LAS MODERNAS PRÁCTICAS ASOCIATIVAS COMO ÁMBITOS DE

Transcripción

LAS MODERNAS PRÁCTICAS ASOCIATIVAS COMO ÁMBITOS DE
Revista UNIVERSUM
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Nº 16
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2001
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Universidad de Talca
LAS MODERNAS PRÁCTICAS ASOCIATIVAS COMO ÁMBITOS
DE DEFINICIÓN DE LAZOS Y OBJETIVOS POLÍTICOS DURANTE
EL PROCESO REVOLUCIONARIO (1810-1820)
Eugenia Molina (*)
En este trabajo nuestro objetivo consiste en observar y determinar cómo ciertas
prácticas asociativas contribuyeron a la definición de la red política que nucleó al
sector más radicalizado de la elite criolla que accedió al poder en 1810. En este sentido,
pretendemos ahondar en una funcionalidad no remarcada hasta ahora en las
modernas formas de sociabilidad asociativa que comenzaron a desarrollarse en el
Río de la Plata a comienzos del siglo XIX1, esto es, en el rol que cumplieron desde la
perspectiva de la conformación de «conjuntos de acción» que pudieron actuar en un
determinado momento como auténticas facciones políticas en la lucha por el poder
que había dejado vacante la crisis monárquica española2.
(*) Doctora © en Historia, Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Unidad de Derecho Público. CRICYT/Fac. de
Derecho. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.
1
Si bien esta cuestión queda implícita en ciertos trabajos desarrollados sobre la problemática, no ha sido
puntualmente estudiado. Cfr. González Bernaldo, Pilar, “Producción de una nueva legitimidad: ejército y
sociedades patrióticas en Buenos Aires entre 1810 y 1813”, en Imagen y percepción de la Revolución Francesa en
la Argentina [Jornadas Nacionales por el Bicentenario de la Revolución Francesa 1789-1989], Buenos Aires, Centro
Editor Latinoamericano, 1990, pp.27-51 y González Bernaldo, Pilar, Civilité et politiques aux origines de la nation
argentine. Les sociabilités à Buenos Aires, 1829-1862, Paris, Publications de la Sorbonne, 1999, pp. 69-109.
2
Adoptamos el concepto de «conjunto de acción» elaborado por Adrian Mayer, quien lo considera un entramado
de relaciones limitadas que son organizadas y orientadas por un ego coordinador o conductor, cuya continuidad
en diversos contexos y a lo largo de un cierto período de tiempo llegan a constituir un «cuasi-grupo». «La
importancia de los cuasi-grupos en el estudio de las sociedades complejas», en Eric Wolf; J. Clyde Mitchell, y
otros, Antropología social de las sociedades complejas, Madrid, Alianza, 1980, p. 109 . La noción de cuasi-grupo
usada por este autor resulta equivalente a «red», en el sentido de un sistema complejo de lazos regulares que
permiten la circulación de bienes y servicios, materiales e inmateriales, entre sus miembros y que los afecta a
todos desigulamente. Bertrand, Michel, “Los modos relacionales de las élites hispanoamericanas coloniales:
enfoques y posturas”, en Anuario IEHS, n°15, Tandil, 2000, p. 74. De algún modo, el conjunto de acción aludiría a
una serie determinada de relaciones en un momento dado, pero que a la larga forma parte de una red relacional.
Al respecto ver Wellman, Barry, «El análisis estructural de las redes sociales: del método y la metáfora a la teoría
y la sustancia», en Debates en Sociología, n°22, Universidad Católica-PUCP, Lima, 1997, pp. 50-97.
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En este sentido, consideramos que tanto el Club del Marco como la Sociedad
Patriótica constituyeron ámbitos en los cuales llegó a definirse con claridad un
entramado de lazos con un cierto contenido ideológico que lograron adquirir una
fuerza operativa en la lucha por el poder y la determinación del programa político
revolucionario3. El nudo básico de aquellos tenía, no obstante, un origen colonial en
cuanto había surgido al calor de la búsqueda de soluciones a la crisis de la Corona
española; aunque con posterioridad aquél pudo modificarse incorporando nuevos
elementos y liderazgos, nos parece que persistió a lo largo de su azarosa existencia,
el conjunto fundamental de vínculos y su ideario reformista iluminista inicial.
En efecto, si bien el pequeño grupo4 que encabezó Belgrano en el período
prerrevolucionario no llegó a cristalizar en una sociedad que ordenase los esfuerzos
reformistas que lo guiaba, su rol resultó clave en una sociabilidad política de transición
en cuanto sus miembros fueron protagonistas de proyectadas y concretas formas
modernas de asociación que les permitió ir modelando su pensamiento y acción
sobre la base de los nuevos principios políticos. En el marco de esta reducida red de
relaciones surgieron ciertas prácticas e ideas que servirían como experiencia,
contribuyendo en cada momento a la elaboración de una salida institucional para la
ya crónica crisis monárquica. Por otra parte, el grupo se halló claramente vinculado
a la edición periodística que delineó un tenue espacio público literario en el que por
primera vez pudo exponerse la racionalidad individual5. Con posterioridad a 1810,
el grupo se fue enriqueciendo a la par del devenir revolucionario con la adición de
nuevos individuos que en algún momento terminaron por diluir de algún modo el
núcleo original; ello no impidió, sin embargo, que los que aún quedaban participasen
en una serie de entidades que llegaron a agrupar a la vanguardia política siendo
coherentes con los lineamientos observados desde los comienzos, aunque
radicalizados luego por la prédica morenista.
3
Hemos tratado de seguir y marcar en el trabajo la distinción establecida entre «lazo» y «relación» por M.
Bertrand, quien considera que mientras el primero alude a la estructura formal de la red, la segunda se vincula a
la dinámica de los contactos y a la circulación de recursos dentro de ésta. Op. cit., p. 76 .
4
Si bien puede usarse el término «grupo» como distinto y hasta opuesto al de «red», nosotros los utilizaremos
como sinónimos en cuanto consideramos que expresa bien la idea de un conjunto definido de lazos. Un enfoque
similar al adoptado en Guerra, François-Xavier, «El análisis de los grupos sociales: balance historiográfico y
debate crítico”, en Anuario IEHS, n°15, Tandil, 2000, pp. 118-120.
5
En este aspecto seguimos las pautas marcadas por Chartier respecto del papel de la prensa y las modernas
prácticas de sociabilidad en la conformación de un espacio público, primero literario y luego político, en el que la
racionalidad individual era públicamente expuesta y confrontada. Espacio público, crítica y desacralización.
Los orígenes culturales de la Revolución Francesa, Barcelona, Gedisa, 1995, Capítulo 2: «Espacio público y
opinión pública». Un enfoque similar para el caso hispanoamericano puede verse en el ya clásico trabajo de
Guerra, François-Xavier, Modernidad e Independencias, Madrid, MAPFRE, 1992, y en los de Silva, Renán,
“Prácticas de lectura, ámbitos privados y formación de un espacio público moderno. Nueva Granada a finales del
Antiguo Régimen”, en Francois-Xavier Guerra; Annick Lemperiérè, et al, Los espacios públicos en Iberoamérica.
Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII-XIX, México, F.C.E., 1998, pp. 80-106 y Desrame, Céline, «La
comunidad de lectores y la formación del espacio público en el Chile revolucionario: de la cultura del manuscrito
al reino de la prensa (1808-1833)», en idem, pp. 273-299.
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Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
EL ORIGEN DE LA RED.
FACTORES DE CONECTIVIDAD Y LINEAMIENTOS IDEOLÓGICOS
Lo que podríamos llamar en esta etapa “red reformista-independentista” a fin
de destacar el programa ideológico que sostuvieron quienes tempranamente
buscaron una salida emancipatoria, estuvo conformada por un número reducido y
muy puntual de individuos, altamente contectados entre sí por una serie acumulativa
de lazos que terminaron de consolidarse al calor de los sucesos políticos.
Originalmente lo integraron Manuel Belgrano, Hipólito Vieytes, Juan José Castelli,
Saturnino y Nicolás Rodríguez Peña, grupo que pronto se amplió a Antonio Luis
Berutti y posiblemente también a Domingo French, Juan José Paso y Agustín Donado.
No obstante, considerando la densidad de contactos pareciera que el nudo relacional
durante la época prerrevolucionaria estuvo representado sobre todo, por los seis
primeros6.
Teniendo en cuenta los rasgos de la supuesta red distinguimos una serie de
vínculos que hemos creído claves desde el punto de vista de la consolidación de
lazos entre sus miembros. En primer lugar, hemos considerado los de índole
estudiantil, dados por el cursado en los mismos claustros educativos y universitarios;
este elemento, además de brindarnos indicios acerca de un ámbito en el que pudieron
producirse los primeros contactos interpersonales nos da la pauta de que recibieron
una formación ideológica homogénea, lo que contribuiría a generar, en su momento,
la integración de aquélla. En una segunda instancia hemos tenido en cuenta los lazos
literarios surgidos de la participación en proyectos editoriales conjuntos que
implicaron una mayor intimidad de opiniones y vivencias entre quienes los
protagonizaron. También tuvimos presentes las relaciones surgidas de la intervención
en planes o prácticas asociativas, así como los vínculos políticos nutridos en las
diversas fórmulas elaboradas para solucionar el problema imperial. Por último,
contemplamos los vínculos familiares, amistosos y económicos, que vinieron a
reforzar los provenientes de otros espacios.
