res populares: Las educadoras sanitarias comunales. Una

Transcripción

res populares: Las educadoras sanitarias comunales. Una
La construcción de capital social en mujeres populares: Las educadoras sanitarias
comunales. Una experiencia local
Lic. Laura Fiszman
agosto de 2005
El presente trabajo es una primera exploración del concepto de capital social
como puerta de entrada a la política local para algunas mujeres del movimiento
social que se autodenominó Educadoras Sanitarias Comunales de Lomas de
Zamora (ESC) a comienzos de la década del ’80 en el Municipio de Lomas de
Zamora.
Este movimiento puede ser analizado como una organización de base o comunitaria, con un núcleo reducido de miembros organizadores y una estructura
interna simple, un ámbito de acción eminentemente local y una orientación hacia problemas concretos de la comunidad. Las ESC dependían “en buena medida de recursos externos para su funcionamiento que obtienen primariamente
del Estado. Asimismo, mantienen relaciones de diferente naturaleza con la esfera gubernamental, instituciones como la Iglesia católica y otras organizaciones
del ámbito no gubernamental” (FORNI, 2001:94).
El estilo de acción política de las ESC no fue convencional, ya que se basó en la
acción directa en el territorio, dando preferencia a los procesos de la sociedad civil, fuente y medio por el que los movimientos sociales desarrollan sus acciones1.
Sus prácticas y reclamos se ligaron a una apertura de la vida política y a un conjunto
de intereses más vinculados con las necesidades básicas de los ciudadanos.
sus acciones. Según Offe, esto movimientos sociales, rebasan al Estado y justamente esa distancia que establecen con relación a la política se considera como
condición de su éxito (ARANDA SÁNCHEZ, 2000:6).
Sin embargo, en el caso de las ESC se pueden identificar determinadas reacciones del Estado municipal ante las demandas del movimiento que llevan a
este último a evaluar la opción dentro de una coyuntura política determinada: la
incorporación dentro de la estructura estatal en los comienzos de los ‘90.
Sin embargo, las ESC debieron disputar recursos a caudillos políticos territoriales, punteros y referentes, quienes desarrollaban prácticas clientelares y
asistencialistas sobre la población beneficiaria de los proyectos, programas y
políticas sociales del Municipio.
Los nuevos movimientos sociales han sido analizados en relación con su autonomía o separación respecto del Estado y sus instituciones, así como de los
procesos políticos estructurales, posición que perfila el tipo de movimiento y
1
Lo cual contrastaría con el modelo tradicional de intermediación de intereses que los partidos políticos.
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El movimiento de educadoras sanitarias
comunales de Lomas de Zamora
Particularmente, los campos de lo social y de la salud asumieron un lugar
protagónico donde los otros -los pobres- debían ser entendidos en el contexto
de sus culturas para facilitarles el acceso a un nuevo posicionamiento, dado que
eran visualizados como portadores de la verdad:
I.
“Son los integrantes de la propia comunidad los más capacitados para definir sus problemas y que además, con una adecuada
instrucción, se pueden constituir en el recurso humano más idóneo
para resolverlos, ya que comparten con los demás pobladores algo
esencial: el mismo código, las mismas pautas culturales y las mismas necesidades y carencias”. (Documento de Sistematización de
la Experiencia de las Educadoras Sanitarias Comunales realizado
en 1991).
“La memoria no es nunca, pues, una evocación pura y espontánea de los hechos o experiencias del pasado, tal como realmente
sucedieron o como originalmente se los vivenció: implica un proceso permanente de elaboración y reelaboración de acontecimientos
que tuvieron importancia pública y política, que siempre entrañan
una lectura social del pasado en los ojos del presente”.
(JAMES, 1995)
En la Argentina de los ‘80, en el contexto de la lucha por la recuperación de
la democracia, las Organizaciones de la Sociedad Civil hicieron su aparición
en el espacio público, particularmente aquellas dedicadas a la defensa de los
derechos humanos y las de promoción y desarrollo. El accionar de muchas de
estas últimas se apoyó en el paradigma de la década del ’60 que revalorizaba las
organizaciones de base y criticaba las formas de relación con los pobres basadas en la beneficencia: las organizaciones buscaban un diálogo con los sectores
oprimidos, al margen del Estado.
Dentro de este contexto, para comprender los antecedentes y las concepciones que dieron sustento al proyecto de Educadoras Sanitarias Comunales
(1981) y a su continuidad como Fundación de Organización Comunitaria (1989),
resulta relevante recuperar las características más importantes del Movimiento
de Reconceptualización que se gestó hacia fines de la década del ’60 dentro de
la carrera de Trabajo Social (en la cual se formó la líder de la organización).
La reconceptualización buscó generar en la profesión del trabajo social una
práctica y una reflexión latinoamericanas que dieran respuesta a las particularidades del continente abriendo nuevas perspectivas y debates sobre el quehacer
profesional (CARBALLEDA, 1995).
Las grandes convulsiones sociales y políticas y el alto nivel de participación
que protagonizaron los jóvenes latinoamericanos por los años ‘70 influyeron en
la politización de las prácticas profesionales: las acciones y los proyectos eran
ubicados y entendidos dentro de la esfera política. Rápidamente se identificó la
profesión con la militancia.
Los ámbitos de intervención fueron las villas, los asentamientos, los hospitales y las escuelas, donde el Trabajo Social y los primeros equipos interdisciplinarios resignificaron su espacio de trabajo, incorporando las técnicas que
favorecían la participación de los actores para realizar una lectura crítica de las
instituciones.
