MICROCUENTOS Terror

Transcripción

MICROCUENTOS Terror
INFERNO
Cepillaba su cabello, frágil, sumiso al tacto. Sus pálidos y venosos pies sentían
las grietas del suelo como si fuesen las propias ataduras profanadoras. Un niño
grita, se desgarra, y ella no reacciona; solo piensa en como la ubicuidad misma
logró enterrar una parte de su ser. Un ente oscuro la abraza, ella quiere matarlo
pero olvida que es su esclava, que hizo un trato y que la vida no funciona como un
cuento de hadas bíblico.
El infante sigue llorando, sus ojos tornan blancos y maldice el afán virginal que
su madre pretende recuperar cepillando ese velo blanco tan apreciado. Ella desea
profundamente asesinar a ese niño, inmolarlo para recuperar su vida. Es una
lástima que el propio rey de los infiernos no quiera a su hijo de vuelta.
Javiera Ruiz M3B
Pupilas
Su mirada se posa en la mía, colérica y efervescente. Mi pelo lacio, largo,siente
el calor de sus pupilas, y cede obediente, revolviéndose cual huracán humeante,
castaño. Me quema. Sus pupilas se comen el rojo de sus ojos, dejándole mezquina
capa para su esplendor. Aún así, me fascina. ¡Ese color! ¡Ese fuego! Me encandila
su oscuridad, resplandeciente, mística, dominante. Y dejo que haga de mis ojos,
inmenso caldero luminiscente. Me hechiza. Un rayo me recorre al ver tales astros
en mi pequeño pecho, podrido de belleza, humeante de pobreza. Entonces veo
sus manos blancas, casi transparentes, hermosas, recogiéndose, cuales olas
intensas, potentes, y las revienta contra el cristal, justo cuando siento en mis
palmas un choque inefable, ardor acolmillado. Me retuerzo. Tardé un segundo en
salir de las mazmorras parpadeantes, y comprender que tal criatura mística,
impostora maldadosa, sonreía complacida, de poder gozar ahora, mi juventud
para saciarse, al fin, de almas titilantes.
Angela Morales M4A
La sala de los espejos
15 años y aquel infame pensamiento aún me sigue, la misma sensación recorre mi
cuerpo, y es que nuestra memoria es tan fuerte, que nada borra. Vuelvo a esa
sala de espejos, sin mirar nunca al frente, mis pies me guían por interminables
pasillos. Ellos están ahí, siento sus pasos cada vez más cercanos. No alzaré la
vista, no puedo enfrentarlos, 15 años siguiéndome y nunca se van. Pero tal vez lo
hagan, tal vez haya una forma. Y entonces levanto la mirada y los veo, están
frente a mí, sonriéndome, sabrían que vendría, tienen algo en sus manos, no
distingo que es, de pronto todos alzan sus manos, y como si un hilo uniera sus
brazos, lanzaron aquel objeto, un cuadro de foto. No pienso esquivarlos, quiero
que todo esto acabé de una vez, prefiero morir a seguir pasando por esto, 15
años y aún no se van. Un ruido inundo el ambiente y mil cristales al suelo cayeron,
una nube de polvo se elevó a mí alrededor, en el suelo hay algo, un cuadro de foto,
lo levanto y observo, identifico al personaje. Un escalofrío recorre mi cuerpo,
alzo la vista y entonces logro entenderlo, ellos se han ido, los espejos se han
roto.
Catalina Espinosa M3C
Autobiografía
Te pienso como casi agonizando, a un punto inconsecuente en el que tu hipocresía
deja de existir. Te pienso investigándote y te propongo algo, juguemos a saber
quién sabe más del otro. Se de ti lo suficiente como para escribirte un poema.
Todos los días tu alarma toca a las seis y veinte; todos los días abres los ojos
con tu mirada de siempre y exactamente doscientos cincuenta milisegundos
después tu consciente vive. Te dispones unas cuantas veces a levantarte, pues
parece tan imposible, que tu segunda alarma es la que activa tu ser y te dice el
“estás atrasado” que necesitas.
Sientes cómo la gallina recorre tus brazos a medida que estos se desnudan ante
la vespertina neblina de tu habitación; sientes la garganta áspera rozando con la
tensión de un día entero. Sientes en carne viva tu calor yéndose de tu cuerpo
para pasar a ser vida de otros; sientes tu peso completo distribuido en dos alas
que te permitieron en algún momento crear vivencias.
Parado, frente a la intemperie de dióxido de carbono, tu paralizado presente
intenta decirte algo interesante.
Tu estado vegetal se mantiene y mantendrá por siempre, pues aquella mixtión de
espectros bellos mostró aquella silueta idéntica a ambos. Los pronombres
dejaron de existir para hacernos uno, te miraste al espejo y la pared blanca
seguía siendo blanca, el cepillo se mantenía seco, te acercaste al supuesto
reflejo, y el vidrio no se quiso empañar.
Valentín Galaz M3B
Despertar
Nunca entendí qué fue lo que me durmió, tal vez fue un producto de las
extenuantes jornadas escolares o simplemente las alargadas palabras que
emanaba el director. Tampoco recuerdo qué soñé. Lo que sí sé, es que comencé
a sentir mis huesos crujir y mi piel desgarrarse, mi cráneo palpitaba con ritmo
propio, causándome un dolor que nunca imaginé poder soportar pero que, sin
embargo, tuve que.
Al despertar, verifiqué que mi entorno seguía igual. Sin embargo, algo me
perturbaba y no sabía qué era, hasta que me di cuenta que no podía moverme. Al