6
Del testimonio de Enrique Martínez se desprende que el núcleo inicial lo conformaron efectivamente los seis
primeros, y que sólo tiempo después fue ampliado a otros individuos entre los que estaban Paso, Darregueyra,
Chiclana y Tagle. No obstante, por los nombres que cita se hace evidente que esa posterior incorporación se
refiere a las vísperas de la semana de mayo por cuanto alude también a Saavedra, Terrada, Viamonte y Rodríguez.
«Observaciones hechas a la obra póstuma del señor Ignacio Núñez, titulada «Noticias históricas de la República
Argentina», en Biblioteca de Mayo, Buenos Aires, Senado de la Nación, 1960, tomo I (Memorias), pp. 526-527.
También Saavedra en sus memorias confirma el estrecho lazo que unió en esta época, pero también con
posterioridad, al citado núcleo de individuos. «Memoria autógrafa», en Biblioteca de Mayo, Op. cit., tomo II
(Autobiografías), pp. 1058 y 1062. Por otra parte, esta red de relaciones se refleja en la serie de cartas que fueron
incautadas a Diego Paroissien al ser detenido en 1808 y en las diversas declaraciones a las que dio lugar la Causa
Reservada. Cfr. “Declaración del doctor Juan José Castelli, Buenos Aires, 23 de diciembre de 1808”, en “Actuaciones
de Saturnino Rodríguez Peña y Diego Paroissien. 1807-1810”, en Biblioteca de Mayo, tomo XI (Sumarios y
Expedientes), p. 10297. La participación de Paso no ha sido confirmada tampoco por su más reciente y documentada
biografía, cfr. Tanzi, Héctor, Juan José Paso. El Político, Buenos Aires, Ciudad Argentina, 1998, pp. 41-42.
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Desde el punto de vista de los vínculos estudiantiles, podemos afirmar que la
mayoría de ellos asistieron al Colegio de San Carlos (Castelli, Belgrano, Saturnino y
Nicolás Rodríguez Peña, Berutti, Vieytes), completando sus estudios universitarios
en Córdoba (Castelli y S. Rodríguez Peña) y Charcas (Castelli, Vieytes, S. Rodríguez
Peña). No obstante, no tenemos seguridad de que hayan tenido un contacto regular
en esta época, exceptuando los casos de Castelli con Vieytes y S. Rodríguez Peña en
la región altoperuana. Por su parte, tanto Belgrano como Berutti concluyeron sus
estudios en España, aunque en distintos establecimientos7.
La publicación del Semanario de Agricultura, Industria y Comercio primero, y de El
Correo de Comercio después, hizo de Belgrano y Vieytes un buen equipo de trabajo en
la búsqueda de propuestas reformistas en materia económica y educativa que
redundaran en el progreso del Plata. Por su parte, el primero había participado con
Castelli en el proyecto de la Sociedad Patriótica promovido por Francisco Cabello y
Mesa, el que no llegó a concretarse pero debió generar discusiones y reuniones en
algunos de sus posibles miembros, quienes, por otro lado, pudieron colaborar
efectivamente en el Telégrafo Mercantil8. Estos lazos y experiencias hicieron posible,
entre otras cosas, la influencia «asociacionista» de Belgrano en el pensamiento y el
accionar de Vieytes, en relación con la importancia que las Sociedades Económicas
tenían como motor de transformaciones en el agro, la industria, el comercio y la
educación9.
Por su parte, si bien sólo estamos relativamente seguros de que S. Rodríguez
Peña participó en las prácticas masónicas introducidas por los ingleses junto con
Aniceto Padilla, suponemos el conocimiento que de éstas deben haber tenido tanto
Castelli, quien tenía contacto con oficiales británicos desde la misión del coronel
7
Cfr. Cutolo, Vicente O., Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires, Elche, 1968.
8
De hecho, la Sociedad había sido pensada como el ámbito que nutriría la edición del Telégrafo a partir de los
informes, las discusiones y las resoluciones a las que diera lugar. La inclusión de Belgrano y Castelli se debió ante
todo a su vinculación institucional con el Tribunal del Consulado, por cuanto la nómina de autoridades propuestas
a la Corona sólo parecía integrar a funcionarios de la administración colonial. Si bien la entidad no llegó a ser
autorizada, sí lo fue el periódico, cuyas páginas constituyeron el primer espacio en el que la elite intelectual del
Virreinato pudo confrontar sus opiniones. Al respecto puede consultarse los trabajos ya clásicos de Ibarguren,
Carlos, Las sociedades literarias y la Revolución argentina, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1937, pp. 7-42 y Frizzi
de Longoni, Haydée, Las sociedades literarias y el periodismo (1880-1852), Buenos Aires, Asociación
Interamericana de Escritores 1947, pp. 25-36, junto con el más reciente y detallado de Martini, Mónica, «Estatutos
de la Sociedad Patriótica de Buenos Aires propuesta por Cabello y Mesa (1801-1802)», Revista de Historia del
Derecho, n° 26, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, Buenos Aires, 1998, pp. 297-320.
9
En el caso de Belgrano había que contar con la influencia de su experiencia peninsular, en la que había podido
apreciar las actividades de este tipo de entidades. Cfr. «Autobiografia, que comprende desde sus primeros años
(1770) hasta la Revolución del 25 de mayo», en Biblioteca de Mayo, Op. cit., tomo II (Autobiografías), pp. 956957. En este sentido, cabe marcar que Vieytes había propuesto la conformación de una Sociedad de Agricultura
en la la línea de las Sociedades Económicas penisulares e hispanoamericanas, que fomentase esta actividad en
relación con la difusión de inventos, conocimientos prácticos y organización de áreas de experimentación. Cfr.
Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, núm. 51, 7 de setiembre de 1803 y núm. 52, 14 de setiembre de 1803,
tomo II, reproducción facsimilar, Buenos Aires, Junta de Historia y Numismática Americana, 1937.
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Burke en 180410, como Nicolás Rodríguez Peña, dado su vínculo sanguíneo con aquél
y su complicidad política posterior11. Incluso, Vieytes puede haber tenido algo que
ver desde el momento en que más tarde Saavedra lo vinculara, aunque erróneamente,
con la edición de La Estrella del Sur, publicación homónima de una de las logias
instaladas en el territorio12.
A ello debemos agregar los lazos de parentesco que unían a los hermanos Peña,
por un lado, y a Castelli y Belgrano13, por el otro, lazo que en el segundo caso se
nutría de una amistad consolidada en el marco de cierta pertenencia institucional
14
formada en el Tribunal del Consulado .
No obstante, todos estos vínculos se fortalecieron al calor de factores estrictamente
políticos dados por la participación en diversas propuestas que el grupo fue
realizando al ritmo del devenir de la situación peninsular e iberoamericana. De este
modo, si sólo algunos estuvieron implicados en los planes de apoyo a una
emancipación con protección inglesa (Castelli, S. Rodríguez Peña)15, todos ellos
estuvieron presentes en el proyecto que quería hacer de la Infanta Carlota Joaquina
la regente de estas colonias americanas16, y en el que buscó el desplazamiento de
Cisneros con la creación de una junta de gobierno en 181017. En estas dos últimas
instancias, el grupo se enriqueció con la incorporación temporaria y permanente de
otros miembros (el mismo Berutti, Paso, French, Darregueyra), conservando, sin
10
Cfr. Carta de Saturnino Rodríguez Peña a Juan José Castelli, 24 de octubre de 1808, en Mayo Documental,
Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras-Universidad de Buenos Aires, 1962, tomo III, pp. 123-124.
11
Copia de la declaración prestada por Diego Paroissien sobre las cartas que conducía de Saturnino Rodríguez
Peña, 22 de noviembre de 1808, en idem, pp. 241-244.
12
Carta del presidente de la Junta de Buenos Aires, don Cornelio Saavedra, al coronel comandante de una división
en el ejército de insurgentes al mando de don Antonio Balcarce situado en el Alto Perú, don Juan José Viamonte,
en Biblioteca de Mayo, op. cit., tomo II (Autobiografías), p. 1095.
13
La abuela materna de Castelli sería hermana del abuelo paterno de Belgrano. Chaves, Julio César, Castelli. El
adalid de Mayo, Buenos Aires, Ayacucho, 1944, p. 48.
14
Cabe agregar que en sí misma, esta institución se convirtió en un espacio de sociabilidad especial para la
burguesía criolla en ascenso. Navarro Floria, Pedro, Manuel Belgrano y el Consulado de Buenos Aires, cuna de
la Revolución (1790-1806), Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 1999, pp. 145-148.
15
Cfr. los documentados trabajos de William Alzaga, Enrique, Fuga del general Beresford. 1801, Buenos Aires,
Emecé, 1965, pp. 50-51 y 135-153 y Pueyrredon, Carlos, En tiempos de virreyes. Miranda y la gestación de
nuestra independencia, Buenos Aires, Rosso, 1938, pp. 96-102.
16
Es el grupo básico, con la adición de Berutti, el que firma el memorial enviado a la Infanta Carlota en setiembre
de 1808 pidiéndole que se haga cargo de la regencia de la región. Publicado por Fernández, Ariosto, «Manuel
Belgrano y la princesa Carlota Joaquina, 1808», en Historia, n°3, Buenos Aires, pp. 79-88. Para un estudio detallado
del entramado de espionaje al que dio lugar consultar Segreti, Carlos, Un caos de intrigas. Río de la Plata, 1081812, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1997.