El golpe de Estado de 1976 acalló la política y la militancia. El movimiento
de reconceptualización permaneció como una experiencia clave dentro de la
disciplina, que marcó la forma de intervención y de explicación de la realidad de
muchos profesionales, como Elisa, líder del movimiento de educadoras.
II.
Las primeras intervencio-nes en el territorio de Lomas de Zamora se realizaron
en-tre 1981 y 1982 en el barrio Villa Lamadrid –Banfield- compuesto por 98
manzanas que comprendían unos 5.000 habitantes. Se trataba de un asentamiento
reciente con viviendas precarias y escaso equipamiento social, con ausencia
total de dispositivos de saneamiento básico de altísimo riesgo para la salud,
especialmente para los más chicos, como en la mayoría de los asentamientos y
las villas del conurbano bonaerense.
En el caso en análisis, la iniciativa surgió a partir de la alta incidencia de la
morbidad y mortalidad infantil detectada por el equipo de salud de la Unidad
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Sanitaria local, y por la
dificultad que evidenciaban
los
profesionales
para
establecer vínculos de
confianza con la población
del
barrio.
La
población de los barrios
no se apropiaba de los
servicios del municipio
por temor a la represión y
a las denuncias, ya fueran
políticas o judiciales, situaciones cotidianas durante la
dictadura2, y por la deficiente atención brindada y el expreso maltrato ejercido por
los integrantes del equipo.
de pan o una taza de cocido (…) Ella nos enseñó que éramos valederas
no sólo para nuestra familia sino también para la comunidad” (ESC).
“Yo era ama de casa nada más y no sabía lo que pasaba alrededor
mío. Para serte sincera todo lo que pasó hasta el año ’83, yo crié
hijos” (ESC).
“Nosotras solíamos ir a visitar casa por casa. En aquella época los
ranchitos de acá, de este barrio, eran de madera las paredes, de chapa, de cartón. Cuando nosotras llegábamos a la casa de los vecinos
no tenían sillas, nos hacían sentar en una latita de pintura” (ESC).
Frente a esta situación, Elisa, en su rol de trabajadora social de la unidad sanitaria,
propuso realizar un relevamiento a cargo de mujeres voluntarias de los barrios, que
recogiese las percepciones de la población en relación a la Unidad Sanitaria.
Las mujeres lograron que el barrio confiara en ellas para dar cuenta de los problemas de salud y discutirlos. Su modo de operación se basó en la visita casa por casa
donde encontraban a mujeres en condiciones de sometimiento y aislamiento que
expresaban sus deseos de participar.
“Elisa fue como asistente social a la Unidad Sanitaria de Lamadrid. Entonces a ella se le ocurrió formar un grupo de mujeres para
que hagamos visitas domiciliarias adonde se pregunte si se conocía
la unidad sanitaria. No sabían lo que era una vacuna o un médico.
O sea, que no sabían, porque esa gente venía de afuera [del interior
del país]. Porque antes al médico, a la enfermera, se les tenía miedo.
Realmente era muy poca la gente que iba a los hospitales porque
ellos se manejaban con los curanderos” (ESC).
“Nosotros vivíamos encerrados en nuestras casas mirando televisión
sin saber de que el vecino de enfrente a lo mejor necesitaba un pedazo
Debe tenerse en cuenta que, hasta hacía poco tiempo, las Unidades Sanitarias estaban conformadas por personal
militar.
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El debate de los resultados de la investigación con el equipo de profesionales
permitió revertir las conductas que impedían la construcción de vínculos de
integración con la población. A partir de allí, se logró la renuncia del jefe de la
Unidad Sanitaria que persistió en su desprecio y desaliento por el trabajo de las
mujeres de los barrios. Asimismo se designaron delegados por cada manzana
que representasen a la población y se inició un ciclo de capacitaciones y de
integración a nuevos ámbitos de trabajo y reflexión (como las cátedras en la
universidad).
La modalidad de intervención residió en el apoyo directo a las familias buscando integrar la respuesta técnica cuando podían ser efectivas en el nivel local.
Para sustentar y profundizar el encuentro entre la Unidad Sanitaria y la comunidad fue clave la formación de agentes sociales capaces de actuar como puente
entre la oferta y los usuarios.
Así nació lo que autodenominaron Movimiento de Educadoras Sanitarias Comunales –ESC–. De las primeras doce mujeres pasaron en poco tiempo a varios
cientos, quienes expandieron sus acciones a la mayoría de los barrios pobres
de Lomas de Zamora. El movimiento partió de una preocupación fundante: la
salud de la población, sobre la cual comenzaron a definir acciones y proyectos
concretos que permitieran lograr un mayor bienestar de la población, superar la
marginación y promover el desarrollo individual y colectivo.
“Somos mujeres de Lomas de Zamora que gratuita, solidaria y
silenciosamente, con amor, respeto, capacitación y organización,
trabajamos ininterrumpidamente (…) en nuestros barrios, en nuestros asentamientos, en las escuelas, en las unidades sanitarias y
en las instituciones intermedias” (Informe de sistematización de la
experiencia de las ESC, 1991)
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III.
La reunión de las primeras doce participantes trascendió los objetivos sanitarios iniciales buscando el crecimiento personal de las mujeres e incentivando
procesos de organización local a partir de tres líneas estratégicas: la capacitación de nuevas mujeres con el objetivo de ampliar la red de educadoras; la
planificación participativa en la toma de decisiones teniendo como principal
protagonista a la población local; y el trabajo grupal a partir de la asignación de
roles y responsabilidades a diferentes líderes, intentando evitar la concentración
del poder.
