necesaria polarización del discurso político que
postula Van Dijk (28) se expresa en el discurso de Bachelet como una .
crítica presente a un pasado más remoto que corresponde al período
dictatorial que se extiende desde 1973, cuando se produce el golpe
de estado, hasta 1990, fecha en que Patricio Aylwin, al primer presidente democrático, asume la primera magistratura.
Los cambios para el futuro que propone el discurso de Bachelet se
caracterizan por una creciente aceleración y una necesidad imperiosa de innovación para aprovechar las oportunidades brindadas por
la globalización y la sociedad del conocimieÍüo en el siglo XXI. Para
poder dar el salto al desarrollo económico, expresa Bachelet, hay
«que ser cada día más innovadores» y no esperar que las condiciones
sean propicias sino salir a buscar las oportunidades. Por eso Bachelet
le recuerda a la ciudadanía que en el mundo de hoy se trabaja «contra el tiempo;» esta urgencia es especialmente importante en su caso
ya que, debido a una reforma constitucional, su período de gobierno
será de cuatro años y no de seis como había sido la norma en Chile
con los presidentes anteriores (<<Nuestro sueño posible», 7-8).
El discurso político de Bachelet contrasta períodos extendidos en
el tiempo, que según la presidenta chilena, han transformado el país
en forma lenta, pero segura: «Chile cambió ante nuestros ojos», nos
dice Bachelet. «Los gobiernos de Aylwin y Frei construyeron un Chile distinto. El Chile opaco, empobrecido, aislado de Pinochet, dio
paso a un Chile pujante, vibrante, reconocido» (<<Los valores que
orientan nuestro accionar », 3). El logro más importante de la Concertación como lo percibe Bachelet, por lo tanto, es el haber reemplazado un discurso político autoritario por uno democrático.
Como buena militante socialista, Bachelet hace hincapié en los
cambios llevados a cabo por el presidente socialista saliente, Ricardo
Lagos:
Chile cambió aún más durante estos cinco años. Ya no sólo fue
un cambio de faz. Ya no sólo fue la monumental obra en caminos y
puertos. Ya no sólo fue el cambio hacia familias con vivienda, agua
y luz. Ya no sólo fueron más escuelas y hospitales. Chile ha cambiado también culturalmente. Estamos siendo testigos del fin de la
mentalidad poco abierta, el fin de la cultura de la arrogancia, comienza el fin de la intolerancia (<<Los valores que orientan nuestro
accionan>, 3).
El cambio cultural arriba descrito, culmina, según Bachelet, con
«un nuevo desafío ... poner, por primera vez en la historia, a una mu-
AMORlA HIST6RICA, GÉI\TERO E fNTERDISCfPLINARIEDAD
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jer en la primera magistratura de Chile» (<<Los valores que orienté'm
nuestro accionar», 3).
Increíblemente, esta meta, que parecía tan difícil de lograr, se convierte en una realidad cuando, el 15 de enero de 2006, Michelle Bachelet Jeria es elegida presidenta de Chile con un 53.5 por 100 de los
votos, convirtiéndose en la tercera jefa de estado en la historia de Latinoamérica, después de la nicaragüense Violeta Chamorro y la panameña Mireya Moscoso. Es entonces cuando su discurso cobra una
fuerza y efectividad inusitadas ya que por primera ve z en Chile el
discurso de una mujer, que no corresponde al imaginario socio-cultural y político de Chile de carácter eminentemente patriarcal, es
[ apoyado por la ciudadanía. A las restricciones discursivas que nos
plantea Haidar, «quien puede hablar» en el discurso político y «a
quien puede hablar» (7), se puede responder de una manera inédita: puede hablar una mujer a un electorado de hombres y mujeres.
Bástese recordar que no fue la votación de las mujeres la que inclinó
la balanza a favor de Bachelet, ya que hombres y mujeres votaron
por ella en igual número (<<Editorial El Mercurio», 1).
Las restricciones discursivas anteriormente mencionadas tuvieron una respuesta muy diferente en los años 90 en Latinoamérica.