17
Cfr. Carta de Saavedra ...,Op. cit., pp. 1096-1097, Belgrano, Manuel, Op. cit., pp. 967-968 y Guido, Tomás,
“Rasgo histórico de la Revolución del 25 de Mayo” , en Biblioteca de Mayo, Op. cit., tomo V (Diarios y crónicas),
p. 4315.
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embargo, el núcleo de individuos original. En el caso de Berutti y French, la
integración sería definitiva en cuanto permanecerían vinculados a aquél de allí en
más, dotándolo de un brazo armado cuando adquirió un perfil político definido,
con el temido Regimiento «Estrella» que organizaron y comandaron.
A lo largo de su actuación en los diversos ámbitos que el incipiente espacio público
les abría, los miembros de la red fueron aportando ciertos elementos ideológicos
reformistas cuya radicalización terminó por hacer ineludible la opción emancipatoria.
Tanto la serie de Memorias presentadas por Belgrano entre 1794 y 1809 en el
Consulado porteño, como las columnas del Semanario o el Correo de Comercio fueron
revelando la necesidad de una transformación ecónomica que permitiese aprovechar
los recursos de la región. Basándose en fuentes fisiocráticas, tanto aquél como Vieytes
propusieron una reforma del sistema colonial que partiendo del fomento de la
agricultura y pasando por la protección de la naciente industria local, redundase en
una transformación social mayor, vinculada a la difusión de las luces y de la
racionalidad en el conjunto de la sociedad. En este sentido, otorgaban una función
preponderante a la expansión del sistema educativo general y la especialización
técnica en particular, tal como lo reflejó en su momento, el apoyo brindado a las
Escuelas de Dibujo y Náutica18.
Este reformismo quedó definido con mayor precisión en la memoria elevada a
la Infanta Carlota en setiembre de 1808, en la que junto a cuestiones estrictamente
económicas y sociales, conectadas con el creciente ascenso de la burguesía criolla19,
se sumaban las de tipo político, creadas por la crisis de legitimidad imperante en el
Imperio desde la invasión napoleónica. Así, en ella se afirmaba que “ (…) no se
puede ver el medio de inducir un acto de necesaria dependencia de la América
española a la Junta de Sevilla; pues la constitución no precisa que unos reinos se
sometan a otros (…)”20. Unos meses más tarde, el alegato de Castelli en su defensa
de Paroissien volvía a clarificar estos aspectos, al intentar la elaboración de una
justificación jurídico-político para las diversas opciones que los antiguos reinos iban
adoptando. Con él preanunciaba aquél que emitiría en el Cabildo del 22 de mayo de
1810, en el cual dejó asentada la retroversión de la soberanía al pueblo una vez
caducado el poder legítimo del monarca por las abdicaciones de Bayona y, por tanto,
18
Para una síntesis del pensamiento de Belgrano, consultar el citado estudio de Navarro Floria, Op. cit., pp. 154164, y para el de Vieytes, el trabajo preliminar de Weinberg, Félix, Juan Hipólito Vieytes. Antecedentes económicos
de la Revolución de Mayo, Buenos Aires, Raigal, 1956, pp. 18-30.
19
En uno de sus pasajes, la memoria sostenía que en caso de cesar la calidad de Colonia “ (…) sucedería la
ilustración en el país, se haría la educación, civilización y perfección de costumbres, se daría energía a la industria
y comercio, se extinguirían aquellas odiosas distinciones que los europeos habían introducido diestramente entre
ellos y los americanos, (…)”. Op. cit., p. 85.
20
Idem, p. 84.
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Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
su absoluta libertad para la formación de un gobierno propio21. En los meses
siguientes, y sobre todo en su campaña al Alto Perú, no dejaría de radicalizar este
pensamiento, incorporando elementos igualitaristas que harían temblar a los sectores
moderados de la elite criolla.
De este modo, al producirse las acaloradas reuniones de Mayo, la red que
lideraban Castelli y Belgrano se hallaba unida por fuertes lazos literarios, amistosos
y políticos, y se apoyaba en un programa de reforma social, económica y cultural
que en determinado momento los condujo a pensar como inevitable la ruptura con
el sistema. Así, si puede dudarse de la voluntad emancipatoria de alguno de sus
integrantes en este momento, no puede pensarse lo mismo respecto de su idea de
cortar con una situación política que engendraba demasiados sinsabores a la elite
criolla ascendente. De modo que si algunos concebían la necesidad de conservar el
vínculo con el monarca, lo hacían considerando que éste debería pactarse bajo nuevas
condiciones, aquéllas que garantizasen a los antiguos súbditos una serie de derechos
acordes con el liberalismo ilustrado en boga.
LA TRAYECTORIA POSTERIOR DE LA RED, DE LA PRIMERA JUNTA
AL CLUB DEL MARCO
En vísperas de mayo de 1810, la red comenzó a vivir la incorporación de nuevos
elementos, algunos de los cuales tendrían una larga militancia en sus filas. Entre
estas integraciones se destacó fundamentalmente la de Mariano Moreno, en cuanto
no sólo contribuyó a delinear claramente los derroteros por los que correría en el
futuro la posición ideológica de aquélla sino que se convirtió en su ego conductor22.
En efecto, una vez instalada la Junta tanto el magnetismo de su persona como sus
planes políticos radicalizados serían captados por los miembros de aquélla,
favoreciendo su situación de liderazgo el alejamiento de Belgrano y de Castelli hacia
destinos militares23. De esta integración dan cuenta las cartas particulares de Belgrano
21
Respecto a las fuentes ideológicas evidenciadas en ambos discursos, sigue siendo clave el estudio de Zorraquín
Becu, Ricardo, “La doctrina jurídica de la Revolución de Mayo”, en Revista del Instituto de Historia del Derecho, n°
11, Buenos Aires, 1960, pp. 47-68 y “Algo más sobre la doctrina jurídica de la Revolución de Mayo”, en idem,
n°13, 1960-1962, pp. 138-171.
22
Los testimonios de la época tienden a remarcar esta ubicación inicialmente marginal de Moreno dentro del
sector que había accedido al poder en mayo de 1810, como también el modo en que no sólo logró integrarse en él
sino obtener su liderazgo hacia mediados de año. Cfr. Guido, T., Op. cit., p. 4321 y Moreno, Manuel, “Vida y
memorias de Mariano Moreno”, en Biblioteca de Mayo, Op. cit., tomo II (Autobiografías), p. 1238.
23
La radicalización de la postura ideológica de la red se produjo bajo el influjo de Moreno, cuyas ideas eran
bastante afines con el pensamiento más avanzado que venía revelando Castelli. Para un estudio del pensamiento
morenista y sus respectivas fuentes ideológicas ver Goldman, Noemí, El discurso como objeto de la historia. El
discurso político de Mariano Moreno, Buenos Aires, Hachette, 1989; «Los ‘jacobinos’ en el Río de la Plata: modelo,
discursos y prácticas (1810-1815)», en Imagen y recepción de la Revolución francesa en la Argentina, Op. cit.,
pp. 7-26; y Egües, Carlos, Mariano Moreno y las ideas político-constitucionales de su época, Córdoba, Academia
Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, 2000.
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a Moreno, en las que se trasluce la afinidad de objetivos políticos y el lazo amistoso
que en su marco había comenzado a surgir tanto entre ellos, como entre aquél y el
24
resto del grupo formado en la época prerrevolucionaria . Incluso, una vez
desaparecido Moreno a causa de su fallida misión diplomática, el entramado de
relaciones que había contribuido a orientar reivindicó tácitamente su inspiración en
la actividad del Club del Café del Marco25. Cabe resaltar, por último, que por su
intermedio pudo integrarse al conjunto Juan Larrea, a pesar de su origen peninsular
y de su participación en el grupo republicano que hasta ese momento había sido
26
opositor de los jóvenes ilustrados criollos . En este sentido, los factores políticos
que unieron a ambos al proyecto de Alzaga de principios de 1809, fueron
complementados por la afinidad de Moreno, en cuanto criollo, joven y abogado, con
el grupo ilustrado de Belgrano, de tal modo que pudo integrarse él mismo y servir a
la vez de puente para la incorporación de Larrea27.
Así, a pesar de la ausencia física de Belgrano y Castelli28, la red delineó una
personalidad política precisa en la que se hacía cada vez más evidente la opción por
el corte de amarras con el régimen colonial29. Hacia fines de 1810, aquélla había
logrado cierta mayoría en la Junta contando con elementos importantes en los ejércitos
24
Cfr. Carta de Belgrano a Moreno, Santa Fe, 8 de octubre de 1810 y Bajada del Paraná, 20 de octubre de 1810, en
Epistolario Belgraniano, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1970, pp. 65 y 67, respectivamente.
25
Así lo reconocía el sector oficialista al que se oponía. Cfr. «Manifiesto sobre los antecedentes, y origen del suceso
de la noche del 5 y 6 del corriente», en Gazeta Extraordinaria, 15 de abril de 1811, reimpresión facsimilar, Buenos
Aires, Junta de Historia y Numismática Americana, 1910, (artículo atribuido a Gregorio Funes).