“Empezamos en el año 1981, en la última etapa de la dictadura
militar, cuando fuimos encontrándonos mujeres de distintos barrios de los sectores más pobres de Lomas y armando esta organización que son las Educadoras Sanitarias Comunales. Desde la
salud podíamos empezar a hablar de otros temas. Empezamos a
mejorar nuestras calles, las viviendas, la iluminación, a mejorarnos
nosotras, a capacitarnos” (Elisa, Video Institucional de la FOC).
Desde hace unos 30 años, las mujeres vienen siendo convocadas a participar
en políticas, programa y proyectos sociales gestionados por el Estado u ONGs
como protagonistas de su desarrollo y el de su comunidad. Se apela a ellas en
tanto madres, promotoras sociales, madres cuidadoras, manzaneras, etc. extendiendo su rol reproductivo privado a las tareas de promoción en espacios
públicos. Con ello, las políticas reproducen los modelos tradicionales que cristalizan situaciones de inequidad y sometimiento, particularmente en la esfera de
la distribución de las responsabilidades de la vida cotidiana y de reproducción
con los varones (crianza y cuidado de los niños, cuidado de los mayores, acceso
dificultado a la autonomía económica, etc.).
Algunas autoras revisan a través de los enfoques de bienestar, equidad y empoderamiento las formas excluyentes en las que se debaten las políticas sociales.
El primero toma cuerpo a finales de los años ‘50 y reconoce a las mujeres, sobre
todo a las más pobres, como beneficiarias pasivas del desarrollo, y las reconoce en
su rol reproductivo y socialmente aceptado. Busca cubrir sus necesidades prácticas
género3 más inmediatas que las identifica en virtud de sus roles socialmente aceptados (MOSER, 1995).
El enfoque de equidad (años ’70) se sustenta en la participación activa de las
mujeres en los procesos de desarrollo. Reconoce su triple rol -reproductivo, productivo y voluntario- y recomienda dar cuenta de las necesidades estratégicas de
género4, favoreciendo la emergencia de políticas activas de autonomía económica
y política en igualdad de oportunidades que los varones.
Por último, el enfoque de empoderamiento (década del ‘90) busca satisfacer
las necesidades estratégicas de género de manera indirecta mediante la movilización de abajo hacia arriba en torno a las necesidades prácticas de género.
Ello se traduce en que, para el mejor desarrollo y eficiencia de los programas
dirigidos a las poblaciones en situación de pobreza, se requiere la participación
y toma de decisiones de las/os propias/os afectadas/os en todas las etapas de
una política o programa, a fin de fortalecer sus capacidades por medio de la organización, el incremento de la autoestima, el acceso a los recursos materiales
y la ampliación de la ciudadanía.
Históricamente, la intervención del Estado no ha eliminado ninguna de las
causas persistentes de la desigualdad de género en la sociedad5. La capacidad
de confrontar la naturaleza de la desigualdad de género y la subordinación de la
mujer sólo ha sido lograda cuando ha incorporado la lucha de abajo hacia arriba
de las organizaciones de mujeres.
En el movimiento de las ESC aparece claramente la búsqueda de la satisfacción de las necesidades prácticas a las cuales darle respuesta. Sin embargo,
sólo se logró poner en cuestión la posición subordinada de las mujeres frente a
los hombres, sin lograr desafiarla más que en casos puntuales.
Necesidades prácticas de género son aquellas que las mujeres identifican en virtud de sus roles socialmente
aceptados por la sociedad. Son una respuesta a la necesidad percibida inmediata, identificada dentro de un
contexto específico. Son de naturaleza práctica y a menudo están relacionadas con la inadecuación de las
condiciones de vida (Moser, 1995).
4
Necesidades estratégicas de género son aquellas necesidades que las mujeres identifican en virtud de su
posición subordinada a los hombres en su sociedad. Se relacionan con las divisiones del trabajo, del poder y del
control por género, y pueden incluir asuntos como los derechos legales, la violencia doméstica, la igualdades
el salario y el control de las mujeres de su propio cuerpo. Satisfacerlas ayuda a las mujeres a lograr una mayor
igualdad, cambiando los roles existentes y desafiando la posición subordinada de la mujer (Moser, 1995; citando
a Molyneux, 1985).
5
Por ejemplo, la división sexual del trabajo, la carga de trabajo doméstico y del cuidado del los niños, o la
adopción de medidas adecuadas contra la violencia y contra el control masculino sobre la mujer.
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“Claro, después yo ya me puse fuerte porque ella me enseñó.
(…)Pasamos cosas lindas y feas. Pero más lindas. Y yo personalmente aprendí mucho. Ella fue la que me dio la oportunidad de
aprender que yo valía como persona. Porque mi marido me tenía
ahí en el piso, como que yo no iba a saber manejar ni una planilla.
No me dejaba repartir la leche porque decía que yo no iba a saber.
En ese trayecto me enfermé, estuve muy grave, todo producto de
los nervios. Pero todo lo que yo superé fue porque las tenía a ellas,
a mis compañeras, todo, todo, todo. Nunca me faltó afecto, amor,
remedios… todo lo que yo necesitaba. Entonces mi marido pasó a
segundo plano. Si no, no sé cuánto iba a durar…” (ESC).