momento de bajar la mirada no me sorprendí, sospeché que no había sido un
sueño.
Sebastián Zagal M4C
Tic toc
Tic toc. Mira hacia atrás. Tic toc. No hay nadie. tic toc. Detrás de ti. Tic toc. Tu
reflejo te espera. Tic toc. No hay espejos. Tic toc. Encerrada estoy. Tic toc. Se
está acercando. Tic toc. No se quien es. Tic toc. Esta todo oscuro. Tic toc. Ya no
pasa el tiempo. Quedan solo recuerdos.
Paloma Vallejos M2A
Pa-pa
Mi esposa empujó suavemente mi hombro como todas las mañanas para
despertarme, “Ya es la hora”, me susurró. Me fui a duchar, ella a preparar el
desayuno y a nuestros hijos para el colegio. Después de vestirme bajé las
escaleras y tomé el desayuno junto a mi familia, me despedí de ellos y me dispuse
de ir al trabajo.
El auto estaba fuera de lo normal, extraño, olía quemado pero como un tonto
ignoré aquel aroma y lo encendí. Avancé por las calles y el aroma persistía.
Cerré los ojos un segundo, inesperadamente cansado y mi cabeza se golpeó
contra el volante, la adrenalina subió rápidamente por mi torrente sanguíneo y
me volví a sentir despierto en mi totalidad. No choqué con nada y sólo rocé un
auto del carril contrario, el olor desapareció y todo era un alivio.
El día transcurrió extrañamente normal. Y ya era hora de volver a casa de mi
trabajo en la oficina.
Llegué a casa y a la entrada estaba el auto de mi madre, ¿Pero qué...?
Entré y me topé con mi hijo menor, tenía sólo 3 años y sus manos regordetas
apenas podían con la manta celeste que usaba para dormir.
- Pa-pa- me llamó mi hijo con ojos curiosos. Escuché unos pasos a mi espalda y vi
a mi esposa con los ojos llorosos y mi madre con su cabello gris y sus ojos
envejecidos.
-Cariño, ¿Qué haces aquí?- preguntó mi madre con su mirada en mi hijo.
-Debe haber estado esperandome- le contesté. Ella sólo me ignoró y mi esposa
fue directamente hacia él.
-Esperar a papá de nuevo supongo- él sólo me miró, me apuntó con su pequeño
dedo y me llamó "Pa-pa". Ella lo abrazó fuertemente y lo llevó hacia las escaleras
de la mano para acostarlo. "Esta noche no pequeño" le escuché decir con los ojos
tristes.
Habíamos peleado la noche anterior y no la culpaba al ignorarme por completo.
Me iría a disculpar con ella en la mañana, razoné. Estaba tan cansado que sólo
saludé a mi madre que no respondió el saludo, quizás no ajustó el audífono para
su sordera, no sería una gran sorpresa. No tenía ganas de tratar con ella así que
me dispuse a subir a la habitación que compartía con mi esposa.
Me quedé rápidamente dormido y me desperté con la luz del sol que daba hacia
la cara. Mi mujer debería de estar muy enojada para no despertarme esta
mañana, al menos era sábado y no tenía que trabajar, pensé.
Bajé las escaleras y vi a mis hijos tomando desayuno en silencio. Mi madre, mis
hijos de 8 y 3 años y mi esposa no hablaban, el silencio era roto sólo por el sonido
de los cubiertos.
-Buenos días- saludé y mi hijo de 3 años levantó la mirada para saludarme. "Papa", me saludó sonriente. Mi esposa dejó el cubierto a medio camino de su boca
quedándose paralizada. Levantó la mirada hacia mi hijo menor y sus ojos luchaban
por no derramar una lágrima.
Catalina Silva M3A
Fin
Lo último que recuerdo fueron las caras de mis padres y amigos horrorizados
por mi estado y un gran dolor en mi pecho, antes de caer en un profundo sueño.
Al despertar, solo veía oscuridad a mi alrededor y apenas podía moverme.
Aún seguía atontado como para darme cuenta de que el espacio era muy estrecho,
tan estrecho que apenas podía respirar. Moví mis brazos como pude para
acomodarlos, y empecé a tocar el extraño y angosto espacio que me
rodeaba……era madera.
Al llegar a esta conclusión, mis latidos comenzaban a aumentar más y más,
asumiendo en la situación que me encontraba. Fue tanta la desesperación que
trataba de escapar de ese lugar como podía: romper lo que tenía enfrente con
manos y uñas que comenzaban a romperse y sangrar; patear hacia cualquier lado;
etc.
Todo ese ejercicio fue en vano. Perdí rápidamente el aliento y la falta de oxígeno
empezó a nublarme la vista…….este era mi verdadero fin
Matías Ceballos M3C
Canción de cuna
Lo poco que comprendo de la vida me sirve para saber que esto no es normal,
definitivamente no. Corro a toda la velocidad que mis cortas piernas me permiten
hasta el dormitorio de mis padres, trato de despertarlos con gritos y llantos, sin
embargo mi madre solo reacciona para decirme que vuelva a la cama, me asegura
que son simplemente pesadillas, ella no me entiende.
En la lenta vuelta a mi cama trato de que no me noten, sin embargo no puedo
pasar por alto como unos dedos huesudos acarician mi cabello, pasando por mi
cara y tratando de arrebatarme mi oso de peluche, logro que no me lo quiten
unos pasos antes de llegar a mi cama, lo último que recuerdo antes de cerrar los
ojos para intentar dormir de una vez por todas son las lágrimas bajando por las
paredes de mi habitación, me quedo dormida finalmente con los lamentos y
llantos de las murallas como canción de cuna.
Kristel Friedrichs M3B

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