26
Recordemos que Juan Larrea y Domingo Matheu habían sido los dos únicos españoles de la Primera Junta y
que, posiblemente,debieran su inclusión a su participación en el partido republicano liderado por Alzaga, desde
el momento en que la nómina constituyente de aquélla era el resultado de los diversos grupos en pugna hacia
1810. Cfr. Ramallo, Jorge, Los grupos políticos en la Revolución de Mayo, Buenos Aires, Theoría, 1962, pp. 7-8 y
48.
27
Más allá de esta intermediación, Larrea debió establecer luego lazos directos con los individuos de la red por
cuanto se mantuvo muy vinculado a ellos, aún después de la muerte de Moreno. En este sentido, cabe apuntar
que sus recursos económico-comerciales permitieron a sus miembros cierto margen de maniobra a la hora de
adoptar decisiones importantes en el marco de la Junta. Así, este español habría aportado elementos materiales a
los recursos intelectuales con los que el grupo contaba. En este sentido, recordemos su participación en el
financiamiento de las fuerzas navales patriotas comandadas por Brown. Respecto de su integración al grupo por
intermedio de Moreno, es sintomática la carta de Belgrano a éste, en la que alude a Larrea con gestos discursivos
que revelan el aprecio político de su figura. Curusuquiatiá [sic], 13 de noviembre de 1810, en Epistolario
Belgraniano, Op. cit., p. 73.
28
La conservación de los vínculos, al menos con Castelli, quedan confirmados por un pasaje en el que Saavedra
alude a las resoluciones de éste de vengar a sus amigos afectados por las medidas consiguientes al movimiento
del 5 y 6 de abril, sosteniendo que «varias cartas interceptadas de dicho Castelli a éstos vertían estas resoluciones».
«Memoria Autógrafa», p. 1062.
29
En este sentido, la afinidad jacobina de Castelli y Moreno, expresada tanto en sus discursos como en sus acciones
concretas, puede haber facilitado a este último el reemplazo de aquél en la conducción de la red en materia de
referencia ideológica, dando continuidad a un voluntarismo político que había tenido una excelente ocasión de
expresarse en los fusilamientos de Cabeza de Tigre.
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durante el proceso revolucionario (1810-1820)
de campaña30 y en otros ámbitos de la administración civil31. Desde el punto de vista
de su programa de acción, se hallaba claramente vinculada a la búsqueda de una
eficiencia mayor en el despacho de los asuntos de gobierno y de una creciente ruptura
con los valores e imaginarios heredados. En este último sentido, el más claro elemento
simbólico de su programa fue el decreto que suprimía los honores dentro de la junta
y establecía una completa igualdad entre sus miembros, evitando todo fausto externo
incoherente con la ética republicana asumida: “En vano publicaría esta Junta
principios liberales, que hagan apreciar á los pueblos el inestimable don de su libertad,
si permitiese la continuacion de aquellos prestigios, que por desgracia de la
humanidad inventaron los tiranos, para sofocar los sentimientos de la naturaleza.
(...)y de aquí es, que á presencia de ese aparato exterior, precursor seguro de castigos
y de todo género de violencias, tiemblan los hombres oprimidos, y se asustan de sí
mismos, si alguna vez el exceso de opresion les había hecho pensar en secreto algun
remedio”32.
Este espíritu innovador se hacía evidente también en la búsqueda de la difusión
de las luces entre el común de la población, promoviendo nuevos espacios en los
que la misma socialización promoviese el afán por los estudios. En este sentido debe
comprenderse el esfuerzo por fundar una Biblioteca Pública que no sólo fomentase
el perfeccionamiento individual sino el debate racional entre los ciudadanos: “Toda
casa de libros atrae á los literatos con una fuerza irresistible, la curiosidad incita á los
que no han nacido con positiva resistencia á las letras, y la concurrencia de los sábios
con lo que desean serlo produce una manifestacion reciproca de luces y
conocimientos, que se aumentan con las discusion, y se afirman con el registro de
los libros, que están á mano para dirimir las disputas”33.
Temporariamente relajados los vínculos en el interior de la junta a causa de la
incorporación de los diputados del Interior en diciembre de 1810, ellos pudieron ser
fortalecidos en relación y en el marco de la Sociedad Patriótica de 181134. En efecto,
ella brindó un espacio real para consolidarlos dentro de un ámbito relativamente
pautado con el cual podía identificarse la vanguardia revolucionaria que se oponía
30
Vieytes había sido auditor de guerra en las fuerzas de Ortiz de Ocampo y tuvo un rol clave en el abastecimiento
de la expedición al norte comandada por Castelli. Cutolo, V.O., Op. cit. y Weinberg, F., Op. cit., p. 55.
31
Donado fue nombrado acalde de barrio en esa época.
32
“Orden del dia”, en Gazeta Extrordinaria, 8 de diciembre de 1810.
33
“Educación”, en idem, núm. 15, 13 de setiembre de 1810.
34
Recordemos que al producirse la votación para su incorporación los compañeros de Moreno lo abandonaron
para seguir la postura de Saavedra que apoyaba aquélla.
415
Eugenia Molina
a la tendencia moderada del gobierno35. En este sentido, resulta interesante ver cómo
si bien la red obviamente no coincidió con la totalidad de los asistentes al Club, por
cuanto éstos superaban ampliamente los elementos básicos de aquélla, sí se produjo,
en cambio, una identificación ideológica y simbólica entre ambos, tanto en el
imaginario de sus propios miembros como en el de la oposición que decidió
reprimirlos.
Vinculados a sus reuniones aparecieron Vieytes, N. Rodríguez Peña, Donado,
Berutti, French y Larrea junto a recientes morenistas como Miguel de Azcuénaga, o
36
miembros del regimiento «Estrella» como Vicente Dupuy . Si bien sólo se puede
probar la asistencia concreta de algunos de ellos según la nota elevada al gobierno
pidiendo la supresión de la expulsión de los españoles37, la relación del resto con la
entidad ha quedado probada tanto por los testimonios de la época como por las
medidas de destierro, destitución y juicio que afectaron al núcleo duro de sus
miembros y que aludían expresamente a la dualidad sector morenista-Club del
38
Marco . De hecho, hasta Belgrano y Castelli permanecieron ciertamente vinculados
al espíritu que reinó en sus reuniones y al esfuerzo de sus socios, tal como deja
entrever el testimonio de Núñez: “Era un hecho demasiado acreditado que las
opiniones, los sentimientos y aun las aspiraciones de los promotores de la sociedad,
contaban con una correspondencia segura en el general Belgrano y el representante
Castelli, (…)”39.
35
El Club del Marco surgió en un café inaugurado en Buenos Aires a principios de siglo. Entre fines de febrero y
mediados de marzo de 1811 fueron cursadas las invitaciones para reunir en él a lo más destacado de la juventud
porteña con el fin de organizar una agrupación que reanimara el proceso revolucionario. A principios de abril,
elevaron una representación a la Junta en la que se establecían las normas provisorias de la institución y sus
autoridades, y si bien en vísperas de la revuelta del 5 y 6 de abril el gobierno llegó a aprobarlas, los sucesos
posteriores condujeron al apresamiento y destierro de sus principales miembros. Núñez, Ignacio, Noticias
históricas de la República Argentina, Buenos Aires, La Cultura Argentina, p. 164. Para un estudio detallado ver
Canter, Juan, “Las sociedades secretas y literarias”, en Historia de la Nación Argentina. Desde sus orígenes
hasta su organización definitiva en 1862, Buenos Aires, El Ateneo, 1961, tomo V, pp. 226-238.
36
En una carta de Saavedra a Chiclana previa a la formación del Club, ya aparecían conectados French, Berutti,
Donado, Vieytes y Azcuénaga. Cit. por Levene, Rivardo, «El 5 y 6 de abril de 1811 y sus consecuencias nacionales»,
en Historia de la Nación Argentina. Desde sus orígenes hasta su organización definitiva en 1862, Op. cit., p. 326.
37
«Representacion dirigida por la sociedad patriótica á la Excma. Junta y decreto que se le puso», en Gazeta de
Buenos Aires, núm. 42, 28 de marzo de 1811.
38
Núñez remarca la convivencia de Vieytes, Azcuénaga y Larrea con las reuniones del Club con motivo de la
detención de los asistentes en la víspera de la primera reunión y de hecho afirma que el primero y Nicolás Rodríguez
Peña actuaban como sus consejeros. Cfr. Op. cit., pp. 140-142. Entre las peticiones de los amotinados del 5 y 6 de
abril no sólo se exigía la destitución de Vieytes, N. Rodríguez Peña, Azcuénaga y Larrea, de la Junta, y de Berutti
y French, de sus cargos militares, sino que también se reclamaba un informe de Belgrano sobre su actuación en el
Paraguay. Cfr. «Oficio de los alcaldes á la Excma Junta dirigiendole las diez y ocho peticiones del pueblo: y
pidiendo su cumplimiento», en Gazeta Extraordinaria, 15 de abril de 1811. Las medidas represivas de la actividad
del Club también alcanzaron a otros miembros de la red que actuaba en él, tal como Donado y Felipe Cardoso.
Cfr. Gazeta de Buenos Aires, núm. 69, 3 de octubre de 1811.
39
Op. cit., p. 147. Más de una vez Belgrano expresaría su ojeriza respecto de los hombres que participaron en el
movimiento del 5 y 6 de abril, provocando el desplazamiento del grupo político al que pertenecía. Cfr. Carta de
Belgrano a Rivadavia, Jujuy, 19 de agosto de 1812, en Epistolario Belgraniano, Op. cit., p. 155 y carta de Belgrano
a Saavedra, Tucumán, 29 de diciembre de 1812, idem, p. 174.