“Yo tenía algo en contra: mi marido. Cuando yo me iba a la salita le
decía a los chicos “No le digan que vamos a la salita”. Los chicos me
ayudaban a colgar la ropa, yo me hacía un bizcochuelito para ir con las
chicas, y nos íbamos. Los chicos no hablaban. Porque mi marido me
decía “¿Para qué mierda vas a la salita a perder tiempo?”: Porque eso
era lo que él pensaba. Pero se equivocaba. Porque al ir a la salita yo
me sentía con mucha energía. Era como que era otro aire y volvía a mi
casa con muchas más ganas de afrontar todo lo demás” (ESC).
“A mí me sirvió como una llave para estar afuera. Porque con mi
ex marido yo tenía que estar adentro, con mis hijos. No podía ni
trabajar. Tenía que estar sí o sí en mi casa. Entonces de ahí, que la
iglesia…, que la salita que se inauguró…
-”Y vos no podés ir a las reuniones, porque si vas con mujeres
sos tortillera. Vos te tenés que quedar en tu casa. ¡¿Cómo con las
monjas?! ¡Qué tantas mujeres!”.
Bueno, esto sirvió como llave para mí. Las reuniones se hacían
en la Salita, después en la Municipalidad, después en el [Hospital]
Estévez. Ya en el ’86 me separé y en el ’90 me divorcié. Así que esto
me sirvió como escuela para liberarme de mi marido. Después de
esto, para trabajar en el barrio (ESC).
IV.
A comienzos de 1983 se produjo la primera expansión geográfica y se avanzó en
la conformación de una estructura operativa: el Consejo de las ESC. Dentro de esta
nueva estructura, se intentó sin resultado buscar un relevo del liderazgo principal:
“Elisa nos formó y nos llamó Educadoras Sanitarias Comunales.
Fue un reconocimiento que nos hicieron en Lomas de Zamora para
ser reconocidas por el Municipio (…) El movimiento de educadoras
era un proyecto más que nada de Elisa, porque nosotras si veníamos con alguna inquietud, ella era la que… nosotros se la largábamos. Ella era la que lo manejaba. Ella nos hizo hacer un carnet de
educadoras sanitarias y a nosotras no nos tocaba nadie. Ella infló
tanto haciéndonos creer que éramos tanto, tan grandes, que imaginate… ¿quién tocaba una educadora sanitaria?” (ESC)
Es interesante rescatar el reconocimiento social que destaca el valor de la
persona, antes que de los sistemas u organizaciones, en la vida política. El reconocimiento de ciertas cualidades personales, basadas en valores y condiciones sociales de expresión, instituye portavoces o líderes políticos, y lógicas de
acumulación de prestigio y de eufemización del poder (FREDERIC, 2004; BOURDIEU,
1991). El reconocimiento de un liderazgo por parte de los seguidores es clave y
se basa en la posesión de cualidades intransferibles que invisten de autoridad a
quienes atraviesan la evaluación moral de su persona por parte de quienes se
convierten en seguidores (PARKIN, 1985).
Sin embargo, esas evaluaciones no sólo provienen de los seguidores o los
pares (otros dirigentes) sino que son recíprocas, ya que la investidura de los
dirigentes también depende del reconocimiento de éstos hacia los seguidores.
Las evaluaciones morales que realiza el líder moldean las cualidades necesarias
para acceder al crecimiento político, instituyendo identidades políticas y sociales entre los seguidores (FREDERIC, 2004).
A mediados del año 1985, el Hospital Gandulfo, dependiente de la Municipalidad, reconocer los logros de las ESC y comienzan a trabajar en forma conjunta en
los barrios asistendo en las campañas de vacunación, en la medición de la talla y
el peso de los/as niños/as para detectar desnutrición, y realizando capacitaciones
regulares. Asimismo, por esos años la experiencia trasciende los límites de Lomas
de Zamora: las ESC comienzan a transmitir su experiencia en otros municipios de
las provincias de Buenos Aires, Neuquén, La Pampa, Jujuy, Misiones y Tucumán.
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En el espacio local, las relaciones de las ESC con el Municipio de Lomas de
Zamora se limitaban a demandar recursos para acciones específicas (alimentos,
material de construcción) pero no existía una articulación programada.
“Entonces, armamos, empezamos a buscar mujeres que son
trabajadoras, que les gustaba eso de andar ayudando a los otros.
Porque no a todas les gusta. A todas les gusta mirar la televisión,
escuchar radio… Nosotros para el Día de Reyes juntábamos juguetes, pedíamos en las jugueterías, salíamos con el cartelito de ESC,
recorríamos los negocios, recorríamos… conseguíamos juguetes y
se los regalábamos a los chicos del barrio. Armábamos títeres, enseñábamos tejido, enseñábamos charlas para la gente que no tenía
vergüenza, después les conseguíamos chapas, frazadas, zapatillas,
eso a nivel municipal, provincial, ya cuando empezaron a ver que
estábamos formados, enseguida estábamos con la gente” (ESC).
Las ESC se propusieron obtener un espacio de poder político en la estructura
del gobierno municipal a fin de influir en la formulación e implementación de
programas sociales. Ante el fracaso de las gestiones, a fines de 1987, las ESC
decidieron definirse como un movimiento de acción comunitaria, independiente del Estado.
“Por el año ‘86 u ‘87, estábamos en un encuentro de capacitación
tipo asamblea organizado por las ESC (eran miles, ¡te juro!). Yo estaba detrás arreglando cuestiones con los médicos que debían hablar.