Nikki Craske explica que en los gobiernos democráticos que reemplazaron a las dictaduras en América Latina (como es el caso de los
gobiernos de la Concertación) se produjo una remasculinización del
discurso político que había abierto nuevos espacios para la mujer en
los años 80 (87), fenómeno que se réfleja en el discurso de Bachelet.
Ella sabe que su liderazgo desafía la norma en Chile, y que no es más
que un primer paso para que la mujer se integre a las esferas de poder. Es por eso que Bachelet denuncia en su discurso la exigua participación de las mujeres en política desde los años 90 en Chile:
Apenas el lO por 100 de las parlamentarias desde 1990 han sido
mujeres. En el Senado, solo 4 por 100. Apenas el12 por 100 de los
municipios son encabezados por alcaldesas; sólo 17 por 100 de los
concejales son mujeres. En los ministerios apenas un 17 por l OO,
eso considerando que el presidente Lagos ha subido este promedio
al nombrar 8 ministras. ¡Yeso que nosotras somos más de la mitad
del electorado (<<Primer encuentro mujer Araucania», 5).
Para remediar 10 anterior, Bachelet promete «paridad hombre / mujer» en los puestos de su confianza, y anuncia un proyecto de
«ley de cuotas para la participación femenina ... para que el 40 por
100 de las candidaturas de los partidos sean mujeres» (<<Primer encuentro mujer Araucanía», 5).
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Bachelet, no obstante, está también muy consciente de los prejuicios culturales que ha debido erurentar su campaña a causa de la forma en que la opinión pública ha percibido tradicionalmente los liderazgos femenino y masculino, y que ha hecho más difícil para ella
convencer al electorado de su competencia para desempeñar el cargo. En una entrevista concedida al diario chileno El Mercurio, expresa lo siguiente:
[Llos estilos de liderazgo de las mujeres son distintos que los
de los hombres. Si un hombre habla fuerte y firme, tiene carácter. Si
una mujer habla fuerte y firme es histérica. Si un hombre llora, es
sensible. Si a una mujer se le quiebra la voz o le tirita la pera, es descontrolada ("Michele Bachelet: Yo soy humanista laica», 2).
Aunque Bachelet describe estas diferencias de percepción de los
liderazgos femeninos y masculinos como prejuiciadas, en otra entrevista para El Mercurio se da maña para hacer resaltar diferencias, que
según ella, prueban que las mujeres no sólo pueden «hacer las cosas
tan bien como los hombres», sino que les añaden algo más:
[LJas mujeres podemos hacer las cosas tan bien como los hombres, pero le podemos poner algo más: una manera distinta de hacer las cosas. Podemos ser eficientes, cumplir lo que prometemos,
pero además podemos tratar de que éste sea un país más acogedor.
Podemos movernos entre lo teórico y lo práctico, entre lo general y
lo particular. Nos preocupamos mucho de las grandes cosas, pero
también de implementarlas, de los detalles (<<Bachelet sale a encarar a Lavín y Piñera", 5).
El afán integrador de Bachelet no se detiene en la mujer sino que
pretende integrar a las tareas de futuro a todos los ciudadanos, más
allá de sus diferencias: «creo con mucha convicción que tiene mucho
más valor lo que podemos lograr juntos, que la defensa de lo que
puede separarnos» «<Nuestro sueño posible», 2) . Esta integración
debe extenderse «más allá de las fronteras de los partidos, las coaliciones y los gobiernos» «<Nuestro sueño posible», 7). Las fronteras,
por lo tanto, no sólo deben abrirse en el frente interno sino en toda
Latinoamérica y en el mundo entero, donde la integración debe
apuntar a objetivos estratégicos que generen mecanismos de seguridad colectiva, y a objetivos energéticos, económicos y comerciales
«<Desafíos del progresismo en Chile», 6).
Estamos de acuerdo con Insunza y Ortega cuando afirman que
Bachelet «posee un liderazgo integrador femenino, distinto al estilo
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impositivo frontal, tan en boga en estos días» (65). Su discurso no se
ubica a medio camino entre el consenso y el disenso, como sugiere
Haidar en su modelo (14) sino que se acerca mucho más al consenso.