416
Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
Así, la asociación llegó a identificarse con el entramado relacional que nutría la
red desde la época colonial, a pesar de incorporar en el marco de la entidad a algunos
40
elementos adicionales, esporádicos en ciertos casos , más persistentes en otros, en
relación con la red misma. Entre estos últimos se destacó Julián Álvarez, quien actuó
como guía de la institución, orientando sus discusiones y encabezando sus medidas.
Resulta claro, en este sentido, que fue su actuación en el Club la que lo dotó del
prestigio que le permitió integrarse a este sector de la elite dirigente, tal como se
reflejaría en su propia carrera política y en su participación clave en la Sociedad
41
Patriótica . Un caso semejante es el del barcelonés Cosme Argerich, quien si por el
momento no parecía vinculado a la red a pesar de su participación en las reuniones
del Club, pronto lograría acceder a posiciones más destacadas42.
Como dijimos, esta identificación entre Club y grupo radical se hallaba bien clara
en el imaginario de los implicados por ambas partes, tal como lo ha revelado
nuevamente Núñez en su testimonio: “El lenguaje anticolonial y firme de la
revolución bien entendida, había llegado a hacerse tan reprobable para el presidente
y su comitiva, como era criminal para los españoles; ellos decían que esto era volver
al sistema de principios proscripto y castigado en la persona del doctor Moreno, que
esto era envalentonar a los genios turbulentos, dar alas a los tribunos de la sociedad
para continuar prodigando sus doctrinas anárquicas y antisociales (…)”43. Esta
audacia que manifestaban los morenistas en sus reuniones tenía clara afinidad con
la que expresaría meses después Castelli en su acción en el Alto Perú, cuando con un
40
Así, en la citada nota al gobierno, aparecieron ciertos nombres que sólo en contadas ocasiones volveríamos a
ver en la lucha política concreta, tales como Tomás de Rosales, Genaro de Igarzábal, Bernardo de Igarzábal, Javier
de Igarzábal, José María de Arzac, Juan Andrés Gelly. Es posible que los Igarzábal que aparecían firmando la nota
tuviesen algún parentesco político con Rodríguez Peña por vía de su esposa Casilda Igarzábal. Por su parte, cabe
marcar que Javier de Igarzábal protagonizaría un escándalo amoroso con la hija de Castelli, al casarse sin la
autorización paterna en 1812.
41
Álvarez había estudiado derecho en Córdoba y Charcas, doctorándose en ambos establecimientos, pero hasta
ese momento no había tenido ningún papel destacado en la vida política revolucionaria, ocupando un lugar
bastante marginal. Cabe marcar que estuvo detenido luego de los hechos de abril, lo que refleja su relativa
integración al grupo morenista. Cfr. Gelly, J., Apuntes biográficos del dr. Julián Alvarez, presidente de la Honorable
Sala de Representantes, en el año de su fallecimiento y presidente jubilado de la Exma. Cámara de Apelaciones de
la República Oriental del Uruguay, Montevideo, 1844 y Piccirilli, R; Romay, C; Gianello, L., Op. cit.
El hecho de que no haya sido tocado por la represión de abril, revela su desconexión con las relaciones concretas
de la red a pesar de su participación en el club. También habría que remarcar la presencia de Matías Oliden, quien
tuvo, como él, un lugar un poco más destacado en la Sociedad Patriótica de 1812.
42
43
Op. cit., p. 148. Los comentarios y las noticias eviados por Guadalupe Cuenca a su esposo, Mariano Moreno,
revelan la íntima conexión que existió entre el grupo político radical, el Club y la represión saavedrista. Así, en
una de sus cartas se refería al sufrimientos que soportaban los desterrados al Interior así como a la campaña
difamatoria iniciada contra Castelli y el mismo Moreno. Buenos Aires, 20 de abril de 1811, en Williams Alzaga,
Enrique, Cartas que nunca llegaron. María Guadalupe Cuenca y la muerte de Mariano Moreno, Buenos Aires,
Emecé, 1967, p. 71. En otra alude a la humillación sufrida por el “pobre” Belgrano, con la suspensión de su grado
militar y su juicio por procedimiento. Buenos Aires, 9 de junio de 1811, en idem, p. 79.
417
Eugenia Molina
discurso de elevado tono igualitarista proclamó la abolición de la servidumbre
indígena: “Así es que después de haber declarado el gobierno superior con la justicia
que reviste su carácter que los indios son y deben ser reputados con igual opción
que los demás habitantes nacionales a todos los cargos, empleos, destinos, honores
y distinciones por la igualdad de derechos de ciudadanos, sin otra diferencia que la
que presta el mérito y la virtud: (…)”44.
Si observamos la trayectoria de la red hasta este momento, veremos que con el
proceso revolucionario habían comenzado a primar, tanto en las antiguas
vinculaciones como en los nuevos lazos, los componentes estrictamente políticos,
desplazando a un segundo término los de tipo estudiantil, literario o amistoso. Si
consideramos, por ejemplo, las relaciones de Donado con Álvarez o Larrea, o las de
Rodríguez Peña y Vieytes con alguno de ellos, veremos que son los factores políticos
los que nutrieron sus contactos. Sólo éstos permiten comprender cómo individuos
de orígenes territoriales diversos, con formaciones intelectuales diferentes y
situaciones socioeconómicas también distintas pudieron converger en un mismo
entramado relacional.
Esto tiene que ver con dos tendencias claras que se evidenciaron en esos años
candentes, por un lado, la aceleración de los acontecimientos que terminó por
enfrentar a la elite con una situación cada vez más compleja que exigía decisiones
cada vez más rotundas, y por otro, con la creciente fagocitación que protagonizó la
política sobre la vida privada, extendiendo sus tentáculos sobre sus más diversos
aspectos45. Esta tendencia se hizo evidente en el destino mismo del Club, el que
creado a los fines de la ilustración pública y el fomento del espíritu revolucionario,
terminó por unir su destino al de la red al darle un espacio para sus debates y sus
reuniones. Así, la prisión y el destierro de los principales componentes de ésta
significó también la inmediata desaparición de la sociedad, a pesar de que algunos
de sus asistentes no hubiesen tenido que ver claramente con ese grupo político, tal
como lo refleja el hecho de no haber sido afectados por las medidas represivas e,
incluso, haber firmado el petitorio de los amotinados46.
44
Declaración de Juan José Castelli sobre la liberación de los indios, Tiahuanaco, 25 de mayo de 1811. Cit. en
Goldman, Noemí (dir. tomo), Revolución, República, Confederación (1806-1852), Buenos Aires, Sudamericana,
1999, p. 49.
45
Myers, Jorge, «Una revolución en las costumbres: las nuevas formas de sociabilidad de la elite porteña, 18001860», en Fernando Devoto y Marta Madero (dirs.), Historia de la vida privada en la Argentina. País antiguo.
De la colonia a 1870, Buenos Aires, Taurus, 1999, pp. 111-112.
46
Así, tanto Ignacio Álvarez Thomas como Florencio Terrada aparecieron entre los miembros del Club y entre los
coroneles y tenientes que apoyaron el motín cívico militar de abril. “Oficio de los alcaldes…”, Op. cit.
418
Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
LA ETAPA DE LA SOCIEDAD PATRIÓTICA
El entramado de relaciones que aparecía todavía claro a principios de 1811,
comenzó a difuminar sus contornos al producirse nuevos encuadramientos y
reagrupamientos de la elite con el avance de la marcha revolucionaria. En este sentido,
resulta difícil saber si aquel conjunto de lazos reapareció en cuanto tal en la Sociedad
Patriótica, por cuanto no disponemos de una nómina completa de socios sino de
nombres dispersos extraídos de las actas publicadas en El Grito del Sud47. No obstante,
dado que los testimonios tienden a considerarla una «resurrección» de la sociedad
de 1811 y que ella misma se presentó con este tenor48, no sería extraño que gran
parte de sus socios se afiliara a ella, sobre todo aquellos que habían regresado del
destierro posterior al movimiento del 5 y 6 de abril. En este sentido, resultaría
absolutamente lógico que Vieytes, Peña, Berutti y French lo hicieran, una vez
restituidos en su honor y sus grados militares, tal como efectivamente se pudo ver
en el caso de Larrea. Un elemento que avalaría esta tesis estaría dado, por lo menos
para los dos primeros, por el hecho de que aparecerían más tarde en el listado de los
miembros de la Lautaro, recordando al respecto, que la logia absorbió a la Sociedad
Patriótica aprovechando el reclutamiento que había realizado49. Esta continuidad
puede advertirse, por otra parte, en el comentario de Vicente F. López al respecto de
las ardorosas reuniones de una sociedad que se habría convertido «(...) en un club
político de oposición al gobierno bajo el influjo de los morenistas y de Monteagudo»50,
y en la constancia del Regimiento Estrella como brazo armado del grupo reunido en
la entidad51.