Pedían que yo saliera, tuve miedo, no entendía. Uno de ellos me tomó
de los hombros y me dijo “¡Salí y hacéte cargo de lo que armaste,
hacéte cargo de tu liderazgo!. Si no podes, ¡andáte ya!”. Miedo, susto,
angustia. Salí y me aplaudieron hasta más no poder. Lloré… Me hacía
cargo…”. (…) “Y después me cuentan que en unas oficinas cercanas
del salón enorme donde estábamos nosotras, se encontraban varias
esposas de altos funcionarios municipales. No me perdonaron nunca
esta construcción con tanta base social…” (Elisa)
No obstante, siguieron buscando ocupar espacios de poder en el gobierno, logrando la designación de tres educadoras como miembros consultivos y un miembro en
el área ejecutiva del Consejo Provincial de la Mujer de la Provincia de Buenos Aires;
la autorización para la creación de una filial, en el distrito de Lomas de Zamora, del
Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (cobertura médico asistencial
y jubilación); y la asunción de la conducción de la Dirección de Programas Especiales
del Ministerio de Acción Social de la Provincia de Buenos Aires.
V.
Entre mayo de 1989 y marzo de 1990, más de 57.000 personas participaron
de 771 saqueos, donde hubo 17 muertos, 307 personas heridas y 3.188 detenidos. En los seis últimos meses del gobierno de Alfonsín hubo 597 saqueos.
Los saqueos pueden ser tomados como un episodio más de protesta, sólo
recordado por la magnitud (se produjeron en casi todos los grandes conglomerados urbanos del país, aunque particularmente fuertes en el Gran Rosario y el
Gran Buenos Aires) y por la conmoción y miedo que provocaron. Sin embargo,
constituyeron un punto de quiebre en dos sentidos: por un lado, marcaron la
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antesala de la Reforma del Estado,
ya que ésta se legitimó con el argumento de la crisis a la que los saqueos contribuyeron como imagen
fantasmagórica de la hiperinflación.
Por el otro, los saqueos dejaron
huellas que no quedaron sólo en la
memoria como hechos singulares,
sino que fueron el comienzo de la
construcción de toda una trama organizativa barrial tendiente a la resolución de la vida cotidiana (NEUFELD Y
CRAVINO, 2001).
al desafío de su tiempo, a partir de una comunidad de categorías de análisis de
la realidad compartidas que los lleven a formulaciones ideológicas, tensiones y
respuestas ante el sistema. Pero finalmente, para poder explorar esta posibilidad
el grupo deberá darse una forma o una estructura, convirtiéndose en un proyecto
concreto, en una institución y en cotidianidad (ALBERONI, 1984).
VI.
El escenario político de la década del ‘90 en el municipio de Lomas de Zamora estuvo atravesado por disputas de poder internas al propio partido justicialista gobernante. Conceptos sobre gestión y clientelismo fueron vaciados
de contenido y utilizados para construir y sancionar, pero también para dirimir
la disputa entre quienes fueron conformando bandos en la búsqueda personal
de reconocimiento político. Así, las lealtades políticas entre líderes y seguidores
han estado sujetas a la evocación y aceptación de ciertas concepciones que van
definiendo en este contexto la buena y la mala política (FREDERIC, 2000).
Los protagonistas le otorgan un
sentido positivo a esos días, que
son recordados como un momento
de construcción: organización de las
ollas y de los comedores que en muchos casos le dieron un sentido de
trascendencia a sus vidas: se trató
de un momento de unidad barrial
(NEUFELD Y CRAVINO, 2001).
La presencia de las ollas populares tuvo un gran impacto en la vida cotidiana. Se
obtenían los alimentos de diferentes formas, pero mayoritariamente provenía de
los municipios y de los comerciantes de las zonas aledañas a los barrios pobres.
La crisis del ‘89 obligó al movimiento de ESC a reformular la acción sobre
la marcha y el apoyo a las ollas populares. Con el paso del tiempo, algunas de
éstas se reconvirtieron en comedores, jardines de infantes, almacenes, huertas
comunitarias y micro-emprendimientos productivos.
Dentro de este contexto, se impulsó en la estructura de las ESC la creación
de una institución que permitiese gestionar, ante distintas organizaciones nacionales e internacionales, financiamiento para los proyectos locales: se crea la
Fundación de Organización Comunitaria (FOC).
Los movimientos sociales como el de las ESC cumplen un ciclo de vida. Parten
como respuesta constructiva ante un problema o situación que genera conflicto,
lo cual implica un estado de transformación social a través de nuevas formas
organizativas y solidaridades que vinculan a actores antes separados. Los movimientos tienen éxito en la medida en que puedan dar una respuesta adecuada
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En 1991 Elisa asumió como Subsecretaria de Acción Social de la Municipalidad de Lomas de Zamora, gestión que se extendió hasta 1993. Este nuevo
espacio posibilitó que la experiencia de trabajo de las ESC fuera implementada
como una política local.
Sin embargo, este paso hacia la política local dentro de las estructuras del
gobierno municipal fueron el detonante que llevó en el mediano plazo a la disolución del movimiento de ESC.
La gestión disputó espacios de poder político y territorial: debió afrontar las
resistencias de técnicos de otras áreas municipales y de funcionarios que veían
peligrar su espacio hegemónico.
“- [Al movimiento] lo querían formar político. A Elisa la querían
chupar políticamente. En un momento dado Elisa tuvo que ceder,
como ella era municipal. Era ceder, pensaba Elisa, y así iba a poder
llegar a más. Como asistente social ya estaba en la Municipalidad,
pero metiéndose políticamente, ella iba a poder llegar a más. Cosa
que no fue así” (ESC).