Para minimizar la confrontación, Bachelet se vale de la ironía y de
un lenguaje indirecto en el que ella celebra el discurso opositor por
haber evolucionado hacia valores más genuinos que son los que ella
representa. Aunque sutil, esta estrategia es muy efectiva porque deja
claro que el discurso opositor es culpable de simulación, mecanismo
en el cual, según Haidar, «el sujeto toma el vocabulario o marcas discursivas de un grupo que no es el suyo» (23):
¡Cuánto gusto da ver a algunos de la oposición ahora preocupados de la igualdad de oportunidades! ¡Cuánto gusto da ver a los
intolerantes de antes hablando ahora de tolerancia! ¡Cuánto gusto
da ver a los autócratas de antes hablando ahora de participación y
democracia! «<Los valores que orientan nuestro accionap>, 7) .
Pero Bachelet no sólo usa implícitos discursivos para diluir sus
ataques al conglomerado opositor, sino que se refiere abierta yexplícitamente a la necesidad de implementar una campaña amplia, limpia, y sin descalificaciones:
Chile quiere participación, y allí están los diálogos ciudadanos.
Chile quiere una campaña propositiva, y allí está nuestro discurso,
amplio, abierto limpio, sin descalificaciones. Chile quiere inclusión
y no exclusión. Chile quiere1gualdad, quiere menos pobreza. Chile quiere justicia. Y de eso hemos hablado en esta campaña ("Congreso General del Partido Socialista de Chile», 2).
Algo parecido expresa en su discurso del 11 de diciembre de 2005,
pronunciado después de las elecciones de primera vuelta, en que ella
no alcanza la mayoría absoluta para ser elegida. En esa ocasión les pide
a sus dirigentes « ... menos peleas políticas. Menos declaraciones por los
diarios. Menos discusiones que no llevan a ninguna parte ... (<<Discurso
elecciones», 2). Bachelet prefiere que los miembros de su comando salgan más a teneno para dar a conocer su programa.
La necesidad que tiene Bachelet de generar un gran consenso nacional se hace también presente el 15 de enero de 2006, cuando pronuncia su primer discurso como presidenta electa. Esa noche Bachelet saluda a aquellos que votaron por los otros tres candidatos
expresando su deseo de incorporarlos a su gobierno. Luego, y al recordar la violencia de que fuera objeto durante la dictadura, habla de
un reencuentro entre todos los chilenos:
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La violencia entró en mi vida destrozando lo que amaba. Por.que fui víctima del odio, he consagrado mi vida a revertir ese odio.
y convertirlo en comprensión, tolerancia y, por qué no decirlo, en
amor. Se puede amar la justicia y a la vez ser generosa. ¡Porque
Chile se ha reencontrado! ¡Porque hemos avanzado mucho en esa
senda! ¡Mi gobierno será un gobierno de unidad! ¡Seré la presidenta de todos los chilenos! ("Palabras de la presidenta electa », 2).
Del análisis llevado a cabo en este estudio se desprende que el
discurso político de Michelle Bachelet es un discurso atípico porque
no critica un pasado inmediato y no hace promesas futuras que difieran radicalmente del estado de cosas presente. Su discurso, además,
diluye la necesaria polarización del discurso político tradicional mediante el uso de la ironía y el lenguaje indirecto. Pero, más importante aún, el discurso de Bachelet es también inédito, ya que por primera vez en Chile el electorado apoya el discurso integrador de una
mujer. Lo anterior se explica por el carácter inclusivo y dinámico del
discurso de la presidenta chilena que se abre a todos los sectores estableciendo puentes de unión entre la esfera pública y privada, entre
hombres y mujeres y entre militares y civiles.
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NOTAS
1 La Concertación es una coalición de partidos de centro-izquierda que ha gobernado en Chile en el período post-dictatorial y que incluye a los siguientes partidos políticos: el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Partid o Radical Social Demócrata
(PRSD), el Partido Pro Democracia (PPD) y el Partido Socialista (PS) (Siavelis, 423).

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