Así, la Sociedad Patriótica habría creado un nuevo espacio en el que la red que
integraba al sector más radical de la elite, podía debatir, definir su postura política
47
Esta sociedad adquirió una mayor formalización que el Club, favorecida por la experiencia precedente y por
una vida más extensa. Su principal objetivo era la orientación de la opinión pública con el fin de ilustrar al pueblo
en sus derechos y en sus deberes, explicándole la necesidad de reunir una Asamblea, declarar la independencia y
dictar una Constitución. Para ello continuó el modelo turbulento y agitador del club, ampliando y fijando sus
bases de reclutamiento. Sus reuniones también estuvieron marcadas por el principio de libre expresión,
reconociéndose a todos los integrantes un status igualitario que les permitía presentar alocuciones o discutir las
que hubiesen sido expuestas sin mediar diferencias sociales o económicas. Si bien se ha negado que tuviese un
estatuto legal, de las fuentes se desprende el establecimiento de una mesa directiva con presidente, vice y secretario,
cargos electivos y periódicos designables entre los diferentes socios. Para un estudio detallado ver Canter, Juan,
Op. cit., pp. 238-251.
48
Cfr. al respecto Berutti, Juan Manuel, «Memorias curiosas», en Biblioteca de Mayo, Op. cit., tomo IV (Diarios y
Crónicas), p.3822.
49
«Lista de los individuos que forman la Logia de Caballeros Racionales», en Documentos del Archivo San
Martín, Buenos Aires, Comisión Nacional del Centenario, 1910, tomo X, p. 490.
50
Historia de la República Argentina. Su origen, su revolución y su desarrollo político hasta 1852, Buenos
Aires, La Facultad, 1926, tomo IV, p. 169.
51
En la crónica sobre la inauguración de sus sesiones, el redactor de la Gazeta alude a la presencia del Regimiento
y a su acompañamiento musical. Núm. 20, 17 de enero de 1812.
419
Eugenia Molina
frente a determinados acontecimientos y enriquecer los lazos que la conformaban52.
En efecto, si ella permitía la consolidación de vínculos anteriores, por ejemplo
respecto de la integración de Alvarez, también permitió su ampliación con otros
nuevos. Entre las recientes relaciones fueron claves las que conectaron a Monteagudo,
quien no sólo logró incorporarse por intermedio de su actividad en la Sociedad en el
sector de la elite más radicalizado, sino que a la vez, su liderazgo societario se proyectó
simultáneamente en el de la red53. Al respecto, resulta interesante ver cómo un
individuo proveniente de una región excéntrica desde la perspectiva de la capital
virreinal, alejado hasta ese momento de los vaivenes de la política porteña, llegó a
convertirse en el conductor visible de un grupo definido en la marcha revolucionaria,
aquél que hallaba en las modernas prácticas asociativas un espacio para su nutrir su
propia identidad como tal. Es claro que su participación activa en el movimiento
altoperuano54 y su prédica periodística en la Gazeta desde mediados de 181155, le
otorgaron un prestigio reconocido a los ojos de la elite criolla local, a lo que sumó un
temperamento capaz de hacer de él un ego coordinador. También hay que contar con
el contacto que representó su actuación junto a Castelli en el Alto Perú, en cuanto le
otorgó la carta de recomendación para ser aceptado por el sector morenista que
integraba a sus amigos y compañeros de otrora. Sin embargo, visto en perspectiva
pareciera que fue su inserción asociativa la que le permitió integrarse plenamente a
un sector de la elite política respecto del que había estado marginado hasta ese
momento.
Junto a él, comenzó a elevarse en el marco asociativo la figura de Alvear56, quien
buscaba por su intermedio contactar al grupo con más claras ideas revolucionarias57
a fin de establecer los vínculos necesarios para ordenar y modelar la práctica logista
52
Al respecto, consultar la descripción de una de sus sesiones realizada por un particular sin conexión directa con
la entidad ni la red, por lo menos en apariencia, en “Carta dirigida á los editores de este periódico”, en El Grito del
Sud, núm. 4, 4 de agosto de 1812, reproducción facsimilar, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1961.
No sólo fue el organizador inicial de la entidad, pronunciando el discurso de apertura, sino que en repetidas
ocasiones fue secretario y presidente. Cfr. La Gazeta de Buenos Aires, núm. 20, 17 de enero de 1812 y El Grito del
Sud, núm 14, 13 de octubre de 1812, núm. 15, 20 de octubre de 1812 y núm. 24, 22 de diciembre de 1812. La
proyección del liderazgo fuera del marco de la sociedad sobre el grupo más radical se revela en su participación
clave en el movimiento que comandó en la plaza principal el 8 de octubre de 1812.
53
54
Se había adherido al movimiento de Chuquisaca en 1809, incorporándose en las fuerzas rebeldes.
55
En este sentido, debió ser clave la defensa que había realizado del grupo afectado por la represión de abril
desde la columnas de este periódico, grupo al que terminó por integrarse. Cfr. “Causas de las causas”, Gazeta de
Buenos Aires, n°14 , 20 de diciembre de 1811.
56
Fue vicepresidente de la entidad en, al menos, dos ocasiones. Cfr. El Grito del Sud, núm. 14, 13 de octubre de
1812 y núm. 24, 22 de diciembre de 1812.
57
Tal como sostenía Matheu «(...) no se podía descollar sin ser uno parte de tantos focos en ebullición que convergían
a la patria nueva (...)».»Autobiografía escrita por su hijo Don Martín Matheu. Epoca primera», en Biblioteca de
Mayo, Op. cit., tomo III (Autobiografías), p. 2471.
420
Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
en la que pensaban con San Martín y Zapiola. No obstante, su pertenencia a un
linaje prestigioso de la región le brindó para ello un elemento social adicional con el
58
que no pudieron contar ni Monteagudo ni San Martín . Este hecho resalta aún más
la capacidad del altoperuano para acceder a un lugar destacado dentro la elite criolla
en el poder a pesar de su «demasiado» oscuro origen59, lo que refleja otra vez la
preeminencia de los elementos estrictamente políticos en el establecimiento de los
lazos estructurantes de la red.
Junto a ellos se integraron un grupo de hombres que ocupó puestos principales
en la administración de la sociedad, como Valentín Gómez y Franciso Planes, quienes
fueron elegidos presidentes, o Matías Oliden y Manuel Moreno, designados
secretarios60. También en la comisión para la elaboración del proyecto constitucional
aparecieron nuevos elementos, tales como Tomás Valle y Antonio Sáenz61. Ante esto
resulta difícil afirmar que la Sociedad era una reproducción exacta de las relaciones
de la red independentista, por cuanto el entramado de lazos que nutría ambas no
coincidía exactamente; no obstante, se repetía la misma situación del Club: terminó
identificándose con ella, concibiéndosela también en el imaginario colectivo como
el reducto de la oposición al gobierno marcada por sus objetivos emancipatorios y
constitucionalistas.
En el interior de la sociedad siguió exigiéndose una actitud gubernamental más
eficiente, en este caso respecto de los posibles conspiradores contra la causa de la
libertad. Esta prédica llegó a un nivel de presión tal que el ejecutivo debió sancionar
un bando ad hoc: “ (...)excitando la Sociedad Patriótica literaria el celo del gobierno
para la represión de los conspiradores por la tenacidad, con que los reacios
inquietaban la sociedad esparciendo rumores desfavorables, calumnias, malas
noticias y cuanto podía distraerlo de tan urgentes negocios, expidió en bando una
conminación fulminante en 23 prohibiendo (p. 2426) los corrillos de más de tres
españoles, pena de ser sorteados y fusilados (...)”62. De hecho, en una de las sesiones
58
Resulta sintomático que a diferencia de Alvear, San Martín y Zapiola no aparezcan entre las autoridades de la
Sociedad, y de hecho no puede ser ratificada su asociación por cuanto no disponemos del listado de la totalidad
de sus socios. Sólo Matheu alude a su participación, Op. cit., p. 2471. No obstante, no sería extraño que hubiese
habido una especie de distribución de tareas en materia de reclutamiento de adherentes para la logia, volcándose
San Martín al ambiente militar posibilitado por su participación en la organización del Regimiento de Granaderos
a Caballo, mientras el segundo se ocupaba de la clase estrictamente política. A un nivel personal, su casamiento
con Remedios de Escalada le habría dado el instrumento para integrarse en la elite porteña sin necesidad de
hacerlo por intermedio de las prácticas asociativas como Alvear.
59
Recordemos, en este sentido, los sinsabores que le produjo más de una vez su dudosa “limpieza de sangre” y el
color de su piel.
60
Cfr. El Grito del Sud, núm. 14, 13 de octubre de 1812, núm. 15, 20 de octubre de 1812, núm. 24, 22 de diciembre de
1812 y s/n, 26 de enero de 1813.
61
El Grito del Sud, núm. 18, 10 de noviembre de 1812.
62
Matheu, Op. cit., p. 2425-2426.
421
Eugenia Molina
se había propuesto el castigo impositivo de los españoles y los ciudadanos tibios,
por cuanto lo exigía la nueva dignidad que los había hecho libres: “Permitidme que
os hable con franqueza: conservamos aun las reliquias de una esclavitud ignominiosa
quando contemporizamos tanto con unos hombres, de quienes jamas hemos merecido
otras atenciones que las del desprecio, y el odio implacable que juraron á nuestras
generaciones. parece que todos nuestros sacrificios fuesen dirigidos á conservar sus
fortunas, y á consagrar la impunidad de los crimenes, y vexaciones con que desde la
conquista del pais han afligido á los que tubieron la desgracia de nacer en él” 63.