“Y al mismo tiempo los políticos empujando a otras compañeras, para sacarlas de al lado de ella, y que no tenga tanta gente alre-
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dedor. Porque Elisa significaba masa en Lomas de Zamora. Porque
Elisa movía. Decía “voy a hacer una movilización”, iba a Los Toldos
y ella movía perfectamente 300 micros. O tener o borrarla: no les
convenía de ninguna manera que funcione. Porque si Elisa funcionaba como ella funcionaba, llegaba a Intendente. Pero a nadie le
gustaba. Una mujer intendente, iba a ser la primera vez en la vida
porque no existía. Trataron de borrar todo el sistema. Ya te digo,
hubo mujeres que las compraron los políticos, las sacaron de Elisa.
Otras personas les hacían el cuento, hablaban mal de Elisa, a las
que no la conocían, y las sacaron. Y así fue que se disolvió la cosa.
Y otras compañeras por cosas de la vida se retiraron (ESC).
El capital social fue fundamental para el crecimiento personal y político de las
mujeres que se formaron como educadoras sanitarias comunales. El capital social lo entendemos como “el agregado de los recursos reales o potenciales que
se vinculan con la posesión de una red duradera de relaciones más o menos
institucionalizadas de conocimiento o reconocimiento mutuo” (BOURDIEU, 1985:
248; citado por PORTES, 1999). A partir de ese capital social, las ESC pudieron
tener acceso directo a recursos económicos, incrementar su capital cultural gracias a los contactos con “expertos” y asociarse a instituciones que otorgaban
credenciales valoradas (PORTES, 1999).
Entonces a partir de estar con ella [Elisa], comienzo a saber que soy
una persona que valgo y que puedo ser como ellos, o más que ellos.
Y eso lo fui inculcando en la gente que me rodea”. (Cecilia –ESC).
“El PAMU que yo tenía en mi casa, pasó a ser uno de los mejores
atendido. ¿Por qué? Porque te mandaban por ejemplo las zapatillas
con la etiqueta, ponéle, de Mércury. Nosotras abríamos las bolsas,
sacábamos las etiquetas. Y éramos Las Educadoras. Entonces no figura ni municipalidad, no figuraba nada. Y había momentos en que
llegaban con los carteles, pero ellos sabían que no… Y nos respetaban como Educadoras. En ese tiempo estaba el Padre que nos decía
“Al político usálo, no dejes que te use”” (ESC).
En Lomas de Zamora, como en otros enclaves de pobreza urbana del Conurbano Bonaerense, una de las maneras de satisfacer las necesidades básicas de
alimentación y salud de los sectores pobres es a través del partido político con
acceso directo a los recursos estatales (nacionales, provinciales y municipales):
el Partido Justicialista (AUYERO, 2002).
“Chiche Duhalde organizó el Plan Vida6, entonces una de las que
daba la leche, era yo. Entonces cuando a la gente le das algo, la
gente empieza a creer en lo que vos decís. Porque tenían el huevo, la
leche y el azúcar todos los días” (ESC).
El capital social es un conjunto de relaciones sociales del que dispuso el
movimiento de las ESC (así como cada una de las mujeres como individuos) en
un momento determinado, a través del cual pudo disponer de recursos cognitivos (información) y normativos (confianza) que le permitió realizar un proyecto
comunitario propio y aprender a hacer política, objetivos que de otra forma no
hubiera alcanzado o le serían más costosos de alcanzar (COLEMAN, 1990, citado
por TRIGILIA, 2003).
“Yo empiezo porque tenía una enfermedad. Éramos muchos, teníamos mucha necesidad y nos llevó Osvaldo Mércury. A raíz de eso,
yo comienzo a trabajar con él, en lo que sea, en agradecimiento. Y
ahí empiezo a salir, pero ¿qué pasa?: repartíamos la leche (PAMU,
antes del Plan Vida). Entonces teníamos reuniones en la Municipalidad por el PAMU y ahí conozco una señora que era de Budge, que
me dice “¿No te interesaría reunirte?”. Lo que más recuerdo en este
momento es la enseñanza. Porque yo aunque estaba en política,
como que siempre me sentí usada y en deuda, por eso lo hacía.
“Cada vez pedíamos más cosas a la Municipalidad, teníamos mucha presencia y queríamos para Elisa un lugar de poder para ayudar
a más gente. Yo conozco mucho a todos, a Jorge Rossi, a Duhalde,
desde que todos éramos muy jóvenes. A algunas de nosotras nos
querían comprar… Elisa llevó como colaboradoras a algunas compañeras que más tarde no respondieron con lealtad” ( ESC).
“¿Sabe una cosa?. El movimiento se fue desarmando por muchas
razones, pero también porque no teníamos plata, ni nada para repartir. Venía la gente y nos pedía cosas y no podíamos darle, enseguida
venía un político y le daba lo que necesitaba. Sin plata no se puede
hacer política... Así y todo, con Elisa en la provincia nos llegaban
muchas más cosas que antes, ella estaba siempre pendiente de los
barrios” (ESC).
El Plan Vida se crea en 1994 y se constituye en el mirador estratégico del accionar del Consejo Provincial de la
Familia y Desarrollo Humano, con el objetivo de estimular la participación de la mujer a través de la organización
comunitaria, creando una red solidaria para el cuidado de la salud, la de su familia y la de la comunidad (Ilari, 1999).