Esa mayor eficiencia en la represión de los contaminadores de la opinión pública
sensata y patriótica se vinculaba también con la poca decisión con la que el sector en
el poder llevaba adelante los negocios respecto de la determinación de la situación
política de las provincias del antiguo virreinato. Así, se exigía una clarificación de
ésta por medio de la declaración de la independencia y el dictado de una Constitución
que ordenase la vida social y política: “A mí me parece, Señores, que ese origen
funesto que buscamos, lo encontraremos en la indefinición de nuestros sistéma, y en
la incertidumbre en que estamos de lo que somos, y de lo que seremos. (...)El sábio
congreso de Caracas, conociendo la magnitud de males que gravitaban sobre el
estado, y los muchos que le esperaban para lo futuro, si permanecia mas tiempo en
la indefinicion de sistéma, en que como nosotros se hallaban envueltos, tomó la
medida que ya sabeis, y que ya es tiempo tomemos nosotros. Ciudadanos, nada nos
puede detener de dar este paso magestuoso: (...)á nuestros gobiernos les tiene mas
cuenta depender de un fantasma, que del pueblo”64.
Las esperanzas del sector político nucleado en la Sociedad se dirigían hacia el
establecimiento de una Asamblea General que pusiese orden y determinación en
estas cuestiones, sobre todo después de la revolución del 8 de octubre, cuando pareció
mucho más convincente la convocatoria para su reunión. Para esa época, la afinidad
de objetivos políticos de la red con los oficiales logistas llegados de Europa, había
conducido a una cierta estrechez de relaciones, aunque los más evidentes fueron los
que permitieron la integración de Alvear en la Sociedad con un puesto prominente.
No obstante, esto era sólo la punta del iceberg, como veremos.
LA DISOLUCIÓN DE LA RED EN EL MARCO
DE LAS PRÁCTICAS LOGISTAS
La participación de la Patriótica en el movimiento del 8 de octubre de 1812 fue el
primer indicio de su progresiva incorporación en la organización mayor diseñada
por Alvear y San Martín, hecho que sería confirmado en los meses siguientes en las
63
Sesión del 24 de setiembre de 1812, en El Grito del Sud, núm. 12, 29 de septiembre de 1812.
64
Sesión del 29 de setiembre de 1812, en idem, núm 14, 13 de octubre de 1812. Cfr. también sesión del 9 de octubre
de 1812, idem.
422
Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
elecciones de diputados para la Asamblea Constituyente, y que puede apreciarse
claramente en el listado ofrecido por Zapiola en cuanto refleja la continuidad de
ciertos lazos políticos. Por otra parte, esa nómina constituye también una muestra
clara del modo en que esta nueva asociación política logró ubicar a sus más probados
elementos en puestos claves de poder. En este sentido, salta a la vista cómo los
individuos que habían participado en las experiencias societarias que venía
nucleando a la vanguardia revolucionaria, tales como Larrea, Vieytes, Monteagudo,
Donado, o incluso Gómez y Valle, obtuvieron diputaciones para 1813, mientras que
otros como Nicolás Rodríguez Peña y Manuel Moreno, fueron ubicados en el centro
mismo del gobierno, en calidad de presidente del Consejo y oficial en la secretaría
de Estado, respectivamente65. No obstante, esta vez parecía que el personal de la red
se identificaba exactamente con el de la asociación, hecho que evidenciaba el objetivo
precisamente buscado por los organizadores de la Logia66.
En efecto, si San Martín y sus colegas querían disciplinar estratégicamente a la
elite para lograr un unanimismo en la conducción política que permitiese coordinar
esfuerzos y evitar el despilfarro de recursos y energías, lo mejor era que el grupo
político dominante coincidiese con los miembros de la entidad desde la cual se
impartían las directivas, a fin de impedir conflictos internos en la clase gobernante67.
Así, la nómina de socios se correspondía perfectamente con el conjunto de individuos
encargados de la marcha del Estado en sus más diversos ramos, conformándose una
nueva red política que aseguraba la univocidad de acción y opinión, tal como ha
afirmado Mitre: “(...) su influencia se ramificó en toda la sociedad, y los hombres
más conspicuos de la revolución por su talento, por sus servicios o su carácter se
afiliaron a ella. Los clubes y las tertulias políticas donde hasta entonces se había
elaborado la opinión por la discusión pública o las influencias de círculo se
refundieron en su seno por una atracción poderosa”68.
65
Cfr. Zapiola, M., Op. cit., p. 490-491, Cutolo, V.O., Op. cit., y Piccirilli, R; Romay, F.; Gianello, L., Op. cit.
66
Para una descripción detallada de los fines y la organización de la Logia ver Mitre, Bartolomé, Historia de San
Martín y de la emancipación sudamericana, Buenos Aires, Kraft, 1940, tomo I, p. 165-167, y López, Vicente
Fidel, Historia de la República Argentina, Op. cit., tomo VI, pp. 240-242 y Panoramas y retratos históricos,
Buenos Aires, Jackson, 1944, pp. 110-124. Uno de los trabajos más minuciosos y documentados ha sido el de
Canter, Op. cit., pp. 252-260 y «La Logia Lautaro» (conferencia en la Junta de Estudios Históricos de Mendoza),
en Revista de la Junta de Estudios Históricos, n° 7 y 8 , Mendoza, abril de 1936, pp. 78-90. Respecto de su filiación
masónica consultar Ferrer Benimeli, José, «Bolívar y la Masonería», en Revista de Indias, n°172, tomo XLIII, Sevilla,
julio-diciembre, 1983, pp. 631-687, y Pasquali, Patricia, San Martín. La fuerza de la misión y la soledad de la
gloria, Buenos Aires, Planeta, 1999, pp. 130-131.
67
Este funcionamiento recuerda el que Auguste Cochin describió respecto de los clubes jacobinos franceses quienes
reivindicando cierta representatividad del pueblo, manipulaban las elecciones y la orientación de la supuesta
opinión pública sobre la que se asentaba el régimen vigente. Para un crítica de esta interpretación Furet, François,
Pensar la Revolución Francesa, Petrel, 1977.
68
Historia de San Martín, Op. cit., p. 167.
423
Eugenia Molina
Como se puede entrever, esta nueva red se nutrió de los lazos políticos existentes
ampliándolos y enriqueciéndolos con otros nuevos. La conformación de este nuevo
entramado relacional, no obstante, implicó la desintegración de aquél que venía
actuando desde hacía unos años en la vanguardia revolucionaria, en el sentido de
que perdió su identidad como tal en el marco mayor de vinculaciones que la logia
conformó. Así, si bien la red a la que nos hemos venido refiriendo podría haber
subsistido en su seno actuando como una subred, esto no se produjo en cuanto los
lazos se diluyeron, dando lugar a otros nuevos. Contribuyó con esto la creciente
dispersión de sus miembros en los años siguientes a través de diversos destinos
administrativos y militares que impediría una relación regular entre ellos69 y la misma
división que generó la galvanización de lucha por el poder en el interior de la
organización logista.
El testimonio de El Hurón, que corresponde en realidad a la etapa de
reorganización de la Lautaro luego de la caída de Alvear70, confirma esa continuidad
con la Sociedad, marcando en este sentido la filiación de Antonio Sáenz y Julián
Álvarez, que no aparecen en el listado de Zapiola71. Respecto del primero, no tenemos
seguridad de que haya participado desde el principio en la logia72, pero sí del segundo
por cuanto su propia asociación «masónica» dirigida junto a Manuel Pinto, sirvió a
los fines disciplinadores y jerarquizadores de la Gran Matriz. Tanto El Hurón como
el informe de Zapiola revelan cómo la logia logró en ambas etapas una enorme
amplitud de reclutamiento, incorporando a la red a individuos provenientes del
sector militar (Guido, Chilavert, Vázquez, Luzuriaga), intelectual-profesional (Agrelo,
Anchoris, Álvarez Jonte, López, Ugarteche) y eclesiástico (Sarmiento, Vidal, Perdriel,
Amenábar, Fonseca). No obstante, pronto se produjeron fracturas internas que
terminaron de estallar con la caída de Alvear, momento en el que sus partidarios
fueron desplazados de sus cargos y desterrados.
Retomando los lazos políticos surgidos en el interior de la Lautaro, la Logia de
los Caballeros Orientales logró encuadrarlos en una nueva sociedad secreta que los
69
Moreno había fallecido a comienzos de 1811, Castelli murió en 1812 y Vieytes en 1815. Belgrano alternó la vida
militar con ciertas comisiones diplomáticas que lo mantuvieron alejado de la política porteña, mientras que Berutti
y N. Rodríguez Peña se enrolaron en la organización y acción del Ejército de los Andes; este último terminó por
radicarse en Santiago de Chile, luego de su liberación, en 1818. En cuanto a S. Rodríguez Peña, luego de una
existencia azaroza, terminó en el destierro luego de la caída de Alvear del mismo modo que Larrea, quien se
vinculó a la nueva red política surgida bajo la égida aquél en Montevideo.
70
Cabe marcar que este periódico fue editado por el grupo nucleado en la Logia de los Caballeros Orientales para
desprestigiar la labor del gobierno de Pueyrredón, atribuyéndose su redacción a uno de los hermanos Carrera.
Utilizamos la edición simil tipográfica publicada en Revista de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, Mendoza,
1938, tomo XI, pp. 299-325.
71
Op. cit., pp. 303-304.
72
Aunque no resultaría extraño dado su nombramiento como diputado para la Asamblea de 1813.
424
Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
dotó de un marco organizativo eficiente en la lucha contra el régimen directorial73.
Reaparecieron en ella junto a Alvear, Larrea, Vázquez y Zufriátegui, buscando en el
74
territorio oriental nuevos elementos . Mientras tanto, San Martín lograba reencauzar
lo que quedaba de la red logista original hacia sus fines americanistas pero esta vez
con un control más estricto de la opinión pública y los puestos claves de poder, tal
como se desprende de los cargos que siguieron ocupando los socios que siguieron
fieles a su persona.
Tan fuerte resultó la identificación entre la red política que logró copar el poder
desde 1815 y la entidad particular que servía a su coordinación y orientación, que la
crisis de los lazos asociativos se reprodujo inmediatamente en la desorganización de
la clase política hacia mediados de la década. Así, hacia principios de 1820 la anarquía
prevalecente en el interior de la vieja Lautaro implicaba también la desintegración
de los vínculos que hasta ese momento habían unido a los que habían seguido a San
Martín en sus objetivos emancipadores, tal como queda reflejado en los testimonios
75
que aluden al desorden y la traición imperantes en su seno . La diversificación de
las prácticas logistas, el debilitamiento de los lazos de lealtad política y la
preeminencia de los intereses individuales por encima de la necesaria acción colectiva
que implicaba aquélla, explican en parte su disolución: “Anoche ha estado conmigo
el canónigo el doctor Sáenz, del Congreso. (...) me contó que el venerable Pinto había
entrado en la Sociedad, titulada del Sol, y que estuvo de acuerdo en las innovaciones.
No lo extraño, después de haber visto la conducta propia y papel de arlequín que ha
representado el tal coronel mayor, hecho tal sin ninguna campaña. Pero en el día
está bien castigada su falta de carácter, porque se ha constituido objeto de desprecio
para todos, lo mismo que el fantasmón Terrada. Hombres inconsecuentes y
miserables”76.
73
Esta entidad tuvo dos etapas bien diferenciadas. La primera comenzaría alrededor de 1816, cuando se inició la
reagrupacion de los individuos caídos con Alvear, en Montevideo para iniciar una campaña de desprestigio
contra el régimen directorial; en ella se organizó una sociedad secreta con estrictos objetivos políticos. En un
segundo momento, la red se abrió a nuevas incorporaciones, esto a principios de 1820, estableciendo paralela y
simultáneamente a la logia un nuevo espacio de sociabilidad que funcionaba como un precario “club” en el que
a cambio de un canon determinado, los socios podían leer periódicos y libros, jugar a las cartas, o conversar. Al
respecto consultar, Iriarte, Tomás de, Memorias, Buenos Aires, Ediciones Argentinas «S.I.A.», 1944, tomo I , pp.
161-162 y 222-223, y tomo III, pp. 9-10 y 39-40.
74
Cabe marcar que el objetivo aglutinador de la red tuvo un efecto duradero, por cuanto los lazos políticos y las
lealtades personales entre sus miembros persistieron en el tiempo. Así, casi un lustro más tarde, Alvear seguía
vinculado estrechamente a los hermanos Vázquez, a Zufriátegui y a Iriarte. Cfr. Cartas de Valentín Gómez a
Alvear, Buenos Aires, 14 de febrero de 1826, 28 de octubre de 1826 y 3 de abril de 1827 en Rodríguez, Gregorio,
Contribución histórica y documental, Buenos Aires, Peuser, 1921, tomo II, pp. 285, 292 y 303, respectivamente.
75
Carta de Zañartu, agente chileno en Buenos Aires, a O’Higgins, Montevideo, 7 de diciembre de 1820, cit. en
Piccirilli, Ricardo, “San Martín y la desmembración de la Logia Lautaro”, en Historia, n° 3, Buenos Aires, 1956, p.
98.
76
Carta de Zañartu, agente chileno en Buenos Aires, a O’Higgins, Montevideo, 23 de julio de 1820, en idem, p. 97.
425
Eugenia Molina
CONCLUSIONES
La trayectoria recorrida por la red que nucleó a la vanguardia revolucionaria
durante los primeros años posteriores a 1810, ha mostrado cómo un nudo de lazos
originalmente informales lograron acceder a ciertos espacios y grados de
institucionalización. Si consideramos la experiencia relacional en su totalidad, desde
los años anteriores hasta la progresiva desaparición pública o física de sus miembros
a mediados de la segunda década del siglo XIX, veremos que la red dio lugar a la
conformación de sucesivos “conjuntos de acción” que, a largo plazo, reflejaron la
conformación de un cuasi-grupo que contó con diversos egos conductores pero
adquirió una personalidad definida vinculada a un programa igualitario y
emancipador.
Así, hasta los comienzos de la Logia Lautaro, y a pesar de los nuevos vínculos
establecidos para generar el cambio político de mayo de 1810, la red pudo conservar
cierta identidad enriquecida todavía en el marco de la entidad liderada por
Monteagudo. No obstante, con posterioridad, la absorción institucional realizada
por aquélla introdujo nuevas relaciones en un marco de integración global de la elite
que llegó a diluir sus contornos. En este sentido, si por un lado pudimos observar
que muchos de sus miembros siguieron participando en las prácticas asociacionistas
de tipo logista, la red que nos interesa, vista desde una perspectiva colectiva, perdió
su definición, reinsertándose sus contactos dispersos en un nuevo conjunto relacional.
Resulta fundamental destacar, no obstante, que las prácticas asociativas iniciales
contribuyeron no sólo a consolidar y enriquecer los lazos heredados de la época
colonial, sino que permitieron su definición ideológica respecto de la marcha
revolucionaria, precisando su lugar dentro de la lucha política del momento. Así,
tanto el ámbito creado por el Club de 1811 para el conjunto que venía constituyéndose
desde las Invasiones Inglesas, como el que pudo establecer la Sociedad Patriótica de
1812, permitieron organizar a un sector de la clase dirigente y dotarlo de objetivos
claros respecto de la marcha revolucionaria.
La identidad que imprimieron estas entidades a la acción colectiva de sus
miembros resultó más evidente en esos dos casos que en el de la Lautaro, por cuanto
la personalidad política del conjunto de individuos implicados se hacía nítida por
oposición al sector oficialista contra el que luchaban. Esta, en cambio, al intentar
disciplinar a la elite gobernante en su totalidad, evitó precisamente la delimitación
de fronteras relacionales entre sus miembros. No obstante, esa delimitación terminó
por producirse cuando se concretó su ruptura interna y la formación de una logia
competidora en Montevideo (la de los Caballeros Orientales) que, por antítesis,
contribuyó a la precisión de la personalidad política de ambas posiblemente no por
la vía del contenido ideológico pero sí por su posición dentro de la lucha por el
poder.
En este sentido, creemos que ha podido revelarse cómo las prácticas
426
Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
asociacionistas le brindaron a los criollos un espacio pautado en el que podían crear
y alimentar vínculos políticos que, si desde la perspectiva individual les permitía el
acceso a puestos claves que nutrieron sus respectivas carreras públicas, desde la
colectiva contribuía a la definición y personalidad de un conjunto humano dentro
del proceso revolucionario. La identificación de las entidades en cuestión con la
vanguardia que participó en ella, permitió cierto ordenamiento de la lucha política o
su superación en el caso inicial de la Lautaro, pero en todos sirvió a los fines de
permitir la circulación de bienes materiales e inmateriales entre los miembros de la
red en la que actuaban.
Lo interesante es que más allá de que existiese o no una coincidencia exacta
entre los miembros de la red política y los de las asociaciones en cuestión, se produjo
un mimetismo claro dentro del imaginario colectivo, tanto en el de quienes eran los
protagonistas como en el de sus mismos opositores. En este sentido, si las entidades
podían incluir a elementos neutrales o incluso oficialistas, ellas en su conjunto, como
marco de acción colectiva, se identificaron como el espacio de las prácticas y los
discursos de un sector muy definido de la elite política.
427
Eugenia Molina
APÉNDICE
1- Matriz de contactos originales de la red (1800-1810).
Ubicar Tabla en imprenta/ se adjunta original impreso
Referencias:
1- Vínculos estudiantiles
2- Vínculos familiares y económicos
3- Vínculos literarios
4- Participación en proyectos asociativos
5- Vínculos políticos:
a-Independencia con Inglaterra
b-Proyecto carlotista
c-Desplazamiento de Cisneros y
formación de una junta
2- Relaciones entre los miembros de la red hacia mediados de 1810.
Moreno
Belgrano
Vieytes
Castelli
Larrea
N. Rodríguez Peña
Berutti
S. Rodríguez Peña
French
428
Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
3- Miembros del Club del Marco, la Sociedad Patriótica y la Logia Lautaro (18111820)*.
Ubicar Tabla en imprenta/ se adjunta original impreso
429
Eugenia Molina
Ubicar Tabla en imprenta/ se adjunta original impreso
*Dada la cantidad de individuos que asistieron al Club según los testimonios
consultados, se ha consignado sólo aquellos que tuvieron alguna proyección pública
o reaparecieron en asociaciones posteriores.
430
Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
4- Muestra de cargos públicos ocupados por los miembros de las asociaciones
consignadas entre 1810 y 1820.
Ubicar Tabla en imprenta/ se adjunta original impreso
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Ubicar Tabla en imprenta/ se adjunta original impreso
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Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos y objetivos políticos
durante el proceso revolucionario (1810-1820)
Ubicar Tabla en imprenta/ se adjunta original impreso
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Eugenia Molina
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Documentos relacionados