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La construción de capital social en mujeres populares | 9
La lógica asistencial y clientelar persiste como un modo de hacer política no
sólo al interior de las estructuras gubernamentales y políticas, sino también en
las Educadoras Sanitarias, quienes cada vez más fueron ejerciendo el rol de
mediadoras entre el gobierno municipal y los clientes a los que se otorgaban
bienes, favores o servicios.
“Éramos pobres, para llegar al poder y sostenerte en política
hace falta plata. Si la gente viene a pedir cosas y uno no tiene para
darle, se va con otro. Eso los políticos lo aprovechan mucho. En
este sentido nos fueron quebrando. Nosotros para sostenernos en
la política tendríamos que poder ser mediadoras, para eso necesitás plata. Para repartir necesitás plata” (ESC).
Los desequilibrios en la reciprocidad que se construye entre mediadores y clientes no implican un cuestionamiento de las formas de hacer política, sino que son las
lealtades entre mediadores las que cambian, pero dentro del propio partido.
Sin embargo, para algunas educadoras, la lectura del traspaso a la política
partidaria se explicó como una traición al movimiento:
“No tiene nada que ver la creación de la institución [la FOC]. Mire, las
ESC llegamos a ser más de 3.000, algunas se fueron apartando porque
los políticos y punteros las tentaban, como sabían trabajar y conocían
mucho el barrio, les venía bárbaro. Esas fueron desleales con nosotras,
porque de frente decían que estaban de acuerdo en querer un lugar de
poder en el Municipio, pero estaban trabajando con los políticos que
ponían dificultades para que nosotras creciéramos”. (ESC).
Es interesante detectar las similitudes existentes entre el liderazgo del movimiento de las ESC (o aquellos que le disputan los seguidores) y los descriptos en
las etnografías retomadas por Sahlins sobre sociedades no occidentales. En estas
últimas el liderazgo es una forma más elevada de parentesco, de reciprocidad y
liberalidad. Los jefes cumplen sus obligaciones a través de la generosidad, y aunque no estén en una posición personal privilegiada desde el punto de vista material, tienen bajo su control cantidades excedentes de alimentos, herramientas,
flechas y ornamentos, los cuales no tienen importancia en sí mismos sino en relación a la pobreza prevaleciente en la aldea (Sahlins, 1983; Lévi-Strauss, 1961).
10 | Fundación de Organización Comunitaria
El interés de los jefes en el proceso de distribución, y la energía política que
se acumula a partir de ella, se generan a partir del dominio del parentesco o de
las relaciones en las que se mueve. En cierto sentido es una cuestión de prestigio, además de poder político. “La generosidad es una imposición manifiesta de
deuda, que pone al perceptor en una relación circunspecta y responsable con el
dador durante todo el tiempo que no se corresponde el regalo. La relación económica dador-receptor es la relación política líder-seguidor” (Sahlins, 1983:151).
“Otro de los motivos fue que las mujeres de los políticos (la
Chiche, la mujer de Rossi, la de Mércuri) querían ellas mandar y
repartir, que nuestras mujeres las reconocieran a ellas, no a Elisa.
Por ejemplo, la gente de Mércuri empezó a hablar mal de Elisa para
ensuciar la cancha” (ESC).
“En la época del señor [Juan] Bruno Tavano, ahí ya la bajaron de
[la Subsecretaria de] Acción Social, le dieron un título muy feo, que
“ella se llevaba la mercadería a cualquier lado”. Para mí fue muy
doloroso porque Elisa sufrió muchísimo. Porque cuando vos estás
en algún lado, creés” ( ESC).
Resulta fundamental recuperar la explicación de Elisa (frente a la de una ESC)
sobre esta etapa de cambios del movimiento, para quien las mujeres no fueron
cooptadas por el partido justicialista, sino que se trató de acuerdos expresos
ante la oportunidad de incorporarse a la estructura del gobierno local.
“Cuando fui a La Plata, la consigna era agarrar y después seguir,
era “agarren lo que les ofrezcan y no perder la concepción”. Porque
cuando había ofrecimientos políticos, yo les decía “agarren lo que
les den” (Elisa).
“Cuando Elisa se fue a La Plata nosotras sentimos que nos había
abandonado. Nos sentíamos mal y cada una empezó con que “No,
que no quiero saber más de ella, porque se fue”. Porque la idea nuestra era ser siempre lo que fuimos. Esa masa de mujeres. Pero ella ahí,
a la cabeza. Nosotros no queríamos otra persona. (…) Nos falta esa
presencia. Porque yo creo que a todas nosotras la presencia de Elisa
era lo que nos hacía volcarnos y dar. No vale nada y vale todo. Entonces si ella no está, es como que nos separamos todas. Y algunas se
volcaron más a la política, para lo que les gustaba…” (ESC).
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Como sistema de soporte, las relaciones sociales informales ofrecieron apoyo a las mujeres para afrontar problemas en la vida, especialmente en períodos
difíciles como las enfermedades, el estrés, las dificultades económicas, etc., y
para utilizar mejor sus capacidades y energía.
“Claro, después yo ya me puse fuerte porque ella me enseñó.
Todo lo que sé lo sé por Elisa. Nos insultábamos, ojo. Yo la recagaba a pedos a ella. Pasamos cosas lindas y feas. Pero más
lindas. Y yo personalmente aprendí mucho. Ella fue la que me dio
la oportunidad de aprender que yo valía como persona. Porque mi
marido me tenía ahí en el piso (…). En ese trayecto me enfermé,
estuve muy grave, todo producto de los nervios. Pero todo lo que
yo superé fue porque las tenía a ellas, a mis compañeras, todo,
todo, todo. Nunca me faltó afecto, amor, remedios… todo lo que yo
necesitaba” (ESC).
Si lo consideramos como un recurso colectivo, el capital social tiene la característica de bien público, ya que sus beneficios pueden ser aprovechados
por los que contribuyeron a crearlo y se puede extender a otros (COLEMAN, 1990
citado por PISELLI, 2003).
“Estuve con ellas, hemos pasado inundaciones, nos hemos mojado, nos hemos pinchado. Nos han mordido las gallinas, gallos, y
yo me metía. Cuando en mi casa se inundaba, ha ido mi marido a
sacarme de los pelos. Y yo le decía que no, que no me iba a ir. A
su vez mis hijos cuando se inundaba la parte de la salita, se metían adentro del agua con gomas a sacar a los chicos que estaban
inundados. Y ellos se sentían bien. Ya sabían lo que hacía mamá.
Era como que nosotros le inculcábamos hacer el bien sin recibir
nada. No interesa recibir algo. Uno lo hacía. Y yo me sentía muy
bien haciendo eso” (ESC).
El capital social de solidaridad se basa en las relaciones sociales que surgen
a partir de grupos cohesionados cuyos miembros están ligados de modo fuerte
y duradero y por ello actúan según principios de solidaridad de grupo (Pizzorno, 2003). “Como portadoras de capital social, debemos circunscribir aquellas
relaciones en las que es posible que la identidad más o menos duradera de los
participantes sea reconocida, y que además hipoteticen formas de solidaridad o
reciprocidad” (PIZZORNO, 2003:23).
VII.
La acción colectiva de las ESC estaba dirigida a los otros y hacia sí mismas a
partir de la construcción de la propia identidad, del incremento de la autoestima
y de la apropiación de un caudal de capital social que les permitió a muchas de
ellas continuar actuando en la esfera pública después de haberse desvinculado
del movimiento de las ESC.
El movimiento de educadoras se diluyó, pero muchas de las mujeres se integraron en diferentes proyectos políticos locales y comenzaron a administrar
recursos del ámbito gubernamental, de las iglesias y de las organizaciones no
gubernamentales.
Comenzó así un período de alineamiento político de algunas ex -educadoras
con referentes, punteros y caudillos locales. Esta alianza generó una modalidad
de trabajo que combinó, por un lado, la valiosa experiencia acumulada en la
acción directa en el territorio junto al capital social del que eran portadoras, y
por otro, los manejos clientelares y asistencialistas del modelo tradicional de
intermediación de intereses de los partidos políticos.
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La construción de capital social en mujeres populares | 11
A partir de la década del ’90, el panorama de las políticas sociales cambió
radicalmente. Las estrategias de descentralización y de focalización tendieron a
institucionalizar la participación social como una metodología de gestión, proponiendo en el territorio la acción conjunta de los gobiernos municipales, las
ONG y las organizaciones de base.
No se trató únicamente de la emergencia de nuevas organizaciones, sino de
la reformulación de aquellas que existían con anterioridad, pero que a partir del
nuevo contexto se erigieron como alternativas promovidas por el gobierno para
el fomento y la implementación de políticas públicas y como defensoras de los
derechos de ciudadanía.
Las iniciativas asociativas y la participación ciudadana ocuparon un lugar
estratégico frente al Estado y al Mercado, buscando aunar esfuerzos y recursos
para satisfacer necesidades comunes, desarrollando procesos de adecuación
institucional para dar respuesta a las nuevas demandas, y exigiendo su inclusión en el campo de la toma de decisión de las políticas públicas.
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social instrucciones de uso. Capital Social, FCE. 2003.
En este marco, la FOC pasó a participar del diseño y la implementación de
proyectos y programas promovidos por los gobiernos nacional, provincial y
municipal, contando a su vez con el apoyo de agencias multilaterales de crédito
y organismos privados de cooperación.
BELLO, JULIO BELLO Y DE LELLIS, MARTÍN. Comportamientos de promoción, cuidado
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Seminario de la Red Nacional de Centros Académicos dedicados al Estudio de
la Gestión en Gobiernos Locales, 11 y 12 de Mayo de 2000
Este cambio puso de manifiesto la tensión existente entre el rol de los técnicos de las ONG profesionalizadas y el rol de los militantes sociales de las
organizaciones de base. A partir de la nueva coyuntura internacional, los saberes técnicos, la profesionalización y la burocratización de las ONG resultaron
indispensables, probablemente en desmedro del espíritu militante, para poder
competir en un mercado de financiación de proyectos con fondos escasos.
CARBALLEDA, ALFREDO. La reconceptualización hoy. Cátedra de trabajo social l.
UNLP. 1995.
Los técnicos de la FOC entrevistados identifican el momento de la institucionalización (o de creación de la ONG) como el punto de quiebre del movimiento:
FOC, Proyectos diseñados y/o implementados entre 1981-2004
“No fuimos capaces de contenerlo e integrarlo, durante mucho
tiempo continuó funcionando el Consejo de Educadoras como referencia. Pero se fue diluyendo. El país cambió, las necesidades de
hacer sustentable el proyecto institucional exigió una mayor racionalidad técnica y nuevas formas de gerencia sin perder la misión
original…” (Actual técnico de la FOC).
12 | Fundación de Organización Comunitaria
FOC, Entrevistas a educadoras sanitarias, voluntarias de los jardines maternales,
equipo técnico y directivos
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